𝐁𝐄 𝐌𝐘 𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 | frechip

By GoldenYourGod

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Freddy sentía una extraña necesidad de experimentar. Hacia tiempo que una pregunta le rondaba por la cabeza;... More

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By GoldenYourGod

—¡¿Qué hiciste qué?! —Chica preguntó en media histeria. No lograba conectar los puntos de como de todos los hombres del mundo en esa página tuvo que conocer a su primo. Era como una historia de terror. —Freddy, la verdad no te voy a decir mentiras como que es peligroso, porque realmente Chip no es un chico del que tengas que cuidarte pero, se mete mucho en problemas.

—¿A qué te refieres? —preguntó.

—Digamos que tiene un historial con la policía por peleas callejeras hace un par de años. Tiene gente detrás de él que lo odia y han intentado hacerle daño. No quisiera que te veas involucrado en esas cosas por él. —explicó lo más corto que podía. —Lo más seguro es que no te lo haya dicho.

Negó. —No. Aún así, no pienso dejarlo, Chica. Chip es muy lindo conmigo, me trató maravilloso y me hizo sentir seguro, eso me gustó de él. —admitió con una sonrisa. Chica se le quedó viendo por unos segundos con cara sería, entrecerrando sus ojos para mejor análisis de la situación.

—¿Qué planeas, Freddy? —preguntó, cruzando sus brazos.

—¿Ah? —se confundió. —Nada, ¿Por qué piensas que tengo malas intenciones con él? Sabes que ya no soy así. He cambiado. —se quejó con un pequeño puchero. Chica suspiró con la respuesta, mirando hacia abajo y pasando su mano por su cabello. Algo tramaba su mejor amigo e iba a descubrir que era. Lo dejó pasar, mirando a Freddy todavía.

Freddy sonrió lindo a su amiga para darle confianza. Una de las razones por las que Chica no confiaba era por un expediente de situaciones de su amigo en el pasado. Freddy no era un niño bueno, un santo, un angelito como Chip lo llamaba. Freddy era como un demonio pequeño que iba detrás de Chip como si nada, buscando algo más que solo una compañía.

—Bien. Ah, lo que te iba a decir. —recordó después, yendo a las bolsas que había traído del supermercado para comenzar a ordenar todo y así empezar a cocinar algo para ambos. —Golden me llamó hace unas horas para decirme que vendrá a verte.

—Ugh, ¿Por qué te llamó a tí? —preguntó molesto.

—No le agradas a Golden.

—¿Cuándo le he agradado? —cuestionó, yendo con ella para ayudarla, sacando lo que había traído. —¿Compraste con la tarjeta que te dí, verdad? Sabes que no me gusta que uses tu dinero para la comida.

Chica asintió. —¿Por qué no me dejas usar el dinero que gano en mi trabajo? —cuestionó.

—Porque cocinas. —respondió, mirándola. —Es lo mínimo que puedo hacer como agradecimiento a que me estés ayudando. Además, ¿Qué iba a hacer con el dinero de esa tarjeta? Tengo otras.

—Podrías donarlo. —sugirió.

—Ya lo hago. —respondió una vez más con una sonrisa. Freddy en ocasiones se aburría de tanto dinero en sus tarjetas que simplemente compraba cualquier cosa en cualquier momento. En ocasiones se quedaba despierto en la madrugada, le daban ganas de comprar cosas en línea y lo hacía sin problema.

Luego se olvidaba lo que había comprado.

—¿Tu crees que el dinero da felicidad? —Chica preguntó de repente mientras sacaba todo lo que iba a necesitar para cocinar.

—No, pero te da comodidades y ya no tienes preocupaciones. —contestó, sentándose en una de las sillas altas de la mesada en medio de la cocina, cruzando sus piernas como de costumbre. —Estoy consciente del privilegio en el que vivo por mi situación económica, Chica. Nunca me he preocupado por lo que voy a comer al día siguiente o por deudas. Incluso tengo el dinero asegurado para la universidad de mis hijos.

—No puedo contigo y tu idea de tener ocho hijos, Freddy. —rió con su comentario, viendo a su mejor amigo quien solo rió por lo mismo. —¿Ocho?, ¿En serio?

—No voy a tenerlos dentro, o al menos no todos. Quisiera adoptar como mi madre hizo. —dijo feliz, imaginando el futuro que tendría con su esposo e hijos. —Un día tendré un esposo lindo y atento con el que voy a cuidar a mis bebés.

Freddy parecía ya tener su futuro planeado, era simple; casarse y tener hijos. Al menos eso era lo que su madre le había dicho que hiciera en el futuro y que no se alejara de esa idea. Decidió irse a su habitación en lo que Chica terminaba. Al llegar a su habitación se encerró, mordiendo su labio inferior al ver su cama y recordar lo que había pasado. Pensar que hace unos minutos estaba ahí con Chip haciendo todo tipo de cosas y que había tenido el miembro de Chip en su boca le causaba cosquillas en su pelvis y entrepierna.

Agarrando su teléfono, revisó los mensajes que le habían llegado, entre todos esos había uno de Chip que le decía que se veía muy lindo en todo el día y que deseaba ya poder verlo otra vez. Sonriendo, se acostó en la cama para esconder su rostro ardiente. Odiaba sentirse de esa forma, como si fuera un adolescente enamorado. Suspirando para tranquilizarse, le respondió entre suaves risas.

« Yo también quiero volver a verte. Espero sea pronto, no puedo esperar mucho. Quiero volver a tenerte en mi boca, por favor. » mandó Freddy seguida de una linda foto de su abdomen y pelvis marcada de chupetones que le había hecho.

Chip en casa se había terminado de bañar y recibió el mensaje de Freddy. La sonrisa que apareció en su rostro al leer y ver la foto fue inmediata. No podía creer lo lindo que era Freddy, y lo tenía solo para él esos días. Quería enseñarle muchas cosas a su angelito bonito, debido a su inexperiencia en el sexo siendo el de abajo.

« Cuando tú quieras, mi amor. Dime qué día quieres que vaya e iré. » respondió. « puedes mandarme las fotos que quieras, angelito. »

Freddy se tomó su tiempo pero terminó por mandarle un pequeño video un poco más explícito. El Fazbear mostraba su entrada con sus dedos cerca de ese lugar, frotando lento, escuchando los suaves gemidos y jadeos. Chip apretó su puño al ver el vídeo. Ahora debía de atender su erección antes de salir de casa. Iba a un bar con unos amigos como todos los Viernes por la noche, dónde la mayoría de las veces encontraba a un lindo chico para llevar a casa.

En la sala de estar encontró a Hayley quien comía un poco de cereal con leche antes de salir. Estaba en el medio de hacer su cabello y maquillaje, pero le dió hambre. Al ver a su amigo le sonrió para saludarlo. —¿Fuiste a ver a Freddy Fazbear? —preguntó Hayley con una gran sonrisa.

—¿Cómo sabes su nombre, wey?

—Lo revisé. No sabía que te atraían los chicos multimillonarios con el futuro arreglado. —bromeó, riendo al final y siguiendo comiendo. Hayley conocía a Freddy Fazbear, ¿Quién no lo hacía después de todo? —Espero sepas en lo que te estás metiendo.

—Tú me dijiste que entrara a ese sitio.

—Pero nunca pensé que iba a verte con Freddy Fazbear. —anunció alzando sus brazos. —El futuro empresario de la importante familia Fazbear. Es peligroso, Chip. Dicen que su madre está loca.

—¿No es puro chisme esa verga? —preguntó, sentándose junto con ella con su teléfono en mano. —Nomás dijo que su mamá quiere que se case y tenga hijos, sabrá la madre para qué.

—¿No quieres tener hijos con él? —preguntó.

—Ni de pedo. Aceptaría casarme con él porque el wey está bien hermoso pero, no le aceptó los hijos. —explicó, robándose un poco del cereal de su amiga. Chip no tenía hijos en su planificación de vida. No era lo que quería ni tenía el instinto paternal como algunos de sus amigos que sí querían bebés.

Ya fuera, el grupo de amigos pasaba un buen momento en el bar; platicando, riendo, tomando alguna cerveza de por medio ya que estaban ahí. Chip en un momento se levantó para salir a fumar un poco. —No tardo, wey. Nomás uno y regreso. —prometió, saliendo del bar para sacar un cigarro y encenderlo. Sacando su teléfono, viendo los mensajes que tenía, entre esos unos cuantos de Freddy. Le parecía adorable que siga mandando mensajes diciéndole que lo extrañaba y quería verlo.

Después de unos minutos, alguien se paró a un lado de él. Mirándolo, era un joven más bajo que él que había salido por lo mismo. Iba a ignorarlo y seguir con lo suyo, si no fuera porque le preguntó su nombre. —¿Mmh?

—¿Cómo te llamas? —le preguntó con una sonrisa, mirándolo al rostro, parándose frente a él para que lo vea mejor. —¿Estás ocupado? —cuestionó.

—Estoy con unos amigos. —respondió, mirando el cuerpo del contrario con atención. Rubio, pequeño, ojos de color inusual, un cuerpo atractivo a la vista. Sonriendo, suspiró al sacar el humo del cigarro. —Chip Hernández, un gusto.

—Gian Bunny. (Glitchtrap) —se presentó, acercándose a él un poco para ver si lograba algo con él. —¿Sabes? Te ví apenas entraste y llamaste mi atención. Me preguntaba si…

—No estoy ocupado. —interrumpió, colocando su gran mano sobre la cadera del otro, sentándose en la banca que estaba detrás. Lo miró atento en espera de lo siguiente. Había estado dos horas viendo a los hombres que entraban y ninguno le había llamado la atención, hasta que vio a Chip entrar. —¿Qué buscas, pequeño?

—¿No buscas lo mismo que yo? —preguntó al acercarse a él, colocando sus manos sobre los hombros de Chip con dobles intenciones. —Te ves tan grande, podrías levantarme y moverme a tu gusto por un par de horas, ¿No quieres eso? —cuestionó, acercándose más para darle un beso en la mejilla.

Chip sonrió. Mirándolo bien mientras sentía besos caer por sus mejillas y mandíbula, pudo notar lo lindo que su cuerpo era con aquel pantalón ajustado a sus piernas largas. Acariciandole la cadera y apretando. Era suficiente con eso, todavía estaba necesitado desde hace unas horas por los vídeos y fotos que Freddy le había mandado. Se levantó, dejando ver la diferencia de altura entre ambos.

—¿Quieres saltar sobre mi, conejito? —preguntó, agachándose para verle mejor el rostro. Gian rió, asintiendo varias veces, mordiendo su labio inferior con deseo, lo besó en los labios sin pensarlo, sosteniendo su cuello para ello.

Gian se separó de él, viendo dentro del bar donde estaba su mejor amiga hablando con unas chicas. Al mantener contacto visual, le dijo que iba a irse a casa con aquel hombre. —Puedes venir conmigo. Sé dónde ir. —comentó, llevándolo con él a su departamento.

Gian Bunny; integrante de la problemática familia del mismo nombre. Hermano mayor de Bonnie Bunny; ex novio de Freddy Fazbear. Gian era el mayor, incluso más que Chip. En ese momento no era importante en lo absoluto, solo quería pasar unas horas con algún hombre. Una vez en su departamento, cerró la puerta principal y se preparó para lo que venía.

—¿Sabes? Es la primera vez que un hombre me encanta a la primera. Estuve más de una hora esperando a uno que me llame la atención y no hubo ninguno, más que tú. —admitió, colocando sus brazos en su espalda y mirando hacia arriba. —Eres tan alto, me gusta eso en los hombres. Los tatuajes, que fumen y que parezcan que van a destrozarme. —sonrió, colocando sus manos sobre su pecho.

Chip lo cargó en su brazo, sorprendiendo al Bunny por la fuerza que tenía como para levantarlo solo con un brazo.

—Me gustas mucho. Podemos tener sexo cuando tú quieras, no me molesta. —Chip aceptó, haciendo que Gian se alegre por su respuesta. —Mi habitación está ahí.

Apuntó a la puerta del fondo. Chip fue rápido en llevarlo hasta esa habitación. Entrando, no cerró la puerta ni nada por la desesperación. Acostando a Gian, comenzó a besarlo en los labios. Entre besos, mordidas, varias marcas en todo el cuerpo de Gian, el mexicano se quitó la camisa, tirándola a un lado. Gian lo miró, mordiendo su labio, abriendo sus piernas, emocionado de ver lo que había más debajo. Su ropa fue despojada en cuestión de segundos, quedando desnudo sobre la cama.

Lamiendo sus labios al ver el tamaño del miembro. Era enorme e iba a asegurarse de tenerlo dentro, tan profundo dentro de él hasta que lo haga gritar de placer. Le gustaba el sexo rudo y bruto. Se levantó de la cama, yendo por un lubricante primero, esa cosa no iba a entrar fácil. Aunque, en su mente solo quería que lo meta en seco, pero preferiría poder caminar mañana.

Volvió a acostarse en la cama, abriendo sus piernas al mexicano, viendo como se colocaba el lubricante en su miembro y después en su entrada para preparar un poco su interior. Le aburría un poco la preparación pero, entendía que era importante, quería seguir caminando después de esa noche. Sonrió cuando la preparación finalizó después de media hora, había tardado más de lo esperado, lo agradecía ahora que lo reflexionaba. Su entrada estaba lista, y Chip sabía que ya podía entrar en él. Agarrando a Gian de las caderas, alzando las mismas para presionar su glande contra el pequeño orificio ya listo.

Unos minutos bastaron para tener al rubio gimiendo en voz alta, temblando, contrayendo su cuerpo por la fuerza en la que lo hacían. Arqueando la espalda, riendo suave cuando Chip se detenía para acomodarlo en la cama. Jalando las sábanas y apretando las mismas, miiraba hacía abajo, notando su pelvis hinchada debido al miembro.

—¡Aah, ahí! —gimió. Habían tocado su próstata, ese dulce lugar tan sensible que lo hacía retorcer en su lugar. Apretando ahora los brazos del mexicano, sentía como la cama se movía violentamente contra la pared.

Sus piernas temblando. Se podía escuchar como sus pieles se golpeaban hasta fuera de la habitación. Las piernas de Gian estaban flexionadas contra su pecho, lo que hacía que las penetradas fueran más profundas. Su cuello era sostenido, apretado, a veces otorgándole bofetadas suaves. La agresividad con la que era penetrado profundo y firme, lo estaba matando.

Lo abrazó por el cuello, brazos rodeando el cuello del mexicano cuando esté se acercó a él. Las piernas del pálido aún en la misma posición, dejando un espacio para que entre el mexicano y así abrazarlo, lo apretaba con sus piernas. Sus ojos entrecerrados, entregado totalmente al orgasmo que estaba viviendo. Su cabello hecho un desastre, apenas podía respirar, aunque ya no le agarraban el cuello, se ahogaba él mismo con su saliva, rasguñando la espalda del mexicano.

Fueron horas encerrados en esa habitación donde ya se sentía el ambiente caliente. Gian se había corrido ya varias veces sobre la cama y en ese momento no podía hacer más que quedarse acostado, siendo usado por el más alto cual juguete sexual. Sacando un grito al llegar una vez más al orgasmo, viniéndose y así también el Chip dentro de él. Después de eso, siguieron otras veces, hasta que el pequeño rubio apenas podía reaccionar, solo gemía, sonriendo y babeando sus sábanas por el extremo placer de la sobre estimulación. Llegó al punto dónde apenas podía pensar bien y lo poco coherente que lograba salir de su boca eran murmullos pidiéndole por más.

Ese hombre le estaba haciendo olvidar su propio nombre. La pared ya estaba dañada, su trasero rojo por las nalgadas y el golpeteo de sus pieles constante. Juraba que al día siguiente iba a estar en un trance repitiendo las escenas de sexo en su mente. Era mejor de lo que había imaginado cuando lo vio en el bar. Le encantaban las grandes manos que le agarraban el cuello o el cabello para jalar del mismo.

No fue hasta las seis de la mañana que Gian se despedía del mexicano. Aún algo aturdido y temblando, riendo suave en la puerta cuando le decía adiós, sintiendo todavía el miembro dentro de él y el semen salir de su entrada.

—Gracias, me diste la mejor noche de mi vida. —Le dio un beso en los labios y otro en la mejilla, rodeando su cuello con sus delgados brazos, —Puedes llamarme cada que tengas ganas, o buscarme. Estaré en el mismo lugar todos los Viernes, te veo ahí. —Le besó los labios una vez más, antes de dejarlo ir por fin.

Llegó su amiga justo cuando el mexicano ya se había ido, dándose cuenta de la intensa noche que tuvo su amigo con aquel hombre que se había llevado.

—¿Cómo estuvo tu noche? —le preguntó con una sonrisa, entrando y viéndolo. Gian solo rió, cerrando la puerta para hablar con ella un poco antes de irse a la cama a dormir.

—Me siento embarazado, Vanny.

—No te vayas a embarazar, por favor. —le pidió.

—¡Nunca! No digas estupideces. —exclamó sintiéndose ofendido. Era lo que menos quería en esa vida, traer a la vida a un ser humano a sufrir. Para nada, le daba asco solo pensar en eso. —Iré a dormir, nos vemos más tarde.

Se fue a su habitación con esa sonrisa lujuriosa, acostándose en la cama de una vez para dormir unas horas. En su mente tenía a Chip todavía, lograba sentirlo dentro de él todavía. Debía de tenerlo, debía de obtener a ese hombre no importa lo que cueste.

Quería amarrarlo a él, casarse con él aunque no lo ame, pero le daría un buen sexo todos los días. Ya se imaginaba todos los días despertando arriba de él, saltando sobre su miembro toda la mañana, tarde y noche. Era un futuro prometedor solo en esa parte, fuera de ella serían peleas, gritos, insultos y puro odio.

Lastimosamente así no lo veía Chip, para él fue cosa de una noche y así se quedaba. No lo iría a buscar más después de esa noche, más que nada porque ya tenía un compromiso de alguna manera con Freddy, no podía romperlo.

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