"El sueño de un Ángel"

By Maavalof

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Ella, está cansada de escuchar siempre los mismos comentarios y recomendaciones para conservar su salud físic... More

Introducción
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Dedicatoria y agradecimientos

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By Maavalof

Como imaginaban, a lo largo del día el teléfono de casa de la escritora suena cada quince minutos, al igual que su celular. Yibrán, Cata, Dulce, Luis Miguel, Saray, entre muchos otros, se comunican con su amiga Maya para confirmar lo que dicen los periódicos del día.

Ana, Sandra, Susana, Lorena, Roxana, Daniela y muchas admiradoras más llaman al codiciado doctor para comprobar por ellas mismas la noticia publicada esa mañana.

Ambos repiten una y mil veces la misma historia y la misma respuesta para cada una de esas personas.

Al atardecer, Santiago visita a su novia tal como lo acordaron horas antes.

-Amor, ¡qué bueno que llegas! -recibe Maya a Santiago.
-Hola, mi vida -exclama él, dándole un beso.
-¿Cómo has estado? -pregunta ella con amor.
-Contestando el teléfono cada cinco minutos -responde él, al sentarse en el sofá.
-¡Uf! Yo he estado igual -cuenta ella.
-¿Quién te ha hablado? -pregunta él.
-Mejor pregúntame quién no me ha hablado, amor. Todo mundo se acordó de mí hoy -responde ella.
-¿Y a ti quién te habló? -pregunta también ella.
-No, amor. Es mejor que no responda tu pregunta -se disculpa Santiago, tomándola de la mano.
-¿Por qué lo dices? ¿Quién te habló? -insiste ella.
-Mi cielo, no insistas. En serio -responde un poco nervioso.
-Dime quién te habló -repite Maya, molesta.
-Ok. Me han hablado muchas amigas -contesta Santiago.
-¿Qué amigas? -quiere saber ella.
-No las conoces, mi vida. No vale la pena hablar de ellas -se disculpa él.
-¿Te acostaste con ellas alguna vez? -pregunta Maya, viéndolo a los ojos.
-Mariela, no empecemos, por favor -advierte él, sin ganas de discutir.
-No, no empezamos. Sólo contéstame lo que te estoy preguntando -insiste Maya seria.
-¿En verdad quieres saber? -pregunta él.
-¡Claro que quiero saber! ¡Necesito saber! -afirma ella.
-Mariela, no entiendo. ¿Adónde nos va a llevar esto? -cuestiona Santiago, agachándose ante a ella.
-Dime lo que te estoy pidiendo, por favor -exige Maya.
-Ok. Sí, me fui a la cama con cada una de las mujeres que me han hablado el día de hoy -confiesa furioso él, levantándose.
-¿Y qué te han dicho? -sigue interrogando ella, tratando de no exaltarse.
-Me han dicho que cómo es posible que haya cambiado tanto en tan poco tiempo. Me piden que les explique cómo pude cambiar todo lo que hacía con ellas sólo por estar contigo. Y me preguntan una y mil veces si es por ti que desde hace meses dejé de buscarlas y seducirlas para acostarme con ellas... ¿Contenta? -responde Santiago alzando la voz, enojado.
-Tampoco tienes por qué gritarme -levanta la voz Mariela.

La discusión entre la pareja es interrumpida por una inesperada llamada al celular de Santiago, que atiende sin siquiera ver quién es.

-Bueno -exclama él, mientras Maya permanece callada.
-Hola, Santi. Soy Sofía, ¿te acuerdas de mí? -pregunta una sensual voz femenina.
-Sí, dime, ¿qué necesitas? -pregunta cortante Santiago.
-En realidad sólo quería saludarte y...
-¿Preguntarme si es verdad lo de la nota del periódico?... Pues sí, es cierto. Mariela Valencia es mi pareja, estamos juntos y la amo como nunca he amado a nadie más -dice Santiago repentinamente.
-Santi, escucha lo que estás diciendo, ¡es una estupidez, mi vida! No puedes hablar en serio, ¡estás loco! -responde Sofía, pero él no expresa ni una palabra, lo único que hace es ver a Maya a los ojos.
-¡Santiago, reacciona!... O a ver, explícame. ¿Qué le viste? ¿Qué te dio que no tengan las miles de mujeres con las que has estado? -cuestiona indignada Sofía.
-Precisamente es algo que no encontré en nadie más, y por supuesto que nadie lo va a entender jamás... ¿Alguna otra duda? -contesta Santiago cortante.
-¡Eres un verdadero estúpido! -asegura groseramente ella.
-Ok. Cuídate. Bye, bye -cuelga el teléfono Santiago.

Mariela derrama unas lágrimas en silencio, mientras él se le acerca nuevamente.

Una vez más se agacha ante a ella, y en ese instante vuelve a sonar el celular. Esta vez Santiago rechaza la llamada y apaga de inmediato el teléfono.

-No discutamos más, amor... Mejor, dime qué quieres hacer esta noche -exclama el doctor, secando una lágrima que rodaba por la mejilla de su novia.
-Quiero que me abraces, y quedarme siempre entre tus brazos -expresa Mariela.

Santiago abraza a su pareja fuertemente, llenando de besos y caricias su rostro. Ella se acurruca en sus brazos, permaneciendo así por varios minutos.

El doctor Carmona sabe que para Maya no ha sido fácil entender y olvidar los errores que él cometió en el pasado, habiendo por eso momentos en que los celos provocan conflictos entre ellos. Sin embargo, está consciente de que ambos deben ser pacientes y tratar de comprenderse mutuamente.

Tiempo después, llega a casa Cecy, y al entrar a la sala encuentra a su hermana abrazando a su novio.

-¿Qué onda? -saluda Cecy, sentándose con a ellos.
-¡Hola, cuñis! -responde Santiago.
-¿Cómo te fue en la academia? -comenta Maya, secando sus ojos discretamente.
-¿A mí? Bien... ¿Tú qué tienes? -pregunta Cecy, al ver que su hermana tiene los ojos llorosos.
-Nada -asegura Maya, al respirar profundo y sonreír.

También llegan a casa Ricardo, Sara y Jorge, y al estar todos reunidos pasan al comedor y se disponen a cenar tranquila y felizmente.

Y así, Santiago y Maya dejan atrás la fuerte discusión que tuvieron minutos antes.

En la sobremesa, la familia sigue conversando de miles de temas a la vez.

-Amor, hoy estuve platicando con Aidé, te manda muchos saludos -dice Mariela a Santiago.
-Dale también mis saludos cuando vuelvas a hablar con ella -responde él, sonriendo.
-¿Sabes? Nos invitó al entrenamiento del próximo sábado -exclama ella con gran sonrisa.
-No, Maya. ¡Olvídalo! -contesta enseguida él, mientras los demás hablan de otras cosas.
-Ay, amor, no seas así ¡Vamos un ratito! -intenta convencerlo Maya.
-Mariela, la última vez que fuimos a un entrenamiento, ¡acabamos en las olimpiadas de Vallarta! -exclama Santiago.
-Ya sé, pero esta vez no será así. Ya hablé con Aidé de eso y me aseguró que todos están bien. Además, ahorita no hay ninguna competencia... Aparte quiere que vayamos porque es el aniversario de ADDEPPAC y harán una comida para celebrar -insiste Maya, tomando la mano de su novio.
-Bueno, mi cielo, pues si quieres ve con Cecy, Ricky, tu mamá, no sé -responde Santiago.
-Santiago, te estoy diciendo a ti porque quiero ir contigo -aclara Mariela, viéndolo a los ojos.
-Maya, no quiero ir porque francamente no tengo ganas de verle la cara al idiota de Gerardo -confiesa de pronto Santiago, y Cecy alcanza a escucharlo.
-¿Y por qué no dejas de pensar en Gerardo y piensas un poquito en mí y en lo que yo quiero? -pregunta Maya, dejándolo sin palabras.

La escritora mueve su silla de ruedas para alejarse del comedor y pasar a la sala, mientras Santiago se queda sentado en la mesa escuchando la plática del resto de la familia.

Cecy se levanta de la mesa y se dirige a donde está su hermana.

-¿Qué te pasa? -pregunta al ver muy seria a Maya.
-Nada -niega Maya.
-¿Cómo qué nada? Desde que llegué te vi llorando. ¿Qué pasa? -insiste Cecy, un tanto preocupada.
-Pasa que, por más que trato, no puedo con el pasado de Santiago. Hoy le hablaron al celular más de treinta viejas para preguntarle acerca de la nota del periódico y acabamos peleando -cuenta Maya a su hermana sin que nadie las escuche.
-Maya, tú sabías que estar con Santiago no sería fácil habiendo miles de viejas tras él, pero aún así decidiste intentarlo. ¡No puedes darte por vencida, hermanita! -la conforta Cecy, sentándose frente a ella.
-Ya lo sé, pero aparte están los estúpidos celos que le tiene a Gerardo... El sábado hay una comida en la asociación y el señor no quiere ir para no ver a Gerardo -protesta Maya, muy molesta.
-Pues explícale, habla con él y dile que no tiene ningún motivo para estar celoso de Gerardo -sugiere Cecy.
-Ya se lo he dicho mil veces pero parece que le entra por un oído y le sale por el otro -dice Mariela.
-Así son los hombres, manita -concluye Cecy.

Minutos después, Santiago pasa a la sala a despedirse de Mariela.

-Ya me voy -dice Santiago a Maya.
-Voy a ayudar a mi nana con la cocina -dice Cecy, levantándose y saliendo de ahí.
-Ya me voy -repite él.
-Que te vaya bien -responde Maya con indiferencia.
-¿Ahora por qué estás enojada?... Mariela, ¡no me gusta estar peleando contigo, amor! -se queja él, acariciando su rostro.
-¡Uy, a mí me encanta discutir contigo! -responde sarcásticamente ella.
-¿A qué hora es el entrenamiento? -pregunta de pronto él.
-¿Para qué quieres saber si no vas a ir? -protesta ella.
-Contéstame lo que te estoy preguntando -pide él.
-A las diez de la mañana -dice Mariela, bastante seria.
-Ok, vamos a ir al entrenamiento y a la comida, pero...
-No, mi vida. A mí no me vas a poner condiciones para salir con mis amigos. Y si no quieres ir, ¡no vayas! -aclara Maya, interrumpiéndolo.
-¡No es ninguna condición! Tú quieres que piense en ti y en lo que tú quieres, lo voy a hacer pero tú harás exactamente lo mismo... ¿Quieres ir a la comida? ¡Vamos a la comida! Estamos con tus amigos, nos divertimos y todos felices; pero después nos vamos tú y yo solos a otro lado. Al lugar que yo quiera, el que yo elija -explica él, pero ella no responde-. Creo que es justo, ¿no? -agrega Santiago, viéndola a los ojos.
-¡Nunca pensé que fueras tan berrinchudo! -comenta ella.
-Mi cielo, ¿tú hablando de berrinches? -responde él, con tremenda carcajada.
-¡Ya cállate! -le dice Mariela, al abrazarlo fuertemente.

Santiago besa los labios de la escritora en el momento en que entra el resto de la familia.

-¡Cuánta miel derrama este par! -exclama Ricardo, acostándose en un sofá.

Maya hace caso omiso del comentario de su hermano y continúa abrazando a Santiago. Ricardo enciende la televisión y revisa canal por canal hasta encontrar algo del agrado de todos.

Cecy regresa de la cocina y sonríe al ver a su hermana y a Santi juntos.

Los Valencia se van a descansar después de las once de la noche.

El miércoles transcurre normalmente, pero después del mediodía Santiago se comunica urgentemente con Maya.

-Amor, me urge verte -le dice el doctor por teléfono.
-¿Qué te pasa? -pregunta Maya, desde su recámara.
-Necesito que me acompañes de compras con Marijó -explica él, subiendo al auto con la niña.
-¿Cuándo? -pregunta ella.
-¡Ahorita! Paso por ti en media hora -dice Santiago, arrancando el auto.
-¿Qué? ¿Estás loco? Te dije que hoy iba a trabajar toda la tarde en el libro -exclama Mariela.
-Sí, ya sé pero esto es urgente, amor. ¡Te necesito! -insiste Santiago, algo desesperado.
-A ver, dime, ¿qué vas a comprar? -pregunta ella.
-El traje de Marijó para el concurso del domingo -contesta enseguida él.
-¿No lo has comprado, Santiago? -se extraña ella.
-No, mi cielo. Marijó me había dicho ya varias veces, pero no le hice caso. Y ahorita que vine por ella a la escuela se le metió que vayamos hoy a comprarlo... ¡Amor, te necesito! Yo no sé nada de esto. Por favor, acompáñame -ruega Santiago.
-Ok, vamos a la tienda donde compra Cecy todo. Ahí tienen todo lo que necesita Marijó -propone sonriendo Maya.
-Gracias, mi vida. Paso por ti en quince minutos -exclama él.
-Bueno, pero vamos a comprar y me traes otra vez a la casa, Santiago, porque tengo que trabajar -indica ella.
-Vamos a comer juntos y luego te llevo -agrega él.
-De acuerdo, pero sólo a comer -aclara enseguida ella.
-Sí, amor. Yo también voy a regresar a la clínica... ¡Te amo! -se despide Santiago.

La escritora informa a Carmen de que saldrá un momento con Santiago. Instantes después, el doctor pasa a recoger a su novia y rápidamente se van de compras con la pequeña Marijó.

Durante las compras la pareja se muestra muy unida y de acuerdo en cada decisión.

Aunque cabe mencionar que Santiago hace caso a todo consejo y opinión que Maya le da.

Marijó se encuentra bastante emocionada y hasta nerviosa, pues éste será el primer concurso en el que participe.

Mariela se asegura que la niña se sienta cómoda y a gusto con el vestuario y los accesorios, pues eso es fundamental para que a la hora de bailar todo salga excelente.

Más adelante, van a comer a un discreto restaurante, donde los tres se deleitan con deliciosos platillos.

A las cuatro de la tarde, la joven escritora vuelve a casa para dedicarse a trabajar en las primeras páginas de su libro, y el doctor regresa a la clínica y practica dos cirugías.

El jueves, las labores en la clínica de ortopedia son realmente agotadoras, y a Santiago no le da tiempo de visitar a Maya. Así ella aprovecha para avanzar en su libro y acompañar a Cecy a la academia. El viernes por la noche la escritora y su novio se vuelven a encontrar en casa de ella.

-¡Hola, mi amor! Te extrañé mucho estos días -le dice la escritora, besando los labios de Santiago lentamente.
-¡Hola, mi vida! Discúlpame por haberte abandonado estos días pero he tenido demasiado trabajo -explica él, muy apenado.
-Te entiendo, mi cielo. Además, ¡me encanta que seas tan responsable y trabajador! -exclama ella sonriendo, al acariciar su rostro.
-Lo sé, preciosa, pero por fin es viernes, y a partir de este momento soy todo tuyo -propone Santiago abrazándola.
-¿Todo mío? -pregunta Maya con una pícara sonrisa.
-¡Completamente tuyo! -repite él, mientras besa y muerde los labios de su pareja.

En la cena, Maya se asegura de que el doctor se sienta a gusto y procura complacerlo en todo. Su familia está contenta de ver tan feliz y unida a la joven pareja. Así que disfrutan y comparten con ellos ese bello sentimiento.

Durante estos días, las llamadas a Santiago por parte de sus "amiguitas" han continuado, pero afortunadamente no han causado ningún otro conflicto en la pareja.

El sábado, el movimiento en casa de Sara comienza desde temprano, pues Cecy sale rumbo a la academia antes de las nueve para ensayar y afinar los últimos detalles para el concurso del domingo.

Enseguida, Maya se arregla con ayuda de su madre, para que minutos después Santiago pase a recogerla e irse juntos al entrenamiento y el festejo de ADDEPPAC.

En el camino, el doctor se prepara para hacer un esfuerzo por complacer a su pareja y tolerar la presencia de Gerardo, prometiéndose a sí mismo tratar de evitar cualquier discusión con él.

La temperatura en la ciudad es bastante baja, por lo que se comienza a sentir un intenso frío.

Al llegar al paralímpico, todos reciben con gran alegría y entusiasmo a Maya y a Santiago.

-¡Felicidades, Barbie! ¡Un año más sacando adelante a ADDEPPAC! -exclama Maya, al ver a Bárbara.
-Gracias, Maya, qué bueno que pudiste venir. Este año fuiste fundamental para ADDEPPAC y no podías faltar al festejo -reconoce Bárbara con cariño.
-Gracias, Barbie -responde Maya.
-¡Santiago, bienvenido! También tú eres parte de ADDEPPAC... ¡y ahora más! Ya vi los periódicos, ¿eh? -añade Bárbara, y ríen los tres.
-Muchas gracias -responde Santiago, abrazando a Maya.

Comienza el entrenamiento, Maya y su novio se acomodan en las gradas para observar desde ahí cada jugada. Él la abraza y continuamente le dice cosas al oído, ante las que ella sonríe y responde con cariño.

Poco después, Bárbara invita a Maya a jugar un partido y competir amistosamente con Javier Evergengy, campeón mundial de boccia y gran amigo de la escritora.

Todos se emocionan y preparan para ver el partido, pues hace varios años que Maya y Javier no se enfrentan.

En ese preciso momento llega Gerardo, y al ver lo que está por suceder en la cancha corre a saludar a los jugadores.

-¡Flaquita hermosa! Me encanta verte por aquí -exclama abrazando a Maya.
-A mí también me alegra verte -responde sonriendo ella, mientras se acerca Santiago.
-Gerardo, ¿qué tal? ¿Cómo estás? -saluda Santiago, parándose junto a Maya.
-Santiago, qué sorpresa verte aquí. No te esperaba -exclama Gerardo para molestar al doctor.
-¡Qué curioso! Yo sí esperaba verte -asegura Santiago, mientras discretamente lo toma de la mano Mariela.
-Flaca, ¿jugarás con Javier? -pregunta Gerardo, ignorando al médico.
-Sí, recordaremos viejos tiempos -asiente ella sonriendo.
-¿Quieres que juegue contigo? -pregunta Gerardo, acariciando su mejilla.
-Gracias, pero voy a jugar con Santiago -responde con sguridad Mariela.
-Así es, y disculpa pero ya va a comenzar el partido -agrega
Santiago, moviendo la silla de su novia hacia la cancha.

Empieza el juego y todos los presentes se están atentos a cada movimiento. Cada jugada está llena de suspenso y emoción, dado que los competidores son excelentes.

La competencia está bastante reñida, pues el marcador ha ido muy parejo en los primeros dos parciales.

El ambiente en las tribunas es muy animado, y todos echan porras a ambos contrincantes. Maya y Javier están felices de volver a vivir ese momento de juego juntos, sabiendo los dos que con cada bola que lanzan pueden cambiar a favor o en contra el marcador.

Faltan pocos minutos para el final del partido, y la diferencia de puntos entre ambos jugadores es mínima. La emoción está a flor de piel; a pesar de que es un encuentro amistoso, los dos han hecho su mejor esfuerzo por ganar.

El partido llega a su fin y el marcador indica que hay un indiscutible empate entre Maya y Javier. Todos se aproximan a la cancha para felicitar a los competidores y festejar con ellos el resultado final.

-¡Eres maravillosa, mi cielo! -le dice Santiago, al felicitar a Maya.
-Gracias, amor -responde ella, con un tierno beso.
-¡Eres la mejor bochista del mundo!... Además de la más hermosa. ¡Me encantas! -afirma él, al oído de Mariela.
-Tú me encantas a mí. ¡Te amo! -responde Maya y le da un apasionado beso en los labios.

Gerardo observa de lejos a Santiago, y, a decir verdad, le molesta un poco la forma en que acaricia, besa y abraza a Mariela.

Concluye el entrenamiento para dar paso al festejo del aniversario número veinte de ADDEPPAC. Música, comida y amigos son los ingredientes perfectos para una gran fiesta.

Mariela platica sobre mil cosas y se divierte junto a Aidé y Yibrán, quienes también la felicitan por su relación con Santiago.

-Vaya, al fin le hiciste caso a mi amiga. Pobrecita, desde que te conoció moría por ti -le dice Aidé a Santiago.
-Claro que no, yo no me muero por nadie -aclara enseguida Maya y ríen todos.
-Obviamente sí. Desde el día que te conoció me dijo que no podía dejar de pensar en tu sonrisa. Tanto que ni podía escribir su columna... ¡se la tuve que escribir yo! -confiesa Aidé.
-No seas mentirosa, Aidé. Lo único que hiciste fue darme el tema -exclama Maya muriendo de risa, mientras la abraza Santiago.
-Pues, la verdad, yo tampoco he dejado de pensar en ti desde ese día -comenta Santiago, besando su boca.
-Pues a mí nadie me dijo nada, pero conozco a mi amiga y desde hace tiempo me di cuenta de que estaba enamorada de ti -asegura Yibrán.
-Entonces, ¡el único que no sabía era yo! -bromea Santiago y ríen los cuatro.

La convivencia continúa. La comida está exquisita y entre todos la disfrutan en un ambiente alegre y divertido.

Horas después, Santiago se aleja con su novia del bullicio para estar un momento a solas.

-¿Ya te quieres ir, verdad? -pregunta Mariela, mientras Santiago la abraza.
-¿Se nota mucho? -responde él y ríen ambos.
-Sólo un poquito, mi vida... ¿Ya me vas a decir adónde vamos a ir? -dice ella sonriendo.
-No -niega él.
-Amor, dime, dime, ¡dime ya! -insiste Maya con curiosidad.
-¡Te voy a secuestrar el resto de la tarde! -exclama Santiago, al besar y morderle los labios.
-¡Tengo miedo! -exclama ella con una gran carcajada.
-Ya vámonos, amor -dice Santiago.
-De acuerdo, sólo déjame hablar con Aidé rápido -contesta cariñosamente ella.

La escritora se aproxima hasta donde se encuentra su amiga.

-Amiga, necesito un favor -le dice Maya.
-Sí, dime -se ofrece amablemente Aidé.
-¿Me prestas a tu asistente para que me acompañe al baño? -le pide discretamente Maya.
-Claro, amiga -accede Aidé.

Maya entra al tocador con ayuda de Lorena, la asistente de Aidé. Luego se despide de todos y se retira con Santiago del lugar.

Cerca de las tres de la tarde, el doctor y su pareja dan vueltas por la ciudad sin tener un rumbo fijo, hasta que finalmente deciden bajar del auto para caminar por el parque.

Luego de dar varias vueltas por los jardines, se sientan en una banca y disfrutan del paisaje. También comparten una larga conversación acompañada de mimos, arrumacos, caricias y prolongados y apasionados
besos.

Desde que se sentaron en aquella banca, quienes están a su alrededor no han dejado de observarlos ni un segundo.

-¿Ya te diste cuenta de que no han dejado de vernos ni un momento? -comenta Santiago.
-Sí, ya lo sé -responde sonriendo ella.
-Es que no es muy común ver parejas como nosotros...¡Somos una pareja especial! -asegura él, abrazándola.
-¡Muy especial! -agrega ella con un beso.

Decenas de personas pasean por el parque mientras ellos dos conversan felizmente. De pronto, se aproxima una dama que desde algunos metros de distancia reconoce a Santiago.

-¡Santiago López Carmona! -exclama la mujer verdaderamente sorprendida.
-Hola, ¿cómo estás? -responde educadamente él.
-Veo que es cierto lo del periódico -comenta ella, al ver a Maya de pies a cabeza.
-Así es -responde él, al ponerse de pie.
-¿Cómo pudiste cambiar tantas mujeres bonitas para venir a acabar con ésta? -pregunta indignada Noemí, señalando a Maya de manera grosera.
-Óyeme, ¡ésta tiene su nombre! -responde enseguida Maya, pero Noemí no entiende lo que dice.
-¿Qué dijo? -pregunta burlándose Noemí.
-Que se llama Mariela, ¡y la respetas! -indica Santiago muy molesto.
-¡¿Cómo respetar a alguien que ni siquiera sabe hablar?! ¿De dónde la sacaste? -se ríe a carcajadas Noemí.
-Basta, por favor, Noemí. ¡Vete! -le advierte él, mientras Mariela se pone furiosa.
-Bueno, es obvio que la sacaste de la clínica pero dime, ¿qué le ves? ¿Cómo puedes estar con ella? Abrazarla, ¡besarla! ¿No te da asco? -continúa Noemí, al observar los movimientos involuntarios de Maya.
-¡Cállate! No vuelvas a insultar a Mariela. Ella es mi pareja y la amo -responde Santiago, tomando a Noemí del brazo para alejarla de Mariela.

Todos los presentes observan atentos la discusión, mientras la escritora controla su rabia y las ganas inmensas de llorar.

-¡Santiago, reacciona por Dios! -exclama Noemí viéndolo a los ojos.
-Noemí, vete o no respondo -advierte de nuevo Santiago.
-¿Qué? ¿Me vas a pegar? ¿Tanto has cambiado que hasta te convertiste en golpeador de mujeres? -responde ella muy impresionada.
-Por Mariela soy capaz de todo, así que te pido que nos dejes en paz -exige él, muy enojado.
-Te desconozco. Eres completamente otro. Pero algún día te vas a arrepentir. ¡Te lo juro! -asegura Noemí y de inmediato se retira.

Santiago respira hondo y enseguida se percata de que todas las miradas están sobre él y Maya. Sin pensarlo se acerca de prisa a su novia.

-¡Tranquila, mi cielo! -le dice al intentar abrazarla.
-¡No me toques! -advierte furiosa, al rechazarlo.
-Maya, mi amor, ya pasó. ¡Tranquila! -repite él, acariciando su rostro.
-¡Suéltame! Me quiero ir a mi casa -responde ella, al derramar unas lágrimas.
-Amor, por favor, vamos a hablar -insiste Santiago, intentando besarla.
-Suéltame, suéltame, no quiero hablar contigo -le dice una y otra vez Mariela, haciendo lo posible para no llorar.

Él no se da por vencido y, a pesar de que no quiere, logra abrazarla fuertemente. Ante esto, Maya rompe en llanto y permanecen abrazados varios minutos.

Santiago entiende lo que su novia siente en ese momento, por lo que la consuela y le hace ver cuánto la ama.

-Tranquila, mi amor. Ya pasó -le dice cariñosamente él, secando sus lágrimas.
-¡Me purga! Me siento mal, impotente, ¡me revienta! -exclama ella, que sigue llorando.
-Lo sé, mi vida. Entiendo cómo te sientes y te juro que nunca volverá a pasar algo así -promete Santiago.
-No, tú no entiendes lo que siento. No sabes lo que es que una vieja que se acostó con tu novio venga a humillarte y a decirte que no vales nada y, encima, ¡no puedas defenderte y ponerla en su lugar! -responde Maya verdaderamente enojada.
-Tienes razón, mi vida, y te pido perdón porque todo esto es mi culpa por cometer tantas estupideces -se excusa él, muy apenado.
-Efectivamente, ¡es tu culpa! Y créeme que ya estoy harta. Harta de sufrir por tu pasado, de que hablen de mí y te digan que es una estupidez estar conmigo, harta de que la gente no me quite la mirada de encima cada vez que estamos juntos -protesta Mariela, sintiendo mucha impotencia.
-Cálmate, mi amor. No dejemos que todo esto nos afecte -la consuela Santiago.
-Es que me afecta aunque yo no quiera. Y me duele no ser la mujer ideal para ti -exclama ella, con tristeza.
-No vuelvas a decir eso. Tú eres la mujer ideal para mí y si los demás no pueden aceptarlo no es nuestro problema... ¡Te amo! Y voy a estar contigo digan lo que digan... Mi vida, eres una mujer inteligente y estoy seguro de que eres más fuerte que cualquier crítica -asegura Santiago, besándola lentamente.

Maya se refugia en los brazos de su novio, lo cual la reconforta y la hace sentir mejor, aunque no olvida las palabras de Noemí.

-Vámonos a otro lado, mi cielo. A un lugar donde estemos solos, sin que nadie nos moleste -propone Santiago, secando las lágrimas del rostro de Maya.
-¿Adónde? -pregunta sin ánimos ella.
-A mi casa, no hay nadie. Mi mamá se fue con Tina y Marijó a la academia. ¡Estaremos solos tú y yo! Ponemos una peli, nos sentamos juntos en el sofá, así podré abrazarte y besarte toda la tarde -exclama él sonriendo.
-De acuerdo... ¡Te amo! -acepta ella, no muy animada.
-Y yo a ti -añade él, con un tierno beso.

Santiago apoya a su novia para volver a su silla de ruedas, mientras las miradas de la gente siguen sobre ellos. Con la frente en alto, llegan juntos al auto y se dirigen a la casa del doctor Carmona.

Como dijo Santiago no hay nadie en casa; ambos entran en la sala y se ponen cómodos para disfrutar de un momento a solas.

Encienden la televisión y eligen una película juntos. Él consiente a su pareja, la ayuda a sentarse en el sofá y se asegura de que esté cómoda. Luego busca una cálida cobija para cubrirla, ya que el frío va en aumento.

Comienza la película. Se trata de una comedia romántica, a la que, siendo sinceros, ninguno de los dos presta la mínima atención.

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