You Put the Sun in Sunday; la...

By -loubeau

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"The Sunday Fic" Louis es un adolescente que ilusamente cree en el amor de cuentos de hadas, usa prendas llen... More

You Put the Sun in Sunday
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18: the finale
19: epilogue
Anuncio importante: Reescribiendo

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By -loubeau

Horas después, Louis no está seguro de donde dejó la chaqueta de Liam, pero es consciente de que éste es su cuarto o quinto vaso lleno de alcohol. Tiempo atrás él salió de la tranquila cocina y se encontró a sí mismo en la ola de cuerpos que le proveían más calidez que su dormitorio.

La música es ruidosa y le lastima sus tímpanos, pero Louis no se mueve de donde está, solo menea sus caderas con sus ojos cerrados en medio de la pista de baile. Nunca se había sentido tan vivo, si estuviera sobrio, ya estaría saliendo del lugar. No solo sigue teniendo dieciocho y es muy ilegal para beber, sino también tiene su mente nublada, no tiene puestos sus lentes de contacto y ha olvidado sus anteojos en su dormitorio. Así que con el alcohol corriendo a través de su torrente sanguíneo, él no aleja unas manos llenas de anillos que lo están jalando.

—¿Louis?

El pequeño chico se tropieza, derramando toda su bebida sobre los zapatos del hombre.

—Joder.— La voz maldice, alejándolo bruscamente de la multitud, subiendo las escaleras y llevándolo hacia un pasillo. A través de su visión borrosa, Louis puede ver a varias parejas teniendo intensas sesiones de besos, todas están presionadas contra la pared.

—Louis, ¿por qué Liam te trajo aquí?— Harry siempre ha visto a Liam como uno de los estudiantes más responsables y bien portados de todo el campus. Es muy extraño que haya traído a su amigo, a su pequeño amigo menor de edad, y es mucho más extraño que lo haya traído a una de las fiestas de la fraternidad de Harry las cuales son conocidas por salirse de control. Especialmente esta noche que están celebrando el primer juego de la temporada que iniciará la próxima semana. Harry había venido a divertirse y lo estaba haciendo hasta que vio a Louis, el chico estaba demasiado ebrio como para mantenerse de pie y estaba tambaleándose en medio de la pista de baile.

—Porque...— Louis hipa, —eres un idiota.

Aunque el castaño lo haya dicho sin razón alguna, Harry aun así está de acuerdo. Al rizado no le interesa la opinión de Louis, mucho menos lo que dice acerca de él. —Soy consciente de eso.

Louis le lanza dagas con la mirada o al menos eso intenta. Los párpados del pequeño chico se comienzan a cerrar y parece que se va a desmayar. —Tú...maldito mentiroso.

Harry da un paso hacia atrás, pero se recupera rápido. En todas las sesiones que han tenido juntos, nunca ha escuchado que Louis suelte alguna maldición, tampoco ha visto la verdadera rabia que desprenden sus ojos. Por supuesto que lo ha molestado varias veces, pero nunca como lo ha hecho en este momento. El rizado está a punto de ignorar a Louis ya que no le interesan sus palabras guiadas por el alcohol, pero escucha lo siguiente y su caminar se detiene.

—Gay.— Louis lo dice en voz demasiado alta para el gusto de Harry. —Eres gay, ¿no es así?— Es una sorpresa que esta vez no haya tartamudeado.

Un grito agudo se escapa de los labios de Louis cuando Harry lo empuja hacia una de las habitaciones. Ahí hay dos chicas sobre la cama, están medio desnudas y sus ojos se abren cuando ven como Harry y Louis entran tambaleándose. —Largo.— Es una simple palabra, las chicas lucen lo suficiente intoxicadas como para recordar el rostro de Harry al día siguiente, aun así el capitán esconde su rostro detrás de su gorra y baja la mirada.

No toma mucho tiempo para que Harry y Louis estén solos de nuevo. El castaño aprovecha ese momento y se arrastra hasta la cama destendida, dejándose caer sobre ella y gruñendo cuando su bebida se derrama por toda su mano. Harry rueda sus ojos, el chico es un desastre.

—Ew.— Louis frunce el ceño, viendo demasiados paquetes de condones sobre la mesita de noche, todos están a la intemperie. —Jodido pervertido, ¿quién deja condones así como así?— Él frunce su nariz, observando la ropa tirada por todo el piso y puede asegurar que toda está sucia. —Jodidamente desagradable.— Pero aun así permanece en la cama, debe de ser el lugar más infestado de gérmenes de todo el dormitorio.

—Gracias.— Harry suelta una risita, cerrando la puerta con seguro e ignorando las múltiples pisadas que se escuchan detrás de la puerta. Él necesita limpiar su habitación o por lo menos cerrarla con seguro así nadie puede merodear dentro durante fiestas como éstas.

—Déjame salir.— Louis toma un largo trago de su bebida, el líquido baja por el costado de su cuello. —Tú me odias, horrible Harry.

Harry tiene gran resistencia al alcohol y puede adivinar que ésta es la primera vez que Louis se pone ebrio. Él claramente no conoce sus límites. —¿Piensas que soy horrible?— Pregunta, acercándose a la cama mientras Louis lo observa con sus brillantes ojos azules.

—Mhm.— Louis rueda su cuello. —Horrible por dentro, no por fuera.

La única razón por la que Harry no ha corrido a Louis de su habitación es porque el chico es entretenido, es divertido observar como maldice y murmura para sí mismo mientras casi se ahoga con su bebida. Harry ha visto a demasiadas personas ebrias, pero Louis es diferente. Sobrio, Louis es tan tímido, casi se esconde detrás de sus libros o de sus gigantescas prendas de ropa. Él tiene muros que lo rodean y un aura que dice "no estoy aquí para hacer estupideces así que déjame solo". Ahora, él se ve más relajado, libre, se sonroja menos y suelta maldiciones. Es el polo opuesto de lo que ha visto en las últimas semanas.

—Eres precioso y tú malditamente lo sabes.— Louis gruñe. —Estúpida cara, estúpidos labios. Eres demasiado lindo siendo horrible.— Harry frunce el ceño. —¿Por qué demonios estás aquí? Ve a casa, estás ebrio.

Esta vez, Harry se ríe. —Estoy en casa y tú estás en mi habitación. Y yo solo estoy achispado, el que está ebrio eres tú.

—Cierra la ventana, me estoy jodidamente congelando.— Louis se remueve violentamente sobre la cama. —Voy a morir aquí.— Louis es ridículo, pero Harry obedece simplemente porque no quiere escuchar como el pequeño chico se queja mientras trata de sacarle la verdad.

—Eres irritante.

—Nadie te preguntó, horrible Harry.— Esa es la respuesta de Louis. —No me importa lo que piensas...de hecho, realmente me importa lo que piensas.— Gruñe. —Siempre me importa lo que piensas.

Con movimientos tímidos, Harry se queda junto a la ventana. La música y las ruidosas conversaciones del primer piso siguen siendo audibles. —¿Te importa?

—S...— Louis suelta un hipido. —
..ip.— Él rueda sobre sí mismo, derramando lo que queda en su vaso sobre las sábanas. —Lo amo desde hace un largo tiempo, horrible Harry es demasiado estúpido como para darse cuenta.— Los ojos de Harry casi se salen de sus cuencas. Esa palabra de cuatro letras hace que su mundo se derrumbe, jodido amor.

No hay maneras de describir los pensamientos que corren a través de su cabeza. Amor, una palabra anticuada y sobreutilizada que perdió el significado, la palabra que Harry solo ha usado con su familia ahora está siendo usada por un ratón de biblioteca embriagado que descansa sobre su cama. El chico con los ojos más azules que haya visto alguna vez está balbuceando acerca de cuanto lo ama. A un tipo egocéntrico e idiota como Harry.

—Siempre estás en mi cabeza. Quiero que salgas, no te quiero dentro de ahí.— Louis murmura. —Ocupas mucho espacio.— Harry frunce sus cejas. —Salte, no quiero que leas mi mente.

Dios, Louis está demasiado ebrio, comienza a ser preocupante en vez de divertido. Harry se pregunta si necesita llamar a Liam, aunque primero necesita que Louis hable con él sin los discursos inentendibles. —Repite lo que dijiste hace rato en el pasillo,— Harry se sienta lentamente sobre el colchón, sintiéndose tenso de repente. —Tú dijiste algo.— Intenta lucir relajado, esperando que aunque Louis esté intoxicado, le dé una respuesta sincera.

—Tu habitación apesta.— Es todo lo que Louis dice, arrojando su vaso de plástico a un lado de la cama y removiéndose hacia arriba para acomodar su cabeza sobre la almohada. —Huele como a...— Pasa una mano por su rostro. —Menta.

—Louis,— Harry lo llama con cansancio. —No te duermas en mi cama o juro por Dios que te sacaré de aquí cargando y te dejaré sobre la acera de la calle.

—Mhm.— Louis tararea silenciosamente, bajando sus manos y a pesar de escuchar el sonido ahogado de Harry, acomoda sus pantalones en la zona de su miembro. —Jodido Liam, jodidos pantalones ajustados. No puedo sentir mis malditas piernas.

—Louis.— Harry mira como su mano cae débilmente sobre su regazo, él nota que las prendas del chico no tienen agujeros ni manchas y cierra sus ojos. —Louis, no te atrevas. Tiraré agua helada sobre tu cara, no me importa si mojo mi cama. No te duermas.

—Cierra la boca, horrible Harry.— Louis murmura.

Harry no puede sacar las palabras del castaño de su cabeza, porque Louis, de todas las personas, tiene idea de quien es él verdaderamente. Por supuesto, el chico lo ha estado entrevistando, pero solo se entera de lo que Harry quiere que conozca. Es la mejor forma de mantener su vida privada lejos de Louis, es la única forma de mantener su imagen intacta. Y aún asi Louis lo ama.

Sin importar cuan suave lucía Louis esta noche, Harry se rehusó a hablar con él o incluso a voltearlo a ver si no era necesario, y fue así hasta que se percató de como sus compañeros de fraternidad que estaban del otro lado de la habitación observaban a Louis como un pedazo de carne. Harry espera que todos ellos hayan estado drogados hasta la mierda como para ver que el rizado se llevaba al pequeño chico y lo escondía en el segundo piso.

Antes de que Harry se dé cuenta, una hora ha pasado y todo lo que ha hecho es observar a Louis como un jodido loco. No puede evitarlo, quien sea que haya bendecido a Louis con sus bellas facciones lo ha dejado sin palabras.

No puede apartar la mirada de su cuerpo delgado y de sus delicadas curvas que parecen haber sido moldeadas por un jodido dios, también tiene la piel más suave que haya visto alguna vez. Y no le hagan hablar del rostro de Louis, Jesús sabe que es un crimen juntar esas facciones y no esperar que las estudie como si fueran una pieza de arte. Sus pómulos son tan prominentes como sus clavículas las cuales se asoman del cuello de su camiseta. Sus largas pestañas descansan sobre el punto más alto de sus pómulos y crean delicadas sombras en su pecosa piel. Sus labios, Harry se ha atrapado a sí mismo observándolos más veces de las que puede contar, son tan rosados y tienen la suficiente cantidad de pomposidad.

Harry no puede dejar de pensar en lo pacífico que luce Louis cuando duerme, incluso si un diminuto charco de saliva cae de una de las comisuras de su boca, aun así es alguien para admirar. Casi está tentado en abrirle los ojos a Louis solo para ver el encantador azul, pero al final decide no hacerlo. Eso ya es demasiado extraño.

Solo cuando Louis se remueve, Harry aparta la mirada con miedo de ser descubierto. Él ha escuchado que las personas se pueden despertar si sienten que están siendo observadas y definitivamente no quiere comprobar si es verdad.

Mientras su mirada viaja por toda su habitación, los ojos de Harry se detienen en un suéter que está colgado en la silla de su escritorio. Él tensa su mandíbula y se levanta, sacando su celular y mandándole mensaje al dueño de la prenda con una expresión de furia. Le ha dicho a Thomas un millón de veces que no deje sus mierdas en su habitación, es posible que alguien llegue a reconocerlas y es muy seguro que le preguntarán si metió a algún chico a su dormitorio. El suéter es de un verde brillante, es demasiado pequeño para él y tampoco es su estilo. Estúpido Thomas, Harry esconde el suéter en lo más profundo de su armario.

En ese momento, Louis decide rodar y recostarse sobre su abdomen, dándole a Harry la oportunidad de mirar su pomposa retaguardia. Ha notado antes el bendito trasero de Louis, solo le ha dado simples vistazos cuando el chico se agacha para recoger algo o cuando se levanta de la silla para ir al sanitario, permitiéndole observar su trasero a través de sus gigantescos pantalones. El rizado gruñe, tirando de la parte delantera de sus pantalones de mezclilla y dirigiéndose al baño compartido para mojarse la cara con agua helada.

Su mente vuelve a pensar en el momento en donde Louis le preguntó si era gay. Harry corre una mano a través de su cabello, alejándolo de su rostro. Él sabe que Louis es gay, por supuesto que lo es, como si sus miradas persistentes no fueran suficientes. Louis es demasiado dulce y demasiado delicioso para ser heterosexual. El chico es demasiado gay para si quiera observar a las mujeres que caminan dentro de la biblioteca, demonios, es demasiado Louis como para ser heterosexual. Harry está pensando demasiado sobre ésto, sobre Louis, él necesita respuestas, no está orgulloso de lo que va a hacer para obtenerlas, pero es necesario.











—¡Que mierda!— Louis se sienta e inmediatamente le lanza una mirada de fastidio a Harry. El líquido frío humedece su camisa y baja por su pecho dándole escalofríos. Está seguro de que le dará un ataque al corazón. —¿Qué demonios Harry?

—¿Solo Harry? ¿No horrible Harry?

Sabe que Louis ya no está ebrio, tal vez un poco somnoliento lo cual es comprensible ya que el pequeño chico solo durmió un par de horas. Son exactamente las cuatro de la mañana de un lunes brillante y aquí está Harry, incapaz de cerrar los ojos ya que Louis se remueve mucho entre sueños.

—¿Cuál es tú problema?— Louis pregunta con tanta seguridad y descaro, Harry se aleja, tirando la cubeta junto a sus pies.

—En este momento, tú eres el problema.

Eso combinado con la incómoda sensación que se asienta en el estómago de Louis por el hecho de haberse despertado hace unos minutos, sintiéndose mareado y enojado en la cama de la habitación de Harry, lo tienen levantándose rápidamente y casi golpeando la cabeza del rizado. No puede imaginar cuanto tiempo ha estado en ese lugar y ahora está empapado con agua helada.

El sol todavía no ha salido completamente, la comprensión se instala dentro de Louis y se siente estúpido por no haberse percatado de que esta es la casa de fraternidad de Harry. —Dios, necesito salir de aquí.— Empuja a Harry fuera de su camino y se dirige con cansancio hasta la puerta, pero antes de que sus dedos toquen la perilla, un cuerpo obstruye su único lugar para salir, aparte de las dos ventanas, obviamente. Louis está desesperado por irse, pero no lo suficientemente desesperado como para romperse el tobillo y cojear hasta su casa antes de que el rizado lo atrape.

—Detente.— La respiración de Harry impacta contra su cara. —Solo espera un momento.

Louis golpea impacientemente su pie contra el piso, observando a Harry a través de su fleco mojado. —¿Y bien? Antes quiero decirte que no me diculparé si hice algo mientras estaba ebrio, en este momento tengo una terrible jaqueca.— Louis no se siente somnoliento debido a que Harry tiene una cama más cómoda que la que hay en su dormitorio, más bien está vergonzosamente sobrio y descaradamente irritado.

—Dijiste muchas cosas.— Harry comienza a hablar, parándose derecho, pero recargándose sobre la puerta. —Dijiste que me amas.

Si la cara de Louis no estaba roja antes, es muy seguro que ahora lo esté. Sus ojos están demasiado abiertos, su mandíbula llega hasta los suelos y toda su piel visible se ha tornado de un color rojo cereza. Louis cubre su rostro con sus manos, necesita otro trago. Él está perdido en sus pensamientos mientras se da media vuelta para buscar en la habitación, eventualmente encuentra una botella cerrada de vodka de mandarina, es un sabor raro, pero abre el envase y le da tres largos tragos antes de que sea arrebatada de sus manos y el líquido sea derramado sobre su camisa.

—¿Qué está mal contigo?— Harry lo mira boquiabierto como si no hubiera empapado a Louis con dos líquidos diferentes. Él toma el tapón de la mano del castaño y cierra la botella, afortunadamente todavía queda más de la mitad. —Estaba guardando esto, ¿qué demonios, Louis?— La garganta de Louis comienza a picar gracias al vodka y su lengua hormiguea al sentir la mandarina. La nubosidad de su mente incrementa, pero no es suficiente como para que ya no le importe lo que dijo el rizado.

—Contrólate.— Harry le ordena, dejando la botella en el escritorio y caminando más cerca del chico hasta que Louis queda arrinconado en una de las paredes. —Necesito que te tranquilices.— Esa es la última cosa que Louis espera que Harry diga, él pensó que lo iba a insultar, que le diría cosas desagradables y después lo sacaría rudamente de su habitación, pero lo único que hace es observarlo fijamente a los ojos.

—¿Estás mejor ahora?— Harry le pregunta, bajando el tono de su voz y agachándose un poco. Louis parpadea rápidamente, se ha quedado inmóvil entre la pared y el cuerpo de Harry, el hedor de probablemente su propio sudor combinado con el alcohol que bebió llena sus fosas nasales y no puede mover su cuerpo para alejarse.

Harry sabe que le gusta a Louis. Que vergonzoso, quiere que se lo trague la tierra.

Louis comienza a llorar y no entiende porque no puede detenerse. Él derrama lágrimas sin parar, éstas obstruyen su visión así que decide cubrir su rostro con sus manos. —De seguro me odias.— Se deja caer sobre la pared. —Tú me odias, lo lamento tanto.— Solo se puede disculpar. No puede soportar el hecho de estar tan cerca de Harry cuando ya sabe su secreto, ésto es demasiado y la jaqueca está empeorando. Sabe que no le agrada al chico de ojos verdes, si todo eso sucedió la noche pasada entonces no es nada sorprendente que Harry lo odie. El rizado debería de hacerlo. Louis fue demasiado estúpido como para revelar ese secreto y ahora Harry lo sabe. —No debí de haber venido.— Debió quedarse en su hogar, piensa mientras comete el error de subir la mirada hasta los ojos de Harry y sus rodillas se debilitan.

Por Dios, él lo ama. Lo ama más de lo que ha amado a cualquier otro chico, es demasiado irresistible y Louis es demasiado débil.

—Me tengo que ir.— Odia la electricidad que sube por su brazo cuando Harry lo toca. Él vuelve a llorar y está tan cansado de ésto. —Déjame salir.— Jala su brazo débilmente. Harry no dice palabra alguna, solo le da un último apretón antes de soltarlo. Louis empuja al capitán fuera de su camino y casi choca contra un rubio que está subiendo las escaleras. —Lo lamento.— Es todo lo que puede murmurar, él corre fuera de la casa de fraternidad mientras se ahoga con su propia lástima.

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