Abril, voz de inocentes [Crón...

By Lully5

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Segunda parte de "Los Juegos de Mohamed" Después de poder sobrevivir a los terribles Juegos de Mohamed, Abril... More

Poderes.
Un pequeño secreto
El cuaderno rojo
Primeros planes.
Participantes.
Entre pesadillas.
Viejos personajes.
Solo una Niña Humana
Solo pienso en muerte.
Plan B
¿Amigas?
Más que solo suerte.
Cosa del destino.
Ángel de la muerte
Alianzas y pactos
Miedo.
Ojos preciosos
Frío intenso
Venganza
El secreto de Caro - CAPÍTULO FINAL

Revelación

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By Lully5

-¿Qué es el amor, realmente?- preguntó un chico mientras que caminaba al lado de una joven, eran los mismos que había visto Abril en su sueño anterior.

-Es querer hacer algo por alguien, a pesar de que eso implique tu propio sufrimiento- contestó ella, con su cabello rizado cayéndole sobre la cara.

-¿Y de qué sirve la felicidad de esa persona, su tú no eres feliz?

-Si no te sientes feliz, es porque aquella persona no es feliz realmente, entonces volvemos a la pregunta del principio ¿Qué es el amor en realidad?

Silencio, la respuesta no había sido lo que el joven esperaba, pero comprendía a lo que se refería, no estaba de acuerdo, pero lo comprendía.

* * *

Abril abrió los ojos lentamente —Otro sueño- se dijo a sí misma mientras se restregaba la cara para tratar de despertar.

Varios meses atrás, cuando esos extraños sueños comenzaron, Abril despertaba muy alterada, con el corazón latiéndole a mil por hora y un sudor frío bajando por su frente; ahora le parecía tan común que ni siquiera se ponía a reflexionar sobre los sueños, solo dejaba que el recuerdo se borrara para recuperarlo unas horas después.

-¡Buenos días!- la voz de Marcie la sorprendió. Se encontraba sentada en el sillón, leyendo un libro sobre el arte de la guerra y viendo de reojo a Abril, su serpiente soltaba sonidos de cascabel tan fuerte como podía, y sus alas estaban extendidas a todo lo que podían.

-Marcie, ¿Qué haces aquí?- preguntó Abril, quitándose las sábanas de encima y levantándose de la cama.

-¿Acaso no puedo visitar a mi amiga?

-No si es tan temprano

-¿Temprano? En la dimensión humana es medio día

-¿En serio? Qué bien- esto último sonó con desánimo, como si Abril siguiera dormida y esas palabras fueran solo producto del sueño que estaba teniendo.

-¿Dormiste bien?- Marcie cambió de tema, y al ver que Abril solo hacía un gesto vago con los hombros, comprendió que algo no iba bien -¿Sucede algo?

-No lo sé- la humana decidió sentarse al lado de su amiga.

-Sabes que puedes confiar en mí ¿Verdad?

-Es que...- Abril tardó mucho en pensar qué diría, al final, decidió ser discreta —Cuando ganaste los juegos... ¿Te sentiste extraña después?

-Pues claro, podía trasportarme a cualquier dimensión ¡Que fabuloso! Lo aproveché al máximo- la forma en que lo dijo la quimera sonó muy alegre, más de lo que ameritaba.

-No, me refiero... ¿No te enfermaste? O algo parecido

-No... Abril, ¿Te sientes mal, acaso?

-Creo que me estoy volviendo loca

-En el fondo, todos estamos locos, depende de nosotros demostrarlo o no

-No estoy humor para bromas, Marcie

-No es una broma, es una realidad... por cierto- la expresión de Marcie cambió drásticamente, sus ojos perdieron ese brillo alegre y su tono de voz se volvió más apagado —Michael dice que ansía verte

-¿Y cómo se supone que pueda verlo?- el silencio de la quimera fue más que suficiente para que la humana comprendiera —Oh, mierda- dijo en susurros —Creí que me darían más tiempo para adaptarme

-Han pasado ocho meses, además, todavía tienes tiempo, solo te envían una carta

De la mano de Marcie comenzó a salir humo negro que fue tomando forma de un sobre, se lo extendió a su amiga y luego, como si quisiera evitar verla llorar, desapareció.

Abril se quedó sola en la habitación, con el sobre en la mano y las lágrimas que luchaban por salir, se preguntó por qué lloraba, si no era tan malo lo que sucedía, pero los recuerdos de los juegos y de aquellos que murieron, permanecían en su mente tan frescos como una mañana de invierno.

Lentamente abrió el sobre y lo leyó tan lento como pudo, porque creyó que así podría atrasar lo inevitable.

Abril, la humana:

Le informamos que los juegos de Mohamed de este año serán organizados por, ni más ni menos, usted, por lo que le pedimos, comience la organización de estos. Le recordamos que la fecha de inicio de los juegos será, como todos los años, el primero de abril, por lo que le pedimos venir al centro de reunión una semana antes para así dar comienzo a la creación de la arena.

Atte: Leonardo.

Abril solo miró el sobre, al final, había escrito un tipo de conjuro, la escritura era muy extraña y no la podía leer con claridad, pero algo en su interior le dijo que el hechizo la ayudaría a transportarse directamente el lugar establecido.

Sin más, Abril se dispuso a volver a la cama y continuar con su sueño, porque total, era sábado, y con la depresión que sentía, pensaba que la mejor cura sería dormir hasta que fuera la mañana del lunes.

* * *

-¿Qué eres tú?- se escuchó una voz de una niña pequeña, ¿Cinco? ¿Seis años? La apariencia de la pequeña indicaba una edad corta, una enorme inocencia en el rostro y un cabello ¿En llamas? Precisamente, su cabello, así como su vestido y ojos estaban en llamas, su piel era de un tono anaranjado y parecía que sostenía una bola de fuego en sus manos, pero no de manera amenazante, sino, como si fuera su juguete.

-¿Qué soy yo?- repitió la pregunta una voz diferente, un chico, un par de años mayor que la niña, de piel transparente y ojos muertos, flotaba a pocos centímetro del suelo —Un fantasma

-¿Fantasma? ¿Qué es un fantasma?

-Yo soy un fantasma

-¡Nena! ¡¿Dónde estás?!- se escuchó una voz de mujer adulta gritar, la pequeña se dio vuelta para ver de dónde provenía el grito, vio a su abuela entrando a la habitación, una habitación de fuego obviamente, cuando regresó la mirada, el chico fantasma ya no estaba.

-Nena ¿Qué haces aquí?- preguntó la mujer, que sea veía a simple vista, era de edad avanzada.

-Abuela, ¿Qué es un fantasma?

-¿Fantasma? ¿De dónde has sacado palabra tan rara?

-Un fantasma vino

-¿A sí? Fue tu imaginación, querida, no existe tal cosa, jamás escuché hablar de ellos, ahora ven, tu hermana te está esperando

* * *

En el sueño de Abril surgió otro escenario, muy diferente al anterior y sin embargo, ya conocido para ella.

Una ciudad casi humana, de no ser por la oscuridad que reinaba en todo el lugar, lleno de sombras que pasaban por las grandes calles y miraban ese hermoso y oscuro cielo.

Desde los ojos de Abril, ella se dirigía a una casa muy bien cuidada y con un precioso jardín lleno de flores negras y tonalidades muy oscuras de morado.

Se abrió la puerta e inmediatamente una niña corrió hasta la sombra que acababa de llegar, y con un brinco muy ágil, llegó hasta la altura de la otra sombra y se sostuvo de su cuello.

-¡Te extrañé!- dijo la pequeña, que parecía haber salido de una película de terror, o bien, ser aquella niña llamada Morticia en la película de Los Locos Adams...

-Si solo salí unos minutos- se excusó una voz masculina, que ahora sostenía en brazos a la pequeña sombra para evitar que callera al suelo.

-Pues pareció una eternidad

-Lo siento, pero tengo que comprar la comida

-¿Comida? ¡Muero de hambre!

-Pues que bien, solo tengo que prepararla

-¿Tardarás mucho?

-Tal vez, es un guisado, ¿Me ayudas?

La pequeña asintió, lo que provocó que su flequillo, que ya lo tenía algo largo, le cayera por la frente y le cubriera la mitad de los ojos, en ese instante la niña parecía aún más tierna.

Caminaron hasta la cocina, la casa no era muy grande en realidad, con un par de pasos ya se encontraban en la entrada de esta. La pequeña corrió hasta la estufa y se preparó para encenderla cuando escuchó la voz de la otra sombra, que habría el grifo y mojaba sus tenebrosas manos.

-Primero, has el favor de lavarte las manos, Faleen

-Claro, Lancelot- contestó la niña mientras se acercaba a su hermano y se lavaba las manos para luego poder comenzar a cocinar.

* * *

Abril despertó de un sobresalto, en todo el tiempo que había estado teniendo sus sueños jamás había escuchado algún nombre, de suerte identificaba la dimensión, pero ahora que el nombre de su sombra contrincante se había escuchado, ella se encontraba con un enorme miedo inundándole el alma.

La chica humana apenas podía respirar, se sentía asfixiada, como si le estuviera dando un ataque de pánico, rápidamente se puso a respirar tan profundamente como pudo, y contó cada respiración —Una, dos, tres- ese truco no siempre le funcionaba, pero la ayudaba a seguir respirando —Quince, dieciséis, diecisiete- nada, es más, sentía que cada vez inhalaba menos aire y que en cualquier momento se desmayaría —Treinta, treinta y uno, treinta y dos-

Dos golpes sonaron desde el otro lado de la puerta.

-Abril, ¿Te encuentras bien?- se escuchó gritar a Anastasia, que había escuchado a su hija gritar unos minutos antes -¿Abril?-

-E... estoy... bien- tartamudeo un poco ella, sintiendo el aire correr por sus pulmones y sintiéndose mejor.

-Está bien... ¿No quieres bajar a comer? No has comido nada en todo el día, y ya es tarde

-Bajo en unos minutos

Y así fue, siete minutos más tarde, Abril se encontraba entrando a la cocina, dispuesta a comer algo y volver a acostarse, pero no se sentía capaz de volver a dormir, recordar su mala experiencia en los juegos el año pasado y su batalla con la sombra le helaba la sangre, luego se puso a pensar en sus sueños, Lancelot había aparecido con una niña pequeña, muy probablemente su hermana, una hermana que posiblemente en ese momento se encontraría sola y sin su hermano.

Abril comenzó a sentir una terrible culpa, pues por ella, la pequeña nunca volvería a ver a su hermano, pero no podía hacer nada ya, pues como le dijo a Marcie justo después de que la escogieran como representante de la dimensión humana, el "hubiera" no existe, solo existe el ahora y nada más.

-Abril, ¿Sucede algo? Estás muy pensativa- Anastasia la sacó de sus pensamientos con tal facilidad que Abril tuvo que voltearse a verla antes de saber qué decir.

-Estoy bien

-Te he visto muy rara últimamente

-No es nada

-Pero si antes te veía sonreír todo el tiempo, ahora siempre tienes una cara muy seria, no quieres hablar, te la pasas encerrada todo el día en tu cuarto, creo que...

-¡Mamá! ¡Ya basta, he dicho que estoy bien, solo estoy algo pensativa, ahora solo olvídalo!- la forma en que ella contestó sonó algo demandante, como si todo lo que pidiese se tuviera que realizar.

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