Compilación de historias de t...

By Lilnove

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Compilación de distintas historias y leyendas las cuales te provocaran pesadillas. Les sugiero leerlas siend... More

La violación (Historia basada en hechos reales)
Déjenme ir, va a regresar por mi
La cruel Martina
El visitante nocturno
El pozo de los deseos
La sonrisa de cristina
La dama de rojo
Primer amor
No tengas prisa
Uno, dos, tres
La muerte les Jugó una mala broma
Debajo de los puentes
Historia 1 (Anónimo)
Mis vecinos
Historia 2
El diabólico mito de paganini
La rosa ensangrentada (Origen)
La niña que oraba por Lucifer
Historia 3 (Anónimo)
Juguetes sexuales
El pacto
La bruja y el bebe
La traición
Lamentos
Historia 4 (Anónimo)
38 historias macabras que han sido reales
38 historias macabras que han sido reales (Parte 2)
La morgue (Historia corta de terror)
Historia 5
38 Historias macabras que fueron reales (Parte 3)
La habitación infernal
El perdón de un ángel
Intentaba vender un ataúd con el cadáver adentro
DESPIDIENDO EL AÑO...
LO SOÑÉ O LO VIVÍ...
El brindis de los enamorados
DYBBUK (DEMONIO DE LA CAJA)
Historias cortas de terror
El paciente del hospital psiquiatrico
Historia 6
Historia 7
Historia 8
CONFESIÓN DE UNA NIÑA
" De lo único que me da miedo, es que de pronto me de miedo"
Ellos algún día vendrán por ti.
¡PORQUE SIEMPRE TENGO FRÍO!
"Efecto Reset"
El demonio en una botella.
«Parálisis del sueño»
«Perfeccionistas»
¡AYÚDAME!

Hasta que la muerte nos separe

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By Lilnove


Llevábamos muchos años casados. ¿15?, ¿18?, sólo sé que estábamos enamorado, ilusionados con ese primer amor juvenil. Pero ya todo era rutina, ya todo se había vuelto hastío, sin querer, sin buscarlo, me había enamorado de Samantha, mi "Samy" adorada, una compañera de trabajo.

Samantha inyectó vitalidad a mi vida aburrida, hacíamos el amor siempre que podíamos con la excitante situación de que en algún momento nos pudieran descubrir pegados como perros en el baño, en la oficina, en el parqueadero, en fin, en donde nos dieran las ganas. Contaba las horas en casa para ir a trabajar, no me cansaba de estar con ella todo el día. Por las noches, me pasaba largas horas en el baño escribiéndole mensajes de amor encendidos por el celular.

Obviamente, este comportamiento mío no pasó desapercibido por mi esposa Susana, quien una noche se me metió al baño de improviso y me encontró masturbándome, me quitó el teléfono y vio las fotos "hot" que Samantha me había enviado.

Como es de suponer, se puso histérica, me echó el celular por el inodoro, me golpeó, lloró, gritó, pero dejó bien claro que jamás, jamás yo la dejaría porque en su familia no existía el divorcio, las mujeres soportaban con estoicismo los "cuernos" que le ponían sus esposos pero jamás, jamás los dejaban y ella no iba a ser la primera.

No tenía nada que perder, Susana y yo no teníamos hijos, así que podíamos separarnos sin problemas. Así se lo hice saber, diciéndole que al día siguiente, al llegar del trabajo, recogería mis cosas y me iba a largar.

¡Eso lo veremos!, fue la tajante respuesta de mi –todavía- esposa. Debo admitir que sentí un poco de miedo; sabía que no iba a ser una pelea fácil. Fui al cuarto, tome una sabana y me fui a dormir en el sofá cama de la sala. Bueno, a intentar dormir, ya que estaba rogando que amaneciera rápido para darle la buena noticia a Sami: podríamos estar juntos para siempre.

En lo que empezó a aclarar el día, me duché, luego me metí en la habitación para buscar la ropa que iba a ponerme e irme a la oficina. Por cierto, me llamó la atención que Susana no estuviera allí, no la sentí salir, y eso que pasé la noche en vela.

En la oficina llegué y lo primero que hice fue buscar a Samy. En lo que la vi, la abrace muy fuerte, y la llené de besos. Le di la buena noticia. Ella sonrió. –Ahora si podremos estar juntos- le dije- ¡para siempre!

Al finalizar la jornada laboral fui a casa, empaqué la ropa y las cosas más importantes, Susana estaba en el cuarto, solo me veía sin decir nada.

- siento que esto haya terminado así-, le dije con sinceridad-, pero así es la vida, se acabó el amor que nos teníamos.
- también lo siento - musitó Susana con una serenidad pasmosa-, pero te aseguro que regresaras a casa de nuevo, nunca, nunca te irás de aquí.
- eso no lo voy a discutir Susana, es una decisión que ya está tomada.
- yo tampoco voy a discutir "amor", nos veremos pronto.

Metí las maletas en el coche y me fui, debo confesar que la actitud de Susana, su tranquilidad, su aplomo, su seguridad de que yo regresaría de nuevo me dejaron intranquilo.
Ya en casa de Samantha dejé las maletas en la sala y fuimos al cuarto, nos besamos como locos e hicimos el amor como fieras, después de horas de desenfreno nos quedamos dormidos. Al rato me desperté intranquilo, sentía que me faltaba el aire, sentía un desespero, una opresión en el pecho, unas ganas de salir corriendo.

- ¿Qué tienes tigre?- , me preguntó Samy,- ¿no puedes dormir?
- Yo, yo me voy – le respondí desconcertado-, no puedo estar aquí.
- ¿Pero qué te pasa?- preguntó Samanta sentándose en la cama-, ¿a dónde vas a estas horas?
- A mi casa, -respondí tajante-, de dónde no debí salir.

Sin saber por qué, sentía la imperiosa necesidad de irme a mi casa. Como desesperado conduje a alta velocidad, estaba bañado en sudor, aun cuando la madrugada era bastante fresca; sentía una intranquilidad y un desasosiego que no podía entender y que solo se me quitó al abrir la puerta de mi antiguo hogar y entrar.

Subí al cuarto, me acosté en la cama y cerré los ojos. Sentía una paz y una tranquilidad absoluta.

- Te lo dije -, dijo Susana,- nunca te vas a ir de aquí.
A la mañana siguiente me costó mucho tratar de convencer a Samy de que eso no volvería a suceder.
- No eres un muchachito -, me dijo sumamente rabiosa-, que quiere regresar con su "mama" el primer día que se va de casa, ¡eres un hombre, compórtate como tal!

En la noche, Samantha y yo nos fuimos de nuevo a su casa. Cenamos y nos fuimos a dormir. Al rato, me desperté sobresaltado, sentía un ahogo, una opresión en el pecho, unas ganas inmensas de ir a mi antigua casa. Trate de hacer caso omiso a esta extraña sensación, pero era mayor que yo, empecé a sudar como loco.

- ¿Qué te pasa?-, me preguntó Samantha,-¿otra vez te vas a poner como ayer?
- No sé que me sucede Samy-, le respondí mientras me levantaba y me vestía-, solo sé que debo irme a mi casa.
- ¡¿Pero qué carajos te pasa?!-, gritó Samantha- ¿entonces para qué demonios te mudaste para acá?, ¡veté para donde tu mujer y no regreses más!

Yo tampoco entendía lo que pasaba, pero al no estar en mi casa por las noches me caía un desespero, una especie de asfixia, unas ganas locas de ir para allá; estaba seguro que Susana tenía algo que ver con esto, quien sabe que puta brujería me había hecho.

Al llegar la vi, sentada en la sala con la luz apagada, el recinto apenas estaba iluminado por la luz de unas velas, ella se veía muy hermosa y sensual, tenia puesta una lencería negra que me volvía loco, estaba tomando una copa de vino.

- Sabía que regresarías esta noche-, me dijo mientras se acercaba a mí y empezaba a acariciar mi pecho.

Yo me sentía embriagado con ese perfume, sentía su voluptuoso cuerpo rodeando el mío, su pierna rozaba mi miembro que ya empezaba a despertar, puso la copa en la mesa y empezó a quitarme la camisa, mientras me besaba, jugaba con mis pezones, lentamente empezó a besarme y bajar hasta llegar a mi ombligo. Las piernas me temblaban, sus húmedas caricias me ponían a mil, lentamente iba desabrochándome el cinturón, pero me acordé de Samantha, mi Samy, así que la eché hacia atrás con violencia.

- ¡Dime que me has hecho, maldita bruja! – grité con una soberbia que no conocía- ¡me fui de esta casa para no verte más, pero no puedo estar lejos de aquí, siento que me ahogo, que me muero cuando estoy lejos de esta casa!
- Te dije –respondió con una serenidad pasmosa-, que nunca, nunca te ibas a ir de esta casa, no le voy dar el gusto a la maldita perra con la que estas de verme derrotada.
- ¿Pero para que me quieres tener a tu lado?-le pregunte avanzando hacia ella y agarrándola con fuerza por el cuello- ¡yo no te amo!, ¿dime que carajos me hiciste?, ¿Por qué no puedo irme de esta casa?
- Yo-yo amarré un par de zapatos tuyos, los más viejos, y los enterré- me decía Susana con dificultad- para que nunca te vayas de esta casa hasta que sean desenterrados.
- ¡Dime donde están para sacarlos de allí!- gritaba yo, mientras oprimía con fuerza su cuello- ¡dímelo o juro que te mato!

De no ser porque sacó fuerzas de no sé dónde diablos y me pateo por los testículos, juro que la habría ahorcado, estaba tan cerca de la felicidad con Samy y por su maldita brujería no podía alejarme de la casa.

Cuando me recupere del dolor, la agarré por el cuello nuevamente exigiéndole que me dijera donde había enterrado mis zapatos, tenía que sacarlos para poder romper ese hechizo.

En el forcejeo varias velas cayeron al suelo, empezó a quemarse la alfombra, pero era tal mis ganas de acabar con Susana que no le di importancia al fuego.

Al pasar de los minutos la casa se había convertido en una inmensa hoguera, yo seguía apretando por el cuello a Susana aun cuando ésta ya había dejado de respirar desde hacía rato. Cuando quise reaccionar sentí que el techo de la casa se desplomaba encima de mí. A lo lejos, muy a lo lejos, escuchaba la sirena de los bomberos, los gritos de los vecinos, olor a carne quemada, un ardor intenso en el cuerpo...

Al sofocar el fuego encontraron los dos cuerpos; el de Susana y el mío, lo más insólito es que nunca pudieron levantar mi cadáver. Por más que lo intentaron entre varios hombres, incluso con grúa, no pudieron levantarlo, era como si estuviera soldado al suelo de esa casa en ruinas, tanto así que optaron por dejar mi cuerpo allí y taparlo con cal.
Lo más aterrador es que las ruinas de la casa aun siguen humeantes a pesar de que ya ha pasado el tiempo, y los vecinos ni quieren pasar por allí porque juran que ven a mi espectro buscando por todas partes los zapatos enterrados por mi "querida esposa".

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