Phantom [h.s] •Completa•

By chxneldope

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La trágica historia de amor entre una chica con problemas y un chico asesinado, los cuales deberán trabajar j... More

Phantom
uno
dos
tres
cuatro
cinco
seis
siete
ocho
nueve
diez
once
doce
trece
catorce
quince
dieciséis
diecisiete
dieciocho
diecinueve
veinte
veintiuno
veintitrés
veinticuatro
veinticinco
veintiséis
veintisiete
veintiocho
veintinueve
treinta
treinta y uno
treinta y dos
treinta y tres
treinta y cuatro
treinta y cinco
treinta y seis
treinta y siete
treinta y ocho
treinta y nueve
cuarenta
cuarenta y uno
cuarenta y dos
epílogo

veintidós

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By chxneldope

La última clase que menos me gusta en el día es la del séptimo periodo, cuando me toca Gimnasia. Jamás he sido una persona atlética, y simplemente no disfruto de ningún deporte. Como sea, estoy obligada a obtener buenas notas en esta materia.

Así que, heme aquí.

El periodo acaba de terminar, y después de quince minutos de correr alrededor de la cancha, me encuentro sudada y cansada. La última cosa que quiero hacer, es tener que sentarme a tomar la clase de Biología.

Sigo a los demás hacia los vestidores, yendo directamente hasta mi casillero. No he hecho muchos amigos en esta clase, y las únicas personas que conozco son Ava y Estella. Ellas no me hablan, además, aunque lo hicieran, yo las ignoraría.

Rápidamente cambio mi uniforme de gimnasia por mi camiseta y mis jeans de nuevo, soltando mi cabello de la coleta. Ato las agujetas de mis Keds, deseando llegar lo antes posible a casa.

Busco en el casillero por mi collar, el que tiene el dije de calavera.

Mis dedos chocan contra la fría plata, enseguida lo tomo y coloco alrededor de mi cuello, dejándolo caer encima de mi clavícula como siempre.

Comienzo a recoger mis cosas, cerrando el casillero y metiendo mi celular en mi cartera. Alguien camina hacia mí y pisa con uno de sus pies mi agujeta, haciendo que se desamarre. Suspiro en frustración. Me siento de nuevo sobre la banca para atarla.

—Ella. Es ella.

Levanto mi mirada para ver a Ava parada frente a mí, con ambos brazos cruzados encima de su pecho. Sus ojos están llenos de desprecio y su boca se encuentra detallada en una fina línea, con maquillaje recién aplicado. Ella se ha cambiado de vuelta a su anterior atuendo, y luce completamente furiosa.

Junto a ella está la Lic. Hansen, la coordinadora principal.

—¿Lo ve?—Ava apunta hacia mi cuello.

El calor incrementa en mis mejillas, y una de mis manos instintivamente vuela hacia mi collar.

—¿Hay algún problema?—pregunto. Mi corazón late más rápido a cada segundo.

—Señorita Marx, ¿podría acompañarnos a la señorita Wright y a mí de vuelta a mi oficina?—dice la Lic. Hansen, su voz no detona amabilidad ni enojo.

Hago contacto visual con Ava. Ella me observa directamente, haciendo desdén en sus ojos.

Asiento hacia la Lic. Hansen, recogiendo mis cosas rápidamente y tratando de ignorar las miradas y susurros de las chicas alrededor de la habitación.

Sigo a las dos fuera del vestuario y del gimnasio, por todo el pasillo hasta las oficinas. ¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Qué está tratando de hacer Ava?

Cuando finalmente llegamos a la oficina de la Lic. Hansen, ella le dice tanto a Ava como a mí que tomemos asiento. Ava se niega, como si ella fuera muy superior como para sentarse a mi lado. Añado la mirada en su rostro a mi lista de las cosas que odio de Ava.

La Lic. Hansen se sienta detrás del escritorio, juntando las manos delante de ella. Es una mujer joven, no pasa de los treinta. Es pelirroja y trae peinado su cabello en un estilizado moño, además, tiene ojos verdes. Usa una blusa gris junto con un blazer a juego.

—Chicas—dice, agitando levemente su cabeza—. Me parece que hay un problema aquí—mira hacia Ava.

—Sí—Ava habla. Ella me mira, sus ojos se mueven hacia donde mi collar se encuentra—. Jane robó mi collar.

La acusación me toma tan fuera de guardia que casi me caigo de la silla. Levanto una de mis cejas hacia ella, claramente sorprendida.

¿Qué?

—Es cierto—dice Ava, mirando de vuelta a la Lic. Hansen—. Ese collar me lo regaló una persona muy especial hace tres meses, ¡y Jane me lo robó!

Achico mis ojos, detallando su mentira. Harry jamás le dio el collar, él me dijo que nadie nunca supo de su existencia, a excepción de su familia.

—¿Quién te lo regaló Ava?—pregunto.

—Harry Styles—dice sin tartamudear. La Lic. Hansen me mira ligeramente por el rabillo de sus ojos—. Harry Styles me lo regaló.

—No, no lo hizo—escupo sin rechistar.

—¿Y tu qué sabes?—Ava ataca—. ¡Te mudaste aquí hace no más de un mes!

Niego con mi cabeza, mirando a la Lic. Hansen para cubrir lo que dije. No tengo ninguna buena razón para saber algo sobre Harry que la gente pueda creer.

—No lo robé. ¿Por qué lo haría? ni siquiera sé dónde vive ella.

—Fácil—dice Ava—. Lo tomaste de mi casillero del vestuario.

—¿Qué evidencia tienes contra ella Ava?—la Lic. Hansen le pregunta.

—Tengo un testigo—dice Ava, formando una sonrisa de satisfacción en su rostro.

—¿Quién?

—Estella Richardson.

¿Estella?

Toda esta farsa es tan ridícula que ni siquiera sé como reaccionar.

La Lic. Hansen presiona un botón en su teléfono de oficina.

—Envíame a Estella Richardson—ella dice, antes de soltar el botón.

Las tres esperamos en silencio hasta que Estella entra por la puerta.

—Buenos días señorita Richardson—saluda la Lic. Hansen—. Wright me dice que Marx le robó un collar de su casillero del vestuario.

Estella asiente, mostrando una masa de goma verde entre sus dientes, mientras mastica.

—Yo vi todo—dice.

—¿Qué viste exactamente?

—Bueno, durante la clase de gimnasia pedí permiso para ir al baño, y vi a Jane hurgar en el casillero de Ava—ella dice, enrollando un mechón de cabello rubio entre sus dedos—. Y luego la vi sacar el collar para guardarlo en su bolsillo. Fue casi al final de la clase, supongo que ella salió antes para que le diera tiempo de cambiarse—Estella se encoge de hombros.

Mi mandíbula cae.

—¿Qué? ¡No! esto es tan..—tomo un respiro, tratando de calmarme y así no explotar.

—Jane—la Lic. Hansen habla—. Voy a preguntarte esto sólo una vez, ¿tu robaste el collar?

—No—digo inmediatamente, manteniéndome firme.

—¿Entonces cómo lo conseguiste?—pregunta Ava.

—Ya te lo dije, lo compré—digo, refiriéndome a la mentira que le dije el primer día, cuando me pregunto acerca de él en clase de Inglés. Por supuesto, no puedo decirle que su ex-novio fantasma me lo dio.

Ava bufa, rodando sus ojos.

—Estella te vio hacerlo. No tiene por qué mentir.

Que acusación tan irónica, de la persona la cual, está manipulando toda esta farsa.

—Yo no lo hice—digo hacia la Lic. Hansen—. Jamás lo haría. Ni siquiera conocía a Ava sino hasta el primer día de clases.

La Lic. Hansen aprieta sus labios.

—Lo siento Jane, pero tenemos un testigo—ella me dice escéptica.

—¡Está mintiendo!—digo desesperadamente—. Ava la obligó, ella es...

—Por favor dame el collar—me dice.

Cierro mi mano alrededor del dije, mi pecho duele. Este ni siquiera es mi collar, es de Harry. Él lo obtuvo de su abuela en su lecho de muerte. No es de Ava ni mío. Es de Harry, y si se lo doy a la Lic. Hansen y se lo entrega a Ava, estaré defraudando una pequeña parte de él, la cual me confió.

Ava me mira con aires de suficiencia.

¿Cómo le diré a Harry que no tengo su collar? ¿Que Ava lo tiene?

—No—digo—. No es de ella, yo no lo robé.

La Lic. Hansen suspira.

—Odio hacer esto—ella dice, presionando el botón de su teléfono de oficina—. Por favor envíame al oficial Lyle.

Mis ojos se amplian en sorpresa y agito mi cabeza. ¿El oficial del colegio? Esto es increíble.

El oficial Lyle es un hombre alto de ojos marrón y cabello grisáceo. Él es quien dirige el tráfico después de la escuela, y ocasionalmente lidia con problemas como este. De hecho, esta es probablemente la cosa más emocionante que le haya ocurrido en el campus durante todo el año.

—¿Hay algún problema?—él pregunta, con su profunda voz, una vez entra en la oficina.

—Jane se rehúsa a entregar lo que me robó—Ava dice.

—Ava—la Lic. Hansen habla en un tono de advertencia. Ella me mira nuevamente—. Se lo pediré otra vez señorita Marx, por favor deme el collar.

No tengo opción.

Con un sentimiento de vacío, me quito el collar y se lo tiendo a la Lic. Hansen.

Ava y Estella intercambian sonrisas.

—Te escribiré un permiso por abstinencia para el octavo periodo—me dice la licenciada, mientras la observo entregarle el collar a Ava—. El oficial Lyle te llevará a la estación, para poder aclarar todo.

—¿Qué?

—Es el protocolo del pueblo—el oficial Lyle habla—. Si no reniegas, no te esposaré.

Lo miro mientras me levanto. Juzgando por la mueca en su rostro, ha visto ya la mirada que le estoy mandando en muchas personas antes.

Miro con desprecio a Ava y Estella antes de seguir al oficial Lyle.

Salimos del colegio y nos dirigimos hacia donde está estacionada su patrulla. Cuando me siento en la parte trasera, me doy cuenta de todo.

Ava y Estella me inculparon. Ya no tengo el collar de Harry. Estoy yendo hacia la estación de policía en una patrulla, por algo que no hice.

—Déjame adivinar, tu no lo hiciste—los ojos del oficial Lyle muestran humor a través del espejo retrovisor, mientras conduce.

—No, no lo hice—digo, y me doy cuenta que debo sonar como la mayoría de las personas que son llevadas a la estación. Bufo y miro por la ventana.

Él ríe.

—Adolescentes—dice, negando con la cabeza.

Hago una mueca, ignorándolo.

Llegamos a la estación poco tiempo después, y él me adentra a ella. Me sienta en la silla de una pequeña oficina y me dice que enseguida regresa.

Miro la habitación.

Estoy sentada frente a un escritorio, y la pared detrás de él está casi cubierta por fotografías. Algunas de ellas ni siquiera tienen sentido, pero aparte de eso, el lugar luce como la típica oficina de una estación de policía, anuncios de personas desaparecidas y de criminales buscados llenan las paredes. Una placa de metal se encuentra sobre el escritorio. Detective Jennifer Whitmore.

Después de unos minutos, una alta mujer de cabello oscuro, peinada en una estilizada trenza francesa, entra por la puerta. Ella usa una blusa color celeste y una falda azul marino, junto con unas altas zapatillas negras. Se sienta en la silla del escritorio frente a mí.

—Jane Marx—ella dice, abriendo un archivo sobre el escritorio.

Asiento, sin responderle.

—Este reporte dice que robaste—habla, finalmente mirándome. Sus ojos son de un brillante tono azulado, lo cual es un fuerte contraste contra sus oscuras facciones.

—Fui inculpada injustamente—digo—. No hice nada malo.

Ella oprime sus labios, reteniendo una sonrisa.

—Ya veo.

Dios, deseo que estos policías puedan tener al menos un poco de simpatía.

—Bien, voy a tener que llamar a tus tutores legales para que firmen y se hagan cargo de unas cosas—ella dice, cerrando el archivo—. Tus cargos son menores, así que probablemente debas hacer unas horas de servicio comunitario.

—Mis padres se encuentran en el trabajo ahora—digo.

—Entonces parece que vas a tener que quedarte aquí por un rato.

Niego con mi cabeza.

—Se lo juro, me inculparon injustamente.

—Eso es lo que todos dicen linda. Ponte cómoda. Tengo que hacer unas llamadas.

Ella se levanta y sale de la habitación.

Bufo, cruzándome de brazos. ¿Qué es lo que mis padres van a pensar de todo esto? Es un desastre.

Unos minutos después, la detective Whitmore regresa a la oficina.

—Tu padre está en camino. Tienes suerte, él te ama más que a su trabajo.

La observo mientras se sienta de nuevo en la silla, suspirando. Ella saca una pequeña caja de mentas de uno de los cajones de su escritorio. Me ofrece una, y la declino.

Echa la menta en su boca, recargándose sobre el respaldo.

—Así que, ¿eres nueva por aquí, cierto?

Asiento.

—Lo cual hace la idea de mí robando el collar de alguien que apenas conozco, algo completamente insensato.

—Todo es posible—ella dice, encogiéndose de hombros. Me mira directo a los ojos—. Mira, no creo que seas una revoltosa, pero te sorprenderías al saber las cosas que chicos como tu, hacen por aquí.

Mi mente se activa hacia el asesinato de Harry.

—¿Usted investigó el caso de Harry Styles?—le pregunto. Es mejor ser directa que andar husmeando en los alrededores.

Sus ojos se amplían ante mi abrupta pregunta, y deja de masticar su menta. Se inclina hacia delante, descansando sus codos sobre el escritorio.

—¿Qué es lo que tu niña nueva, sabes acerca de Harry Styles?

Me encojo de hombros.

—He escuchado cosas.

—Ah—dice—. ¿El viejo rumor, eh? Bueno—saca un tubo de lápiz labial de su cajón—. Los rumores son para los aburridos y tontos.

—Los aburridos y tontos ocupan una gran porción de la población—añado.

—Cierto—dice abriendo un pequeño espejo compacto y deslizando el oscuro labial rojo alrededor de su labio inferior, siguiendo con el superior—. Pero el caso fue cerrado por una razón, dejando a un lado todos los posibles rumores.

—¿Y cuál es la razón?

Sus ojos cambian del espejo a mí. Lo cierra enseguida, poniéndole la tapa a su labial y regresando las cosas de vuelta al cajon.

—Esa es información confidencial—dice, sin tartamudear.

—¿Trabajaste en el caso?

—Me lo asignaron.

—Así que fallaste entonces.

—Nunca fallo—aprieta sus labios—. He trabajado para el departamento de policía de Castle Hill durante once años. Nunca he fallado.

—¿Entonces por qué cerraron el caso?

—Caso cerrado. No había suficiente evidencia ni sospechosos.

—Eso significa que no investigaste bien.

—Mira—habla, su tono se vuelve frío—. No sé por qué te interesa tanto el caso de Harry Styles, pero no puedo y no quiero seguir discutiendo esto contigo—el teléfono de su oficina suena, y presiona un botón en él sin siquiera mirarlo—. Tu padre ya está aquí.

Se levanta de su asiento y camina hacia la puerta, abriéndola e invitando a alguien a pasar.

Mi padre entra, vestido con su ropa de trabajo y con su rostro lleno de preocupación.

—Jane, gracias a Dios—él dice, sentándose en la silla junto a mí—. Estaba muy preocupado, ¿qué pasó?

—Un caso menor—habla la detective Whitmore, caminando hacia el frente de su escritorio, y recargándose sobre éste—. Ella robó el collar de una de sus compañeras.

—¿Robó?—mi padre me mira como si no me conociera.

—Me inculparon injustamente—digo.

—Sí, claro—dice Whitmore, buscando detrás de su escritorio. Ella le entrega a mi padre un portapapeles—. Llene estos papeles y ella podrá irse. Se le dará la fecha para una corte en el mes, y probablemente ella tendrá que hacer un poco de servicio comunitario.

Mi padre se encuentra tan sorprendido que casi tira el portapapeles, así que Whitmore lo coloca sobre su regazo.

—Regreso en unos momentos—ella dice, antes de salir de la oficina.

Mi padre llena los papeles en silencio.

Lo escucho susurrar bajo su respiración, pero no logro entender que es lo que dice.

La peor cosa que un padre le puede decir a un hijo, es que esté decepcionado de ti. Es peor que cuando te gritan, peor que los castigos. Es casi como si les fallaras, como si toda su paternidad hubiera sido en vano.

Mi padre no ha dicho que esté decepcionado de mí todavía, pero sé que lo está pensando. Puedo prácticamente sentirlo en el aire.

A pesar de que yo no robé el collar.

Finalmente, Whitmore regresa a la habitación, con una taza de café en su mano. Toma un sorbo de su bebida y mira expectante a mi padre.

Él le devuelve el portapapeles y ella lo coloca sobre el escritorio.

—Muy bien, eres libre de irte—ella dice—. Esperamos y no regreses—habla bajo su voz.

Asiento hacia ella y salgo de la oficina. Escucho a mi padre agradecerle y disculparse por mi comportamiento, y resisto el rodar mis ojos.

El camino a casa es silencioso.

Hasta que mi padre decide hablar.

—No puedo creer esto—dice—. ¿Qué va a decir tu madre? Ahora tienes un reporte criminal Jane.

—Yo no lo hice—digo.

—Sí Jane, eso es lo que todos dicen—habla.

—Bueno, ¡es cierto!—defiendo—. Ellas me tendieron una trampa, ¡fueron ellas!

—¿Y se supone que debo creer eso? ¡Acabo de sacarte de la maldita estación de policía Jane Marx!

—Yo no robé el collar. Papá, me conoces. ¿Crees que de verdad haría eso?

—No lo sé ya—él dice, negando con la cabeza—. También creía que tu nunca tratarías de suicidarte, ¡pero me probaste lo equivocado que estaba!

Me estremezco.

—Fuiste muy lejos.

—Lo siento—dice—. Pero esto es increíble. Hemos estado en Castle Hill durante unas semanas, ¿y ya terminaste en la estación de policía? La estación de policía Jane, ¡donde van los criminales!

—¡No soy una criminal!—grito—. Yo no robé el collar, ¡lo juro por mi vida!

Su rostro hierve, está enfadado, muy furioso. No lo había visto de esta manera desde mi intento de suicidio.

—Hablaremos sobre esto cuando lleguemos a casa—dice, sorpresivamente, reduciendo el volumen de su voz.

Me hundo en mi asiento.

Cuando llegamos a casa, voy directamente a mi habitación y cierro la puerta. Mi madre llegará dentro de una hora, así que no tendremos la charla familiar sino hasta entonces.

Necesito decirle a Harry lo del collar.

Siento un dolor en mi pecho. ¿Por qué Ava quiso inculparme?

Él no se enojará tanto conmigo, ¿cierto? No fue mi culpa, ¿verdad?

Pongo seguro a mi puerta y me dirijo hacia la ventana para abrirla, deslizándome por la enredadera y caminando a través del patio trasero hasta el claro.

Por suerte, él está allí.

Se encuentra acostado sobre su espalda en medio del claro, mirando hacia el cielo.

—Estás en casa temprano—dice, mirándome.

Meto ambas de mis manos en los bolsillos de mi pantalón.

—Estaba en la estación de policía.

Él alza sus cejas. Se sienta y se impulsa para levantarse, luego camina hacia mí.

—¿Qué rayos hacías en la estación de policía?

Le cuento todo, desde cuando la Lic. Hansen y Ava me encontraron en mi casillero hasta cuando mi padre me recogió. Mi voz se incrementa mientras hablo, con enojo creciendo dentro de mí.

Cuando termino, acomodo mi postura y espero por su respuesta.

—Así que—él dice—. Ava tiene el collar.

Trago saliva, asintiendo.

Él da media vuelta, alejándose, colocando la cabeza entre sus manos. Sus dedos corren alrededor de su oscuro cabello una y otra vez. Luego se gira lentamente hacia mí.

—Estoy muy enfadado—dice.

—Lo siento—digo.

—No, estoy muy enfadado—habla, encarándome completamente—. ¿Cómo dejaste que esto pasara Jane? Ese collar era de mi abuela, ¡la última parte de mi vida que me quedaba!—grita. No esperaba que se enojara tanto.

—¡No fue mi culpa!—digo—. ¿Cómo iba yo a saber que Ava me iba a inculpar por algo así?

—Debiste...—él busca por las palabras correctas—. Debiste haber sido más cuidadosa. Esto está mal, muy mal. No quiero que Ava tenga el collar, quiero que lo tengas tu y sólo tu.

Un lugar en mi corazón se vuelve cálido ante sus palabras, pero enseguida se extingue gracias a su furiosa mirada.

—No me culpes—digo—. Cúlpala a ella. Ava fue quien planeo todo, y ahora probablemente deba hacer servicio comunitario por eso. Y, ¡tengo un reporte criminal! ¿Cómo diablos crees que yo me siento Harry?

—Ni la mitad de mierda que yo—dice—. Necesitas recuperar ese collar.

—¿Qué quieres que haga? ¿robarlo? Claro que no. Eso fue lo que me puso en esta mierda en primer lugar, ¡y ni siquiera lo hice!

—No puedo creerlo, no puedo creer que tu..

—¡Deja de culparme!—niego con mi cabeza—. Dios, si pudieras sentir, ¡te abofetearía muy fuerte ahora!

—Que mal, estoy muerto ¿recuerdas?—él cruza ambos brazos por encima de su pecho en frustración, mirándome.

Coloco mi cabeza entre mis manos, suspirando.

—¿Podemos por favor dejar de pelear? Esto no nos está llevando a ningún lado.

Él desvía su mirada como niño pequeño.

—Harry—le hablo y él vuelve a mirarme, tercamente.

—Bien—dice—. Pero aún sigo enojado contigo.

—Bien, sigue estándolo—me siento sobre el suelo, abatida.

Él permanece de pie por unos segundos antes de sentarse a mi lado.

Miro hacia el pasto, enrollando las pequeñas hojas entre mis dedos. Un día perfectamente normal se ha vuelto tan retorcido y loco.

—Lamento que ella tenga el collar—digo levemente—. Lamento que eso te moleste tanto, pero de verdad no fue mi culpa.

Siento su mirada sobre mí.

—Lo sé—él dice al final—. Lo siento por haberme puesto así.

—Tenías una razón. Era de tu abuela. Supongo que sólo no esperaba que te molestaras tanto—me encojo de hombros.

—La cosa ahora es que, debemos recuperar el collar—dice, reduciendo el volumen de su voz.

—¿Cómo?

—Sólo tienes que probar que tu no lo robaste.

—¿Cómo se supone que haré eso? Nadie me creerá.

Harry mira hacia la distancia, concentrándose.

—Mañana es sábado—dice—. Dame la noche para pensar en algo, y veme en el cementerio después de que te levantes.

Asiento.

—Bien.

Él se inclina hacia delante, presionando sus fríos labios gentilmente contra mi mejilla. Me sonrojo enseguida.

—No fue tu culpa—él dice, girando mi cabeza con sus dedos para encararlo—. ¿De acuerdo?

Asiento.

—Ve a casa—dice, levantándose y ayudándome a parar—. Tu madre llegará pronto.

Mientras camino por el sendero de vuelta a casa, siento una lenta e hirviente sensación de ira creciendo dentro de mí hacia Ava. Tal vez ella me saboteó ahora, pero encontraré la manera de revertirle esto. Yo tengo a la muerte de mi lado.

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