"El sueño de un Ángel"

By Maavalof

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Ella, está cansada de escuchar siempre los mismos comentarios y recomendaciones para conservar su salud físic... More

Introducción
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Dedicatoria y agradecimientos

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By Maavalof

Cerca de las seis de la tarde, tocan el timbre de la familia Valencia, y Carmen atiende rápidamente. Minutos después, se dirige a la habitación de Maya.

-Niñas, lamento interrumpirlas pero... -dice Carmen al entrar a la recámara.
-¿Qué pasó, nana? -dice Maya sonriendo.
-Te buscan allá abajo -responde Carmen.
-¿Quién? -pregunta Mariela.
-Santiago -exclama Carmen.
-¿Qué día es hoy? -pregunta Maya, un poco confundida.
-¡Miércoles! -responde Vivi.
-¡No manches!... ¡Olvidé llamar a Santiago para cancelar! -exclama Maya un tanto apenada.
-Y ¿por qué ibas a cancelar? -pregunta Vivi.
-¡Pues porque estás aquí! -responde Maya.
-Ay, no, amiga. No. Tú vete con Santiago, yo aquí me quedo -dice Vivi.
-Claro que no. O sea, te veo cada siglo, y el día que te veo, ¿me voy con Santiago? ¡No, no, no! -dice Maya.
-Entonces, ¿qué le digo? -pregunta Carmen.
-Amiga, por mí no te detengas -dice Vivi.
-Dile que ahorita voy -dice Maya a Carmen, quien sale de la habitación enseguida.
-¿Me acompañas? -pregunta Maya.
-No. Ve con él a donde tengan que ir -responde Viviana.
-No iré a ningún lado, Viviana. ¡Quiero estar contigo, platicar contigo!... Acompáñame a decirle que no iré, por favor. ¡Anda!... ¡Así lo conoces! -exclama Maya, con una sonrisa traviesa.
-Ok -responde Vivi, y ayuda a su amiga a salir de la recámara.

Mariela llega con la ayuda de Vivi hasta donde se encuentra Santiago, quien al verla sonríe tiernamente.

-¡Amiga! ¿Cómo estás? -exclama Santiago, al darle un beso.
-Genial. ¿Y tú? -responde Maya.
-¡Feliz de verte! -responde él, al tomar su mano.
-¿Nos vamos? -pregunta Santiago sonriendo, mientras Vivi los observa.
-Santiago, perdón pero no voy a poder ir -dice Maya, un poco apenada.
-¿Por qué? ¿Pasó algo? -pregunta Santiago.
-Sí... ¡Llegó mi amiga fiel de Veracruz! -exclama Maya, sonriendo, mientras voltea a ver a Vivi.
-¿En serio? ¡Qué genial! -expresa Santiago, mientras Vivi se acerca a ellos.
-Vivi-Santiago, Santiago-Vivi -los presenta Maya.
-¡Encantado! ¡Maya me ha hablado mucho de ti! -expresa él, al saludarla de beso.
-Mucho gusto. A mí también me ha hablado muchísimo de ti -responde Vivi, sonriendo.
-Y ¿te ha hablado bien o mal? -pregunta Santiago a Vivi.
-Muy bien. ¡Excelente! -responde ella, con una sonrisa.
-Tampoco exageres, amiga. ¡No alimentes su ego, por favor! -exclama de repente Mariela, y todos ríen.
-Supongo que no irás al cine porque quieres estar con Vivi -comenta Santiago.
-Así es -responde Maya.
-Y ¿por qué no vamos los tres? -pregunta Santiago.
-Sí, amiga. ¡Es buena idea! -exclama Maya.
-No, no, no... Maya, ya te dije que por mí no hay problema, amiga. Vayan al cine, ¡diviértanse! -dice Vivi.
-Y yo ya te dije que no me voy a ir y dejarte sola. No hay nadie en la casa -responde Maya.
-Vayan ustedes -repite Vivi.
-No insistas, Vivi. Cuando Maya dice no, ¡es no! -exclama Santiago, riéndose.
-¡La conoces perfecto! -dice Vivi.
-Así es... ¡Y la entiendo! Es normal que quiera estar contigo, tienen años sin verse -comenta él.
-Amigo, ¡tú si me entiendes! -exclama Maya sonriendo, al tomar su mano.
-¡Claro, amiga!... ¿Qué les parece si mañana las invito a desayunar? -pregunta él.
-Muchas gracias, Santiago, pero yo no puedo -responde Vivi.
-¿Por? -pregunta él.
-Vine a México a un curso, y es mañana a las ocho de la mañana -responde Vivi.
-No daría tiempo de desayunar, amigo -dice Maya.
-Al menos que quieran desayunar a las seis de la mañana... -comenta Vivi, riéndose.
-No, ¡gracias! -responde Maya, con una carcajada.
-¡Por mí no habría ningún problema! -dice Santiago.
-No, amigo... Yo creo que lo que sí aceptamos es una comida, ¿verdad, Vivi? -sugiere Maya.
-Podría ser... después de las dos de la tarde -responde Viviana.
-¡Perfecto! Díganme a qué hora y paso por ustedes -dice él.
-Pues pasarías primero por mí, y luego vamos por Vivi al curso -propone Maya.
-¡Exactamente! -asiente Vivi.
-¿Está bien a las dos? -pregunta él.
-¡Perfecto! -responde Maya, sonriendo.
-Ok. Entonces, me retiro. ¡Supongo que tienen mucho que contarse! -dice Santiago, al abrazar a Maya y darle un beso en la frente.
-Supones bien, amigo -exclama Maya.
-Cuídate mucho. ¡Te quiero! -le dice en voz baja Santiago a Maya.
-Y yo a ti -responde Maya con una sonrisa.
-Vivi, ¡un placer! -exclama Santiago, al despedirse de beso.
-Igualmente. Y discúlpanos -exclama Vivi, mientras él camina hacia la salida.
-No se preocupen. ¡Pásenla bien! -exclama Santiago al salir, mientras Maya sonríe en silencio.

Santiago se dirige de nuevo a la clínica, mientras Maya y Vivi continúan conversando en el estudio.

-Amiga, ¡no andas tan perdida! -exclama Vivi, al sentarse en el sofá.
-¿Por qué dices eso? -pregunta Maya.
-¡Porque Santiago está bastante guapo! -responde Vivi, y ambas sueltan una carcajada.
-No empieces, Viviana. ¡Por favor! -dice Maya.

La noche ha llegado, y alrededor de las ocho llega Cecilia a casa y le da un gusto enorme ver que Vivi está ahí.

-¡Amiga mía! ¿Qué haces aquí? -exclama sonriendo Cecy, al abrazar a Vivi.
-¡Hola! Me mandaron del trabajo a un curso -responde Vivi, al abrazarla fuertemente.
-Mariela, ¿por qué no me dijiste que venía? -dice Cecy, al sentarse junto a su hermana.
-No sabía. ¡También me dio la sorpresa! -responde Maya.
-¿Por qué haces eso, mensa? Hubiéramos ido a recogerte al aeropuerto -exclama Cecy.
-Quise darles una sorpresa -responde Vivi.
-Cuéntame, ¿cómo has estado? -dice Cecy, sonriendo.

Las chicas mantienen una amena plática. Más tarde llegan a casa Ricardo y Sara.
-Mami, ¡mira quién vino! -exclama Cecy, al ver a Sara.
-¿Quién? -pregunta Sara, mientras se dirige al estudio.
-¡Hola, hola! -exclama Vivi sonriendo, al ver a Sara.
-¡Mi amor! ¡Qué sorpresa! -dice Sara, al abrazar a Vivi.
-¿Cómo está? -pregunta Vivi sonriendo.
-Contenta de que estés aquí -responde Sara.
-¡Hola, fea! -dice Ricky con una sonrisa, al darle un beso.
-¡Hola, groserito! ¡Estás enorme! -exclama Vivi, al abrazarlo.

Minutos después, llega Jorge. Estando la familia completa, se disponen a disfrutar de una cena exquisita y una charla llena de alegría y buen humor.

A las once de la noche, Sara se dirige a descansar a su habitación, dejando a sus hijos conversando en la sala de la casa. Los jóvenes se encuentran tan entretenidos que no se han dado cuenta de que ya son casi las dos de la mañana.

-Bueno, pues yo me voy a descansar, porque mañana tengo que madrugar -exclama Vivi, al levantarse del sofá.
-Yo también, es tardísimo -dice Cecy, al ver la hora.
-Se nos fue el tiempo volando -exclama Ricky.
-¡Es que estaba buena la plática! -comenta Maya, y ríen todos.
-Buenas noches, Vivi -dice Jorge, al despedirse.
-¡Que descanses! -responde Vivi.
-Amiga, ¿te ayudo? -pregunta Vivi a Maya.
-Sí, por favor -responde Maya, al bostezar.
-¿Vas a dormir en la recámara de Maya, verdad? -pregunta Cecy.
-Sí -responde Vivi.
-Ok. Entonces, ¡hasta mañana! -exclama Cecy, al dirigirse a su habitación.
-Bye -responden Vivi y Maya.

Maya sube a su habitación con su amiga fiel, quien con cariño la ayuda a ponerse la pijama y meterse a la cama. Las amigas platican unos minutos, hasta que finalmente se quedan profundamente dormidas, después de un día lleno de sorpresas y
emociones.

Al otro día, Viviana sale muy temprano de casa de su amiga, con dirección a su curso.

Durante la mañana, Mariela permanece en su casa en compañía de Cecilia, mientras Santiago se encuentra en la clínica, atendiendo a sus pacientes.

Como habían acordado, a las dos de la tarde Santiago pasa a buscar a Mariela, y juntos se dirigen a recoger a Vivi después de su curso. Luego, van a uno de los mejores restaurantes de la ciudad, para disfrutar una deliciosa comida.

Maya se siente feliz por compartir esos momentos con su mejor amiga y Santiago, el hombre del que está enamorada.

Vivi ayuda con mucho cuidado a Maya a tomar sus alimentos, mientras Santiago las observa con una sonrisa y se muestra atento ante cualquier cosa que necesiten.

Los tres se la están pasando genial, y al parecer Vivi y Santiago simpatizaron muy bien, dado que tienen mucho en común, especialmente el cariño y afecto hacia Maya.

El clima cambia de un instante a otro. Después de una mañana cálida y soleada, cerca de las cuatro de la tarde el cielo comienza a nublarse por completo, y todo indica que caerá una gran tormenta. Entre carcajadas, chistes y una buena charla, las horas se van como agua, y el momento de llevar al aeropuerto a Vivi ha llegado.

-Amiga, ¡qué genial que hayas venido! -dice Maya, mientras abraza a Vivi.
-Me encantó verte. ¡Gracias por todo! -dice Vivi, con una sonrisa.
-No tienes nada que agradecer, tontita -responde Maya.
-Recuerda que nos vemos en diciembre -exclama Vivi, al tomar la mano de su amiga.
-Sí. ¡Muero porque sea diciembre! -exclama Maya, y ríen todos.
-Vivi, ¡un placer conocerte! -dice Santiago, al despedirse de ella con un beso.
-Igualmente... cuídate mucho, y ¡te encargo muchísimo a mi amiga fiel! ¡Que no deje la terapia! -exclama Vivi.
-¡No te preocupes! ¡De eso yo me encargo! -responde él.
-Amiga, cuídate mucho y no olvides que ¡te adoro! Y cualquier cosa que necesites no dudes en llamarme -exclama Vivi, mientras la abraza fuertemente, y Santiago las observa.
-¡Yo también te adoro! Y sabes que también cuentas conmigo
para cualquier cosa -responde Maya al darle muchos besos a su
amiga.
-Amiga, Santiago te quiere, ¡y te quiere bien! -le dice Vivi al oído, con una sonrisa traviesa.
-¡Mensa! -responde Maya, y ambas ríen.
-¡Bye! -dice Viviana, mientras se aleja de ellos y se dirige a abordar su avión.
-¡Te quiero! -exclama Maya, mientras le dice adiós a su gran amiga.

Santiago y Maya permanecen unos minutos más en el aeropuerto.

-¿Vamos al cine? ¿O a ver a Marijó? -dice de repente Santiago.
-¡Santiago, estás loco! ¡Va a caer una tormenta! ¡Llévame a mi casa! -responde Maya, y él ríe a carcajadas.
-No va a pasar nada. Sí, está el cielo muy nublado pero no va a llover ahorita.
-¿Cómo sabes? ¿Eres meteorólogo? -exclama ella con una carcajada.
-Sí, ¡ya pronostiqué que llueva hasta mañana! -responde él, y ambos ríen mientras se dirigen al auto.
-Ok... vamos a ver a Marijó, pero sólo un rato y después me llevas a mi casa -dice ella.
-Como tú digas, amiga -responde él, y luego le ayuda a subir al auto.

Al llegar a la casa, los amigos se encuentran con la novedad de que ni Marijó ni Estela están ahí.

-¿Adónde crees que habrán ido?-pregunta Maya, mientras su amigo se sienta en el sofá.
-Seguramente a casa de alguna amiguita de Marijó, o de mi mamá... no deben tardar en regresar -responde Santiago.
-Ojalá, porque el clima está horrible -expresa ella.
-¿Qué te parece si en lo que llegan vemos una peli? -dice él con una sonrisa.
-Me parece que me deberías llevar ya a mi casa, porque se va a venir un aguacero y no vamos a poder ni salir -responde ella al ver por una ventana, el cielo completamente gris.
-No, no, no... te prometo que no va a llover ahorita, amiga. -responde él, mientras le toma la mano.
-¡Santiago, no puedes prometerme eso, tonto! -exclama Maya, muriéndose de risa.
-Bueno, te prometo que en cuanto acabe la película te llevo. -promete él.
-Ok. ¡Pero ni un minuto más, Santiago! Por favor -dice Mariela.
-¡Te lo juro por mi hija qué así será! -responde él al ponerse de pie y caminar hacia el mueble donde están las películas.
-¡No metas a Marijó en esto! -exclama ella, al observarlo con una sonrisa.
-Ok, ok -responde él, mientras ella lo observa en silencio.
-¿Qué pasó? -pregunta él, al acercarse con varias películas en la mano.
-¿Qué es lo que tienes, que hace que me convenzas siempre? -pregunta Maya, viéndolo a los ojos.
-Ah, ¡ése es un secreto que no pienso decirte! Mejor dime tú, ¿qué es lo que tienes que hace que me encante estar contigo? -dice Santiago con una tierna sonrisa.

Al oír estas palabras, Mariela comienza a ponerse nerviosa, sus manos empiezan a sudar y su corazón late más fuerte que de costumbre.

-¡Ése es otro secreto que tampoco pienso decirte! -responde Maya, después de permanecer unos segundos en silencio.
-¿Qué película quieres ver?... De acción, comedia, drama, romántica... -dice de repente Santiago.
-¿Qué te parece una de amor? -responde ella.
-¡Me encanta la idea! -asiente él sonriendo, mientras se levanta y se dirige a poner la película.
-¿Qué te pasa, Mariela? ¡Estás estúpida! ¿Cómo se te ocurre decirle que una película de amor? ¿Estás loca? -piensa Mariela mientras su amigo pone la película-. Dios mío, ¡ayúdame, por favor! Dame fuerzas para controlar este sentimiento, Dios mío -repite en su mente una y otra vez, mientras cierra los ojos y respira profundamente.
-¿Estás bien? -pregunta Santiago, al sentarse a su lado.
-¡Claro! -responde ella, mientras comienza la película.

La escritora respira profundo y se dispone a ver la película, aunque no puede dejar de sentirse nerviosa. Por su parte, Santiago se siente contento de vivir esos momentos con Mariela, pues desde hace unos meses ha notado que el estar con ella lo llena de una hermosa pero extraña sensación, la cual no había sentido hace mucho tiempo.

Los amigos disfrutan de una linda historia de amor, mientras afuera empiezan a caer las primeras gotas de lluvia. Ambos ríen y comentan algunas escenas de la trama, al mismo tiempo que comparten un tazón de palomitas de maíz.

-¿Hace cuánto no das un beso así? -pregunta de repente Santiago, al observar un tierno beso entre los protagonistas de la película.
-Santiago, ¡tú ni la burla perdonas! -responde Maya, un poco molesta.
-¡Te estoy hablando en serio! ¡No me estoy burlando! -explica él.
-Sabes perfecto que nunca he dado un beso así -responde ella, al voltear a verlo.
-No, ¡yo no sé nada! -contesta él.
-Claro qué sí. ¡Te he contado toda mi vida! -le dice ella.
-Bueno, pero creí que... -dice él.
-Pues no andes creyendo -responde ella, mientras voltea a ver la televisión.
-A ti ni te pregunto, ¿verdad?... Seguramente anoche diste un beso así, ¡si no es que mejor! -comenta Maya.
-Claro que no -responde Santiago.
-Cierto, ¡seguramente fue hoy en la mañana! -exclama irónicamente ella.
-Mariela, ¡sabes perfecto que tiene meses que no salgo con nadie! -dice él, al voltear a verla.
-Ajá... -responde ella, sin voltear a verlo.
-Maya, ¿en serio no te has dado cuenta de que no he salido? -pregunta él.
-No, Santiago. ¡Yo no sé nada! -responde ella, mientras ve la televisión.

Ambos ven la película durante unos segundos, sin decir una sola palabra.

-Y ¿por qué ya no has salido? -pregunta espontáneamente ella.
-No me dan ganas, ¡ya no me llama la atención! -responde, y ella suelta una carcajada.
-¿Tú diciéndome eso? -exclama ella, muriéndose de risa.
-¡No te rías! Te estoy hablando en serio -responde él, un poco molesto.
-Es que ¡no puedo creer lo que me estás diciendo! O sea... -dice ella, a carcajadas.
-¿Por qué? Lo mismo me dice Alex cuando hablamos de esto. -responde él.
-Pues ¡entiéndenos! No es fácil creerte eso -exclama ella, riéndose.
-Deja de reírte, Mariela -exclama él, bastante serio.
-Es que te juro que trato de no hacerlo, pero... -responde ella, al tratar de parar de reír.
-¡La gente cambia, Mariela! -dice él, viéndola a los ojos.
-Sí, yo lo sé. Pero... -responde, un poco confundida.
-¿En verdad no has notado que en estos meses he cambiado? -pregunta él.
-La verdad, no sé si has cambiado... lo único que sé es que ¡me has mostrado a un Santiago muy distinto del que yo creía conocer! -exclama ella, al mirarlo a los ojos, y ambos se quedan en silencio unos minutos.

Continúan viendo la película, que ya está a pocos minutos de terminar. Maya tiene en esos momentos muchos sentimientos encontrados, y al observar la escena en la que los protagonistas hacen el amor de una manera tan tierna, romántica pero al mismo tiempo llena de pasión y deseo, no puede evitar que poco a poco sus ojos se llenen de lágrimas.

De repente, Santiago voltea a ver a su amiga y al observar aquellas lágrimas en sus ojos, decide abrazarla mientras ella sonríe en silencio.

-¿Por qué esas lágrimas? -pregunta él al acariciar su rostro.
-¡Ya sabes cómo soy de sentimental! -responde ella, al dejar de abrazarlo.
-¡Chillona! -exclama él sonriendo, al secar una lágrima en su mejilla.
-¿Te gustó la peli? -pregunta de repente ella.
-¡Me encantó! ¡Es una historia hermosa! -responde él, con una gran sonrisa.

Pasan unos minutos en silencio, Santiago apaga el televisor, mientras Maya respira profundamente, y al ver por la ventana se percata de que ya es de noche.

-¿Apoco no te encanta la lluvia? -pregunta él, al ver que continúa lloviendo.
-No -responde ella.
-¿Por qué? -pregunta él, al sentarse de nuevo junto a ella.
-No sé... nunca me ha gustado la lluvia, quizá porque muchas veces me he quedado sin poder salir gracias a ella -responde Maya y ambos sonríen.
-Maya, ¿te puedo hacer una pregunta? -dice de repente Santiago.
-Ok -responde ella.
-¿Qué buscas tú en una pareja? -pregunta él, mirándola a los ojos.
-¿A qué viene esa pregunta? -pregunta Maya, un tanto confundida y nerviosa.
-¡No sé!... Al ver la película... simple curiosidad... -exclama él, no muy seguro.
-En una pareja busco... a alguien que me entienda, que me apoye, que me acepte tal como soy, ¡que no intente cambiarme! Alguien en quien confiar, que pueda ver más allá de mi físico, pero sobre todo que entienda y sepa que ¡mi discapacidad no es ningún impedimento para enamorarse de mí! -dice Mariela, mientras él la escucha con atención y sonríe en silencio.
-Pido mucho, ¿verdad? -exclama de repente ella, y ambos ríen.
-No. Pides lo que cualquier mujer espera de su pareja -responde él, mirándola a los ojos.
-¿Y tú? ¿Qué buscas en una pareja? -pregunta de repente ella.
-De una pareja espero... que antes de todo sea mi amiga, que sea hermosa, que ame a mi hija tanto como a mí, que no quiera ser mi mamá, porque ya tengo una y ¡con ésa tengo para dar y prestar! -exclama Santiago y ambos sueltan una carcajada-. Que sea fiel, que confíe en mí, que tenga una manera de ver la vida parecida a la mía, que me entienda, que apoye mis locuras, pero sobre todo alguien con quien hacer el amor, más allá de simplemente tener sexo... -continúa Santiago, mientras su amiga sonríe en silencio.
-Si tan solo pudieras darte cuenta de que en mí puedes encontrar todo eso que esperas de una pareja... -piensa Maya al observar a Santiago en silencio.
-¿Pido mucho? -pregunta sonriendo él.
-¡Acabas de describir a la pareja ideal! -responde ella, y sus ojos nuevamente se llenan de lágrimas.
-Santiago, ¿crees que algún día llegue a mi vida la pareja perfecta para mí? -exclama ella.
-¡Claro!... Y a veces creo que esa pareja llegó a tu vida desde hace tiempo, pero ninguno de los dos se ha dado cuenta -responde él, al acariciar su rostro.
-¿Por qué crees eso? -pregunta un poco nerviosa y mirándolo a los ojos.
-No lo sé... -responde él con una tierna sonrisa.
-Bueno... quedamos en que en cuanto acabara la película me llevarías a mi casa... ¡Vámonos! -dice Mariela.
-No. Aún está lloviendo y te vas a mojar. ¡Mejor cenamos y después te llevo! -responde Santiago.
-No, Santiago. ¡Ya llévame, por favor! -exclama ella.
-Maya, ¡está horrible! Esperemos otro rato más a ver si se calma un poco la lluvia -exclama él, al asomarse a la ventana.
-Por eso te dije desde hace horas que me llevaras -dice ella, un poco molesta.
-¡Tranquila! Vamos a cenar y enseguida te llevo -dice él, al acercarse a ella.
-Y ¿si sigue lloviendo? -exclama ella.
-Pues... ¡te quedas a dormir aquí! Dormimos juntos en mi camita, abrazaditos, ¡para que no te dé frío! -exclama él al abrazarla y reír a carcajadas.
-Claro que no, Santiago. ¡Suéltame, menso! -responde Maya, haciendo que deje de abrazarla .
-¡Es broma, tonta! -responde él, con una carcajada-. Tú no te preocupes que conmigo ¡estás segura! -dice Santiago, mientras ayuda a su amiga a sentarse en su silla de ruedas.
-¿Adónde me llevas? -pregunta ella.
-A la cocina. ¡Voy a cocinar para ti! -responde él, mientras se dirigen hacia la cocina.
-¿Tú? ¿Cocinar para mí?... ¡Tengo miedo! -dice Maya, muriendo de risa.
-Claro que sí. Aunque te burles, sé cocinar... ¡y delicioso! -responde él al entrar a la cocina.
-¿No me vas a envenenar? -pregunta ella, a carcajadas, mientras Santiago se coloca un delantal.
-¡Por supuesto que no!... Es más, pondré música. Para concentrarme necesito música -dice al encender la grabadora.
-¡Me agrada la idea! -expresa ella.
-¿Shakira, Camila, Alejandro Sanz o Luis Miguel? -pregunta él, al mostrarle los cds que están ahí.
-¡Camila! -responde ella con una sonrisa.

Santiago pone el cd que Maya eligió. Después de tener al alcance todos los ingredientes que requiere para preparar una exquisita cena, comienza a cocinar al mismo tiempo que canta sus canciones favoritas.

Mariela observa en silencio cada uno de los movimientos y expresiones de él.

Ambos pasan un momento muy divertido, dado que, además de continuar con una charla llena de bromas y carcajadas, tienen de fondo la música de sus artistas favoritos.

-¡Esto está listo! -exclama Santiago al sacar la cena del horno.
-¡Huele delicioso! -responde ella con una sonrisa, al respirar profundamente.
-¡Y sabe delicioso! -responde él.
-¡A ver si es cierto! -exclama ella, con una sonrisa traviesa.
-¿O sea que aún no me crees? -pregunta él.
-No -responde ella, con una carcajada.

Minutos más tarde se dirigen al comedor. Después, colocan en el centro de la mesa la charola con la cena y preparan todo para comenzar a cenar.

-Aquí falta algo... -dice él al observar todo lo que hay en la mesa.
-¿Qué? -pregunta ella.
-Permíteme un segundo -dice Santiago al levantarse y dirigirse hacia una pequeña bodega en la que suelen guardar la despensa y algunas otras cosas.

Maya espera en el comedor y observa todos y cada uno de los detalles que su amigo preparó para esa noche. La comida, la música de fondo y hasta el sonido de las gotas de lluvia le parecen perfectos para la ocasión. Y respira profundo mientras se dibuja una sonrisa en su rostro.

-¡Mira lo que encontré en la bodega! -exclama sonriendo Santiago, al salir de la bodega y mostrarle una botella de vino.
-¡Vino! -responde ella.
-Y de excelente calidad -exclama él, al destaparlo.
-Claro. ¡Es Dolce Delizia! -dice ella, al leer la etiqueta y sonreír.
-Obvio.... Lo tenía guardado para una ocasión especial -dice Santiago, mientras le sirve una copa a Maya.
-Y... ¿por qué brindaremos? -pregunta ella.
-¿Te parece por el simple hecho de estar esta noche juntos, cenando, disfrutando de un buen vino, una interesante charla, la lluvia...? -propone él, mirándola a los ojos.
-No me gusta mucho eso de la lluvia, pero ok, me parece bien -responde ella sonriendo.

Santiago ayuda a su amiga a tomar un poco de vino y después los alimentos. Ambos se sienten contentos de compartir esos momentos, pues aunque ninguno lo acepta, los dos saben perfectamente que entre ellos existe un cariño especial.

-¡Propongo otro brindis! -exclama Santiago de repente.
-Y ¿ahora por qué? -pregunta ella, sonriendo.
-¡Brindemos por que algún día cada uno encuentre a la persona ideal para formar una pareja! ¡Ese alguien que tenga todo lo que buscamos y necesitamos para amar! -responde él, viéndola a los ojos.
-¡Salud por eso! -responde ella con una sonrisa.

Continúan conversando y compartiendo un rico postre hecho también por Santiago. Además de seguir bebiendo ese delicioso vino. Los chistes y carcajadas cada vez son más, mientras que el vino poco a poco se va acabando.

-Amiga, ¡vamos a bailar! -exclama Santiago.
-¿Bailar? ¡Estás loco! -dice Maya, con una carcajada.
-Sí, ¡vamos a bailar nuestra canción! -responde él, riéndose.
-¿Nuestra canción? Nosotros no tenemos canción, menso -responde ella.
-No... pero en este momento podemos hacer de cualquier canción ¡nuestra canción! -exclama él.
-¿Cómo? -pregunta ella.
-Muy fácil. Pongo un disco y la primera canción que pase será nuestra canción -responde él, mientras se dirigen a la sala.
-No. No se vale porque tú sabes qué canciones trae cada disco -exclama ella, mientras él se acerca a encender el modular.
-Bueno, entonces pongo el radio y la primera que pase, será nuestra canción -dice él.
-Ok... ¡pero sin bailar! dpide ella riéndose.
-¡No, no, no! Oye, en el antro nunca quieres bailar conmigo porque te da pena con la gente y no sé qué... ahorita no hay nadie, ¡baila conmigo! Así como lo haces con Ricky, Jorge... -le pide Santiago, tratando de convencerla.
-Está bien... Pero sólo una canción y después me llevas a mi casa, por favor. Ya es tarde y deben de estar preocupados -ruega ella.
-¡Te lo prometo! -responde él con una gran sonrisa.

Santiago enciende la radio, y minutos después comienza un programa de música romántica, y con ello la primera canción:

"Fue un día como cualquiera, nunca olvidaré la fecha, coincidimos sin pensar en tiempo y en lugar, algo mágico pasó, tu sonrisa me atrapó, sin permiso me robaste el corazón, y así sin decirnos nada, con una simple mirada comenzaba nuestro amor... "

En ese instante, Santiago ayuda a Maya a ponerse poco a poco de pie. Ella se siente muy nerviosa, ya que jamás había bailado con él. Santiago acaricia su rostro con ternura, mientras la sostiene entre sus brazos.

Maya cierra lentamente los ojos y respira profundamente. Abraza a su amigo y disfruta cada momento que permanece a su lado. Sentir por unos segundos su calor, su respiración, hace que los latidos del corazón de Mariela sean cada vez más fuertes.

-¡Me encanta esta canción! -exclama ella de repente.
-A mí también. ¿Sabes por qué? -le dice al oído él.
-¡Porque es nuestra canción! -responde ella.
-Exactamente. Y a partir de hoy, cada vez que la escuche me acordaré de ti -dice Santiago, sonriendo.
-¡Y yo, de ti! -responde ella, al abrazarlo fuertemente.
-¡Tú me cambiaste la vida, Mariela! -exclama Santiago
viéndola a los ojos.
-¡Tú también cambiaste mi vida, Santiago! -responde ella, mientras la canción está por terminar.

La canción llega a su fin, pero Maya y Santiago continúan abrazados y más cerca que nunca. De pronto, ambos fijan la vista en los ojos del otro. Permanecen en silencio, él observa la hermosa sonrisa de su amiga, sus labios, su mirada, mientras acaricia sus mejillas suavemente. Ella sonríe en silencio al mirarlo con ternura.

Pareciera como si el tiempo se detuviera unos segundos, y en ese instante existieran solamente ellos dos. Una sensación extraña los invade de pronto, provocando en ellos la necesidad de besarse los labios. Cada vez están más cerca, sus labios se encuentran a sólo unos cuantos centímetros de distancia.

Maya cierra lentamente los ojos, al sentir que Santiago toma su mano y entrelaza sus dedos con los de ella. Él está dispuesto a besarla a pesar de no entender muy bien por qué desea con tanta fuerza que esto suceda. Ella ansía con toda el alma sentir sus labios. Sin embargo, al estar a punto de besarse, escuchan que la puerta de la entrada de la casa es azotada fuertemente.

-¡Papi, papi! Ya llegamos -exclama Marijó al entrar corriendo a la sala.
-¿Qué hacen, papi? -pregunta la niña, al verlos abrazados.
-¡Estábamos bailando, mi amor!... Ayúdame a sentar a Maya -responde Santiago, un poco nervioso.
-Sí, papito -responde Marijó, al acercar la silla de ruedas.
-¡Gracias, princesa!... ¿Cómo estás? -dice Maya, al estar ya en su silla.
-Madre, ¿dónde estaban? -pregunta Santiago a Estela.
-En casa de una amiguita de Marijó -responde ella.
-Sí, nos vinimos en cuanto dejó de llover -comenta Marijó.
-Señora, buenas noches -dice Maya a Estela.
-Buenas noches, hija -responde Estela, al darle un beso.
-¿Apoco ya dejó de llover? -pregunta Santiago al asomarse por la ventana.
-Sí, desde hace como una hora -responde Marijó.
-Ni cuenta nos dimos -dice Santiago.
-Sí, ¡ya vi que estaban muy ocupados! -exclama Estela, al voltear a ver a su hijo.
-Yo ya me iba... Santiago, por favor... -dice Maya, un poco apenada.
-Claro, vamos -responde él, al apagar la música.
-Marijó, ¡a dormir! Es tarde y mañana hay escuela -dice Estela.
-Pero yo quiero ir con mi papá -exclama la niña, al abrazar a Santiago.
-Amor, haz caso, por favor. Yo no me tardo, regreso a contarte un cuento -dice Santiago, al darle un beso.
-¡Está bien!... ¡Adiós, Maya! -dice la niña, al abrazar a Maya.
-Descansa, hermosa. ¡Pórtate bien! -responde al darle un beso.

Mariela y Santiago salen de la casa y suben al auto. Durante el camino, permanecen sin decir una sola palabra, pues ninguno de los dos puede dejar de pensar en lo que pudo haber pasado si Marijó no hubiera llegado en ese momento.

Al llegar a casa de Mariela, se percataron de que ya eran casi las doce de la noche, y Cecy los estaba esperando.

-¿Dónde estaban? -pregunta Cecy, al verlos entrar a la casa.
-En mi casa -responde Santiago.
-¿Y por qué no contestabas el celular? Te he estado marcando, ¡Vivi te ha hablado ya dos veces! -dice Cecy a su hermana.
-¿Y por qué no me marcó al celular? -pregunta Maya, mientras su hermana saca su celular de la bolsa.
-Sí te marcó, pero no le contestaste. Tienes cuatro llamadas perdidas -exclama Cecy, al enseñarle el celular a Maya.
-No lo escuché, ¡te lo juro!... Ahorita le marco -dice Mariela.
-Bueno, yo me retiro -dice Santiago.
-Gracias por traer a mi hermana -expresa Cecy.
-No tienes nada que agradecer -dice él, al despedirse de beso.
-Maya, subo tus cosas a tu cuarto y regreso por ti -dice Cecy, al tomar las cosas de su hermana y dirigirse a la recámara.

Santiago aprovecha que se encuentra solo con Maya para despedirse de ella.

-¡Gracias por esta noche! -dice él en voz baja, mientras se agacha frente a ella.
-¡Gracias a ti por todo lo que haces por mí! -responde ella.
-No agradezcas nada, sabes que lo hago con mucho gusto porque ¡te quiero! -exclama él, mirándola a los ojos.
-¡La pasé genial! -exclama ella.
-No más que yo -responde él sonriendo.
-Ve con Marijó -dice ella.
-Claro -responde él, y le da un tierno beso en la mejilla.

Cecy ayuda a su hermana a meterse a la cama, quien después de hablar por teléfono con su amiga fiel alrededor de treinta minutos se queda completamente dormida.

Ocho meses han pasado ya desde aquel en día en que Santiago y Mariela se conocieron.

A pesar de que cada uno tiene actividades por realizar independientemente del otro, con el paso de las últimas semanas, la relación entre ellos se ha vuelto más estrecha que antes.

Debido a las sesiones de hidroterapia, las visitas continuas a la Fundación, los paseos junto a Marijó y algunos amigos, las comidas, cenas, salidas de antro y fiestas familiares a las que suelen ir, el doctor y la escritora pasan la mayor parte del tiempo juntos. Y a decir verdad, ambos se encuentran contentos y procuran disfrutar de cada momento al máximo.

También en estos meses, la escritora ha adelantado muchos de los últimos detalles en la redacción de su segundo libro, y es que ya faltan tan sólo unas semanas para la presentación de éste, motivo por el que ella se encuentra emocionada y un tanto nerviosa.

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