El rubio no supo que hacer, no supo donde meterse. Solo quería que la tierra lo tragase, quería que aquellas mariposas en su estómago desaparecieran, quería que su corazón dejara de doler por un instante, solo por un instante.
-Por favor - susurró herido, las palabras del mayor lo dañaban - por favor, Kai, sacame de aquí - el castaño no lo dudó, sujetó con fuerza el brazo del rubio y empezó a caminar. Ignorando las peticiones del peliazul.
-¡Maldita sea, BeomGyu! ¡Maldita sea, perdóname! - su voz rota lo hizo detenerse, quería verificar que no estaba llorando, quería estar seguro que todo aquello era una mentira. Pero el menor no lo dejó, con más fuerza lo sujetó y lo arrastró hasta estar lejos de aquel chico, que sin duda alguna soltaba lágrimas.
-No llores, Jjuny, por favor no llores - pidió pero ya estaba lo suficientemente lejos para que el mayor lo escuchara.