Fuerzas Opuestas.

By Gathergerd

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En las tierras de Arium, diferentes seres conviven en paz y armonía... ¡O eso quizás fue en el pasado! ... More

Fuerzas Opuestas
Mapa.
🍃Capítulo 1.🍃
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
♛SEGUNDA PARTE♛
Capítulo 17.
Capítulo 18.

Capítulo 10.

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By Gathergerd

     La Gran Ciudad. Reconocida por su enorme tamaño y población, es bastante fácil para cualquier persona nueva perderse entre las diferentes calles espaciosas e iguales entre sí. Carruajes de todo tipo se pasean libremente con humanos de toda clase social: Desde algunos llenos de lujos y oro, hasta simples vendedores ambulantes.

     Cian y Eleonora habían llegado al más famoso lugar de todo Arium hacía no más de dos minutos. Deteniéndose frente a las enormes edificaciones de piedra, casi como si de pequeños castillos se tratasen, Randall voltea a verlas. Al lado de ellos hay una cabaña con símbolos de pan y trigo sobre el frente.

Randall: Aquí es donde trabajo —menciona señalando la pequeña tienda, aún cerrada—. Así que parece que aquí nos despedimos.

Cian: En verdad gracias por todo —responde en una amplia sonrisa—. Ojalá no hayamos sido mucha molestia...

Randall: ¡Oh, para nada!, además me salvaron la vida de un viejo decrépito. No tienen de que agradecer —sonriendo—. Espero podamos vernos pronto.

     Las dos chicas sienten que hicieron un nuevo amigo. Ayudándole a bajar algunas cajas de la carreta frente a la tienda, ambas se despiden de él, avanzando en busca de Rumshum. 

     La ciudad es más inmensa de lo que creían en un comienzo. Decorada con faroles y banderines rojos, se ve como las calles suben de manera empinada, hasta verse en la cima de la colina un gran castillo, muy a la distancia de donde se encuentran. Caminando sobre las calles de piedra, Eleonora huele el asqueroso aroma a baba de monstruo encima de ella, haciendo una mueca. Habla pesadamente:

Eleonora: Necesito asearme lo mas pronto posible...otra vez.

Cian: Es una lástima que en la tienda de Randall no hubiesen bañeras —dice entre risas— pero apenas encontremos a ese pequeño rebelde, seguro pasaremos por otro río o posada —apenas termina de hablar, toma una bocanada de aire y grita a todo pulmón—. ¡RUMSHUUUUUMMMM!

     Algunas personas que están cerca de ambas ven raro a la rubia, incluyendo Eleonora. Sin embargo, la misma se encoje de hombros y le sigue el juego:

Eleonora: ¡RUMSHUUUM! —grita, recayendo en algo— Oye... el lado positivo de ésto es que nos quitaste los brazaletes. Si no, estaríamos muertos.

Cian: ¡RUMSHUU.. —no termina de gritar al escucharla. Frunce el ceño— ¡Recuerda quienes fueron los que peleaban en primer lugar!

     Mientras suben por una de las calles, llegan a un gran centro plano: una plaza llena de deslumbrantes plantas y bancas. Ambas se detienen cerca de una multitud de personas, que parecen estar observando algo, impidiéndoles la vista a las chicas. Las dos se ven entre sí, para luego acercarse a todos. Eleonora llama la atención de algunos ciudadanos, quienes voltean a verla. Algo insegura, reza para que ninguno de ellos note sus orejas escondidas, recordando las palabras de Rumshum.

Eleonora: Hola. ¿No han visto de por casualidad a un tipo moreno y... —palpando apenas la fedora sobre su cabeza— uhm...calvo?

     Uno de los ciudadanos adultos le contesta:

Ciudadano: Vimos algo que cayó justo aquí. Sin embargo, cuando llegamos no había nada.

     La gente se hace a un lado y dejan ver a las chicas que allí se encuentra un charco de sangre y algunos trozos de madera rotos encima. Eleonora tiene un mal presentimiento.

Eleonora: <<¿Dónde se metió ese idiota..?>> —piensa en un suspiro. Voltea a ver nuevamente a las personas— ¿Vieron que cayo?, ¿no vieron algo mas?, tengo un compañero que es humano, alto y...

Ciudadano: Sí. Todos somos humanos aquí —le contesta abruptamente, comenzando a verla con desconfianza.

     Un silencio rodea la plaza, y ambas se dan cuenta de que están a pocos pasos de ser descubiertas. La elfa, a punto de salir huyendo a toda velocidad junto con Cian, son sorprendidas por un grito a lo lejos:

Rumshum: ¡HEY!, ¡ustedes dos, llegan tarde!

     Lo ven. Su compañero de equipo había regresado. Sentado sobre una de las bancas, frunciendo el ceño, no tiene ni un rasguño sobre su piel, dejando solo como indicio de la caída su ropa repleta de sangre seca. Las chicas se apresuran a acercarse a él, y Cian se abalanza sobre el mismo, abrazándolo.

Cian: ¡Oh, Rumshum!, ¡me alegra tanto que estés bien! —aprovecha en darle un par de palmaditas en su calvicie son suavidad.

Rumshum: Rubia, no seas tan dramática —dice apartándola un poco. Sonríe de lado y susurra—. Caí encima de un carro con ovejas y aplasté a una de ellas. 

     Ambas se ríen, aun que se sienten algo mal por el animal.

Eleonora: Creo que es la segunda vez que tenemos que venir a buscarte a un pueblo porque posiblemente podrías estar muerto.

Rumshum: Siempre tan graciosa.

Cian: ¿Pero cómo sigues vivo?, a pesar de ello, no estás ni un poco lastimado... —intenta buscar con la mirada alguna posible marca o moretón en su piel.

Rumshum: Me hice daño, pero es una ciudad gigante. Hay hechiceros que curan, ¿Qué esperabas?

Eleonora: Increíble...

Rumshum: Mientras me curaban en una posada me quedé pensando en algo —dice mientras se limpia el polvo de su ropa—. He estado en Nochtarm muy pocas veces, y nunca he sabido nada acerca de quien gobernaba esas tierras. Pero si es cierto lo que el pueblerino dijo acerca de Favio como el rey, entonces puedo confirmar que sí estamos detrás de un vampiro especial.

Eleonora: <<Sigo creyendo que ese nombre es algo ridículo>> 

Cian: Entonces tendremos que andar con más cuidado. ¡Bah!, de todos modos tenemos las flechas encantadas. Será pan comido —menciona alegremente.

Rumshum: Eso supongo —dice levantándose—. Bueno, basta de charla. Adentrémonos por aquí y vayamos a un bar o algún lugar así. 

Eleonora: ¿Con qué dinero?

Rumshum: Oh...ya veremos.

Cian: Eleonora seguro usará sus encantos para hacernos ganar dinero —susurra asintiendo a sus propias palabras.

Eleonora: Espera, ¿Mis qué?

Rumshum: Que podemos venderte —responde en una risotada, que ofende a la elfa.

Eleonora: Já, ja, ja —ve a Cian, señalándolo—. ¿Sabes qué? que tal si mejor... le cobramos a la gente para tocar su calva. ¿No te parece, Cian?

     La rubia comienza a reírse a carcajadas, y Eleonora siente haberle por fin cerrado el hocico a su compañero. Él la ve enfadado, guardando aún más rencor. Sin embargo, se le ocurre una idea.

Rumshum: ...Síganme. Se de un bar barato y donde saben cosas.

     El humano se da media vuelta y comienza a avanzar por una de las calles. Ambas chicas lo siguen, sin notar la sonrisa maliciosa que se forma en sus labios.

     Tras caminar veinte minutos por la ciudad, el equipo llega nuevamente reunido a un lugar repleto de tiendas. Extrañamente, para llegar allí cruzaron varios caminos vacíos y estrechos, hasta terminar por cruzar una muralla casi imperceptible a la vista. Del otro lado se encontraba una zona de la Gran Ciudad que no se adecuaba para nada al ambiente abierto y sereno de minutos atrás. Parecían estar frente a otra ciudad totalmente diferente, más sombría pero igualmente poblada de humanos. Cian se estremece ante las extrañas vibras que emanan las diferentes casas a su alrededor, mientras que Eleonora no deja de observar a la gente y el lugar. Rumshum inhala el aire, como si le agradase estar allí.

Rumshum: Bien, llegamos —dice señalando una tienda ubicada a través de un amplio camino de tiendas—. La del final es el bar. El resto tienen armas, artilugios y abrigos. Buenos abrigos —enfatiza en una risa.

Eleonora: ¿Abrigos..? —pregunta confundida.

Rumshum: Deberías probarte uno, Eleonora. 

     El humano vuelve a sonreír maliciosamente, y la elfa ríe incómodamente.

Eleonora: Oh...no gracias, estoy bien con mi atuendo.

Rumshum: Hm, qué pena. Entonces ustedes pueden ir yendo, yo iré a comprar virotes —responde finalmente, para susurrarle algo al oído—. Pero claro, si vas a ver, quizás encuentres a tu padre ahí.

      Él se aleja sin dejarla contestar otra palabra más. Ambas chicas cruzan miradas, incluso más confundidas que en un principio. Desorientadas en aquel sitio, deciden avanzar al único lugar que reconocen: el bar.

Eleonora:  <<Mi padre?...>> —piensa acercándose a la puerta de entrada—. <<Debe haberse vuelto algo loco con la caída>>

     Ingresando al lugar, notan que está repleto de humanos. En algunos platos de comida se observa variedad de carnes y verduras asadas, que les hace rugir el estómago a ambas chicas. Estando la barra con varios asientos disponibles, se acercan allí. Mientras caminan, comienzan a susurrarse entre ellas:

Cian: Hay mucha comida. Esto es casi como sentirse enamorada. O desesperada por uno de esos platillos.

Eleonora: Podría ser más lo segundo —contesta viendo al bartender, ya a pocos pasos de él—. Realmente muero de hambre, pero no tenemos suficientes monedas..

Cian: ¡Tranquila, yo me encargo!

     Apenas llegan, la rubia se sienta suavemente sobre una de las banquetas, cruzando las piernas provocativamente. Apoyando apenas su torso sobre la barra, llama la atención del empleado hablando con una voz más lenta y seductora:

Cian: Hola, guapo. Disculpe la molestia, pero mi amiga y yo realmente estuvimos caminando solas mucho rato, ¿Verdad? —le pregunta a su compañera, acariciando lentamente con uno de sus dedos la barra.

     Eleonora se sorprende por la repentina conducta de su compañera, pero a pesar de su notoria incomodidad decide acompañarla una vez más en su actuación, o lo mejor que puede. Sonríe de lado algo nerviosa:

Eleonora: Eh, sí...demasiado.

     El bartender de cabello castaño y trenzas en su barba mira para ambos lados, algo extrañado.

Bartender: Ya... ¿Y?

Cian: Bueno, ya sabes... —sugiere en un puchero— sería genial si pudiera darnos...nose...algo para alimentarnos. ¿Qué tal?, hasta luego podría devolverle el favor —finaliza en un guiño.

Bartender: Ya, ¿Con oro?

Cian: ¡Algo mejor que el oro! Algo llamado... ¡Mi amiga lavando los platos durante una semana! 

Eleonora: ¡¿Qué, una semana?! —exclama algo espantada—. Creo que sería mejor todo este día y noche lavando platos y pisos.

     Al mismo tiempo, Rumshum entra al bar llevando en sus brazos una pequeña caja, envuelta en un papel de regalo verde, con un moño blanco encima. Él se sienta en una banqueta al lado de Eleonora, y le silba al bartender.

Rumshum: Hey, Paul. 3 Comidas, anótalo en mi cuenta. Y necesitamos información.

     El empleado asiente y se va a hablar con una de las camareras. Tanto Cian como Eleonora lo ven con desconfianza.

Runshum: Ah si, me olvide de decírselos. Tengo una casa aquí, y soy un poco conocido —responde con algo de egocentrismo.

Cian: Bueno, es mejor a que lavar los platos, supongo. <<Aun que realmente me hubiese gustado que lo de antes hubiese funcionado, que pena...>>

Eleonora: Gracias Rumshum, enserio estamos agradecidas. Pero, oye, ¿No que no habías nacido aquí?

Rumshum: Nací lejos, pero tengo una casa por aquí. Ayudo a algunos ciudadanos acosados por seres sobrenaturales, sin ofender —viendo la caja por unos instántes, la toma y ve a la elfa—. Eleonora. Toma esta caja —sonríe.

Eleonora: ¿Eh, para mí? 

Cian: ¡Ohhh!, ¡Al fin su amistad ha mejorado! —dice completamente emocionada—. Que lindo de tu parte que le des un regalo, Rumshum.

Eleonora: Sí...gracias Rumshum —contesta en una dulce sonrisa. Lo ve con algo menos de odio—. Oye, sé que empezamos mal, pero tal vez este sea un buen momento para comenzar de nuevo.

     El barman llega nuevamente con una bandeja: tres platos con un sandwich de pollo y verduras, con tres vasos de cerveza. Se los entrega a cada uno de ellos y Cian se lo agradece, mientras Rumshum sonríe.

Rumshum: Sí, estoy seguro de que te encantará. Pero aún no veo que lo abras —menciona sin despegar la mirada de la elfa.

Eleonora: Lo haré después de comer. Ahora mismo, repito, muero de hambre.

     Ella le da una mordida al sandwich y mientras lo mastica, toma la caja y la coloca a su lado. Él se encoje de hombros.

Rumshum: Como quieras —contesta riéndose y comiendo en silencio.

     Todos despedazan su comida a mordiscones, hasta que el bartender vuelve a tomar la palabra:

Bartender: ¿Información de qué necesitaban?

Eleonora: Queríamos saber si sabes algo de Favio el vampiro —susurra agachando un poco la cabeza antes de seguir comiendo.

Bartender: Ay... ¿eso de nuevo? —rodando los ojos—. Bueno, tengo algo nuevo. Él ha estado cerca de la zona, posiblemente paseándose para comprarse algo nuevo.

Cian: ¡¿Eh?!, ¿qué tan cerca?

Bartender: Por las zonas comerciales. Ésta es una de ellas, no me extrañaría que aparezca en algún momento. Hasta entonces, no lo ha hecho —comenta ordenando un par de botellas—. Solo espero que enserio me paguen por esto que les estoy contando.

Eleonora: ¿Lavando pisos y platos?

Bartender: Oro o nada.

Rumshum: Tranquilo, Paul. ¿Y si en vez de oro te damos un abrigo de los de cerca?

Eleonora: <<¿Otra vez lo del abrigo..?, ¿serán importantes aquí los abrigos?>>

Barman: Oh... —dice en una sonrisa— ¿Te refieres a los de piel de lobo o los de elfo?, ambos son muy caros. Pero si consiguieras uno sí lo aceptaría.

Rumshum: Entonces así será. 

     El humano sonríe una última vez a Eleonora, y ésta se paraliza. Tanto ella como Cian se quedan en silencio, recayendo en el sitio donde se encontraban. Era una zona ilegal en la ciudad, tiendas llenas de objetos pertenecientes a razas ajenas a ellos. Rumshum se levanta de la banqueta y termina de beber de un sorbo toda su cerveza. Habla seco:

Rumshum: Vamos afuera a conseguir uno. 

     Se va del bar. Eleonora comienza a hiperventilar, mirando la puerta y luego la caja con el regalo. Cualquier cosa que hubiese dentro, era claramente para algo malo. Incluso viendo lo poco que quedaba de su sandwich, duda en si realmente la carne con la que está hecho pertenece a algún animal o a uno de sus amigos. Sus manos tiemblan, y Cian se percata de ello.

Cian: Uhm, esto... ¿Estás bien, Eleonora?

     Ella solo contesta en un hilo de voz:

Eleonora: Cian, abre la caja.

Cian: ¿Yo?, pero..

     La elfa se levanta y se va igualmente del lugar, dejándola a su compañera sola frente al regalo. Viendo las tiendas a su alrededor, comienza a sentir nuevamente una energía sobre su pecho. Un fuego precipitado pero totalmente agresivo. Una bomba a punto de estallar. Ella respira fuerte y se arrodilla sobre el césped.

Eleonora: <<¿Mi padre?, ¿la caja?, ¿la obsesión de Rumshum con los elfos...?>>

     Detrás de ella, y sin que lo hubiese notado, él está allí, recostado sobre una de las paredes exteriores del bar. En una plena sonrisa, cantando victoria.

Rumshum: Hey, Eleonora. ¿Abriste la caja?

     La elfa se voltea a verlo, con todo el odio del mundo.

Eleonora: La abrió Cian.

Rumshum: Oh oh...

Eleonora: Por favor...dime que no es lo que creo que es —implora, con su corazón latiendo a toda velocidad.

Rumshum: ¿Qué crees que es?, es algo completamente normal para los humanos. 

Eleonora: La cabeza de mi padre, de uno de mis amigos... 

Rumshum: Nah. Es un simple gorro.

     Cian sale caminando de la tienda con la caja cerrada, temblando. Se queda de pie viendo a los dos, abatida. Rumshum se acerca un poco más a la elfa.

Eleonora: ¿Un simple gorro?, ¿y qué es eso que dijo el tipo del bar?

     No hay respuesta.

Eleonora: ¡¡CONTESTAAA!! —grita poniéndose de pie.

Rumshum: Woh. Tranquila...

     Muchas de las personas que estaban cerca de ellos comienzan a acercarse a gritar "¡Pelea!, ¡pelea!" levantando sus puños en alto. Eleonora se acerca a Cian y le arrebata el regalo de las manos. La caja es abierta de forma agresiva y en su interior se ve lo que parece ser un sombrero, similar al que lleva puesto. Hecho de una curioso material de tonalidades crema, tiene una etiqueta encima. Eleonora le echa un vistazo y la lee, segura de lo que va a encontrar. La misma dice:

     Un sudor helado recorre su espalda a pesar de acertar en sus pensamientos. Ve a Rumshum sonriendo, y mucha más gente a su alrededor comienza a integrarse al canto de pelea. Cian intenta detener al público, pero le es imposible, ya son demasiados, esperando ver lo que ocurrirá.

Rumshum: ¿No te das cuenta, no? ¡Es un regalo! —exclama de manera totalmente agresiva—. ¡Una ENORME bienvenida a mi pueblo!

     A ella se le acelera el corazón, y el ambiente se vuelve todavía más tenso. Sin poder dejar de mirar aquella etiqueta, un grito desgarrador sale de su boca, aturdiendo a sus compañeros. Mientras unas lágrimas recorren sus ojos, se abalanza sobre Rumshum con su espada, decidida a acabar con su vida. Él esquiva el golpe desganado de Eleonora y ésta se tambalea abatida. Cian se apresura a socorrerla, manteniéndola de pie el mayor tiempo posible.

Cian: Rumshum, ¿Por qué...? 

Rumshum: Están metiéndose con el tipo equivocado. Necesitaban saber donde están paradas, un poco de su propia medicina.

Cian: Te sobrepasaste, ésto no era necesario.

Rumshum: ¿Por qué?, somos una raza superior, ¿Enserio no lo entienden? —dice entre risas—. Claro, no. Es cierto, una ángel y una elfa cualquiera como ustedes jamás lo entenderían.

     Los susurros de la gente reunida al haber sido expuestas ambas chicas se intensifican. Eleonora aparta a un lado a Cian y vuelve a correr hacia él, asestándole un puñetazo en el rostro. Sedientos de más tiempo de sangre y pelea, el público reunido grita emocionado. 

     Aun que no por mucho.

     El cielo se torna negro por completo, como si una gran tormenta hubiese aparecido en tan solo un par de segundos. Toda la gente de la ciudad comienza a ver como las nubes desprenden violentos rayos y, completamente asustadas, corren precipitadamente a esconderse en las tiendas o hogares más cercanos. Eleonora comienza a recomponerse, poco a poco.

Eleonora: <<Qué...?>>

     Para cuando Rumshum y Eleonora se dan cuenta, ninguno de los espectadores se encuentra allí, y se distraen de sus pensamientos con los desesperados gritos ante aquel mal clima. Cian se acerca a ellos, completamente alerta. Algo se estaba acercando, y todo el mundo, excepto ellos tres, sabían qué era.

Cian: Chicos...por allá... —señala.

     No muy lejos de ellos, un arco de humo oscuro se posiciona sobre la calle, ampliando cada vez más su tamaño. No hasta que, tomando la forma de un pequeño tornado, el humo termina de disiparse, enseñando aquella figura que no esperaban ver minutos atras. Aquella figura, deleitándose cerca de un puesto de joyas, asustando al vendedor de la misma. Observando con desagrado todo a su alrededor. 

     Con su brillante corona de oro, sus finas prendas rosadas, y sus agresivos ojos color sangre.

     Nada más y nada menos que Favio.

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