Hyperion. Nuevas Especies #3

By kellyythoralabatalla

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Anahí dedicaba su vida a ayudar a los que más lo necesitaban, y eso puso en riesgo su vida. Mientras hacia su... More

Capítulo Uno
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce | F I N A L |
Epílogo

Capítulo Dos

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By kellyythoralabatalla

Anahí escuchó la puerta sonar y supuso que era Gina que había olvidado las llaves. Cuando abrió la puerta, se encontró con un macho Especie.

—Anahí, soy Brass. —La Especie le sonrió dejando ver sus colmillos.

Ella había aprendido muchas veces a ocultar el miedo o la impresión, porque había muchas culturas que parecían sacadas de un libro de historias de fantasías.

—Hola. —Le sonrió de vuelta. La simpatía tenía que ser primero.

—Estaba cerca y decidí visitarte —El macho miró su cuello—. ¿Qué es eso que tienes en tu cuello?

Anahí estaba apenada que sólo segundos después captó la pregunta. Se fijó en lo que preguntó el macho.

—Ah, esto es un collar que una mujer de la tribu Turkana me dio. Es hermoso, ¿cierto? —Anahí sonrió tímida.

Todos los regalos que recibía de las tribus eran muy preciados por ella. Esa tarde vestía un turbante de la tribu Wodaabe, el collar de la tribu Turkana, brazaletes de otras tribus, una blusa de tiras blanca y una falda con tela roja de la tribu Masai. Ella sabía que nada de eso combinaba, y que posiblemente se veía ridícula pero no le importaba.

—Sí, aunque tu ropa es curiosa. —La Especie la miraba de arriba abajo. Nunca se acostumbraría a que la repararan tanto, como si fuera un bicho raro.

—Entonces, Brass, ¿Vienes por algo en específico? —Anahí se estaba sintiendo incomoda, pero no quería mostrarlo.

—Quería invitarte al bar. Podríamos ir, comer y bailar, si quieres.

La humana se sorprendió. Muy pocas veces los hombres le hacían ofertas como esas y no eran directos.

—Sí, yo creo que puedo. Y Gina estaría encantada.

—Esperaba que fuera una cita. Sólo tú y yo. Sé que los humanos hacen eso.

Ella se quedó mirándolo sin saber que decir. En ese momento no estaba interesada en citas o nada de eso. Su vida estaba patas arriba y no quería involucrar a nadie. Ya era un riesgo enorme estar con Gina en sus "vacaciones".

—Creo que podría ser después; tal vez la otra semana. —Trato de sonreírle.

No sabía cómo decirle que no.

—Me parece razonable. —El macho le sonrió—. Me voy, espero que descanses y disfrutes tu estadía.

El macho se fue y Anahí suspiro de alivio. No sabía que estaba conteniendo la respiración.

Cerró la puerta y siguió preparando la cena.


~*~

Anahí se movió en la cama y sonrió. Ya había pasado una semana de su estadía en La Reserva y por fin había dormido una noche completa sobre el colchón sin despertarse en la madrugada.

Anoche había tenido una conversación con su prima que la había preocupado. Ella le había preguntado el verdadero motivo por el que estaba ahí, con ella. Casi sucumbe al pánico. Había evitado la pregunta y su prima lo dejó ir. Sin embargo, le había ofrecido conseguirle trabajo en la ONE, pero ella se negó.

Ella sabía que tendría que decirle a Gina la verdad. Estar a la deriva la preocupaba, pero también tenía miedo de meterla en lo que ella estaba involucrada. Y finalmente decidió contarle todo esa noche. Tal vez ella podría darle un consejo.

Cuando bajó, encontró una nota de Gina diciéndole que tenía mucho trabajo y que por eso se había ido temprano. Y que probablemente llegaría tarde. También le recomendaba salir con Brass esa noche para que no estuviera sola y se aburriera.

Eso hubiera querido hacer, pero todavía no tenía la confianza para hacerlo.

Ese día había hecho aseo, había organizado la ropa que tenía junto con la ropa que le había conseguido Gina. Se preparó unos bocadillos e hizo el almuerzo. Mientras se bañaba, pudo ver su reflejo en el espejo. Estaba segura que en lo que llevaba ahí, había subido dos kilos. Ya que sólo comía y estaba en la casa. Sabía que le hacían falta, pero sospechaba que muy pronto ganaría otros kilos demás.

También se pintó las uñas y lavó su cabello con un tratamiento que encontró. Cuando terminó, dejó su cabello al aire libre. Estaba vestida con una túnica tradicional Wayúu y sandalias.

El resto de la tarde se quedó viendo televisión. Estaba nerviosa. Hasta sacó la memoria USB dónde tenía todas las pruebas.

Cuando llevo la noche estaba impaciente. El teléfono sonó a las 6:30 de la tarde. Anahí contestó enseguida.

—Hola.

Ann, soy Gina. Lo siento por hacerte esperar, pero tengo mucho trabajo. Me demoro una hora más, después estaba pensando en ir al bar para que comiéramos algo.

—Sí, lo podríamos hacer. También necesito hablar contigo.

Claro. Entonces nos vemos dentro de una hora.

Y colgó.

En ese momento estaba muy ansiosa. Decidió prepararse un sándwich. Cuando lo comió, lavó todo lo que había utilizado y se sentó. Sólo le quedaba esperar. Y de pronto una explosión se escuchó seguido de lo que, indudablemente, eran disparos.

El sonido del teléfono la hizo saltar del sofá. Corrió para contestarlo.

Anahí, escúchame. —Era su prima—. Están atacando La Reserva. Necesito que bajes al sótano que te mostré antes y vayas a la pared que tiene el armario. Ese armario da la entrada a un cuarto de pánico, métete ahí apenas cuelgues.

—¿Qué está pasando? ¿Quiénes son?

No lo sé, acaban de pasar las vallas por la parte sur. Dos equipos de Especies salieron a su encuentro. Haz lo que te digo. Yo estoy segura en el edificio, pero me preocupas tú.

—No te preocupes por mí, yo...

¡Ve! —Gina colgó.

Anahí colgó el teléfono y miró el piso. Ella sabía que ese ataque no era a las Especies, como todos creían, eran hombres estaban buscándola a ella por lo que sabía.

Actuó automáticamente.

Subió a su habitación y buscó en su zapato. Saco la pequeña navaja que le habían regalado en una tribu musulmana. Era hueso de León con un metal muy filoso que ellos utilizaban para cazar. Ella no lo había llegado a utilizar, pero parecía que hoy iba a ser la primera vez.

Escribió en un papel y cogió la USB, y las metió en el congelador. Esperaba que, si su prima la encontraba y a ella le pasará algo, pudiera hacer algo útil con esa información. En ese momento se arrepintió de no haberle dicho el verdadero motivo de su visita.

Salió de la cabaña. Toda estaba completamente calmado. No hay nadie a la vista. Entonces recordó el bosque. No podía dejar que la atraparán. Ya la habían secuestrado una vez y aunque fueron sólo dos semanas, tenía dos cicatrices que se lo recordaban todo el tiempo.

Empezó a correr en dirección al bosque. En ese momento lamentó haber comido tanto, el aire le estaba faltando. Unos minutos después, cuando ya había entrado al bosque, escucho una ráfaga de disparos lejana.

En ese momento miró a todos los lados. El miedo estaba alterando sus nervios. Arrancó a correr otra vez y no sé fijó la dirección, sólo tenía que alejarse de La Reserva lo más que pudiera.

Su mente se fue a los posibles escenarios si la lograban atrapar. Tal vez la torturarían para que les dijera dónde había guardado la información y con quién. Ella sabía que así les dijera la verdad, la matarían para no dejar cabos sueltos por eso, dejando la información tenía más probabilidades de vivir.

Y entre tantos pensamientos, no vio una rama baja ni la raíz del árbol que la hizo caer.

Cuando cayó, el dolor en su rodilla estalló, un gemido de dolor salió de su boca. La navaja salió de su mano. Respiró profundamente y se levantó. Su rodilla le dolió, pero necesitaba salir de ahí. Cuándo se agachó para coger la navaja a ciegas, una luz la iluminó tenuemente.

Vio la silueta de un auto, cogió la navaja y empezó a correr. Eran ellos, estaba segura.

Escuchó como el motor cobró vida y el carro empezó a andar. Estaban detrás de ella.

—Para. —La palabra salió con acento extraño.

Anahí siguió corriendo hasta que el carro pasó por un lado y le cortó el paso. Ella paró abruptamente y se devolvió cuando vio la figura de un hombre. Paró otra vez.

—No corras, nosotros te atraparíamos. —Las palabras sonaron con fuerte acento árabe.

—Ahora súbase al auto —dijo otro hombre.

—¡No se me acerquen! —Anahí movía la navaja de un lado a otro tratando de amenazar a los hombres.

—Si nosotros quisiéramos, usted muerta ahora mismo —dijo un tercer hombre. Ella notó que era el que menos dominaba el idioma extranjero.

No sabía que hacer, pero empezó a sentir que eran sus últimos minutos.

—¡Déjenme en paz! —El miedo era el que estaba hablando en ese momento. No pudo evitar que se le salieran las lágrimas.

Uno de los hombres se rio. Entonces, un sonido extraño se escuchó. Era como un gruñido y un rugido a la vez. Sonó realmente aterrador cuando algo cayó de un árbol sobre uno de los hombres. Los dos hombres se lanzaron sobre lo que había caído.

El instinto le dijo a Anahí que tenía que correr. Esa era la distracción que necesitaba y la iba a aprovechar. Se resbaló, pero se levantó lo más rápido que pudo, dejando la sandalia derecha en ese lugar.

Ella escuchó golpes, varios crujidos, dos disparos y esa combinación de rugido y gruñido retumbó otra vez.

Ella siguió corriendo, pero pudo sentir como alguien o algo corría detrás de ella. El miedo puro la recorría y dejo caer la navaja. Siguió corriendo, pero una silueta apareció delante de ella.

Ella pudo distinguir la forma de un hombre, uno muy grande e hizo ese sonido otra vez. Y en ese momento lo recordó.

Alan, un amigo suyo que fue voluntario con ella, una vez le contó lo que le había pasado en el Congo. Una tribu le había advertido al grupo sobre los animales de la selva. Y ellos se habían encontrado con unos gorilas, además de otros animales. Los lugareños les habían dicho que, en caso de encontrarse con gorilas, se arrodillarán como haciendo un saludo al sol y no los mirarán directamente. Mostrar sumisión era lo mejor que podían hacer.

Por la forma del macho y el miedo, ella lo hizo. Su mente le dijo que lo hiciera. En esa pose se daría cuenta que era pequeña y que no pensaba hacerle daño. No tenía lógica, lo sabía, pero su cuerpo actuó.

Su mente recordó la información que su prima le había dicho, que los bosques daban a la Zona Salvaje donde había Especies que estaban poco adaptados y no les gustaba los humanos, además que eran casi que salvajes.

Ella se arrodilló lentamente para que él viera sus movimientos, y rezó para que se diera cuenta que no valía la pena atacarla y se fuera. Pudo ver por las sombras como el macho daba unos pasos y luego de devolvía inquieto, como si no supiera que hacer con ella.

La pelirroja se quedó completamente quieta a merced del macho. El miedo hacía que su piel estuviera erizada. Pasaron varios segundos hasta que ella sintió que la tocaba, y la hacía dar la vuelta para que quedara sobre su espalda en el suelo del bosque.

Se enfrentó cara a cara con un residente de la Zona Salvaje.





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¡TAN TAN TAN TAAAAAANNNN!

¿Qué les está pareciendo hasta ahora la historia?

Última oportunidad, ¿Qué tipo de Especie creen que es: Felino, Canino o Primate?

Voten y comenten.

Nos leemos luego. :3

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