Proyecto "milord" (Serie: Acu...

TammyTF által

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El mundo era un lugar injusto, esa sin duda era la máxima que las hermanas Clemens no tenían fuerzas para cue... Több

La estafa
El gran plan
Intentos y reencuentros
Una oportunidad más
No es lo que parece
Una para todas...
Inesperado
Favor por favor
Dulzura
Engaño
El día
Respetabilidad
Un cercano desconocido
Medias verdades
De vuelta al mundo real

Captores

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TammyTF által

¡Hola! 

Bueno, vamos con otro cap así van conociendo a estos personajes y todos nos empezamos a acostumbrar a ellos. Espero que les guste. 

En el multimedia la tienen a Maia, pensando preocupada por lo que está haciendo jaja

Capítulo III: Captores

—Mierda... —masculló Ihan, sintiendo los primeros aguijonazos de dolor en la parte trasera de su cabeza.

Le gustaba beber como a cualquier caballero que se precie de serlo, pero odiaba tener que recoger los pedazos de su cerebro la mañana siguiente. Esa mañana en particular el dolor era tan fuerte que ni siquiera podía hilar dos pensamientos juntos. ¿Había bebido tanto? Estaba seguro de no haber tocado el límite la noche anterior, pero al parecer su tolerancia estaba siendo cada vez menor. Bastian encontraría muy gracioso oír tal admisión por su parte.

Gruñó de mala gana, tratando de forzar a sus parpados a despegarse y enfrentarlo con la luz de la mañana que siempre tenía el mal tino de despertarlo a horas inhumanamente temprano. Aunque, pensó con cierta vacilación, no llegaba a percibir los rayos del sol en su rostro como era la mañosa costumbre del astro rey. Logró finalmente entornar los parpados lo suficiente como para echar una mirada hacia la ventana y fueron exactamente tres segundos los que le tomaron caer en cuenta de que habían corrido la ventana de su lugar habitual.

—Qué... —comenzó a farfullar, tirando de su humanidad hacia arriba con toda la intención de averiguar qué habían hecho con su ventana. Tenía una bonita ventana después de todo, ¿por qué alguien la quitaría de allí? ¿Y con permiso de quién?

Ihan consiguió sentarse en la cama, solo para descubrir que la desaparición de su ventana era la menor de sus preocupaciones. Maldita fuera su suerte, había cadenas en su muñecas que lo sostenían firmemente del cabezal de una cama que —al diablo con todos— tampoco era la suya.

—¿Qué mierda...? —Jaló del extremo de la cadena con fuerza, solo logrando que su otra mano subiera a una posición que debía ser ilegal para cualquier cuerpo y tras un quejido de dolor, aflojó el amarre para poder comprender mejor su situación.

Ambos extremos de la cadena estaban conectados a sus muñecas, pasaban por la parte alta del cabezal y estaban exactamente cruzadas sobre su cabeza; así que cualquier movimiento de una de sus manos repercutiría en la otra y por consiguiente en la rotación de su hombro. No estaba encadenado simplemente por las manos, puesto que otra cadena se ceñía a su cintura y lo mantenía convenientemente pegado al colchón.

¡¿Quién diablos le haría algo así?!

Ihan era una buena persona, la gente lo adoraba y estaba muy seguro de que su actual amante era viuda desde hacía más de una década, lo que dejaba fuera la opción de un esposo molesto. Nadie se atrevería jamás a hacerle algo así, no había motivos para tomarlo como prisionero de ese modo tan descortés. Ihan era razonable, no tenía deudas, trataba bien a las personas a su servicio, gozaba de una buena posición en la sociedad, buen humor, un gran gusto y refinamiento, y tenía el dinero suficiente como para sobornar a aquellos que pensaran distinto. Entonces, ¿quién? ¡¿Quién lo había golpeado en un momento de vulnerabilidad?! ¿Quién sería tan rastrero...?

—¡¿Arwik?! —exclamó, dirigiendo toda su frustración hacia la única puerta que veía en ese cuarto—. ¡Si eres tú maldito infeliz, juro sobre la tumba de tu padre que te cazaré!

Si había un ser humano capaz de disfrutar el sufrimiento de Ihan, ese sin duda alguna era el duque de Arwik, Theodore Shaw. En el pasado se habían enfrentado en infinidad de ocasiones y todo aquello se debía a que Theo Shaw sentía celos de él. No era culpa de Ihan ser el más agradable, sociable, guapo y simpático de ellos. Arwik podía tener el título, pero Ihan tenía el carisma que al duque siempre le fue esquivo. De regreso a sus años de estudiantes, todos siempre habían querido ser amigos de Ihan o simplemente pasar el rato con él, mientras que Arwik se mostraba pomposo e intocable en todo su ducal esplendor. Demasiado bueno como para pisar el mismo suelo que el hijo de un simple vizconde.

Y aunque se habían jugado bromas en el pasado, Arwik no solía tener la iniciativa y ciertamente tampoco dejaría su soberbia de lado como para llevarlo a rastras hasta ese sitio. No, Theo Shaw era un imbécil, pero no se arriesgaría a despertar la cólera de su hermana Jasmine. Desde que ella hubo desposado a su primo favorito, ellos tenían una simbólica tregua y de momento ninguno parecía propenso a romperla. Entonces ¿qué opciones le quedaban? Bueno, estaba la opción evidente, secuestradores.

—Diablos. —Había estado negándose a pensar en esa posibilidad, pero era claro que había llegado su hora de hacer su donativo a los menos afortunados. Solían ser menos agresivos que esto, quizás un robo casual en el carruaje o un manoteo rápido de su monedero en la calle, pero todo siempre se traducía en lo mismo: dinero.

Lo bueno era que Ihan tenía de eso y a montones, pactaría con estas personas una suma generosa y sin duda estaría en su casa para la hora del té.

—¡Oigan! —llamó, haciendo tintinear sus cadenas una con otra—. ¡Oigan! ¡¿Podemos hablar?! ¡Tengo una cita en el teatro esta noche! ¡Realmente no quiero perdérmela! —A su adorada Pamela no le gustaba llegar en carruaje de alquiler y él era muy devoto de sus caprichos, sobre todo porque compartir carruaje con la viuda siempre tenía altas recompensas—. ¡Oigan, vamos! ¡Pagaré por mi liberación! ¡Estoy dispuesto a cooperar!

Aunque no importó mucho cuánto intentó persuadir a sus captores de que se acercaran, pasaron los minutos y la puerta nunca se abrió. Por primera vez Ihan comenzó a sentir cierta preocupación. Llegaría tarde al teatro.

—Joder... —masculló, volviendo a golpear sus cadenas con rabia—. ¡Ustedes le explicarán a Pamela sobre mi retraso! —exclamó una vez más hacia la puerta—. ¡Voy a recortar sus pagos porque ahora tendré que darle algo para resarcir el daño! —Sin duda la mujer le daría largas, le haría unos cuantos pucheros y terminaría diciendo que un terrible dolor de cabeza le impedía verlo. Ihan hizo una mueca de fastidio, una perfecta cita arruinada por unos muy poco prácticos secuestradores—. ¡Desconsiderados! ¡Eso es lo que son!

***

—¡¡Oigaaaaan!!

Maia se apretó las sienes con los nudillos, mientras el grito se apagaba paulatinamente a la distancia. Él llevaba las últimas dos horas gritando y no parecía que su energía o voz estuviesen en detrimento; desde que había vuelto en sí no había parado de hacer ruido y ella ya no podía tolerarlo más.

—¡¡Ayuda!! ¡¿Alguien me oye?!

Ella suspiró, Ami elevó las cejas de forma expectante mientras Emma depositaba una taza de humeante té frente a sus manos en la precaria mesa y aguardaban la siguiente retahíla de exclamaciones.

—¡¡Me estoy orinando!! ¡¡¡Oigan!!!

—No entiendo cómo puede gritar tanto —se quejó Emma, presionando los labios en un rictus.

—Yo sí lo entiendo —replicó Ami con un bufido—. Está queriendo recuperar su libertad, como cualquier otra persona haría en una situación así.

Emma la ignoró categóricamente, posando su mirada en ella.

—Deberíamos buscar alguna hierba para dormirlo.

—¿También quieres dispararle ya que estamos en eso? —le espetó su gemela con retintín.

—Al menos acabaríamos con su sufrimiento —aseveró Emma, ganándose un jadeo indignado por parte de Amira.

—Basta ya —las cortó Maia, sabiendo que no podría tolerar una pelea de sus hermanas en ese momento. No después de dos horas de gritos por parte del hombre—. No conocemos de hierbas, podríamos matarlo accidentalmente.

Emma se encogió de hombros como si el resultado le fuera indistinto.

—Supongo que se cansará pronto, tiene que dormir en algún momento.

—Durmió toda la noche —apuntaló Ami, ceñuda—. No creo que vaya a parar y entonces alguien lo oirá y nosotras iremos a la cárcel.

—¿Puedes ser más optimista Amira? —le lanzó Emma, cruzándose de brazos—. No hay gente por estos lugares, nadie puede oírlo sin importar cuánto grite. Así que deja de pensar en la cárcel.

—Emma tiene razón, cariño —secundó ella, palmeando con suavidad la mano de Ami—. Nadie más que nosotras tendremos que soportar sus gritos, pero en cuanto sea la hora ustedes irán al pueblo y enviarán la nota de rescate. —Miró a Emma—. ¿La tienes lista?

—Sí, la escribí anoche —dijo triunfante, demasiado cómoda en su papel de criminal—. Tuve que hacer algunas averiguaciones y si es quien creo que es, su familia no tendrá problemas para pagar esta suma. Incluso les parecerá ridícula.

—No quiero saber quién es —masculló ella con aplomo. Ponerle un nombre a ese rostro solo haría las cosas más difíciles luego, de momento era una persona anónima que las salvaría de la ruina, nadie más.

Dios sabría perdonarlas por lo que estaban haciéndole a ese hombre, pero ellas necesitaban el dinero con desesperación.

—¿Estarás bien sola con él?

Maia volvió su mirada hacia Ami, palpando la preocupación en su timbre.

—No hay porqué no estarlo —aseguró Emma antes de que ella pudiera responder—. Está mejor amarrado que un buque de guerra, no hay posibilidades de que se suelte.

—¡¡Oigan!! —Las tres dieron un respingo, llevando su atención al final del pasillo donde habían improvisado la habitación/prisión para el sujeto—. ¡Realmente vendré desde el más allá si me obligan a orinarme en mis pantalones!

Emma y ella cruzaron una mirada suspicaz.

—¿Crees que esté alardeando? —inquirió su hermana, pensativa.

—Bueno, acaba de despertar así que... —Era muy factible que en realidad estuviera con necesidad de ir al baño y ellas no podían dejarlo hacerse en los pantalones. Probablemente les tomaría unos días recibir el pago y eso sería demasiado cruel, incluso aunque él se lo mereciera por no saber guardar silencio—. Supongo que tarde o temprano tendremos que permitirle usar el urinal.

—Bien —suspiró Emma, mirándolas de hito en hito—. ¿Quién va?

***

Ihan estaba a un impulso de arrancarse las manos a mordiscos, convencido de que había sido llevado allí para morir en completa soledad, cuando el chirrido de la madera le advirtió de la presencia de otro ser humano. ¡Finalmente! ¡Alguien!

La puerta se abrió tras un largo minuto de vacilación, dejándolo ver la silueta esbelta de un sujeto a contraluz. Ihan se irguió ligeramente en su lugar, observando al hombre cubierto de pies a cabeza introducirse con paso calmo a la habitación, dirigirse hacia la esquina más apartada de la cama para coger un urinal que finalmente colocó a su siniestra. Todo aquello sin pronunciar ni una mísera palabra.

—Oye —le espetó, sin producir ninguna alteración en el extraño—. ¿Qué estoy haciendo aquí? —Como única respuesta, el escuálido secuestrador solo arrimó el urinal un tanto más cerca de la cama como ordenándole que lo usase. Ihan colocó el rostro de lado, buscando sus ojos casi ocultos por la gorra de lana—. ¡Responde!

El hombrecillo elevó un tanto la barbilla, enfrentando su mirada solo un segundo antes de pegarse la vuelta y dirigirse a toda velocidad hacia la puerta. El golpe de la madera y el consecuente ruido de la llave encerrándolo de nuevo lograron sacarlo de su breve aturdimiento, para caer en cuenta de que había sido ignorado por aquel sujeto sin la menor de las consideraciones.

—¡¡Oye!! —exclamó casi lastimándose la garganta—. ¿Cómo se supone que lo use? —Nada—. ¡¡Oye, imbécil!! ¡Estoy amarrado!

Aun estando en uso de todas sus capacidades luego de una borrachera le costaba atinarle al urinal, aquella maniobra le sería imposible desde la cama.

—¡Oye! ¡Por favor, joder! —Nunca pensó caer tan bajo como para rogar que no lo hicieran orinarse encima, pero había dejado esa etapa bastante atrás y no tenía interés en regresar a su niñez—. ¡No quiero morirme así!

La puerta volvió a abrirse e Ihan casi suelta un suspiro de alivio. En esa ocasión, el sujeto de la vez anterior ingresó furtivamente seguido por otros dos que eran bastante pequeños y, por lo visto, tan mal alimentados como el primero de ellos. Ihan aguardó expectante mientras se disponían en rededor de él estudiando la situación a conciencia; fue el más alto el que tomó la iniciativa y se acuclilló junto a la cama con algo brillante en su mano derecha, segundos después la cadena que tenía sobre su abdomen fue arrastrada fuera de él. Entonces uno de los pequeños le hizo señas, advirtiéndole algo que no llegó a comprender del todo y un momento más tarde aquel sujeto se montó en la cama, pisando muy cerca de su cuerpo. Hubo arrastre de cadenas, jalones y más que un tirón de su brazo en la posición incorrecta, hasta que finalmente lograron bajarle las manos lo suficiente como para que pudiera arrastrarse hacia el lateral y sentarse en el borde del colchón.

Pequeño número dos pateó el urinal bajo sus pies y entonces cuatro pares de ojos se situaron en el objeto de la discordia con distintos grados de incertidumbre, Ihan esperó y ellos esperaron junto con él.

—¿Y bien? —preguntó, decidido a acabar con aquel absurdo cuanto antes. No estaba seguro de poder aguantarse mucho tiempo más. El alto señaló el urinal con un ademán, Ihan lo miró molesto—. ¿Cómo piensas que puedo hacerlo así? Tengo las manos en la espalda, amigo.

Ninguno de ellos respondió, casi como si no tuvieran idea del funcionamiento del cuerpo masculino y solo esperaran que las cosas ocurrieran con algo de suerte.

—Si me liberan una mano... —Los tres sacudieron la cabeza en contundentes negaciones, Ihan bufó—. ¿Y entonces qué hago? No puedo desabotonar mis pantalones así y mucho menos apuntar.

Hubo otro incomodo segundo de silencio, hasta que al alto señaló hacia la puerta con su barbilla y los otros dos salieron detrás de él como en un número ensayado. Ihan jadeó, desesperado.

—¡No, esperen! —La puerta se cerró con un estruendo—. ¡Por favor! ¡Por favor, vuelvan! Por...

Pero antes de seguir rogando se detuvo a pensar las cosas con mayor detenimiento, ellos no iban a liberar sus manos para que aliviara su vejiga por su cuenta lo que significaba que alguno iba a tener que asistirlo. Y... oh dios, prefería orinarse en los pantalones antes de dejar que otro hombre lo hiciera por él. Había un límite para la humillación e Ihan lo marcaba justo allí, ningún hombre iba a llevarlo al baño, ¡jamás!

La puerta volvió a abrirse dándole paso al secuestrador más alto, el cual sin decir una palabra se acercó a él y extendió una mano con un claro objetivo. Ihan se echó para atrás al instante.

—¡No, no! —le espetó, retrocediendo tanto como las cadenas se lo permitieron—. No te atrevas a tocarme, condenado —siseó con tono acerado. No estuvo seguro, pues el rostro que lo enfrentaba estaba completamente cubierto, pero por el modo en que aquellos ojos verdes brillaron, Ihan casi pudo asegurar que el desgraciado sonreía. ¡Sonreía!

Entonces el hombre tendió su mano frente a él, volviéndola hacia arriba para enseñarle el interior de su palma donde había una simple llave. Sus ojos volvieron a encontrarse y sin necesidad de explicaciones, Ihan comprendió lo que pretendía hacer. Y solo sintiéndose un tanto azorado por todo aquello, se colocó de lado para ayudarlo a acceder mejor a sus manos.

—Lo lamento —le dijo mientras lo escuchaba luchar con el candado—. Hoy en día no se puede estar seguro de nada... y no es que piense demasiado de mí, pero hay todo tipo de personas en este mundo ¿no lo crees? —Él no respondió, por supuesto que no—. Y siendo tan guapo, estoy acostumbrado a que se me lancen encima.

Ihan fue recompensado con una muy diminuta risilla y la liberación de su mano derecha. Tras eso supo que sería capaz de salir de allí muy pronto. Esos tipos eran demasiado ingenuos y él estaba demasiado molesto como para sentir pena de ellos.  

________________________

Bueno por ahora dejamos acá, espero que les esté gustando esta idea. Esto recién empieza pero pronto va a ir tomando más forma. 

Recuerden apoyar con su voto, comentario o sacrificio para el altar de su reina (o sea yo) jaja 

Y nada, me voy a unas vacaciones super cortas esta semana así que cuando vuelva nos estaremos viendo, si quieren saber en dónde estoy me siguen por IG que ahí les muestro: tammytfaraoz 

Ahora sí, hasta después ^_^

Olvasás folytatása

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