Prófugos -Minsung-

By athanasiakpop

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2DA PARTE DE LA TRIOLOGÍA Luego de seis años mi vida parecía volverse normal, claro, aquel pasado y aquella... More

Prologo
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Spin-off
Nota Final:

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By athanasiakpop

Mis ojos cristalizados no me dejaban verlo con claridad, pero sabía que era aquello, aquello que tanto había estado buscando en mis recuerdos y jamás había encontrado en persona.

Me acerqué a aquella litera en la que antiguamente pasaba mis noches, y muchas de esas noches junto al pelinegro, sin necesidad de haber echo nada, solo ambos acostados juntos, mi cabeza en su pecho escuchando sus latidos; en aquel tiempo jamás me imaginé que esos latidos iban a cesar.

La celda se encontraba tal y como la habíamos dejado, a excepción de que en la litera había un gran bolso, era de apariencia vieja y estaba sucio, pero dentro tenía las cosas que más apreciaba él.

-Esas son las cosas que quedaron, las demás se quemaron con su cuerpo.- Explicó y mi estomago dió un vuelco.

La frase "Quemaron con su cuerpo" retumbó en mi cabeza y mi corazón se estrujó de solo imaginarlo, ni siquiera pude estar allí.

En mi imaginación vino una imagen de todos bailando alrededor de su cuerpo quemándose y volviéndose cenizas, y ahora más que nunca las ganas de golpear a Ian vinieron a mi.

Pero simplemente asentí.

Abrí la bolsa y caí de rodillas al suelo frente a aquello, miles de recuerdos vinieron a mi mente, saqué de allí unos guantes, guantes de boxeo, esos que usaba todas las mañanas, y miré hacia la bolsa de boxeo que yacía allí en donde siempre y un pequeño recuerdo vino a mi mente.

Flashback:

Me levanté por el frío que sentía en la litera, frío que era causa de que Minho se haya ido de mi lado.

Iba a levantarme pero una imagen frente a mis ojos me lo impidió, maldita sea ¿Como podía lucir tan jodidamente sexy con solo golpear una bolsa?

La forma en que sus pies se movían al compás de sus brazos, su cabello flameante a cada golpe, su torso desnudo y la forma en que sus músculos se tensaban, su respiración agitada y gotas de sudor cayendo por su frente.

- ¿Te gusta lo que vez, niño?- Preguntó, sorprendiéndome haciendo que salte de la cama golpeando mi cabeza.

- ¡Auch!- Grité.

Él se rió, una risa simplemente perfecta, ante mis oídos lo era.

- ¡En lugar de reírte ven y ayúdame! ¡Creo que tengo un agujero en la cabeza! ¡Se me va a salir el cerebro!- Dije preocupado a lo que él volvió a reír.

- A ver déjame ver, niño.- Se acercó a mi sentándose a mi lado e inspeccionó mi cabeza delicadamente.- No, tranquilo, no se te saldrá el cerebro, está bien guardado en su lugar.- Afirmó sarcástico.

- Bueno! Es tu culpa por ser tan sexy y desconcentrarme.- Dije haciendo un puchero con mis labios.

- ¿Mi culpa? Tu eres el que me miraba como a un trozo de carne, niño acosador.

- Pero- Pensé mis palabras.- Esta bien, esta vez ganas tú.- Dije cruzándome de brazos.

El me sonrió.- Joder, niño, no te enojes.- Se acercó a mi y tomando mi mentón, subió mi cara hasta estar a centímetros de la suya, y segundos después sus labios chocaron con los míos en un dulce y tierno beso.

Mis brazos ya no estaban cruzados, sino alrededor de su cuello y sus manos se encontraban en mi cintura.

Cuando nos separamos por falta de aire hablé.- Te amo, Minho.

El me miró, nervioso, sabía que él jamás me lo diría, pero con acciones me lo demostraba día a día.

- Está bien, no tienes que decirlo.- Le sonreí.

El asintió y sonriendo volvió a besarme, demostrándome así que él también me amaba.

Fin del flashback.

Sonreí limpiado una rebelde lágrima que corría ligera por mi mejilla.

Seguí buscando dentro de la bolsa y encontré sus vendas, sus remeras blancas sin mangas, sus pantalones camuflados y sus botas militares.

Recodé como se veía con aquello y sonreí para mí, simplemente perfecto, como siempre había sido ante mis ojos.

Y eso era todo, no había nada más, solo sus guantes y su ropa.

Cuando me levanté sin querer hice caer la bolsa, suspiré y me agaché a juntarla, pero cuando lo hice mi vista quedó clavada debajo de la litera, una caja pequeña marrón, vieja y sucia se encontraba allí, fruncí mi ceño y la tomé.

- ¿Que es eso?- Preguntó Ian, buena pregunta, porque no tenía idea de lo que contenía aquella caja, pero no me la iban a quitar.

-Todo lo que estaba en la bolsa le pertenecía a Minho.- Expliqué cambiando de tema, Changbin tenía razón, no podía seguir atado a su recuerdo, por eso decidí no llevarme sus cosas.

- ¿Y la caja?- Preguntó alzando una ceja.

Pensé mucho en lo que iba a decir, pero como dicen, "la curiosidad mató al gato" o en este caso "a la ardilla".

- Es mía.- Afirmé.- Me olvide de llevármela la noche en que me sacaron a la fuerza, al parecer.- Dije eso con un tono de resentimiento en mi voz.

-Esta bien.- Dijo Ian.- Si ya no hay nada más en esta celda, podemos ir a mi oficina y hablar sob-

-Preferiría volver a mi casa, si no es molestia.- Ian asintió y me hizo paso para salir de la celda, cosa que hice.

Caminamos por los pasillos hasta llegar a la salida, saludé a el que estaba como secretario y salí de la prision.

Sentí como me volvía el alma al cuerpo en el momento en que sentí el aire fresco impactar en mis fosas nasales.

Subí a mi auto, bien, había muchas cosas que debía terminar de entender, tan solo esperaba que las respuestas estén dentro de esa caja.

Tomé aire y volví a conducir rumbo a Los Ángeles, pero antes de llegar tuve que frenar en una gasolinera.

Mientras el auto se llenaba, entre por una gaseosa y una paleta para Minho, mi hijo.

Tomé las cosas y fui hasta la caja registradora, el lugar estaba desierto, solo éramos yo y el joven que atendía, que estaba de espaldas a mi.

Cuando se dió vuelta mi entrecejo se frunció notoriamente, no entendía como había terminado aquí, si hace unos años era un guardia, y uno de los mejores según el pelinegro.

En su placa de empleado decía "Christopher Bang", justo como hace siete años lo decía en su placa de guardia.

Al comienzo no lo reconocí, su cabello estaba pintado de un gris claro y tenía piercings por todas partes, pero su semblante era serio exactamente como lo era antes.

- ¿Que haces tu aquí?- Me preguntó.

- Vine a comprar ¿No es obvio?

Rodeó los ojos.- Me refería a ¿Que haces aquí, en esta parte de la cuidad? Creí que ahora eras famoso con tus libros, no entiendo qué haces tan cerca de la prision ¿Acaso quieres volver?- Preguntó alzando una ceja en donde yacía un piercing.

-Asuntos confidenciales, ¿Me cobras?- No quería que se supiera que yo estuve por allí, si Seungmin se entrara...mierda, Seungmin, no le avisé nada.

Saqué mi celular mientras me cobraba.

-Mierda.- Dije, tenía 20 llamadas perdidas de Seungmin, 13 mensajes de texto de Changbin y 100 buzones de voz de Felix.

-Serían- Comenzó a hablar pero lo frene.

Le di una gran cantidad de dinero y tomé las cosas apresurado.- Quédate con la propina, adiós.

Salí rápidamente y subí al auto manejando a toda prisa rumbo a Los Angeles, jamás había echo algo así en estos siete años, todos debían de estar muy preocupados.


Llegué frente a mi casa, y escondí la caja debajo del asiento.

Tomé aire, los autos de Hyunjin y Changbin estaban estacionados también, debían estar todos aquí, ¿Como pude olvidarme de avisarles?

Bajé del auto y caminando rumbo a la puerta principal vi esta abrirse dejando ver a un Seungmin furioso que caminaba en mi dirección, cuando llegó frente a mi, la palma de su mano impactó contra mi mejilla haciendo que mi cara se gire hacia un costado, no iba a negarlo, eso había dolido como la puta.

- ¡¿Voy a hacer compras?!- Gritó.- ¡¿Doce putas horas para hacer compras?! ¡¿Acaso crees que soy idiota o que!?

Suspiré, estaba en toda su razón.- Lo siento se me olvidó avisar...- Dije agachando mi cabeza.

-Solo...entra a la casa.- Dijo enfadado a lo que yo asentí entrando.

Al llegar a la sala de estar, sentados en el sillón estaban Changbin, Felix y en sus brazos Emma.

Cuando el pelinaranja me vió, le dio a Emma a Changbin y corrió hacia mí abrazándome, para luego separarse y darme una cachetada en la otra mejilla.

- ¡Nos tenías a todos preocupados, idiota!- Me gritó con su voz chillona.

- Lo siento.- Dije dirigiéndome a la cocina por un vaso con agua.

Seungmin se paró a mi lado.- Tu nunca haces estas cosas, Jisung, nos tenias a todos muy preocupados. ¿Dónde estabas?- Dijo con su voz más calmada, pero podía notar aún enojo en ella.

-Luego hablamos sobre eso ¿Si?- El asintió y me acerqué dejando un beso en su mejilla.

- ¡Papiii! ¡Llegaste!!- Bajando por las escaleras en los brazos de Jeongin venía mi pequeño rayo de sol.

- ¡Al fin llegaste! ¡No paraba de preguntar por ti!- Explicó Hyunjin que venía junto a Jeongin.

Sonreí y me agaché para abrazar y alzar a mi niño.

- ¿Donde estabas, papi?- Pregunto haciendo un puchero.- Te extrañe  mucho!

-Eso no importa, pequeño, mira lo que te traje!- Dije sonriendo y de mi bolsillo saqué la paleta.

- Siii!- Chilló de emoción tomando la paleta entre sus manos.- Se la iré a mostrar a Emma.- Dijo emocionado y yo lo bajé de mis brazos viendo como corría hasta la sala de estar.

Suspiré y comenzamos a hablar entre todos.

Y así llegó la noche, Felix y Changbin fueron los últimos en irse, no cruce palabra alguna con el segundo luego de lo ocurrido, ya luego lo haría.

Luego de cenar y acostar a Minho, tuve que explicarle a Seungmin el porque no estaba en casa, pero claro que no le dije la verdad, mentí diciéndole que necesitaba despejarme y fui  al parque pero sin darme cuenta se me pasaron las horas.

Una vez que Seungmin y Minho estaban durmiendo fui hasta el coche y busqué la caja, volví dentro y me senté en el sillón con esta sobre mis piernas.

Tomé aire y la abrí, dentro estaba llena de papeles, y el primero de todos era una carta, y su emisor era Minho, no tenía receptor al parecer y parecía como si la hubieran echo un bollo pero luego se arrepintieron y la volvieron a su forma natural.

Fruncí mi ceño y la abrí comenzando a leerla, y mientras lo hacía lágrimas caían sobre el papel.

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