También Eres Mi Prioridad

By Danystoriesgirl

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Eitan es un chico popular en su universidad, todas las chicas babean por él y siempre obtiene lo que quiere... More

Prólogo
Capítulo 2: Sueña galán
Capítulo 3: El club 1/2
Capítulo 4: El club 2/2
Capítulo 5: Chantaje
Capítulo 6: La salida
Capítulo 7: Siempre obtengo lo que quiero
Capítulo 8: Thea Evans
Capítulo 9: Orgullo
Capítulo 10: Dos lados
Capítulo 11: Apuestas
Capítulo 12: El baile 1/2
Capítulo 13: El baile 2/2
Capítulo 14: Sorpresa
Capítulo 15: Dos estúpidos espías
Capítulo 16: Disculpas
Capítulo 17: El problema de Darla
Capítulo 18: Una familia
Capítulo 19: Me engañas con él
Capítulo 20: No necesito suerte
Capítulo 21: Explicaciones 1/2
Capítulo 22: Explicaciones 2/2
Capítulo 23: Busquemos al culpable
Capítulo 24: Entrando encubiertos
Capítulo 25: ¿Cómo lo haces?
Capítulo 26: Consejos de amor
Capítulo 27: Lucky
Capítulo 28: Estoy embarazada
Capítulo 29: Otro mundo
Capítulo 30: El beso
Capítulo 31: ¿Me estás rechazando...?
Capítulo 32: Graduación
Capítulo 33: Amar
Capítulo 34: Reunión
Capítulo 35: Amenaza
Capítulo 36: La carta
Capítulo 37: Los Harper
Capítulo 38: El comienzo
Capítulo 39: Comprensión
Capítulo 40: Más problemas
Capítulo 41: Noticias
Capítulo 42: La señora Harper
Capítulo 43: La consulta
Capítulo 44: La pijamada
Capítulo 45: El horno
Capítulo 46: La última mentira
Capítulo 47: La última oportunidad
Capítulo 48: Soledad
Capítulo 49: Papá
Capítulo 50: Amigos
Capítulo 51: La ceremonia
Capítulo 52: Tiempo (FINAL)
Epílogo
Agradecimientos y Nota final
Capítulo Extra #1: La propuesta
¿SEGUNDO LIBRO?

Capítulo 1: Primer día

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By Danystoriesgirl

(✔)


Eitan Harper

¿Saben qué es lo interesante del primer día de clases? Que la mayoría de las personas se esfuerzan por comenzar el semestre de la mejor manera posible.

Pero este no es mi caso.

Me importa poco si llego tarde el primer día. Es decir, es el primer día, no es como si fuera algo de que preocuparse. En cualquier caso, siempre es posible inventar una excusa que los profesores se logren creer, —o en mi caso— que cualquier chica tonta se ponga en contra de ellos para que pueda entrar al aula.

Digamos que siento que la vida ha estado de mi lado estos últimos años, los semestres pasados lo he pasado bien, mis calificaciones mejoraron, voy a fiestas y clubes de vez en cuando y otras veces me puedo divertir en una aventura con una chica, es una rutina que me convence.

Entonces ¿para qué preocuparse? Después de todo, tener las cosas bajo control no es problema mío.

-

Estoy en mi último año de medicina forense. Para ser sincero, estudiar esto no fue algo que haya decidido por mi cuenta, simplemente giré una ruleta en Internet con opciones de carreras que hay en esta universidad y terminé aquí. Pero no me quejo, he logrado aplicarme durante todos estos años y supongo que estar aquí ha resultado interesante.

Dejando a un lado mis estudios profesionales, al ver mis bajos puntajes en física mecánica —la cual, en mi opinión, es una clase totalmente innecesaria—, me vi en la obligación de entrar a un curso de física en el edificio general de la universidad. Y aunque tenía una sesión hace ya una hora, es hasta la segunda cuando decido venir hasta el campus a tomar la clase.

—No te vi por la mañana —Nathan se acerca a mí y me saluda. Él es un amigo que hice aquí hace ya varios semestres.

—Se me hizo tarde.

Él ríe —¿Se te hizo tarde o preferiste hacer todo a tu modo?

Le doy un golpe en el hombro —Como sea, tengo tiempo antes de que comience mi segunda hora de clase.

—¿En serio? Porque según yo, tu clase ya ha comenzado —dice señalando el aula.

Volteo hacia donde él indica y mis ojos se abren de par en par al ver que quien está impartiendo la clase este semestre, es la profesora Irma. Una mujer de la tercera edad que siempre inicia sus clases diez minutos antes de lo estimado.

Él pone su mano en mi hombro como consolación —Buena suerte —dice para después irse del pasillo.

Me dirijo al aula de mala gana y abro la puerta con cuidado, la profesora está tan concentrada en escribir algo sobre el pizarrón, que aprovecho para pasar con tranquilidad. Sin embargo, cuando creo haberlo logrado, ella se gira y alza su chillona voz —¡Eitan Harper! —por alguna razón, siempre he creído que tiene la obsesión de llamarme hasta por mi apellido para que su voz suene más autoritaria.

—¿Y ahora qué? —me giro hacia ella con despecho. Un rostro totalmente indignado recibo de su parte.

—Llegas tarde, entras como si estuvieras en tu casa y todavía haces gestos y me respondes groseramente, deberías tener vergüenza —grita molesta.

Suspiro con frustración y pongo mi mano en el puente de mi nariz ¿es que ella nunca entiende? —La que debería tener vergüenza es usted. Día tras día habla en un aula frente a un pizarrón sin que nadie la escuche.

Burlas discretas y murmullos se esparcen por toda la clase. Ella los mira a todos y les exige que se callen, después vuelve a mí —No voy a lidiar con estudiantes inmaduros como tú, ¿por qué no vas a discutir con el director? Seguramente él tiene una buena charla para ti llamada: «o te das de baja tú, o te expulso yo».

Una chica de cabello largo y oscuro —que si recuerdo bien, se llama Darla—, se levanta de su asiento y la interrumpe —No es su culpa profesora, Eitan ha tenido una mala mañana, al igual que todos.

La profesora entrecierra sus ojos molesta. No le conviene tener problemas, en especial en el primer día —Estás advertido, Harper.

—Claro —esbozo una sonrisa que al girarme y darle la espalda, desaparece —Vieja... —finalizo en voz baja.

Ella regresa a su escritorio y noto que Darla no me ha quitado la vista de encima, me giro hacia ella y le guiño un ojo provocando una risita contenta como su respuesta. Me he topado a Darla en el campus múltiples veces, y aunque dudo mucho que sean coincidencias, no me quejo, siempre termina siéndome de mucha ayuda.

Todos los asientos están ya ocupados, busco un lugar vacío y cuando encuentro el único disponible, hago una mueca de disgusto al ver que es a lado de una chica que supongo es nueva, porque nunca la he visto por aquí.

Es un poco más baja que Darla, tiene su cabello castaño y unos ojos oscuros y profundos, alguien interesante y atractiva para mi gusto.

Me siento a su lado y ella no parece tan siquiera notarlo, puesto a que tiene un libro en sus manos, el cual lee con detenimiento.

Pasan unos pocos segundos y el ambiente se vuelve tedioso, ¿Acaso es muda? ¿Por qué no ha dicho nada? Aclaro mi garganta con fuerza para llamar su atención, pero al no recibir respuesta alguna, decido tomar la palabra —Hola linda —le saludo con una sonrisa.

—No vuelvas a interrumpir mi lectura, no me vuelvas a ver y más importante... no me vuelvas a hablar —responde sin apartar la mirada de su estúpido libro.

Me aparto un poco y levanto mis brazos —Guao lo siento, señorita amargada.

Al escucharme, ella cierra su libro bruscamente y lo posa sobre su mesa —¿Cómo me dijiste? —su mirada se posa en mí, dejándome apreciar el realmente interesante rostro que tiene, aunque aquellos ojos no transmiten más que maldad y amenaza.

—¿Qué? ¿no te gustan los apodos, chica?

Ella intenta tranquilizarse y entonces habla —Mira idiota, ¿por qué no mejor cierras tu boca y te enfocas en la clase? Escuché que te hace falta.

—Dios, calma tus injurias, mujer —¿pero qué le sucede a esta chica? —¿Por qué tanta maldad? Ni siquiera nos conocemos.

—No necesito conocerte para saber qué tipo de persona eres.

Alzo mi ceja insistiendo a que continúe —¿Ah sí? ¿Y qué tipo de persona soy?

Las palabras están por salir de su boca para responder, pero la profesora Irma nos interrumpe —¿Ya puedo continuar con mi clase o debo esperar a que ustedes guarden silencio?

La chica niega y levanta su mano con finesa —Profesora Irma, me gustaría intercambiar lugar con alguien más, si no es molestia —todos en la clase le prestan atención cuando de repente me señala como si fuera algún culpable en pleno juicio —Creo que me será imposible prestar atención a la clase con él como mi compañero de asiento.

Emito una risa coqueta —Sí, será lo mejor, profesora Irma —aclaro esta vez yo —La chica parece quedarse asombrada con mi increíble físico —todos se echan a reír al escucharme, provocando que la señorita amargada se remueva en su asiento.

—Yo puedo intercambiar lugar contigo, no te preocupes —no me sorprende que Darla sea quien se ofrece como voluntaria. Ambas voltean a ver a la profesora Irma buscando su aprobación, ella asiente al instante con tal de que su clase continúe sin ninguna interrupción.

La señorita amargada me rueda sus ojos antes de levantarse para cambiar de lugar.

Algo me dice que esta chica será muy interesante.

-

—Entonces... ¿Qué hay con Darla? —Nathan pregunta con entusiasmo. Los dos tenemos hora libre y hemos aprovechado para sentarnos en nuestra clásica mesa de la cafetería. El hecho de que este sea tan sólo el primer día, nos lleva a disfrutar de una jornada tranquila en la que podemos charlar sin preocupaciones de entregas.

Le resto importancia a su pregunta y arrugo mi nariz —Nada interesante.

—¿Nada? Se estaban comiendo con la mirada por los pasillos.

Sí, era verdad. Pero negarlo es mi mejor alternativa, tan sólo la encuentro algo atractiva —No sé de qué me hablas.

—Hey chicos, ¿Qué hacen? —Allen llega de repente y toma asiento a lado de nosotros. Él es un estudiante de gastronomía, y aunque no seamos muy cercanos, establezco algo de confianza con él desde el instituto, que es donde nos conocimos.

—Sólo hablamos —me limito a responder.

—¿Tú que hacías? —Nathan le cuestiona.

—Hablaba con una chica nueva, se acaba de transferir a la universidad y es increíble. Todo estaba bien hasta que llegó Drake y le empezó a dar un tour por todo el lugar.

Abro mis ojos de par en par —¿Drake? —de tantas personas en el campus, no esperaba escuchar su nombre, en especial en el primer día.

—Sí ¿por qué?

Claro que se refiere a la señorita amargada, es la única nueva por aquí, pero prestarle atención a simples detalles como que Drake es quien le está impartiendo un tour, no me llevará a ningún fin —Por nada...

Nathan nota mi humor y decide hablar —Me parece a mí o ¿ya has intercambiado palabras con esa chica? 

Me remuevo en mi asiento y cruzo mis brazos —No.

Nathan se echa a reír sin parar mientras que Allen no entiende nada —¿Te rechazó?

—No fue exactamente así.

—Ahora sí que se te fue lo atractivo, Harper —dice en tono burlesco.

—No le tomé importancia, pero si quisiera la haría mía ahora mismo.

—¿Quieres apostar? —me reta.

—Chicos, basta —Allen se pone en medio de ambos —Para empezar, no creo que Abby te dé tan siquiera la oportunidad de presentarte y...

Así que la señorita amargada tiene nombre...

—Ese es el punto —interrumpe Nathan —Que Eitan lo pueda probar.

Esas facetas donde Nathan se muestra insoportable, no hacen nada más que molestarme y quererlo bajar de su estúpida nube —¿Pues sabes qué? Lo haré, tendré a esa chica cayendo por mí.

Nathan ríe por lo bajo —Buena suerte, galán.

-

Irritable, desesperante y ridículo.

Aquellas tres palabras describen lo terrible que fueron mis horas libres gracias a la señorita amargada —alias Abby—. Juro que intenté hacer todo lo posible para llamar su atención de mil maneras cuando tuve la oportunidad de encontrármela en los pasillos.

Tres intentos. 

Tres intentos fueron suficientes para rendirme al menos por hoy. En el primero, le dediqué unas palabras románticas donde le explicaba a Abby lo increíble que sería que nos conociéramos más —cabe recalcar que sacrifiqué mi clase de metodología de la investigación para buscar palabras románticas en Pinterest—, y cuando terminé de decirle aquellas frases cursis y empalagosas que ilusionarían a cualquier chica, ella se quitó los audífonos inalámbricos que estuvo portando todo el tiempo, para después escucharme.

No volvería a decir esas ridiculeces de nuevo. Así que opté por la segunda opción, le invité un café, y a pesar de que ella se negó, decidí traérselo de todos modos pensando que quizá su amargura disminuiría. Error, en cuanto se lo entregué, se levantó de su mesa y lo regaló a la primera persona que vio.

En la tercera ocasión, la vi entrar a un área del campus el cual yo no conocía, así que la seguí y me senté a su lado, después le pregunté algunos de sus gustos musicales, después de todo, quería comenzar con algo que pudiéramos encontrar en común, pero cuando reproduje una canción para que ella la escuchara, me echaron del área sin razón alguna. Segundos después me di cuenta que se trataba del área de lectura.

Intento olvidarme de toda esa situación por al menos unas cuantas horas. Aunque no tuve éxito con ella, sí lo tuve con Darla, a quien invité a cenar en un restaurante céntrico. Acordamos vernos en una plaza primero, ya que dijo que su padre jamás aprobaría que la fuera a recoger a su casa. Y cuando llego, la encuentro portando unos shorts de mezclilla y una sencilla blusa blanca que hace resaltar su oscuro cabello. Me acerco a ella y al poco tiempo, me percato de que no viene sola. La señorita amargada está con ella.

—Hola preciosa —llamo su atención y Darla se levanta de inmediato de la banca en la que estaba sentada.

—Hola —saluda ella algo nerviosa. Después se hace a un lado para dejarme ver a la señorita amargada —Ella es Abby. Sé que no tienen la mejor relación, pero vino a hacerme compañía mientras llegabas —tanto Abby como yo, bufamos molestos al vernos frente a frente.

—Sí... ya nos hemos conocido —digo entre dientes.

—Oh, genial.

Un silencio que deseo interrumpir, se hace presente —¿Nos podemos ir ya? —estar aquí me está comenzando a estresar. En especial por la presencia de cierta persona.

—Claro —ella se acerca a mí, y cuando estoy por guiarla a mi auto, retrocede —Oh, mierda... —maldice en voz baja.

La miro extrañado —¿Qué sucede?

—Olvidé mi bolso por allá, ya regreso —dice mientras sale corriendo en busca de lo suyo.

Abby se cruza de brazos y me sonríe falsamente —Bueno... yo me iré, disfruta tu noche —dice de repente. Entonces la tomo del brazo impulsándola a que se gire hacia mí —¿Qué es lo que quieres? —pregunta de mala gana.

Mis cejas se arrugan —¿Por qué tienes algo en mi contra?

—Oh no lo sé... quizá sea porque durante el día no hiciste nada más que molestarme, porque no me has dejado en paz y ¡porque estás intentando acostarte con mi amiga!

Rio con ironía —¿Quién dijo que sólo me quiero acostar con Darla?

—Toda la universidad habla de ti como si fueras un pequeño niño que busca nuevos juguetes cada semana —los chismes corren demasiado rápido para que ella siendo nueva, ya tenga una perspectiva de mí.

Estoy por responder, cuando Darla se acerca con su bolso en manos —¡Lo encontré! —suspira con alivio —¿De qué hablaban?

—Sólo nos conocíamos mejor.

Abby me mira con una mirada molesta. Posteriormente, le susurra algo a Darla que no logro escuchar y ambas comienzan a discutir de ello como si yo no estuviera ahí, pero con lo poco que he hablado con Abby, ya me he hecho una idea de qué se trata.

—¿Nos vamos a ir o no? —pregunto desesperado.

Darla se despide de Abby y corre hacia mi auto con emoción.

—Adiós, señorita amargada —le digo por último a Abby, mientras que ella sólo intenta sonreírme para tener una buena imagen frente a su amiga.

♡♡♡

Los capítulos que tengan una (✔) es porque ya han sido revisados y corregidos, si eres un nuevo lector y las cosas van un poco raras, te pido una enorme disculpa, estoy por arreglarlo ;)

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