Dylan
Un leve pitido constante hace despertarme.
No sé dónde estoy, y ni si quiera recuerdo como llegue aquí.
Estoy acostado en una cama grande con solo una sábana blanca.
Mis ojos se mueven por todo el lugar tratando de averiguar dónde estoy.
La habitación es grande, un sofá se encuentra justo delante de mi cama, y alado de ella está un pequeño mueble con una charola que por lo que veo contiene un plato, un vaso y es lo único que puedo ver.
Trato de mover mi cuello para poder observar mejor, pero un dolor se apodera de mi cuello, junto con un collarín por lo que logro sentir.
Una lágrima recorre por mi cachete hasta deslizarse por mi cuello y desaparecer dentro del collarín.
Mi pie derecho se encuentra enyesado, claro, como lo supuse, al momento de caer desde esa reja mi pierna se debió de haber fracturado, y aún más cuando esos gorilas me golpearon.
Al bajar mi mirada me encuentro con mi brazo izquierdo en las mismas condiciones que mi pie, enyesado.
No sé en qué momento mi brazo se debió de fracturar, supongo que la adrenalina hizo que olvidará el dolor de esos momentos.
Mi mirada paseaba mi cuerpo en busca de alguna otra sorpresa, y la siguiente hizo que mi corazón se acelerará rápidamente.
Junto a la cama se encontraba Jeremy, dormido, sentado en una silla y apoyándose en el borde de la cama...sosteniendo mi mano.
Llevaba la misma ropa que hace...ni siquiera sé cuánto tiempo llevo aquí, sus mejillas al igual que sus ojos estaban de un color rojo vivo.
Una leve sonrisa se dibujó en mis labios, y como llego se fue.
Las palabras de Tomas aparecieron repentinamente en mi cabeza "Espero y te haya gustado el regalo que te envió Jeremy"...No puede haber sido real.
Un estornudo pequeño provoco en mi torso un dolor tan grande que hizo que gritara.
Jeremy se levantó de inmediato buscando el origen del sonido agonizante, y cuando me vio despierto con mi cara de dolor, se acercó a mí rápidamente.
-¿Dylan estas bien? ¿Te duele algo?, espérame voy por una enfermera...-.
-No, no...Jeremy estoy bien-. Le asegure.
-¿Que estas bien?...¿dices que estas bien?- Su rostro empezó a enfurecerse- Por dios mírate, eso no es estar bien, mírate como estas, No...no...no debí dejarte ir, no debí dejarte solo...mira lo que he hecho -. Una pequeña lágrima rodó sobre su rostro.
-Jeremy...-. Trate de decir algo, pero en ese momento alguien entro a la habitación.
-Buenos días Dylan, ¿Cómo amaneciste?-. Era un doctor, y detrás de el venia mi Papá.
-Dylan-. Corrió a mi cama.
-Papá-.
-Oh Dylan, mira como esos cabrones te dejaron-.
-Estoy bien...ahora estoy bien- Mi mirada se posó en Jeremy, que ahora estaba sentado en el sillón con la mirada baja.
-Dylan él es el Doctor Martin-.
-Hola Dylan, me da gusto que estés mejor...-.
-¿Cuánto tiempo llevo aquí?-. Le interrumpí.
- Un Día entero, fui yo quien personalmente te atendió cuando tus amigos te trajeron aquí-. Los tres miramos a Jeremy.
-Si no te hubieran encontrado a tiempo, no se que hubiera pasado. Los golpes ocasionados provocaron la fractura de una costilla que casi perforo el pulmón que afortunadamente no fue así, pero para tomar medidas tuvimos que colocarte un respirador artificial-. No me había dado cuenta del tubo colocado en mis fosas nasales.
El doctor Martin tenía unas placas que coloco en el rayos X para poder observar mejor.
-Esta es de tu pie, al parecer el tobillo sufrió una leve fractura, nada grave, pero si tenemos que tratarlo. Tu brazo sufrió una micro fractura, afortunadamente no fue una fractura expuesta, te podremos quitar los yesos en unos cuantos dias-.
El Dr. Martin nos dio todos los informes de mi estado, ningún órgano dañado y ningún tipo de amenaza en mi cabeza.
-Bien, te dejaremos descansar, necesito que comas y reposes mucho, nos veremos después, Permiso-. Y el Doctor salió.
-Hijo, lamento decirte que tendré que irme por unas horas, pero prometo regresar. Le he informado a tu madre-.
-¿¿Qué??Papá...-. Como que le ha dicho a mi Mamá, yo sé que tiene derecho a saber, pero la conozco y se lo que seria capaz.
-Nada, tenía que hacerlo, es tu madre, y no me perdonaría que no se lo contara, ella y tu hermana vendrán en camino. Así que a más tardar estarán aquí mañana-.
-Pero te veré pronto ¿verdad?-.
-Claro hijo-. Me dio un beso en la frente y se dirigió hacia la puerta.
-Jeremy, ¿Puedo hablar contigo en el pasillo?-.
-Oh, Claro señor-. Jeremy se levantó y camino hacia la puerta sin antes de darme una mirada.
Me sentía prisionero, no solo por estar en estas condiciones, vendado como una maldita momia, con mi pie y mi brazo inmovilizados, y este estúpido collarín que evita mover mi cuello libremente y no solo era eso, sabía que nunca escaparía de esto, que nunca podría llevar a cabo lo que más me gusta, ¿y porque?, porque soy un prisionero de mi propia vida.
El sonido de la puerta abriéndose hizo que diera un leve salto, pero lo suficiente para que me doliera el costado.
-¿Necesitas algo?- Jeremy estaba junto a mí, sentado en la silla en la que al parecer había dormido.
-No, Estoy bien, Gracias-.
Mi estómago hizo su aparición, gruñendo como un oso feroz suplicando abastecimiento de comida.
-Necesitas comer, no has comido nada- Se levantó y se dirigió hacia la charola que estaba en el pequeño mueble.- Y necesitas energía para que puedas recuperarte-.
Puso la charola junto a mí y se volvió a sentar en su ya aparente silla, saco una cuchara que estaba enredada de una servilleta y me dio algo que parecía...budín o...sopa.
-No pongas esa cara, es mejor que la comida de avión te lo aseguro-. Abrí la boca y saboree la comida. Jeremy pareció satisfecho y sonrió haciendo marcar esos hoyuelos suyos.
-Eso, bien, otra más-. Colocaba la cuchara de nuevo en el plato cuando me anime a preguntar.
-Jeremy ¿Qué te dijo mi Papá?-. Se tensó, y el agradable Jeremy se fue poco a poco.
-Dijo que se hará una investigación sobre lo sucedido y que la policía vendrá hacerte unas preguntas al respecto-.
Los dos nos quedamos en silencio, no sabía que decir, pero el rompió el silencio con esa pregunta que me temía que me dijera.
-¿Dime quien fue?- Su mirada perdida en el muro hizo que me recorriera una electricidad por mi cuerpo- Y no me digas que no sabes ¿Dime quién fue?...Y si no me lo dices lo averiguaré por mi cuenta-. Ahora su mirada estaba en mí, me tense.
-Jeremy yo...-.
-Mejor dime por las buenas, no me hagas saber por las malas, pero te juro por dios que lo sabré y si es necesario, yo mismo haré pagar al hijo de puta que te hizo esto-. Me miraba de una forma agonizante, pero su mandíbula tensa y sus puños cerrados me hacía saber que lo haría si era necesario.
-Jeremy...-. Sabía perfectamente que si le dijera aquel nombre, saldría de la habitación y no sabría lo que sería capaz de hacer. Esa noche me prometí no involucrarme con él, por el motivo de protegernos, tanto a él, como a mí.
-Bien, te daré tiempo para pensarlo, pero si no me dices lo que quiero saber...bueno, ya te lo dije, ahora come un poco más-.
No sé qué haré, pero debo pensar rápido.
Un sonido de personas corriendo hizo llamarme la atención, se acercaban a mi cuarto, y solo al momento de que se abriera la puerta mis músculos de relajaron al verlos.
-Oh Dylan-. Diana corrió hacia mí, pero al momento de que me diera un abrazo, un pequeño grito de dolor hizo alertar a todos.
-Dios Dylan ¿Estas Bien?-.
-Si, estoy bien, es solo que aún no del todo-. Eso los hizo sonreír.
-Lastimado, vendado, y fracturado, pero sigues haciendo chistes-.
-Bueno, aun en las peores situaciones no hay que dejar de ser uno mismo-. Me sentía bien al verlos otra vez, junto a mi, algo que jamás podría cambiar.
-Y bueno- Les eche un vistazo, dándome cuenta de algo- ¿Y Oscar?-.
-Oh, fue al baño, ya vendrá, ¿sabes? Cuando se enteró de lo que te ocurrió hizo un alboroto, exigía verte, pero cuando lo logro aun dormías- Me explico Tania.
-Oh-. Fue lo único que dije, no pude evitar mirar a Jeremy que ahora estaba sentado en el sofá, mirándome fijamente.
-Oigan, tengo hambre- Diana exigía que la alimentaran
- Cierto, no hemos desayunado...-.
- Vayan, no me iré, lo juro-.
-Bien, pero eso si Dylan, necesitamos respuestas okey, bueno, te vemos alrato- Tania se me acerco y sin esperarme me dio un beso en los labios- Recupérate pronto-. Y salieron
-Con que Oscar estuvo aquí contigo, pero eso no es todo, si no que Tania llega y te da un beso, así nadamas...-.
-Jeremy...¿Estas celos...-.
-Sí, ¿Y? no le veo el problema-. Se había levantado de un brinco, con una postura afirmando que era cierto.
-Jeremy cálmate...-
-.......Lo siento, es solo que- Jeremy se dirigió hacia mí, inclinándose- No sé qué pensar-. Y como si lo estuviera deseando sus labios tocaron los míos.
La puerta se abrió de golpe, y detrás del marco estaba Oscar. Su mirada estaba puesta en mí, pero de repente miro a Jeremy, y todo ocurrió.
-Hijo de puta...Suéltalo- Sin darme cuenta, Oscar había tomado a Jeremy del cuello y lo había azotado contra el muro- ¿Qué fue lo que le hiciste?-.
Jeremy no contesto, le dio un golpe en el estómago haciendo que Oscar lo soltara, eso hizo que el aprovechara y le diera un rodillazo a su cara. Oscar cayo y Jeremy se abalanzo a él golpeándolo.
-Nooo-. Grite, pero eso no hizo que se detuvieran.
Oscar logro zafarse y ahora era el quien golpeaba a Jeremy.
No contuve más, no podía permitir que se golpearan por mi causa...¿Eso era? ¿Se estaban peleando por mí?...sea lo que sea no podía permitirlo.
Me quite como pude la pequeña jeringa que tenía en el brazo, y con un dolor impulse mi cuerpo hacia delante, obteniendo una postura sentada en el borde de la cama, baje mis pies al suelo y me sostuve como pude.
Sentía mi cuerpo tenso, pesado, no sabía si podía soportar el dolor, pero no podía soportar que se golpearan.
Mi vista se empezaba a nublar, no sé si sea por falta de oxígeno, ya que al quitarme él tuvo de aire de mi nariz quite la oportunidad a mis pulmones de recibir oxígeno.
Al dar un paso fue todo, mi cuerpo no contuvo el peso, y caí al suelo, con un grito que pensé que se oiría muy lejos.
-¡Dylan!- Escuche gritar.
Mi mirada se encontraba directamente al techo, cuando dos figuras aparecen en mi campo de visión.
-Suéltalo no lo toques-.
-No, suéltalo tú, esto fue tu culpa-.
-Mi culpa, Idiota ni sabes lo que dices-.
Mi vista no podía diferenciarlos, la falta de aire, y el golpe fue una oleada de dolor, así que no dude en dejarme llevar por la oscuridad.
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