Crescent Moon ➳ Seventeen

By snowcoups

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"Tras una larga temporada sin verse, Yoon Jeonghan y Choi Seungcheol buscan la forma de infringir las estrict... More

Prólogo
«Capítulo 1»
«Capítulo 2»
«Capítulo 3»
«Capítulo 4»
«Capítulo 5»
«Capítulo 6»
«Capítulo 7»
«Capítulo 8»
«Capítulo 9»
«Capítulo 10»
«Capítulo 11»
«Capítulo 13»
«Capítulo 14»
«Capítulo 15»
«Capítulo 16»
«Capítulo 17»
«Capítulo 18»
«Capítulo 19»
«Capítulo 20»
«Capítulo 21»
«Capítulo 22»
Final

«Capítulo 12»

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By snowcoups


La señora Ha estaba sentada en su mesa, tamborileando tan fuerte en la madera con sus largas uñas que el golpeteo era audible.

—Ellos se enfrentaron a sus padres por amor, arriesgaron su vida por amor y, finalmente, murieron por amor, aunque solo se han visto unas pocas veces. Es una gran historia que se basa en el enamoramiento. Shakespeare quizá debería haber permitido que se conocieran durante más tiempo.

—Todo lo que dice, joven Yoon, es cierto, pero no estoy convencida de que eso sea un fallo argumental. Romeo y Julieta eran prácticamente dos desconocidos, incluso al final de la obra, pero ¿No es posible que sea eso lo que el autor quiere decirnos? ¿Que la pasión suicida que ellos comparten suele darse únicamente en la fase de enamoramiento? ¿Que personas más maduras y expertas no deberían cometer sus errores?

Jeonghan se hundió en la silla. Por suerte, la rectora no quiso convertirlo en el chivo expiatorio del día y miró a su alrededor.

—¿Quiere alguien más sugerir algún fallo que haya percibido en la obra?

Lian Fei alzó la mano, deseosa, como siempre, de poner a Yoon en evidencia.

—Se comportaban como si acostarse sin estar casados fuera completamente imposible, y de eso, nada.

La señora Ha suspiró.

—Tenga presente que, pese a su humor impúdico, Shakespeare escribía por lo general para satisfacer la moralidad de su época. ¿Alguien más?

Por primera vez que alguien recordara, Seokmin habló en clase.

—Si quiere mi opinión, el Bardo mete la pata haciendo que Tebaldo mate a Mercutio antes de que Romeo mate a Tebaldo. Se supone que son enemigos de sangre, ¿No? Y los Montesco no son mejores que los Capuleto, si ese príncipe del final está diciendo la verdad. Habría sido más atrevido que Romeo y Tebaldo se pelearan solo porque se odian. Hacer que Tebaldo mate primero a Mercutio justifica que Romeo lo mate luego a él.

Todos esperaron la inevitable confrontación, pero no ocurrió.

—El señor Lee ha dado un argumento excelente. Formulando el asesinato de Tebaldo por parte de Romeo como lo hace, Shakespeare pierde cierta ambigüedad moral.

Mientras la rectora escribía «Ambigüedad Moral» en la pizarra, el castaño miró a su amigo, que se encogió de hombros, poniendo cara de: «No puedo evitar ser un genio».

Pese a la gracia que le produjo a Jeonghan el oír a Seokmin y a la señora Ha hablando de Literatura, este tuvo una extraña sensación de vacío durante toda la clase y durante mucho tiempo después. En la Biblioteca, se sentó en un rincón y se quedó mirando sus notas a la luz dorada que entraba por la vidriera.

¿Se conocían realmente Seungcheol y él?

Se habían conocido hacía más de un año y el castaño sintió una conexión especial entre ellos dos desde el principio, pero su cita fallida en la plaza le había recordado que casi no habían podido estar juntos ni que pudieron decirse toda la verdad sobre ellos o sobre cualquier cosa importante de sus vidas.

¿Y si eran como Romeo y Julieta, que lo arriesgaron todo demasiado pronto?

Entonces, se recordó sentado en aquella misma Biblioteca con el humano, cuyos cabellos bañados con la luz que se colaba por la vidriera parecían brillar. Lo recordó contándole cómo había huido de casa cuando solo era un niño, llevando un paquete de Pokys de Oreo y un tirachinas. Se recordó a ambos probándose anticuadas prendas en la tienda de ropa usada de la plaza y coqueteando en el cenador, y recordó la primera vez que se besaron.

Lo recordó diciéndole que lo quería, que lo amaba aunque fuera un vampiro y a él le hubieran enseñado a odiarlos desde que había tenido uso de razón, y lo recordó tendido debajo de él, arqueando el cuello para que se lo pudieran morder, ofreciéndole generosa y pasionalmente su sangre.

Aquello no era enamoramiento, era amor.
Si algo tenía claro, era eso.

Sonriendo, Jeonghan cerró el cuaderno y también los ojos, para poder perderse mejor en sus recuerdos. Aunque tuviera que seguir adelante fingiendo que no echaba de menos a Seungcheol, podía continuar siendo fiel a él y a todo lo que tenían. El tiempo que estaban pasando separados no importaría, no si lograba mantenerse fuerte. No iba a entristecerse por todas las cosas que no podía ser su relación, no teniendo en cuenta todas las cosas increíbles que ya era. Era hora de dejar de lamentarse y empezar a celebrarlo.

Su madre no tuvo que hacer ningún arreglo al nuevo traje del baile para aquel curso. Mientras el castaño estaba sentado al borde de la cama en bóxers, se dio el tiempo de admirar su cabello bien peinado con mechones ondulados y pensó en sus antiguos compañeros de cuarto; uno, que se había echado gel prácticamente en todo el año y otro; que se la pasó enseñándole a cómo verse mejor.

—Junhui estaría orgulloso si me viera ahora.

—Deberías escribirle para contárselo, también a Minghao —la señora Yoon habló bastante contenta—. Seguro que les encantaría tener noticias tuyas.

—Supongo —dudaba de que Wen dedicara tiempo a pensar en nadie más que nó fuera él, pero estaba seguro que Minghao sí estaría encantado. De todas formas, les debía como mínimo una postal a ambos.

—Pensaba que a lo mejor te habías abierto un poco más —dijo su madre—. Que te estabas relacionando más con los que son como nosotros. Ahora que Jisoo y tú son pareja, quiero decir.

—Eso pienso —respondió su hijo—. Aunque se me hace un poco raro. Él aún me lleva por más de trescientos años —aquello era quedarse corto, teniendo en cuenta que Hong había sido prácticamente uno de los primeros colonos en celebrar el día de Acción de Gracias.

—Tu padre me lleva casi seis siglos. Créeme, después de los primeros cien años más o menos, casi ni se nota.

Los padres de Jeonghan hacían que esa diferencia de edad pareciera fácil de salvar y él había crecido sin darle ninguna importancia. Solo ahora que estaba pasando más tiempo con Jisoo, se daba cuenta de que esos años sí eran importantes.

—Aun así, es extraño.

—Tienes que empezar a pensar a largo plazo, como aprenden a hacer todos los vampiros si son inteligentes. Eso es algo que Jisoo puede darte y que... Seungcheol no podía.

El castaño se puso rígido y su madre dejó de arreglarle las ondas de su cabello. Se estaban adentrando en un terreno peligroso, y los dos lo sabían. Sus padres y él hablaban de casi todo, menos de Choi.

—No estoy con Jisoo para aprender —dijo en voz baja—. De igual modo que no estuve con Seungcheol para rebelarme.

—Cariño, nunca pensamos eso. Nunca te culpamos por lo que sucedió con ese chico. Eso lo sabes, ¿No?

Jeonghan no se dio la vuelta. Por algún motivo, le resultaba más fácil tener aquella conversación sin mirar a su madre.

—Lo sé.

Ella parecía más nerviosa que el menor.

—Puede que haya un tema del que deberíamos hablar esta noche.

—¿Qué? —¿Había adivinado que tenía un secreto sobre Seungcheol? ¿Incluso que lo estaba viendo a escondidas?

Imaginó un montón de posibilidades distintas, pero todo cambió cuando su madre habló nuevamente.

—¿Necesitan tener tu padre y tu otra conversación sobre sexo?

«Oh, Dios mío»

—Ya sé que te sabes la teoría —ella siguió adelante, aunque estaba segura de que su hijo acababa de ruborizarse—, pero cuando estás intimando con alguien, sobre todo con alguien que tiene más experiencia, como Jisoo, todo pasa a un plano mucho más real. A lo mejor tienes otras preguntas.

—Es un poco pronto para pensar en eso —él se apresuró a decir. Tenía que ser su madre quien le diera la única información que no quería oír—. Acabamos de empezar a salir.

—Si tú lo dices... —la señora Yoon parecía divertida, pero le dio una palmadita en el hombro al castaño y no volvió a sacar el tema mientras terminaban de prepararlo.

Acababa de ponerse unos zapatos blancos cuando oyeron llamar a la puerta y, luego, al padre de Jeonghan y a Jisoo saludándose en voz muy alta, dándose palmaditas en la espalda. El señor Yoon y Seungcheol también habían empezado a actuar de ese modo el año pasado. Puede que los hombres necesitaran pavonearse un poco cuando saludaban a las parejas de sus hijos. La madre del castaño lo abrazó con fuerza.

—¡Sal ahí fuera y túmbalos!

Luego de reír, Jeonghan entró en el salón, y tanto su padre como Jisoo se quedaron callados. El vampiro mayor sonrió y echó el cuerpo hacia atrás, claramente orgulloso, pero el otro no cambió de cara, aunque sí hubo un destello de aprecio y cariño en sus ojos que hizo que el castaño se estremezca por ser consciente de su poder sobre él.

La camisa rosada de seda se le ceñía al cuerpo y tenía un hermoso moño largo en la parte del cuello. También llevaba un pantalón azul oscuro de vestir que le quedaba ligero a medio muslo, para permitirle bailar y la señora Yoon le había ondulado sutilmente el cabello después de habérselo cepillado. Si en el curso anterior se había sentido atractivo, este vez era distinto. Se sintió único y especial.

Los padres de Jeonghan los despacharon enseguida y Jisoo le ofreció el brazo al otro para que este se apoyara en él mientras bajaban. Cuando el zapato nuevo del castaño resbaló en uno de los desgastados escalones de piedra y se tambaleó, el chico de cabellos color lila lo cogió por la cintura.

—¿Estás bien?

—Sí —Jeonghan lo miró y advirtió lo próximo que estaba su rostro al suyo, pero Hong seguía sujetándolo muy cerca de él. El castaño sabía que debía separarse, pero también sabía que el otro lo deseaba, y no podía evitar que eso le gustara. Era la primera vez en su vida que sentía que ser él mismo le confería una clase única de poder—. El cabello te queda muy bien así... Me gusta el tono que escogiste.

—Gracias —dijo escrutando al otro con sus ojos castaños—. A mí me gustan las ondas de tu cabello, y creo que resaltan mucho tus bellos rasgos. En serio me gusta.

Una sonrisa se asomó a los labios de Yoon.

—¿Así te gusto?

Por alguna razón, aquello rompió el hechizo y Hong se irguió.

—Estoy contento con el momento presente. Ven, Jeonghan, bailemos.

Una vez más, el Gran Salón había sido transformado para la ocasión, aunque en un estilo completamente distinto. Las velas seguían encendidas junto a los espejos de latón batido, bañando la estancia con una vacilante luz azul; pero ese año, las paredes y las mesas estaban decoradas con millares de flores de todas las clases, todas de un níveo color blanco. Hasta los oscuros suelos de piedra estaban salpicados de pétalos, lo cual suavizaba la totalidad del lugar y le confería luminosidad.

Mientras Jisoo, elegante y sofisticado con su camisa celeste y saco de un tono más claro, conducía a su pareja a la pista de baile al son de la orquesta. Varias chicas le lanzaban miradas de admiración a Hong, y en cierto modo, pensar en que el vampiro las ponía a cien, puso a Jeonghan de la misma forma. Es posible que a todos les guste provocar celos de vez en cuando. Entonces el castaño vio a una persona que, desde luego, no estaba nada impresionada.

—Seda —Lian Fei enarcó una ceja mientras miraba el atuendo de Yoon. Ella tenía un vestido dorado, escotado e impresionante—. Qué valiente eres para llevarlo. Se arruga como una bolsa de basura en cuanto sudas.

—No creo que me importe mucho un tema tan simple como el sudor cuando estaré ocupado bailando con Jisoo —dijo alegremente—. Igual, también podemos estar sentados juntos toda la noche —y luego de decir aquello, siguieron su camino mientras la vampira intentaba sin éxito pensar en una réplica.

El año anterior, Jeonghan había disfrutado el baile, pero este año se lo estaba pasando en grande. Ya no tenía el corazón roto por Seungcheol porque confiaba plenamente en su amor, y aunque lo habría preferido como acompañante, también era consciente de que, probablemente, el pelinegro no lo habría disfrutado tanto. Sin embargo, aquel año podía relajarse por completo y experimentar la emoción de bailar junto a sus amigos y a Jisoo todas las danzas de otras épocas. A su alrededor sonaban violines, pianos y arpas, y los coloridos vestidos de las chicas se fundían y mezclaban con cada vuelta que la gente daba. Era como estar dentro de un caleidoscopio que no dejaba de girar.

—Bailas mejor el vals —dijo Hong cuando ya casi había pasado la mitad de la velada—. ¿Has practicado?

—En mi habitación he estado probando y soportando las risas de Seokmin y las críticas de Seungkwan.

—Valió la pena —el vampiro de cabellos lilas se acercó más al otro hasta casi rozarle la oreja con los labios para susurrar—: ¿Ahora?

Jeonghan echó un vistazo a las esquinas del Gran Salón. La mayoría de los profesores acompañantes no estaban; seguro que habían salido a vigilar los jardines, en donde se escabullía la mayoría de las parejas para estar a solas.

Se desplazaron hasta el borde de la pista de baile y salieron del lugar, riéndose como si fueran a regresar enseguida. Cuando empezaron a subir las escaleras de la Torre Norte, se cruzaron con dos chicos vestidos de esmoquin que se voltearon apenas oyeron sus pasos, jóvenes que se mantuvieron así durante lo que pareció una eternidad.

—¿Mingyu y... Wonwoo? —preguntó Yoon cuando enfocó su vista en ellos.

—¡Diablos! Solo eran ustedes —el moreno volteó avergonzado—. De verdad, nos han dado un gran susto.

—¿Qué estaban haciendo aquí?

—Veníamos a ver las estrellas —se apresuró a decir Jeon—. Pasa que nos interesamos bastante en las constelaciones gracias a ti, y ahora queremos comprobar si reconocemos algunas constelaciones simples.

—¡Vaya! ¿Por qué siento que no puedo creer aquello que me acabas de decir? —cuestionó con diversión el hijo de los vampiros.

—Déjanos en paz, Jeonghan —riendo, el rubio empujó el hombro de su amigo e hizo una seña para que siguieran su camino y lo dejasen nuevamente a solas con el vampiro.

Cuando se hubieron alejado, el castaño comenzó a reírse con ternura, aunque de todas formas, se sintió preocupado. A fin de cuentas, Mingyu sería un humano saliendo con un vampiro, y aunque este no sea uno peligroso, nadie podía estar seguro.

—No te preocupes por él. Conozco a Wonwoo desde hace décadas, y confío en él —Jisoo suspiró—. Si ellos deciden estar juntos alguna vez, ten por seguro que Kim estará muy bien protegido —le tomó la mano para darle confianza—. Ven, sigamos.

No se cruzaron con nadie más cuando llegaron a la planta de los dormitorios y siguieron subiendo. Interiormente, el castaño maldijo el golpeteo de las suelas de sus zapatos nuevos en los peldaños de piedra, pero, de todas formas, consiguieron llegar a la puerta de los archivos. Jeonghan vaciló antes de llamar a la puerta. Seungcheol y él no podían ser los únicos que habían descubierto que aquel era un buen sitio para estar solos, y lo último que querían era sorprender a una pareja besándose.

—No hay moros en la costa —dijo Hong, viendo que nadie respondía.

Entraron rápidamente en los archivos. Era evidente que alguien había estado allí después de que Yoon viera la aparición, probablemente la señora Ha. Habían cambiado de sitio cajas y baúles, y, por primera vez que recordaran, habían limpiado la estancia de arriba abajo. Las ventanas estaban tan limpias que eran invisibles y parecía que la gárgola del exterior fuera a entrar de un salto en cualquier momento. Habían quitado las telarañas de todos los rincones.

—¿Qué buscamos? —preguntó Jisoo.

—Cualquier cosa que explique por qué ha empezado Septendécim a admitir alumnos humanos. Seungcheol necesita saberlo. Si se lo podemos decir, entonces cuando le expliquemos lo de Charity y... Todo lo demás, la cosa irá mejor. Además, ¿En serio no quieres saberlo?

—Siempre he pensado que la señora Ha lo hacía por dinero. La gente hace muchas cosas por dinero.

—Sí quisiera dinero, podría haber empezado a admitir alumnos humanos hace años. Como tú dijiste, ella detesta cambiar las reglas. ¿Por qué ha cambiado esta? Además, si se tratara de ganar dinero para Septendécim, no habrían becas para los alumnos humanos. Seungkwan tiene una beca, y no es el único.

Jisoo asintió, reconociendo que aquel era un buen argumento, pero no pareció mucho más entusiasmado de estar allí.

—La última vez que subiste despertaste a un fantasma.

—Si quieres volver abajo...

—No pienso dejarte solo aquí —dijo con tanta firmeza que Jeonghan sintió vergüenza de haber bromeado siquiera sobre el hecho de que pudiera estar asustado.

—Hasta ahora, he visto fantasmas tres veces en tres sitios distintos: El Gran Salón, las escaleras y aquí. No creo que tenga nada que ver con esta habitación en concreto.

Era obvio que Hong no estaba convencido.

—¿Qué buscamos?

—Cualquier relación entre vampiros que estudiaron aquí hace tiempo y alumnos humanos actuales.

—Eso no reduce mucho la búsqueda, Jeonghan—aquello era quedarse muy corto, y pese a la limpieza de la señora Ha, la estancia seguía atestada de pilas de cajas con documentos que se remontaban a hacía más de dos siglos—. Supongo que más nos vale empezar.

Abrieron dos cajas y se pusieron a hojear las viejas páginas que contenían. Los frágiles documentos soltaban polvo. Jisoo recitó una lista de nombres mientras el castaño leía otra mentalmente: Tetsuya Ogawa, Samuel Sánchez, Lei Wulong, Eiel Berkhover, Johanna Donahue y Sky Kahurangi.

Los nombres que encontraron pertenecían personas de países y siglos distintos, y lo único que tenían en común era que no les sugerían nada. Septendécim era un centro relativamente pequeño, por lo que sabían los nombres y apellidos de casi todos los alumnos humanos. Ninguno de ellos guardaba relación aparente con los vampiros que encontraron en los archivos.

—Parecía buena idea —refunfuñó Jeonghan sacudiéndose las manos.

—No hemos demostrado tu teoría, pero tampoco la hemos refutado. El problema es que hay demasiados documentos. No podremos encontrar nada sin tener más información sobre lo que buscamos —Hong se sacó un reloj de bolsillo del saco y frunció el entrecejo—. Necesitamos volver pronto. Advertirán nuestra ausencia, y si no volvemos supondrán que...

—Bien —pensar en lo que supondría la gente le hizo sentir vergüenza y no se atrevió a mirar a su acompañante a los ojos.

—Seguiremos investigando, te lo prometo.

—Gracias, Jisoo.

Bajaron sin que nadie los viera y el de cabello lila pareció aliviado.

—Bien. No quiero darte fama de escandaloso.

—¿Se puede escandalizar a los vampiros?

—Tú deberías saberlo mejor que nadie —le cogió de la mano y volvieron a la pista de baile—. Ven, escandalicémoslos.

Esta vez, cuando empezaron a bailar, no fue solo por diversión. Jisoo lo abrazaba más fuerte que antes, más fuerte de lo que nadie salvo Seungcheol lo había abrazado nunca, de modo que sus cuerpos estaban pegados. No formaban parte de la procesión de bailarines que giraban a su alrededor, sino que se movían despacio, como si no hubiera nadie más en el mundo y estuvieran completamente solos. En realidad, Jeonghan era más consciente que nunca de que los estaban observando. Percibía la diversión de los profesores acompañantes y el interés de los alumnos.

«Todo es un juego y esto no significa nada para ninguno de los dos.
No pasa nada por divertirse»

En un momento dado, Hong rozó el vestido de otra chica con la mano e hizo una mueca de dolor.

—¿Qué sucedió?

Dejaron de bailar y se dirigieron a un lado de la pista. El castaño le cogí la mano al otro y vio una gota de sangre en su dedo índice.

—Creo que esa chica tenía el vestido prendido con alfileres.

Jisoo empezó a agitar la mano, pero paró. Despacio, acercó sucdedo a los labios de Jeonghan, ofreciéndole su sangre.

Los vampiros que los rodeaban lo interpretaban como un coqueteo. Beber uno la sangre de otro era un acto muy íntimo para los vampiros. El que la bebía podía sentir los deseos y emociones más secretos del otro.

«¿Me ofreció su sangre solo para seguir
con la ilusión de que estamos juntos,
o lo ha hecho en serio?»

En ambos casos, no podía negarse.

El castaño se metió la punta del dedo en la boca y le rozó la yema con la lengua. Le supo a sal, y aunque solo era una gota de sangre, le bastó para percibir un destello de lo que sentía el otro. Vio una imagen congelada de lo que ocurría: Jeonghan acercándose con una camisa de seda blanca, más alto, mayor y un millar de veces más hermoso de lo que era en realidad.

El castaño tragó, y fue como si el mundo regresara de golpe.

—Mucho mejor —dijo Jisoo en voz baja, mientras retiraba lentamente el dedo.

Aturdido, Yoon intentó recomponerse.

—Bien... Bueno... —el de cabellos color lila sonrió y casi pareció orgulloso de sí mismo. En ese instante, decidió halarlo hacia la pista de baile—. Bailemos, ¿Si?

—Claro —Hong lo cogió de la mano y, en el momento perfecto, justo al compás, se incorporó a la pista de baile. El remolino de gente girando a su alrededor atrapó a Jeonghan como si pudiera sentir el ritmo de la música en su propio pulso. El embriagante sabor de la sangre lo había mareado.

«Nunca más, y además, a Seungcheol
esto no le gustaría nada»

El castaño dio un resbalón y fue a disculparse, pero volvió a resbalar. Cuando se agarró al hombro del de cabellos lilas para afianzarse, este frunció el entrecejo, pues también estaba dificultándosele el mantenerse en pie. Al mirar al suelo, ambos vieron que estaban pisando una gran placa de hielo.

En todo el Salón, la gente comenzó a murmurar y a dar gritos de horror cuando la fina capa de hielo se convirtió en una gruesa superficie irregular de color blanco azulado. Una o dos personas se cayeron al suelo y una chica gritó. Yoon se fijó en un ramo de flores blancas colgado de la pared. Todos los pétalos estaban cubiertos de escarcha, relucientes y totalmente congelados.

—¿Es este? —musitó Jisoo.

—Efectivamente.

El mismo viento frío que el castaño recordaba barrió el lugar y varias velas se apagaron. La orquesta dejó de tocar, instrumento a instrumento, pasando de la melodía a un estruendo que dio paso al silencio. Algunos de los profesores acompañantes habían empezado a guiar a los alumnos hacia las puertas, pero, por muy asustados que estuvieran todos, ninguno quería dejar de mirar. Un hielo azulado cubrió paredes y ventanas. En las vigas del techo se formaron carámbanos tan gruesos como estalactitas, cada vez más largos. En cuestión de segundos pasaron de tener medio metro a alcanzar los tres metros de longitud, haciéndose más gruesos. Yoon notó el frío en la piel, pero no en forma de copos blandos y esponjosos como la otra vez, sino como un aguanieve que pinchaba.

—¿Qué hemos hecho? —se aferró al saco de Jisoo—. ¿Despertamos a un fantasma?

—¿Un fantasma? —al parecer, Lian Fei había oído la última palabra que ellos no querían que nadie oyera—. ¿Es esto un fantasma?

Comenzó a cundir el pánico. Todo el mundo echó a correr en tropel hacia las salidas, pero la gente resbalaba en el hielo y chillaba, arrastrando a otros en su caída y creando un tumulto. El de cabellos color lila abrazó a su acompañante y le tapó la cabeza con el otro brazo para protegerlo del ataque. El viento frío volvió a azotar el lugar, apagando las velas que quedaban. A cada segundo, había más oscuridad; y a cada segundo, todos tenían aún más miedo.

«Ellos sabrán qué hacer.
Sí, de seguro que la señora Ha, mis padres o cualquiera sabe cómo parar esto, porque alguien tiene que pararlo, ¿Verdad?»

La escarcha que cubría la única ventana que no tenía vidrieras comenzó a derretirse en algunos puntos, trazando unas letras que formaron una sola palabra: «NUESTRO».

El hielo comenzó a resquebrajarse por todas partes. En las paredes, techo y el suelo. Mientras todos se desplazaban hacia un lado, desequilibrados por el hielo que se estaba agrietando bajo sus pies, Jeonghan oyó un fuerte crujido. Al alzar la vista, vio que las estalactitas temblaban y se desprendían, cayendo sobre la multitud como afilados cuchillos de hielo de tres metros de longitud.

Todo el mundo gritó. Jisoo arrojó al castaño al suelo y cubrió su cuerpo con el suyo. Mientras Yoon contenía el aliento por la impresión del frío en la piel y el peso del otro sobre él, vio una estalactita estrellándose contra el suelo a poco más de un palmo de donde se encontraban ellos. Fragmentos de hielo salieron despedidos en todas direcciones, clavándose en sus brazos. Se escuchaba que Hong maldecía, y Jeonghan supo que este había sufrido mayor impacto que él. El pesado bloque de hielo se volcó junto a ellos; y por unos pocos milímetros no aplasta al vampiro. Finalmente, el cristal se hizo añicos cayendo estrepitosamente al suelo.

Todo terminó tan deprisa como había empezado. Alrededor se oían llantos y gritos aislados. Hong se puso boca arriba, cogiéndose la espalda y haciendo una mueca de dolor. Todo estaba empapado de agua y el suelo estaba sembrado de adornos caídos, zapatos de satén y enormes pedazos de hielo derritiéndose.

—Jisoo, ¿Estás bien?

—Sí —él habría sido más convincente si no hubiera seguido tendido en el suelo—. ¿Tú estás bien?

—Lo estoy —por primera vez, el castaño cayó en la cuenta de que podría haber muerto, y que era posible que su acompañante le hubiera salvado la vida—. Gracias por...

—Tranquilo.

Cuando Yoon le cogió la mano para acariciarlo, miró hacia la ventana, donde la espectral palabra ya casi había desaparecido.

¿Qué podrían estar reclamando los espectros?
¿La estancia de los archivos? ¿La Torre Norte? ¿O el Internado Septendécim?

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