La pequeña campana sobre la puerta suena cuando Hermione entra en su tienda. Penélope la saluda con un movimiento de cabeza, pero no habla porque está trabajando con un cliente. Tuvieron mucha suerte de encontrarla, Hermione lo sabe. Ella es excelente con el público, algo que a Severus definitivamente le falta, y Hermione descubre que es limitada en el mejor de los casos.
(Por supuesto, Hermione no podría haber previsto cuán afortunado terminaría siendo Severus con el acuerdo).
Las preguntas que hacen algunos clientes son suficientes para hacerla arrancarse el pelo.
—Espera, ¿quieres decir que tengo que usar fuego para calentar el caldero?
Ella sacude la cabeza mientras camina, marcando todas las formas en que los encantamientos de calentamiento se han desmentido en la fabricación de pociones durante siglos, pero no dice ni una palabra.
Hermione encuentra a Severus en un taburete de madera en la trastienda, revolviendo una poción con sumo cuidado.
—¿Esa bruja insípida con pesimas habilidades en pociones todavía molesta a la señorita Clearwater?
Hermione se ríe y le dice que, efectivamente, lo está. Él hace una mueca a cambio, pero no se detiene en sus movimientos robóticos.
—¿Es ese el proyecto calmante para San Mungo? —Ese contrato en particular es el más lucrativo. Han sido la fuente exclusiva de todos los calmantes médicos del hospital mágico durante los últimos meses. Aunque han discutido la externalización de algunos de los trabajos preliminares, en este punto Severus los está preparando personalmente.
—Es.
Un hombre de muchas palabras, su compañero.
Finalmente tiene la oportunidad de mirarla y analizarla con un movimiento de su ceja hacia la línea del cabello. Muy expresivo para el mago.
—Como puedo observar, deberías cuidarte mejor. ¿Ha estado durmiendo, señorita Granger?
—No muy bien. —se queja. Es cierto que desde que comenzó su relación más íntima con el retrato de Draco, no ha estado descansando como debería. Entre sus actividades nocturnas y, más recientemente, un regreso a la historia de la maldición de los retratos, el sueño ha tomado un descansó definitivo. —He estado trabajando en un proyecto paralelo. Nada para la tienda. —agrega rápidamente, no sea que él piense que está trabajando de más. —solo es un problema personal.
—Nada serio, espero.
Hubo un tiempo en que Hermione no habría podido leer nada más que una despectiva falta de interés en su tono, pero desde entonces ha aprendido sus sutiles señales. Está realmente preocupado y siente el efecto inmediato de querer tranquilizarlo.
—No, no... he adquirido un retrato.
Y de repente se abren los cielos, y Hermione salta del taburete que su trasero apenas golpeó.
—¡Ni siquiera pensé en preguntarte!... Severus, ¿sabes por qué un miembro de la familia Malfoy podría haber sido maldecido póstumamente?
En las últimas semanas, Hermione no había pensado necesariamente en consultar a su compañero. Él no es un experto en la magia en sí misma, los hechizos no han sido su especialidad, por lo que ella había desestimado su consejo en favor de otras fuentes.
Ahora, sin embargo, se siente negligente y un poco tonta por no haber considerado hablar con él sobre el tema de una manera más personal y específica. No la maldición misma, necesariamente, sino el por qué. El quien. Seguramente un antiguo Mortífago podría tener una idea de quién habría promulgado tal maldición. Se siente muy molesta consigo misma, de hecho.
—Puedo pensar en muchas razones por las cuales cualquiera de ellos podría haber sido maldecido, pero sospecho que estás haciendo una pregunta vaga cuando hay información más específica disponible.
Ella suspira y se deja caer donde había estado. —Sí. Quiero decir, la hay. Es Draco. Harry adquirió su retrato el mes pasado, pero parece que podría estar maldecido. He estado investigando, esperando ayudarlo. En eso. Lo que sea.
Él levanta una ceja de nuevo, y ella sabe que la está juzgando por lo básico de sus palabras. —Estoy cansada, de acuerdo. —dice en su defensa. —De todos modos, no he encontrado nada, pero me siento terrible. No es como debería ser... No es un retrato normal. ¿Estaba pensando que tal vez está maldito? ¿O tiene un encanto defectuoso?
—¿Retrato…? —Severus parece ponerse al día con la conversación. Él deja su cucharón a un lado, bajando el calor en el caldero y prestándole toda su atención. —¿Draco Malfoy tiene un retrato? —Se ve muy inseguro, y eso la inquieta un poco.
—Aparentemente. Y por ahora está colgando en mi habitación. Desafortunadamente para mí, y para Malfoy, no parece darse cuenta de que es un retrato.
—Eso parece muy irregular. Incluso a Lucius aún no le habían encargado su retrato. Es tradición que un patriarca Malfoy sea inmortalizado en su cincuentenario, cuando tienen virilidad y sabiduría.
Ella no puede evitar un pequeño sonido de burla, pero se disculpa rápidamente. —Lo siento. No debería pensar mal de los muertos. De todos modos, debe haber tenido uno porque lo tengo. ¿Tal vez su familia sabía lo peligroso que pondría todo cerca de la batalla final y decidió seguir adelante?
—Tal vez... ¿Sería demasiada molestia si pidiera ver el retrato? Encuentro que tengo una curiosidad insana sobre la situación.
—Por supuesto que no. Esta noche, si quieres. Me dirigiré a casa tan pronto como equilibre el libro mayor para fin de mes. Sinceramente, agradecería que alguien más lo viera. Hasta ahora mis esfuerzos han llegado a un callejón sin salida.
Severus está de acuerdo y el plan está hecho. Hermione está increíblemente aliviada de tener otra mente inteligente para consultar sobre la situación. Le gustaría mucho dejar de vivir con la culpa de mentirle a la imagen de Draco. Se siente un poco culpable al involucrar a su compañero en lo que probablemente sea un tema delicado para él, dada su relación con el fallecido.
Y luego, por supuesto, también hay una parte en conflicto que está un poco triste por esta extraña... ¿relación?
No. Eso no está bien. Demasiado formal. Demasiado real...
Que esta extraña serie de interacciones con él podría llegar a su fin. Probablemente sea más saludable para ella, piensa. Seguir apegada ya es una realidad que no quiere admitir que está enfrentando. Cuanto antes pueda convertirse en uno de esos retratos vagos, frustrantes e inútiles, antes podrá seguir adelante con su vida. Debería hacerla sentir más aliviada de lo que lo hace, pero en lugar de eso la deja ansiosa y un poco triste.
Ella termina en su tienda y se dirige a su casa antes que Snape, diciendo que lo verá en Grimmauld. Tomándose su tiempo, Hermione logra hablar con Harry el tiempo suficiente para que su compañero llegue antes de que pueda dirigirse a su habitación.
—Potter.
Harry, que nunca se verá frustrado por el severo comportamiento de Severus, le da una sonrisa amplia y juvenil, y saluda —Hola, Severus. ¿Cuidando bien a nuestra Hermione en la tienda?
—En efecto.
Sus interacciones rara vez van más allá de este punto: Severus da respuestas de una palabra y Harry se deleita en su incomodidad.
—Solo voy a mostrarle el retrato. Quizás él pueda ayudarme a descubrir qué le pasa. O, al menos, quién podría haber querido hacerle esto a Malfoy.
Harry los despide y se dedica a pulir sus pieles de Quidditch, una tarea que programa dos veces por semana como si fuera una práctica religiosa.
Hermione lleva a Severus por los estrechos escalones hasta la puerta de su habitación. —Solo quiero advertirte, se ve increíblemente real. Se que... estabas cerca de la familia...— Hermione imagina que sería difícil para ella ver el retrato de alguien que había perdido recientemente, y se siente mal por hablar tan clínicamente de la situación. ¿Trae cierre hablar con la imagen de un ser querido? ¿O simplemente reabre la herida? Es una realidad que, como nacida de muggles, nunca tuvo que reflexionar. En el mundo muggle, mueres, hay un funeral, todos se van. Los retratos, a pesar de ser una curiosidad, siempre los ha considerado bastante inquietantes. Deprimente hasta un punto grotesco.
—Te aseguro que estoy preparado.
Severus espera pacientemente mientras ella abre la puerta y entra, y Draco la saluda con una sonrisa. —Llegas tarde, leona. Atrapado con mi grasiento padrino, ¿verdad?
Su rostro se vuelve escarlata justo cuando Snape entra detrás de ella y entrecierra los ojos ante la imagen. Draco también se congela en su lugar y mira, con los ojos muy abiertos, al mago en cuestión.
El momento solo podría ser interrumpido por un canto de cricket, los tres mirándose, un enfrentamiento trifecta.
Finalmente, Snape da un paso más adelante y se inclina hacia el retrato, estudiándolo atentamente.
—Esto. —dice con decisión —no es un retrato.
Hermione siente que el mundo se le viene encima.
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Draco sonríe ampliamente a su padrino, complacido de que no le haya tomado tiempo aceptar la verdad de su situación, donde Hermione tuvo que ser convencida. Entonces se burla pero sin malicia.
—Eso es lo que he estado diciendo. No me tomó la mitad de convencerte que con Granger. —Él mira hacia arriba para encontrar a su bruja en cuestión que parece estar fuera de lugar. No está seguro de por qué... Tal vez la vergüenza de que tuvo que traer a Snape para consultar sobre su problema. Su adorable pequeña tonta: probablemente se siente mal por no poder hacerlo sola. Siempre ha sabido que tiene una racha obstinada. Le hace apreciarla aún más que ha admitido que necesita ayuda.
Ve a Severus intercambiar una mirada con Hermione y luego lo mira. —¿Sabe dónde está, señor Malfoy? Dentro de los límites de esa habitación, para aclarar, para que no diga "Grimmauld Place" como una respuesta ingeniosa.
Draco sonríe un poco ante el comentario y luego mira a su alrededor, observando la habitación como para encontrar algo más de lo que ha memorizado en los últimos meses. —Me temo que no. Pero donde quiera que esté, no puedo salir por mi cuenta. No hay puerta. No hay ventanas.
—No, supongo que no las hay. murmura. —Probablemente estés en una de las propiedades de tu familia. Francia tal vez. Específicamente, apostaría a que estás dentro de una oubliette encantada . Una "sala de pánico", como los muggles a menudo se refieren a estos lugares. —dice distraídamente sobre su hombro, presumiblemente para ayudar a que Granger comprenda. —Antes del surgimiento del Ministerio y la desinfección de las viejas magias, fueron construidas en los cimientos de hogares ancestrales. —explica. —Los Malfoy son infames por mantener los viejos rituales, y creo que Armand lo incluyó dentro de una finca francesa. Dime, Draco, ¿qué ves cuando nos miras? ¿Cuál es tu opinión?
—Ambos están enmarcados en lo que parece ser un espejo, excepto que no se refleja. Es grande, casi la mitad de la pared y casi del piso al techo. Marco dorado. —agrega con disgusto. A decir verdad, la decoración es horrible. —Más allá de eso, realmente no hay mucho en este lado de la habitación que probablemente no puedas ver: una pintura fea a la izquierda y una silla molesta e incómoda en la esquina. Y un helecho.
—¿Supongo que tampoco puedes escuchar nada fuera de la habitación? Desde las paredes o el techo.
Draco niega con la cabeza. Había intentado gritar pidiendo ayuda los primeros meses, pero la instalación de almacenamiento, que contenía lo que aparentemente parecía ser un retrato para todos los demás, le había echado un hechizo silenciador. Había aprendido a ser más conservador con el alboroto que creó. No es que le haya hecho ningún bien en primer lugar. Ningún sonido llegó desde el exterior.
—No es sorprendente. Me imagino que estás completamente insonorizado. Para tu "protección" Así es la naturaleza de estos diseños.
Draco se complace en finalmente tener algunas respuestas, realmente lo es, pero su paciencia después de tanto tiempo también es peligrosamente débil. Tomando un respiro relajante y tratando de mantener su nivel de voz, dice: —Aprecio la información, y no puedo decirle lo feliz que estoy de saber dónde me encuentro... pero ¿cómo diablos salgo de aquí?
Muy bien, así que mantener su nivel de voz fue principalmente un éxito.
—¿Qué recuerdas? ¿De la batalla?
Draco frunce el ceño a su padrino. La verdad es que recuerda muy poco. Había estado con sus padres... ¿Recuerda algo que su padre dijo sobre un camino diferente...?
—No mucho. Estuve con mamá y papá y luego... no sé, no está claro. Como si me hubieran confundido.
Snape murmura pensando, estudiando la habitación en la que se encuentra Draco y ocasionalmente barriendo su mirada hacia su antigua alumna. Después de considerarlo, dice abruptamente: —Pedire un traslador a Francia del Ministerio. Estoy seguro de que alguien en ese lugar infernal me debe un favor de la guerra. —agrega con un murmullo. —Mientras tanto, creo que es mejor que no mencionemos esta situación a nadie, señorita Granger. Este tipo de magia es probablemente bastante ilegal. Draco tendrá suficientes problemas con el Wizengamot una vez que resucite.
Draco la observa estar de acuerdo con un lento y rígido asentimiento, aún mirándolo con los ojos muy abiertos. No está completamente seguro de lo que está sucediendo en su rizado cabello, pero está empezando a ponerlo nervioso. Tan pronto como su padrino abandonó la habitación, con su característico florecimiento de túnicas que lo siguen, dice: —un Knut por tus pensamientos, Granger. Pensaría que estarías más feliz de haberlo convencido de ayudar.
—Yo no... —Ella exhala, pero él no entiende lo que quiere decir. Ella continúa: —Yo no lo convencí. Yo ni siquiera creí que...
—De hecho, fuiste muy lenta en la aceptación de ayuda. Aunque me alegro de que finalmente lo hayas hecho.
—¡No! ¡No lo hice! Nunca te creí. Eres real. —dice ella, con una expresión atormentada en su rostro pálido. —Eres el verdadero Draco.
—¿No lo hiciste...? —Draco siente que ha sido golpeado. ¿Ella no creía que él fuera real? ¿Que él era Draco? —¿Qué demonios, Granger? ¿Qué demonios fue...? —Hace un gesto salvaje entre ellos, sin saber cómo expresarlo con palabras. ¿Cuál era la intimidad que habían compartido? Las conversaciones y las risas, las disculpas y el perdón... La relación. ¿Qué demonios era todo eso si ella pensaba que él no era más que una pintura? Su mente está girando con la comprensión repugnante, su corazón poniéndose al día lentamente con sus pensamientos.
—No te puedo creer. —Él sacude la cabeza, disgustado, y ella continúa mirándolo como un espectáculo secundario. Al igual que si fuera una cosa.
Draco gira sobre sus talones y avanza hacia la única privacidad que le ofrece su purgatorio, golpea la puerta detrás de él y se apoya contra la madera fría, respirando con dificultad. Hace un balance del pequeño baño antes de dejarse caer en la silla frente al tocador.
Está mortificado, por decirlo a la ligera. Sin mencionar enojado y más que un poco herido. ¿Ella nunca le creyó? En qué horrible realidad se encuentra. Que pasa con todos esos planes que hicieron. Esas veces que él mencionó cosas que podrían hacer una vez que fuera libre... ella solo lo estaba molestando. Satisfaciendo sus pequeñas fantasías para que ella pudiera disfrutar las suyas...
Draco siente náuseas. Devaluado y usado. En este momento nunca quiere volver a verla.
Excepto que él sabe que eso no es cierto. Él también quiere salir de la habitación y engañarla. Decirle todas las formas en que es un jodido monstruo por dejarle creer que había algo entre ellos además del alivio de su aburrimiento.
Y más que eso... él todavía quiere encontrar su camino hacia ella, estar con ella, y saber eso lo hace sentir el más bajo de todos.
Intenta consolarse en el único punto brillante de esa devastadora conversación. En este mismo momento, su padrino probablemente esté destrozando el Ministerio y no descansará hasta que pueda encontrar una manera de llegar a él. El será libre. Libre de esta jaula y esta maldición y capaz de vivir el resto de su vida. Desafortunadamente, la única persona con la que quería compartir eso, la única persona que le importaba en su vida, solo le destrozó el corazón y no está seguro de cómo volver a armarlo.
Se queda un rato, sin saber si espera que ella se haya ido o no. Cuando regresa a su habitación, ella ya no está en el espejo, y Draco encuentra dolor y alivio en guerra una vez más.
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Hermione mira a Draco y donde él desapareció de su campo de visión en el retrato...
No es un retrato Realmente no. Una ventana. Un espejo.
Ella lo llama, pero él no responde. Ni siquiera está segura de que él pueda escucharla. Después de un corto tiempo, su cuerpo se siente entumecido, su cerebro perdido, se da por vencida y sale de la habitación encontrando a Harry en el comedor.
—Snape se fue apurado. —observa, mirándola con curiosidad.
—Harry... ni siquiera sé por dónde empezar. —Se le ocurre que probablemente debería haberle dicho a Harry de inmediato que su casa ahora parece tener un huésped involuntario. —Harry, él es real. Draco... Ese es el verdadero Draco. Él... él está vivo. —Ella se ahoga con la palabra, las emociones que han sido detenidas finalmente se inflan, llenando todo su cuerpo y aplastándola bajo el peso.
Está vivo. El es real. Es real y él ...
Él esta devastado .
—Oh, Merlín, Harry, él es realmente Draco, y no le creí. Debe odiarme...
—Espera, espera... —Se levanta de su silla, dejando su vaso junto a un sándwich a medio comer. —¿Ese retrato... realmente es Malfoy? Eso es... ¡tenemos que sacarlo! ¿A dónde se dirige Severus? ¿Cómo puedo ayudar? —Siempre el héroe interior, Hermione ama a su valiente amigo. Está sonrojada de gratitud.
—Fue al Ministerio... a buscar un traslador. Dice que tal vez sepa dónde está Draco. Francia, cree. Oh, Harry, realmente he estropeado esto. Todo este tiempo... Ha estado atrapado por tanto tiempo... y simplemente lo ignoré. Estaba tan segura... —lo mira con ojos implorantes. Buscando la redención, supone. El perdón.
Pero Harry no es realmente el perdón que necesita. Él trata de ser un poco consolador de todos modos, y señala: —Ninguno de nosotros sabía. —ofrece con seriedad. —Su sangre en el cuerpo de su madre, la fecha de la muerte en el tapiz familiar... todo apuntaba a su muerte.
—Bueno, el tapiz obviamente fue manipulado. —dice ella, agitada. —Y la sangre no equivale a un cadáver.
Harry asiente, completamente consciente. —Es por eso que los Aurores dejaron su caso abierto tanto como lo hicieron. Querían estar seguros... No podrías haberlo sabido, Hermione. —insiste.
Ella no responde directamente, y en cambio anuncia: —Voy a ir al Ministerio. No quiero que Severus decida ir sin mí. Debería estar allí cuando lo encuentren. Es... es lo menos que puedo hacer.
—¿Quieres que vaya contigo?
Ella lo considera por un momento pero sacude la cabeza. —Todavía no. Tendré a Snape, y sé que probablemente estés ocupado esta noche.
—No estoy demasiado ocupado. Nunca estoy demasiado ocupado si me necesitas. Lo sabes, ¿sí?
Hermione lanza sus brazos alrededor del cuello de su amigo, murmurando en su hombro, —Lo sé. Gracias, pero estaré bien. —Ella libera su agarre sobre él y retrocede un paso, tratando de darle una sonrisa tranquilizadora. —Te mantendré al día, si viajamos.
—Creo que estoy más preocupado por Malfoy que cualquier otra cosa. —Él sonríe, y obviamente está tratando de romper la tensión. —Quiero decir, vivió en tu habitación durante semanas. ¿Alguna vez te vio en tus bragas o algo así?
Ella se sonroja con un tono rojo increíblemente profundo e intenta mucho no dejar que la expresión de su rostro lea la verdad de que él también la vio sin sus bragas.
A menudo.
—No puedo culparlo por nada de lo que haya visto o no visto —responde ella, ligeramente a la defensiva por su vergüenza. —Él me dijo que era real, después de todo. Es... mi culpa, no le creí. —Ugh, eso se siente amargo en su boca. Hermione odia asumir la responsabilidad de sus propios fracasos.
Con una despedida y diciendole que tendrá cuidado, se desliza fuera de la habitación hacia la red flu. Agarrando un puñado de polvo, lo arroja y dice claramente: —Ministerio de Magia.
Las llamas arden en verde y, con un aliento fortificante, ella sigue a Severus, decidida a ganarle la libertad a Draco.