Recuerdos de Navidad { Yo Soy...

By JvguitoDeMora

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Pequeña colección de relatos decembrinos inspirados en la exitosa novela colombiana "Yo Soy Betty, La Fea". ... More

Capítulo ⅠⅠ: El ponche de huevo pt. 2

Capítulo Ⅰ: El ponche de huevo pt. 1

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By JvguitoDeMora

No estaba tan borracho...

✩ ✩ ✩

Risas y música inundaban los pasillos de Ecomoda, envolviendo el edificio en un velo cálido que contrastaba fuertemente con la frialdad en las calles de Bogotá. Desde que Betty asumió la presidencia de la empresa se hizo tradición hacer una pequeña reunión en la víspera de navidad para celebrar los logros y metas cumplidas que se habían obtenido a lo largo de todo el año y claro, también para fortalecer la convivencia entre empleados.

Canciones clásicas como "Jingle Bells" y "Rodolfo El Reno" sonaban a todo volumen por el área de Producción, sitio que había sido utilizado para el evento debido al gran número de empleados en la empresa.

De pronto, un sonido de campana hizo que la gente cesara de hablar y volteara curiosa en busca del tintineo. Para la sorpresa de los invitados, encontraron a Freddy vestido de reno, disfraz que había peleado bajo la excusa de que "sólo el mensajero podía representar a un animal de tal estirpe navideño", agitando una campanita para llamar la atención de todos.

-¡Silencio, silencio, mi villa de quienes! Aquí su servidor les pide guardar calmas y dejar lo que estén haciendo para prestar suma atención a las palabras de nuestros muy queridos y allegados Mamá y Papá Noel. -Vociferó, iniciando una ronda de aplausos.

Betty rió ante la presentación, mientras que a Armando no le quedó de otra más que rodar los ojos. Tendiéndole la mano, el Doctor ayudó a su esposa a subir las escaleras de la tarima para así ambos colocarse frente a los empleados de Ecomoda; su familia.

-Querida gente, una vez más nos encontramos celebrando como se ha hecho costumbre desde hace un par de años. Durante estas fechas de alegría, paz, esperanza y solidaridad, deseo manifestar mi más sincero agradecimiento por su presencia en este evento. -Inició Beatriz, su voz tan dulce y cargada de sentimiento. -Gracias por continuar aquí con nosotros y seguir formando parte de esta gran familia que se ha vuelto Ecomoda.

- Hoy es un buen momento para recordar el año pasado, meditar sobre nuestros éxitos y errores, aprender de ellos y seguir adelante, esperando que el año venidero sea mejor. -Continuó Armando, rodeando a Betty con un brazo y acercándola a su cuerpo.

Los invitados escuchaban atentos, sonriendo felices y secando una que otra lágrima traviesa que conseguía escapar de entre sus ojos. Presintiendo el final del discurso, Freddy se acercó a los ejecutivos con un par de copas de sidra.

-No nos queda más que desearles una hermosa Navidad y que todos nuestros logros se cumplan. Felices fiestas y un próspero año nuevo. ¡Salud! -

Entre risas, chiflidos y aplausos, todos levantaron sus copas al grito de salud. Pronto, las miembros del cuartel hicieron ademanes a Betty para que fuera con ellas, pues la esperaban ansiosamente para comenzar a compartir anécdotas del año, buenos deseos y uno que otro chisme que Bertha tenía.

Betty no tardó en darse cuenta, devolviéndoles el saludo para después girarse hacia su marido y tomarlo del brazo.

-Mi amor, nos están llamando las chicas ¿vamos?

-Claro que sí, mi vida, lo que la señorita quiera. -Armando le respondió en un tono coqueto, inclinándose para darle un beso.

Beso que no llegó a concluirse ya que Freddy se metió entre ambos, ocasionando un gruñido por parte del más alto.

-Perdónenme, pero discúlpenme, mis Doctores. ¿Será posible que pueda hacerle una humilde petición a la presidenta de todo Ecomoda?

-Pero Freddy qué quiere, ¿por qué no va a celebrar con los demás? Mire, de seguro Wilson lo anda buscando. -Betty se echó a reír ante la respuesta de Armando y rápidamente intervino para salvar el pellejo del mensajero.

-Ya, mi amor, yo me encargo. Sí, dígame Freddy.

-Qué pena con usted mi Doctorcita, pero me preguntaba si podría darnos el honor de otorgar su inapelable permiso para que el Doctor Armando Mendoza sea partícipe en uno de nuestros ansiados juegos navideños. -Explicó Freddy, puntuando cada palabra con un pequeño ademán de mano.

Lejos de sorprenderse, Betty ya se esperaba tal petición pues de reojo había visto a Wilson y Gutiérrez armando una pequeña mesa con vasos de todos los tamaños y colores. No pudo evitar torcer ligeramente los labios, imaginándose que habría alcohol de por medio.

Por su parte, a Armando le brillaron los ojos al escuchar a Freddy. Llevaban planeando esto por un par de semanas ya, un simple jueguito amistoso para ver quién podía beber más ponche de huevo durante toda la noche. Era algo sencillo y hasta tonto, pero un hombre jamás perdía la oportunidad de demostrar quién era el mejor.

El problema estaba en que conocía muy bien la opinión de Betty con respecto a que él tomara alcohol y convencerla le iba a tomar algo de trabajo.

-Y este juego, ¿de qué trata?

Detectando el tono peligroso de su mujer, Armando carraspeó rápidamente. -Pues mi amor, solamente es una forma de convivir con los empleados de Ecomoda. Mira, el pobre Freddy estuvo planeando esto todo el mes, no le puedo hacer un desaire, así como así.

Beatriz le miró con una ceja enarcada, cruzándose de brazos. Sabía que Armando era un cabeza dura y no iba a callarse hasta que dijera las palabras mágicas. La castaña se volteó hacia Freddy, quien dio un pequeño brinco al tener la mirada penetrante de la presidenta de la compañía encima suyo.

-Sólo respóndame esto, Freddy. ¿Incluye alcohol?

-No voy a mentir ante tal figura de autoridad, el brebaje que consumiremos se trata de un mínimamente adulterado ponche de huevo, muy insignificante e inocente. Si mis cálculos geo-matemáticos no me fallan, tendría a lo mucho un 2% o 3% de alcohol. Lo mismito que el aumento de sueldo este año, mi señora.

La castaña estuvo a punto de replicar, pero fue interrumpida por su propio esposo.

-Mi vida, sé lo que estás pensando, pero es navidad. Es una época de dar y recibir y yo, como vicepresidente de Ecomoda, tengo el deber de pasar tiempo de calidad con las personas de la empresa. -Armando tomó las manos de su esposa y besó el dorso de estas, dedicándole una mirada con ojos de corderito a punto de ser degollado.

Sin tener otra opción, Betty simplemente suspiró y le sonrió, acercándose para depositar un beso en su mejilla.

-Muy bien, pero recuerda que mañana tenemos que ir de visita a la casa de tus papás y no quiero que amanezcas con un guayabo.

-Estimada Doctora Pinzón de Mendoza, usted no se preocupe que yo aquí su servidor, me comprometo a traerle a su queridísimo esposo sano, salvo y caminando por su propia cuenta. -Exclamó Freddy dramáticamente, colocando el puño sobre su pecho.

Un pequeño "gracias" fue musitado por Armando para después depositar un corto beso en los labios de su mujer antes de irse de ahí con Freddy. Betty observó como su marido se perdía entre la multitud y no pudo evitar soltar un suspiro, ella confiaba en Armando, claro que lo hacía, pero también conocía la clase de temperamento que se cargaba.

Al final, sólo le quedaba esperar a que cumpliera su palabra.

-Dame fuerza para terminar esta noche, Señor. -Musitó para sí misma mientras terminaba de llegar a donde sus amigas la esperaban.

✩ ✩ ✩

Durante su vida, Armando había tomado malas decisiones. Estaba consciente de eso y no tenía chiste negarlo: defraudó a su padre, llevó su propia empresa a la bancarrota, fue el verdugo de quién era su esposa y de seguir enumerando sus errores, jamás acabaría.

Uno pensaría que después de tremenda paliza que la vida le había dado, aprendería de sus errores. Oh, que equivocado estaba.

El juego inició muy inocente, bebiendo de sus vasitos con ponche de huevo mientras compartían anécdotas divertidas de la empresa. Entre broma y broma, Wilson soltó que el reto era demasiado sencillo pues en sus propias palabras "con ir al baño cada 15 minutos, todos terminarían ganando al final de la noche". Fue entonces que Freddy, tan inteligente como siempre, propuso aumentar los niveles de alcohol en las bebidas y con ello la dificultad del dichoso jueguito.

Armando no hubiera tenido problema en negarse, pues planeaba cumplir la promesa de su esposa al pie de la letra, de no ser porque el maldito de Freddy exclamó las siguientes palabras:

"Pero Doctor Mendoza, no se preocupe. Usted queda absuelto de formar parte de tan barbárico acto, ya sabe, por la sanidad de su bella relación con Doña Beatriz Pinzón. Deje que nosotros, los hombres de la compañía, terminen por usted este brebaje".

¿Hombres de la compañía? ¿Qué era esto, un circo? Ni bien terminó de escuchar el intento de discurso del mensajero, Armando apretó el vaso desechable que tenía en su mano y le dedicó una sonrisa forzada. El tipejo era muy idiota si pensaba que él se iba a echar para atrás en el estúpido juego ese, ¿qué acaso no lo conocía? Sí su hígado sobrevivió a los tiempos más oscuros de su vida, este reto sería cosa de nada.

Incentivado por su ego herido, Armando no se echó para atrás e insistió en formar parte del juego. El resto de participantes se miró entre ellos con una expresión de duda en el rostro, pero apreciaban sus vidas lo suficiente como para no replicar ante la decisión del vicepresidente.

La primera añadidura al ponche de huevo fue el ron, llevándose media botella para que el escozor en la lengua fuera lo primero que sintieras al darle un sorbo. Todo estuvo bien al principio, nada demasiado fuerte que Armando no pudiera soportar; el problema recayó al llegar al quinto vaso, pues un leve dolor de cabeza comenzó a hacer mella en su persona.

Ustedes pensarán que esa fue la primera señal para que se retirara del asunto y fuese a dónde su esposa para demostrarle que había cumplido su promesa. Oh, gran error, Armando Mendoza nunca se retiraba de la contienda, y mucho menos porque tenía las de perder.

Levantando lo que le quedaba de dignidad, le pidió a Wilson que le echara más alcohol al ponche ya que "no sentía que estuviera haciendo efecto". Cuál fue su sorpresa al escuchar una afirmativa por parte del grandulón, quien, a pesar de llevar encima como siete vasos de ponche mezclado con ron, seguía como si nada.

"Soy un hombre un grande, necesito más potencia", fue lo único que dijo mientras terminaba de verter los restos del ron y abría otra botella de whisky para a completar.

En ese momento, Armando sintió el verdadero terror.

Dos, tres vasos más y Freddy había quedado tirado sobre la silla completamente destruido. Otros dos fueron suficientes para que Gutiérrez fuera al baño y ya no regresara, probablemente habiéndose quedado tirado a medio camino.

Cinco, seis vasos más y Wilson ya comenzaba a verse afectado por las increíbles cantidades de alcohol que había ingerido hasta ahora. ¿Y Armando? Vaya, el pobre Doctor se aferraba a la pared como si su vida dependiera de ello. Llegó un momento en el que no sabía dónde estaba ni quién era la persona delante de él, la cabeza le daba vueltas y era difícil enfocarse en un solo punto. Bajó la mirada y torció la boca al encontrar su vaso vacío.

-Oiga usted, chino, relléneme esto. -Arrastró las palabras, azotando el vasito desechable contra la mesa del ponche.

-Pero mi Doctor, ya no queda nada. Ahora sí nos pasamos. -Wilson rió mientras levantaba el tazón vacío y lo sacudía para demostrar su punto.

Un sinfín de maldiciones abandonaron la boca del Doctor en ese momento, no podía creer que él tuviera que ir por su propia cuenta a conseguir un poco de maldito alcohol.

-Escúcheme bien, chino, cuando regrese voy a hablar con su gerente para quejarme de este pésimo servicio.

Y sin decir una palabra más, Armando se fue tambaleando de ahí ante la mirada incrédula de Wilson.

-¿A dónde va, Doctor Mendoza? ¡DOCTOR! Ay no, la que se arma si la Doctora Pinzón lo llega a ver así.-Temiendo por su propia vida y la de los demás empleados, Wilson se levantó como rayo de la silla para ir tras él.

✩ ✩ ✩

Notas de la autora: Este oneshot se alargó más de lo que esperaba, así que decidí dividirlo en dos partes. Ya quiero ver a Armandito topándose con Betty, no sabe lo que le espera.

Es mi primera historia para este fandom tan bonito que es Betty La Fea, espero que les guste. El resto de relatos serán con la misma temática navideña ya que estamos a nada de entrar a diciembre.

¡Besos!

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