Crescent Moon ➳ Seventeen

By snowcoups

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"Tras una larga temporada sin verse, Yoon Jeonghan y Choi Seungcheol buscan la forma de infringir las estrict... More

Prólogo
«Capítulo 1»
«Capítulo 2»
«Capítulo 3»
«Capítulo 4»
«Capítulo 5»
«Capítulo 6»
«Capítulo 7»
«Capítulo 8»
«Capítulo 9»
«Capítulo 10»
«Capítulo 11»
«Capítulo 12»
«Capítulo 13»
«Capítulo 15»
«Capítulo 16»
«Capítulo 17»
«Capítulo 18»
«Capítulo 19»
«Capítulo 20»
«Capítulo 21»
«Capítulo 22»
Final

«Capítulo 14»

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By snowcoups


En una voz aún más baja, el vampiro continuó hablando.

—Prueba a ver cómo muere tu hermana pequeña, a no poder hacer nada para salvarla y entonces dime que no te pasarías toda la eternidad intentando compensar eso. Cuando hayas hecho todo eso, Choi Seungcheol, entonces me podrás hablar de elecciones. Hasta entonces, dime lo que necesito saber y por favor, no vuelvas a tocar ese tema.

—Déjame en paz —dijo el pelinegro más calmado—. Lo entiendo, ¿Bien? Todos hemos tenido momentos difíciles, y en serio lo siento —se sacó un cuadernillo del bolsillo de su abrigo y se lo dio—. Ten, aquí hay información sobre Charity. Solo son notas de las batidas que hemos llevado a cabo últimamente. Esos «amigos» con los que va, ¿Tienes alguna idea de quiénes pueden ser?

—No — respondió hojeando el cuaderno, escrutando las páginas en busca de más pistas acerca del paradero de su pariente.

—Probablemente la mayor parte de los detalles de este cuadernillo no te sirvan de nada, pero puede que haya algo. La próxima vez, juntaré todo lo que tenga de ella e intentaré ponértelo de una forma que te haga más fácil encontrar alguna pauta —tras unos segundos, el humano añadió—: Espero que te sea útil.

—Gracias —contestó con sincero agradecimiento.

En el tenso silencio que siguió, Jeonghan intentó pensar en algo que decir después de lo que acababa de saber sobre el pasado de Jisoo, pero las palabras no le parecieron apropiadas, de manera que le dio un abrazo.

—¿Te encuentras bien?

—Gracias, pero sí lo estoy. Me iré al cine a ver algún clásico, ¿De acuerdo? —Hong también lo abrazó durante el tiempo suficiente para que el pelinegro los observara—. Ya nos veremos dentro de dos horas. Por favor, ten cuidado y sé puntual.

Después de asentir y separarse, la pareja se alejó hacia la camioneta de la madre del mayor, quien al notar la expresión de su novio, no pudo evitar preocuparse.

—¿Estás bien? —cuestionó una vez se hubieron abrochado los cinturones.

—Sí, pero estoy preocupado por Jisoo. No tenía idea de nada. Nunca me había contado que le había pasado eso y no puedo ni imaginarme lo horrible que debió de ser.

—A mí me han perseguido vampiros desde que nací, no necesito imaginármelo.

—Sé que algunos de los nuestros son asesinos —dijo el menor en voz baja—. Lo sé desde hace tiempo, pero no todos lo somos.

—Sí, eso lo veo. Lo que ninguno de los dos sabe es qué hay de verdad en las consignas que nos han enseñado nuestros padres o en dónde está el equilibrio.

El castaño suspiró.

—No quiero seguir hablando de esto, ¿Si?

—Me parece bien.

—Y bueno, ¿A dónde me estás llevando? —los faros de la camioneta iluminaban la carretera por delante de la pareja, pero no era ningún lugar de la plaza que Yoon conociera. Estaban subiendo por una fuerte pendiente.

—No te preocupes, mi pedacito de cielo —Seungcheol sonrió cuando el menor rió por aquel apodo tan cursi—. Estarás de vuelta antes del toque de queda. Nuestro destino final es una sorpresa, así que no puedo decirte nada, quiero que lo veas.

Pese al clima de tensión que se había creado antes, Jeonghan finalmente se pudo sentir calmado y nuevamente feliz.

—¿Me darías una pista?

—Lo sabrás cuando lleguemos allá —guiñó el mayor.

Y fue tal y como lo dijo.

El observatorio era un silo de madera viejo y pequeño con un tejado verde de cobre por cuyo centro asomaba el objetivo de un telescopio. Cuando el más delgado abrió de sobremanera sus ojos, el otro sonrió.

—Aquí hubo un pequeño Colegio Universitario. Lleva cerrado varias décadas, pero la ciudad ha mantenido abierto el observatorio para que los alumnos de Secundaria puedan venir de cuando en cuando.

—¿Está abierto esta noche? —preguntó el menor con impaciencia.

—Esta noche será nuestro observatorio privado, así que tendremos que abrirlo nosotros mismos —dijo el pelinegro en un tono travieso.

Aquello significaba que había que forzar la cerradura, cosa que Seungcheol hizo de forma que pareciera fácil. Cuando entraron, se encontraron con un espacio circular no muy ancho, pero de unos nueve metros de altura. Una escalera de caracol metálica conducía al telescopio que estaba ubicado sobre un pavimento negro. Debido al techo abierto, hacía el mismo frío dentro que afuera, pero a ellos les daba igual.

El miembro de Adamās cogió a su pareja de la mano cuando subieron las escaleras y sus pasos resonaron en los peldaños. Visto desde abajo, el telescopio no parecía tan grande, pero una vez arriba, sus numerosas ruedas y palancas hicieron silbar al mayor.

—¿Sabes manejar esto?

—Creo que me las arreglaré —Jeonghan nunca había manejado un telescopio tan inmenso, no solo, al menos, pero había visitado un observatorio y había leído suficientes libros como para tener una idea. Orientando el Norte, Sur, Este y el Oeste, apuntó la constelación más próxima con el objetivo. Una nebulosa que habitualmente había visto como una estrella menos definida, ahora la veía con toda claridad y detalle, casi como en los libros, pero aquello era mejor, porque era real—. Dios mío, esto es demasiado hermoso.

—¿Me dejas ver?

—Sí, mira, esta es la nebulosa de Orion —el menor se apartó para que Choi pudiera mirar por el ocular. Luego, lo rodeó con los brazos abrazándolo por atrás, conmovido y emocionado por el detalle que el chico había tenido con él. Por un momento, se acordó de Jisoo, a quien había enseñado aquella constelación el año pasado, pero sin la ayuda de un telescopio, y se preguntó si la estaría pasando bien solo en el cine.

—Es bastante espectacular.

—Sí que lo es —la espalda de Seungcheol era cálida, y Yoon notó que la atención de este ya estaba pasando de las estrellas hacia él—. Amor, en verdad, muchas gracias —en efecto, él quería disfrutar de la oportunidad de ver el cielo con tantísimo detalle, pero le estaba costando pensar en nada que no fuera lo cerca que ellos estaban. Ojalá pudieran haber estado siempre así de cerca. El menor habría hecho cualquier cosa para que eso fuera posible, y seguro que el pelinegro también.

Con lentitud, el mayor se volvió y besó en la mejilla a su amado, quien le acunó el mentón entre las manos para volver a besarlo, esta vez en los labios. Fue un roce corto, y por supuesto, para ellos no fue suficiente. Jeonghan juntó sus labios y lo hizo nuevamente, cada vez más apasionadamente, hasta que la respiración empezó a entrecortárseles.

—Dios, cuánto te he echado de menos —susurró Seungcheol enterrando la cara en el cuello contrario con necesidad, siendo rozado por sedosos cabellos castaños—. Todas las noches me acuesto pensando en ti. En todas, menos las noches en que no puedo dormir de lo mucho que te deseo.

—Lo sé —replicó halando el borde posterior de su jersey blanco sin cortar el contacto visual con el chico que tenía enfrente, y luego, le cogió las manos para metérselas con sutileza por debajo de la prenda, estremeciéndose por lo heladas que estaban—. Yo también te extrañé demasiado —Jeonghan se acercó más para sentarse sobre los muslos de Seungcheol, acorralándolo contra el pavimento en donde estaba colocado el gran telescopio.

Al miembro de Adamās le comenzaron a brillar los ojos cuando sintió el peso de su novio sobre sus piernas, y luego de morderse el labio inferior para dejar notar su deseo, comenzó a acariciar la piel que sus manos estaban tocando, rozando cada resquicio que había de camino hacia el pecho del castaño. Moviendo en círculos las yemas de los dedos, comenzó a acariciar las tetillas del menor y entonces, este ya no pudo esperar más.

Con rapidez se separó para sentarse en el suelo metálico y atrajo al pelinegro hacia él, halando del hoodie que este llevaba. Choi gateó al ser jalado, siendo dirigido por su amado hasta que este de repente soltó el cuello de la prenda contraria para quitarse el jersey blanco que portaba con tanto ímpetu que casi se lo arrancó. Seungcheol lo miró sorprendido un instante, antes de deshacerse de su abrigo negro para colocarlo en la superficie. Acto seguido, se quitó el hoodie y se lo pasó por la espalda para abrigar a Yoon. Después, apoyó la mano derecha en el suelo y sostuvo la nuca del menor con la que tenía libre para ir inclinándose hacia adelante hasta terminar echado sobre él.

Una vez tendidos en el suelo, los besos de la pareja se tornaron más enfebrecidos, casi desesperados. Lo que sentían en ese momento no se podía expresar en palabras.

Mareado y extasiado, el castaño echó la cabeza hacia atrás, acción que el otro aprovechó para dejar besos en su cuello descubierto. Las estrellas parecieron inclinarse, girando por encima del techo abierto, y Jeonghan sintió la necesidad de hundir los dedos en los negros cabello de Seungcheol para poder mantenerlo pegado a él mientras comenzaba a gemir.

«El desea esto tanto como yo.
Él sabe cómo va a acabar, y no quiere detenerse por ningún motivo»

El miembro de Adamās dejó escapar un suspiro cuando el otro posicionó las manos en su espalda, apretándolo hacia él de manera posesiva. El mayor volvió a besar a su novio en la boca, bajando una de sus manos hacia su cadera para apretarla, provocando que ambos comenzaran a respirar entrecortadamente, ya enloquecidos por la pasión. Choi pasó un muslo entre las piernas contrarias con suavidad y en un rápido movimiento, Yoon le sostuvo la cara entre las manos.

—Tú y yo... ¿Quieres que yo...? ¿En serio esto va a pasar? —las palabras le salieron arrastradas debido a lo excitado que se encontraba.

—¿El qué? —el humano pareció volver a su pareja desde muy lejos. En efecto, su nivel de delirio lo había llevado al trance—. Oh. Oh. No creía que... Esta noche...

—Yo tampoco lo esperaba, pero amor, siento que también tú lo deseas —y dicho aquello, el más delgado lo besó con exigencia. El pelinegro estaba temblando, quizá de excitación. La escena le recordó al menor que antes habían tenido un encuentro casi tan parecido en el año pasado, en la Torre Norte. Era exactamente igual de irrefrenable y apremiante—. Entonces estaremos juntos de verdad, y podremos amarnos para siempre.

—¿Estás seguro de esto?

—Aunque esto lo cambie todo para los dos... Sí, sí lo estoy... ¿Tú lo estás?

El mayor sonrió de un modo sensual que lograría poner a cien a cualquiera, pero en especial, a su ángel.

—Lo estoy, Jeonghan, del todo —cuando Choi volvió a besarlo, lo hizo con una intensidad distinta. Con una gran resolución, apremio, incitación y con bastante atrevimiento. Luego de quedarse sin aire, susurró con los labios pegados a la mejilla del castaño—: ¿Has traído... Ya sabes, ¿Lubricante?

—¿Lubricante?

—Ya sabes... —en realidad, el menor no sabía a qué se estaba refiriendo—. Bueno, yo no he traído un lubricante porque soy... —suspiró con decepción— Eso... Un idiota —Seungcheol se dio un cabezazo contra el hombro descubierto de su pareja—. No pensé que tú... No pensé que nosotros llegaríamos a esto esta noche. Cuando llegué, tenía pensado que iríamos a caminar para ponernos al día con todo lo que nos ha ido sucediendo y sí, supuse que nos daríamos besos, pero no pensé que llegaríamos tan lejos, aunque tendría que haberlo previsto, porque cada vez que te toco, yo...

—Un momento, ¿Creías que estaba hablando de tener relaciones?

El pelinegro lo miró desentendido. De inmediato, Jeonghan supo que su novio sí había estado hablando de sexo, ¿Y cómo no? Si lo tenía encima y ambos estaban medio desnudos. No era que el castaño no hubiera pensado también en hacerlo, porque claro que lo deseaba con locura, pero en ese instante, él hablaba de atarse para siempre.

—Espera, ¿Tú estás...? ¿Te referías...? ¿Estabas hablando de beber mi sangre?

—Sí...

—Pero no solo de beberla —se puso tan blanco como el papel—, ¿O me equivoco?

—Creía que querías que te transformara en un vampiro —aquel era el regalo definitivo. Yoon le puso una mano en la mejilla al miembro de Adamās, deleitándose con el tacto de su piel. Recordó viejos sueños que creía olvidados y que por un instante, se atrevió a desear hacerlos realidad—. Hacer eso también me transformaría en un vampiro a mí y entonces, Seungcheol, no tendríamos que volver a separarnos nunca.

El humano quedó completamente inmóvil.

—Antes me moriría y quedaría muerto —sentenció—. Jeonghan, no vuelvas a pedirme eso nunca más, porque es la única cosa del mundo que no voy a hacer por ti. Jamás seré un vampiro. Jamás.

Cada palabra fue como un golpe.

El de cabellos negros había progresado tanto en su actitud hacia la raza del castaño que este creía que su antigua resistencia a la idea de convertirse en un vampiro podría haberse disuelto, pero allí estaba Choi, tan fuerte como siempre.

El más delgado se sintió confundido y aún peor, se sintió rechazado. Su pareja no quería lo que le había ofrecido, ni lo que era.

No parecía haber nada más que decir, y la enardecida pasión que antes los había dominado se había apagado como si jamás hubiera existido. Ambos se sentaron, apartándose ligeramente el uno del otro. La piel desnuda de Yoon notó finalmente el frío del lugar y, un momento después, recogió su jersey para volvérselo a poner con las manos temblándole.

Seungcheol se colocó otra vez el hoodie y puso su abrigo con delicadeza sobre de la espalda del otro. Después, suspiró y lo rodeó con fuerza para expresarle sus sentimientos, pero ahora, el abrazo resultaba incómodo.

Jeonghan jamás habría imaginado que estar entre los brazos de su gran amor se le pudiera hacer extraño, pero así fue.

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