𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐎𝐧 𝐌𝐞 - {𝙽𝚘𝙼�...

By ZaiJam

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El actor Na Jaemin nunca ha sido tocado amorosamente por nadie en sus veinte años de vida. Y cuando le ofrece... More

1. Vienna
2. La opción indicada
3. Mujer bonita
4. Romeo + Julieta
5. Noche de Brujas
6. Cosas grises
8. Quédate
9. Sígueme la corriente
10. Celos
11. Ataques al corazón
12. Bestias mimadas
13. Frágil por primera vez
14. Torbellino
15. Amor en blanco y negro
16. Hasta que sea aburrido
17. Narrador Testigo
18. Cómo te odio
19. Te necesito
20. El temor y la envidia en el placar
21. Todo lo que está entre nosotros
22. Con las venas abiertas
23. Lo que no puedes dejar ir
24. Al final del camino

7. Playa vs Ciudad

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By ZaiJam



-¡Despierta, hice café!

Jeno parpadeó, incorporándose asustado por la voz intrusa en su casa, luego miró al chico alto y delgado vistiendo su ropa y volvió a cerrar los ojos gruñendo por lo bajo. No le gustaban las mañanas ruidosas, se había acostumbrado a la soledad y al silencio. Disfrutaba de tener su propio tiempo porque tenía una rutina estructurada, una donde podía darse una ducha de agua fría para poner en movimiento su cuerpo y desayunaba un café y un cigarrillo mentolado.

-¡Vamos, levántate! - insistió Jaemin, jalándole del brazo- ¡Es un buen día, hay que aprovecharlo!

Jeno miró la hora que marcaba su celular.

-Ni siquiera son las siete, déjame dormir.

-¡Pero debemos ir a casa y luego a la playa!

El molesto grito le impidió seguir durmiendo, quitó los dedos de su brazo y se desperezó en el proceso.

-Genial... Además de prostituto, también soy tu esclavo.

Jeno se levantó, caminando hacia su cuarto. Se detuvo abruptamente al descubrir la cama desacomodada, la almohada en el suelo y su colonia abierta.

Mataré a ese chico.

Jaemin era un desorden gigantesco en su vida, un remolino que dejaba caos por donde pasase y esta vez fue el turno de la habitación de Jeno. Respiró hondo, quitándose la ropa y dándose una ducha tranquila.

Cuando salió descubrió al demonio sentado en su cama, mirándole con enfado contenido en esos ojos de gacela. Las largas piernas cruzadas y la pasta de dientes embadurnada en una de las esquinas de su boca. Joder, Jeno esperaba por el bien de su salud mental que ese infierno no hubiese utilizado su cepillo de dientes.

-Se nos hará tarde para ir a la playa.

-Sal de mi vista- gruñó, señalando la puerta y sujetándose la toalla que cubría sus partes nobles.

-¡Pero...!

-Son las siete de la mañana, la playa puede esperar.

Jaemin refunfuñó gateando fuera de la cama. Regresó a la sala de estar y se recostó a lo largo del sofá, viendo rumbo al ventanal que no tenía ni una marca en el cristal. Rodó sus ojos, pensando en que nadie quien mantuviese un orden como ese podía ser considerado normal. Pero, quién era él para juzgar. Jugó con el almohadón color crema lanzándolo y atrapándolo en cada oportunidad, frustrado por lo mucho que ese idiota estaba demorando.

La playa no puede esperar...

Seguramente nadie lo entendería, pero era agotador tener que hacer todo a deshora para que nadie pudiese seguirle el rastro. Aun podía recordar la última vez que salió sin ser perseguido por cámaras o por fans locos que le hostigaban. Jaemin realmente quería pasar un día en la playa, ir con sus amigos imaginarios a tomar una cerveza (aunque no disfrutase del alcohol) y luego salir a bailar. Él realmente quería... ser normal.

Así que cuando vio a Jeno vestido informal con bermudas y un buzo gris, él se puso realmente contento. Jeno pasó por su lado sin siquiera mirarle y Jaemin le siguió por todo el departamento mientras este tomaba sus llaves, su móvil y se calzaba.

-¿Deberíamos comprar protector solar? Mamá siempre dice que en la mañana el sol es peor.

-Me da igual.

-¿Te pondrás un gorro? Ese es demasiado sencillo- Jaemin balbuceó, observando a Jeno ponerse un gorro azul con la visera hacia atrás. Lucía igual que en la foto junto a ese perro enorme- ¡Oh tengo un lindo sombrero, lo llevaré conmigo!

-¡Cierra la boca!- Jeno empujó su dedo sobre los destruidos labios de Jaemin. -Iremos a la maldita playa pero no hablarás a menos que sea realmente necesario ¿Entendido?

Jaemin asintió, su seriedad duró hasta su llegada a la limusina.

-No iremos en eso ¿Verdad? -preguntó, y Jeno le dedicó una sombría mirada- ¿Qué? Esa fue una pregunta necesaria.

-Como sea, sube.

Jeno le abrió la puerta trasera y Jaemin masculló una amenaza tonta antes de entrar.

Aun vestía ropa que no le pertenecía y sinceramente era mucho más cómoda que su propia ropa de marca. Bajó corriendo en cuanto estacionaron en el edificio de lujo donde vivía y Jeno se quedó esperando en el auto. Buscó alguna estación de radio que estuviese pasando buena música y se acomodó el gorro viéndose en el espejo retrovisor, hasta que la puerta del acompañante se abrió y un chico rubio con lentes de sol en forma de corazón se acomodó en el asiento a su diestra.

-Atrás- le retó, pero Jaemin fingió no escucharle.

-¿A que me quedan lindos? - dijo señalándose a sí mismo, específicamente a sus lentes extrovertidos- ¡Conduce! ¿Qué esperas?

-Dios, eres irritante mocoso.

-Shh, soy tu jefe y como tal me debes obediencia, ahora conduce.

Jeno no pudo evitar torcer su boca en una sonrisa. Debía admitir que el chico era algo adorable cuando se ponía en plan "jefe malo" aunque los tontos lentes y la sonrisa gigantesca le restaban autoridad. Condujo escuchando las raras canciones modernas que trasmitían por la radio. Si este fuese el auto de su padre de seguro habría canciones de the police y Bryan Adams, Jeno las prefería, al menos consideraba que tenían más contenido.

-¿Te gusta este tipo de canciones? - preguntó, al descubrir a Jaemin tarareando por lo bajo la canción que sonaba desde la radio.

Era algo empalagoso para su gusto, una canción pop con voces femeninas y un rap raro pero pegadizo.

-Me gusta la música en general. ¿Por qué tienes esa gigantesca colección de discos? Si yo tuviese algo así de seguro lo pondría en un lugar seguro.

-las colecciones se hacen para que la gente las vea ¿Por qué lo mantendría oculto? Además, no es mía, papá ha recolectado discos desde su juventud. Cuando tenía siete años me llevó por un viaje en carretera mientras perseguíamos a un grupo de gira, él realmente disfruta de la música.

-Eso es genial, papá es un pescador, nuestro tema de conversación más interesante es sobre como limpiar correctamente un pescado.

-No lo sé, me gusta pescar.

Jaemin golpeó la frente contra el cristal.

-Aburrido...

-¿Me dirás por qué estás obsesionado con la playa?

Jaemin se encogió en el asiento, la sonrisa diminuta convirtiéndose en una mueca torcida hacia abajo y los ojos expresivos empequeñecidos por debajo de las gafas.

A Jaemin le gustaba la playa porque le recordaba a casa. A un hogar donde ya no era reconocido como tal, es decir, el podría ir a casa y su madre le esperaría con los brazos abiertos... Pero Jaemin ya no sentía que ese sitio fuese su hogar.

En realidad, ya no sabía a dónde o a quién pertenecía.

A mí mismo... pensó, pero esas palabras no le hicieron sentir mejor.

Cerró los ojos y cantó por lo bajo durante el resto del viaje.


Jaemin tomó el pequeño bolso que había preparado y se bajó del vehículo corriendo sobre los peldaños de madera que le llevaban más y más cerca del agua. No había muchas personas, solo algunas parejas paseando por la orilla y una o dos familias haciendo buenos recuerdos.

Era un día húmedo, el sol brillaba en lo alto y la brisa hacía que la arena rasguñara sus piernas. Pero Jaemin disfrutaba de todas esas cosas, le gustaba el sonido de la marea y de las gaviotas, y como en la playa el viento siempre parecía ser suficiente para despeinarle el cabello y pegarle la ropa al cuerpo.

Miró al sol con una bonita sonrisa, entonces se giró, agitando la mano para saludar a Jeno.

Su guardaespaldas apenas le prestó atención. Jeno se sentó en la arena con los rasgados ojos entrecerrados por los rayos del sol y la nariz comenzando a sonrojarse del calor.

-¡Este lugar es genial! - gritó Jaemin, volviendo a su lado, logrando que Jeno tragase un poco de arena en el proceso.

-Joder, eres como un perro saliendo luego de años.

-Hmm... ¿No crees que soy más como un conejo? -Jaemin se acostó boca abajo y fingió ser un conejito al mirar a Jeno.

Jeno bufó, reacomodando su gorro y mirando a un niño armar un castillo de arena cerca de donde ellos se encontraban. Había decidido traer a Jaemin a una de las playas que recordaba menos transitadas. No podía imaginarse estar recluido bajo una imagen pública, pensarlo era de por si asfixiante, aunque Jaemin lo llevaba bastante bien, quizá eso demostraba cuan fuerte era en realidad.

Jeno le observó de reojo, imaginando cuántas más capas tendría y que nunca antes habían sido descubiertas. Como una de esas muñecas rusas.

Y recordó su pregunta sin respuesta.

-¿Por qué querías tanto venir a la playa? Ni siquiera pareces dispuesto a mojarte.

Jaemin frunció la boca y apoyó los codos en su toalla para que sus manos sujetasen su cabeza.

-Porque me estoy muriendo- respondió sin emoción, el corazón de Jeno dejó de latir por un segundo.

-¿Qué? - la tonta palabra salió aireada como si le costase respirar, hasta que Jaemin comenzó a reírse realmente fuerte y Jeno arqueó las cejas sin comprender lo que sucedía. Un minuto después todo se relajó y se permitió sonreír también- Así que no te estás muriendo.

-Nop.

Pero se sentía de esa forma, Jaemin estaba muriéndose poco a poco, viviendo en una burbuja perfectamente estructurada para que nadie pudiese desvelar el secreto de lo que en realidad se ocultaba en su interior. A veces se preguntaba si su verdadero yo era tan malo como para disolver su gran base de fans. Tenía pesadillas donde lo exponían en televisión nacional, dejándole vulnerable frente a millones de personas que le soltarían la mano... y Jamin no sabía si podía sobrevivir sin todo ese amor.

¿Por qué la vida era tan difícil de vivir?

Miró en silencio las olas mecerse suavemente y el aroma del agua salado sacudir algo dentro suyo. Realmente era una mierda cuan frágil se sentía últimamente, incluso una respiración amenazaba con romperle en pedazos.

Quizás fue por esa fragilidad que decidió hablar.

-Me gusta la playa porque es diferente a la ciudad- reveló, sintiendo los ojos de su guardaespaldas quemar sobre su espalda casi tanto como el sol-, es raro, pero creo que hay más vida en la playa de lo que hay en la ciudad. Ya sabes, todos estamos corriendo por las calles y haciendo cosas para sobrevivir, pero ¿Qué hay de vivir? En la playa no hay edificios, ni trabajos, ni personas con sus celulares llegando tarde a todas partes. La playa es... un lugar distinto.

Al menos así era en mi infancia.

Los ojos de Jaemin se habían cerrado mientras hablaba. Jeno no podía saber esto por los ridículos lentes en forma de corazón, pero si podía notar la manera en que una sonrisa genuina aparecía por primera vez.

Y entonces carraspeó.

-Me gusta más la nieve.

-Prostituto e idiota- Jaemin silbó-, sí que eres un gran partido.


Jugueteó un poco por su cuenta, caminó por la orilla sonriendo cada vez que la espuma se quedaba en sus pies dándole una desagradable sensación. Ayudó al niño con el castillo de arena y le pidió a Jeno que cuidase sus lentes mientras se adentraba al mar, solo para sentir el agua rozar sus muslos y empapar los cortos shorts.

Con una mano tapó el sol, pero este era tan brillante que los rayos se filtraban entre sus dedos o le rodeaban la palma de la mano. Pensó en que él siempre había querido ser más brillante que el sol y la luna juntos... ahora ya no sabía qué quería realmente.

-¿Podemos ir a comer algo? -la agitación en su voz no le permitió decir más que eso, pero señaló hacia la familia que estaba devorando un par de helados y Jeno asintió porque sinceramente también moría de hambre.

-Caminemos un poco, hay un puesto de comida cerca de aquí.

-¡Bien, le sigo capitán!

-Cierra la boca, mocoso molesto.

-¡Como ordene, señor!

Se sentaron en un puesto donde solo había una señora de mediana edad limpiando la única mesa que existía. Ella lucía amable y por suerte no reconoció a Jaemin, aunque el corazón de ambos se detuvo por un segundo cuando la mujer le dijo que era tan bonito como para ser un modelo de revista.

Y es que con su cabello rubio platinado y la linda boca que sonreía hermosamente, era imposible no notar que el chico brillaba por cuenta propia. A Jeno le frustraba un poco eso.

No era como si estuviese intimidado por la belleza de Na Jaemin... pero en el fondo se sentía de esa manera. Jaemin podía señalar a cualquier persona y esta caería a sus pies, hacía que Jeno se preguntase ¿Por qué diablos quiere que lo bese?

No diría nada si fuese un tonto beso de práctica como se supone debía ser, pero notaba la manera en la que Jaemin jadeaba en cada beso y se volvía un poco más dócil luego de un roce de sus labios, o incluso quedaba molesto cuando Jeno se alejaba.

Y, de repente, mientras pedía un helado de crema, Jaemin jaló de su camiseta. Jeno le observó; desde el helado que sostenía con una mano hasta los lentes que habían resbalado por su nariz dejándole ver un par de ojos volátiles.

-¿Alguna vez has fantaseado conmigo?

Otra vez no, por favor.

Jeno no era fácil de sonrojar, pero lo hizo al darse cuenta que la señora seguía allí de pie dentro de su puesto.

-Cierra la boca- musitó, empujando su cono de helado contra los labios de Jaemin, el actor se quejó lamiendo la crema que embadurnaba el contorno de su boca. Jeno palideció-. Es todo, nos vamos.


Manejó frustrado y ni siquiera le permitió a Jaemin ir de copiloto, por ello tuvo que oír al muchacho ruidoso quejarse casi todo el camino. Pero sus ojos no paraban de ir hacia el espejo retrovisor para presenciar la manera en que Jaemin se quitaba la ropa mojada y se ponía algo más que había traído consigo.

-Perdiste la cabeza...- murmuró para sí mismo al estacionar frente al edificio moderno que valía cinco veces más que su departamento.

-¿Dijiste algo?

-Sí, que llegamos.

Jeno tuvo que bajarse también, porque parte de su trabajo era llevar a Jaemin a la puerta de casa. Luego se cambiaría por el mismo traje soso de siempre y esperaría en el pasillo hasta el cambio de guardia.

Miró la espalda de Jaemin, sorprendido de que el chico fuese tan grande como él.

Se sentía un poco mal por andar vestido de esa forma en horas de trabajo, temeroso de encontrarse a Sunny o al jefe -el verdadero jefe-, quienes de seguro lo sancionarían. Además, Jaemin no ayudaba a tranquilizarle, no si vestía una fina camisa blanca y jeans claros que solo lograban acentuar su bonita figura.

Se quedó en la puerta del penthouse pero Na Jaemin se volteó en mitad del recibidor.

-Entra- dijo-, es una orden.

Jeno suspiró, con la sangre hirviendo en sus vasos sanguíneos. Obedeció y cerró la puerta detrás de él.

Entonces Jaemin comenzó a descalzarse, dejando sus converse desacomodadas en la alfombra. Jeno detestaba el desorden, literalmente su cuello se tensó por correr y acomodar el lugar.

Jaemin solo se balanceó sobre sus pies antes de sentarse en el sofá de terciopelo.

-Gracias por llevarme a la playa.

Jeno asintió.

-Lo que dijiste hoy sobre la playa, si estás cansado de esto- dijo, mirando el entorno lujoso- ¿Por qué no te vas, por qué no lo dejas?

-Jeno... Si estás cansado de esto- respondió, señalando entre ellos- ¿Por qué no te vas, por qué no me dejas?

Porque no puedo hacerlo. Por papá... creo que por ti.

-Entiendo.

Jaemin subió los lentes a su cabeza.

-Entonces... ¿Has fantaseado conmigo?

Jeno endureció su mandíbula porque esto parecía un déjà vu sin fin. Entonces Jaemin prosiguió.

-Responde ¿Te imaginaste tocándome o viéndome hacer algo?

-Wow, no tienes escrúpulos.

Jaemin había sido acusado varias veces de cabeza dura, porque cuando una cosa se le metía en la mente era imposible que pudiese deshacerse de esos pensamientos. Le gustaban los juegos, le divertían porque eran más sencillos que las relaciones sociales, y, sobre todo, amaba ser el ganador.

-Respond-

-Sí.

Jaemin subió los pies al sofá, su barbilla reposando sobre sus rodillas.

-¿Sí?

Jeno se sacó el gorro y despeinó su cabello. Estaba enfadado consigo mismo por no poder manejar sus emociones. Tenía que ser más hábil frente a este tonto muchacho que no utilizaba filtros y le vivía sacando de quicio.

-Dímelo- ordenó Jaemin, la hostilidad con la que dijo esa única palabra enervó a Jeno.

Bien, como sea.

-He fantaseado fallándote en mi casa con mi jodida ropa puesta- dio un paso hacia adelante y se detuvo sin poder creer lo que estaba a punto de decir-. Y justo ahora estoy fantaseando con ese sofá y tus piernas abiertas.

Jaemin absorbió el aire de la habitación, sus piernas cayeron poco a poco.

-E-entiendo.

Jeno quería darse un puñetazo, o enterrar la cabeza en un balde de agua helada. Su padre le dijo una vez que el mayor defecto de los hombres era perder las riendas de la razón cuando se trataba de una sonrisa bonita. Ahora comprendía a que se refería.

-No, realmente no creo que lo entiendas.

-Lo hago... Recibo mensajes subidos de tono todo el tiempo.

Jeno se detuvo, su ceño se arrugó y sus manos se apretaron. Bueno, él no se esperaba eso.

-Eso es asqueroso.

Jaemin rio, corto y seco. Avanzó despacio, moviéndose con ligereza como si estuviese permanentemente sobre un escenario. Se detuvo a un par de centímetros, mirándole con aburrimiento fingido.

-Te estás diciendo asqueroso a ti mismo.

-Me lo preguntaste tres veces- susurró.

Jaemin estuvo de acuerdo con eso y su dedo se estiró hasta empujar el pectoral de Jeno.

-Entonces... ¿Por qué?

-Vamos a detenernos ahor-

Jaemin sujetó la gorra azul y la llevó a su propia cabeza. Lucía bien en él y desarmó a Jeno.

-Porqué quieres... ya sabes... hacerme eso.

Jeno miró al techo pidiéndole a cualquier santidad que abriese un agujero en la tierra para escapar de allí.

-¿En realidad estás preguntándome eso? - su voz ronca se quebró al final. -Maldita sea, eres increíble.

Jaemin abultó la boca.

-Contesta. ¡Es una orden...!

-¡Quiero follarte para que dejes de hablar!- respiró con fuerza, sus pulmones ardieron al ver desafío derramarse en los ojos marrones. Tomó el mentón de Jaemin apretando con fuerza-. Luego quiero que dejes de ser un maldito mocoso mimado.

Jaemin ni siquiera se inmutó a pesar de que su pulso de aceleró y su presión subió.

-Hazlo- ordenó con frialdad.

-¿Siquiera te estás escuchando?

Jeno no podía dejar de observar su propio dedo aplastando el labio inferior que punzaba contra su piel. Estaba mal. Este inmaduro hombre de veinte años le había dejado en claro cuan asquerosos eran los comentarios que recibía día a día. Jeno saboreó la idea de asesinar unos cuantos pervertidos. ¿Pero no lo era él también?

-Quiero aprender- dijo Jaemin, acercando su boca a la de Jeno-, quiero saber porqué tú quieres hacerme esas cosas... Quiero saber qué se siente.

Jeno tragó pesado, su mano resbaló hasta presionar la nuca de Jaemin y enredarse en su cabello. Asintió, dando un paso más cerca, su cabeza se ladeó y su conciencia le regó que diese un paso atrás, pero la bonita boca abultada soltó una maldición empujándose contra sus labios. Y Jeno lo perdió.

Se abrazó a la delgada cintura, retorciendo la tela que lo separaba de la piel dorada de Na Jaemin. Del chico que estaba fuera de su alcance, del alcance de cualquiera. Era torpe y no se movía al ser besado, y si fuese otra persona Jeno hubiese desistido, pero ese malvado muchacho tenía un poder extraño.

Debe haber venido del infierno.

Le hacía querer moldearlo a su antojo.

No le gustaba ser suave, no iba a ser suave. Las manos de Jaemin temblaron al tocar el pecho de Jeno y este lo besó más profundo. Fue un sentimiento sin límites.

Los golpes en la puerta los detuvieron.

Jaemin le miró en silencio, pidiéndole que no se vaya. Pero Jeno miró la hora de su reloj y maldijo antes de alejarse.

-Cambio de turno.

Jaemin se llevó los dedos a los labios, como si pudiese sentir el fantasma del beso en ellos.

-Eres el peor prostituto del mundo.

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