Los Orígenes 👑 | LIBRO 1 - T...

By Dany_Styles_09

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[LIBRO I] Thalía Ivannova, una joven proveniente de Bulgaria, busca nuevas oportunidades en el lugar al que t... More

👑 Prologo
👑 Capítulo 1: "Conociendo a los Mikaelson"
👑 Capítulo 3: "Presentando a los novios"
👑 Capítulo 4: "Los celos de Tatia"
👑 Capítulo 5: "Predicciones"
👑Capítulo 6: "La Boda (parte 1)
👑Capítulo 7: "La Boda (Parte dos)
👑 Capítulo 8: "Extrañas presencias"
👑 Capítulo 9: "Asegurando la descendencia"
👑 Capítulo 10: "La chica de la capa roja"
👑 Capítulo 11: "Después de la Luna"
👑 Capítulo 12: "Los Originales"
👑 Epílogo: "El llanto de los lobos"

👑 Capítulo 2: "Elijah"

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By Dany_Styles_09

👑 Capítulo 2 👑


Ya habían pasado algunas semanas desde que la familia de Klaus se había adaptado a la aldea. Como Mikael resultó tener muchas cosas en común con padre, se hicieron íntimos amigos. Un día a la semana iban de cacería y ofrecían grandes banquetes para el resto del pueblo. Madre y Esther habían resultado de la misma especie. ¿Especie? Sí, especie. Ambas eran brujas. Se intercambiaban secretos como si fueran recetas para hacer guiso de ciervo. Tatia me hacía reproches ya que no le gustaba que estuviese tanto tiempo con Rebekah e insistía en que había tirado nuestra amistad al fango. Todo eso era mentira. Ella se había distanciado.

-¡Elidan!-exclamé, tomándolo de la mano y evitando que una manada de ovejas hiciese que se perdiese de vista.

-Ese niño parece más hijo tuyo que de Tatia.-comentó Ingrid mientras cumplíamos con los recados.-Por cierto, ¿Dónde está ella?-

Me encogí de hombros, sosteniendo una tinaja de barro entre mis brazos.

-Ocupada, como siempre.-respondí.

-Eso es lo que siempre dice. Mantengo mi idea a que es falso.-murmuró mi hermana, acercándose al pozo. Había algunas mujeres alrededor, la mayoría nos saludó con una leve inclinación de la cabeza.- ¿No debías de ir a buscar los cuchillos de Aidan y Ethan?-preguntó, mientras sumergía un cubo de madera dentro del pozo.

-¡Lo olvidé!-exclamé, llevándome la mano a la frente y cerrando los ojos.- Volveré enseguida.-ella tomó la cesta que contenía huevos al tiempo que yo tomaba en brazos a Elidan. El pequeño salvaje se había salvado de que el pastor le diese con su cayado en la cabeza.

Mis hermanos eran muy meticulosos cuando se trataba de sus herramientas de trabajo. Siempre se aseguraban de sus cuchillos tuviesen el filo adecuado y pagaban grandes cantidades para mantenerlos en buenas condiciones. Mi madre les había bordado fundas de una tela demasiado suave y resistente al filo. El señor Gregovich era un especialista en esos delicados trabajos y siempre estaba dispuesto a recibirlos.

Atravesé la plaza de la aldea hasta la casa de herrería. El señor Gregovich se encontraba en la entrada, dándole mazazos a una espada. De seguro estaba balanceándola para que obtuviese un equilibrio perfecto.

-¡Buenos días, Thalía!-bramó con su potente voz y haciendo oscilar su barba oscura hacia los costados.-En un segundo estoy contigo.-asentí, tratando de recuperar el aire mientras dejaba a Elidan en el suelo. Como siempre, enfilo hacia la fila de espadas que se encontraba a unos metros. Antes de dejarlo avanzar más, lo tomé del brazo.

-No, no, nada de eso.-me arrodillé a su lado y le corrí un mechón de cabello que caía sobre sus ojos.-Tu madre me mataría si algo malo te llegase a ocurrir.-él rió suspicazmente y me señaló el interior de la herrería.- No vas a tocar nada filoso o te vas a lastimar.- asintió varias veces. Sabía que mis advertencias le entraban por un oído y le salían por el otro.

Elidan salió corriendo, casi llevándose puesto al señor Gregovich que ingresaba junto a mi pedido.

Rápidamente me reincorporé, rogando que su humor no cambiase. Todos conocían al herrero por tener dos tipos de personalidades, dependiendo el día y era muy fácil hacerlo enojar o hacerlo reír.

-Ay, ay, estos niños.-comentó, depositando las fundas sobre la mesa de madera.- Espero que a tus hermanos les guste el trabajo que he hecho.-

-Nunca se quejaron, señor.-respondí, colocando mis manos tras mi espalda.

El señor Gregovich soltó una estruendosa carcajada.

-Eso me alaga, joven Thalía.-sonreí de lado.-Bien, ellos ya pagaron por lo tanto, ya puedes llevártelas.-puso una funda encima de la otra y me las entregó.

-¡Qué tenga un buen día, señor!-me despedí, saludándolo con una mano.

Al salir de la herrería, choqué con alguien haciendo que las fundas cayesen al suelo. Solté un gritito de terror al imaginarme si esa caída afectase el filo de los cuchillos y casi sin pensarlo me lancé me rodillas a recogerlos.

-Permíteme ayudarte.-la misma persona con la que me había chocado, bajó conmigo y recogió el cuchillo más grande que sobresalía del interior de su protección.

-Lo lamento muchísimo, señor.-me disculpé, sintiendo mis mejillas arder.- No lo he visto...-levanté la cabeza y el corazón me dio un vuelco. Había chocado con Elijah.

Desde hacía días en mi casa, mis padres no dejaban de hablar de él. En varias veces me indicaron que sería el candidato perfecto. Sabía a la perfección que mi opinión, en temas como este y en otras situaciones, no valía la pena. Era casarme con él o con alguien que mis padres escogiesen.

-No hace falta las disculpas.-replicó, tendiéndome la mano para ayudarme a reincorporarme.-Fue un simple accidente.-sentía que el rostro me ardía y el corazón me latía mucho más fuerte, cuando sentí el roce de su piel con la mía.

-De igual manera, solicito su perdón.-insistí.-A veces soy un poco distraída y no suelo fijarme por donde voy.-

-Todos somos un poco distraídos.-comentó Elijah, sin soltar mi mano.-Por ejemplo, esta mañana en vez de vestirme adecuadamente casi me pongo un vestido de mi hermana.-solté un risa nerviosa, provocando que un mechón rubio cayese sobre mis ojos. Él, usando la mano que tenía libre, se encargó de volver a colocarlo en su lugar.-Debo admitir que tiene una hermosa sonrisa.-

Nuevamente sentí ese calor subiendo sobre mis mejillas.

-Gracias.-me mordí el interior del labio, mirándolo a los ojos.

-¿Thalía?-miré hacia un costado, encontrándome con Ingrid. Tenía a Elidan agarrado de una mano y en la otra llevaba el cubo de agua. Una voz en mi interior me decía que mi hermana no estaba contenta. La había abandonado cuando le prometí regresar pronto a su lado.-Vámonos.-

*.*.*

-Vivimos en los límites de un bosque oscuro. Puede asegurarte que no muchos conocen nuestra aldea, pero otros muchos saben las...-busque una palabra que no sonase tan fuerte, pero todas terminaban en la misma.

-...atrocidades.-finalizó Klaus por mí. Ambos estábamos acostados en la orilla del arroyo, viendo como las hoja caían una a una de los árboles.-No tengas miedo de decirla.-

-Cuando éramos niñas, madre siempre nos decía que no debíamos adentrarnos al bosque ni mucho menos hablar con aquellos que vivían en el corazón de la espesura.-

-¿Hombres lobos?-asentí, haciendo que el pasto se enredase en mi cabello.

-¿No te parece raro escuchar sobre ellos?-pregunté, mirando a Klaus de costado.

-No, no es raro.-respondió.-Al contrario, es interesante.-

-Oh...bien.-respiré hondo y llevé mis manos tras mi cabeza.

Durante las últimas semanas, Klaus y yo habíamos estado viéndonos. Me agradaba mucho su compañía. Me agradaba tenerlos cerca. Habíamos aprovechado el tiempo que teníamos para conocernos, así como hicieron nuestras familias. Descubrimos que compartíamos muchas cosas en común: ambos nos sentíamos excluidos en algunas ocasiones. Una vez vi a Mikael retarlo a un duelo de espadas frente a toda la aldea. Me dio rabia ver como lo humillaba, pero no debía de intervenir. Nuestros padres sentían una enorme devoción ante nuestros hermanos mayores. En su caso Elijah y Finn mientras que en el mío, solo Ingrid. Una tarde me confesó que él se sentía como un lobo. Pero por lo fuerte y dominante, sino por ser como aquellos debiluchos que casi siempre eran desterrados de la manada por el alfa. Jamás le dije que yo también me sentía igual.

-Anoche escuché a mis padres hablando.-murmuró, mientras su voz era acompañada por el canto de un pájaro.-Piensan concretar el matrimonio de Elijah...contigo.-

-También escuché algo sobre eso.-repliqué, jugando con mis labios.- Son cosas que pasan.-

-¿Solo eso tienes para decir?-inquirió.

-¿Y que se supone que debo hacer? ¿Negarme? Si lo hago, se enfadarán conmigo.-

-Hay otra opción.-se reincorporó en el manto de hojas secas y apoyó sus brazos sobre sus rodillas.- Podemos huir.-

-¿Huir?-repetí, sosteniéndome con mis codos.-No puedo.-

-Entonces, ¿prefieres quedarte y casarte a la fuerza?-

Bufé, acomodando un mechón detrás de mí oreja.

-Tampoco quiero eso.-

-Sé que esto de huir suena loco pero...podríamos estar juntos. Imagínate cruzar el océano, recorrer nuevas tierras, subir montañas.-se acercó a mí, tomándome de las manos.-Varias veces mencionaste la palabra "Libertad", te la estoy ofreciendo solo falta que te decidas a tomarla.-

-Klaus...-me reincorporé.-Aún es muy pronto para hablar de huidas. Tal vez...tal vez, deberíamos esperar un poco. Aún no sabemos si llegaran a tomar esa decisión, puede que no.-suspiré.-No creo que debamos adelantarnos.-

Como si fuese cosa del destino, días después se confirmó mi compromiso con Elijah. Una parte de mí se arrepentía por no haber aceptado la propuesta de Klaus y haber escapado cuando aún tuve tiempo. Pero la otra parte, la más sensata, insistía en que había sido una buena elección haberme quedado, me había ahorrado un gran dolor de cabeza.

Toda la aldea se había enterado y no habían tardado en presentarse en nuestra casa. Varias mujeres se ofrecieron a confeccionarme el vestido. Madre estaba que rebozaba de alegría, al igual que Esther, aunque ella no lo mostraba demasiado. Tatia se había enfurecido conmigo y ya ni me dirigía la palabra, pero ella era el menor de mis problemas.

En cuanto logré abrirme paso entre todas las personas que habían asistido, salí de mi casa. Pasé por la huerta y me interné el bosque. Necesitaba estar sola y necesitaba despejar mi mente. Llegué al mismo lugar donde había estado con Klaus, pero él no se encontraba allí. De hecho, hacía días que no lo veía, precisamente desde la última vez que hablamos. Lo necesitaba en este momento.

Me senté en la orilla, llevando mis rodillas hacia mi pecho, apoyando mi cabeza sobre ellas. Cerré los ojos, dejando que el sonido del agua llenase mis oídos.

-Escapando de la muchedumbre.-habló una voz suave. A mí llegó el siseo de una falda sobre el manto de hojas.-Vaya revuelo se ha armado.-Ayanna, la curandera de la aldea, apareció a mí lado. Llevaba sus manos envueltas en unas telas y había clavado la vista en el río. Muchos la habían bautizado como hechicera más que sanadora.- ¿Quieres que te diga cuál será tu destino, joven?-sin esperar mi respuesta, se sentó a mi lado y tomó mi mano.

-¡Ay!-me quejé cuando me realizó un corte en la palma. Ella ni siquiera se inmutó, solo se dedicó a observar el hilo rojo que manchaba mi piel y caía por los costados. Luego de unos segundos, comenzó a negar.- ¿Ocurre algo?-

-Tienes que cargar con el peso de una traición.-murmuró, mojando la punta de su dedo en mi sangre.-Naciste bajo un mal signo y bajo la primera luna llena de invierno.-corrió la sangre y luego recitó algo.-Hay alguien más como tú, rondando cerca. Ambos están destinados...-cerró los ojos y siguió recitando, lo que parecía ser un hechizo o una plegaria.- Tiempos oscuros caerán sobre ti, mi niña. Debes encontrar respaldo en ti misma. No confíes en nadie. Ni siquiera tu familia es tan honesta como dicen.-cortó un poco de las telas con las que envolvía sus manos y con ella cubrió mi herida.- Mi consejo es que encuentres a tu igual.-se puso de pie, limpiando sus faldas para luego emprender el regreso por el sendero que llevaba a la aldea.

Medité sobre unos segundos y el rostro de Klaus se me vino a la cabeza. ¿Él sería mi igual?

-¡Ayanna! ¡Espera!-llamé, pero para cuando quise darme cuenta, ella había desaparecido.

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