Fuerzas Opuestas.

By Gathergerd

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En las tierras de Arium, diferentes seres conviven en paz y armonía... ¡O eso quizás fue en el pasado! ... More

Fuerzas Opuestas
Mapa.
🍃Capítulo 1.🍃
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
♛SEGUNDA PARTE♛
Capítulo 17.
Capítulo 18.

Capítulo 11.

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By Gathergerd

     El miedo en aquel lugar se había instalado en apenas unos minutos. A la vista de todos, hacía presencia el ser más temido y odiado, culpable de destruir la armonía tal y como la conocían en el pasado, reemplazándola por una vida llena de constante miedo y desesperación. Aquel tipo, Favio, estaba frente al equipo y los pocos ciudadanos que no se habían escondido. Su brillante cabello blanco con raya a un lado, sostiene firmemente su corona de oro y gemas de alto valor.

     Mucha gente alrededor susurra mientras él está frente a un puesto de piedras preciosas y amuletos. Se hablaba mucho acerca de lo excéntrico y estrafalario que era, teniendo gustos y comportamientos que lo hacían resaltar de otros líderes que anteriormente habían conocido. Sin embargo, eso no le quitaba sus mayores puntos negativos. Para Cian, Rumshum y Eleonora, él sigue siendo una total amenaza.

     Aquel ser vampírico había quitado todo sentimiento y pasado de su camino, pero nunca pudo deshacerse de su sed de avidez, y comenzó a querer mucho más de lo que le ofrecían. Más joyas, más hombres, más poder. 

     Favio toma de la camiseta al vendedor que está frente a él y lo jala hacia adelante, alejándolo de su escondite. El equipo llega a escuchar la conversación entre ellos dos:

Favio: ¡Cuánto tiempo sin verte! —exclama falsamente—. He recorrido toda la ciudad buscándote. Creí que habíamos quedado en un trato.

     Su voz cantarina y formal igualmente suena de igual forma intimidante y segura, como si no fuese a aceptar recibir un ''no'' como respuesta. El vendedor tiembla de pies a cabeza:

Vendedor: Las cosas han estado difíciles...y no he recibido más joyas valiosas desde que los mercados han estado empeorando..

Favio: ¡Bah!, ¡No seas mentiroso, cariño! —dice entre risas antes de lanzarlo al suelo con sumo desprecio—. ¿Me tomas por estúpido o qué?, soy Favio. Rey de Nochtarm y gobernante de Arium. Futuro dios de todos ustedes, pequeñas hormigas trabajadoras —menciona posando se aleja unos pasos, viendo con suma atención su manicura—. Sé cuando alguien miente, y tú no vas a librarte de mí con esas palabras vagas. Habla.

     El vendedor se levanta algo adolorido y, enseñándole una caja de amuletos, se ve como sus manos tiemblan asustadas. Rumshum alza la voz.

Rumshum: ¡Asi que tú eres Favio! —menciona avanzando hacia él—. Espero no estemos molestando tu tarde de compras, pero tenemos algunos asuntos pendientes contigo.

     Mientras Favio voltea a verlo enarcando una ceja, el vendedor aprovecha en tomar alguna de su mercadería y salir corriendo de allí. El vampiro lleva una mano a su cadera, expectante.

Favio: Estás hablando con el mismísimo, querido. ¿Qué tipo de asuntos pendientes tengo contigo? —bromea en un guiño.

Rumshum: <<Si serás maldito...>> —piensa sacando su ballesta—. Algunos que implican verte dentro de un ataúd.

Favio: ¡Uh la lá! —exclama nuevamente desviando la mirada hacia las joyas y tomando un collar de perlas blancas—. Lo siento, pero mis días de batalla son los miércoles por la tarde —colocándose el collar, lo mira unos segundos— Hm, bonito.

Rumshum: Hijo de... —masculla.

     Eleonora se queda inmóvil viendo frente a ella a Favio. Éste último se aparta dándose media vuelta, antes de que una esfera de luz golpee su rostro. Su mirada se dirige a Cian, quien está viéndolo fijo.

Eleonora: <<Él...es él...>>

Favio: No tengo inspiración como para divertirme peleando con pequeños como ustedes. Lo cual es una pena, necesitan clases de respeto a los mayores. Así que si me disculpan, tengo que poner a esta belleza en mi colección —finaliza refiriéndose a su nuevo collar—. Chao chao.

     La tierra comienza a temblar bruscamente mientras el vampiro es rodeado por una enorme niebla oscura, haciéndolo desaparecer del sitio. Muchas de las personas escondidas gritan, se resbalan y golpean contra el suelo. Las tiendas ambulantes o los carruajes caen y se derrumban ante la poca estabilidad, mientras que los animales de alrededor corren apresurados en busca de un sitio seguro. 

     Eleonora comienza a recordar cada uno de los amigos, vecinos, hogares y familiares que vio desaparecer a causa de él. Todos aquellos gritos desesperados y ahogados, los cuales se volvían cada vez más intensos sobre su mente, estancándose allí, torturándola una vez más. Intenta descargar sus emociones, pero es inevitable cuando, con ya pocas energías, cae desmayada abruptamente. Cian, quien logra quedarse de pie, la toma de los brazos, manteniéndola junto a ella. 

     El cielo poco a poco comienza a retomar sus colores claros, mientras el clima parece mejorar.

Cian: Increíble.. —murmura viendo las nubes disiparse.

Rumshum: ¿Qué carajo fue eso? —pregunta antes de caerse al suelo por igual—. Mierda, mi espalda.

Cian: Eso...¿Todo esto hizo Favio?

Rumshum: Si fue él, estamos jodidos.

     Nadie alrededor se atreve a dar un paso fuera de sus escondites. A pesar de que aquel ser ya se había ido, el miedo sigue latente en cada uno de los ciudadanos. Una dulce fragancia a rosas permanece en el lugar, mientras el temblor comienza a detenerse. Cian lo huele y reconoce que es de Favio.

Cian: Incluso dejó su aroma aun que se fue... —menciona revisando el estado de Eleonora—. Odio decirlo pero...huele bien.

Rumshum: Sí, los vampiros dependiendo de sus fortalezas pueden llegar a tener mejor aroma o... ¡OH, PODEMOS SEGUIR SU AROMA, CIAN! —exclama interrumpiéndose a sí mismo en una amplia sonrisa. 

Cian: ¡¿Eh?! 

Rumshum: ¡Eso es! —levantándose de golpe—. ¿Crees que puedas llevarnos, Cian? Si aún permanece su fragancia quizá lo podamos seguir.

Cian: Pues, lo haría pero... —ve a Eleonora— ella no despierta aún.

Rumshum: La llevaremos igual. Puede que sea nuestra única oportunidad de localizarlo sin caminar de un lado a otro. No podemos perdérnoslo.

     La rubia duda unos segundos sobre si es lo correcto, pero termina por aceptar que Rumshum tenía algo de razón en sus palabras. Habían viajado demasiado tiempo sin tener una idea clara de dónde se encontraría, y si no actuaban rápido, posiblemente les tomaría mucho tiempo más saber de su próximo paradero. Viendo a Eleonora descansando pacíficamente sobre sus brazos, la sostiene con firmeza mientras toma el brazo de Rumshum, desplegando sus alas. Pegando un pequeño salto para tomar el impulso necesario, dispara un último rayo de luz a la caja con el sombrero, haciéndolo explotar en miles de pedazos. Sin nada que decir al respecto, se aleja del lugar lo más rápido posible, siguiendo aquel rastro de perfume. 

     Los ciudadanos comienzan a salir de sus encondites, viendo el regalo incendiado, y un par de alas blancas sobre el cielo.

     Pasan unos largos minutos mientras Cian ve fijo en una misma dirección, acercándose cada vez más a aquel olor a rosas. Un par de nubes regresan para tapar la luz del sol, convirtiendo el bello paisaje de la ciudad en un lugar sombrío. Rumshum le echa una mirada a Eleonora, viéndola dormida, indefensa. Suspira, viendo hacia otro lado.

Rumshum: Cian, ¿Crees...que me pasé?

Cian: Si te refieres a lo del sombrero, pues sí —responde en un suspiro—. Como te dije, no era necesario hacer lo que hiciste. Eleonora es nuestra compañera y amiga, no una enemiga.

     Hay unos segundos de pleno silencio. Solo con el viento golpeando sus rostros, y las alas enormes de Cian sobre el cielo. 

Cian: ¿Puedo preguntar por qué lo hiciste? Además de...todas las cosas exageradas que dijiste allí.

     El humano piensa un poco y un par de recuerdos llegan a su mente. Sin embargo, niega con la cabeza.

Rumshum: No quiero hablar de eso ahora... —dice bajando un poco el volumen de su voz. Cambia repentinamente de tema—. Estoy un poco agotado, y apenas me moví hoy.

Cian: No creo que sea momento para estar agotados, cada vez lo huelo mas cerca.

Rumshum: ...¿Tú crees que le venceremos?

     Ella simplemente permanece con la boca cerrada. Dejando en duda a su compañero, Eleonora comienza a abrir sus ojos, algo confundida y asustada. Cian comienza a descender hasta una colina muy alta, donde una edificación está no muy lejos de ellos; los tres lo reconocen: el castillo. Llegando a aquella inmensa construcción, sienten que el olor a rosas es muy intenso, comenzando a ser molesto para sus narices. La rubia termina de pisar el césped cuando suelta a ambos con cuidado, viendo a Eleonora nuevamente consciente.

Eleonora: ¿Dónde estamos?, este lugar es demasiado alto —pregunta llevándose una mano a la cabeza, aún algo dormida—. Y ese aroma a flores es demasiado fuerte...

Cian: Aquí es donde el aroma está estancado, cerca del castillo de la Gran Ciudad —explica mirando a su alrededor—. Parece que Favio vino aquí. 

Rumshum: A su sesión de uñas.

     La elfa reacciona del todo al oír la voz de Rumshum. Mientras lo ve fijo, no aporta nada más a la conversación. Cian divisa a lo lejos una silueta alta, que mientras se acercaba al castillo, se percata de los tres, quedándose quieto, viéndolos.

Cian: Es él...

Rumshum: Bien..bien..podemos ganarle —dice sacando una vez más su ballesta.

     Antes de que Rumshum diese un paso al frente, Cian lo detiene y cierra sus ojos. Un aura blanca los rodea, mientras ella pronuncia una serie de palabras inentendibles para sus compañeros:

''𝐏𝐚𝐭𝐞𝐫 𝐧𝐨𝐬𝐭𝐞𝐫, 𝐪𝐮𝐢 𝐞𝐬 𝐢𝐧 𝐜𝐚𝐞𝐥𝐢𝐬, 𝐬𝐚𝐧𝐜𝐭𝐢𝐟𝐢𝐜𝐞𝐭𝐮𝐫 𝐧𝐨𝐦𝐞𝐧 𝐭𝐮𝐮𝐦''

     Dentro de sus cuerpos, tanto Rumshum como Eleonora sienten un poder extraño que les recorre de pies a cabeza, como ligeras cosquillas. Cian les sonríe, intentando calmarlos.

Cian: Con esto estaremos protegidos de algunos golpes que nos de ese demonio. ¡No hay de qué temer!

Rumshum: Uff... ¡Hey!, ¡Extraño! —responde antes de comenzar a avanzar, más decidido.

     Sin embargo, Eleonora siente que al cabo de unos instantes, aquellas vibraciones desaparecen en su cuerpo. Extrañada, observa la palma de sus manos unos segundos, antes de asentirle con la cabeza a Cian, e ir directamente detrás de su compañero. La silueta se acerca lentamente por igual y se deja mostrar. Teniendo el aroma que buscaban, se encuentran nuevamente con Favio, ahora más cerca que antes. Teniendo la misma estatura que Rumshum, se acomoda un poco su cabello antes de hablar.

Favio: ¿En serio vinieron hasta aquí para pelear? —pregunta dando un soplido—. Sí que se ven débiles.

Rumshum: Tú... 

Favio: ¿Saben?, en este momento los hubiera decapitado de un pequeño golpe. Pero chiquillos como ustedes prácticamente no me harían daño.

Cian: Tsk.

Favio: Quiero que vean como los mato.

     Eleonora, estando más lejos, saca su arco junto con una de las flechas encantadas. Sonriendo de lado, se posiciona y apunta hacia la frente del vampiro, llena de ira. Respira hondo, segura de lo que hará.

Eleonora: Espero hayas disfrutado de tu vida llena de lujos, porque ahora estás a punto de ver el fuego del infierno.

     La elfa dispara a toda velocidad su flecha, la cual da directamente en la cabeza de Favio y se clava directamente en su cerebro. Un mar de sangre espesa comienza a recorrer su frente, hasta caer desplomado en el suelo. En unos segundos de silencio, nadie se mueve, solo observan el cuerpo del vampiro desangrarse, hasta dejar de respirar por completo. La emoción se hace presente cuando Cian grita feliz, al igual que su compañera.

Cian: ¡Eleonora! —exclama corriendo hacia ella, abrazándola—. ¡Eso fue increíble, lo lograste!

Eleonora: Lo hice... —musita viéndo el cadáver del vampiro—. Mamá, papá, yo...

Rumshum: No está muerto.

     Ambas se voltean a verlo.

Cian: ¿A qué te refieres?

Eleonora: Ya deja tus bromas de mal gusto. No se mueve, ni respira.

     Rumshum niega con la cabeza y señala una zona cercana del cielo, que está repleta de nubes oscuras. Debajo de ellas, sobre un pequeño trono de humo, yace cruzado de piernas el mismísimo vampiro. Girando su dedo índice, el cuerpo muerto del mismo se desvanece en partículas oscuras, como arena siendo soplada por el viento. Él se baja de su asiento y, caminando un par de pasos hacia el equipo, el mal clima lo sigue. Da un par de carcajadas.

Favio: No seré el vampiro más ingenioso, pero ese fue un truco muy simple como para caer en él. 

     El vampiro sopla y una espesa niebla se crea en el ambiente, imposibilitando la idea de que alguno de los tres huya sano y salvo.

Favio: Ahora sí, no sean tontos y ataquen. Aquí los espero. 

Rumshum: Já, no esperarás mucho.

     Rumshum no se queda atrás y le arrebata de las manos otra de las flechas encantadas a Eleonora. Sin embargo, a diferencia de ella, se acerca lo más rápido posible al vampiro, clavándole la punta en el corazón. La flecha crea un destello de luz a su alrededor que recorre hasta el interior de los órganos del vampiro. Es entonces que el humano ve egocéntrico a Favio, dispuesto a admirar su cara de horror cuando éste se petrificase de dolor. Eran cosas de las cuales el humano considera una costumbre de su trabajo: apuñalar vampiros en su punto débil, reírse de sus cadáveres y conseguir una cantidad lo suficientemente justa de monedas como para mantenerse a él y su hogar.

     Pero esta vez, él no podría efectuar ninguna de esas cosas.

     Favio enarca una ceja y de un puñetazo lo aleja lo suficiente como para hacerlo rodar lejos de él. Rumshum apenas sufre dolor gracias a la oración de Cian, sin embargo, el vampiro se quita sin problema alguno la flecha de su corazón. La toma con ambas manos y la rompe en dos pedazos, para luego tirarla a un lado entre risas. Eleonora niega con la cabeza reiteradas veces, confundida y asustada. Sus esperanzas comienzan a desvanecerse.

Cian: ¡Rumshum! —grita volviendo a ver a Favio—. <<¿Cómo es qué sigue vivo..?>>

Rumshum: ¿Pero qué? —gruñe levantándose, escupiendo algo de sangre. Toma su ballesta nuevamente y se posiciona, ahora más alerta que antes—. Ese hijo de puta nos engañó.

Eleonora: <<Esto no es posible, se supone que...>>

Favio: ¿Se supone que iban a matarme con eso? —rompe el silencio viendo la flecha destrozada—. Parece que también se creyeron los rumores. Era de esperarse, viniendo de un par de niños ilusionados.

     El vampiro canaliza algo sobre sus manos, y rodeándose de humo, forma una guadaña a su lado, oscura como la noche. Rueda los ojos, agotado.

Favio: Pero les haré el favor de romperles esas ilusiones vagas. Voy a poner la basura en su lugar, preciosos.

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