Crescent Moon ➳ Seventeen

By snowcoups

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"Tras una larga temporada sin verse, Yoon Jeonghan y Choi Seungcheol buscan la forma de infringir las estrict... More

Prólogo
«Capítulo 1»
«Capítulo 2»
«Capítulo 3»
«Capítulo 4»
«Capítulo 5»
«Capítulo 6»
«Capítulo 7»
«Capítulo 8»
«Capítulo 9»
«Capítulo 10»
«Capítulo 11»
«Capítulo 12»
«Capítulo 13»
«Capítulo 14»
«Capítulo 15»
«Capítulo 16»
«Capítulo 17»
«Capítulo 18»
«Capítulo 20»
«Capítulo 21»
«Capítulo 22»
Final

«Capítulo 19»

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By snowcoups


Seungkwan se estiraba sobre su cama cuando Seokmin abrió las ventanas para dejar entrar la brisa del exterior.

—Gracias a Dios. Por fin ha llegado la primavera —dijo el rubio—. Si me hubiera despertado una mañana más y hubiera visto carámbanos, les juro que habría apuñalado a alguien con uno.

—¿Podemos no hablar de apuñalar a la gente, por favor? —Lee dio un salto y se abrazó a sí mismo—. Jeonghan, ¡Dile algo!

El mencionado estaba enroscado en su cama, con el mismo pijama que había llevado durante todo el fin de semana, hojeando una de los mangas de sus amigos. Sin embargo, no estaba muy concentrado en ello.

Boo le bajó el manga para poder mirarse a la cara.

—¿Recuerdas hace unos meses? —preguntó en voz baja—. ¿Cuando era yo el que se escondía en su habitación y fuiste tú el que me sacó del pozo? Ahora es lo mismo, pero al revés.

—No necesito que me saquen de ningún pozo.

—Hey, baja de las nubes. Desde hace un mes, eres una especie de zombi.

«Vampiro, no zombi»

Ese comentario le hizo sonreír un poco.

—Solo necesito tiempo para ordenar mis pensamientos. ¿De acuerdo?

—Un par de días tiene un pase, y hasta un par de semanas, pero llevas así casi un mes. Hasta tus pensamientos deberían estar ordenados —se levantó de su cama y le hizo una seña al otro para destapar juntos al mayor.

—Levántate y dúchate, que hueles a pedo —dijo Seokmin luego de taparse la nariz.

—Solo me he saltado un día —protestó Jeonghan.

—Me da igual lo que haya tardado esta peste en atufar la habitación. Solo sé que aquí hace peste y que tiene que desaparecer —sopló en la cara al castaño.

El hijo de los vampiros se movió, dándose obedientemente una ducha y regresando a la habitación para encontrarse a sus amigos haciéndole la cama. Habían escondido los mangas y las revistas.

—He preparado una ensalada de atún —dijo Boo mientras alisaba una de las sábanas—. Para el almuerzo. Nos la podemos comer al aire libre. Se lo podemos decir a Jisoo, a Mingyu y a Wonwoo. ¿Qué dices?

—¿Quieres comer al aire libre? —hasta Lee se sorprendió.

—Pareces otro —rió el mayor de ellos.

—Y tú —señaló el rubio—. Mientras las cosas no vuelvan a la normalidad, no me queda más remedio que igual o más animado que Seokmin. Lo haré por ti.

—Bien —el castaño iba a tener que comer en algún momento. Aunque la sangre cada vez era una parte más importante de su dieta, aún necesitaba comer.

—¿Vas a decirme de una vez por todas qué mosca te ha picado?

—Probablemente, no —¿Cómo iba a contarle Jeonghan que estaba disgustado por perder a Seungcheol? Que ellos supieran que lo había perdido hacía casi un año, no el mes pasado—. Chicos, no es que no confíe en ustedes. Es solo que no quiero decirlo en voz alta, ni siquiera quiero oírme diciendo las palabras.

—Tranquilo —Seokmin le puso una mano en el hombro—. Vamos a sacarte afuera.

El grupo de amigos comió en los jardines del Internado. Hablaron principalmente de exámenes parciales y chismes. Jisoo estuvo sentado cerca de Jeonghan, sus brazos rozándose a veces, y la presencia del primero tranquilizaba al segundo.

—Oigan, ¿No se ha sabido nada más de Lian Fei?  —preguntó Mingyu mientras ponía patatas en el plato de Wonwoo.

—Dicen que ha vuelto a casa —se apresuró a decir Hong. Se estaba ciñendo a la versión oficial de Septendécim para cualquier alumno vampiro desaparecido, lo cual era habitualmente la verdad, aunque no esta vez—. Cada curso lo dejan unos cuantos alumnos.

—Es raro —dijo Seungkwan—. El curso pasado, Wanyu; este, Lian Fei. Es decir, entiendo que alguien quiera largarse de este infierno, sobre todo teniendo fantasmas rondando por aquí, pero da la impresión de que a la dirección le traiga sin cuidado. ¿Y cómo es que los que se van son los alumnos más populares? El resto conseguimos aguantar.

—Ella no estaba contenta —dijo Jeon—. Se sentía sola. Se le notaba.

Aunque nadie nunca lo hubiera pensado, en efecto, Wonwoo tenía razón. Boo, por su parte, parecía escéptico.

—No sé por qué iba a estar más sola que el resto de nosotros la chica popular del Internado.

—Todo el mundo se siente solo —insistió el vampiro de anteojos redondos, y sonrió—. Debemos recordar que la vida hay que vivirla día a día. No podemos preocuparnos ni por el pasado ni por el futuro. La felicidad reside en el presente.

Seokmin se rió.

—Mingyu te ha lavado el cerebro a fondo.

Ahora que se fijaban, Wonwoo parecía mucho más relajado y, sí, lo que llevaba en los pies eran unas deportivas de bota negras. Ahora, en vez de parecer un mártir sacado de algún texto medieval, el vampiro se vestía y movía casi como un chico normal. Aún hablaba de un modo extraño, pero no tanto como para llamar la atención. Y, lo que era más importante, por primera vez parecía feliz. Un año compartiendo habitación con Mingyu le había hecho mucho más bien del que jamás podría haberle hecho una década de instrucción en Septendécim.

—Tú también tendrías que hacerle caso, Jisoo —dijo Kim empujando el zapato de este con el suyo—. Carpe Diem.

—Lo intento —Hong se esforzó por parecer animado, pero no fue muy convincente. Aquel mes no había estado mucho más contento. El enfrentamiento con Charity le había afectado mucho. No solo había preferido su hermana a la tribu en vez de a él, sino que se había convertido en uno de ellos, en un ser violento, despiadado y cruel. De una cuchillada, había puesto fin a la existencia de Lian Fei.

Puede que Seungkwan percibiera cierta melancolía en el ambiente, porque se apresuró a hablar sobre cualquier tema.

—El cielo está despejado. Esta noche deberíamos salir a observar las estrellas. ¿Qué les parece la idea?

—Esta noche no —replicó Jeonghan—. He prometido ayudar a Jisoo con un trabajo.

—Está bien, pero lo haremos pronto.

De hecho, el «Trabajo de Clase» consistía en jugar con una consola de vídeo, una pura diversión para Jeonghan, pero una asignatura difícil para Jisoo en el área de Tecnología Moderna.

—Esto debería dársete mejor —dijo el castaño mientras su guerrero apuñalaba fácilmente al contrario en la pantalla por duodécima vez—. Has combatido en varias guerras, ¿No?

—En muchas —el de cabellos lilas fulminó los mandos con la mirada—. Para mí no tiene ningún sentido pensar en una batalla como en un juego.

—Entonces piensa que es como la esgrima —sugirió el otro—. Ya sabes, movimientos que practicas para hacerlo bien. Un papel que encarnas.

—Eso tiene lógica —sonrió y se recostó en el sofá del aula de Tecnología Moderna. Entonces, su sonrisa cambió, haciéndose más dulce e intensa—. Jeonghan, ¿Por qué seguimos haciendo esto?

—¿Haciendo qué?

—Estar juntos todo el tiempo. Mentir a nuestros amigos —lo miró con ojos brillantes—. Fingir que estamos juntos.

—Bueno, porque... —se dio cuenta de que ni siquiera se había hecho esa pregunta. Miró al suelo sin saber qué decir—. Tú sigues buscando a Charity. Eso significa que necesitas una excusa para salir del Internado.

—Yo no necesito ninguna excusa para salir de aquí. Puedo ir y venir cuando me plazca. Nuestra... Lo que sea esto que sucede entre nosotros, no lo necesito para eso.

—Supongo que podemos dejarlo si quieres.

—Yo no quiero dejarlo especialmente —dijo Jisoo. Había bajado la voz.

—Voy... Voy a buscar un poco de sangre, ¿Si? —el chico se puso en pie y, con paso vacilante, fue al rincón del aula donde había una cocina. Varios vampiros guardaban sangre allí para tomarse un refrigerio entre clase y clase, dado que era la única aula que ningún humano utilizaba, y le pareció que un poco de sangre le vendría bien para darse fuerzas.

Jeongjan no podía fingir que no sabía a qué se refería el otro, ni que se hubiera sorprendido. Seungcheol y él ya no estaban juntos y parecía imposible que alguna vez volvieran a estarlo. Su compañero le había dado tiempo para asimilar la pérdida y ahora quería saber si las cosas podían ser distintas entre ellos.

El castaño siempre se había dicho que Jisoo no era más que un amigo. Estaba seguro de que no lo amaba como seguía amando al cazador de Adamās, porque no sabía si alguna vez podría volver a amar a alguien de aquel modo tan apasionado, pero también sabía que durante aquel año había llegado a depender de él. Confiaba en él. En aquel momento, era probablemente su mejor amigo, y nunca había fingido que no le pareciera atractivo, lo cual habría sido imposible.

No, nunca había sentido por el vampiro nada que se acercara a la pasión arrebatada que Seungcheol despertaba en él, pero si le daba una oportunidad...

Yoon recordó al pelinegro besándolo bajo las estrellas en el observatorio, su deseo de él tan lacerante que le dolió. El recuerdo se adueñó de él justo cuando sacaba un vaso del armario. Distraído, se le resbaló de la mano y se hizo añicos contra el suelo. Luego, notó algo afilado clavándosele en un dedo.

—¡Ay! —gritó sacándose un cristal del dedo ensangrentado.

Jisoo estuvo a su lado al momento.

—No es grave —se apresuró a recoger los cristales rotos y los tiró a la basura.

—No, solo necesito vendármelo.

«Un momento»

Estaban muy cerca, tanto que casi se tocaban. En vez de abrir el grifo y poner el dedo debajo del chorro de agua, Jeonghan alzó con inseguridad la mano hasta casi rozar los labios del de cabellos color lila.

Al vampiro lo cogieron por sorpresa, porque pareció tardar un segundo en darse cuenta de lo que su compañero estaba haciendo. Luego, lo cogió por la muñeca con delicadeza y se metió el dedo en la boca, saboreando la sangre mientras cerraba los ojos. Al notar el roce de aquella lengua en su piel, el estómago le dio un vuelco al castaño y se le cortó la respiración.

Al cabo de un segundo, Hong apartó la mano de sus labios. Ahora, el corte era únicamente una delgada línea rosa.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Sí —el hijo de los Yoon se sentía terriblemente expuesto. Su sangre había permitido que el otro se introdujera fugazmente en su mente. Jisoo acababa de sentir algunas de las emociones que Jeonghan sentía en aquel momento, y se preguntó si no serían menos confusas para el vampiro de lo que eran para él—. ¿Qué has visto?

El contrario seguía con la mano del castaño entre las suyas, rodeándole la muñeca con sus finos dedos.

—Solo curiosidades, nada más. No he probado suficiente sangre para conocerte bien —tenía la voz extrañamente ronca y suave—. Cuando por fin compartas sangre con alguien, entenderás la diferencia.

Recordó que solo había sentido un atisbo de las emociones del de cabellos lilas al lamerle el dedo la noche del Baile. Había más, tanto, que apenas se lo podía imaginar: Los verdaderos misterios de ser un vampiro.

«Esto es lo que significa ser un vampiro»

Habían momentos en los que Jeonghan se había cuestionado si tenía que acabar convirtiéndose en un vampiro, incluso si era eso lo que quería. Ahora que había perdido a Seungcheol, no quería volver a plantearse aquellas cuestiones nunca más. Estaba harto de no saber qué era exactamente, cómo comportarse, qué pensar. Si pudiera comprender qué significaba ser un vampiro, entonces podría dejar de hacerse todas aquellas preguntas por fin.

—Bebe mi sangre.

Hong no se movió, pero hubo un cambio que se produjo en él, una especie de tensión que electrizó el aire de alrededor.

—¿Ahora?

—Esta noche no va a venir nadie más. Estamos solos, así que podemos hacer lo que se nos apetezca.

—No me refería a eso —el deseo de sus ojos hizo que el castaño se sienta débil, pero de un modo agradable, como el momento antes de bajar una cuesta en una montaña rusa. Con suma suavidad, le pasó los dedos por la mejilla—. ¿Estás seguro?

—Ya te lo he dicho. Sí —pero entonces le pareció que su audacia se disolvía, porque no tenía la menor idea de cómo hacerlo—. ¿Nos...? ¿Te...?

«¿Me destapo el hombro y dejo que simplemente que me muerda?

¿Me morderá primero en la mano?»

Se sintió estúpido por no saberlo.

—Es mejor que te recuestes, a veces marea —el vampiro le apretó la mano—. ¿El sofá?

—Bien —dijo Jeonghan apartándose el pelo de la cara como si aquello no fuera gran cosa. Lo cual fue una estupidez, porque sí lo era, y ambos lo sabían, pero él parecía incapaz de controlarse.

Las piernas le flaquearon cuando fueron al sofá cogidos de la mano. Jisoo rebuscó en uno de los armarios y sacó un par de toallas oscuras. La pantalla del ordenador se había apagado, con lo que había más oscuridad en el aula, pero no encendieron ninguna luz. Sería más fácil si estaban envueltos en sombras.

—Quizá quieras... No quiero estropearte el jersey —dijo Hong con voz tensa mientras se desabrochaba los puños de la camisa.

—Oh, sí —por suerte, llevaba una camiseta debajo de su abrigo. Se dio la vuelta mientras el otro la retiraba y la dejaba doblada en una silla cercana.

Cuando el castaño se volvió, el de cabellos color lilas se había quitado la camisa. Jamás le había visto el cuerpo hasta entonces, y el mero hecho de mirarlo despertó su deseo de tocarlo. En su nerviosismo, imaginó que debía de ser la piel más suave que haya podido sentir. Sin embargo, no lo tocó, ni hizo nada.

—Ven, recuéstate —el hijo de vampiros lo hizo, colocando el cuello de tal modo que la sangre que pudiera derramarse cayera en las toallas, pero tuvo la sensación de que se movía a cámara lenta. Entonces, Jisoo se tendió a su lado, colocando sus cuerpos juntos. El corazón les latía tan violentamente que parecía que iba a estallarles, pero todo cambió cuando Hong le  pasó una mano por el pelo y sonrió dulcemente.

—¿Estás nervioso?

—Un poco —admitió Yoon.

—No lo estés. Cuidaré de ti, te lo prometo.

—Cuanto más esperamos, más nervioso me pongo...

El vampiro le hizo un gesto de silencio y después, lo besó en la frente. Luego, casi sin despegar los labios de la cara del castaño, bajó hasta el hueco de su cuello. Al notar el roce de su boca en la piel, este se puso tenso de arriba a abajo, por lo que el contrario le acarició el brazo, esperando a que se relajara y se habituara a tenerlo tan cerca.

Jeonghan jamás se habituaría a aquello. El techo le pareció más bajo, como si todo se estuviera haciendo más pequeño a su alrededor. Sabía que aquello no lo transformaría en vampiro, pero, de todos modos, estaba cruzando una línea.

Obligó a sus músculos a que se relajaran, entonces Jisoo respiró hondo y mordió.

Yoon lo agarró por los hombros disponiéndose a apartarlo, pero entonces, ya no le dolió tanto, y sintió una sacudida profundísima. Era la corriente de su sangre fluyendo hacia el otro. Aunque su cuerpo no se movía, tuvo la sensación de estar meciéndose lentamente, relajado, mareado y deseoso de más.

El mundo pareció desintegrarse debajo de él. Fue como desmayarse, pero maravilloso en lugar de atemorizante. El cuerpo del vampiro junto al suyo era todo a lo que podía aferrarse, la única cosa que conocía.

Su lengua le lamió el cuello, la succión haciéndole cosquillas, hasta que se apartó.

—Bebe —susurró ligeramente en su oído—. Jeonghan, bebe mi sangre.

El mencionado lo atrajo hacia él, enterró la cara en su hombro y sintió el familiar dolor en la mandíbula debido a sus colmillos. Jisoo olía bien y tenía la piel suave y, en una milésima de segundos, el castaño pasó de no saber si podría morderlo a saber que tenía que hacerlo.

Le hincó los colmillos y la sangre le llenó la boca, tan caliente que quemaba, y, de inmediato, lo inundó todo lo que el otro sentía, todo lo que veía. Hong sabía a nostalgia, a soledad y a una infinita necesidad de consuelo. Toda la parte del ser de Yoon que conocía la soledad se inclinó hacia él, acoplándose.

Las imágenes que se le cruzaron al hijo de los vampiros por la mente eran de él, o tal vez no, no de él, sino de alguien tan parecida que hasta el mismo Jeonghan podía confundirse. Ella era castaña, llevaba un vestido largo, y corría por el bosque otoñal, riéndose, girando sobre sí misma en la hojarasca.

Jisoo la amaba, quería que Jeonghan fuera ella y este quería ser ella, porque quería ser cualquier persona menos él mismo.

También percibió su deseo, la necesidad física y contundente en estado puro. La cabeza del chico se le llenó de imágenes y sensaciones veladas. Su cuerpo respondió al deseo del de cabellos lilas y notó que el vampiro lo mordía con más fuerza al percibir su excitación. Eso aumentó de igual forma su deseo de él. La sensación se multiplicaba interminablemente hasta que ninguno de los dos pudo soportarlo ni un segundo más.

Hong se separó del cuello ajeno, lo suficiente para que el otro tuviera que dejar de morderlo. Entonces, sin pensarlo, lo besó, no una vez, sino media docena de veces. Cada beso era frenético y con un agradable sabor a sangre. Los dos se besaron respirando cada vez que sus labios se separaban.

—Jeonghan, di que sí —jadeó Jisoo entre ardientes besos con una voz dulce—. Di que sí, por favor, dime que sí.

Él quería decir que sí, e iba a hacerlo, pero al mirarlo, exhaló entrecortadamente, y advirtió que podía ver el vaho de su respiración. Los dos sintieron el frío al mismo tiempo y el vampiro abrió desmesuradamente los ojos al darse cuenta de lo mismo que el otro.

Las ventanas y el techo comenzaron a cubrirse de escarcha y el resplandor verde azulado inundó el aula de tanto brillo que apenas se podía ver nada. Lo único que se podía oír era el sonido del hielo crepitando, pero nada era comparable a lo que se sentía.

«Me odia y quiere hacerme daño»

Jeonghan no había entendido a qué se refería Seungkwan hasta aquel momento.

Los fantasmas estaban enfadados y habían venido a por él.

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