—¿Y qué pasó con los príncipes, papá?—Una niña pequeña muy parecida a Kiara pero con ojos verdes, le preguntaba moreno.
—Pues, vivieron muchas aventuras juntos, se hicieron líderes de las tribus y tuvieron dos hermosos hijos.—Sonrió dirigiéndose a sus dos descendientes. Una niña llamada Asha y un niño llamado Koda. Este era físicamente parecido a su padre, pero con los hermosos ojos de su madre.
—¡Puaj! Amor, que asco—Exclamó hermano mayor de Asha con asco.
—¡El amor! Es tan lindo—La de ojos verdes suspiró enamoradiza.
—El amor es horrible—Seguía asqueado el pequeño.
—No te creas.—La de cabellos claros, su madre, se acercó a su familia.—El amor es algo muy hermoso, Koda. Ya lo vas a ver cuando lo sientas.
—Tú y papá eran el forastero y la princesa, ¿Verdad?—La niña los miró con los ojos brillantes.
Kovu miró a Kiara. Ambos soltaron unas risitas y volvieron a mirar a sus niños.
—Así es—Contestó el ahora líder de Pridelands.—Y algún día, todo esto será suyo—Abrió las grandes puertas de un balcón y dejó que los niños admirarán la vista. Se podía observar toda la tribu.
—¡Wow!—Exclamaron ambos hermanos peleándose por asomarse.
—Niños, tengan cuidado.—Kiara no les quitaba el ojo ni un segundo. Kovu soltó una risa y la agarro por la cintura, apegándola a su cuerpo.
—Estarán bien, amor—Sonrió.—Ya te pareces a tu padre.
—¿Qué? ¡Yo no soy tan sobreprotectora!—Frunció levemente su ceño.
—Contigo no se puede—Soltó una risita y besó a su esposa. Kiara correspondió mientras rodeaba su cuello con ambos brazos.
—Aww—Decía su hija con ternura mirando a sus padres.
—¡Que asco!—El niño se tapó sus ojos.
Ambos se separaron y Kiara miró a sus descendientes.
—¿Tienen hambre?—Agarró en brazos a la pequeña princesita.
—¡Yo tengo ganas de jugar con el tío Kion!—Dijo Kopa.
—Sí, y yo quiero ir con los abuelos—Su niña miró a su madre.
Kovu se acercó a ambas y le tocó la nariz a la pequeña.
—¿Por qué no hacemos un día de picnic con toda la familia en los pastizales? El día está hermoso—Sonrió.—No quiero desperdiciarlo.
—¡Sí! ¡Le avisaré a los tíos!—Gritó Koda mientras salía corriendo.
—¡Y yo a los abuelos!—Exclamó la pequeña bajando de los brazos de su madre.
Al quedarse solos, Kiara soltó una risita.
—Y pensar que tenías miedo de ser padre—Miró a su esposo mientras cerraba las puertas que daban al balcón.
—Tenía miedo no ser suficiente para ellos—Se encogió de hombros.—Pero esos niños son lo mejor que me dió la vida.—Se sentó en el cama, rascando su nuca.
—Claro que sí. —Sonrió y miró a su esposo.—Koda es demasiado parecido a ti—Soltó una risita la princesa mientras se sentaba junto a él.
—Y Asha es tan enamoradiza como su madre—Sonrió jugando con el cabello de su pareja.
—Me alegra tenerlos.—La de ojos rojos, acomodo el regazo de su vestido que le llegaba a los tobillos.
—A mi igual.—Su marido la miraba detenidamente.
—Gracias por todo—La chica abrazó al moreno y el correspondió con una sonrisa.
—Gracias a ti, mi reina.—Ambos se separaron al escuchar a su hija.
—¡Mamá, papá! ¡Dijeron que sí! ¡No se tarden!—Gritó desde la puerta de la habitación se sus padres.
—Ya vamos, princesa—Sonrió su padre y se levantó mientras Kiara hacía lo mismo.—Sí que se parece a ti—Le susurró al oído de la chica. Ambos soltaron unas risas y siguieron a sus hijos por todos los pasillos.
Pasaron un gran día de picnic juntos a Simba, Nala, Timón, Pumba y como no, la guardia y los demás.
Kion tenía un aviso que dar: ¡Estaba comprometido con Fuli! Todos los familiares felicitaron a la pareja.
Kopa y Vitani habían vuelto a ser pareja. Se encontraban allí coqueteando entre ellos.
Simba y Nala seguían viviendo en el castillo por más que ya no gobernaran más. Amaban a sus nietos de siete y cinco años.
La guardia siguió ayudando y defendiendo a las praderas como siempre lo han hecho.
¿La tribu oscura? Ya no era oscura. Ahora que Kovu y Kiara eran líderes, decretaron que las tribu debían fusionarse y ser una sola. Y eso pasó, ambas tribus eran amigas.
Porque de eso se trata la vida, ¿No? Todos somos uno.