re-escrito.
Freddy miraba por su laptop los diferentes sitios que le habían aparecido al buscar información sobre un tema que le venía interesando desde hace un tiempo; sugar daddies, ese tipo de hombres que te pagan por compañia ya sea sexual o no, ¿Por qué buscaba información de eso? Porque una vez escuchó rumores de que él mismo era uno de esos por una relación pasada que tuvo con un chico. Ya habían pasado años desde esa última relación que no fue sería, solo fue una semana y dejaron de verse por los mismos rumores. No, él no sería de esos hombres y por varias razones, una de esas es que era muy joven todavía. Freddy no era un viejo que no sabe qué hacer sin su dinero más que gastarlo para mantener a un tipo joven.
Tenía veintitrés años apenas y trabajando en las empresas de su familia en camino a ser un empresario importante más. El peso que mantenía en sus hombros era horrible y odiaba que se lo recuerden cada vez que lo ven o le hacen entrevistas. Siempre era lo mismo; "¿Cuáles son tus planes a futuro siendo el empresario más importante del país?"
Sus planes de vida.
Suspiró, volviendo su atención a la página a la que había entrado. Había visto que era la más segura para buscar uno de ellos. Al entrar todo estaba bien organizado en la página para buscar qué era lo que querías; sugar daddy o sugar baby. Quedándose viendo, habían muchos perfiles de los cuales escoger, dentro encontrabas información de las personas e incluso fotos. Era como un Instagram para adultos. Hasta abajo del todo se encontraban los contactos de las personas.
Freddy entró a la sección de sugar daddy por mera curiosidad, riendo por lo estúpido que era todo eso. Hombres, mujeres, personas en general de edad adulta buscando a una persona joven para solventar sus deudas o lo que sea a cambio de compañía. De verdad esa gente estaba totalmente sola como para pagar por la compañía de alguien.
—¿Qué estás viendo, Freddy? —escuchó detrás de él. Freddy se asustó, cerrando su laptop de inmediato para voltear y encontrar a su amiga. Chica había visto suficiente con ese poco, por lo que cruzó sus brazos, viendo al castaño a los ojos —. No, la respuesta es no, Freddy.
Freddy rió. —¿Y porqué no? No estaba buscando nada, solo entré por curiosidad. —respondió, acostándose en su cama, viendo al techo, esperando que la rubia haga lo mismo. Chica se acercó, sentándose a un costado de su mejor amigo. —no me mires así, Chica. No estoy interesado en algo así, es estúpido buscar compañía de esa manera. —explicó, sentándose en la cama para ver qué es lo que le decía Chica.
—No le hagas caso a los comentarios, Freddy. Se que lo buscaste por lo que te dijeron debido a tu relación con ese chico. —confesó, mirando preocupada a su amigo. Le sonrió al final.
—No es eso, Chica. —miró hacia abajo avergonzado. —es solo que me dió curiosidad saber que significaba eso, jamás me habían dicho de esa forma. Me dió asco que me vieran como si fuera un viejo pervertido cuando solo tengo veintitrés. —cruzó sus brazos, molesto. Miró a Chica y después a su laptop cerrada. Sonriendo de repente, se levantó de la cama para agarrarla y llevarla a la cama.
—¿Qué planeas en tu cabecita? —Chica le preguntó con una risa nerviosa. A veces a Freddy se le ocurrían ideas arriesgadas. Al ver que Freddy volvía a abrir aquella página se dió cuenta de lo que quería. —No. No. No vas a hacer eso, Freddy, ¿Estás loco? —le preguntó con su entrecejo fruncido.
—No quiero un chico joven, Chica —respondió, mirándola. —quiero un hombre mayor, me da curiosidad saber que se siente estar con uno. —explicó.
—... Freddy, tú ya tienes dinero, ¿Por qué quieres un hombre que te pague las cosas? —preguntó confundida.
—No lo quiero por su dinero. Solo quiero una experiencia. Quiero… jugar. —sonrió al decir lo último, haciéndole saber a Chica lo que quería decir con eso. Jugar para Freddy era extraño. Había jurado no volver a ese tipo de cosas, pero estaba aburrido y necesitaba algo que lo saqué de su vida diaria, de aquella rutina que mantenía desde que salió de la universidad.
Chica suspiró, tirándose a la cama por el estrés que ya le causaba la situación. Debía de ahora seguir a Freddy para que no le hagan daño.
—Mientras que no sea el idiota ese con el que saliste hace dos años, acepto. —lo miró, sonriendo ambos con eso. —solo ten cuidado, Freddy.
—Por eso me vas a ayudar a escoger uno de estos. Me conformo con cualquier, son todos lo mismo. —se quejó, yendo por página en busca de un hombre que le llame la atención. Tomó unas horas hasta que Freddy llegó a uno que le abrió los ojos de sorpresa.
—Treinta y dos años… un metro noventa y ocho —susurró, viendo las fotos que tenía ahí, sonriendo divertido al por fin haber encontrado al indicado. Pronto su rostro cambió a uno de confusión. —¿Qué significa que pongan veinte y dos centímetros? —preguntó, viendo a Chica.
La rubia lo miró de inmediato con terror, hasta que lo entendió. —¡Oh..! —Freddy pronunció, riendo después por lo mismo. Ahora se le hizo más interesante. Volviendo a lo que estaba haciendo, mandando un pequeño mensaje para poder hablar. Se había hecho un perfil falso y obvio no iba a dejar que nadie sepa su nombre real.
—¿Qué hiciste? —Chica preguntó, acercándose para ver qué era lo que hacía. Viendo así que ya había avanzado. —¿Estás seguro de eso, Freddy? ¿No es..?
—Es el más joven entre todos los que había, Chica. —la miró serio. —no tengo un problema con los hombres mayores, lo sabes pero, me gusta que sean altos y grandes también. —explicó.
En otro sitio dentro de un edificio de departamentos se encontraban dos amigos riendo por lo que habían hecho, casi saltando de la emoción que todo había funcionado como lo habían pensado. Al principio uno de ellos no estaba de acuerdo, pero al ver lo que podía hacer con eso aceptó.
—Déjame ver, wey. —habló la carnada del día; Chip Hernández, el hombre que había encontrado el Fazbear. Nunca pensó que funcionaria algo así en ese tipo de sitios para adultos, pero lo hizo. —No mames, no pensé que esta madre sirviera tan rápido, wey, ¿Y ahora que hago o qué? —preguntó, sentándose nuevamente junto con su amigo de cabellos verdes.
—Mandarle tu número para que hablen —sonrió. —, ¿Ves? Te dije que era buena idea para que consigas alguien rápido para tener sexo. Tal vez no les importa que no tengas dinero, pero llenas las fantasías sexuales de esos hombres de alguna manera. —explicó con una gran sonrisa.
—Todavía no entiendo porque pusiste que tengo treinta y dos. Apenas tengo treinta, wey. —la miró con confusión. Hayley rió con eso, dándole un golpe en el brazo. Volviendo al tema, había un mensaje para Chip esperando a que responda.
Se tomó un pequeño tiempo hasta que recibió un mensaje de aquel chico, dónde le decía su edad y su nombre, también le dejaba diversos datos que te pedían como siempre.
—¡Este vato tiene veintitrés años! —Chip exclamó asustado. —Chingas a tu madre… anda todo chamaco y meado todavía el wey. —expresó, agarrando a Hayley de los hombros para moverla a todos lados.
—¿Y qué tiene de malo? —Hayley preguntó confundida.
—Siento que está muy chiquito. —habló preocupado, viendo a Hayley a los ojos.
—Puedes preguntarle si sabe a lo que se está metiendo al mandarte mensaje. No es tanta la diferencia de edad, Chip, tranquilo. —le explicó para intentar calmarlo. Chip aún así se sentía mal, ¿Qué hacía alguien así de joven en ese sitio? Aunque también había visto jóvenes de hasta diecinueve años, lo cual sí era bastante preocupante al ver el rango de edad al que llegaban algunos de esos señores millonarios.
En el lado de Freddy, el Fazbear esperaba una respuesta. Si, él mismo sabía lo joven que era para algunos hombres pero, no le importaba. Le gustaba, y sabía más que nada cuando las cosas no le agradaban en uno de ellos. Tenía experiencia. Miró a Chica después, suspirando.
—Debería mandar algunas fotos, tal vez así acepte. —sonrió, levantándose de la cama para ir a su armario, abriendo las puertas del mismo para adentrarse a este y buscar algo que sirva. Pasando por los pasillos, abriendo cajones y demás. Chica iba detrás buscando también. —¿Por qué no tengo nada? —preguntó molesto.
—Yo veo mucho por aquí, por algo tienes un closet del tamaño de un departamento pequeño. —Chica cruzó sus brazos, viendo alrededor toda la ropa que tenía colgada o guardada en cajones. Todo ese armario era una maravilla para cualquier persona que no esté acostumbrada. Incluso tenía una pared espejo y una hermosa iluminación.
—Lo sé. Sé que tengo mucha ropa, no me refiero a eso. Me refiero a que… no tengo ese tipo de ropa. Nunca le encontré sentido a tenerla hasta ahora. —habló, viendo los trajes que tenía colgando. Volteando a ver a Chica, la encontró viendo todo de ahí.
—¿Por qué tienes un cajón exclusivo para tus guantes? No los usas. —Chica comentó de repente.
—Son incómodos. —respondió, yendo con ella para ver qué podían hacer. —Necesitamos salir a comprar, ahora.
—¡¿Ahora?! —exclamó.
Freddy asintió con una sonrisa.
Ahora Chica iba a ser arrastrada tienda por tienda por quién sabe cuántas horas para encontrar lo que Freddy quería. No se quejaba, le gustaba acompañar a Freddy a todos lados y de paso sabía que a su mejor amigo le gustaba comprarle cosas a ella también ya que estaban por ahí.
Era premio doble.