Neptuno 26 | Caché

By XiadaniEstrada

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María José jamás pensó que esa noche su vida cambiaría de órbita y aunque comenzaba a girar en torno a ella... More

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Muraka

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By XiadaniEstrada

—Quizá en otro momento —Daniela salvó la tarde respondiendo, —Está muy pequeña la mesa para más de dos —explicó haciendo sonreír a Victoria quien asintiendo respondió.

—Y tú estás más sensual que de costumbre —articuló después de sentarse en la mesa que teníamos a un lado.

Aquel comentario hizo que no perdiera de vista sus movimientos y luego estaba Daniela, fingiendo no haberla escuchado porque se miraba muy concentrada bebiendo vino. La silla que había elegido nos enfocaba y eso comenzaba a incomodarme.

—Al parecer no está tan ciega tu amiga —hice énfasis en mis últimas dos palabras mirándola con el ceño fruncido.

Sin contestarme acercó a mi boca un poco de comida que acepté porque si estaba teniendo mucha hambre, pero no olvidaría tan fácil la manera en qué Victoria se había referido a mi novia.

-

Volvimos a la costa en la que estaba ubicada la villa y dejamos la bicicletas sobre la arena.

Con Daniela decidimos esperar el atardecer en la orilla así que nos sentamos frente aquella inmensidad que comprendía el océano y el cielo sosteniendo el sol que estando por ocultarse reflejaba distintos colores entre ellos anaranjados, rosados, morados, y azules sobre el firmamento.

—¿En algún momento Victoria se te ha insinuando? —pregunté como si la información que recibiría fue de mucho valor, y lo era, pero me refería a que necesitaba saberlo, —Durante la comida no pensé en otra cosa, lo siento.

Comprensiva busco mis labios con su boca, mismos a los que tenía acceso de manera fácil porque aunque estábamos sentadas una a lado de la otra yo la estaba viendo. El reflejo del sol y el agua sobre su carita me estaba enloqueciendo, se veía espectacular.

—No, no que yo lo haya notado —dijo al volverme a besar, —Ella ha sido así de efusiva y cariñosa siempre y te he de decir que si fuera del caso la veía más a lado de Juli que mío.

—¿Cómo era Juli? —dejando el tema de la mujer de apellido extraño le pregunté por su hermana, estaba entrando en arenas movedizas, esperaba no incomodarla mucho.

—Físicamente muy bonita usaba el cabello largo en la mayoría de las veces y lo teñía rubio, era alta, muy delgada —suspiró como recordándola, —Sus ojos eran cafés muy cafés y siempre que los miraba, si tenía miedo era como una especie de capa protectora, —me miró —Ella era uno de mis superhéroes —alcanzó a decir antes de que se le cortara la voz, —Y ella es a quién más extraño —admitiéndolo recargo su cabeza sobre mi hombro y yo con cariño sostuve su cuerpo.

¿Por qué la vida era así? ¿Por qué nos quitaba a quienes más queríamos en los momentos más inesperados?

Terminó de describirme a su hermana continuando con su padre y con su mamá, con quién por la última a mi parecer aún tenía mucho que sanar.

—Siempre lograba hacer que mi papá dijera que si a todo aunque no fuera lo más conveniente —contó con cierto enojo en sus palabras, —Te he contado que es nunca estuvieron de acuerdo con Neptuno 26, pero más bien fue porque nunca estuvieron de acuerdo con mis preferencias, con que estuviera rodeada de chicas, con que por ayuda de algunas de ellas pudiera seguir adelante y poner ese monstruo que tengo en una de las calles de Los Ángeles.

—¿Por eso? ¿Por qué te gustan la a chicas no creyeron en ti? —asintiendo con pesadez miró hacía el frente.

—Como si eso me definiera; como si hacerme de mis cosas, volverme una experta en las inversiones de números grandes, rodearme de personas influyentes y con mucho poder, ser una de ellas —corrigió, —No valiera nada —aterrizó de nuevo con tristeza, —Todo por qué en mi vida nunca tendría un esposo que llevara la casa y me mantuviera reprimida en las cuatro paredes de un sitio especifico, todo porque no iba a seguir el patrón de ella —el rencor de nuevo tomó parte en la plática.

—Pero lograste tener una buena comunicación con ellos, ¿No? —levantando los hombros dudo de su respuesta.

—Tal vez si o no, realmente hubo un momento en que ya no me importaba, hasta que entre ellos comenzaron los problemas. Las alianzas que yo había formado para Germán eran casi imprescindibles y volvió a acercarse a mi con Juli de por medio, yo no tenía problema, al final su apellido siempre tenía lugar en ese mundo —con máxima atención seguía escuchándola, no quería perder detalle de aquella historia, —Mi mamá obligada y todo también volvió a ponerse en contacto conmigo y así estuvimos por algunos dos o tres años hasta hace unos meses —hizo una pausa para sumergirse en sus pensamientos, —En tres meses se cumple un año de que se fueron —mirándola contraer su mandíbula besé su mejilla.

—¿Eso cómo fue? —después de mi pregunta lanzo de nuevo una mirada al océano.

—De entre todas las cosas de las que era dueño Germán existía un barco y Mafe planeó un viaje en el al que por cierto no estuve invitada —bufó haciéndome agradecerle a Mafe que no la llevara con ella, quizá era muy egoísta de mi parte, pero gracias a eso Daniela ese día estaba frente a mí y yo estaba perdidamente enamora de ella, para ese momento de mi vida ya no sabía que estaría haciendo si no era estar a su lado.

Mi pensamiento se vio interrumpido por el silenció ensordecedor que se había formado entre las dos.

—Juliana me contó que viajarían por 31 días recorriendo al menos 13 puertos diferentes por el Mediterráneo y solo conocieron 5 —un suspiro pesado emanó de su cuerpo, —Mi hermana se comunicaba conmigo cada que llegaban a un destino y el mensaje del sexto nunca llegó —volvió a hacer una pausa, —No quería alertarme simplemente pensé que quizá lo había olvidado o estaba cansada o no sé —bufó una vez, —Hasta que recibí una llamada del personal que vigilaba la posición del barco en la que mencionaban que el bote estaba perdido, ya no lo había podido ubicar después del último punto marcado en su rastreador —un suspiro más antes de recargar su espalda sobre la arena para quedar acostada, —Lo siguiente fueron días muy desgastantes, viajé al último puerto en el que supe que estuvieron y con un equipo de rescate los buscamos, el barco terminó en la profundidad del mar y ellos no aparecieron.

—¿Habías mencionado que si encontraron sus cuerpos? —me entrometí recordando una de las pláticas que tuvimos en su oficina a inicios de nuestra relación.

—Algunas de sus pertenencias —aclaró volviendo a sentarse, —No es fácil ni para mí admitir que ni siquiera tuve la oportunidad de darles un adiós digno de ellos —una media sonrisa formó en su rostro y luego se puso de pie, —¿Podemos ir a la villa?

—Podemos ir a dónde quieras —me levanté seguida de ella, —Te amo —pronuncié disfrutando lo bien que se sentía amarla, admirarla y quererla, —Eres muy valiente —con una sonrisa más besó mis labios.

—Ojalá fuera tan valiente como dices —un nuevo beso descansó sobre mis labios, —Te amo Poché y eres lo todo lo que me queda y por lo que siento que vale la pena seguir existiendo —confesó sin soltar mis manos.

-

La noche llegó dentro de la villa que en todo momento estaba iluminada. Terminamos de cenar en la habitación, misma en la que Daniela se había encargado de cubrir los ventanales con las cortinas que abarcaban lo largo de la pared para que no se tuviera vista al exterior.

La luminosidad dentro de la pieza estaba abajo por dos tonos, era perfecta para distinguir los lugares dentro de ella, aunque en ese momento solo ocupábamos la cama. Habíamos terminado de comer algo delicioso preparado por mi amor y lo único que queríamos era reposarlo para poder dormir, aún sabiendo que era muy mala idea tumbarnos después de alimentarnos.

La noche duró poco gracias a la charla con Daniela, me gustaba mucho conocerla a fondo, me cautivaba la forma en que pensaba y el como a pesar de sus miedos tomaba al toro por los cuernos y lo domésticaba a su antojo casi como lo había hecho conmigo.

—¿Recuerdas la cita que dejamos pendiente por ir a tu piso el día de mi cumpleaños? —hablé mirando al espejo que tenía en frente, observándola abrir las cortinas para dar pasó al paisaje que existía afuera.

Al verla al frente de ese ventanal disfrute más la vista, el vestido que hoy traía era rojo con algunas flores estampadas, demasiado lindo. Me acerqué para cerciorarme que se encontrara bien y lo estaba, había recibido mi abrazo por la espalda de la mejor manera.

Suspiró recargando su cuerpo sobre el mío, y luego se volvió en mi dirección.

—¿El spa? —habló por fin haciéndome asentir.

—Tenemos una cita en cuarenta minutos —le dije queriendo alejarme para terminar de alistarme, pero le valió me entretuvo entre sus brazos con mimos que me hacían sentir muy feliz.

-

El masaje que recibimos nos cayó como agua fresca en una tarde en el desierto después de escalar la montaña más alta del mundo, me sentía tan relajada al punto de dormir o tirarme a tomar el sol lo anhelaba mucho.

Asistimos también a una sesión de tratamiento para la piel y el cabello, por la hora paramos a comer ahí y luego tomamos las bicicletas para recorrer el camino de regreso a la villa.

—¿Quieres un baño de sol, mi amor? —Daniela preguntó sin soltar mi mano caminábamos por el puente que nos llevaba a la casa, era inmenso, algunos cien metros al interior del océano.

—¿Se te antoja? —contesté incrédula, estaba diciendo que tomaría sol conmigo.

—No tengo problema, siempre y cuando no se trate de navegar —rió contestando lo que mi mente había pensado, me gustaba que intentara al menos pasar tiempo conviviendo con el mar por más extraño que sonara eso.

—Entonces si —sonreí viéndonos llegar a la entrada de la villa. Me apresuré para abrir el ventanal que conducía a la terraza, en dónde tres camastros adornaba el espacio y la piscina, además de una puerta que ninguna de las dos había observado, era muy parecida a la de un elevador.

—¿Y eso a dónde lleva? —intrigada preguntó mi amor volviendo a sujetar mi mano.

Con un sonido indicando que pensaba mi respuesta recordé la habitación que nos hacía falta conocer, ese era un buen momento.

—¿Tu miedo al océano involucra a los peces? —extrañada porque parecía no entender me observó, —Me refiero a que, ¿Alguna vez soñaste con ser un pez? —su mueca de asombro y confusión se expandió, —Lo que digo es que... —apenas intenté estructurar sentí como presionó el botón que hizo que las puertas se abrieran.

Dejándome pasar me metí a ese cubo y luego entró ella, las puertas se cerraron y ahora fui yo la que presioné el único otro botón visible.

—No quiero que te espantes —acaricié con ternura su mentón escuchando el sonido característico de los elevadores al llegar al piso indicado, —¿Estás lista? —asintiendo robó un beso de mis labios y luego espero a salir después de mi.

Un túnel de al menos cuatro pasos nos recibió deteniéndonos en una puerta de seguridad, era como si estuviéramos entrando a búnker para ponernos a salvo. De la realidad.

Abrí siguiendo las instrucciones de una pequeña pantalla encontrada sobre la puerta, el seguro se corrió y la puerta se desplazó a un extremo. Lo siguiente que vimos hizo que sintiera adrenalina, nervios, emoción y muchas ganas de llorar, era de ensueño.

Di un par de pasos llevando a Daniela conmigo viéndola igual de estupefacta que yo.

Habíamos entrado a la habitación submarina exclusiva de toda la isla, una cama se visualizaba en el centro de ella, más a fondo un espacio con un par de sillones individuales y una mesita de centro; lo que hacia la diferencia era que todo nuestro alrededor era de cristal, estábamos en una pecera gigante y teníamos la posibilidad de ver a muchas de las especies acuáticas existentes dentro del océano.

—Amor —murmuró haciendo que prestara atención en ella. Extendió su mano hacía a mí y en cuanto la tomé caminó en mi dirección para abrazarme, —Esto es demasiado —susurró una vez más preocupándome porque tuviéramos un concepto muy diferente de ese sitio.

—Regresemos entonces, no quiero que... —sin dejarme terminar una vez más me silenció con un beso.

—Es otro nivel —dijo sobre mis labios, —Aunque tengo que admitir que al inicio es como una ilusión, es increíble que esto pueda ser real —sin soltarme ahora ella fue quien se acercó a las paredes de cristal.

Colocó la palma de su mano sobre el vidrio y se quedó observando a los pececitos que nadaban muy cerca de nosotras.

—¿Te imaginas como se verá por la noche? —esa voz que encendía mi interior por lo emocionada que estaba cautivo mis oídos, —¿Está iluminado, cierto? —reí por el cambio tan repentino de preguntas.

—Sí amor —dejándola frente a la pared caminé a la cama y me lancé sobre ella, —¡Oh por Dios! —exclamé al sentir lo satisfactorio que era estar sobre ese colchón, —Quiero uno de estos para nuestra casa —le dije sin pensarlo viéndola venir en mi dirección.

—Es bastante cómodo —pronunció al sentir la suavidad de la cama, —¿Es un sueño? —Dijo mientras abría los ojos y miraba al techo. Aquel búnker tenía el techo y las paredes más lindas que algún otro lugar podrían tener, la vida marina comenzaba a interesarme más de lo que algún día pude pensar.

—No estas soñando, preciosa —le dije muy cerca de su rostro, a la altura de su mejilla, la cual besé descansando mi cabeza a un lado de la suya. 

Y ahí nos mantuvimos por un momento hasta que rompió el silencio.

—¿Esta habitación es segura? —respondí según mi criterio, —¿No se puede perforar con nada y comenzar a inundar? —inquieta por sus recientes pensamiento se incorporó para sentarse.

—No lo creo mi amor —me senté con ella analizando su rostro, en seguida caminé a la mini sala que teníamos encontrando una especie de manual sobre la mesa, mismo en el que se explicaba el proceso de construcción de todo la villa incluida esa pecera.

Se sentó frente a mí y comenzó a leer el contenido del folleto en silencio. Murmuró algunas palabras y luego me volvió a ver.

—Esta es la vista nocturna —mencionó mostrándome una foto y sonreí, ya sabía cómo se veía.

—¿Todo bajo control? —pregunté al ver que había terminado de leer.

—Eso parece, ¿Subimos? —su reciente comentario hizo que me confundiera, si estaba todo bien, ¿Por qué quería subir?

Sin oponerme me puse de pie esperando por ella para regresar por el elevador,  el impacto del sol al que mis ojos estaban desacostumbrados logró que me tensara un poco.

Entré después de ella a la casa viendo cómo se dirigía a la cocina, en dónde sirvió un poco de limonada en dos vasos y uno me lo ofreció a mi.

—Tenemos una clase de snorkel y otra de surf pendiente, ¿Cuál quieres tomar primero?

—No sé, la que tú quieras —contestó un tanto irritada yendo a los sillones y tirándose en uno.

—Te estoy dando elegir para cuadrar los horarios —no entendía por qué su reciente molestia.

—Y yo te estoy diciendo que no importa cuál quieras tomar primero —de mala gana volvió a responder encendiendo la televisión.

—¿De verdad vas a mirar televisión? —me quejé, ¿Quién iba a Maldivas a mirar televisión?  

—Un rato, ven —hizo la seña de que fuera, pero la ignoré. En su lugar salí de nuevo a la terraza en dónde dejando mi limonada sobre el borde de la alberca quité mi vestido para poder quedarme con el traje de baño que por la mañana me había colocado.

Recostándome sobre una de las sillas para tomar sol espere algunos minutos a ver si Daniela se dignaba a salir conmigo, pero mis pensamientos me estaban consumiendo.

De alguna forma me estaba limitando a disfrutar en su totalidad de ese lugar, me frustraba la idea de no poder trasladarme en bote o ir a dar un recorrido por el océano turquesa y eso me hacía sentir pésima novia.

Me volví a poner de pie y bebí de nuevo limonada, no sin antes observar que Daniela se encontraba en el marco del ventanal que dividía los espacios de la sala con la terraza.

—¿Puedo tomar sol contigo? —dijo caminando más en mi dirección.

—Como quieras —pronuncié antes de subir a la plataforma en la uno se podría tirar al océano y me aventé.

La temperatura del agua era muy templada y se adueñó de cada parte de mi cuerpo, salí a tomar un poco de aire observando a Daniela sobre el borde del que me había aventado.

—¿Vienes conmigo? —le pregunté manteniéndome a flote, mientras la veía correrse el vestido que ella había lucido.

—Mejor te espero aquí —su respuesta bastó para que me volviera a sumergir y comenzará a nadar en dirección contraria a ella.

No pelearía y tampoco dejaría que me pusiera de malas su poco interés en compartir conmigo esos momentos.

-

La tarde comenzaba a caer y yo seguía en el agua, nadé hasta el borde, en dónde por fin mis pies tocaban la arena y dando por terminada mi sesión de nado me tumbé sobre la arena.

—¡Te vas a cocinar ahí! —la voz de Daniela resonó a mis espaldas, mi había colocado boca abajo para recibir el mismo sol de ambos lados de mi cuerpo.

Decidiendo no contestar volví a cerrar los ojos.

—¿Me oíste? —preguntó cuando se sentó a mi lado.

—¿Ya se bajó tu enojo? —dije aún sin mirarla.

—Ya —contestó divertida y yo hice un sonido de inconformidad, —Entré en pánico.

—No me parece extraño —comenté empezando a sentir sus manos recorrer mi espalda.

—¿Ahora tú estás brava? —negué casi rindiéndome con sus caricias, pero logré incorporarme.

—Quiero darme un baño —justifiqué el hecho de haberme puesto de pie tan rápido.

Sin dejar que me contestara comencé a caminar en dirección al puente que no había quedado muy lejos, y sin mirar atrás me adentré a la villa cuando por fin llegué.

-

Salí de la tina colocándome unos shorts y una playera corta del pijama, había pensado mucho durante el baño y esperaba no arruinar de nuevo todo con Daniela. 

Mi novia estaba en la terraza mirando la noche desde ahí, yo en cambio pasaba el tiempo comiendo sobre uno de los banquitos de la barra de la cocina.

—¿Dani? —la llamé después haber terminado de cenar y pensar bien en mi siguiente decisión.

—Dime, chiqui —la ternura que me dio la manera en la me respondió hizo que quisiera arrepentirme de lo que le diría, pero ninguna podía seguir pasando por alto lo sucedido.

—Esta noche dormiré en la pecera —avisé refiriéndome a la habitación que se encontraba por debajo del mar, —Mañana regresamos a Los Ángeles.

-

mrsintensa

(¿Se dieron cuenta que volví a actualizar seguido?,

sigan votando amigos y comenten para que pueda verlass💛)


(y por cierto, Feliz cumpleaños a Stef, que este año sea mágico🎉🎂)

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