Mi Caos Ruso

By articsmonkeys

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Mi nombre es Nyx Evans, mi vida se volvió una rutina monótona sin emociones hace años, todos los días las mis... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15 Parte 1
Capítulo 15 Parte 2
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 Parte 1
Capítulo 20 Parte 2
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Aviso
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37 Parte 1
Capítulo 37 Parte 2
Capítulo 38 Parte 1
Capítulo 38 Parte 2
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
¡Sorpresa!
¡¿Otra Sorpresa?!
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54 Part.1
Capítulo 54 Parte 2
Epílogo
Nota

Capítulo 46

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By articsmonkeys


El sonido proveniente de los helados vientos y pisadas de personas llenan la calle, adornada con sus mil y una lucecitas navideñas. Los millones de cuerpos pasan apurados, empujandonos a Xav y mi persona en el proceso, sin molestarse en disculparse. Cada golpecito hace más pesado el recuerdo que, aunque ame la navidad, la gente se vuelve bestia en la época.

-¡Jésus! ¿Acaso están ciegos o qué mierda?-Dice mi boxeador, asegurando su agarre en mi cintura mientras tratamos de escurrirnos entre la multitud.-Son las putas siete y media de la mañana y no se puede ni caminar.-

-Jodido diciembre.-Murmuro, pegándome más a su cuerpo en busca de calor. El poco amigable frío no ha parado de querer y lograr colarse entre mi piel, provocando que mi cuerpo tiemble como una maldita maraca. Sinceramente, mi cerebro nunca entenderá por qué el universo quiso que nos que los humanos se congelasen.

Intentando ignorar el tormentoso clima, me enfoco en las decoraciones. Varios colores riegan los edificios y faroles de las calles, dando ese aura cálido y alegre de la navidad. Luces de diferentes figuras le dan magia al lugar con su brillo incandescente. Los letreros con el personaje de Santa Claus y los renos se hacen ver, causando sonrisas a algunos que todavía conservan la inocencia de un niño.

Estas fechas siempre me han parecido de suma importancia ya que , aunque la celebración con mis padres era una mierda, me la pasaba de maravilla con Apolo, escuchando fantasías que salían de su boca, creando un ambiente feliz. La fiesta se ha tratado de magia y cariño desde que tengo siete años, no de regalos.

-¡Estás violeta del frío! Olvida la jodida cita con Mara, te llevo a casa.-La voz de mi boxeador me saca de pensamientos, pero causando esa sensación cálida que me encanta.

-Nop, Xav. Mara dijo que me quería en el consultorio una semana después del accidente. No podemos ignorarla, ¡es doctora! Aparte, estoy bien.-Mis palabras salen con toda sinceridad. Esta semana, gracias a los excesivos cuidados de Xav, he mejorado muchísimo. La mayoría de cortaduras han sanado, mi costilla no duele al igual que mi hombro. De lo único que me quejo es la falta de besos y otras caricias que ha habido. Sí, me avergüenza admitirilo en mi cabeza, pero mis hormonas lo esperaron muchas semanas para que luego me diga que no puedo tocarlo como quiero porque hay una posibilidad de herirme.

-Está bien, pero acércate más. No puedes enfriarte demasiado.-Xav quita su bufanda, enrollandola en mi cuello. Ignoro las mariposas en mi estómago y le miro mal.

-Tú te vas a enfermar si sigue así. También te lastimastes y necesitas sanar.-Hago ademán de quitarme la prenda mientras caminamos, ya casi llegando al hospital.

-No, yo solo me corté una parte de la ceja, así que te la dejas, señorita.-Le saco la lengua y voy desenrollando la tela, dejándolo a él con la ceja arqueada y una expresión retadora.-Atrévete, Campanita.-

-Mirame, boxeador.-Xavier se coloca detrás mío, envolviendo sus brazos en mi cadera, llevando mi mano en el abrazo. Forcejeo, pero me quedo estática al sentir como su nariz delinea el pequeño espacio de piel visible a través de la bufanda.

-Sé que te encanta desvestirte frente a mí, pero solo quiero ver ese hermoso cuerpo cuando mis ojos sean los únicos en deleitarse, Campanita.-Un sonrojo invade mis mejillas, mientras la risa de mi boxeador resuena.-Me encantan tus mejillas rojizas.-Aunque el cariño es palpable en su voz, intento hacerme la difícil ya que no me agrada tener la cara de nariz de Rudolf.

-Eres un payaso, parezco tomate.-

-No, luces como mi preciosa Campanita.-Un beso es posado en mi mejilla, ayudando a que los elefantes en mi vientre se enloquezcan y mi sonrojo se convierta en fuego. Xav me libera, causando que se mi ceño se frunza.

-¿Adónde vas?-Pregunto, queriendo que este en la posición anterior.

-Aquí, Campanita.-Se posa a mi lado y me atrae hacia él con su brazo,que se enrolla en mi cintura.

-Bien, así me gusta.-Me pego aun más a su cuerpo de dios griego, como Anne llamaría a cualquier modelo de ropa interior o a Nikolai.

-Ya llegamos, pequeña.-Efectivamente, el hospital, que ya se me es familiar, se posa en su gloria frente a nosotros. No me agrada reconocer que ya es normal venir porque solo me hace pensar en todos los accidentes que hemos tenido.

-¿Tienes que ir a la universidad?-Pregunto, poniéndome frente a él, sosteniendo su abrigo con las manos.

-Sí, pero me tendrás a tu disposición más tarde.-Su boca de pone cerca de mi oído, provocando un escalofrío en mí.-Esta vez, soy todo tuyo.-Un suspiro se me escapa al sentir como chupa mi lóbulo para después morderlo ligeramente.-¿Qué te parece, seksual'nyy?-

-Está bien, provokatsionnyy bokser.-Mi corazón da un vuelco al ver cómo se forma una sonrisa en su rostro al escucharme hablar ruso.

-Vas mejorando, guapa.-

-Solo por tí, moy bokser.-Dejo un beso en esos deliciosos labios, creo que me estoy volviendo una adicta a estos. Su boca moldea la mía con rudeza y lentitud, dejándome saborear el néctar que desprende. Deseosa de un poco más, deslizo mi lengua por su labio inferior, ganandome un gruñido y la entrada al paraíso, donde nuestras lenguas bailan al compás del fuego que se rea dentro de nuestros cuerpos.

-¡Mierda!-Murmura, dando un jaloncito a mi labio, haciendo que un gemido bajo se me salga.-Ya debo irme a la estúpida universidad, pero te veo esta noche, guapa.-

-¿Te retiene en la tarde?-Mi ceño se frunce, curiosa.

-Los profesores no, pero sí los trabajos. tengo que terminar de hacer una investigación para mi maestría. Ya casi es la fecha de entrega, moya zvezda.-

-Que pena, yo que iba a buscar ropa interior por la tarde. Tu opinión sobre las texturas, colores y modelos me hubiese servido.-Los ojos se le abren como platos, provocando que una risita se me escape. Dejo un casto beso sobre sus labios y me encamino a la entrada, mirandolo.

-Quizás unas transparencias o lencería, quién sabe.-Xav se queda estático y suelta una maldición.

-Puedo terminar lueg...-

-Nop, hasta luego, guapo. Te amo.-Entro al hospital con una sonrisa juguetona en los labios. Mi boxeador tiene un punto débil.

-¡Nyx!-Me giro hacia la voz, encontrándome con una Mara en proceso de tomarse un café y meterse el chicle a la boca.-¡Ya llegaste! Pensé que vendrías tarde o algo por el estílo. Perdoname, es la costumbre.-

-Tranquila, lo más probable es que hubiese llegado tarde, pero Xav quería dejarme aquí.-Asiente y mastica la goma de mascar con una sonrisa en el rostro.

-¿Cómo has estado?-

-Muy bien, solo con un poco de molestias con el yeso.-

-Suele dar comezón, pero no debes rascar la zona, ¿Quieres café?-

-No, gracias. Ya he tomado en casa.-Mara asiente, llevándose la taza a la boca para darle un trago a la bebida.

-Vamos, me interesa saber cómo estás.-Caminamos por los pasillos infestados por el color blanco y celeste, hasta llegar a un cuarto parecido al otro donde me quede internada el día del accidente. A diferencia del otro, este tiene algunas decoraciones, como plantas y juguetes.

-¿Tu oficina?-Inquiero, sentandome donde ella indica.

-Pff, ojalá. Es el área de descanso de los enfermeros que se sienten un poco mal. Normalmente, llevaría a mi paciente a otra habitación, pero sé que te encuentras bien.-

-¡Oh! No sé por qué pensé que era el cuarto para....-

-¿Infantes?-

-¡Exacto! Hay varios juguetes y adornos, ¿sabes?-

-Los enfermeros de aquí disfrutan unos momentos de descanso. Yo me inclino más hacia dormir, pero cada uno con lo suyo.-Quito mi suéter y Mara levanta mi camisa hasta la parte baja de mis costillas, revisando.

-No he tenido molestia ni dolor al respirar.-

-Sí, ya está mejor. Puedes usar brasier, pero recomiendo que lo evites por dos días para asegurar que está bien. Igual, no te molestara, ¿o me equivoco?-Sus cejas suben y bajan, inquiriendo algo perverso y causando que un color carmesí se extienda por mi rostro. Su risa se hace escuchar y yo me avergüenzo.

-No, a Xav no le molesta.-

-¿Y tu esposo? Siempre está contigo.-Saca su linternita y la pasa frente a cada uno de mis ojos, para luego apagar a la causante de mi casi ceguera momentánea.

-Universidad, está terminando su maestría.-Su mano se posa en mi hombro, probablemente viendo cómo se encuentra.

-¿En qué la está haciendo?-

-Criminología, estudio leyes.-Respondo orgullosa de mi boxeador.

-¡¿Enserio?! Yo quería estudiar para médico forense, pero mis padres dijeron que no me pagarían la carrera.-Se encoge de hombros y me regala una sonrisa.-Igual, amo mi trabajo.-

-Eres muy buena doctora.-Se para sus manos de mi brazo y rellena unas cosas de un papel.

-Gracias, Nyx. Bueno, de lo que pude observar, estás bien, pero todavía tengo que dejarte el yeso, ¿Te ha dolido la cabeza?-Niego y ella asiente, regresando su atención al papel.

-¿Celebras navidad?-Pregunto de la nada. Me dio un poco de curiosidad al ver que es muy entregada al hospital.

-En el hospital, pero no en casa. De vez en cuando, traemos algo para comer, pero todos los años hacemos un intercambio de regalos.-

-Anne y yo iremos a buscar regalos hoy, ¿Quieres acompañarnos?-Me gustaría pasar un tiempo con ella y sacarla a descansar ya que, por más que diga cuánto le agrada trabajar, las ojeras delatan a cualquiera.

-No creo poder, lo siento.-Me da una sonrisa triste, pero decido no darme por vencida.

-¿Estás segura? Pasaremos a comer algo y enserio que te encantará.-Coloco el abrigo de Xav que llevaba y la miro a los ojos esperando una respuesta.

-No sé...Tendría que pedir el día libre y...-

-No te arrepentiras, te lo prometo.-La interrumpo, con esperanza en que acepte la salida.

-Supongo que si no me queda de otra.-Dice con una sonrisa, que se me contagia. Salgo del consultorio con ella a mis talones. Llego a la entrada y Mara me pide que la espere mientras va por su abrigo. Miro mis converses negros y sonrió ante el recuerdo de la vez que Iván se resbaló con uno de mis zapatos.

-Listo, podemos irnos.-Asiento y salimos del hospital, recibiendonos el maldito frío de las nueve. -¡Coño! ¿Qué verga con este clima de mierda?-

-Nunca pude comprenderlo. Vamos a la estación.-

-¿Por qué?-Pregunta mientras caminamos, tratando de ignorar la temperatura.

-No creo que quieras ir hasta la biblioteca a pie.-Pasamos frente a los edificios góticos que visten a Camden Town, viendo de vez en cuando alguna tienda lo suficientemente rara para no pegarle un ojo.

-¿Por qué iríamos allá? Hay muchas tiendas buenas por la zona.-Mis huesos tiemblan y agradezco que la estación esté a la vuelta de la calle.

-Porque Anne trabaja en la biblioteca y necesitamos de su ayuda. Fue contratada, por gente adinerada, para buscar regalos.-

-¿La vamos a utilizar? Pienso que eso no es muy amistoso, y creeme que no soy la persona más amable del mundo.-

-No, vamos a ayudarnos mutuamente.-Digo, sacudiendome ante la desagradable idea de usarla. Entramos a la estación, dirigiéndonos al tren correspondiente.

-¡Oh! ¿Vamos a pasar por tu casa?-Subimos al vagón para luego sentarnos en uno de los varios puestos vacíos. Pienso en la pregunta unos segundos, imaginando que tiene ganas de ver a Elsa. Esto huele a amor.

-No, vivo en Camden con Xav e Iván. Ya te lo había contado.-

-Sí, es que...se me ha olvidado.-Suena un poco desanimada, pero se recompone rápidamente. En el resto del viaje, el silencio reina el tren. Mara duerme plácidamente y yo opto por colocarme los audífonos y disfrutar de la voz de Harry Styles.

El tren se para, dejando a nuevas personas entrar y anunciando que nos la siguiente parada de al centro de Londres. Mis ojos se pegan a la puerta, por donde pasa un pelinegro de, máximo, catorce años. El chico se desploma en el asiento con agresividad y enojo, despertando mi curiosidad. Gana mi atención al ver las heridas que tiene en los nudillos. Me resultan familiares, ya que he visto cortaduras como esas, solo que mucho más grave, en los nudillos de mi boxeador. Él me ha explicado que es por no golpear con guantes, mientras más fuerte es el golpe, peor es la herida. El chico, probablemente notando mi mirada, levanta el rostro, revelando unos ojos azules retantes y enfadados.

-¿Qué diablos ves?-Su voz sale ronca y, al enfocar, veo las lágrimas que retienen sus ojos. Me recuerda a mi Xav, que debió ser así de pequeño.

-Nada interesante, ¿peleas?-Pregunto, siguiendole la corriente lo más que puedo. Señalo sus nudillos con la cabeza.-Mi novio es boxeador y siempre termina con ese tipo de heridas.-

-Pues debe pelear como el orto.-Riendo, se acomoda en el asiento, mirándome divertido y con una ola de superioridad.

-Gana cada una de las peleas sin siquiera esforzarse. Le gusta practicar sin guantes.-Me encojo de hombros y el chico parece interesado.

-No te creo ni una sola jodida palabra, ¿Quién es?-

-¿Por qué querrías saber el nombre de una fantasía? No me crees.-

-Porque se me da la gana.-La bocina anuncia mi parada, por lo que despierto a Mara, quien me recibe con un "¿Qué verga?".

-Deberías probar los guantes o vendas. Mi novio te las recomendaría y, El Caos Volkov siempre sabe.-El pelinegro asiente, un poco sorprendido, pero al recomponerse, me guiña el ojo.

-Dile a tu caos que me gustan los guantes rojos. Le van con el estilo.-

-Mi boxeador será informado.-Salgo del tren con Mara a mi lado, todavía medio dormida.

-¿Sabes que es ilegal la pedofilia?-Cruzamos por la salida de la estación, encaminandonos a la biblioteca.

-Sí, solo estaba hablando con él. Me recuerda a Xav.-

-La maldita cárcel también lo hará.-Me abrazo a mi misma ante la baja temperatura, tratando de aliviar mi escalofrío.

-No seas tonta, le dije que necesitaba guantes si quería pelear.-Mara me mira con una sonrisa en el rostro, llendose hace poco tiempo sus ojeras y cansancio.

-Solo quiero que sepas que te verías guapa con el uniforme de criminal.-

-¡No iré a la cárcel!-Doblamos en la esquina, internandonos en un calle mucho más estrecha que la anterior.

-Eso dicen todos...A mi tío lo metieron preso por robar una gasolinera.-Sin poder evitarlo, una carcajada se me escapa. El comentario me tomó por sorpresa, dejándome un poco confundida y divertida.

-Eres muy rara.-

-Lo sé, Nyx.-Mara, emocionada y fascinada, comienza a hablarme sobre una de sus pacientes que sufría de alguna enfermedad muy peculiar. A pesar de no entender ni una sola palabra de lo que me cuenta, asiento y sonrío para no quitarle la expresión de felicidad.

Mi mirada se traba en las distintas tiendas ya adornadas con esferas de distintos colores que representen la fiesta esperada. Personas inundan el interior de las ventas, buscando un regalo. Una risa se me atora al ver a dos señoras pelear por un objeto, cacheteandose y jalándose los cabellos.

-¡Jésus! ¡Hay que grabar esto!-Mara dice riendo ante la escena.-¿Tienes batería en tu celular?¡Olvídalo! Tengo el mío.-La chica rebusca en su bolsillo, sacando el aparato.

-¿Enserio?-Pregunto, mirando como saca la lengua, concentrándose en no temblar para que el video salga bien.-La biblioteca está a una cuadra y lo que estás haciendo sí es ilegal.-La tomo por el brazo, jalandola para alejarnos de la graciosa escena.

-¡¿Qué?! Pero si solo nosotras ivamos a ver la grabación.-Murmura por lo bajo, guardando el teléfono.

-¡Mara!-Digo sin creerme la justificación. Que este grabado solo para dos personas no significa que sea legal, se necesita el consentimiento de las señoras ridículas.

Cruzamos la calle, apuradas ya que nos aventamos cuando el semáforo estaba en verde. Agradeciendo al poder de Jésus, subo las gradas en la entrada del edificio, con el corazón a mil por hora debido a los nervios de casi terminar como stiker sobre la calle. Con Mara a mi espalda, tomo la perilla de la puerte y la abro, después de varios intentos debido a mis malditas manos temblantes. Entramos rápidamente, anhelando el calor del lugar.

-¡Ya le he dicho que solo tenemos ese ejemplar!-Una Anne, enfundad en sus mom-jeans, el suéter azul de Nikolai y sus converses del mismo color, casi que pegandole a un hombre que luce de casi treinta.

-¡Yey! Aquí también hay pelea...¡Oh! ¡Es Anne!-Mara saca, nuevamente, el télefono con intención de documentar el espectáculo. Mis instintos solo me dicen una cosa, y es que esto terminará realmente mal.

-¡Escúchame bien, niñata! Trabajas para mí y te he dicho que no me gusta el puto ejemplar. Muévete y ve por otro, no tengo tiempo para tus idioteces.-Si no fuera porque el tipo está forrado en dinero, le pego con el zapato. Escaneo el local en busca de Smirnoff, pero el idiota no está cuando lo necesitamos.

-Señor, como por quinta vez, ya he revisado el sistema,he ido a la bodega y buscado por las libreras. Tenemos únicamente este ejemplar del libro, se agotaron los otros.-La preocupación me baña al ver que Anne muerde su labio al punto de casi sacar sangre mientras mueve las manos sin cesar, significando que se está estresando demasiado. Mara, notando que algo no está bien, guarda el télefono y me mira con el ceño fruncido.

-¡Eres mi empleada y haces lo que te digo! ¡¿Acaso no entiendes que no me gusta ese ejemplar?!-

-¿Qué te crees, pedazo de mierda andante?-Mara se va acercando, pero yo la detengo al ver que se arremanga el abrigo.

-Mire, señor Jones.-El tipo sonríe ante el respeto que Anne muestra, pero yo solo me inquieto más al saber que va a explotar.-Creo que hemos tenido un malentendido, permítame explicarle para su comprensión.-

-Está bien, niña.-La sonrisa del idiota continúa en su puesto, enojando más a Mara, quien está a punto de lanzarse encima del imbécil.

-La dueña de la biblioteca me ha contratado hace unos cuatro años, significando que yo trabajo para ella con lo que se me suministre.-La sonrisa de Anne crece, asustandome un poco ante lo que viene.-En este encantador caso, solo se me ha dado el ejemplar que tengo en la mano. Mi sincera recomendación es que, si no le agrada la portada, vaya a la oficina de quejas dirigida por la señorita "No me importa" para que lo mande con la gerente "¿Quién diantres se cree?", quien amablemente lo dirigirá a la sección "Metase el dedo por el orto", ubicada en la salida..-

-¡Insolente!-El tipo se gira y camina enfurecido a la salida.

-¡Muchas gracias por visitarnos!-La puerta hace un estruendoso sonido al cerrarse y Anne suelta un suspiro, cerrando los ojos y respirando profundamente.

-Bueno, nadie resultó herido.-Anne se voltea hacia nosotras, corriendo a abrazarme.

-¡Jésus! Te juro que solo continúo en el trabajo por el horario y los libros.-Nos separamos y Anne se abalanza sobre Mara, quien queda estática, pero luego le devuelve el abrazo.

-Que conste que no me gusta el contacto físico, Maní.-Una risa se me escapa ante el sobrenombre. Ambas se separan y Anne le mira con los entrecerrados.

-De acuerdo, Limón.-Mi estómago comienza a doler, obligándome a sentarme en el piso. Mara ríe y se coloca a mi lado, haciéndome cosquillas mientras yo intento de pararla.

-¡Colibrí!-Nikolai aparece entre los estantes, con una sonrisa en el rostro al ver a su novia, quien corre a montarsele encima.

-Hola, Principito. Te extrañé.-Anne le da un casto beso en los labios para después bajar de él.

-Me alegra saberlo, Colibrí.-Mara y yo decimos "aw" al ver cómo el chico la abraza por atrás, dejando un beso en la oreja de ella.-¿Quieres salir a comer? Hoy te has saltado el desayuno por llegar temprano.-

-Hoy no puedo, moy Igrok. Voy con las chicas a buscar regalos.-Nikolai asiente, con una media sonrisa.-Mañana te repongo, Principito.-Con una sonrisa traviesa, el chico le susurra algo a Anne en el oído que la deja roja como tomate.

-Sin protección, no hay amor.-Mara me susurra entre risas.-Vámonos antes de que Maní se ponga más roja.-

-¡Mierda! Nyx, ¿Me haces un favor, porfavor?-Asiento y Mara se levanta, ayudandome en el proceso.-Deje las llaves de la biblioteca en el pasillo tres, sobre el estante de ciencia ficción. Tú eres más alta, ¿puedes traerlas?-

-Es como cinco centímetros más alta, no es mucha diferencia.-Mara comenta, subiendose los lentes.

-En el mundo de enanitas, cada centímetro cuenta.-Dice Smirnoff, recibiendo un golpecito de parte de Anne.

Con una sonrisa en el rostro, los dejo en la discusión que ya tienen ganada las chicas. Camino entre las libreras, internandome en un mundo cada vez más oculto por libros. Mesas con linternas en ellas se asoman de vez en cuando, habiendo en total no más de tres en lo que llevo de la biblioteca, probablemente porque nadie, a excepción de la loca de Anne, disfrutaría del estudio en un lugar tan oscuro con ondas a escenario perfecto para cometer un asesinato. Con la adrenalina, causado por el miedo, hasta Júpiter, entro en el pasillo tres y me apuro a coger las malditas llaves, que no están por ningún lado.

-¿Dónde putas están las jodidas llaves?-Repentinamente, una mano cubre mis ojos mientras siento a un brazo rodearme la cintura, dejándome helada. Los pensamientos de un posible secuestro comienzan a aparecer, preocupandome. El aliento raramente familiar de la persona pega contra mi piel, sus labios en mi oreja.

-Nunca pensé que mi Campanita tuviese una boquita tan sucia.-La voz de mi boxeador me tranquiliza al instantante, no voy a morir.-Quizás debamos limpiarla, ¿Qué piensas, Campanita?-Su nariz se desliza por mi cuello, de arriba hacia abajo, dejando mi mente en blanco. Sus labios trazan el camino, abriéndose para luego cernirse levemente sobre la piel, mojandola en el proceso. Muevo mi cabeza hacia un lado, dándole espacio para seguir, pero él decide que es hora de girarme, quitando su mano de mis ojos, revelando sus ojos verdes endemoniados.

-Hola, guapo.-Digo coqueta, presionando nuestras bocas, dejando apenas milímetros de distancia entre nosotros. Xav no pierde tiempo y se abalanza sobre mí, tomando mis labios entre los suyos de manera desesperada. Mi brazo terminan en su cuello, con las piernas enrolladas en sus cadera, él posando sus manos en las mías como soporte.

Mi boca baja a su cuello, llenándolo de besos abiertos que lo tienen gruñiedo. Muerdo con suavidad para después pasar mi lengua en la marca púrpura. Un gemido se me escapa al sentir algo duro entre mis piernas, haciéndome cerrar los ojos por un instante. Subo el asalto, tomando entre mis labios su lóbulo, chupando.

Xav camina hasta depositarme sobre una mesa, rozando su dureza contra mí. Queriendo sentirlo más, aseguro el agarre de mis piernas sobre sus caderas, sacandole un gruñido. Mi boxeador levanta mi rostro, poniendo entre sus dientes mi labio inferior, dándole un jaloncito, invitandome a su boca. Mi piel pica, ansiosa de ser tocada o tocar, por lo que bajo mi mano hasta el borde de su camisa, tirando de ella para que se la quite. Xavier ignora mis acciones y trata de besarme pero yo me alejo.

-Primero la camisa, Xav.-Succiono su labio y él no tarda en sacarse la prenda, deslumbrandome con su trabajado abdomen. Mi mano se deslizan por la piel, delineando los contornos de sus músculos mientras él atrapa mi boca en la suya, introduciendo su lengua para que juegue con la mía.

Siento unas manos adentrarse en mi camisa, acariciando la piel con sumo cuidado. Dejándome con el aire en la garganta, Xav desabrocha mi sostén sin vacilar, bajandolo para tener acceso fácil a mis pechos. Sus manos amoldan la piel con rudeza, permitiendo a varios gemidos escapar de mis labios. Repentinamente, mi boxeador se separa jadeando. Mi ceño se frunce e intento recuperar el aire. Me inquieto al pensar que quizás sintió repulsión.

-No te pongas triste, Campanita.-Dice al ver mi expresión. Se acerca y mete sus manos entre mi camisa, abrochando mi brasier sin antes acariciar mis pechos con dulzura.-Tenía que parar, sino te tomaría aquí mismo y mi Campanita merece más que una mesa de la biblioteca más rara de todo Londres.-Una sensación cálida invade mi pecho, provocando que una sonrisa se extienda por mi rostro. Mi mano acuna su rostro con cariño, al tiempo que apoyo mi frente en la suya.

-Tengo que irme, me esperan.-

-¿Me cambias por ellas?-Asiento y río, sabiendo que no lo ustituría por nadie en el mundo.

-Claro, ellas me diran qué ropa interior llevar.-Mi comentario no tiene ni un poco de sentido debido a que la vida sexual de Anne es mucho más escasa que la mía.

-Supongo que te ha gustado la sorpres.-Xav dice con su sonrisa de mojabragas.

-Siempre que estés tu me encantará, Xav.-

Nota:

Traducción: seksual'nyy-sexy/ muy boldermi boxeador/ moy igrok-mi jugador.

¡Hola querid@s lector@s!

Aquí sus torturadoras

Les traemos el plato del día:D La comida prometida

Esperamos lo disfruten :)

Expresen sus opiniones, nos encanta escucharlos. Gracias por leer ;)

Ana y Maru.


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