Lecciones Privadas - Camren G...

By gxssiz

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Si eres una persona homofobica o de mente débil mejor no leer ¡GRACIAS!♡ Portada hecha por @Jlucie_write More

1. La Nota
2. El Trato
4. Segunda Lección
5. Tercera Lección .
6. Cuarta Lección.
7. Quinta Lección.
8. El Gran Final .
Epílogo .

3. Primera Lección.

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By gxssiz

Su respiración estaba tan agitada como la suya pero se quedó quieta a su espalda, esperando a que se decidiera.

-De acuerdo – le dijo muy bajito pero firme – Suéltame y hazme lo que quieras. Pero más vale que me trates con respeto y me pongas un diez – esperaba echar un polvo rápido como si fuera una tipa que acababa de conocer en una discoteca y listo, así, ambas tendrían lo que querían.

La agarró bruscamente del pelo y tiró de su cabeza hacia atrás para decirle tan enfadada que le temblaron las rodillas.

-¡AQUÍ MANDO YO¡ Tendrás la nota que considere, y para aprobar tendrás que superar las seis lecciones del temario ¿Cuáles son?

Se quedó quieta, algo asustada, pero su imposición la excitó de una manera que no le pareció posible en esas circunstancias, y no le hizo daño en absoluto cuando le tiro del pelo, sino todo lo contrario. Aunque desconcertada con la pregunta, obediente le recitó:

1. El derecho penal como conjunto de principios

2. Delitos o faltas 

3. Acción u omisión

 4. Dolo o imprudencia 

5. Penadas por la ley 

6. La Dinámica delictiva

 -Bien, me has ofendido al pensar que no te trataría con respeto te haré arrodillarte por eso y no dudes que te haré lo que quiera, en principio, no pienso soltarte te quiero con las manos quietas, pero se nota que has estudiado. Ahora vas a demostrarme lo que sabes. Primera lección pequeña. – le dijo más calmada aunque aún algo enfadada y la levantó con facilidad como si fuera una muñeca para llevarla hacia su mesa, fue en ese momento cuando unos pasos se escucharon a lo lejos. La puso en el suelo de espaldas a la puerta, le volvió a tapar la boca con la mano y le dijo en voz baja al oído sin perder autoridad.

 -Silencio – estaba algo alterada y se le notaba. La puerta no estaba cerrada con llave y si alguien abría la puerta la escena con la que se iba a encontrar sería muy difícil de explicar y ella sería la mayor perjudicada. Tenía las muñecas esposadas a la espalda, y aunque ella estaba quieta y no pensaba emitir ni un solo sonido, la envolvía firmemente entre sus brazos mientras le cerraba la boca, aunque ella no la denunciara, la despedirán si alguien los encontraba así.

Camila oyó unos golpes que sonaron en la puerta, el corazón empezó a latirle con rapidez amenazando con salir volando de su pecho, y la voz del viejo conserje se escuchó tras ella.

 -Profesora Jauregui voy a cerrar, la facultad está vacía ¿Necesita algo antes de que me vaya?.

-No Manuel, tranquilo – dijo ella relajándose por completo, aunque no la soltó – Cierra bien y márchate que a mi aún me queda un rato y ya es tarde. Hasta el lunes.

-Trabaja demasiado, profesora – dijo el conserje alejándose – Pase un buen fin de semana, señora.

Cuando tuvieron claro que no había nadie, ella se alejó para echar el pestillo a la puerta y decir.

-¿Por dónde íbamos...? Ah sí. Primera lección.

Después del susto se aseguró que nadie las molestaría y cerró la puerta de su despacho con llave, una sonrisa perversa salió de sus labios a verla de espaldas esposada en el centro, quieta con los ojos cerrados, esperando a que empezara a darle una clase que no olvidaría jamás. Iba a desquitarse por todas las veces que la había importunado en clase con preguntas rebeldes que la volvían loca "¿Y porque no se podría...?" "¿Y si en vez ser así, fuera...?" Le haría pagar por todas y cada una de las veces que había soñado con tenerla en su cama y enseñarle disciplina.

Despejó la mesa por completo tirando todo lo que había encima a un lado de la mesa, la agarró por los brazos y la tumbó boca abajo sobre ella dejándola con el culo en pompa y las piernas rectas apoyadas en el suelo, ella se dejó manipular sin oponer ninguna resistencia y eso le encantó, estaba claro que estaba igual de excitada que ella. Le levantó el vestido hasta el ombligo y sonrió a ver como ella se sonrojaba e intentaba esconder la cara.

-Cuidado con las gafas pequeña, no tengas vergüenza, tienes un culo precioso.

Le quitó la tanga despacio y cuando le llegó a sus tobillos le levantó los pies para apartarlo a un lado.

 -Abre las piernas – dijo ayudándola en el movimiento agarrándole los muslos por encima de las rodillas. Estaba muerta de vergüenza, se notaba en la forma torpe y lenta con la que hizo lo que le pedía, pero ella esperó pacientemente a que se relajara masajeando las piernas que le habían empezado a temblar ligeramente – Tranquila, – le dijo con voz suave - que no te voy a comer. Por ahora – Añadió perversa.

Le acarició los hombros dulcemente para preguntarle.

-¿Recuerdas cuáles son los principios básicos del derecho penal pequeña?

Tardó un poco en ser capaz de responderle de lo nerviosa que estaba, y cuando lo consiguió lo hizo con los ojos muy cerrados tras las gafas y la cara medio escondida en la mesa.

-Legalidad, proporcionalidad, non bis in ídem no se puede juzgar algo dos veces, la presunción de inocencia y el principio de resocialización – levantó la cabeza para mirarla roja como un tomate pero con el ceño fruncido - ¿Me vas a hacer un examen oral mientras me echas un polvo? Tú eres un poco rarita ¿No?

Lauren no pudo evitar soltar una carcajada pero aun así le dio una fuerte palmada en el trasero.

-Te voy a hacer lo que me dé la gana, y no olvides que estás aquí para demostrarme que has estudiado y te mereces aprobar mi asignatura y además aprenderás respeto a la ley y a la autoridad. Y para ti soy Señora– Otra sonora palmada provocó que se resolviera.

-¿Vas a follarme y tengo que seguir llamándote Señora?

La levantó apretándole contra su pecho y tirándole del pelo le dijo

-Ves como necesitas que te disciplinen – volvió a tumbarla y puso una mano en su trasero – Vuelve a tutearme y te arrepentirás – introdujo un centímetro de su dedo corazón en su ano - ¿Queda claro?

-Si señora – le respondió rápidamente – Eso no por favor.

-Tranquila – le dijo más suave – si te portas bien encontraré otras maneras de que se te queden bien grabados los temas, sigamos con el primero. Define el principio de proporcionalidad.

 -El principio de proporcionalidad busca un equilibrio entre la acción delictiva y la reacción penal, el juez debe acompasar la pena concreta que impone con la gravedad del delito dentro del marco del legislador – volvió a recitar de memoria.

-Muy bien pequeña, pues como juez voy a condenarte a quince azotes por todas las veces que me has sacado de quicio este cuatrimestre con tus inútiles intentos de que las cosas sean diferentes.

-¿Quince Señora? – le pregunto algo asustada.

-No todos en la misma zona, pero sí. Y vas a llevar la cuenta. Me parece de lo más proporcionado por cómo me has vuelto loca en clase con tus preguntas.

-Pensaba que para aprender había que preguntar Señora – le dijo desafiante.

-Pero siempre quieres tener la última palabra, te voy a enseñar lo que pasa por ser tan dura de mollera ¿Dónde tengo el Código Penal?.

"Duro de mollera" se usa para referirnos a alguien cabezota.

Se alejó para coger uno que tenía en la estantería y volvió a su posición, frente a su trasero expuesto y le masajeo la nalga derecha.

-No te olvides de llevar la cuenta pequeña – Apartó la mano y le dio el primer azote con el fino libro.

-Uno... Dos... – Fue contando ella. Al llegar a cinco cambio de nalga para continuar.

Cuando llevaba diez azotes tenía el culo rojo como un tomate, pero en ella aún había una resistencia silenciosa que sabía cómo someter, tiró el libro al suelo para terminar la lección.

-¿Lista para terminar tu castigo? El final siempre es lo más duro.

-Si señora – le dijo firme.

Le acarició el sexo con la mano abierta y le dio una rápida y sonora bofetada en el centro.

-Ahhhh – fue lo único que salió de su boca.

-¿Ah? ¿Has perdido la cuenta pequeña? ¿Vuelvo a empezar? – preguntó con sorna.

-¡Once¡ - gritó ella rápidamente.

-Bien – rió - ¿Te ha dolido pequeña?.

Tardó un poco antes de responder muy bajito.

-Creo que no Señora.

-Seguimos entonces – Dijo con una sonrisa de satisfacción y le dio otra palmada en la vagina.

-Doceee... - gimió – treeece... caaaatorceee... quinceee.





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