Fuerzas Opuestas.

By Gathergerd

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En las tierras de Arium, diferentes seres conviven en paz y armonía... ¡O eso quizás fue en el pasado! ... More

Fuerzas Opuestas
Mapa.
🍃Capítulo 1.🍃
Capítulo 2.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
♛SEGUNDA PARTE♛
Capítulo 17.
Capítulo 18.

Capítulo 3.

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By Gathergerd

     El pueblo Rhampsia siempre fue reconocido por disponer de una amplia variedad de tiendas de comida en Elanfhaim, gracias a encontrarse en la mejor zona de cosecha de todo Arium. Por esa misma razón, era muy visitado por diferentes tipos de razas, que podían llegar a pagar enormes bolsas con miles de monedas de oro, con tal de satisfacerse de uno de los platos gourmet que preparaban.

     Sin embargo, ese no era el caso de Cian, Eleonora y Rumshum. Los tres estaban totalmente secos de dinero, pero aún así, desconociendo el peligro que eso significaba, decidieron que alojarse en la posada mas descuidada de todo el pueblo sería la mejor opción. En silencio, cruzan una entrada de madera que pareciera a punto de desprenderse de la edificación y caer sin más al suelo. Afortunadamente, eso no sucede.

Rumshum: —en tono burlón— Quizás cuando asesinemos a Favio, comience a cazar elfos. —mira a Eleonora de reojo, en una sonrisa—

Eleonora: —lo ve, seria— <<No puede estar tranquilo sin comentarios de ese tipo..>> —piensa, desviando la mirada— No estoy de humor para tus estupideces, dilo otro día y tal vez te diga algo.

Rumshum: Já. Cuando quieras. —responde entre risas.

     Deciden mirar el interior del lugar. La sala principal parece tratarse de una taberna común y corriente, con bebidas de todo tipo, mesas y algo de música ambiental. Sobre la barra parece verse lo que es el bartender y, a su lado, un pequeño anciano encorvado que pareciera estar inmóvil, apenas moviendo sus arrugados párpados para ver el panorama. Del lado izquierdo, puede verse un pasillo de habitaciones que se extiende ampliamente hasta una escalera, que lleva al segundo piso del establecimiento. De todas maneras, el sitio está repleto de gente, y puede llegar a olerse el aroma a comida y sudor.

    Algunas pocas mujeres camareras, se quedan viendo a Rumshum con algo de intensidad, sonriéndoles de manera coqueta, y mientras sirven platos, pasan indirectamente lo más cerca posible de él. Una de ellas, específicamente de orejas más puntiagudas y rizos claros, le saluda desde lejos mientras limpia la barra, pero él solo se limita a hacer una mueca de asco.

Rumshum: No parece ser un lugar amigable. 

Eleonora: Solo debemos buscar al jefe, para pedirle una buena oferta y una habitación. —nota al anciano en la barra y lo señala con la cabeza— ¡Y estoy segura de que es él! —haciéndose paso entre las mesas repletas de gente, comienza a caminar hacia allí.

     La elfa se abre paso entre la multitud, llegando hacia la barra de roble. Sentándose sobre la única silla libre, ve de reojo a algunos clientes, los cuales comen y beben alcohol en un completo silencio, pero observando cada movimiento de Eleonora. Ignorándolos, hace un par señas con su mano, intentando llamar la atención del anciano e indicándole que se acerque. El mismo, se demora un par de segundos en notar su presencia, pero al hacerlo, camina con ayuda de un pequeño bastón oscuro. Se detiene frente a ella, en silencio.

Eleonora: Eh... —rascándose una mejilla— ¿Usted es el dueño del lugar? Me gustaría pedir la comida y la habitación menos costosa que tengas, para mis... —volteándose a ver, buscando con la mirada a Cian y Rumshum— compañeros y yo.

     El anciano no responde, simplemente se queda inmóvil, observándola fijo. Entonces, luego de un incómodo minuto de silencio, el encorvado hombre mayor le entrega de su bolsillo una llave y un papel. Le hace señas a una camarera, y la misma camina apresuradamente hacia la cocina. Cuando Eleonora desenvuelve el papel, nota que lleva algo escrito:

     Entonces, el anciano toma la palabra:

Anciano: Espere en una mesa y le serviremos su orden. —dándose la vuelta para regresar a donde estaba— Tráiganme a ese borracho endeudado y no tendrán que pagar nada por lo que piden. Te veo capaz de poder lograrlo, joven elfa.

     A Eleonora se le iluminan los ojos de felicidad. Nunca nadie, además de sus padres, le había dicho que la veía capaz de poder combatir a los malhechores de Arium, y saberlo, la ilusiona en terminar convirtiéndose en la heroína de los ciudadanos, o sobre todo, consiguiendo el respeto de la gente de Elanfhaim. La elfa termina sintiendo una enorme responsabilidad, que está dispuesta a cumplir. Asiente segura, guardando el papel en su mochila, y se aleja de la barra, regresando junto a su equipo.

Eleonora: —sonriendo— Conseguí el hospedaje gratis, no me lo agradezcan.

Cian: ¡Eleonora! —dice alegremente mientras sus ojos se llenan de lágrimas de emoción— ¡Gracias a Dios! En verdad estaba...muriendo de hambre... —comenzando a llorar mientras su estómago ruge.

Rumshum: Qué dramática eres Cian. —ve a Eleonora— No te creas muy capaz solo porque lograste algo así de estúpido. —mira a su alrededor una vez más— Yo me iré afuera hasta entonces, no me gusta este lugar.

Eleonora: Para tú información, no podemos irnos ahora así como así. —saca nuevamente el papel que le dio el anciano y se los enseña— Atraparemos a este sujeto y cumpliremos con el favor del dueño, a cambio de la comida y la habitación.

    Mientras ambos leen la lista que lleva Eleonora, una de las camareras trae en una bandeja 3 platos hondos, que sirve en la mesa donde se encuentran. Se trata de un líquido espeso y verde, con algunas pequeñas partículas negras de extraña procedencia que flotan sobre el mismo. Debe tratarse de la comida más barata del lugar. Cian lagrimea un par de instantes a medida que ve inocentemente el contenido de su plato. Rumshum lanza una risotada al terminar de leer.

Rumshum: ¿Es enserio? ¿piensas perder tiempo en ir a cumplir eso?, no seas tonta. —levantándose de su silla— Simplemente podemos no volver y ya. —viendo a Cian con su plato— Y yo que tú no probaría eso. Se ve un poco...tóxico.

Cian: ¿Tu crees? —viendo su plato— yo en realidad pensaba decirle a la camarera que me parecía muy poca comida.

Rumshum: Ugh.

    El humano comienza a alejarse hacia la salida de la posada, mientras Cian come su plato algo incómoda y en silencio. No obstante, Eleonora lo detiene a los pocos pasos, tomando la manga de su saco y estirándola. Él se detiene.

 Eleonora: ...Vaya escoria eres, Rumshum.

Rumshum: ... —se acerca a su oído y le susurra— En cuanto pueda intentaré darte con alguno de mis virotes en tu cabeza.

Eleonora: ¡Que lindo! —dice con sarcasmo— ¿Alguna vez le dijiste lo mismo a tu madre, imbécil?

     Él frunce el ceño y la empuja una vez más. La misma cae al suelo mientras ve como termina de abrir la puerta de la posada e irse. Apretando sus puños con odio, se levanta y rápidamente desaparece hacia la habitación de la posada, encerrándose. Cian, quien observó toda la situación, suspira dejando su plato por la mitad, viendo los otros dos de sus compañeros sin haber sido siquiera probados. De todas maneras, está agradecida por eso último, puesto que el sabor le revuelve el estómago. 

     Sin poder dejar las cosas de esa forma, Cian sale del establecimiento. Al cabo de caminar un rato, llega al bosque de Rhampsia, el cual se veía tenebroso frente a la oscuridad de la noche. Apenas había un camino de tierra que lo guiaba hasta las afueras del territorio, pero no tuvo que tomar el riesgo de perderse allí al ver a Rumshum apoyado sobre uno de los troncos, fumando cabizbajo. Decide acercarse a toda prisa, hasta que él la ve llegar.

Cian: —se lo queda viendo fijo— ... —se cruza de brazos, desviando la mirada en un puchero— No me gusta ese lugar.

Rumshum: ¿Y por qué entonces te quedaste dentro y comiste? —pregunta aún con el cigarrillo en su boca, con un pequeño hilo de humo desprendiéndose en la punta del mismo.

Cian: ¡Tenía hambre! Creí que la comida al menos sabría algo bien... —posando ambas manos sobre su panza, algo avergonzada— Pero bueno... no es como si pudiera comerme otra cosa...

     Las últimas palabras de Cian resonaron sobre su cabeza al ver un pequeño conejo blanco saltando por entre los arbustos del bosque. Su mirada se pierde en el animal, embobada de un delicioso guiso de carne y verduras. Sin oír ni ver el llamado de atención de Rumshum para que entrase nuevamente en razón, termina de reaccionar cuando nota un virote que se clava sobre el pecho del mismo, dejándolo inmóvil al lado de unos arbustos.

Rumshum: ... —bajando su ballesta, ve a Cian— ¿Sabes cocinar?

Cian: Ah... —viéndolo avergonzada— No realmente...

Rumshum: No prometo mucho si lo hago yo.

Cian: —le sonríe de lado a lado, soltando una risita— Pues he llegado a comer una hormiga y un plato de sopa extraño, ¿qué puede ser peor?

Rumshum: Ah... ¿2 hormigas? —dice mientras avanza hacia el cuerpo del conejo en el suelo— Busca a la elfa, yo prepararé el conejo. 

    La joven rubia asiente y se apresura a regresar a la posada. Pasando por el pasillo de habitaciones y tocando puerta por puerta en un llamado por su nombre, cree llegar a la única donde podría estar Eleonora. Se apoya sobre la puerta y golpea con suma delicadeza.

Cian: Eleonora.. —susurra— abre la puerta...

     Eleonora se encontraba intentando conciliar el sueño, aun que claramente no podía hacerlo. Estaba algo frustrada y enfadada con su compañero. ¿Por qué tenía ese odio hacia su raza? ¿era solo porque simplemente habían chocado cerca de un bar? ¿realmente tenía cabello? es decir... nunca lo había visto sin su sombrero. Es entonces que se sobresalta un poco al oír aquella voz sonando del otro lado de su puerta.

Eleonora: ¿Eh? ... ¿Cian? —levantándose, toma las llaves y las gira al introducirlas sobre la puerta. Luego toma el picaporte y lo gira— ¿Vienes a dormir...?

   Apenas abre la puerta, Cian, estando apoyada sobre ella, cae al suelo. Entre risas recibe su ayuda para ponerse nuevamente de pie.

Cian: Realmente lo siento...costumbres tontas de las mías —sonriendo— Vine a buscarte porque...bueno, Rumshum me dijo que te lleve afuera —inclinándose hacia ella alegremente— ¡¿Sabes?! —pregunta tomándola de los hombros— está preparando...vamos a comer...conejo asado... —termina por decir entre lágrimas de emoción.

Eleonora: ¿Un conejo...? —sintiéndose algo mal por el animal. Suspira— Me gustan más cuando están vivos, no comerlos...

Cian: Pues...puedo traerte alguna manzana de por ahí, pero creo que sería más lindo pasar tiempo juntos los 3...ya sabes, como un equipo. —la ve sonriendo incómoda— ¡Pero sólo si quieres!

 Eleonora: ¡No, no! —sonríe de lado, haciendo señas de despreocupación con la mano— Tranquila. La realidad es que...también tengo hambre, y dudo que una manzana pueda llenarme. Así que está bien. —asintiendo con su cabeza— Iré.

     Ambas chicas regresan hacia el comienzo del bosque. Una pequeña luz natural, o más bien, una pequeña fogata, se encuentra calentando un pequeño conejo asado encima del fuego. Se ve adherido a un par de palos que, construidos de forma precaria, lo sostienen allí. A su lado, está Rumshum sentado, picando al animal con una ramita, verificando que se encuentre cocido. Viéndolo desde más cerca, el color del mismo está bastante dorado y de un mejor aspecto que la sopa de la posada, además de el fuerte pero delicioso aroma a carne ahumada.

     Sentándose los tres sobre la fogata, Rumshum quita del fuego al conejo, y con una pequeña navaja de su bolso, dispone a cortarlo en trozos. Así, acerca a las chicas una pata de conejo para cada una, terminando por comer todos en silencio sobre el cielo estrellado. Unas pequeñas lágrimas se deslizan por los ojos de Cian, quien sonríe mientras mastica.

Cian: Muchas gracias, en verdad... —lagrimeando— nunca había encontrado amigos tan amables como ustedes... 

Eleonora: ... <<¿Amigos...?>>

Rumshum: ...

Cian: —prosigue alzando su comida en alto, admirándola en una amplia sonrisa— ¡Hurra por el equipo patas de conejo!

     Cian le da un último mordiscón a su pata de conejo, lamiendo la grasa restante pegada al hueso. Tanto la elfa como el humano se la quedan viendo raro. Rumshum, terminando de comer la cabeza del animal, traga un último pedazo y se limpia sus labios.

Rumshum: ¿De dónde eres Cian? —cortando otro pedazo de conejo con su navaja, mirándola de a momentos— Eres humana, pero eres rara. —le extiende otra pata de conejo a la misma y se la da— ¿Eres bruja o algo así? Sé honesta.

Cian: Oh, ehm... —responde aceptando la comida. Se queda unos instantes apreciando el cielo— me da algo de vergüenza decirlo.

Rumshum: ...¿Elfa? Agh. Eres demasiado agradable para serlo.

Eleonora: ... —largando un fuerte suspiro, guardándose todos los posibles insultos hacia él en su interior— No te averguences, Cian. —esboza una sonrisa amable— Somos amigos ahora, ¿no? ... —echándole una mirada fugaz de odio a Rumshum por unos segundos— O bueno, al menos nosotras dos.

Cian: Oh no...no creo que pueda equiparar la belleza de Eleonora como elfa. —lagrimeando— pero... —sniff— no digan todas esas palabras bonitas... —sniff— ya que...si me emociono mucho...

     Cian no termina de hablar cuando de repente, de su espalda se despliegan dos enormes alas que duplican su tamaño. Unas enormes y majestuosas alas que se extienden libremente, como si deseasen con todo anhelo poder tocar las nubes. El blanco de las plumas brilla ante la luz de la Luna, impresionando tanto a Rumshum como a Eleonora. Esta última se queda tensa viendo a aquella figura frente a sus ojos. Cian, aquella dulce muchacha de apariencia simple, pero comprensible y amable, se había convertido en una figura digna de sus respetos.

Rumshum: Wow... —anonadado, viendo cada una de las perfectas plumas brillantes— ...¿Un hombre pájaro? —sugiere, pero al momento se corrige— No... ¡MUJER PÁJARO!

Eleonora: ¡Rumshum! —viéndolo mal.

Cian: Puedo volar como un pájaro, pero los seres nos llaman ángeles. —dice entre risas.

Rumshum: ¿Ángel? Pff. —resopla sin creérselo aún— Esos son solo mitos. ¡Oh, pero espera! —dice señalando a Cian con su ramita— ¿Los elfos son castigados al infierno eterno por su existencia?

Cian: ¿Qué? —pregunta, para luego soltar una carcajada— ¡No, por Dios! Sí que eres gracioso...

Eleonora: <<Maldito Rumshum ...>>

Cian: Sin embargo... —prosigue— No podría castigarlos, a ninguno de los dos. Soy un ángel caído, desterrado de los cielos. 





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