ibiza ; albocío

breakofgay द्वारा

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Alba, una madre soltera, huye a la isla de Ibiza a la vez que Rocío va con su familia de vacaciones. Ambas co... अधिक

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Epílogo

Capítulo 7

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breakofgay द्वारा

Pasan tres semanas en las que a Alba no le ocurre ninguna desgracia. Al menos, el Consejo no la pilla y eso ya es mucho decir. Aitana consigue dejar el tete con mucha menos dificultad de la que esperaba. Empieza a ir al colegio y, esfumando de un plumazo los miedos de su madre, llega a casa contando mil aventuras que vive con sus compañeros.

La bruja de agua comenzará a trabajar en el instituto a la mañana siguiente. Los lunes tendrá dos clases, ambas de primero de la ESO. Espera que, por ser los alumnos más pequeños, tengan un respeto que se va perdiendo con la edad.

Los días de Rocío, sin embargo, son muy ajetreados. La primera semana transcurre redactando las condiciones del divorcio. Las pocas veces que se pone en contacto con Miguel, este accede a todo lo que ella propone: separación de bienes, custodia compartida (en la que la niña estará con su padre de viernes a domingo), manutención para su hija...

Gracias a esto, todo se resuelve en un juicio rápido y su vida sigue como puede. El problema es que no solamente lleva su propio caso y ponerse al día en el trabajo le agota más de lo que pensaba física y mentalmente.

A pesar de esto, intenta prestarle más atención a Nerea, jugar un ratito con ella cada día y, sobre todo, reeducarla sin gritos ni palabrotas. En un par de semanas es imposible hacerlo del todo, pero considera que está haciendo grandes progresos. El ambiente en casa se ha relajado. Ya no existe esa tensión que convivía con ella y con Miguel.

Nerea empieza las clases el mismo día que Aitana. Ya acostumbrada a ese ambiente, no le cuesta nada adaptarse a la rutina. Rocío habla casi todos los días con Alba y sabe que a Aitana también le va bien.

Es con la pelirrosa con quien se está mensajeando cuando suena el timbre. Deja el móvil en el sofá y camina hacia la puerta. Cuando la abre, intenta sonreír sabiendo que es su hija la que está al otro lado, pero se queda en un intento.

Nerea agarra la mano de su padre, pero su aspecto deja mucho que desear. Sigue vestida exactamente igual que cuando Miguel se la llevó hace dos días. Incluso los moñitos que Rocío le hizo siguen en su cabeza, aunque la mayoría de la melena rubia ya está suelta.

-Hola, cariño.- Dice intentando que la niña no note su enfado.

-Hola, mami.- Responde soltándose de Miguel para agarrarse a las piernas de su madre.

-Bueno, aquí te la dejo.- Suelta él sin más. Deja caer la bolsa de viaje de Nerea en el suelo y se gira dispuesto a irse.

-¡Espera!- Lo frena Rocío.- Nere, ¿vas al salón a recoger los juguetes que has llevado?- La pequeña asiente y se va corriendo con su mochilita a la espalda.- ¿A ti te parece normal cómo la traes?- Espeta en voz baja, pero con el ceño fruncido.

-¿Cómo la traigo?- Deja escapar una risotada que a Rocío le hierve la sangre.

-Miguel, no la has bañado. Ni siquiera le has cambiado de ropa, ni la has peinado, por Dios. ¿A ti te parece normal cuidar así a una cría de tres años?

-Ay, he estado muy ocupado, Rocío.

-Miguel, no me jodas. Me la pela si tienes que hacer cosas o no. Es tu hija. No puedes tratarla como a un perro.

-Que sí, que sí.- Es tal su nivel de pasotismo que la rubia no puede contenerse más.

-No vengas el viernes a por ella. Voy a pedir la custodia completa. Aunque, bueno, no creo que te importe mucho.- La sonrisa victoriosa de su exmarido la altera más, si cabe.

-Me has quitado un peso de encima, la verdad.

-Largo de aquí.- Miguel asiente y da media vuelta aún con la sonrisa plasmada en la cara.

Rocío aprieta la mandíbula con tanta fuerza que piensa que puede llegar a partirse un diente. Frunce el ceño concentrándose en un punto determinado del suelo y las aletas de su nariz se hinchan justo cuando una raíz sale a la superficie. Miguel, distraído como camina, no se fija en la nueva protuberancia y cae al suelo sin poder evitarlo.

-¡Joder!- Desde su lugar, la bruja escucha cómo chasquea la lengua. El hombre se levanta sacudiéndose el pantalón y, al ver qué es lo que le ha hecho tropezar, mira a su exmujer con rabia.- Eres una infantil, Rocío.

-¡Y tú un puto impresentable!- Grita esta antes de cerrar con un portazo. Al darse la vuelta, se encuentra con una Nerea que mira la escena en silencio, ya acostumbrada a las discusiones de sus padres.

-¿Po qué se va papá?- La pregunta de los dos anteriores domingos.

-Porque papá ya no vive aquí, cariño.- Le repite una vez más.

-¿Y po qué?

-Nere,- Corta sus interminables dudas.- ¿qué te parecería que a partir de ahora nos quedáramos tú y yo juntas también los fines de semana?- Sabe que no va a entender la situación, pero no le importa. Necesita escuchar de su boca que está haciendo lo correcto.

-¡Ben! ¿Vamo a jubá?

-Sí. Hoy ya no, pero tú y yo vamos a jugar todos los días.- Dice exagerando el "todos". Nerea sonríe ampliamente y se tira al cuello de Rocío. Esta responde al abrazo con gusto, pero le invaden unas ganas de llorar increíbles.- Venga, anda. Vamos a darnos un baño. Vete quitándote la ropa.

-Vale, mami.- En cuanto Nerea se va dirección al cuarto de baño, Rocío vuelve al salón a por su móvil. Ve los dos mensajes que le ha dejado en leído a Alba y decide responderle por mensaje de voz para acabar antes.

-Alba, siento no haberte contestado antes. Es que ha venido Miguel con la niña y...- Resopla mientras camina hacia el baño.- Cuando la acueste te llamo y te cuento. Pero bueno, que no tengas miedo por lo de mañana, que seguro que te va genial.- Lo envía y posa el móvil en el taquillón que está en mitad del pasillo. Se para unos segundos y se lleva la manos a la cara.- Hijo de puta...- Susurra apretando los dientes. Se frota los ojos para evitar que se le escape alguna lágrima. No puede permitirse llorar. No ahora, no delante de Nerea.

Da los últimos pasos hasta el baño y se encuentra a su hija forcejeando con el vestido. Sin poder controlarlo, se le escapa una carcajada que hace que la pequeña rubia mire hacia ella.

-Mami, no pedo.

-Ya veo, ya.- Se agacha frente a ella y le saca la prenda por la cabeza.- Sigue tú, mi amor.- Nerea obedece. Rocío aprovecha para poner el tapón en la bañera y abrir el agua caliente mezclándola con un poco de la fría. Cuando se llena lo suficiente, coge a su hija y la mete dentro.- ¿Está caliente?

-No.

-¿Y fría?

-No.

Ante el visto bueno, la bruja procede a mojarle el pelo sin miedo. La enjabona hasta tres veces para quitarle toda la suciedad que pueda tener de esos dos días. Cuando le está aclarando el pelo por última vez, Nerea se pronuncia después de haberse pasado todo el baño en silencio.

-Mami, teno hambe.

-Pero, ¿papá no te dio de cenar?- La niña la mira y niega con la cabeza. A Rocío se le cae el mundo a los pies. ¿Con qué clase de persona ha estado casada?- ¿Y de merendar?

-Sí.- Suspira aliviada, aunque no por mucho tiempo.

-¿Y qué te dio?

-Etas.- Al escucharla, piensa en el día que conocieron a Alba y Aitana. Su cabeza lleva bastantes días en Ibiza y, aunque le asusta sentir cosas de adolescente, no le desagrada. Pronto deja de pensar en la alicantina, al caer en una cosa.

-¿No te dio fruta primero? ¿O un bocadillo?

-No.- La bruja aprieta la esponja con rabia y la deja en su sitio con fuerza. Nerea mira hacia su madre con miedo, pensando que ha hecho algo mal y que ahora viene la regañina.

-Vale. Vamos a salir y te doy la cena.- Se levanta del suelo y coge la toalla de la pequeña.- Ven.

-¿Tas efadada?- Rocío relaja sus facciones al instante y se apresura a negar.

-No, mi amor. Claro que no.- Ya sabiendo que no hay peligro, la pequeña sale de la bañera y se enrolla en la toalla.- Te estás portando muy bien últimamente.- Apremia antes de levantarse cogiendo a Nerea en brazos para llevarla a su habitación.- Te mereces un premio.

-Sí, un pemio.- Corrobora la niña.

-¿Y qué quieres?- La sienta en su cama antes de ir a buscar su pañal de dormir y su pijama.

-Una siena.

-¿Otra sirena más? ¡Si ya tienes dos!- Se gira ya con todo en la mano y, al mirarla, comprende que no le puede negar nada a esa carita de niña buena.- Está bien, una sirena.

Una vez Nerea está vestida, Rocío la lleva al baño para secarle el pelo. La bebé protesta, como es de esperar, y no para de repetir que tiene hambre. Sin embargo, la bruja no cede y no para hasta que el secador le ha quitado la mayor parte de la humedad.

Van juntas a la cocina. Los pasitos de Nerea resuenan detrás de los de su madre. A esta le da tanta ternura el sonido, que no puede evitar alegrarse de que ahora vayan a pasar aún más tiempo juntas. Deshacerse de Miguel les va a venir mejor de lo que se imaginaba en un primer momento.

-A ver, ¿qué quieres cenar? ¿Huevo con patatas, ensaladilla o guisantes?- A la niña se le abren los ojos al oír esto último.

-¡Isantes!- Rocío ríe y saca la olla de la nevera.

-Si ya lo sabía yo...- Echa la cantidad justa en un plato y lo mete al microondas.-¿Y de beber?

-Mumo.- La bruja coge un brick pequeño y lo pone en la mesa.

-No te lo bebas todo ahora, que no hay más, ¿eh?- Ante esas palabras, Nerea posa el zumo donde estaba y se cruza de brazos. Rocío vuelve a sonreír.

Ha estado tanto tiempo metida en su propia vida y sus problemas, que es ahora cuando se empieza a dar cuenta de lo bonita y graciosa que es su hija. Antes, rehuía el momento de estar a solas con ella teniendo que entretenerla. Ahora, busca esos ratos en los que ambas son tan felices.

El sonido del microondas la saca de sus pensamientos. Coge el plato y una cuchara y se lo pone delante a su hija.

-¿Te lo doy o lo comes tú sola?

-Io sola.- Prepárate para limpiar el suelo lleno de guisantes, piensa Rocío.

En cuanto Nerea mete la primera cucharada en su boca, el móvil de su madre suena en el pasillo. Confundida, la adulta camina hacia allí y lo coge. Se asusta aún más cuando ve su cara en la pantalla, pero entonces mira el nombre de la persona que llama y descuelga al instante.

-¡Hola!- Saluda alegre volviendo a entrar en la cocina. Al otro lado se encuentra Aitana, claramente sujetando el móvil de Alba, y esta detrás suya haciéndole la segunda de las dos trenzas de raíz que adornan su pelo.- ¡Mira, Nere! ¡Es Aitana!- Posa el móvil en la mesa frente a ella, apoyándolo en el servilletero.

-¡Tana!- Exclama haciendo que un par de guisantes se caigan de su boca. Rocío cierra los ojos intentando armarse de paciencia y los recoge para tirarlos a la basura. Coge una silla y se sienta al lado de su hija para poder ver bien la pantalla.

-Pero bueno, Aitana, qué guapa te está dejando mami, ¿eh?- La morena se echa hacia atrás, consiguiendo que Alba resople, y pasa la lengua por el interior de su boca, un claro signo de la vergüenza que le da que le digan esas cosas.

-Aitana, por favor te lo pido, estate quieta.

-Hola a ti también, ¿eh?

-Hola, Ro.- Se echa hacia un lado para salir en la pantalla y sonríe hacia la rubia. Pronto, frunce el ceño.- ¿Qué hace Nerea cenando tan tarde?- Rocío aprieta la mandíbula y niega con la cabeza, dando a entender que no quiere contarlo ahora.

-¿Tienes ganas de ir mañana al cole, Aitana?- La niña asiente con rapidez, lo que hace que Alba chasquee la lengua. Rocío se ríe y le presta atención a su pequeña. Esta mastica despacio sin quitarle ojo a la pantalla. Para su sorpresa, no está manchando tanto como se esperaba.

-¿Y Nereíta qué tal en el cole?- Devuelve la pregunta la pelirrosa.

-Ben.- Contesta antes de seguir comiendo.

-Veo que sigue igual.- Comenta volviendo a asomarse por detrás de la cabeza de su hija. La rubia sonríe al ver esa faceta infantil y, a la vez, de madre perfecta.

-Si puede contestar con monosílabos lo hace, pero a veces cuenta más cositas. Dile a Alba qué haces en el cole, mi vida.

-Jubo.

-Juego.- Corrige.

-Juebo. Y pinto y ecribo.

-¿Ah, sí?- Se sorprende la pelirrosa, pues Aitana aún ni ha aprendido a coger bien el lápiz.

-Sí.- A su lado, Rocío niega con la cabeza y le tapa los oídos a la niña.

-Garabatea y se cree que escribe.- Susurra. Aparta sus manos justo cuando la carcajada de Alba se oye a través de la pantalla. Su sonrisa se amplía. Le encanta hacerla reír y, desde que se conocen, ya han sido varias las veces que lo ha conseguido.

-Bueno, Aitanita.- Dice la bruja de agua.- Ya están las trencitas hechas. Despídete, que nos vamos a dormir.

-¡No!

-Sí, que es muy tarde.

-¿Y Neea?

-Nerea se va ahora cuando termine de cenar. ¿A que sí?

-Sí,- Contesta Rocío por ella.- que mañana hay que madrugar.

-¿Ves? Venga, di adiós.

-Aio...- Se despide moviendo la manita.

-¡Aio Tana!

-¿Me llamas cuando acuestes a Nerea?- Pregunta Alba preocupada, tanto por el audio que le envió como por la negación a contestarle antes. Rocío asiente y, entonces, la pelirrosa corta la llamada.

-Mami... No quero dormir, quero uga...- Alba la baja al suelo y se levanta de la silla para ir a su cuarto.

-Hoy ya es muy tarde, mi amor.- La niña se coloca a su lado y la mira mientras intenta caminar a su ritmo.

-Pero no teno sueñio...- La pelirrosa sonríe ante su forma de hablar y la coge en brazos antes de encender la luz.

-Te canto una canción para que te entre, ¿vale?- Aunque la acuesta en la cama, Aitana no tarda en incorporarse negando.

-Yo quero uga...

-Mira, vamos a hacer una cosa.- La vuelve a tumbar y le acaricia la cara.- Mañana me hago las trenzas yo también y, por la tarde, antes de ducharnos, jugamos a los leones.- La niña asiente, cogiendo su mantita y llevándosela a la cara.

-Vale... ¿Me cantas?

-Claro, mi vida.- Accede, sabiendo que los ojos ya se le están cerrando antes incluso de empezar con la canción.- Un barquito de cáscara de nuez...

Diez minutos más tarde, sale de la habitación dejando a Aitana completamente KO. Si ya sabía ella que con el partido de fútbol que jugaron en el parque no podían quedarle muchas energías. Se tira en el sofá y desbloquea su móvil. Tiene un audio de Rocío enviado hace solo dos minutos.

-Ya la he metido en la cama y ella se duerme sola. Pero dame cinco minutos que me voy a quitar las lentillas y ponerme el pijama.- Alba espera pacientemente a recibir un nuevo mensaje que le confirme que la rubia está lista. Cuando lo hace, toma el ejemplo de su hija y solicita una videollamada.

Sonríe nada más la bruja de madera aparece al otro lado de la pantalla. En estas semanas, siempre le ha pasado lo mismo cada vez que la ve.

-Qué mona estás con gafas.- Rocío esboza una sonrisa que no le llega a los ojos y Alba sabe que es la hora de abordar el tema.- ¿Qué pasó?- La rubia suspira antes de contestar.

-Voy a pedir la custodia completa. Me ha traído a la niña con la misma ropa con la que se la llevó.- La pelirrosa frunce el ceño sin comprender del todo la situación.

-Pero a lo mejor es porque se manchó los otros conjuntos que llevaba.- Rocío se ríe irónicamente y niega con la cabeza mirando hacia arriba.

-Qué va...- Vuelve a bajar su vista a la pantalla.- Hasta llevaba las mismas coletitas que le hice el viernes. La bolsa de viaje estaba intacta.

-No me jodas...- Susurra.- O sea, que no se ocupó de ella en todo el finde.- La otra asiente.

-Que me la ha traído sin cenar, Alba. Y de merienda le ha dado galletas, joder.

-Madre mía... Este tío es gilipollas.- La rubia asiente.

-Pero, escucha. Lo peor de todo fue que cuando le dije que no viniera a por ella, me dijo que le había quitado un peso de encima.

-Una polla.- Suelta incrédula.

-Con lo que piensa él.- Ambas se ríen, pero realmente no les hace ninguna gracia la situación. Y mucho menos a Rocío, que siente cómo en mitad de la risa sus ojos se encharcan.- No puedo más, Alba.- Sorbe por la nariz y a la pelirrosa se le borra la sonrisa de golpe.

-Ro...- Acaricia con su pulgar la pantalla, sintiéndose impotente.- No llores...- La rubia mira hacia arriba e intenta controlarse, pero no tiene éxito. Con Alba siempre le es fácil dar rienda suelta a lo que siente.- Se va a acabar todo ya. Vas a tener a Nerea tú sola y, con suerte, no tendrás que verle la cara al estúpido ese.

-Pero es que no voy a poder ocuparme de todo yo sola. La casa, la niña, el trabajo... No voy a tener tiempo.- Alba esboza una sonrisa.

-Claro que sí, tonta. Mírame a mí, que encima estoy perseguida por el Consejo.

-Pf, es que estoy yo aquí contándote mis mierdas y tú estás en una situación horrible.

-Vaya, gracias.- Ironiza la pelirrosa sonriendo aún más.

-¿Ves?- Chasquea la lengua.- No paro de cagarla.

-Rocío, era una broma. Que tus problemas sean diferentes a los míos no los hace menos importantes. Yo estoy en una buena racha, no me han encontrado.- En sus ojos, la rubia puede ver el miedo, porque la oración no está acabada: no la han encontrado... todavía.

-Ten mucho cuidado, por favor.- Se da cuenta entonces, al mirar el cuadradito pequeño, que el mismo miedo está encerrado en los suyos.

-Sabes que lo tengo.- Rocío asiente.

-Pero mañana, en el instituto...

-He sabido ocultarlo en los tres colegios que he estado. Sé controlarlo.- Asegura.

-Tus poderes son más fuertes ahí.

-Puedo con ello, de verdad.

-Está bien.- Esa vez es Rocío la que acaricia la pantalla deseando hacerlo con la otra bruja.

Ojalá no lo estuviéramos hablando a través de una pantalla, piensa. Ojalá estar hablándolo en persona, donde no me atrevería a acariciarte así.

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