Era una noche fría y lluviosa, nuestro querido genio Cristian Dzwonik, mejor conocido como Nik, se encontraba descansando plácidamente en su camitaa, rodeado por la merch de su adorable creación, el gato cacheton, Gaturro.
Ya con los ojos cerrados, Nik empieza a entrar en un estado de sueño, donde empieza a escuchar voces familiares...
"Habia traido unas ideas nuevas que se me ocurrieron..." "...sos re ladri nene" "...es un personaje mio..." "...Gatincho..."
Entre tantas incoherencias sin fundamento, Nik estaba sudando, hasta que un golpe en la habitación de al lado lo despertó.
Abrazó su peluche de Agatha (que casualmente había transformado en una flesh ligth para propósitos no sexuales), y decidió ir a investigar. Bajó sus piernas de la cama, poniéndose sus gatupantuflas, y lentamente se acercó a la puerta.
Cuando estaba por abrir la puerta, pudo escuchar una voz del otro lado, una voz familiar, pero... esta vez en el buen sentido... era la voz de...
Gaturro.
El pene de Nik se erecto un poco, al escuchar tan nitidamente algo como eso ¿Sera que el sueño de este artista, dibujante, historietista, humorista de primera clase, profesional, pijudo, con gran reconocimiento nacional se estaría cumpliendo? ¿Acaso el simpático gato marrón y amarillo se traslado a la vida real?
Nik no dudo en abrir la puerta, pero, no se encontró con lo que esperaba...
Era Quino, la competencia historietil, con unos ojos rojos hiper-realistas, brillantes, que iluminaban vagamente su cara en la oscuridad.
El cuerpo de Nik se quedo paralizado ante semejante entidad fantasmal, pasaron unos largos minutos que parecieron horas, pero, el hecho de que Quino no emitiera una palabra lo tranquilizo.
Ya calmado, Nik decidió volver a dormir, pero... antes de cerrar la puerta, noto unos papeles arrugados entre los brazos cruzados de Quino. Los tomo rápidamente y se quedo mirándolo fijamente a los ojos. Luego de unos segundos de silencio, cerro la puerta bruscamente, y volvió a la camitaa, ya con nuevo material.