Quizás -#EventoRusmexNavideño

נכתב על ידי Wizard_Alexa

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Una nueva nación llegará para restaurar lazos diplomáticos con su padre. México, como su padre dice que se ll... עוד

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Su primera impresión de México fue algo muy diferente a lo que él esperaba. No era más alto que él, lucía tal vez, solo unos años mayor, vagamente un adulto. Había un atractivo en su apariencia que no supo discernir. Masculino, de una complexión que le recordaba mayormente a los jóvenes que labraban el campo. Sus ojos eran encantadores, no iba a negarlo, aun así, un curioso dolor se reflejaba tímidamente en ellos, que aumentó solo un poco, al momento de dirigir su mirada a URSS.

El que parecía ser su comandante se mantuvo cerca de él en todo momento, logrando de ese modo que la nación se relajara y ese brillo oscuro desapareciera, para dar paso a una bella sonrisa. De este modo, su padre, México y el comandante entraron en una conversación. Rusia notó la energía y juventud que los pilotos derramaban al estar juntos, con una curiosidad perceptible a la llegada a un nuevo país.

Y mientras los veía, esa misma energía parecía llegar a México, haciendo que su sonrisa se hiciera más animada. Quizás la sonrisa en el rostro de la otra nación le hizo ver la figura del gallo. Eran casi idénticas. Rusia no pudo evitar decir en voz baja para sus hermanos:

―Es como un gallo rojo ―Ucrania y Bielorrusia por su parte rieron muy suavemente.

México en cambio, solo quedó congelado ante lo que oyó, dirigiendo su mirada hacia el muchacho quien, al verse descubierto, se tragó sus palabras y se preparó para lo que sea que le fuera a llegar de aquella desconocida nación. Si, tenía una voz hermosa. Si, su apariencia era completamente atractiva y sus pilotos parecían agradables, pero esas eran apariencias no carácter, y él no estaba seguro de si aquella nación vecina de América era agresiva o pacífica. Su padre le había dicho que prefería la vía política ante otras naciones, pero él aun no era una nación.

Su padre por su parte lucía ligeramente sorprendido "¿Y eso no era una sorpresa de parte de la siempre fría y estoica URSS? ¿Tener más de una emoción?" Fue lo que pensó Rusia luego de ver las reacciones de ambos ante tal desafortunado comentario.

Para su sorpresa, México solo suspiró profundamente y dijo:

―Bueno, creo que en esta ocasión si me lo merezco- Y México sonrió de forma ligeramente cómplice a su padre, quien, de paso, solo negó con la cabeza. Una suave sonrisa formándose en su rostro. La nación tricolor entonces vio a sus compatriotas quienes estaban riendo. Él no estaba seguro de qué era lo que había hecho, pero al ver la mirada de aprobación en el rostro de su padre supo que fue lo correcto.

―Ustedes son nuestros invitados, podemos hablar más en cuestión de nuestros lazos y planes para el futuro ―La voz de URSS sonó relajada y tranquila, ese toque gélido se hizo presente, aunque ya no tan intenso como antes.

―Muchas gracias, URSS. Apreciamos la invitación ―Ahora México había mostrado una sonrisa, y esa también iba dirigida a ellos. Bielorrusia aun se ocultó detrás de Rusia tímidamente, pero en su rostro ya no había miedo, sino una saludable curiosidad. Lo mismo con Ucrania quien correspondió tentativamente.

Había pasado un momento, la reunión entre la nación mexicana y su comandante con el soviético y su líder había comenzado. Ucrania y Bielorrusia no habían atendido la reunión entre ambas naciones debido a ser muy jóvenes, y aun estando bajo el yugo de su padre (aunque la realidad, era que no quería que ellos estuvieran en la misma habitación que Stalin, de eso fue lo que Rusia se dio cuenta), URSS era responsable de ellos. Rusia en cambio sí había podido asistir. Esa fue la primera reunión a la que asistió en su vida. Acorde a su padre, era para que empezara a saber qué decir y comportarse cuando sea su turno de heredar de todo. Y conforme la reunión fue avanzando, Rusia pudo darse cuenta del porqué su padre había decidido que ya estaba listo para empezar a atender esas juntas, aun si solo era como un observador.

Durante el camino hacia la junta, este México siempre parecía sonreír, sus ojos tenían brillo y su actitud fue bastante amistosa, o al menos bastante para él debido a su propia fría personalidad. En el vehículo de vuelta, ellos tres fueron presentados y cada uno tenían sus propias opiniones:

Bielorrusia estaba encantada con México. Ella casi no solía sonreír, siempre viviendo con miedo, pero en la presentación de este país, ella había poco a poco empezado a conversar con él, aun si era un poco menos formal siendo ella tan joven.

Ucrania por su parte parecía ligeramente tímido. La presencia de aquella nación le era un poco excesivo, pero la suave sonrisa de México y la presencia de sus hermanos y padre le relajaban un poco. El hecho de que México fuera paciente en todo el viaje fue un bonus.

Rusia por su parte seguía confundido y curioso. Muy curioso. Aquella nación de cálida voz le hacía sentir algo extraño que no sabía cómo explicar. Por ahora sus hermanos parecían sentirse un poco cómodos (más Bielorrusia quien actuaba más y más como la niña que debía de ser), lo que consideraba como puntos a su favor. Su padre en cambio parecía menos estresado de lo que recordaba, ya no se portaba tan rígido y aunque ese rostro serio aún se aparecía, también se había suavizado.

Rusia estaba consciente de los muchos misterios en sus tierras. Demasiadas leyendas y hechos que no sabía cómo explicar, casi todos protagonizados por el frío invernal. Y México ante sus ojos era un misterio, uno que sentía debía de descubrir, uno que no entendía en lo absoluto.

El ambiente siempre había sido cómodamente callado (y quizás con un deje de resignación y opresión en el aire) entre ellos, pero con aquella nación, el aire era más cálido y amistoso, permitiéndoles un respiro relajado y sonrisas sinceras.

Y en la reunión las cosas seguían siendo interesantes. Pese a que el ambiente fue opresivo debido a la presencia de su líder soviético, a la vez, había sido un poco más tranquilo gracias a la presencia de la otra nación. Rusia solo podía escucharlos hablar de lo mismo de siempre, al menos de su lado: "Nos complace tenerlos aquí" "Sean nuestros invitados" "Por supuesto que queremos mejorar nuestros lazos" y más cosas referentes a la guerra y a alianzas políticas.

El comandante de los pilotos aparentemente sería ayudante a estratega en lo que sería una batalla en el Pacífico para liberar a Filipinas del yugo japonés. Su padre habló del mismo problema al igual que el líder con respecto a los japoneses, y Rusia se dio cuenta de la extraña oscuridad que se mostró en los ojos de México por solo unos segundos. ¿Tristeza? ¿Rabia? ¿Traición? ¿Impotencia? ¿Cariño? ¿Por qué esas emociones aparecían en su rostro? ¿Por qué él quería saberlo? ¿Por qué México sentía esas cosas por el japonés? Una curiosa frialdad le invadió en el interior solo de pensarlo, una frialdad que iba directo a su corazón.

Y entonces sintiendo su mirada México volteó a verlo, y le sonrió. Y eso era curioso, como esa bella sonrisa iba para él, solo para él. Un extraño calor invadió su corazón anteriormente enfriado y pudo jurar que incluso un sorpresivo sonrojo llegó a aparecer en su rostro. México le había visto, le sonrió y volvió su atención a la junta. Esa oscuridad se había ido, así como llegó, y esa luz había vuelto a iluminar su rostro ¿Por qué?

―Consideramos todo un honor su apoyo en esta dura guerra. Lamento mucho lo que ocurrió con su hermano ―Fue lo que Stalin dijo, pero en el interior Rusia no le creyó, obviamente no iba a decir eso en voz alta.

―Le agradecemos su apoyo de antemano. El presidente Ávila Camacho estará muy agradecido y comprometido con Los Aliados ―México lo pensó un segundo ―Él ofrece también restaurar los lazos diplomáticos entre los Estados Unidos Mexicanos con la URSS, para mostrar su buena voluntad al pueblo soviético ―México parecía expectante a la propuesta.

Escuchó de los recursos en México, escuchó de su cultura y por, sobre todo, de su posición geográfica. Pese a no ser una nación todavía, Rusia sabía comprender ese tipo de situaciones. México era un valioso punto estratégico y un muy conveniente aliado. Stalin ni su padre no iban a negarse.

―Aceptamos la oferta. Con la condición de la presencia de México en estas tierras al menos hasta año nuevo ―Ahora el comandante y la nación lucían sorprendidos debido a la sugerencia de su padre ―Hará mucho más sencillo arreglar los lazos que fueron rotos.

―Excelente sugerencia ¿Alguna objeción? ―Ahora la decisión estaba en México. Y notó, México parecía nervioso.

―Es una magnífica sugerencia, primero debo...

―¡Excelente! Prepararemos las próximas reuniones para discutir los arreglos en nuestra alianza, así como dar una declaración oficial. Mañana a esta misma hora, no falte ―Pese a que fue dicho con un tono amistoso, Rusia no era un tonto. En esa frase estaba implícita una clara amenaza y orden. Y él conocía a Stalin perfectamente, a él no le gusta que se le lleve la contraria.

Y aparentemente México también se dio cuenta.

―Por supuesto. No faltaré ―Ese tono de voz... fue tan frío y automático. Tan ajeno a la calidez que a él le rodeaba.

―" Enviaré un telegrama con respecto a la situación a Ávila Camacho y podremos proceder" ―Antonio se metió apresuradamente para aclarar un poco las cosas, aligerando el aire tenso ―"El equipo se quedará por cuestiones estratégicas y apoyo militar".

Y con eso la reunión terminó.

- - - - - - - - -

Varios días habían pasado desde la llegada de México. Las reuniones se acumulaban y se acumulaban, a veces hablaban de la guerra, a veces hablaban de apoyo económico, en otras ocasiones era acerca de intercambio cultural y en otras acerca de ideales políticos. Y si bien, la cercanía de México con América parecía un peligro ante los ojos de su líder soviético, México expresaba neutralidad en esos aspectos buscando únicamente buenas políticas entre ambas naciones. Su padre, discretamente, apoyaba a México y así poco a poco disolvían las dudas impregnadas ("Aunque con Stalin, uno nunca sabe cuál sería su siguiente decisión." Fue lo que pensó Rusia).

Un día en específico cuando la reunión terminó, Stalin se había retirado y Antonio se encontraba junto a su escuadrón, la voz de su padre le llamó.

―Россия, debo de hablar con Мексика a solas ¿Puedes esperar afuera un momento? ―la voz de su padre siempre había sido gélida, y para cualquiera, ese tono no sería correcto, pero Rusia no era cualquiera, él era su hijo mayor y podía distinguir más tonos en la voz de su padre. Si, el tono era gélido, pero incluso en el frío existen diferentes sensaciones, y esa era igual a una brisa de aire fresco en el amanecer, un suave pedido de un padre tonto, que no sabe abrir sus emociones a un hijo, igual de tonto, que tampoco sabe abrir sus emociones.

―Por supuesto padre. Мексика ―Él respondió con ese mismo tono suave, dirigiéndose a su padre y luego a México, quién lucía de pronto, ligeramente incómodo. Rusia salió del salón.

- - - - - -

México se removió un poco abochornado cuando el muchacho Rusia salió de la habitación. Aun no sabía qué pensar con respecto a ese chico. No negaba el atractivo físico "Malditos rusos ¿Todos tienen que ser tan atractivos?". Incluso vio el parentesco entre él y URSS. De los tres hijos, Rusia era el más parecido a su padre. Otra cosa que le molestaba un poco era el hecho que, a pesar de ser más joven, era incluso más alto que él, quizás siendo casi tan alto como URSS, incluso Ucrania era casi de su propia altura y la pequeña Bielorrusia no se notaba tan pequeña...

México solo podía quejarse internamente de sus padres por haber heredado esa altura.

―Tienes unos encantadores hijos URSS ―Ni siquiera él se reconocía hablando tan formalmente ante al que hace tiempo había sido un amigo, pero ¿Cómo podía dirigirle la palabra tan libremente y a solas a alguien cuya amistad rompió? ¿Qué tan sencillo es lograr eso? ―Sobretodo Rusia, son tan... ―No sabía cómo decirlo, o si podía decir algo acerca de uno de sus hijos.

―¿Iguales? ―fue la respuesta de URSS.

―Como dos gotas agua ―Trató de aligerar el ambiente un poco, quizás para permitirle respirar y pensar con claridad.

No funcionó.

El ambiente se hizo aún más tenso que antes, el aire era más pesado y no podía encontrar fuerzas para poder decir una sola palabra. Su corazón palpitaba con rapidez a cada segundo. Pese a que el clima era fresco, ahora misma sentía arder su interior.

Si, el trato se había hecho para reestablecer lazos diplomáticos, más eso no significaba que su amistad volvería a ser recuperada del mismo modo que antes. Al menos en la primera vez estaban los niños, podía distraerse conversando con ellos. Aun cuando Rusia se parecía demasiado a su padre.

―Lo lamento.

¿Qué demonios?

―Hmm ¿Qué? ―Fue lo que tontamente dijo, sintiéndose como un monumental estúpido.

―Dije... lo lamento ―¿URSS disculpándose? ¿A él? ¿Qué demonios?

―Que... yo... ¡Agh! ¡URSS! ¡Soy yo el que debería de disculparse! ―México se sentía frustrado ahora. Frustrado, confundido, herido y arrepentido. Y ahora era el turno de URSS de lucir confundido.

―Что? ―Él dijo en ruso, y de nuevo ese estoico rostro hizo acto de presencia. URSS estaba enojado, y a México no le importaba.

―¡Claro que sí. "Tu idiota"! ―Dijo su insulto en español. claro que URSS entendió ―Traicioné tu confianza! ¡Te fallé a ti y a tus ideales! ¡No pude ni cuidar de Trotsky y eso terminó en su asesinato! ¡Él murió en mis tierras cuando él era mi responsabilidad! ¡URSS, de entre nosotros dos yo soy el que debería disculparse! ¡No tú!

―Мексика! Te dejé cuando más me necesitabas ¡Tu Revolución fue espantosa!

―¡Y así también fue la tuya y peor! ¡Incluso tenías la gran guerra encima! ¡No te culpo por nada porque tú no tienes la culpa de nada! ―Ambos estaban furiosos y dolidos. Querían el perdón, pero sentían que no lo merecían.

Y así empezaron a hablar.

―Lo lamento tanto, lamento tanto no haber podido hacer más. Entiendo lo que es vivir una guerra civil, la intervención extranjera, bloqueos y la contrarrevolución. Sé que debí de haber hecho más, sino pude por mí entonces por ti, pero no lo hice, no pude. Ellos no entendían ¡simplemente iban a dejarte morir de hambre!

―Fuiste el primer país del hemisferio occidental en establecer relaciones conmigo.

―Lamento tanto que mis problemas internos te hayan alejado y lastimado, lamento tanto lo de Trotsky. Lamento tanto haberte dejado.

―Tenías tus problemas, así como yo tenía los míos. Lamento tanto no haber peleado por mantener tu amistad. Por mantener nuestra amistad.

Ambos sonrieron, tal vez México fue el de la sonrisa y URSS el de la mueca. Si, había pasado tiempo desde la última vez que se vieron. México seguía siendo igual de bullicioso y cálido, de eso el soviético se dio cuenta, pero un aura de tristeza le rodeaba también. Esta guerra era espantosa y a pesar de lo que pudieran clamar Los Aliados, ellos tampoco eran buenos. Él sabía poco de la situación con Filipinas, o casi nada, todo lo que sabía era que él se encontraba bajo dominio del Imperio del Japón.

Aparentemente México se sentía traicionado por Imperio del Japón e incluso de aquellos dos a los que consideraba amigos. Habiendo de paso perdido a quien era su hermano adoptivo, a causa de su mejor amigo.

Que desastre.

México rio amargamente ―Nuestras primeras palabras fueron gritos ¿Recuerdas? ―Él observó el rostro de URSS el cual, se suavizó un poco, la mueca haciéndose menos forzada y más sincera. Ambos recordaban el modo en que se habían conocido y el cómo tuvieron que sujetarlos para que no se pelearan ―Sabes, no sabía que tenías hijos ―México se quiso dar un golpe luego de lanzar tremenda frase ―Lo siento.

―Tranquilo. Si, ellos están creciendo rápido, sobre todo Rusia. Así como con mi padre y yo... ―una traba en su garganta apareció. El dolor en su pecho le hizo arder con fuerza ―Él será mi sucesor el día en que yo muera.

Un breve silencio llenó la habitación

―¿Y... la madre? ―México preguntó con un deje de duda, precavido y temeroso

―...No quiero hablar de eso... ―Ese aparentemente era un tema sensible para URSS.

―Claro ―México asintió sabiendo qué no preguntar. Ahora mismo el silencio era ligeramente incómodo, hasta que México se dio cuenta de algo ―URSS ahora que lo pienso, nunca había estado en tu casa antes ―México observó maravillado al menos el salón en el que se encontraban, le daba un deje nostálgico, casi como si esperara que Imperio Ruso, el padre de URSS, cruzara por la puerta, solo para seguirles regañando al haberse gritado. México no pudo evitar reír sin darse cuenta.

―¿Qué es tan gracioso? ―URSS preguntó con cierta curiosidad ante ese cambio de humor tan drástico, pero no se quejaba, pese a lo extraño que México solía ser siempre le tuvo que dar la razón a Eisenstein. México era raro, pero precioso, es una pena que él nunca pudo terminar de completar su documental.

―¡Recordé cuando solíamos pelearnos! ¡Cómo Díaz y Roman tenían que separarnos hasta que tu papá llegaba! ―México rio recordando esa memoria ―Cómo nos castigaba pese a no ser mi padre, y luego recordando eso, Diaz era el que me castigaba como su hijo.

―Creo que nunca voy a olvidar esa serpiente de madera que metiste en mis zapatos ―URSS comentó con nostalgia, recordando aquellos tiempos.

"Y yo no voy a olvidar ese grito tan agudo que pegaste" ¡Díaz creyó que fue su hija la que gritó!

―¿Qué? ¡Me dijiste que no había nadie cerca ese día!

―¡En mi defensa! ¡En ese entonces no me agradabas! Además, cuando se dio cuenta que Luz no estaba en el edificio, supuso que fue su yerno y mejor se fue.

URSS había extrañado la risa de México, había extrañado su calor y su voz. El poder recordar viejos momentos de su vida con su propio padre que no fueran su fusilamiento. De poder dejar de pensar en las hambrunas y en la guerra por solo un segundo. En solo poder estar ante la presencia de aquél al que amó y que perdió. Esa calidez ya nunca sería para él, y quizás eso estaba bien, su propio corazón frío no lo merecía, la oscuridad que pululaba su alma era demasiado, todos los pecados que ha cometido en su vida. Quizás así era como debían de ser las cosas.

Y curiosamente, saberse perdonado y saber que su perdón fuera aceptado de forma sincera, le hacía sentir que era más que suficiente. México se importaba por él, al grado de ir en contra de literalmente el mundo entero, solo para que se hiciera lo correcto. Solo para que más de los suyos dejaran de morir de hambre.

Si, México no le amaba y quizás nunca le amaría del mismo modo en que él le amaba, pero sabía que ocupaba un lugar muy importante en su corazón. Y eso le era suficiente.

Así que quizás, ya era hora de dejarlo ir también.

―Dijiste que nunca habías estado aquí antes y que no conocías a mis hijos ―La voz de URSS le trajo la atención. Ahora su voz se notaba más relajada y tranquila que antes ―¿Qué te parece salir a conocer junto a Россия?

―¿Tu hijo mayor? ¿Crees que sería buena idea?

―Él se parece demasiado a mí. No es saludable para él y su futuro. Podrías incluso pasar tiempo con Украина y Беларусь. Debido a todas estas juntas no puedo pasar tiempo con ellos.

―¿Así que voy a ser el papá suplente?

―En realidad luces lo suficientemente viejo como para ser el hermano―

- - - - - -

Cuando Rusia salió del salón, él no pudo evitar el leve nerviosismo que le recorrió una vez fuera. Su padre y México se habían quedado dentro y a solas, y él no estaba seguro de si eso era una excelente idea. O si quiera era recomendable.

México en todas las juntas se había mostrado hasta ahora de un modo muy respetuoso, formal y bastante serio. Al menos eso era cuando Stalin se encontraba con ellos. Cuando solo eran su padre o cualquier otro miembro del ejército, México siempre solía sonreír, ya sea de un modo muy sutil, o un poco más amistoso. Esa sola acción parecía desconcertar a todo aquél que la recibía, pero aquellos siempre solían tener un singular brillo en los ojos. Brillo que quizás era muy raro de ver en aquellos días quizás incluso en los ojos de su hermana. Y ella solo era una niña.

Aun no podía sacarse de la cabeza la sonrisa de aquella nación. Era una sonrisa tan encantadora.

Los gritos detrás de la puerta le habían sorprendido, incluso llegó a considerar en meterse para tratar de parar lo que sea que estaba pasando, pero él sabe mejor a no desobedecer las órdenes de su padre. Sea lo que sea él podía cuidarse, lo sabía, más eso no significaba que no le preocupara. Poco a poco los gritos fueron descendiendo hasta volverse suaves murmullos, aparentemente lo que sea que se estuvieron gritando ya lo habían purgado de su sistema.

Rusia se preguntó internamente si su padre al fin confesó su sentir a aquella nación después de tanto tiempo. E ignoró al agrio sabor de boca que le llegó al solo pensarlo.

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