Cuando llegué a casa, todavía era algo temprano. Mamá salió con la señora Lee y mi hermana seguía con Hiro, supuse.
Entré a la casa y dejé mis cosas en el sofá de la sala, me senté y prendí el televisor para buscar algún canal bueno para ver.
Hasta que mi hermana me mandó un mensaje.
Ruby
Félix me mandó un mensaje, dice que en cuanto puedas le abras la puerta, él no tiene llave de la casa.
Madison
¿Qué pasa si no quiero hacerlo? :D
Ruby
¡Maddie!
No tengo tiempo, solo has lo que te dije y ya ¿okey? Bien, adiós.
Ruby se ha desconectado...
Madison
Si clarooo hermanita, de nada. Total yo no me molesto por querer ver la cara de mi supuesto mejor amigo que dijo que me odia, tranquila, todo bien, todo correcto :)
Madison se ha desconectado...
Tiré mi celular al sofá y me dediqué a ver el televisor, hasta que el timbre sonó y supe que era Félix.
Me levanté con tanta pereza y solo me acerqué a la puerta, abrí y me volví a dirigir al sofá.
—Hola— susurró él después de cerrar la puerta.
Pensé: wow hasta que se digna a hablarme.
—Hola— contesté fría.
Él se acercó y se sentó junto a mi —¿cómo te la pasaste en el centro comercial?— me miró.
—Pues bien— lo volteé a ver —pero creo que tú te la pasaste mejor— sonreí falsamente.
—¿A que te refieres?— me miró extrañado.
Reí sarcásticamente —la verdad que no te entiendo Félix, primero me dices que me odias y me dejas de hablar, ahora vienes y me preguntas que como me fue— hice una mueca —¿eres bipolar?
Él negó riendo —no Maddie— soltó.
—¡Bien!— me levanté y él hizo lo mismo —pues déjame en paz ¿quieres? Hasta que aprendas a ser como la gente normal, háblame— avancé un paso junto a él.
Félix me detuvo tomándome de la muñeca y yo volteé viéndolo amenazante —contrólate, el que debería estar así soy yo— habló con una voz más grave de lo usual.
—¿Qué?— negué con la cabeza —si que esa Tsuru te daña más la cabeza ¿de dónde la conoces?— alcé una ceja.
Él me soltó —solo la conocí por ahí...— se rascó la nuca tímidamente.
—Ajá, si claro Félix— dije con sarcasmo.
—Bueno, ¿y eso a ti qué?— me dijo de mala gana —es mi vida no la tuya— me regañó.
—Tienes razón— asentí —entonces déjame en paz ¿quieres?— susurré mirándolo a los ojos.
Él no dijo más y yo me alejé de él para subir corriendo hacia mi habitación.