PARANOIA

By melmelanie21

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Jean Leblanc al fin cumplió su sueño, trabajar en el prestigioso hospital psiquiátrico Source. Nunca imaginó... More

Comentarios del autor
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6

Capítulo 7

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By melmelanie21



15 de abril de 1914.

La puerta se abre, una enfermera entra a la habitación con un frasco de medicinas y un vaso de agua. Eran las ocho de la mañana y Joanne aún no despertaba, se veía como niña en pleno sueño de media noche.

Irritada la enfermera coloco las medicinas junto al vaso de agua en la mesa de noche. Vio como Joanne dormía en una posición incómoda, su cabeza se inclinaba a la izquierda sin usar la almohada que se encontraba tirada en el piso, tenía un mechón de cabello dentro la boca abierta y sus brazos doblados bajo su cuerpo, que a simple vista se veía molesto. Tocándole el hombro la sacudió con fuerza despertándola.

Joanne despertó sobresaltada, cuando vio a la enfermera comenzó a sentir pánico, se reprendió a si misma por no despertar con el sonido de la puerta abierta, alguien podría lastimarle mientras dormía a gusto.

El que la enfermera tuviera una expresión molesta, no ayudo a calmar sus temores, la quería fuera de su cuarto, no le gustaba cuando alguien invadía la intimidad de sus aposentos. Su habitación era el único lugar donde podía sentir algo de seguridad, su zona segura.

Corre, es peligrosa, te lastimará.

Tratando de protegerse agarro con fuerza el cobertor blanco de su cama y se cubrió por completo con él. Esperaba que la enfermera entendiera el mensaje y se retirara. Cuando ingresó al Source el Dr. Bonnaire le prometió, hace años, que nadie entraría a su cuarto sin su permiso, él dijo que ninguna persona accedería a su habitación a cambio de que no se encerrara en sus aposentos y tratara de convivir con los demás. Disgustada por ser chantajeada pensó en negarse, en ese momento, pero al final acepto, prefería unas horas de falsa seguridad a que estar en constante alerta, temía que esa promesa solo fueran palabras vacías, pero Bonnaire le sorprendió cumpliendo su palabra todos estos años y ella trató de cumplir su parte lo mejor posible aún en contra de sus miedos.

Joanne sabía que debía tratar de ser complaciente con los doctores, no quería provocarlos y que por su enfermedad la trataran mal, por desgracia era algo que ella no podía controlar, pero poco a poco logró pasear por el Source sin estar en constante pánico.

Cuando comenzó a hablar con Yannick, Bonnaire se puso muy feliz porque al fin lograba socializar con alguien, nunca había visto a su doctor tan orgulloso de sí mismo.

Joanne solo quería que Pierre viniera a sacarle de ese lugar, quería ir a casa, cada día veía por la ventana la entrada del Source esperando su llegada, los días se convirtieron en años, pero su esperanza no murió, ella seguía observando en la ventana cada mañana antes de ir al comedor. Cuando todo el mundo se encontraba desayunando ella aprovechaba abriendo la puerta de su habitación, disfrutando que la zona femenina se encontraba vacía. A veces cantaba las canciones del show de ballet al que fue junto a Pierre hace mucho tiempo, esos recuerdos siempre los atesoraría.

Hace tiempo, talvez hace una luna, no estaba segura, el doctor de Yannick entró a su cuarto y ella pensó que era un amigo de Pierre, que venía a sacarla del psiquiátrico. Lo confundió porque su ropa era elegante, no llevaba bata blanca y a diferencia de los otros médicos del Source, él era muy joven, pero su esperanza murió al confesarle que era el nuevo doctor, en ese momento sintió dolor, pensó que por fin su hermano venia por ella, pero todo era un mal entendido de su parte, resentida fue cortante con él, aun sin este merecerlo. Después de conocer mejor al doctor Leblanc, se sintió mal por tratarlo mal en su primer encuentro, él parecía una persona honesta y ella pensó en disculparse en el futuro, aun no se sentía lista, pero se prometió a si misma hacerlo un día.

La enfermera carraspeó interrumpiendo sus pensamientos, Joanne maldijo en lo bajo, aún no se iba — Joanne, descubre tu cara y siéntate que debes tomar tus medicinas.

Aún tapada con el cobertizo respondió — Vete, no sé por qué estás aquí si todos los días las enfermeras me dan mis medicinas en la sala de estar, no entran a mi habitación, el doctor Bonnaire prohibió que invadieran mi espacio.

— El doctor Bonnaire es quien ordenó que te diera las medicinas en tu cuanto— dijo sorprendiéndole, sabia un día que Bonnaire la traicionaría—. Descubrimos que no tomas las pastillas, Joanne, al no tomar tus medicamentos te lastimas a ti misma, el doctor ordenó que me asegure que tragaste tus pastillas, por desgracia tendrás que soportar mi presencia cada día.

"¿Cómo se enteraron?" pensó, hace dos semanas logró engañar a las enfermeras fingiendo tragar sus pastillas, pero las ocultaba bajo su lengua y después corría al baño a tirarlas en el inodoro. Talvez algún paciente la descubrió en pleno acto y este aviso a Bonnaire.

Enojada saco el edredón de su rostro sentándose en su cama, la enfermera que parecía de treinta años le acercó dos pastillas y un vaso de agua, disgustada puso las pastillas en su boca y con la ayuda del agua se las tragó.

No convencida la enfermera agarró su mandíbula — Abre la boca —obedeció y cuando estuvo a punto de cerrar la boca la enfermera protesto —. Tsk, levanta la lengua niña — rendirá acató la orden.

Contenta soltó su mandíbula con brusquedad — Que bueno que entendiste a la primera y no resististe, levántate que ya son más de las ocho, él doctor Bonnaire esta disgustado, te está esperando en la oficina. Estas en problemas Joanne y tu cara bonita no te salvara esta vez, deja de mirarme con rabia, si tienes alguna queja habla con él, niña.

"¿Qué le pasa a esta mujer? ¿Por qué la trata de forma grosera? ¿Cuál es su problema?" pensó.

Te lo dijimos

No nos hiciste caso, estas son las consecuencias.

Es mala, es mala, huye.

— ¿Quién eres enfermera? —preguntó Joanne disfrazando su dudas y temores con furia exitosamente.

— Trabajo aquí hace tres años y ni sabes quién soy, eres terrible niña, apuesto que solo sabes el nombre del doctor Bonnaire, deja de ser maleducada, aprende mi nombre, soy Celine.

Joanne quedó en silencio, Celine la veía con desprecio, quería mostrarse valiente pero la realidad era que estaba asustada, no quería darle la satisfacción de regocijarse en su miedo, así que puso la cara sin emociones, mostrándose indiferente.

Celine viendo que era ignorada suspiro irritada, la niña ni siquiera se atrevía a hacer contacto visual, a pesar de sus protestas la niña se mantenía imperturbable, como si ella no estuviera a su lado, indignada por tal comportamiento, se marchó llevando consigo el vaso.

Aun conmocionada por lo que acababa de pasar, se levantó de la cama, se quitó el camisón rosa cambiándolo por el vestido blanco reglamentario del hospital, paso las manos por su cabello arreglándolo un poco y por primera vez desde su llegada, olvidó su rutina matutina de mirar por la ventana esperando la llegada de su hermano. Debía reunirse con Bonnaire, no quería hacerlo esperar más de lo necesario, Bonnaire era un hombre serio y estrictamente profesional, nunca le grito o dijo algo ofensivo en su presencia, pero tenía un aura peligrosa, Joanne mentiría si dijera que no tenía miedo, nerviosa salió de su cuarto y se dirigió a la oficina.

Disgustado no era suficiente para describir como se veía Bonnaire, estaba enfurecido, Joanne podía asegurar que sus ojos eran de color rojo, irradiando fuego, como los de un demonio. Asustada agarró con fuerza su vestido y el sofá en el que se sentaba, Joanne no sabía que decir, solo se mantuvo en silencio, no queriendo que una palabra suya aumentara su furia.

El silencio se prolongó incomodándole, no sabía si le convenía que Bonnaire hablara o que el silencio se prolongara.

— ¿Por qué dejaste de tomar tus medicinas? ¿Sabes lo peligroso que es el dejar de tomar tus pastillas? —dijo Bonnaire con la voz calmada en contraste de su expresión furiosa, que, en lugar de relajarle, la asustó más, temerosa permaneció callada, de vez en cuando evadió mirarlo, demostrando su nerviosismo —. ¿No dirás nada? ¿Evadirás el tema como si no importara?

— Lo siento— respondió evitando el contacto visual, no se encontraba arrepentía de sus actos, pero sabía que no debía luchar, el pelear solo la perjudicaría, no quería provocar algo que no podría controlar.

— ¿Por qué dejaste de tomar tus medicamentos? Te conviene el no ignorarme Joanne, estas caminando sobre hielo delgado— El volumen de su voz se mantuvo tranquilo, hasta se podría decir que un poco dulce, pero Joanne sabía que no debía confiarse, de hecho, la forma de su habla la intimido más que lo haría un grito. Su doctor era bueno manipulando las emociones, aunque su acto no funcionó en ella, con el tiempo aprendió a identificar si fingía la emoción.

Sin opción de escapar, pensó rápido en una respuesta — Quería llamar la atención de Pierre, hace años que no lo veo y pensé que, si enfermaba de gravedad, él vendría por mí — respondió apenada. Era cierto que deseaba ver a su hermano y pensó que, si le causaba culpa por su estado de salud, él se dignaría a verla, pero esa no era la razón principal, esta no era la primera vez que dejaba de tomar las medicinas, cada año de vez en cuando dejaba de consumirlas, por un corto tiempo, porque quería disminuir su dependencia y así poder escapar. Sabía que si huía estaría sola, no encontraría medicamentos y su enfermedad la afectaría en la ciudad. No podía negar que la idea de huir le atemorizaba, por eso cada día espera en la ventana por la llegada de su hermano, ella sabía que algún día vendría, se lo prometió al dejarla en ese lugar y Pierre no rompía sus promesas, aunque se tarde años. No sabía porque al menos no la visitaba, ese comportamiento era inusual al hermano de sus recuerdos, así que decidió, si él no iba a visitarla, ella seria quien iría a su encuentro.

Bonnaire suspiro irritado, con calma agravó la voz, causando un escalofrió en ella — Ya pasaron ocho años desde tu ingreso, tu hermano no vendrá por ti, deja de martirizarte Joanne, estas esperando algo que nunca sucederá. Deja de sabotear el tratamiento solo logras lastimarte a ti misma, si sigues con esta actitud nunca saldrás, nunca te darán de alta.

— Nunca saldré de todos modos — murmuró en lo bajo, por su suerte Bonnaire no la escuchó.

— Cada día una enfermera cerciorará el consumo de las tabletas, no quiero escuchar una sola queja de desobediencia ¿entendiste?

Joanne asistió despacio, el que una enfermera la vigilara no le hacía gracia, pero ella no tenía voz ni voto, de hecho, nunca lo tuvo, nadie la escucha, nunca le dejaron tomar sus propias decisiones, ya no era sorpresa.

— Al ser tu primera falta grave, decidí ser generoso: Nuestro acuerdo en el que nadie entraría a tu cuarto, queda cancelado. Solo por el día de hoy no comerás, limpiaras las ventanas y el jardín con la ayuda del personal, a ver si así logras socializar con alguien que no sea Yannick, pero recuerda, la próxima vez no seré tan condescendiente — Joanne evito hacer contacto visual, pero sintió su mirada calcinante en cada palabra expresada—. ¿Alguna objeción?

Joanne guardo silencio mirando el suelo, si protestaba Bonnaire podría agravar su castigo. El no comer y limpiar el Source no las molestaba, eran sanciones que podría cumplir sin quejarse, pero el quitarle la privacidad y seguridad de su cuarto la destrozó.

— Bien, no me decepciones, puedes marchar.

Aguantando las ganas de llorar, se levantó del sillón acomodándose el vestido y salió rápido de la oficina, ya no soportaba el tenso ambiente.

Ya fuera comenzó a correr dirigiéndose al jardín, no le importo que los otros pacientes la vieran extrañados, ella siguió corriendo sin parar conteniendo las lágrimas, hasta llegar a su destino.

No quería la ayuda del personal al cumplir su castigo, no tenía nada en contra de esas personas que solo hacían su trabajo, pero el compartir espacio con desconocidos por largos periodos de tiempo le aterraba, era mejor no arriesgarse a tener un ataque.

Al llegar por suerte, no vio a nadie, se encontraba sola. Suspiró tratando de no dejar caer sus lágrimas, inhalo y exhaló lentamente como le enseño Bonnaire a calmar sus emociones.

El jardín era su lugar favorito del Source, al estar en contacto con las plantas, la tierra, el césped le recordaba a su hogar, si cerraba los ojos disfrutando del olor de las flores y el viento de la temporada se perdía en sus recuerdos. Extrañaba a sus padres, extraña su casa pequeña pintoresca.

Ya no tenía un lugar seguro, su habitación era donde podía bajar la guardia, donde podía estar tranquila y no estar en constataste estado de alerta, vigilando la puerta por si alguien entraba, ahora todo eso cambio y lo único que Joanne podía hacer era conformarse.

Conectó la manguera al grifo comenzando a regar las amapolas. Relajada cerró los ojos disfrutando del viento primaveral, encantada de como el aire acariciaba sus mejillas, ese roce le recordó a las caricias de su madre. No podía creer que pasó ocho años encerrada.

Escuchó pasos acercándose, asustada buscó el origen, descubriendo al doctor de Yannick dirigiéndose a su dirección. Joanne no sabía qué hacer, su primer pensamiento fue huir, esconderse tras los arbustos en forma de león, pero sabía que sería algo estúpido, no se puede ocultar de alguien a plena vista. Así que se armó de valor inhalando una gran cantidad de aire y con lentitud exhaló calmando un poco sus miedos.

El doctor Leblanc se paró a su lado observando su trabajo, Joanne incomoda desvió la mirada enfocándose en las amapolas.

— Así que este es tu castigo — declaró riéndose, su voz profunda le causo escalofríos, su reacción fue notada por Jean que al percatarse de su miedo calmo su voz —. Tranquila señorita Fortier, no voy a lastimarla, sé que no confía en mí, pero permítame con el tiempo demostrarle mi buena voluntad hacia usted y tal vez algún día seamos amigos.

Sus palabras lograron calmar su miedo, aún no confiaba en él, lo más probable es que nunca lo llegue a hacer, pero se dijo así misma que debía darle la oportunidad, Yannick le tenía apreció, cada vez que hablaban, él le contaba maravillas de su doctor, le dijo que era amable, lo veía como un hermano, en vez de un médico, tenían una relación cercana, pensando en Yannick decidió responder, sinceramente esperaba no arrepentirse en el futuro.

— Es uno de los castigos— respondió nerviosa, sorprendiendo a su acompañante, que la miraba con la boca abierta. Su expresión anonadada le hizo gracia, al parecer el doctor Leblanc esperaba ser ignorado —. ¿Cómo se enteró, si se puede saber?

— Por orden del doctor Bonnaire, la señorita Evans contó a todo el personal que dejaste de tomar tus medicinas — ¿Evans? Pensó Joanne, era probable que fuera la enfermera que la invadió su habitación, si era ella, su nombre completo era Celine Evans —. Dijo que te castigaron y me preocupé.

El que se interesara por su bienestar la conmovió. Yannick tenía razón, su doctor era amable, ojalá algún día, pueda llegar a confiar en él — Gracias por su preocupación Doctor Leblanc, usted es muy amable, pero no es necesario puede ver que estoy bien.

— Déjeme ayudarle, por favor y antes de que usted reclame, le aseguro que lo quiero hacer por gusto, no será una molestia, señorita — dijo recogiendo una manguera más larga al que ella usaba y la conectó a otro grifo — por favor, señorita Fortier, no me llame doctor Leblanc, puede llamarme Jean.

Su petición la sorprendió, no se conocían bien para ser tan informales — lo siento, pero doctor Leblanc está bien por ahora, no es correcto referirse a usted por su nombre — respondió con timidez.

— Esta bien, no te disculpes, voy muy rápido, perdón por incomodarte — corrigió, Joanne no estaba segura, pero podría decir que se veía decepcionado —. ¿Cuáles son tus otros castigos si se puede saber?

— No comer por hoy y ayudar en la limpieza por una semana — prefirió no contar la cancelación del acuerdo entre ella y Bonnaire. El doctor Leblanc era nuevo y a diferencia de los demás, es probable que él no supiera que antes nadie podía entrar a su habitación, si le dijera tendría que explicar detalles de su vida y a Joanne no le gusta hablar de sí misma.

— ¿No comer? — cuestionó horrorizado, para Jean era excesivo el prohibir alimento, aun siendo un castigo. Entendía que Joanne cometió un error, pero en su opinión, esta clase de castigo solo contribuía a la desconfianza, ya tan marcada que ella tenía hacia Bonnaire. ¿Cómo es que Bonnaire no pensó en ese detalle o no le importaba? —. ¿El no comer es un castigo común?

— Sí, depende si la falta que se cometió fue grave, a los más problemáticos se les prohíbe comer por tres días a excepción del agua — dijo sin inmutarse regando otra de las flores — Son pocas las ocasiones en que se castigó a alguien, esta es mi segunda vez, pero por suerte solo me reprendieron con un día sin comida.

El silencio se hizo presente, Jean estaba perdido en sus pensamientos, mientras Joanne disfruta de la calma del día, a diferencia de otras personas, apreciaba la serenidad que el silencio le otorgaba. Era sorprendente como no tenía miedo o nervios en la presencia de alguien que no fuera Yannick, talvez el tomar las medicinas era la causa de tal mejora, no podía decir que confiaba en él, pero al menos ya no sentía temor.

Así los minutos pasaron terminando de regar las flores — Termínanos señorita Fortier — dijo contentó emitiendo un sonido dramático —. Al fin

— Usted terminó, pero yo no doctor — replicó con humor —. Me falta sacar las enredaderas que afectan a las flores.

— ¿No debimos sacar las enredaderas antes de regar las plantas? — era cierto, Joanne se avergonzó por la pregunta, fue su error, ella actuó sin pensar, estaba tan perdida en sus emociones que actuó por instinto, dispuesta a disculparse por su estúpido error fue interrumpida — ¿Dónde está el jardinero? ¿No se supone que él es quien se encarga de las malas hierbas?

— Hace dos meses que ya no hay jardinero — Joanne recuerda al ex jardinero un hombre mayor al que nunca hablo o se acercó, no sabe cuál fue la causa de su partida, si fue despedido o si el mismo decidió irse, pero lo cierto es que estaba feliz por su partida, ahora podría estar en el jardín con frecuencia. Jean respondió con un sonido de entendimiento — Se debe sacar las enredaderas antes de regar, disculpe fue mi error, actué sin pensar.

— No te disculpes, por favor — tranquilizó — Puedo ver que te gusta cuidar de las plantas, ¿Cómo nació este pasatiempo?

Joanne guardó silencio, no quería decir nada de su pasado, si respondía su pregunta debería comentar algo de su vida y ella no se sentía capaz de compartir algo tan personal, Ignorándole se agacho frente a una amapola amarrilla y comenzó su trabajo sacando las enredaderas

— Perdón, no debí preguntar— Jean se reprendió por ser tan directo, sabía que debería ir con calma, pero la emoción lo venció

— Te ayudaré —replicó tratando de arreglar su error, pero Joanne continuó ignorándole y él le ayudo en silenció, impaciente pensó en algo que decir para calmar la tensión — Señorita Fortier, ¿usted no se peina?

Indignada Joanne lo miró — ¿cómo?

— No se ofenda, no es una pregunta maliciosa es simple curiosidad, en todas las ocasiones que la vi, siempre se encuentra despeinada, me hace gracia, aunque claro está, aun despeinada usted es hermosa —Joanne estaba avergonzada, la tensión quedo olvidada, el sonrojo en sus mejillas le pareció adorable a Jean y este quedo encantado con el intento de ocultar su vergüenza a través de una risa.

Joanne no se esperó esas palabras. Hace años que no se vio en un espejo, dejo de preocuparse en su apariencia. Que el doctor apreciara su belleza la apenó, al tratar de disimular su emoción, convirtió la risa falsa, en una real. Eran pocas las ocasiones que rio desde su llegada al Source —. Gracias por su halago, no me percate del estado de mi cabello, al despertar intento peinarlo con mis dedos y al no ser permitido los espejos, no puedo ver si hice un buen trabajo.

Jean rio con fuerza tocando el hombro de Joanne, pero ella no se percató del contactó, sorprendido por no recibir una reacción evasiva al tacto, enorgulleció. Logró que estuviera a gusto en su presencia, sin estar en constante estado de alerta y eso lo puso feliz, estaba progresando, Joanne poco a poco le aceptaba como amigo.

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