Acendrada Oscuridad ©

Par JasHurtado

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Tanta sangre, tantas mentiras, tantos desórdenes mentales, para nada. Después de todo Asher siguió creyendo e... Plus

Prefacio
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06
07
Anexo (Capítulo 7)
08 (parte 1)
Anexo (capítulo 8)
08 (Parte 2)
Fan Art

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Par JasHurtado

Escape

Un mes después del suceso.

Estando en la habitación de mi hermano Asher a compañía de él, escuchamos el sonido de la eclosión de una bala y, junto con ello los últimos suspiros de Murries y Delia.

Deducimos que el sonido del arma disparada fue un atentado hacia los señores Hanson, nuestros padres adoptivos; ya que al momento de aquél fuerte sonido unos gritos ahogados fueron percibidos, muy parecido a las voces de mis padres.

Comencé a alterarme, mi mente se quedaba en incógnita causando que mi cuerpo no tolerara el desenfreno.

¿Nuestros padres ya no seguían con vida?

¿Qué acababa de suceder?

¿Acaso se dieron cuenta de lo que hicimos?

¿Aquellas personas venían por todos nosotros?

Dichas preguntas se reproducían en mi cabeza a milésimas de segundos, mi hermano y yo nos vimos mutuamente con los ojos abiertos de par en par, completamente perplejos. Me pasé corriendo velozmente a la cama de Asher, el miedo me golpeó a tal magnitud que no podía mover ni la más mínima articulación (aunque si de correr se tratase mis articulaciones no darían problema alguno).

La pupila de Asher estaba dilatada a tal grado de creer que consumió una gran cantidad de éxtasis antes de dormir, supe en ese preciso instante que el miedo lo consumía al igual que yo, pero él no lo demostraba, él encaraba una expresión de valentía, una expresión que me decía: estoy a tu lado, no hay de qué preocuparse mientras estés a mi lado.

Aunque sentía que no era suficiente ya que el terror se apoderaba de mí carcomiéndome en todas las facetas. No les voy a mentir, sí, sí estábamos asustados... y aunque no sabíamos lo que sucedía en aquel instante, tenía en claro una cosa: nuestras vidas corrían un gran peligro.

Hicimos silencio agudo para intentar oír con claridad todo pequeño repiqueteo, pisada o hasta la más suave y cautelosa respiración que se encontrara rondando por los pasillos, y así estar alertas mientras alguno de los dos pensaba en algo inteligente rápidamente.

Se abrió la puerta de una recámara, y se volvió a cerrar; uno que otro paso se impactó contra la madera pulida del corredor, fueron consecutivos y cautelosos, pero no se escuchaban exagerados ni de gran cantidad; parecían ser de una persona.

Ésta entidad caminaba por los pasillos de la mansión sin dudas ni tropiezos, escuchamos atentos a la forma en la que dicha masa giró la manilla de otra puerta que al parecer era la que seguía luego de la de mis padres adoptivos.

¿Cómo pudo violar el sistema de seguridad una sola persona? Si para desactivar las alarmas se necesitaban varias figuras masculinas ágiles trabajando en conjunto, sin equivocaciones.

¿Muy fácil no?

Entonces no podía ser solamente un sujeto; debían haber más, muchos más.
Nos dimos cuenta que decidió dirigirse directamente hacia nuestra estancia ya que daba pisadas sin inseguridad hacia la octava recámara, sin ninguna duda o distracción.

¿Acaso era alguno de mis padres o verdaderamente estábamos en peligro?

fue lo que pensé por un instante ya que para ése entonces quien estuviera afuera, venía hacia nosotros probablemente.

Iba a gritar, iba a pronunciar sus nombres, pero al entre abrir la boca una mano me selló los labios con fuerza, era la mano de Asher; lo miré fijamente, aún junto a él sobre su cama. Su cálida respiración golpeaba mi rostro con fragilidad, luego acomodó su mano para que su dedo índice quedara entre la comisura de mis labios, ordenándome que guardara silencio.

—¿Asher, qué sucedió? —él quitó su dedo de mis labios, varias lágrimas bajaron por mis mejillas al susurrar con voz temblorosa— Debemos llamar a Murries y... —él intervino.

—No —su voz se escuchó muy aereada y baja— tenemos que guardar silencio, quién esté allí afuera no debe saber que estámos aquí, debemos ser cautelosos.

—Quién esté allí afuera tiene un arma, ya lo escuchaste, ¿qué hacemos? —hice una pequeña pausa— debemos llamar a la policía —propuse con mucho miedo, estaba tan agitada que la voz no me daba del todo.

—Solo cierra la boca, llamar a la policía no es una opción —dijo en medio de la oscuridad, sin embargo la luz de los candelabros de afuera se colaba por la diminuta apertura debajo de la puerta, por lo tanto podía ver cada una de sus expresiones débilmente—, la policía tardaría mucho en llegar.

—Pero entonces debemos... —iba a volver a hablar pero Asher tomó mi cara con sus manos para que lo viera, interrumpiendome.

—Cálma, Tomoe, confía en mí, vamos a estar bien, no dejaré que te dañen... no mientras viva —una rotunda luz destellaba en sus profundos ojos azules, una luz que solo aparecía en sus ojos cuando sentía que debía protegerme.

Tan solo confié en él, cerré mi boca y asentí a su orden. Debíamos ser inteligentes y esperar; el golpeteo de las pisadas por el corredor resonaban mucho más pesadas, mucho más cerca de nosotros.

Estábamos aterrorizados y, entre el silencio que manteníamos, una persona de la cual no sabíamos ni puta idea se paseaba por los pasillos de la mansión como si hubiera estado allí millones de veces.

Acechándonos.

Estudiando el sistema de alta seguridad que mis padres instalaron desde un principio: para así poder violarlo e irrumpir dentro de los muros que protegían nuestra mansión.

Estudiando los horarios y nuestras costumbres: para así saber el área de descanso de cada uno de nosotros, como si todo éste tiempo hubiera vivido aquí, a nuestro lado, ocultándose entre las sombras.

La impaciencia me atacaba como una toma de asfixia, mortalmente. No sabíamos que hacer, no sabía si gritar o salir corriendo; y lo peor no sabíamos si viviríamos para contarlo.

Hasta que en un abrir y cerrar de ojos aquel sujeto había llegado hasta nosotros.

El impacto en nosotros fue efusivo en cuanto intentó girar el picaporte repetidas veces, pero intentar abrir la puerta de esa forma era inútil, el seguro nos mantenía a salvo.

¡Buum!

Un cuerpo grande y solido golpeó la puerta del cuarto con una gran fuerza y determinación. Solté un pequeño grito junto a un sobre salto al escuchar como aquella figura intentaba tumbar la puerta.

¡Buum! Una y otra vez.

Asher me abrazó con fuerza y rodeó mi esbelto cuerpo con sus enormes brazos, su cuerpo era muy grande y grueso a comparación del mío; con una excelente condición física a de recalcar.

Me decía en susurros que me calmara, que no podían entrar ni hacernos daño; que todo iba a salir bien, que las alarmas sonarían dentro de poco alertando a los vecinos.

La verdad sí me sentía a salvo junto a él, podía sentir el calor que emanaba su pecho al estar sin camiseta, Asher solo cargaba puesto un mono de pijama color azul y unas medias negras que cubrían sus pies del frío. A diferencia de mí, yo traía puesto un short de rayas blancas y azul, más una camisa de mangas cortas que hacía juego con éste.

Los intentos de querer tumbar la puerta habían acabado, pensamos que se había rendido por unos segundos, pensamos que todo había acabado, pero no fue así.

Soltaron un disparo contra la cerradura de la puerta y ésta cedió. La puerta se abrió y una figura masculina bloqueó la entrada, en pleno instante todo el cuarto se vió iluminado con la luz de los candelabros de afuera.

Presenciamos a un hombre grande de contextura gruesa parado a dos metros de nosotros. Lo miramos con estupefacción, con muchas emociones encontradas a punto de explotar y salir a flote; lo veíamos como si fuera el mismo diablo en persona, aunque por supuesto, eso ya lo teníamos claro.

El desquiciado que había irrumpido en nuestro hogar para luego quitarle la vida de nuestros padres tenía una capucha puesta, unos pantaloncillos blue jeans ni tan ajustados ni holgados, le quedaban de acuerdo a su figura, junto a una camisa de mangas cortas y unos guantes de color negro.

El tipo era muy grande y con muchísimos tatuajes en sus brazos. La luz del pasillo le regalaba una silueta grisácea y aterradora que erizaba mi piel, nos habíamos quedado congelados viendo firmemente al asesino puesto que su mano sostenía una gran pistola plateada.

Desde que Asher y yo nos conocimos en el orfanato nos hicimos muy unidos... algo así como mejores amigos diría yo. Desde aquel instante, en cuanto comenzamos a compartir juntos, el significado de hermanos quedó muy claro para nosotros. Nuestra confianza y sinceridad mutua aumentó mucho más luego de que nos adoptara una pareja con una estabilidad económica sorprendente y que a la vista de los demás mantenían una relación sana y amorosa, llamados y reconocidos por el mundo como los señores Hanson de ciudad Diamond.

El blanco y acendrado cabello de mi hermano estaba revuelto, despeinado, a pesar de que el aire acondicionado estaba a toda potencia mi cuerpo y el de Asher sudaban en gran cantidad. El sudor que salía de la pálida piel del chico que me sostenía se plasmaba en mi pijama con suma eficacia.

Asher me soltó y se bajó de la cama lentamente con las manos en alto, su respiración se veía muy tensa y algunos abdominales se marcaban en su abdomen; tenía hombros grandes y cada pequeño músculo se delineaba hermosamente en su espalda. Sus pectorales se veían de una manera sutil, no tan exageradamente marcados. Mientras alzaba sus brazos y la fina línea de sus pectorales llegaba hasta sus axilas, pude notar que éstas estaban cubiertas de vello de una forma sexy, dándole ese aire dominante que resaltaba a cada momento, podía verse algo divertido ya que sus vellos en las axilas eran completamente normales, castaño oscuro, no estaban teñidos de blanco ceniza como los mechones de cabello que salían de su cabeza.

Y fue donde me di cuenta lo precioso que era, nunca antes lo había visto de esa manera ¿acaso había estado tan distraída éstos últimos meses como para no notar que se había estado ejercitando?

Entre tantos pensamientos, volví a concentrarme.

Asher le había dicho al hombre que no nos hiciera daño, que podíamos darle todo el dinero que quisiera si nos dejaba en paz, pero nada de lo que dijo llamó su atención, el asesino quería otra cosa, algo que solo él podía ofrecerse.

Vi como ese hombre apuntó su pistola hacia mi hermano y, cuando vi sus intensiones grité con estruendo; le suplique que no disparara con lágrimas en los ojos, mi voz se quebraba mientras sollozaba impacientemente.

Pero de nada sirvieron mis súplicas, Asher aún con las manos al aire volteó su cabeza y me dedicó una mirada de melancolía. Después de ésa mirada azul... todo se fue a la mierda.

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