¿Y tú quién eres? [Naruto y S...

By emyiem

10.9K 544 167

¿Y tú quién eres? [YAOI 100% Naru•Sasu] De su violento mundo sólo sabe una cosa, él está solo y así ha fun... More

Presentación
1 • Ese aroma delicioso

2 • Es el aroma de Sasuke

3.3K 213 70
By emyiem

En la sede cazarrecompensas de Tokio, un rubio entraba con una sonrisa deslumbrante de la mano de un azabache. La pareja de cazadores se desentendieron de todos sus compañeros ignorándolos y, entre bromas y prisas llegaron donde la puerta de entrada a la casa de Naruto quien posó su mano por un indetectable sensor que les dio acceso abriendo la sencilla puerta. En el genkan se estaban descalzando entre besos que se robaban ansiosos por sentirse fundir en el otro.

Cuando Sasuke logró quitarse sus borcegos, se puso de pie y comenzó a alejarse de Naruto en dirección de la siguiente puerta, caminando hacia atrás por el largo pasillo con una sonrisa traviesa. Primero se quitó su camiseta que arrojó al pecho del rubio que seguía cada uno de sus movimientos mientras se quitó su propia camiseta, luego le siguieron los ajustados pantalones y su ropa interior. Desnudo e inhiesto ante él llegó a la puerta donde apoyó su espalda levemente. Toda la pequeña habitación estaba deliciosamente invadida por su dulce aroma que enloquecía al hombrezote de cabellos rubios.

Naruto llegó a su encuentro y Sasuke le colocó las manos en el vientre repasando el llamativo tatuaje símbolo explícito del contrato con su zorro protector. Naruto, impaciente le tomó sus manos que colocó ambas por sobre su cabeza con uno de sus brazos. Con su otra mano le levantó con delicadeza su mentón y se acercó a sus deliciosos labios tentadoramente. Ahora era el turno de Sasuke de ansiar unir sus labios, pero así como este se acercaba, el rubio desgraciado se alejaba con una sonrisa satisfecha. Finalmente fue generoso cuando Sasuke estaba a punto de insultarlo y le invadió la boca apasionadamente.

Sasuke enroscó sus largas piernas alrededor de sus caderas, ansioso por sentirlo enterrarse en su interior. Su aroma se intensificaba para volver más salvaje a su rubio caliente. Naruto se dio prisa. Soltó sus manos y liberó su miembro duro. Se fue colocando en cuclillas lentamente, haciendo que la espalda de Sasuke se deslizara por la madera de la puerta, y cuando llegó al final, Naruto irguió levemente a Sasuke con sus fuertes brazos y dirigió con una de sus manos su erección a su entrada. Se comenzó a enterrar lentamente ahogando cada uno de sus gemidos en la boca ajena.

-No sabes cuánto extrañaba esto... -Le confesó Sasuke cuando ya estaba completamente empalado en su gran miembro.

-No te recordaba pero eso no significa que no me sintiera vacío sin ti, Sasuke. Estás tan profundo en mi corazón que no tenerte es doloroso. Ahora comprendo que eras lo que me hacía falta-ttebayo... -Le dijo quieto mientras hundía su cabeza en el hueco de su cuello.- Ahora me siento completo. -Besó su clavícula.

-Perdón por hacernos eso. -Acarició sus cabellos.

-Hay que recuperar el tiempo perdido, gatito... -Le dijo con una zorruna sonrisa de medio lado comenzando a moverse.

Su relación se había dado de la manera más inesperada. Hace cerca de quince años Naruto llegó a instalarse en Tokio. Había pasado las últimas décadas en el país. Había protegido Okinawa, Kioto, y otras ciudades menos populares. Pero al menos llevaba unos cincuenta años ininterrumpidos en la zona. Tras la apertura a los extranjeros tras el final de la segunda guerra mundial, su aspecto no llamaba tanto la atención y podía sentirse más cómodo trabajando ahí.

Podía ser asignado a cualquier lugar del mundo pero le gustaba la zona, su cultura y había creado grandes lazos con humanos y cazadores que se encontraban asentados ahí.

Shikamaru era uno de ellos. Era un humano que tuvo la mala suerte de encontrarse envuelto con devoradores. Una noche, él y su padre fueron acorralados por una pareja de estas bestias. Con total terror fue testigo de cómo devoraron a su padre frente a sus ojos cuando él no tenía más de diecisiete años. Él era claramente el siguiente en su menú de no haber sido por la hermosa rubia que apareció en su defensa con su enorme abanico. De eso habían transcurrido más de treinta y cinco años. Temari y sus hermanos Kankuro y Gaara llegaron en su defensa y neutralizaron a semejantes bestias salidas de la nada. Para Shikamaru, quien ya había perdido a su madre cuando niño por una enfermedad, fue brutal perder a su amado padre por quien sintió que no pudo hacer nada para salvarlo, por lo que a pesar de su gran pérdida, utilizó su sublime inteligencia para adentrarse en ese desconocido mundo de muerte y hambre.

No, no había bibliografía oficial como tal. Sólo encontró grandes libros antiguos que relataban extrañas historias míticas. Él, sabiendo que todo eso era verdad, se valió de esos textos para él mismo comenzar a dar caza a esos malditos desgraciados. No era muy hábil en combate ni muy fuerte pero se valió de la experiencia de sus cacerías con su padre para hacer eso mismo con los devoradores que se encontraba, sólo ajustado para una presa más grande.

Había tenido suerte de hasta el momento salir airoso frente a esas bestias. Un humano no era adversario para un devorador. Pero Shikamaru Nara no era un humano común y corriente. Eso lo verificó Temari cuando se reencontró con él tres años después. Aquel pelipiña, por quien se estaba preparando para defenderlo una vez más, realmente la sorprendió cuando lo vio activar una intrincada trampa que inmovilizó a la bestia de casi un metro sesenta de alto. Entre recias cuerdas, sus extremidades estaban sujetas firmemente, impidiéndole cualquier escape, y para sorpresa de la rubia, se acercó velozmente sin un ápice de temor y penetró su carne con una de sus dagas de antanamio. Eso la dejó anonadada. ¿De dónde había obtenido una?

Shikamaru tuvo un sensei en su camino de descubrimiento de este indeseable mundo que le había arrebatado a su padre. Asuma-sensei fue quien lo terminó salvando cuando ingenuamente intentaba apuñalar a un devorador que había cazado en su primera contienda. Tuvo mucha suerte. Este cazarrecompensas se valió de la inmovilidad con que Shikamaru tenía a su presa quien ya planeaba pasar a su transformación de apariencia humana para zafarse de las cadenas que lo sometían, para acercarse a apuñalarlo como debía. Fue quien le explicó todo lo necesario de este mundo y quien lo proveyó de una de sus dagas como obsequio. Aunque pronto separaron caminos, Shikamaru había logrado dar caza a bastantes devoradores por su cuenta. Sintiendo así que solventaba la culpa por no haber podido ayudar a su padre.

Un poco más maduro, Temari se vio una vez más encandilada por su atractivo. Con una inteligencia semejante, coincidió una vez más con los dioses que los crearon para proteger a los humanos. No muchas veces en su larga vida de poco más de trecientos años se había encontrado con alguien así. Quería conocerlo más, algo que nunca le había pasado con nadie, menos con un simple humano. Sin embargo, la historia entre ellos había dado comienzo.

Tras esa noche, Shikamaru fue completamente introducido a la sede de cazadores. Conoció a muchos más, y entre ellos tomó gran fama por tratarse de un simple humano que se había cargado a más de cincuenta devoradores él solo desde la edad de dieciocho años, todos esos cuerpos que recolectó se los regaló a Temari aunque en ese tiempo no conociera su nombre real. Pronto su prodigiosa inteligencia fue mucho más útil para organizar a tantos cazarrecompensas y se convirtió en coordinador. Era uno más de ellos.

La relación innegable que tenía con Temari fue creciendo lentamente por la normal reticencia de la rubia, pero día con día se volvía más necesario el conocerse, acercarse y convertir su amistad en una relación de amantes. En sus trecientos años de vida, Temari había tenido amantes sólo para satisfacer su lado sexual, sin embargo ninguno de ellos le había hecho sentir algo así y jamás se imaginó que le pasaría por un humano. Ninguno había aceptado su faceta rebelde y contestataria. Demasiado independiente, todos tendieron a intentar dominarla. Shikamaru era diferente en ese aspecto, a su alrededor generaba un espacio donde Temari se sentía libre de ser quien era, se sentía valorada y segura. Shikamaru resultaba estimulante para su inteligencia, gracioso sin esforzarse, abierto de pensamiento y con un enorme corazón gentil. Por ese flojo humano con cara de aburrimiento ella deseaba cosas indescriptibles. A los veintitrés años de Shikamaru, éste se ganó completamente el honor de saber el nombre de Temari formando así su vínculo completo. Fue complicado, pero entre ambos decidieron unir sus fuerzas vitales, pues Shikamaru con su naturaleza humana tenía un cuerpo perecedero y ella no. Siendo una gran guerrera podía tener mucho más tiempo que él por lo que con un ritual de sangre decidieron sellar sus destinos en uno solo. Y eso estaba bien. En la actualidad contaban con su retoño de doce años, Shikadai que demostraba el fuerte amor que había entre ellos.

Y hace unos quince años llegó a la sede de Tokio el rubio más corpulento y alto que Shikamaru hubiese visto en su vida. Naruto tenía una gran fama para sus doscientos veinte años. E incluso entre los cazadores causaba temor. Hasta sus enormes pero escasas sonrisas les terminaban dando miedo. Prácticamente nadie quería hacer equipo con él, ni tampoco es que fuera necesario ya que el rubio era el más fuerte cazarrecompensas que Shikamaru hubiera conocido hasta el momento. Por lo que, sumado a su cruel pasado, con el tiempo se había vuelto un tipo solitario y reservado.

Shikamaru pronto se enteró que quedó huérfano a sus quince años cuando su clan fue atacado brutalmente por una horda de devoradores. Y él, tras ver cómo asesinaron a sus padres desató parte de su bestia y aniquiló a los pocos devoradores que quedaron en pie tras enfrentarse a su afamado clan. Naruto no tuvo ni un poco de piedad, fue el único sobreviviente de su familia entera pero no había dejado a nadie con vida. Shikamaru le ofreció su sincera amistad y a veces se divertían molestando a los otros cazadores en las jornadas más aburridas. El Nara pronto comprendió que Naruto había aceptado su soledad pero no era algo que le gustase. Él sí disfrutaba estando con otros, pero al parecer todavía no encontraba a nadie con quien compartir su vida.

Shikamaru se descubrió una noche escuchando la perorata de su rubio amigo que había tenido un encuentro con el cazador más engreído y arrogante que Naruto hubiese conocido nunca. Se sorprendía de que sus compañeros cazarrecompensas no supieran lo infantil y vulnerable que podía llegar a ser ese rubio grandullón haciendo pucheros y berrinches. Según le contó Naruto, aquel bastardo había matado un devorador que él venía trabajando toda la noche con el enorme desagrado que eso le causaba al rubio.

Naruto había nacido para su maldición con un olfato muy desarrollado incluso entre los cazarrecompensas, por eso sufría mucho cada vez que tenía que tratar con un devorador. Superaba incluso a Kiba o cualquiera de su clan, y eso que uno de los dones del clan Inuzuka de su dios protector era un potente olfato. Lo que sucedía es que el aroma que desprendían aquellas bestias nacidas de los demonios era la pestilencia de sus malas intenciones y su egoísmo. Y Naruto fue dotado de una gran capacidad para detectar esas características deleznables. Sus aromas repugnaban en demasía al pobre rubio. Y mientras más vieja la presa, más inmundicia manaba de sus cuerpos debido a la cantidad de víctimas devoradas. Aquello, al fin y al cabo, no era una peste común y corriente como la suavecita que podía emitir un humano muy sucio. No, eso para nada se comparaba a los nauseabundos olores de un devorador.

-Lo que más me molesta es que el bastardo huele delicioso-ttebayo... -Comentó en esa oportunidad Naruto a su mejor amigo como si no le gustara que eso lo perturbara.

-Suena problemático. -Convino con él mientras lo escuchaba un poco aburrido.

Semana tras semana, Shikamaru fue testigo de cómo aquellos dos coincidían una y otra vez. No sabía quién causaba eso. Él puede que los pusiera en zonas una cercana a la otra, o quizás había cometido un error o dos al hacerlos coincidir en el mismo territorio, algo que nunca lo sabrían aquellos dos idiotas. Cada vez que coincidían, el pelipiña se llenaba de paciencia para escuchar a su amigo bufar molesto despotricando contra aquel lindo azabache.

-¡Shikamaru, me quemó-ttebayo! -Ingresó gritando una noche. Naruto se levantó su camiseta para darse a entender, señalando la mano marcada en su abdomen.- ¿¡Entiendes que ese teme está loco!?

-Intentaste tocarlo, ¿no es así? -Preguntó cruzándose de brazos con una astuta mirada mientras le sonreía. Para todos era sabido el cartel de "no te me acerques" que tenía Tres pegado en la frente, algo que aparentemente Naruto se pasaba por los huevos.

-Se me olvidó, ¿sí? -Soltó exasperado. No comprendía lo que le pasaba con aquel hermoso azabache. Pero no podía estar muy lejos de él. Naruto en esos momentos pensó que ser abrasado por su fuego bien valdría la pena. La pena de qué no tenía la menor idea pero aquel cretino de Tres lo estaba volviendo loco.

Por su lado, Sasuke también sufría las consecuencias de conocer a su rubio disgusto, por lo que se había acercado a confesarse con Shikamaru en más de una oportunidad.

-No lo entiendo, y aquí todos dicen que eres el más inteligente Shikamaru. Tienes que ayudarme. -Le había pedido desesperado.

-¿Con qué cosa, Tres?

-Siete... Él... Yo... -Intentó explicar pero luego se volvió igual de huraño que siempre.- Olvídalo.

-Interesante. -Había suspirado Shikamaru.- Bueno, controlen un poco sus peleas. Al menos por un tiempo, ya que él es tu nuevo compañero de cacería.

-¿Cómo? -Preguntó anonadado. Sasuke estaba a punto de pedirle a Shikamaru que lo alejara lo más que pudiera de aquel bastardo insoportable que le crispaba los nervios como nadie.

-Sí, repentinamente aumentó la concentración. Los necesito juntos.

-Juntos... -Casi gimió Sasuke. Pero incluso Shikamaru alcanzó a percibir el deleite que le dio a Tres al asociar esa palabra al rubio que lo volvía más cascarrabias.

Y si antes se llevaban mal, teniendo obligadamente que compartir tiempo juntos se llevaban peor que nunca, sin embargo eso no importó en absoluto a la hora de tener que entrar en combate. Parecía que juntos habían llegado a un nivel de entendimiento que era rara vez visto. Eran tan compatibles a la hora de luchar que cualquiera diría que eran viejos amigos que llevaban décadas trabajando juntos. Y sin que se dieran cuenta ambos cazarrecompensas se divertían como con nadie al lado del otro.

-Con nadie, ni siquiera con mi nīsan, ni con mis padres. Con nadie he tenido tal necesidad... -Confesó con pesar con el ceño fruncido, preocupado. A Sasuke no le gustaba sentirse así.- Yo creí que había aceptado mi destino, pero es tan injusto. ¿Qué me está pasando? -Le preguntó abatido a Shikamaru.

-Tres, ¿puedo tocarte? -Preguntó el Nara. Quería probar algo.- ¿Tengo permiso para tocar tu mano? -Volvió a tantear aunque lo veía dudar.

-S-Sí, si puedes tocarme. -Pronunció esas palabras. No sabía qué pretendía el Nara, pero su amigo no era alguien que hiciera las cosas sin un buen motivo y tampoco es como si a alguien le agradara quemarse. Confiaría en su buen juicio.

-Bien.

Shikamaru se acercó con cautela. Le habían contado que la quemadura que causaba Tres dolía como el infierno, no quería hacerlo pero tenía dudas sobre algo.

Tocó el reverso de su palma con su dedo índice. Levantó su mirada sorprendido a Tres quien lo observaba igual de estupefacto.

-Hahaha... ¡No lo puedo creer!

-¡Es fantástico Tres! -Festejó poniéndose de pie. Cometió el error de abrazar efusivamente a Tres.- Ahhhh... ¡Demonios! -Gritó adolorido.

Se maldijo internamente. Había obtenido permiso para tocar su mano, y tal como sospechaba si obtenía el permiso expreso de Tres si podía tocarlo. ¡Pero no le dio permiso para el resto del cuerpo!

-Lo siento, lo siento... -Se apuró a decir Sasuke mientras intentaba socorrer a su amigo que ahora se retorcía adolorido en el piso de su oficina. No podía hacer mucho por lo que tomó el teléfono y llamó a la enfermería y a su esposa.

-Ugh... -Se quejó valientemente. Le dolía mucho más. Quería seguir gritando pero sabía cuánto apenaba a Tres el saber que había dañado a alguien.- Fue mi culpa, tú no me diste permiso de abrazarte.

-¿Entonces siempre ha sido cuestión de dar mi permiso? -Preguntó confundido. Sasuke llevaba toda su vida, sus ochenta y siete años de vida sin poder tocar a nadie ¿y siempre había sido tan sencillo como conceder un permiso?

-Así... -Se sentó con dificultad en el suelo. Le ardían grandes porciones de su piel.- Así parece... -Terminó de decir. En estos momentos le estaba costando demasiado hablar y no tenía la cabeza para explicarle su teoría. Sin embargo, por el largo tiempo que llevaba conociendo este particular mundo ajeno a los humanos, Shikamaru había comprendido que los dioses creadores amaban sinceramente a sus seres humanos pero también a las criaturas que crearon para protegerlos. Por eso dotaban a los cazarrecompensas con sus dones, eran regalos no maldiciones como parecía ser para Sasuke el tener una piel que repelía a través del calor abrasador. Debía de existir una forma de controlarlo y para su suerte resultó ser la primera conjetura que se le ocurrió. Los dones eran dados al nacer, sin embargo, no es como si los dioses protectores dejaran instrucciones de cómo utilizarlos. Por eso a muchos a veces les costaba años poder controlarlos o siquiera encontrarles una utilidad. A veces incluso el don permanecía latente hasta que bajo ciertas circunstancias detonantes se revelaban finalmente.

-Perdón por dañarte, Shikamaru. No quería hacerlo. -Le dijo cuándo el equipo médico llegaba a atenderlo.

-Lo sé, yo estaré bien. Puedes irte. Hay gente que quiere recibir tus abrazos si se los permites.

-Gracias. -Dijo con los ojos anegados de lágrimas.

-De nada, ve... -Lo animó con aspavientos de sus manos.- Vete antes de que llegue ella porque aun si la quemas entera no le importará hacerte papillas.

-Oh, sí. Después hablaré con ella. -Hizo referencia a su esposa.

-Sí, yo la calmaré. Vete.

-Muchísimas gracias, Shikamaru. -Le dijo sincero antes de marcharse definitivamente de su oficina.

Sasuke se fue corriendo de su oficina, corriendo pasillo tras pasillo para llegar a su casa. Ingresó con prisas. Desde que era pequeño nunca había sentido siquiera un abrazo. No recordaba nada similar al tacto de una piel ajena. Su hermano mayor era el único que de vez en cuando aceptaba quemarse con tal de darle un poco de afecto tocándolo. Itachi le daba un pequeño golpecito en la frente con dos dedos y después pasaba una pequeña temporada con cuidados en esa zona. Los amaba a todos, nadie sabría cuán importante era para Sasuke el poder tocarlos por primera vez.

Abrió la puerta correspondiente a su casa en la sede, cruzó el largo pasillo luego de descalzarse y corrió a abrir la siguiente puerta. Al abrirla un frondoso jardín se extendía ante sus ojos. Atravesó el pasto deleitándose con su frescura en sus pies y luego se dirigió a su enorme casa. Su casa estaba emplazada en el complejo Uchiha pero que se encontraba ubicado en Kioto.

Desde un portal ubicado en la sede de cazarrecompensas en Tokio pudo llegar por una suerte de tele transportación. Era sólo otro don de los dioses protectores que les permitía mantenerse conectados y a la vez asentarse donde quisieran. Pudiendo así los cazadores ser asignados en diferentes áreas pero a la vez mantener un lugar fijo al cual regresar. Era necesaria una rotación bastante seguida de los cazadores, para que los devoradores no pudieran reconocerlos tan fácilmente. Por eso, la labor de Shikamaru era tan importante, y no se trataba sólo de ubicarlos aquí o allá, sino que estudiaba sobre el cazador con las características más idóneas para ubicar tras los devoradores en cuestión, manteniéndose todos informados para lograr lo mejor posible su cometido evitando el mayor número de bajas.

Sasuke ingresó a su casa y con paso firme recorrió las habitaciones.

-Nīsan... -Invadió la estancia con una hermosa sonrisa que llenó de gusto a Itachi. Eso sencillamente no pasaba. Sasuke no sonreía.

-Otōto... -Lo saludó sorprendido.

-Tienes permiso para tocar mi mano. -Dijo con entusiasmo acercándosela un poco.

-¿Qué dices Sasuke?

-Tienes permiso de tocar mi mano. -Le puso su mano enfrente. Itachi la observaba temeroso. Hacía mucho que no se quemaba por Sasuke, no lo dudó más y lo tocó. Por su Otōto valía la pena.

-¿Cómo? -Lo observó sorprendido.

-Itachi, tienes mi permiso para abrazarme. -Pronunció feliz con una sonrisa radiante.

Itachi se puso de pie y con recelo rodeó a su hermanito con sus brazos. Sasuke lo rodeó a él y terminó de extinguir la distancia que los separaba.

-Itachi, ¿qué quie...? -La menuda mujer enmudeció. Había entrado su madre a la sala y se encontró con semejante escena.- ¿Sasuke?

-Sí mamá, soy yo. -Dijo Sasuke aún enterrado en el pecho de su hermano donde descansaba su cabeza.

-¡Hijo! -Corrió a su lado.

-No, mamá... -La detuvo. Sabía que su madre lo tocaría sin dudarlo. Sasuke se separó de Itachi.- Mamá... -La enfrentó.- Tienes mi permiso para tocarme como quieras. -Le dijo y él mismo se acercó a abrazarla.

-Sasuke, hijo mío. -Lloriqueó la mujer que no aparentaba más de veinticinco años pero que tenía más de trecientos.

-Mamá... -Sasuke también lloró.

Esa primera vez fue maravillosa, lamentaba mucho haber dañado a Shikamaru con su experimento pero para toda la familia Uchiha fue un enorme regalo. No eran ajenos al dolor que vivía Sasuke a causa de no poder tocar a nadie. Cansado de dañar a las personas había terminado aislándose de todos y vivía una vida muy solitaria. Había nacido con ese don pero que para él, muchas más veces de las deseadas, había representado una verdadera maldición.

Único en su clan con esa característica, su madre se había visto obligada a sufrir constantes quemaduras al cuidarlo de niño, aunque éstas se volvieron más severas con el correr de los años. Sin embargo, cuando Sasuke fue creciendo se volvió muy independiente rápidamente para no seguirle causando más daños. Por eso, aunque nadie en su familia lo quiso, Sasuke se fue apartando de ellos y se volvió alguien muy cerrado, intentando ocultar de sus amados sus dolores y penas, volviéndose alguien reservado incluso con ellos.

-¿El rubio sabe que te pueden tocar? -Preguntó con complicidad su hermano cuando se quedaron solos nuevamente.

-¿Por qué debería saberlo ese dobe? -Preguntó sonrojado evitando su mirada, haciendo un puchero inflando infantilmente sus mofletes.

-Hahaha... Eres gracioso otōto... -Le dijo observándolo con ternura.

Itachi estaba muy contento por su hermanito, parecía que había encontrado una persona que se interesaba tanto en Sasuke que incluso no le importaba quemarse por él. Esos últimos meses había notado los graduales cambios en su pequeño. Nadie había afectado nunca a su hermanito de manera tan evidente al menos y que lo terminaba descolocando, haciéndolo sentir vulnerable, algo que sabía que Sasuke odiaba. Así que tuvo que conocerlo. Debía conocer las intenciones de ese tal Siete contra el que su hermano se la pasaba despotricando. Y cuando lo hizo no le costó mucho entender que el rubio era una buena persona y para su dicha era muy talentoso y sobreprotector con Sasuke aunque su tonto otōto no se daba cuenta de eso.

Itachi se había acercado al rubio y para pesar de Sasuke se habían vuelto amigos. Sasuke se sentía confuso. Él era celoso de su hermano. No le gustaban las personas que siempre se le habían acercado con intenciones de arrebatárselo, pero con Siete no le pasaba eso. Le costó mucho aceptar para sí mismo que la molestia de su amistad entre ellos era porque estaba celoso de Siete y era a él al que quería apartar de su hermano que era mucho más accesible que él mismo y que no tenía problemas de ser tocado.

Siete lo confundía tanto, le generaba tantas cosas que se alteraba cuando no lo tenía cerca o cuando no le daba su atención. Algo de lo que renegaba pero que le encantaba. Por eso lo provocaba a todas horas para que incluso peleando Siete sólo le prestara atención a él. Con nadie había tenido tanta necesidad de tocar y ser tocado. Ahora podría. Se sonrojó con ese pensamiento. Con sigilo salió de su casa a escondidas de sus padres y su hermano.

-Suerte otōto... -Lo alentó Itachi cuando su hermanito ya se había ido. Estaba muy feliz por él.

Naruto había llegado a la sede luego de sus rondas para enterarse de que Shikamaru estaba herido. Fue a su casa para saber qué le había sucedido. Su esposa lo hizo pasar y lo encontró reposando en su cama con el pecho descubierto cubierto de pomadas curativas. Los brazos y parte de su mejilla estaban en las mismas condiciones.

-¿Qué te pasó, hombre? -Bromeó el rubio.

-Tres me pasó.

-¿Cómo dices?

-Lo abracé.

-Ah... abrazaste a Tres... Hahaha... -Se rió. Luego súbitamente se puso serio.- Espera, ¿por qué trataste de abrazar a Tres? -Preguntó alerta y un poco molesto con su mejor amigo.

-Tranquilo, galán... Yo tengo a mi rubia brava. -Se rió del bruto de su amigo. Seguramente ni se daba cuenta de que estaba celoso del azabache.

-¿Y bajo qué condiciones pudiste querer abrazar a Tres entonces? -Indagó con recelos, con una especie de puchero por su repentino enojo.

-Ah... -Suspiró.- Él recibió una buena noticia. Estaba muy contento. -Dijo con picardía sin entregar ni una pizca de información.

-¿Qué noticia-ttebayo? -Preguntó interesado.

-Oh, no puedo decirte. Pregúntale tú. -Le sugirió.

-Ese bastardo seguro no me dirá nada... -Se quejó con un puchero infantil cruzando sus brazos.

-Ah, pues no pierdes nada intentándolo. Ve a buscarlo. -Le aconsejó.

Minutos después Naruto se marchó despidiéndose de su mejor amigo.

-No te cansas de hacer de celestina de esos dos, ¿eh? -Le preguntó su esposa acostándose a su lado. La rubia se puso de costado apoyando su cabeza en una de sus manos para poder observarlo mientras hablaban.

-No sé de qué hablas. -Se hizo el desentendido.- Hacer algo así requeriría esfuerzo y eso sería problemático.

-Di lo que quieras... -Lo observaba con cariño.- Pero por eso te amo más... -Le dijo mimándolo con un piquito y luego otro y otro.

Sasuke se encontraba en un parque que le gustaba mucho, muy cercano a la sede, a esas horas de la madrugada estaba muy solitario. Sin admitir el verdadero por qué, liberaba su dulce aroma al ambiente. Estaba descansando en una banca debajo de un gran árbol.

-Hola Gatito. -Lo saludó Naruto con una enorme sonrisa quien acaba de saltar de ese árbol para aterrizar frente a él.

-No me llames así, Usuratonkachi. -Le dijo con el ceño fruncido fingiendo desagrado.

Naruto le había puesto ese apodo desde que se enteró quién era su deidad protectora. Su deidad era un gato que se nutría del fuego. Había recibido de él entre otras cosas su agilidad, su sigilo, su gran visión aumentada con el ojo de fuego llamado Sharingan como todos los de su clan, y por supuesto su piel que repele con fuego.

-No puedo evitarlo cuando sigues siendo igual de adorable que un gatito arisco, dattebayo... -Lo picó sentándose a su lado.

Naruto se acercó a él tanto como podía sin quemarse e inevitablemente se inclinó en dirección de su cuello a intentar olfatearlo disimuladamente. Palabra que no se podía asociar al rubio idiota, pero a Sasuke le alegraba mucho que a Naruto le gustase tanto su aroma, por eso lo dejaba acercársele. Para el rubio, su aroma era lo más delicioso que hubiera tenido nunca la dicha de poder probar. Ese aroma tan característico que lo traía loco y con ganas de degustar el sabor prohibido de su piel.

-No me fastidies. -Dijo hosco mientras le daba la espalda, aún sentado en la banca.

-Hehe... Me enteré que recibiste una buena noticia. -Dijo satisfecho de haberlo hecho enfadar, ese bastardo se veía muy bien cuando se enojaba. Su carita linda se encendía y demostraba más emociones que su típica expresión seria.

-¿Sí?

-Sí, Shikamaru me dijo.

-¿Cómo está? -Preguntó apenado.

-Él está bien, recibiendo los mimos de su esposa.

-Entonces está bien... Yo... Yo no quise quemarlo. -Aclaró.

-Entiendo. Y él lo entiende. Nadie cree que buscaras hacerle daño-ttebayo. Fue un accidente. -Intentó consolarlo.

Naruto tenía ganas de abrazarlo. Pero no podía. Eso lo preocupaba.

-¿Cuál fue esa buena noticia? -Le preguntó para distraerlo de la idea de haber quemado a otra persona, algo que sabía que apenaba mucho al azabache.

-Fue un descubrimiento. -Confesó. Naruto se sentía muy satisfecho por eso. Le gustaba que Tres confiara en él.

-¿Cuál?

-Siete, tienes permiso de tocar mi mano. -Dijo girándose de nuevo a él. Estaba muy contento por poder decir esas palabras para él aunque también le daba vergüenza. Puso su pálida mano a la altura de su rostro.

-Está bien. -Dijo simplemente y sin dudarlo la tomó en una de sus manos.

Si debía quemarse, juraba por Kurama-sama que lo haría sin dudar por él. Después fingiría que no le dolía tanto. Sin embargo para su completa sorpresa la temida abrasión nunca llegó.

Tres! -Exclamó sorprendido.- ¡Tres! ¡Te estoy tocando! ¡Te estoy tocando y no me estás quemando, dattebayo! -Gritó emocionado.

-Lo sé. -Dijo sonriéndole y Naruto se quedó unos momentos atontado, admirando su hermosa sonrisa que no había visto nunca. ¡Diablos! ¡Tres era sencillamente hermoso!

-¿Cómo es posible? ¿Perdiste tu don?

-No. -Negó moviendo su cabeza sin dejar de sonreírle.- Shikamaru descubrió que sólo hace falta que yo conceda el permiso.

-Oh, Tres... ¡Esto es fantástico! ¿Pudiste abrazar a tus padres y a tu hermano? -Preguntó acariciando el reverso de su palma. Luego entrelazó sus dedos como si su mano fuera lo más preciado del mundo.

-Sí. ¡Sí pude! -Sonrió enormemente para él.

-Me alegro mucho por ti, gatito. -Dijo sinceramente.

-No me llames así... -Le pidió mientras intentaba recuperar su mano.

-Gatito. -Naruto se aferró más firmemente a su mano que seguía sin quemarle y lo acercó a su cuerpo tironeándolo un poco. Sus cuerpos casi se tocaban. Sasuke lo observaba sorprendido, su pecho a escasos centímetros del contrario. Naruto casi toca su mentón pero antes pensó un segundo.- ¿Puedo tocar tu rostro?

-S-Sí. Puedes tocarlo. -Accedió nervioso pero expectante.

Naruto, sin soltar su mano, tomó su mentón y no se quemó. Con su pulgar le recorrió la pálida piel de su barbilla y extendió su caricia a sus exquisitos labios sonrosados. Los repasó suavemente deleitándose con su suavidad. Él aroma exquisito que manaba de su boca era lo más delicioso que existía.

-¿Tres? -Preguntó suavemente inclinándose más cerca de su rostro. Naruto estaba absorto en sus tentadores labios.

-¿Siete? -Susurró sensualmente. Las mejillas se le colorearon ligeramente. No podía creer que algo así estuviera al fin ocurriendo.

-¿Puedo besarte?

-Puedes besarme... -Respondió con valentía, dando un salto a lo desconocido. Se sobrepuso al bochorno. Lo deseaba mucho como para echarse para atrás.

-Gracias, dattebayo... -Susurró observándolo a los ojos y rozando levemente sus delicados labios, tanteando su reacción.

Animado por su evidente entrega, cerrando sus ojos, unió sus labios y ambos empezaron a moverlos suavemente con curiosidad. Ninguno había hecho eso con alguien. Su primer beso estaba resultando demasiado placentero para ambos. Sasuke se animó a colar su lengua en la boca ajena y Naruto ansiosamente fue a su encuentro. Se saludaban tentativamente para después con destreza acariciarse apasionadamente. Sasuke gimió tan exquisitamente que hizo a Naruto gruñir satisfecho dentro de su boca. Sin darse cuenta, Sasuke ronroneaba complacido para él. Naruto soltó su mano y enmarcó su rostro con las suyas e invadió su boca con deseo renovado. Se fueron separando al cabo de unos minutos de exploración y descubrimiento.

Sasuke abrió sus ojos lentamente y se encontró con sus bellos ojos azules que destellaban un brillo demasiado sensual. Se atrevió a sonreírle y Naruto le devolvió una sonrisa más radiante en respuesta.

-Eres tan hermoso, gatito... -Le confesó chocando sus narices para transmitirle su afecto.

-Siete, puedes tocarme como quieras. -Dijo en un impulso. Era bastante peligroso decir algo así, más considerando lo apasionado que sabía que podía llegar a ser el rubio caliente pero no le importó. Si era de su mano estaba completamente de acuerdo. Sin pedir permiso se subió a su regazo y se abrazó a su cuello.

Naruto no desaprovechó semejante oportunidad y mientras le devoraba los labios deslizó sus manos por su espalda para acercarlo más y más a su cuerpo.

Esa primera noche no fueron más lejos que una intensa sesión de besuqueos.

Pero ni Naruto ni Sasuke eran ignorantes de la evidente excitación que generaban en el contrario. Sus días como pareja comenzaban con apasionados besos y Sasuke casi siempre terminaba sentado sobre sus duras erecciones que lo tentaban mucho. Con picardía a veces se balanceaba levemente sobre ellas y se extasiaba con los jadeos salvajes que liberaba Naruto.

Esa noche, luego de volver de sus rondas, estaban ambos en la casa de Naruto. Sasuke se había subido a horcajadas de él y mientras se besuqueaban llevó las manos del rubio grandullón hacia su trasero.

-Tócame más... -Pidió con algo de vergüenza.

-¿Podemos ir más lejos?

-Podemos ir tan lejos como quieras. -Concedió con plena seguridad.- Te entrego mi cuerpo con confianza. -Le susurró en el oído.

-¿Puedo saber tu nombre-ttebayo? -Pidió con cautela. Era un movimiento arriesgado y él lo sabía, sin embargo ya no aguantaba más la lejanía con él.

-¿Quieres saberlo sabiendo todo lo que implica?

-Yo sé que soy mayor que tú pero en serio nunca he vivido esto con nadie. Nadie me ha interesado antes. Tanto que creí que viviría para siempre solo pero apareciste tú y te convertiste en mi mundo entero... Por eso créeme cuando te digo que he querido saberlo desde el día que te conocí. -Aseguró con seguridad.- ¿Tú?

Sasuke se mordió el labio. La química y conexión que encontró con él no le había ocurrido nunca con nadie. Debía admitir que deseaba lo mismo. Pero tenía miedo. Escrutó sus bellos ojos y se perdió en ellos unos momentos.

-También quiero saber tu nombre. -Confesó al fin.

-Yo, cuando lo escuche quiero decirte algo.

-¿Qué cosa? -Preguntó volviéndose a morder el labio inferior, ignorando lo sensual que se veía para Naruto cada vez que hacía eso.

-Dime tu nombre y lo sabrás-ttebayo... -Intentó persuadirlo con una enorme sonrisa mientras le acariciaba el trasero con cariño.

-Sasuke.

Naruto cerró sus ojos y un impulso que lo recorrió le hizo llevar su cabeza hacia atrás. Extrañamente su exquisito aroma se volvió más intenso.

-Hermoso. -Susurró.

-Ahora tú. -Lo alentó Sasuke moviendo sus caderas.

-Ah, dioses. -Gimió Naruto llevando su cabeza hacia su pecho. Lo estaba por hacer correr.

-Tu nombre. -Insistió. El vínculo en formación lo desesperaba por obtener su respuesta. Si no obtenía una reciprocidad podía ser peligroso para él, llegando incluso a enfermar detrimentando su soplo de vida.

-Naruto. Mi nombre es Naruto. -Le informó levantando su rostro a él.

-¡Ah! -Gimió Sasuke refregando su pecho por su rostro debido al arrebato apasionado que sintió en forma de tirón en su médula espinal al formarse completamente su vínculo. Naruto lo sostenía con fuerza.

-Gatito... -Jadeó a punto de correrse por la dicha de crear su vínculo completo.

-Naruto... -Sasuke se acercó a gemir en su oreja que terminó besando. Ronroneaba para él.

-Sasuke... -Naruto se acercó a besar su cuello.

De repente tomó su rostro entre sus manos.

-Sasuke... -Lo llamó y tenía su completa atención.- Te amo, Sasuke... -Confesó.

Sasuke lo besó apasionadamente en un arrebato.

El vínculo les permitía percibir sensaciones del cuerpo ajeno. Y en este momento Naruto seguía sintiendo lejanías de su parte por lo que se apartó de sus labios y pronunció las palabras que debían ser escuchadas.

-Naruto, también te amo. Te amo... -Besó sus labios otra vez.- Te amo como a nadie. -Llevó una de sus manos a su pecho y la colocó sobre su corazón.- Aquí, siente como late por ti...

-Ah, demonios Sasuke. -Jadeó sobrepasado por tanta belleza.

-Llévame a tu lecho, Naruto. Quiero sentir tu cuerpo enteramente.

-Gracias por darme tales honores a mí...

-Vamos de una vez, Usuratonkachi. -Pidió nuevamente. Estaba muy ansioso.

Esa noche Naruto lo hizo suyo por primera vez. Con sumo cuidado lo preparó e ingresó en él. Empezaron a entender los más placenteros acoples entre sus cuerpos. Explorando qué le gustaba y qué necesitaba el cuerpo contrario. Comenzaron a comprender que gracias a su vínculo ya no era necesario el consentimiento expreso entre ellos pues cada célula del cuerpo de Sasuke gritaba su permiso en forma de una confesión lo suficientemente clara que hasta Naruto percibía.

Desde ese momento Sasuke se mudó junto a él. Después de todo, formar el vínculo era una ceremonia de unión similar a la de matrimonio entre humanos. Pasaron los mejores años uno al lado del otro. Ni por un segundo creyeron que formar su vínculo fuera algo incorrecto. Para nada, sino todo lo contrario. Algo que verificaban día con día. Se comprendían y aceptaban sin reticencias, se cuidaban mutuamente y se esmeraban en entregar ese amor tan profundo que construyeron juntos.

Ahora Sasuke yacía en su cama luego de una ducha donde Naruto no había perdido la oportunidad de fundirse a él.

Su casa del bosque era solitaria pero acogedora, un agradable refugio. Se encontraba en una zona prácticamente deshabitada de Alaska. Rodeada de tierras vírgenes, se emplazaba solitaria en la vera de un pequeño lago que en estos momentos estaba congelado. Las robustas paredes de madera lo llenaban de una calidez conocida. Sasuke disfrutaba mucho de haber vuelto a su hogar.

Naruto lo había posado en su lecho y ahora se encargaba de venerar su hermosa piel nívea. Sasuke amaba mucho esa parte de entregarse completamente a Naruto. Tantos años que le fue negado el tacto de otra piel, ahora lo habían vuelto adicto a esa clase de sensaciones que obtenía de su esposo. Besos, caricias, incluso lametones fueron recorriendo su lechosa piel. Su abdomen era de una palidez pura exquisita. Se deleitó perdiéndose en tanta piel cálida. Inició besando sus tatuajes, primero el tatuaje que tenía en la parte superior de su brazo izquierdo que eran unas delgadas líneas curvas rojas y con forma de dos llamas conectadas por su parte más ancha (N/A: Es el mismo tatuaje que tienen los ANBU, Naruto aquí también lo tiene), era su contrato con todas las deidades. El rubio grandullón después viajó a su cuello con sus labios, donde con tres aspas negras rodeadas por un círculo, Sasuke había sellado su contrato con su deidad protectora el gato de fuego. Luego bajó a sus piernas que trabajó con esmero pero justo cuando la ansiedad superaba a Sasuke, se adueñó de su miembro que llevó a su boca felándolo con destreza. Cuando se corrió, bebió hasta la última gota de su deliciosa esencia como todo lo que provenía de él.

Lo volteó, luego de haberlo recorrido centímetro a centímetro. Masajeó su delicada espalda, besó una a una sus costillas y le generó cosquillas al jugar con su cintura. Su boca dejó sedosos senderos de besos, lamidas y suaves mordidas en la parte posterior de sus rodillas, bajando por sus pantorrillas llegando a sus finos tobillos. Luego subió con besos húmedos y llenos de anhelo sobre sus muslos hasta llegar a sus nalgas que lo llamaban como un par de montes que coronaban su blancura. Su aroma era exquisito. Luego de trabajarlas con su boca y manos, las separó y levantó sus caderas obligando a Sasuke a flexionar sus piernas. Enterró su rostro entre ellas y se extasió perdiéndose en sus esencias. Su interior era exquisitez pura. Movía su lengua en su entrada buscando perderse más profundo en su interior. Sasuke sólo gemía extasiado moviendo su espalda entre espasmo y espasmo.

-Eres lo más hermoso que he visto nunca-ttebayo... -Volvió a confesarle.

-Entra ya, mi amor... -Le pidió.

-Mi gatito sigue ansioso-ttebayo... -Se burló de él. Naruto también quería fundirse a él pero pretendía tomarse las cosas con un poco de calma. Su piel lo volvía loco y tenía intenciones de reclamarla como suya mientras lo hacía revolverse en el placer.

Sasuke se sentó también a cuclillas, dándole la espalda, encajando su cuerpo con el suyo. Naruto, inhiesto, colocó su pene en su entrada y Sasuke movió sus caderas hasta conseguir clavárselo completamente. Cuando Naruto salía, él se movía hacia adelante y cuando el rubio volvía a entrar, él volvía a bajar aumentando el ritmo en su roce tan intenso.

Con las manos apoyadas sobre las grandes manos de Naruto que se aferraban a sus caderas, Sasuke aguantaba el cadencioso ritmo de sus cuerpos. Giró su cabeza hacia atrás y sus labios se encontraron con los de su esposo. Era tan feliz. Después de tanto tiempo había vuelto finalmente a él. Pensó que después de tanto tiempo ya no podría volver a sentirlo en su piel, en su cuerpo, en todo su ser. Agradecía su enorme generosidad y comprensión. Naruto lo volvía loco. Se sentía nuevamente en su hogar después de tanto abandono y dolor. Una lágrima rodó por su mejilla mientras aumentaban el ritmo buscando liberarse una vez más.

-Te amo, Naruto. Te amo tanto... -Confesó mientras Naruto ahora le acariciaba su erección.

-Te amo, Sasuke. No vuelvas a dejarme... No lo resistiré... -Le pidió.- No lo resistiré, dattebayo.

-¡Ah! -Se contorsionó contra su pecho anunciando la proximidad de su clímax.- ¡Naruto!

Sasuke se corrió en las sábanas y aceptaba las embestidas de su esposo lo que ocasionaba que su orgasmo se prolongara mucho más.

-¡Sasuke! -Gritó en su oído y con roncos jadeos le llenó de su simiente su entrada una vez más.

Desmadejados, cayeron rendidos en el colchón, uno al lado del otro. Sasuke se abrazó a su pecho y complacido ronroneaba para él. Enroscó sus piernas con las contrarias y estaba dormitando cuando Naruto le habló.

-Danzō Shimura fue el último. -No fue una pregunta.

-Sí, ese bastardo se resistió como el hijo de la serpiente demonio. Me dio más batalla que Orochimaru pero todos murieron.

-Escuchaba de todos ellos, pero no los asociaba a ti. Hace una semana llegó la noticia de Danzō, dattebayo.

-Sí, preparé mi regreso tras haberlo conseguido.

Naruto en silencio lo abrazó fuerte para reconfortarlo.

-Lamento mucho que tuvieras que pasar por eso, dattebayo.

Hace cuatro años Sasuke se encontraba arreglando algunas cosas en la cabaña que compartían y Naruto estaba en el exterior consiguiendo leña para sobrellevar el crudo frío que los circundaba, cuando una alarma comenzó a sonar. Eso no era nada bueno. La alerta era siempre por devoradores que atacaban a cazarrecompensas. Eso ocurría de tiempo en tiempo. De esa forma fue que Naruto se quedó solo en el mundo. Cuando los devoradores se unían en un número lo suficientemente alto, los cazarrecompensas veían peligrar sus clanes.

Como todos los cazarrecompensas, asistieron a una reunión urgente en la sede. Nada prepararía a Sasuke para semejante golpe. Cuando observó que Shikamaru lo observaba apenado y no podía pronunciar palabra, las piernas se le aflojaron y de no haber sido sostenido por Naruto habría caído certeramente al suelo.

No podía estar pasando, no podía ser que eso le hubiera ocurrido. De no haber estado con Naruto habría sufrido el mismo destino de sus familiares que ahora observaba regados por el suelo, desmembrados, mutilados, ultrajados. Naruto lo observaba a una distancia prudencial. Sasuke lo estaba repeliendo un poco en estos momentos. Fingiendo una fortaleza que nadie poseía. Nadie podía enfrentarse a semejante masacre.

Se encargó de honrar sus cuerpos que volvieron al lado de las deidades, lejos de él. Los días se comenzaron a suceder uno tras otro igual de asfixiantes y agónicos que al inicio. Llevaba meses sumiéndose en su bruma de dolor nutriéndose del soplo de vida que Naruto conseguía para él y que siempre le rogaba que consumiera para no terminar muriendo como todo su clan.

A veces a Naruto le había costado acercarse a él, pero Sasuke se sentía comprendido por él pues él tuvo que atravesar eso mismo pero a diferencia de él, Naruto lo hizo completamente solo. Por eso cuando la rabia que sentía la terminaba cobrando con Naruto a quien sin querer había vuelto a quemar en un par de ocasiones, luego se refugiaba en sus brazos donde siempre obtenía su calmante en forma de amor. A su lado respirar era más sencillo. Y Naruto se sentía mejor por sentirlo más cercano y accesible.

Sasuke no quería repelerlo, no cuando su amado era lo mejor que le había ocurrido en la vida. Nadie lo había aceptado tan enteramente sin ningún cuestionamiento. Nada como su hermosa sonrisa para sentirse lleno de vida. Por nadie estaba tan dispuesto de ser valiente y entregado. Con él se había abierto completamente, lo conocía mucho más que lo que nunca logró su hermano Itachi a quien siempre amó. Pero Naruto era su mejor amigo, su amante y su familia. Y él quería ser lo mismo para él. No soportaba imaginar a un pequeño Naruto de quince años teniendo que enfrentarse a su misma pena. Por eso a veces lo abrazaba sin razón y Naruto pensaba que lo hacía por su dolor sin entender que Sasuke intentaba reconfortar al joven Naruto que se quedó completamente solo en un mundo demasiado violento e injusto.

Con los meses, Naruto fue notando que Sasuke salía de su estupor que creó su dolor. Al menos ya no se pasaba los días en la cama o encerrado en una habitación observando los rostros de sus padres y su hermano, repasando una y otra vez la enorme pérdida. Un día en específico lo vio vestirse como cuando salía a cazar. Juntos llegaron a la oficina de Shikamaru.

-Quiero sus nombres. -Exigió Sasuke.

-Tres, viejo, mira... Yo lo entiendo, pero la venganza no es lo que necesitas ahora. -Intentó hacerlo entrar en razón. Tres sin duda era fuerte, pero ir tras ellos era suicida.

-Dale los malditos nombres-ttebayo. -Exigió su esposo.

-Tks... Son problemáticos. -Dijo entrando a un archivo en su ordenador.

No fue realmente difícil encontrar a quien adjudicarles semejante masacre. Algunos cuerpos de devoradores muertos se recuperaron de la escena y a ellos pudieron asociarlos a un fuerte grupo de devoradores sin clan. Eran individuos fuertes, aislados de sus clanes por ya haber sido masacrados en el pasado. Por eso tenían un gran resentimiento que descargar con clanes de cazarrecompensas.

Con la lista en mano, Sasuke regresó a su hogar con su rubio a su espalda. Apretaba aquella maldita lista en su mano con furia contenida mientras observaba sentado la fotografía de su familia.

Naruto se la había logrado quitar abriendo con cuidado su mano. Le acarició el rostro y se acuclilló enfrentando sus vacíos ojos.

-Gatito, lo haremos juntos. -Le dijo cariñoso sin dejar de acariciar su suave piel.- Pagarán por lo que te hicieron. Te lo prometo, dattebayo.

Sasuke lo observó, su dolor se traslució en sus ojos que se anegaron de lágrimas. No podía arrastrarlo a él también. No si su cruzada era la más peligrosa que nunca emprendería. Su preciado Naruto no podía caer por su egoísta deseo de venganza. Sabía que él lo comprendía, esperaba que también comprendiera lo que estaba por hacer.

Sasuke tenía su Sharingan como todos los Uchiha. Sus ojos estaban dotados con el fuego que entre otros poderes podía manejar ciertos asuntos de la mente de sus adversarios. Al no ser tan fuertes como otros clanes, se especializaban en crear ilusiones que los ayudaban a persuadir a sus presas a lograr lo que ellos necesitaran. Alterando su percepción de la realidad e incluso llegando a alterar sus recuerdos si se daba la oportunidad.

Y valiéndose de ese poder, después de hacer el amor con Naruto una última vez, se enfocó en borrar toda su presencia de la vida de su esposo de todas las formas posibles. Bloquear el vínculo fue físicamente doloroso para él. Se sentía como una válvula de presión que quería estallar en su columna vertebral pero que él no se lo permitía.

Dejarlo atrás fue lo más difícil que tuvo que hacer nunca, pero era lo más justo para Naruto que no tenía que perder su vida por una causa que sólo le correspondía a él. Sólo se explicó ante Shikamaru a quien le pidió que los demás no dijeran nada a Naruto. Era mejor que Naruto olvidara que alguna vez lo conoció a él.

Shikamaru no coincidía con él, le parecía una locura. Él no nació cazarrecompensa, no tenía su misma naturaleza pero el vínculo que formó con Temari era igual que cualquier otro, y cada vez que se tenían que alejar era doloroso para ellos, no quería imaginar lo que sufriría Sasuke. Y Naruto aunque no lo recordara se sentiría mal de todas formas. Y Sasuke se embarcó en un viaje suicida, sin embargo, él no tenía mucho por hacer más que hacer las cosas lo más ligeras posibles para Naruto.

Sasuke se lo agradeció enormemente, sabía que no lo aceptaba pero respetaría su decisión por equivocada que le pareciera. Como cazarrecompensas independiente, emprendió un largo viaje que lo llevó por diversos lugares del mundo.

Su paciencia fue su mayor virtud. No era tonto. No iba a presentarse frente a sus ojos para facilitarles las cosas a esos malditos hijos de demonio. No, Sasuke era un Uchiha después de todo. Y ellos siempre presumieron de su cautela, táctica y buen juicio.

Les dio caza, los encontró, los analizó y, conforme a sus informaciones obtenidas, esperó que se dieran las condiciones óptimas para enfrentarse a cada uno de los veinticinco nombres en su lista. Aunque eran nómadas y siempre se mantenían en movimiento fue paciente, esperó cada oportunidad y logró salir airoso de cada una de ellas. En el camino también se cargó a sus nuevos reclutas con los que obtenía su soplo de vida.

No había sido nada fácil. Cada bastardo en esa lista iba escalando en fuerza y longevidad. No en vano habían resultados los más fuertes de sus clanes. Orochimaru fue el más repulsivo ser con el que había tenido la desgracia de tratar nunca. A diferencia de la mayoría de devoradores, tenía una sorprendente transformación adicional. Nacido del demonio serpiente, era su más fuerte y talentoso recolector de almas por lo que éste decidió premiarlo con una variación de su forma animal. Orochimaru entonces podía transformarse en una grotesca serpiente de un pálido color grisáceo, pero de un repulsivo aspecto en su escamosa piel recubierta de su corrosiva saliva. Lo vio devorar de un solo bocado a un humano. Se lamentaba mucho por aquellos humanos que no pudo proteger, sin embargo él necesitaba conseguir valiosa información. Y si lograba asesinarlo salvaría muchas vidas a futuro.

Y su oportunidad se dio, Orochimaru era un viejo traicionero desconfiado. Su desconfianza le había salvado la vida en innumerable cantidad de veces, pero al viejo inmundo le gustaban los niños. Se presentó ante sus ojos con la ilusión de su aspecto a sus diez años, mostrándose como un pequeño esquivo y arisco para llamar su interés. Por varios días se pavoneó frente a sus ojos con esa apariencia y despertó todo el deseo carnal de aquel inmundo. Y pronto era Orochimaru quien iba tras él con sus repugnantes intenciones de poseer su cuerpo.

En el momento final, Sasuke alcanzó a herirlo con facilidad cuando el inmundo creía que lo había aislado de quienes fueran los adultos que lo cuidaran. La serpiente hizo aparición pero pudo evitarla con su agilidad. El reptil estaba débil, después de todo ya lo había herido. Para cuando Orochimaru quiso darse cuenta tenía el puñal clavado en su cola y fue su fin. Gracias a su cuerpo, Sasuke podría nutrirse por muchos meses.

Con Danzō fue difícil también, y si debía confesar estaba mucho más ansioso con él porque era el último en su lista. Y como hasta el momento había sobrevivido, sus esperanzas de regresar al lado de Naruto crecían descontroladas. Esperar a que se quedara solo fue lo más dificultoso y tortuoso de su cruzada.

Danzō a diferencia de otros devoradores se valía de una fachada de viejo confiable para embaucar a sus presas. Siempre tenía la táctica de mostrarse como un viejecito en necesidad que un noble corazón humano no dudaría en socorrer. Y de esa forma se mostró ante él como una menuda chica universitaria que estaría dispuesta a ayudar a cualquiera. Lo tentó y al igual que con Orochimaru pudo herirlo antes de que saliera de su ilusión, pero el viejo tenía sus mañas. No por algo había llegado tan lejos en la vida. Y un chiquillo salido de la nada no lo abatiría como si nada.

Pero Sasuke ya tenía el terreno preparado. Valiéndose de algunos trucos aprendidos de Shikamaru, lo acorraló y terminó restringiendo sus movimientos con cuerdas. Y aunque estaba agotado tras tanto combate pudo apuñalarlo finalizando al fin con su venganza.

Una semana y un día había transcurrido desde que gozó recogiendo las cenizas de aquel maldito hijo de demonio. Al menos los asesinos de su familia habían sido ajusticiados y ya no corromperían al mundo con su presencia.

Y Sasuke se apresuró a volver junto a Naruto. Aunque no sabía cómo presentarse ante él con la enorme vergüenza que tenía por haberles hecho eso. Bloquear el vínculo era uno de los peores insultos. El vínculo era una poderosa promesa de compartir la vida al lado del otro con todo lo que esta implicara. Sasuke conocía su significado y lo valoraba en verdad, sin embargo quería seguirlo protegiendo.

Y en estos momentos se seguía abrazando a su fuerte pecho. Sasuke ya no pudo seguir conteniendo el llanto. Puede que Naruto lo hubiese perdonado pero él se sentía fatal. Nunca quiso hacer eso. Pero se había sentido obligado. ¿Naruto comprendería eso?

-Naruto... -Gimió en su llanto.- Perdóname en verdad. Yo nunca quise hacerte daño. No me perdonaría si algo te hubiese ocurrido por mi saña con los asesinos de mi familia.

-Lo sé, te perdono, te lo he dicho ya. Estamos bien y juntos ahora, eso es lo único que importa.

-Sí, pero bloqueé nuestro vínculo. Debió dolerte, debió de ser muy duro por mi culpa.

-Sasuke... -Intentó llamar su atención. Se había sentado en la cama y ahora lo levantó a él porque su teme se veía muy afectado.

-Yo no quise alejarte de mí. Nunca quisiera alejarte de mí. ¿Lo sabes? -Preguntó sin menguar su llanto.

-Sasuke... Gatito... -Lo llamaba con dulzura mientras le sostenía el rostro entre sus manos. Sasuke se aferró a sus antebrazos.

-Na-Naruto... Yo no... Yo no quería... -Balbuceó. Estaba estresado. Esos tres años de pura tortura le habían dañado un poco la mente. Y ahora a su lado se estaba desmoronando.

-Lo sé, calma. -Limpió sus lágrimas con sus pulgares pero nuevas aparecían sin control.

-Mi amor... -Gimió agónicamente.- Nunca me perdonaré hacerte eso. -Le confesó al observar una vez más sus hermosos ojos.

-Sasuke. -Lo llamó con más firmeza y consiguió su atención. Sasuke se estremeció desde la cabeza a los pies. Su voz resonó en todo su cuerpo.- Te veo Sasuke. -Le dijo con una voz calma.- Te veo entero. Y no me refiero sólo a tu hermosa apariencia. -Le sonrió coquetamente de lado. Luego continuó.- Te veo a ti. Tal cual y como eres. Y te acepto y te amo así. Con tus virtudes y defectos. Justo como tú haces conmigo, dattebayo. -Acarició sus mejillas. Besó la punta de su nariz.- No creas que no sé qué te motiva, qué te daña o qué te afecta. Te conozco. Todas tus facetas las he visto y me quedo con todas ellas. No digo que fue fácil, porque no lo fue, y debe de haber sido mucho más difícil para ti el que estuviéramos separados, sin embargo eso ya pasó y créeme que sé por qué actuaste así. No te tortures más, gatito. Yo en tu lugar habría actuado similar queriendo protegerte a toda costa. Eso también es parte de cuidar nuestro vínculo. Sé quién eres, eres mi Sasuke.

-Naruto... -Se abrazó a su cuello desesperado.- Te amo. Gracias por elegirme de nuevo. -Refregó su mejilla con la contraria y ronroneaba para él.

-Eso es gatito... -Dijo feliz mientras lo abrazaba acariciando lánguidamente su espalda desnuda.- Pégate a mí, pégate siempre a mí. Yo estoy para ti, para lo que necesites.

Y Sasuke se tomó muy a pecho esas palabras. Las primeras semanas estaba permanentemente entre sus brazos, durmiendo sobre su cuerpo, acurrucándose en el auténtico refugio que eran sus brazos y Naruto muy gustoso lo complacía como tanto necesitaba. Sabía lo mucho que a Sasuke le gustaba que él lo tocara. Por eso nunca lo apartó e incluso él mismo se acercaba a él para abrazarlo desde la espalda cuando el azabache más sexy del mundo se distraía haciendo alguna cosa. Tenerlo de regreso era lo mejor del mundo.

Un año después su rutina estaba completamente restaurada y la pareja de cazadores compartía feliz el nido de amor que habían construido juntos en su cabaña perdida en el bosque.

-Hoy es el cumpleaños de Itachi. ¿No? -Naruto se había acercado a abrazarlo por la espalda mientras lo veía observar su fotografía con melancolía.

-Sí, estaba pensando que él habría sido un excelente tío. -Sasuke se apoyó en su pecho y apoyó sus brazos en los de su esposo.

-Sí, seguro que sí.

-Y mi mamá una abuela consentidora.

-Hahaha... Sí, a Mikoto le encantaba cuidar de todos nosotros.

-Y papá le habría enseñado a luchar apenas aprendiera a caminar.

-Hahaha eso es un poco peligroso...

-No tanto, yo aún sigo aquí.

-Eso fue bueno entonces-ttebayo...

-Sí pero yo no quiero eso para el nuestro. -Le dijo llevando las manos a su vientre para ver si su despistado esposo por fin pillaba las indirectas bien directas que le enviaba.

-¡No! -Gritó asustado Naruto.

-¡Sí! -Dijo Sasuke con una sonrisa.

Naruto lo giró en sus brazos y tomó su rostro entre sus manos.

-¿Estamos... Estamos embarazados?

-Estamos embarazados... -Le confirmó con una sonrisa enorme.

-¡Oh, por todos los dioses! ¡Gatito! -Lo abrazó con fuerza y lo hizo girar por la habitación completamente feliz.

-Hahahaha... -Sasuke sólo reía pletórico.

-¡No lo puedo creer! Pensé que no podíamos. -Le confesó cuando lo bajó al suelo.

-Sí, bueno. No es fácil pero yo sí puedo. Fue un don de mi protector.

-¡Oh, por el dios gato de fuego! -Naruto se había arrodillado frente a él y le levantó la camiseta observando su plano vientre que apenas si se abultaba un poquito y al que besó una y otra vez.- Hola hijo... -Le habló suavemente.

Sasuke le acarició los cabellos sintiéndose pleno. La vida les había quitado tanto, pero ahora tenían un futuro más grande por delante. Eran Naruto y Sasuke, y eso sonaba como que estaba destinado a suceder, sin embargo ambos se elegían sin dudarlo día con día. Amar de esta forma era algo que jamás creyeron poder hacer pero por el otro cualquier esfuerzo era poco.

Su mundo a menudo era cruel y hostil, sin embargo contaban el uno con el otro para proteger lo que más amaban.

La humanidad tenía a sus protectores, Sasuke tenía a Naruto y Naruto contaba con Sasuke. ¿Y Menma? Pues su hijo los tendría a ambos.

Fin.

● ∙ ∙ ∙ 🌞🌛∙ ∙ ∙ ●

Hola, gracias por leer hasta acá.

Cuando la maravillosa de tapitapimq (de Instagram) me sugirió participar yo ya le advertí que el terror no era lo mío, pero ambas decidimos juntas participar y aunque no soy Stephen King (ni quiero serlo) me siento bastante satisfecha de mi fluff especial de Halloween.

Sí, tengo bastantes falencias en este tipo de cosas pero exprimí mis neuronas lo más que pude para traerles algo emocionante e interesante. No sé si lo logré pero mi objetivo al escribir es divertirme lo más que pueda en el proceso y sí que me divertí aquí con mis puerkadas.

Bueno. No tengo más que agregar. Gracias por pasarse por aquí.

Gracias bell@ amig@ unicort366 por hacerme participar. Bello tu arte. ¡Gracias por todo!

Continue Reading

You'll Also Like

414 71 12
Tlaolli: Maíz en grano. El México del siglo XIX, la vida cotidiana de un mexicano y del otro lado del mundo, la vida cotidiana de un eslavo. El encue...
33K 1.4K 28
bueno esta historia se centra cuando sasuke tiene 17 años y naruto 16,trata sobre sasuke que esta obsesionado con Naruto y lo secuestra intentando en...
61.4K 6.6K 41
Yuuichirou Ichinose: 19 años. Casta: Omega Mikaela Shindou Tepes: 20 años. Casta: Alfa puro de clase alta A Yuuichirou siendo un omega siempre había...
8.5K 760 18
En una fiesta donde Aonung y su amigo, Rotxo, se emborrachan como nunca. Aonung le pide a Rotxo el número de una chica linda y Rotxo le pasa el númer...