Con sabor a azúcar.

بواسطة catsdevil

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(Saiki Kusuo Fanfic) [Español/Spanish] Nishimura Hikaru ha cumplido dieciocho años y tiene una vida medianame... المزيد

Prólogo.
Capítulo 1 (El principio de las consecuencias)
Capítulo 2 (Guía para pedir una cita)
Capítulo 3 (Los mellizos Nishimura)
Capítulo 4 (Cyborg Cider-man 2: El regreso)
Capítulo 5 (El suplicio del pasado)
Capítulo 6 (El sospechoso Saiki Kusuo)
Capítulo 7 (Dos pequeñas galaxias)
Capítulo 8 (Salida male sal)
Capítulo 9 (El extraño universo otaku)
Capítulo 11 (La sorpresa que no fue sorpresa)
Capítulo 12 (Inefable)
Capítulo 13 (Una dolorosa realidad)
Capítulo 14 (Son solo problemas intestinales)
Capítulo 15 (La calidez de tus lágrimas)
Capítulo 16 (El peor enemigo de un psíquico)
Capítulo 17 (Sufriendo la ignorasion y asiendo la morision)
Capítulo 18 (Todo es culpa de Toritsuka)
Capítulo 19 (La casamentera Teruhashi Kokomi)
Capítulo 20 (El sentimiento de estar enamorado)
Capítulo 21 (Las mentiras tienen patas cortas)
Capítulo 22 (Etérea felicidad)
Capítulo 23 (Solo seremos tú y yo)
Capítulo 24 (Al ritmo de tu corazón)
Capítulo 25 ("Amigos")
Capítulo 26 (Los demonios internos jamás se irán)
Capítulo 27 (Personas inoportunas)
Capítulo 28 (Adiós a lo viejo, hola a lo nuevo)
Capítulo 29 (Lo que callan los psíquicos)
Capítulo 30 (Efectos de medianoche)*
Capítulo 31 (La graduación)
Capítulo 32 (Típico de hermanos)
Capítulo 33 (Un miembro más de la familia)
Capítulo 34 (El retorno del pasado)
Capítulo 35 (Un peso menos de encima)
Capítulo 36 (Bajo la boca del diablo)*
Capítulo 37 (La perfecta cena familiar)
Capítulo 38 (El querer del destino)
Capítulo 39 (Después de la tormenta)
Capítulo 40 (No más secretos)
Capítulo 41 (El final de este cuento de hadas)
Capítulo 42 (Por y para siempre) [EPÍLOGO]

Capítulo 10 (Todo empieza con la verdad)

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بواسطة catsdevil


Esto no puede estar pasando otra vez.

Era un día normal para los alumnos de la Academia PK: el sol brillaba, el cielo celeste estaba perfectamente despejado, los pájaros cantaban a su propio ritmo y los niños reían con ganas. Sí, se suponía que debía ser un día normal y tranquilo para Saiki. Pero como era obvio, con Kaido, Nendo y Aren nunca se podía tener una vida en paz.

—Nishimura-san... —susurraba Kaido triste, mirando el lugar donde la azabache solía sentarse con ellos en la cafetería.

Has estado toda la maldita mañana así. Ya cállate. Me siento en un deja vú.

—Oigan, ¿por qué el pequeñín está llorando? —cuestionó Nendo, mirando con leve sorpresa al mencionado.

—Al parecer Nishimura-san está resfriada y por eso no pudo venir hoy. —contestó Aren, para luego soltar un pesado suspiro y observando preocupado a su amigo.

Yare yare... Está llorando como si ella se hubiese muerto.

—¿Eh? ¿Así que por eso lloras, pequeñín? ¡Pero si la vas a poder ver pronto! ¡Estamos en la misma escuela! —acotó Nendo, picando la espalda de Shun con su dedo índice.

—¡Tú no lo entiendes! ¡Hoy es viernes! ¡Eso significa que no la voy a poder ver hasta el lunes! ¡Eso es mucho tiempo! —siguió lloriqueando Kaido, mirando con el ceño fruncido a Nendo. Este solamente rió ante la graciosa expresión que tenía el otro cuando lloraba.

—¡Pareces un bebé feo con esa cara!

—¡Deja de burlarte, idiota insensible!

Para fortuna de Kusuo (y para todos los que tenían que convivir con Kaido en el mismo salón), el de cabello azul dejó de llorar gracias a Kuboyasu. Quien pareció encontrar las palabras correctas y el tema correcto para que el menor dejara de pensar en la joven... al menos por un buen rato. Saiki agradeció internamente. En las próximas horas, tenía un importante examen de matemáticas, por lo que necesitaba concentración y silencio.

Además, estaba seguro de que Kaido no iba hacer el examen si toda su mente se trataba de Hikaru. Así que tendría que agradecerle a Aren por salvarlo luego.

—Muy bien alumnos, pueden empezar a escribir. Tienen hasta las 10:30 para terminar. —y con eso último, la profesora se sentó en su sitio lista para vigilar a sus alumnos. Los conocía, y estaba segura de que alguno tendría un as bajo la manga y se copiaría durante el examen.

El aula adoptó un silencio mortal. Saiki podía escuchar todo tipo de pensamientos: unos se oían seguros de sí mismos, otros rellenaban la hoja como si se tratase de un test de Qué tipo de personaje de Harry Potter eres, algunos lloraban internamente pensando en qué puente se irían a vivir luego de terminar la escuela y otros simplemente se centraban en insultar a la madre de la profesora. El psíquico se abstuvo de bufar, ya concentrándose en su propia hoja. Listo para empezar a escribir.

Y eso estaba a punto de hacer, hasta que...

—Psst...

Nendo.

—¡Psst! ¡Compañero!

Solo ignoraré su existencia... como suelo hacer.

—¡Psst! ¡Hey, compañero! —Cuando Nendo notó que el de pelo rosa no iba a dignarse a mirarlo, observó a Kaido. Este mordisqueaba nerviosamente su dedo, sin embargo, con la mano que sostenía el lápiz, se dedicaba a rellenar la hoja como mejor podía hacer—. ¡Psst! ¡Pequeñín!

El de cabello azul frunció el ceño.

—¡Pequeñín!

Silencio.

—¡Pequeñín! ¡Sé que me oyes!

Otro silencio, aunque más tenso que el anterior.

—¡Pequeñín! ¡Pásame la 3!

Kaido gruñó.

—No la sé. Y aunque la supiera, no te la daría. ¡Estudia por una vez en tu vida, Nendo! —susurró el menor, dándole una mirada de molestia al mencionado.

Nendo hizo una mueca, haciéndose el ofendido.

—...Por eso Nishimura no te quiere...

Oof.

—¡RETRÁCTATE! —gritó Kaido, levantándose de su asiento, observando enojado a su amigo. No obstante, luego de unos muy cortos segundos, miró a su alrededor notando que todos lo observaban con una expresión de sorpresa y desconcierto—. A-ah... D-d-d-disculpen...

—Kaido Shun, Nendo Riki, entreguen sus exámenes. —habló fuerte y claro la profesora, visiblemente enfadada. Kaido tembló—. Retírense del salón.

Yare yare...

***

Si antes a Saiki le molestaba el llanto de Kaido porque su único y verdadero amor había faltado, el llanto de haber reprobado el examen era muchísimo peor y molesto.

—¡No te preocupes, pequeñín! Es solo un examen, vendrán más. —acotaba Nendo, dándole golpecitos en la espalda a su amigo, intentando darle ánimos.

—¡¿Por qué te empeñas en arruinar mi vida?!

Los tres se encontraban sentados afuera de la oficina del director, donde la profesora estaba encargándose de notificarles a los padres de sus alumnos lo que habían hecho durante la prueba. Saiki estaba por irse, realmente no tenía ganas de ver cómo Kaido era asesinado por su madre, no obstante, cuando recogió sus cosas sintió un muy suave toque en su hombro. Al parecer, alguien quería llamarle la atención.

—Disculpen... ustedes son los amigos de Hikaru, ¿no? —el muchacho tenía una amable sonrisa. Kusuo reconoció quien era: se trataba de Kaito.

El trío miró con curiosidad y sorpresa al mayor. Este pareció un poco nervioso por la intensa mirada de los tres.

—Me preguntaba si alguno de ustedes podría ir a la casa de Hikaru a dejar estos apuntes, el lunes tenemos examen y no quiero que repruebe. Hoy, el profesor dio tema nuevo, y dijo que entraría en la prueba. —dijo él, buscando entre su bolso una carpeta con varias hojas dentro—. Lo haría yo mismo, pero tengo cosas que hacer. Sería un gran favor si pueden hacerlo por mí.

—¡Me ecantaría! —a la lejanía, se podía ver cómo la madre de Kaido y la madre de Nendo se aproximaban. El de pelo azul tragó, nervioso al ver a su progenitora casi echando humo por la nariz y por las orejas—. O-olvídalo, no podré hacerlo.

—Ah, ya veo. Entonces... ¿tú puedes hacerlo? —Kaito miró directamente a Saiki.

Supongo que no tengo otra opción.

—¡Bien! ¡Gracias! Salúdenme a Hikaru de mi parte, ¡nos vemos! —el chico agitó la mano en forma de despedida a la vez salía rápido de la escena, estaba apurado. Saiki pudo leer en sus pensamientos que él tenía unas clases particulares a las que debía asistir.

"¡No es justo que Saiki pueda ver a Nishimura-san y yo no!" Kaido hizo un puchero con su boca, mirando al psíquico.

No es como si lo disfrutase.

A continuación, Saiki se despidió vagamente de Nendo y Kaido, dejándolos a merced de sus madres y así partir hacia la casa de la azabache. Aunque no quedaba muy lejos terminó por teletransportare hacia allí. Era más fácil y, además, no había mucha gente por las calles.

—¿Eh? ¡Oh! ¡Kuu-chan! ¡Es una alegría verte por aquí otra vez! —el padre de Nishimura fue quien lo recibió, con su típica sonrisa llena de bondad y esa felicidad que parecía irreal—. ¿Viniste a ver a mi pequeña Hika-chan?

Saiki simplemente tendió la carpeta llena de apuntes, si era sincero, no quería quedarse allí por mucho tiempo.

—¿Qué es esto? Ah, ya veo. Le trajiste a Hika-chan lo que necesita para estudiar, es muy amable de tu parte. Ella ahora mismo no se encuentra, se sintió mejor y fue junto a su tía a una farmacia cerca de aquí para comprar unos medicamentos. Si quieres puedes entrar y esperarla. —el hombre se hizo a un lado, y Saiki estuvo a punto de negar hasta que el otro abrió la boca—. Hay unos cuantos postres que pedí para Hika-chan, pero no creo que le haga bien comerse todo ella sola. ¿Quie-...?

—Con permiso.

El ambiente de la casa de Hikaru era cálida, como solía ser. Saiki observó con detenimiento la sala de estar donde lo habían invitado a sentarse. De repente, sus ojos se fijaron en una pequeña foto de marco ovalado, donde se mostraba a una niña con un gato de peluche. La niña sonreía, y se podía ver que le faltaba un diente de leche. El psíquico no pudo evitar sonreír ante la imagen de Hikaru.

—¿Qué hace él aquí? —la voz de la madre de su compañera se escuchó detrás de él. Kusuo salió de su trance y se dio media vuelta para apreciar a la mujer, que tenía las cejas fruncidas y los brazos cruzados.

Saiki se sentó en la mesa en silencio, ignorando la pregunta cuando el padre de Hikaru le sirvió un pedazo de pastel de vainilla.

—Está esperando a Hika-chan. ¿No es adorable? Vino a traerle los apuntes y encima vino a ver como ella estaba. —explicó el hombre, juntando ambas manos soñador.

La madre de la mencionada afiló su mirada, no parecía muy feliz con esa respuesta. Mas no acotó nada más, o al menos, no enfrente del psíquico. Ella tomó a su marido del brazo y lo arrastró a la cocina, disculpando a Saiki por unos segundos.

—Creo que fui bien clara cuando le dije a Hikaru que nada de-...

—¡Cariño! Por favor, estás siendo algo dramática. Ya ha pasado un año de eso, y además Kuu-chan parece un buen chico...

—El otro también lo parecía y terminó siendo todo lo contrario.

Saiki le dió una probada a su postres a la vez que miró con curiosidad la puerta de la cocina, donde los padres de Hikaru tenían una conversación 'privada' (que no lo era gracias a sus poderes).

—Pero él es de su escuela... ¡Y... es un grado menor!

—No tiene nada que ver. Por la culpa de ya sabes quién, Hikaru está donde está. Si ella hubiese sido más inteligente, no habría repetido. —la mujer sonaba bastante enfadada—. Ese idiota le destrozó la salud mental a mi hija y no voy a permitir que pase otra vez. Sea quien sea. Sea este chico Saiki, sea cualquier otro. Hasta que no me demuestre que no es como el anterior, entonces no lo aprobaré. Fin del tema. Tú también deberías hacer lo mismo.

Y sin dejar que el hombre respondiese, la mujer abandonó la cocina, pasando por última vez en el comedor donde el psíquico se encontraba. Kusuo notó como la madre de Hikaru le daba una mirada terriblemente fría y seca.

—Discúlpala, Kuu-chan. Ella... ella no es así todo el tiempo. —acotó el hombre, una vez que su esposa regresó al cuarto de arriba—. Solo... está preocupada por Hika-chan, solo que no lo demuestra.

Preocupada... ¿de qué? ¿Debería preguntar?

—No sé si lo sabes, pero seguramente has oído algo sobre ello. Hika-chan repitió segundo año... Creo que tú recién entrabas a primero, así que por esa razón no coincidieron con los cursos. —explicó él, largando un triste suspiro—. Fue una época muy difícil. El día en el que Hikaru nos dijo que había repetido, se peleó muy fuerte con su madre, y a partir de ahí dejó de hablarnos por unos cuantos meses. No hablaba con nadie. La razón por la cual repitió fue... por su ex novio. Eran de la misma clase, eran amigos desde pequeños. Inseparables. Nosotros confiábamos plenamente en que sería la mejor opción para nuestra hija, pero... nos equivocamos.

Nishimura me había dicho que alguien de su mismo curso empezó con los rumores... entonces...

—Al poco tiempo de que los dos empezaron a salir, él empezó a llevarla por mal camino. Le decía qué hacer y no hacer, con quién podía juntarse o con quien no. Era... una relación tóxica. También empezó a tratarnos mal, diciendo que lo único que hacíamos era tratar de ponerla en contra de su novio. Pensamos que Hikaru podía tomar el control ella misma, ya sabes, por su carácter. No es una persona que se deja pisotear. Sin embargo, cuando menos nos lo esperábamos, ella empezó a saltearse las clases. Nos decía que iba a presentarse a los exámenes cuando en realidad se escapaba con unos supuestos amigos que había conocido gracias a él... tuvimos muchas llamadas preocupadas por los profesores, e incluso de la policía, diciendo que ella había sido cómplice de algunos robos por parte de este chico... Fue... algo muy duro. —el mayor tenía una mirada de una profunda tristeza—. Realmente no estoy muy seguro de cómo terminó. Simplemente... un día Hikaru volvió con la noticia de que había repetido de curso. Jamás volvió a nombrar a su ex novio, y cada vez que tratábamos de mencionarlo evitaba el tema y se largaba sin decir nada. Con su madre suponemos que terminaron y ella se dio cuenta de todo lo que hizo. Pero... jamás volvió a ser la misma. Incluso ahora, que ha pasado un buen tiempo. Las cosas no son iguales. Su relación con su madre ha caído bastante, pero... poco a poco va fortaleciendo.

Un silencio crudo y pesado se interpuso en el ambiente. Saiki estaba literalmente casi en shook. No se esperaba absolutamente nada de lo que acababa de oír. Aún así, mantuvo su expresión seria. No iba a decir nada, no planeaba hacerlo. Dejaría que el silencio se haga cargo de todas las respuestas.

—¡Papá! ¡Ya llegué! —la voz de la joven se escuchó en la entrada junto al sonido de la puerta cerrándose con llave—. La tía se tuvo que marchar porque recibió una llamada de su trabajo y era urgente, así que me tuve que volver sola. Tengo los medicamentos y-...

La azabache frenó en seco al ver al de pelo rosa sentado en el comedor comiendo su último pedazo de pastel. Arrugó la frente, confundida. Kusuo la observó, ella llevaba un barbijo que le cubría la boca y la nariz. El cual se quitó.

—¿Qué hace él aquí? —se cruzó de brazos, aún teniendo las bolsas de nylon en su mano.

Yare yare... sí que te pareces a tu madre.

—¡Ah, mi dulce Hika-chan! —habló el hombre, levantándose y dándole un pequeño abrazo a su hija—. Kuu-chan fue muy amable y te trajo los apuntes que necesitas, además de que vino a ver cómo estabas.

—Bueno... gracias, supongo. —pronunció, mirando recelosa a su compañero.

—No hay de qué.

Hikaru alzó una ceja.

—Kaido me contó que reprobó el examen porque Nendo lo molestó. Y ahora está castigado por un mes entero. —comentó la azabache sentándose en frente de Saiki, y sacando su móvil donde se mostraba el chat entre Kaido y ella—. Qué lástima, y eso que lo ayudé a estudiar.

Esta vez, Kusuo alzó una ceja.

—¿Lo ayudaste a estudiar?

—Ajá. Pero no te pongas celoso, fui a la casa y estaba la madre. Nada más que números, ecuaciones y fórmulas pasaron allí. —bromeó ella, haciendo sonreír al otro.

—Idiota.

—La próxima vez te ayudaré a estudiar, bombón, no te preocupes. —Hikaru le guiñó el ojo, para después dar una corta mirada a su alrededor. Cuando notó que su padre no estaba por allí, su rostro se tornó serio—. Dime, ¿mi padre te dijo algo?

El psíquico la miró.

—¿Algo como qué?

—Sí, ya sabes. Algo sobre mí. Mis gustos, mis estudios... mi pasado... algo.

El chico quedó unos segundos en silencio.

No. Solo me habló de lo feliz que era viendo cómo tenías buenos amigos.

Ante su respuesta, Hikaru se vio más aliviada. Saiki lo notó, la tensión en los hombros de ella desapareció tan rápido como llegó.

—Ah, bien. Es que... mi padre es muy lengua suelta.

Lo noto.

—Le gusta hablar de mí. —continuó—. Así que tenía miedo de que hable de algo que no debería. No es que esté mal, pero... no me gusta que la gente meta sus narices en donde no los llaman.

—Aquí está tu medicamento, cariño. —su padre regresó de la cocina con una sonrisa simpática, dándole a ella una pastilla y un vaso con agua.

La joven agradeció y procedió a tomarse aquello. El padre a continuación subió al primer piso, dejando a ambos chicos a solas un silencio.

Saiki no pudo despegar la mirada de la contraria. Pensaba en todas las veces en las que pensó que Hikaru solamente era una niñita estúpida y buena para nada que había repetido por una estupidez. Pero ahora, se daba cuenta que su situación fue más pesada de lo que alguna vez pensó. Se preguntaba internamente qué había pasado con ese chico, y si ese chico era el que ella había golpeado semanas atrás. Tendría sentido.

—Oye, ya sé que te gusto mucho y que soy irresistiblemente guapa, pero deja de mirarme. Das miedo con esa mirada. —Hikaru sonrió alzando a la vez una ceja, sorprendiendo ligeramente a Kusuo.

—¿Doy miedo?

—Sí. ¿Quién sabe qué es lo que pasa por esa cabecita tuya?

—Mucho más que en la tuya seguro.

—En esta cabecita está guardada la receta de cómo hago los postres deliciosos, así que si fuese tú mantendría mi boca bien cerradita. —la joven le guiñó el ojo, divertida.

—Cómo si tus postres fueran los únicos en este planeta.

—No fue lo que dijiste la otra vez. Admítelo, te mueres por el postre y por la cocinera, o sea, mua. —Hikaru se apuntó a sí misma.

¿Estás segura de eso?

—Tan segura de que si te hago una gelatina café con la forma de algún animal o cosa que te guste me amarás por siempre. —la azabache empujó con su dedo índice la frente de Saiki con suavidad, él aprovechó para tomarle la mano para alejarla, aunque ambos permanecieron con las manos juntas por unos segundos más—. Aunque sería triste porque no sería un sentimiento recíproco, lo lamento, se tiene que hacer más que decir un par de palabras bonitas para poder ganar mi corazón.

—¿Con qué? ¿Con gatos?

—Y pizza, que no se te olvide la piz-... espera, ¿cómo sabes que amo a los gatos? —Hikaru se zafó del agarre del joven.

Por uno segundos, a Saiki le gustó el contacto que sus manos tuvieron.

Estás pensando en ellos ahora mismo.

—Tu padre me lo dijo.

Nishimura rodó los ojos.

—Por qué no me sorprende. —dijo ella, sonriendo otra vez—. Bueno teñido, tienes que irte. Se está haciendo tarde.

—Yo soy el invitado, se supone que yo decido cuando irme.

—Oye, que se te hace de noche. Si te vas muy tarde te va a comer Slenderman por el camino, y me van a culpar a mi por asesinato. —Hikaru se levantó y obligó a Saiki a pararse para después empujarlo hacia la salida.

—Primero, no estamos en un bosque. Y segundo, se necesita más que una leyenda estúpida para vencerme.

—Ya, vete, señor invencible.

Una vez que Saiki estuvo en la puerta, se giró para mirar a la mayor a los ojos. Esta estaba con las manos a cada costado de su cadera, sonriéndole divertida. Él le devolvió la sonrisa.

—Nos vemos el lunes, Saiki.

—Adiós, Nishimura.

Y Saiki regresó a su casa con un sentimiento ligeramente cálido en su pecho.

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