2:30 pm.
Fin de clases.
Después de estar pensando como rallos iba Jin a invitar a la chica de las cartas a que se conocieran y con ello decirle que no estaba saliendo con nadie y que todos esos rumores eran simples chismes de pasillo inventados por vaya a saber quién (Si sabía quién pero no le diría) decidió hacer lo mismo que ella, enviarle una carta.
Tenía tres sospechas de las posibles personas, pero es lo suficientemente flojo como para revisar la caligrafía de sus compañeras de clase, así que optó por aliarse con el señor de intendencia y que este vigilara el salón de música justo después de que se acabaran las clases para así dar con la chica y poner en marcha el plan.
- ¡Hola!
- Sí, dime
- Verá, quisiera pedirle un favor enorme
- Si te refieres al cambio de papel higiénico por alergias o a que haga mandados fuera de las instalaciones estas equivocado, no puedo hacer eso.
- No, me refiero a la sala de música
- ¿Qué pasa con la sala de música? ¿Tiraron algo?
- No, señor. Lo que quiero decir es que revise quien va a la sala de música en los siguientes días. Ya sea terminando los clases o a la hora de receso.
- ¿Para qué quieres que haga eso?
- Es un asunto de vida o muerte, señor.
- Si están robando tus instrumentos debes decirle al director, no a un empleado
- No es eso, ¿pero si me ayudará?
- No prometo nada, pero estaré dando vueltas por si acaso
- Se lo agradecería mucho, señor. Pase buena tarde.
- Hasta luego, muchacho.
Lo que Jin no sabía es que el señor de intendencia era quien le habría a la chica el salón para que ella dejara las notas cuando este estaba cerrado.