Zero Hour ➳ Jeongcheol

By snowcoups

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"El equipo SILVER de los P.L.E.D.I.S. (Police of Laboratory Equipments with Defense and International Service... More

Prólogo
«Capítulo 1»
«Capítulo 2»
«Capítulo 3»
«Capítulo 4»
«Capítulo 5»
«Capítulo 6»
«Capítulo 7»
«Capítulo 8»
«Capítulo 9»
«Capítulo 10»
«Capítulo 11»
«Capítulo 12»
«Capítulo 14»
«Capítulo 15»
«Capítulo 16»
«Capítulo Final»
Epílogo

«Capítulo 13»

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By snowcoups


La criatura que surgió de entre los escombros no se parecía a nada que Jeonghan hubiera visto antes. Se detuvo junto a la cima de escombros, alzó los brazos como si hiciera estiramientos y permitió que lo contemplara claramente. Jeonghan notó que se le secaba la boca y se le cubrían las manos de sudor. Sintió la urgente necesidad de ir al lavabo.

Era un humanoide. Humano, casi, porque tenía los rasgos faciales de un hombre, excepto que ningún hombre brillaba con tal palidez; la piel sin vello y el cuerpo eran de un blanco casi luminoso. Ningún hombre tenía garras que alcanzaran casi la misma longitud que los brazos, garras curvadas y brillantes como cuchillos de acero, más largas en la mano derecha que en la izquierda. Las venas eran como gruesas cuerdas visibles a través de la piel; masas de tejido rojo y blanco se amontonaban sobre los enormes hombros y el gigantesco pecho. Grupos de llagas de color rojo sangre se repartían sobre los tres metros de cuerpo, y la mayor parte de la piel de la parte baja del rostro estaba arrancada y dejaba al descubierto una especie de sonrisa sangrante de hueso y carne, sonrisa macabra que volvió hacia Jeonghan mientras flexionaba las garras, como si esperase deseoso su encuentro.

El monstruo lo miró y su asquerosa sonrisa pareció agrandarse ligeramente. Jeonghan lo oía respirar, un sonido rasposo y seco; también podía ver los latidos de su extraño corazón bombeante, sólo parcialmente cubierto por la caja torácica.

Casi sin darse cuenta de que había alzado la escopeta, Jeonghan disparó. El estallido cubrió el cuerpo del monstruo con hilos de sangre oscura que comenzaron a resbalarle por el cuerpo. La criatura tiró su enorme cabeza calva hacia atrás y gritó, un alarido apocalíptico, como el fin de todo. Pero había más rabia y furia que dolor, y Jeonghan comprendió de repente que no iba a sobrevivir durante mucho rato.

De un único salto, el monstruo pasó ágilmente desde la pila de roca destrozada hasta quedar agachado a unos cuatro metros de Jeonghan. Éste notó que el suelo temblaba. Las garras de la criatura arañaron el hormigón mientras se incorporaba y fijaba su mirada gris y maligna sobre el joven. Éste retrocedió y cargó la escopeta; le temblaba todo el cuerpo mientras intentaba apuntar hacia la horrible sonrisa. La cosa se acercó, se puso entre él y el ascensor justo cuando éste se detuvo y las puertas comenzaban a abrirse. La criatura dio otro paso.

"Al menos es lento. Si lo pudiera alejar y luego volver corriendo..."

Otro paso, y Jeonghan vio y oyó aparecer una grieta en el suelo bajo las gruesas uñas negras de los pies del monstruo. El joven retrocedió e intentó ampliar la distancia entre ambos. Y de repente la cosa se puso a correr, veloz, su brazo era como un reflejo borroso mientras lo bajaba y lo subía a gran velocidad, las hojas de sus manos pasaron lo suficientemente cerca de Jeonghan como para que él pudiera captar su propio reflejo mientras se movía para esquivarlas.

Se tiró al suelo y rodó sobre el hombro, con la escopeta apretada contra el pecho, y ya volvía a estar en pie cuando la criatura acabó su extraño movimiento. Saltaron chispas de la pared junto al ascensor cuando el panel de control quedó hecho pedazos. Tras él se encendieron luces de alarma y comenzó a sonar una sirena. Una enorme puerta de metal empezó a descender entre Jeonghan y la plataforma del montacargas por el que había bajado. Dividiría la sala en dos y lo dejaría atrapado con el horripilante monstruo, así que Jeonghan se puso a correr, decidido a quedarse al otro lado de esa puerta. Era pesada y bajaba de prisa, como una gruesa cortina de metal que seguramente sería impenetrable para la criatura.

Jeonghan alcanzó el otro lado fácilmente y se volvió para mirar, corriendo hacia atrás. La monstruosidad creada por el hombre corrió tras él y se agachó para pasar bajo el panel deslizante. El chico sintió que el corazón lo golpeaba dentro del pecho, y un sudor frío le cubrió el cuerpo.

"Si acabo en el mismo lado que esa cosa,
todo habría terminado"

Esperó, viendo cómo la criatura avanzaba hacia él lentamente y sin vacilar, y cuando la parte baja del panel le llegó a la altura de la cabeza, corrió de vuelta hacia el otro lado. Tuvo que agacharse para pasar, y rogó por que la cosa quedara atrapada, pero la criatura volvió a seguirlo; se agachó bajo el panel y alzó las garras sobre la cabeza. Jeonghan sintió un rayo de esperanza; quizá la puerta lo aplastaría. Entonces oyó un chirrido de metal cuando las garras gigantes arañaron el panel. Contempló, horrorizado y sorprendido, cómo la cosa conseguía detener el descenso de la puerta el tiempo suficiente para pasar por debajo. Lo consiguió, y la puerta se cerró sobre el suelo con un resonante sonido.

Todos los instintos de Jeonghan le gritaban que corriera, que saliera de allí, pero no había adonde ir. Con la puerta cerrada, la sala no era mucho mayor que su apartamento. Tenía que llegar al ascensor. Era su única oportunidad.

Corrió hacia allí, agarró el pomo de la puerta y comenzó a abrirla, y oyó al monstruo acercarse, oyó sus pesadas pisadas, el crujido del cemento bajo sus pies.

"¡Mierda!"

Ni siquiera se volvió, pero instintivamente supo que no tenía tiempo. Se agachó, cayó de rodillas y se echó hacia un lado justo cuando las garras cayeron y golpearon contra la puerta del ascensor, clavándose en la pared ante la que Jeonghan había estado un segundo antes.

Caminó hacia atrás mientras el monstruo daba la vuelta, le clavaba la mirada de nuevo y daba un paso. Estaba centrado en él, tan implacable como una máquina. Lanzó hacia atrás el desmesurado brazo, como si fuera a lanzar una pelota, y dio un segundo y resonante paso.

"¡Piensa! ¡Piensa!"

No podía luchar contra él, probablemente tampoco podría matarlo con nada de lo que llevaba; su única esperanza era engañarlo de algún modo.

El plan aún se estaba formando cuando lo puso en acción. La criatura era demasiado grande y no le resultaba fácil parar cuando comenzaba a correr. Si conseguía que lo persiguiera y lo esquivaba en el último segundo quizá tuviera tiempo de abrir la puerta del ascensor.

Jeonghan se detuvo lo más lejos del ascensor que pudo en ese pequeño espacio.

Otro paso. Las garras chasquearon.

El joven necesitó toda su fuerza de voluntad para no echar a correr. Apuntó a la criatura con la escopeta y se preparó para lanzarse hacia el ascensor en cuanto el monstruo ganara velocidad. La sonrisa del monstruo se hizo más amplia mientras inclinaba las rodillas ligeramente, preparándose para saltar. Y entonces se movió, sólo unas cuantas zancadas y estaría sobre él. Al instante, Jeonghan salió volando, se agachó para esquivarlo y corrió hasta la puerta del ascensor. La agarró con manos temblorosas, la abrió, se lanzó dentro y se volvió para cerrarla.

El monstruo ya estaba yendo a por él de nuevo, moviéndose de prisa, demasiado de prisa. La puerta no aguantaría, estaba seguro. Levantó la escopeta y disparó sin tener tiempo de apuntar. El tiro le dio en el hombro derecho. La criatura se tambaleó hacia atrás, gritando; la sangre saltó a chorro de la herida, y Jeonghan ya no vio más. Cerró la puerta de golpe, pulsó el botón más bajo del tablero, apretó los ojos, y rezó.

Pasaron los segundos. El ascensor continuó bajando y finalmente se detuvo. Jeonghan dejó de rezar cuando oyó la corriente de agua en el exterior, pero estaba demasiado aterrorizado para preocuparse de eso en este momento, todo su cuerpo seguía temblando incontrolablemente.

Después de lo que le pareció un largo rato, el temblor fue cesando. Estaba bien. O al menos estaba vivo, y eso ya era algo.

Rogando para no volver a ver esa cosa nunca más, Jeonghan abrió la puerta y salió.

El doctor Arima por fin se estaba marchando cuando oyó un grito inhumano resonar por el hasta el momento silencioso edificio, un grito de pura rabia.

Se detuvo en la entrada del pequeño subterráneo que llevaba al exterior y se volvió para mirar hacia la sala de control ejecutivo. Se había pasado dos horas en esa pequeña área escondida, primero luchando por tomar una decisión y luego luchando para que el ordenador obedeciera su orden de cancelación. La secuenciade autodestrucción estaba programada para dentro de poco más de una hora; como había sugerido Haruto, la destrucción del centro y el complejo que lo rodeaba coincidiría con el comienzo del nuevo día.

Ese grito... Nunca había oído algo igual, pero supo inmediatamente lo que era porque había visto las últimas fases del proyecto. Nada más podía hacer un sonido así.

El prototipo del Tirano estaba libre.

De repente, las sombras que rodeaban el estrecho túnel le parecieron demasiado profundas, demasiado solitarias. Demasiado capaces de contener secretos. Arima se apresuró; acababa de convencerse de que había tomado la decisión correcta. Todo iba a ser pasto de las llamas.

Seungcheol oyó algo. Levantó pesadamente la cabeza y consiguió girarla ligeramente. Allí, hacia la izquierda, se abrió una puerta que daba a la pasarela y apareció una figura humana.

—¡Hey! —llamó, pero el sonido de su voz se perdió entre el rugido del agua.

Cerró los ojos.

—¡Seungcheol!

El pelinegro miró de nuevo y sintió una ola de calor llenándolo por dentro.

"Jeonghan"

Era Jeonghan, inclinado sobre el pasamanos, llamándolo, y al verlo y oírlo, Seungcheol sintió que se recuperaba un poco, que su terrible cansancio desaparecía ligeramente.

—Jeonghan —dijo el mayor, alzando la voz, sin estar seguro de que pudiera oírlo.

Intentó pensar en algo que decirle, alguna cosa que Jeonghan debiera hacer, pero sólo pudo repetir su nombre de nuevo; la situación se explicaba por sí sola, y él estaba mal. Si quería ayudarlo, tendría que ocurrírsele algo al menor solito.

—¡Seungcheol, cuidado! —Jeonghan hacía frenéticos gestos con una mano mientras buscaba la pistola con la otra.

El terror en su voz alertó a Seungcheol. Éste se aferró con más fuerza al pilar e intentó elevarse para ver a qué estaba apuntando Jeonghan, y vio de refilón algo que se movía de prisa, algo largo y oscuro que se escurría por el agua como una serpiente gigante y se dirigía hacia él. Intentó moverse, ponerse al otro lado del pilar, pero la corriente era demasiado fuerte. Si se soltaba, estaría perdido en menos de un segundo.

Jeonghan disparó dos tiros, y la criatura desconocida golpeó el pilar con tal fuerza que hizo que Seungcheol se soltara. El pelinegro gritó, y chapoteó furiosamente para mantenerse a flote en el agua espumeante, para resistir la corriente que lo arrastraba contra la tubería, pero no sirvió de nada.

En segundos, fue arrastrado hacia la oscuridad, golpeándose y revolcándose; el sonido del agua le invadió los oídos mientras se lo llevaba la corriente.

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