La observación a los humanos era algo que bien podría interesarlo o aburrirlo abismalmente, y podría contar con la mitad de los dedos de una mano las personas que lograron con pocas cosas lo primero, entre ellos cierta señorita de ojos claros. Por cinco días Jareth no dejó de observar a la joven durante sus actividades diarias.
Desde tiempos inmemoriales Jareth había observado todos los mundos desde la palma de su mano, estando al tanto de los humanos, el progreso de la humanidad, y en algunos casos interesándose por aquellos que el libro lograba aparecer en su camino. Pero su juicio hacia ellos era la misma: Todos eran inferiores. Incluso menos que eso, y sus defectos eran fácilmente enumerables para hacer una enorme lista que les diera a entender que la existencia era un regalo caro que despreciaban.
Pero el caso de Uma era uno sumamente distinto, porque ella no era humana.
Al menos no del todo. Había aprendido en su estudio que ella formaba parte de una raza mágica maligna proveniente del mar, las cecaelias. Brujas marinas de gran astucia y elevados poderes que obtienen por medio de la magia lo más valioso de un ser humano o criatura fantástica que recurra a sus artimañas. Eran grandes embaucadoras, y Jareth conocía muchas en los otros reinos vecinos al suyo. Pero esas eran feas, gordas y de voz chillona, mientras que Uma tenía todo el físico de una adolescente que había entrado prematuramente a la adultez.
Si bien era delgada y un poco mas baja de lo normal, era compensada en agilidad y astucia a la hora de tener una espada en mano. Jareth se sentía increiblemente atonito de que una mujer pudiera tener tan buen manejo con la espada y sin uso de los poderes naturales de lo que era dotada. Incluso el poder que ella resistía de usarlo al 100% era algo de admirar, sobre todo porque él se moriría de aburrimiento de no poder usar los suyos como deseaba.
Solo en algo le digustaba, y eso era su personalidad.
Ella era de naturaleza grosera y ruda, y la mayor parte de su día consistía en fingir. Podía notar las sonrisas forzadas, las miradas amables contenidas de rabia, las falsas palabras de amabilidad dirigidas a las demás personas, al menos unas en especificas. También debía rescatar otras de sus cualidades: Era comprensiva y protectora con los niños. Hace dos días presenció la escena donde enseñaba a un niño con lentes a escribir, y esa misma noche había alegrado a una niña dandole un bote de helado que justamente ella había logrado sacar de la cocina de manera clandestina. Ver ese compromiso le había dejado pensativo.
-No es suficiente- hizo desaparecer la esfera con un ademán -Carece de muchas cualidades de toda una dama refinada. ¿Cómo puede ser la reina del Underground una mujer de su clase?
Se quedó estatico.
-¿Y por qué debería siquiera imaginar que ella podría serlo? Ni si quiere me gusta...Pero mi libro ha llegado a ella y lo ha aceptado... Y le ha gustado.
Desde que Uma tuvo el libro en su poder todas las noches y sus tiempos libres se dedicaba a leer y releer todos los capitulos exectuando el final, algo que a Jareth lo había dejado perplejo y confundido pues normalmente podía ver y sentir la creciente excitación de terminarlo. Ella no, incluso se mostraba renuente a hacerlo y siempre retrocedía al inicio, siempre de forma inherente regresaba a su ilustración. Independientemente de eso, Jareth sentía que tenía un punto a su favor: No conocería su punto débil.
Ah, cuanto gusto le hubiera dado que una chiquilla nunca supiera las palabras correctas, el sentir correcto. El rubio se dirigió a su ventana mirando la lejanía de un laberinto derruido, a penas en pie. El Castillo había perdido el esplendor y los jardines privados estaban secos desde mucho tiempo. El sol, desde lo alto y en su cenit, no lograba llenar el reino con su luz.
-Has continuado tu vida, Sarah, y yo no he logrado avanzar siquiera un poco...¿Por qué este sentimiento no me ha matado como se supone debe hacerme? Destruiste mi castillo, destrusite mi ciudad, destruiste mi regalo y lo que es peor, me destruiste a mí, a mi orgullo... ¿Por qué sigo atormentandome con tu recuerdo?- Un pequeño temblor sacudio el reino, haciendo que los duendes chillasen como si estuviean en un horrible terremoto. Jareth ni se inmutó.
-Me prometi a mi mismo nunca más volver a interesarme en un humano y de regreso a una visita me encuentro a una bruja leyendo mi libro. ¿Puede ser esto peor? Al menos con ella sé que usaría su poder para reconstruir y proteger mi reino.
Reconstruir, proteger, recontruir, proteger...Poder
El hombre rubio dio un salto fuera del marco de su ventana, saliendo como exhalación de su cuarto y dirigiendose a la puerta principal del castillo. A pesar del temblor algunos duendes estaban tirados en el suelo a la mar de borrachos y el rey no tuvo reparo en pasarles por encima pisandolos. Hizo una señal y ante él su guardían principal se presento con una inclinación.
-Voy a estar fuera por un tiempo, y quiero que se dispongan a volver a limpiar y arreglar todo el castillo y la ciudad.
-Y-y ¿Cuándo planea regresar, mi señor?
-Cuando termine.
-Y-y ¿Cuándo terminara?
-¡Cuando regrese finalmente al castillo, idiota!- Explotó sin mucho remedio el Rey, haciendole de lado con el brazo -Estaré muy lejos pero los estaré vigilando a todos. Más les vale que hagan lo que les digo o...¡Ah! Si recibo una carta o noticia de reinos vecinos tenlas siempre presente hasta que regrese ¿Esta claro?
-Sí mi señor- Dijo el duende con la armadura oxidada con otra inclinación señorial muy mal coordinada. Jareth agitó sus capas crendo un potente viento que lo envolvía, haciendolo girar sobre si mismo. Cuando las capas se arremolinaban y lo cubría completamente estas fueron encogiendose sobre si mismas hasta que aparecio la figura de un pequeño animal, una lechuza de plumaje blanco y bordes marrones tan parecidos al dorado. Los ojos del animal, uno marrón y otro verde era la señal inequivocable de que era el mismísimo rey del Underground. El ave voló rapaz y seguro dando vueltas alrededor del castillo, pasando por la cabeza de su guardían haciendole tumbar con sus garras su casco. Luego fue al horizonte, volando hacia el anaranjado sol.
Jareth duró días para llegar a los Estados Unidos de Auradon, ese reino que todavía le hacía dolor los ojos por lo brillante que era por si mismo. Tan rosa y tan cliché que tuvo el deseo de regresar a su gótico castillo. No obstante se contuvo para poder lograr su objetivo de llegar a la dichosa escuela.
Hace eones, su padre le había dicho en su niñez un buen consejo: "observa y aprende, solo así sabras lo que te conviene de cada ser en el mundo". Normalmente había aplicado ese truco para obtener niños para transformar, un cauto a que torturar o a una reina, pero esta vez necestiba de algo mucho mayor. Su poder intuitivo lo dirigió a una construcción medieval, con benderines azul, amarillo, violeta y verde en todas partes y extensos jardines floridos y verdes. Incluso pudo ver un inmenso mar rodeando el elegante castillo, y Jareth se fastidio internamente. Él odíaba el mar.
Se paró a descansar en un arbol, donde podía estar oculto de mirones. Su escondite estaba situado en un espaciodo jardin con mesas circulares azules celeste y sillas de plata, donde se encontraba un enorme centro de mesa llena de pastelitos, dulces y rodeade de finos juegos de té. Había adolescentes y jovenes adultos, todos charlaban sonrientes mientras comían o bebían, o bien se tomaban una fotografía. Jareth nunca había visto tanta noñería junta.
-Es como si un uniornio y un arcoiris hubieran vomitado en el suelo y ese vomito hubiera tenido engendros, entonces esos egendros serian estos chiquillos- Se dijo internamente con una mueca que de estar en su forma original hubiera demostrado asco. Pero ante su rapida observación, no encontró a la morena. -Ahora bien, brujita, brujita, sal de tu cuevita-
La Lechuza se tuvo que mover a otro lado, mientras miraba a su alrededor con atención. Su ultimo lugar de busqueda era el patio de entrenamiento de Tourney, o eso escuchó decir a uno de los estudiantes. Finalmente encontró a quien buscaba, a Uma, quién charlaba con una chica y le entregaba un pequeño frasco detrás de una grada vacia.
-¿Y estás segura que estó me hará mejor cantante que Melody?- la chica rubia de ojos violaceos miraba a la morena con duda, pero no se atrevía a mostrar señal alguna de arrepentimiento o podría ser peor.
-Querías una pócima que te diera mejor voz, así que ahí la tienes. El pago- Uma alzó su mano y en eso la rubia coloca en su palma un buen fajo de billetes. La contraría arrugó su nariz- Esto no es lo que quiero.- y ante el "Pero" de la chica alzó el indice y le a calló con el índice posicionada en sus labios- Todo el mundo sabe que debe pagarme con su voz, pero te puedo hacer una contraoferta. Tu cabello a cambió de la pócima.
La joven rubia iba a lanzar un grito de terror mientras se llevaba las manos en los delicados rizos de maíz hasta que Uma se burló en su cara.
-Oh Vamos, solo era una broma. Ya con el dinero es suficiente.
La rubia suspiro aliviada y se fue lo más pronto posible, por si acaso ella cambiaba de opinión. Uma se dispuso a contar rapidamente el dinero y al ver que estaba el monto exacto, fue hasta un árbol frondoso, con mucha sombra que dar, y se tumbó para comenzar a leer. El libro era, nuevamente, El Laberinto.
-Justamente lo que necesitaba...
La Lechuza real estaba al menos cinco metros de ella. Su plan era sencillo: Observarla, vigilarla, conocer sus deseos, y al llegar el momento de ofrecercelos le pediría a cambio su poder para poder recuperar la gloría de su castillo, algo que solo por el momento él no podía. Por supuesto, tendría que seguir todo el protocolo y las reglas para llegar a ese momento, pero mientras más conociera de ella más probabilidades tendría de poder convercerla sin mucho trabajo. Por lo que vió anteriormente es una chica materialista, le gusta el dinero, tal vez ofreciendole algo de oro podría comprarla. Eso ya era un plus.
Saltó de la rama donde estaba posado y fue sigilosamente hasta el árbol donde reposaba la morena.
-No puedo aparecerme ante ella si no me llama, pero mientras este lo más cercana posible podré incluso ver sus sueñ-
Todo pensamiento fue inmediatemente callado, cuando algo sumamente pesado había chocado hasta su costado. El ave, perdiendo el control comenzó a precipitarse duramente contra el suelo haciendo un crack sonoró. Muchos hicieron un "UY" al ver a la pobre ave caer sobre si misma y la dura pelota de cuero de Tourney.
Jareth comenzó a sentirse absorbido por un vacio oscuro al cual se precipitaba más y más a cada minuto, sientiendo un inmenso dolor en la zona del cuello y la espalda que nunca, en sus miles y miles de años había sentido. Entre su visión y su voluntad de mantenerse despierto, vió como una figura se acercaba a él, sin tocarle pero mirandole con atención. Uma había soltado el libro tan pronto había visto el ave caer a su lado, y alzaba la mano sobre él sin tocarle siquiera.
-Duerme un poco, amiguito. Así te sentiras mejor.
Una sensación cálida se apoderó de él, y finalmente se dejó arrastrar por la oscuridad. Una oscuridad calida que era acariciada por el murmullo de una voz femenina.
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Notes: Tenía que lanzar un capitulo aún sin saber que hacer realmente. Este episodio nació muy rápido pero mejor de lo que podría haber planeado.
Quise que fuera corto, para que tuvieran algo con que fantasear en esta semana y la que viene. La verdad es que me gustó muchísimo y espero que a ustedes también les guste.
Nos vemos.