BICOLOR

By MVedle

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Tras ser internado durante dos años en un clínica especializada en transtornos alimentarios; Samuel Palacio... More

PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7

CAPÍTULO 5

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By MVedle

Sam

Los días han pasado desde que Beth me confesó sus sentimientos por Noah. Admito que existe una incómoda punzada en mi pecho cuando pienso en ello; aun así, me niego a sentir el mínimo brote de amor. Mis sentimientos se tornan confusos: es difícil distinguir entre un sentimiento real y uno producido por el TLP.

Gracias a Sara, descubrí la dependencia emocional y el miedo al abandono; ambos producidos por mi enfermedad. Mi mente comenzó a jugar conmigo, ha alterado mi realidad. Me cuesta creer que el amor tan inteso que sentí por Ale solo fue parte de mi transtorno mental. Ahora experimento una obsesión por recuperarle, renunciando a todo por salvar un amor que quizá... ya ni siquiera exista.

Pese a ello, no puedo dudar del amor que Beth aún guarda: cuando pone los ojos en él, adquiere una mirada suave y cálida, sus pupilas invaden el color verde y una inconsciente sonrisa se dibuja en sus labios. Me pregunto si yo me veo así cuando estoy enamorado. Por otro lado, él se dedica a poner una barrera; sobretodo en el contacto físico. Noah no duda en abrazar y juguetear con Ámbar, en cuanto a Beth, él mantiene distancia.

Mi día se torna azul cuando me entero que Noah no vendrá a clase. Comprendo que la ausencia del chico no solo es beneficiosa para mí, ahora sé que también lo es para ella. David está entusiasmado por el chico, al parecer, tuvo que asistir al momento más impotente de su vida. Se negó a contarnos más, y siendo sincero, no me interesa.

Nos reunimos bajo en mismo árbol de siempre. La idea de conseguir nuevos amigos no ha abandonado mi mente, no quiero acostumbrame a su compañía y después perderlos para siempre. Mi problema no radica en quedarme solo, en realidad, odio que las personas importantes en mi vida se alejen de mí. Nuestra amistad aún no es sólida, por lo que, cortar la comunicación no me afectaría de manera significativa.

Mientras David come un sandwich de pavo, Beth hace su mayor esfuerzo por convencer a Ámbar de pintar sus labios de color rojo —todos los días la pelirroja suele usar ese color en los labios, es su sello personal—, a pesar de sus incontables intentos, ella se resiste; ocasionando que Beth pinte la mejilla de la chica.

—¡No! —Ámbar pasa rápidamente la mano sobre su mejilla, trasfiriendo el color a la punta de su dedo medio; lo observa aterrada— ¿Esto se quita? ¡Te dije que el color es muy inteso!

Beth ríe con nerviosismo. No puedo evitar soltar una risita discreta.

—Sí lo hubieras hecho más fácil, esto no pasaría —responde Beth; toma su rosto con una mano, acariciando su mejilla con el pulgar—. Debes dejar de tenerle miedo al maquillaje, eres una estrella de rock.

El rostro de Ámbar se relaja, mostrando una media sonrisa.

—Para ti es más fácil, puedes usar cualquier cosa y sigues luciendo divina —dice con tristeza en su voz. Baja la mirada al labial que Beth sostiene en su mano—. Estoy segura que yo sería igual que un payaso.

La chica dulce que conocí, se convirtió en alguien frágil frente a mis ojos. Es como verme a través de ella, conozco a la perfección las inseguridades y la constante manía de compararte con alguien más.

—Ámbar, ven aquí —interrumpo; cuando ella gira hacia mí, tomo su mentón con una mano, con la otra, limpio la pintura de su rostro con ayuda de una servilleta—. Luces muy linda tal y como estás. Aunque estoy seguro que el rojo te queda muy bien.

Esboza una amplia sonrisa. Cuida a las personas cómo te hubiese gustado que te cuidaran a ti, pienso.

—Gracias, Samu —sus mejillas se ruborizan.

Cuando mis ojos se encuentran con los de Beth, sus labios pronuncian un «Gracias», sin emitir sonido.

—Mañana deberías usar ese labial, te daría ese toque de rockstar —añade David, formado una señal de rock (levanta sus dedos meñique e índice).

—¿Eso crees? —pregunta, dirigiendo toda su atención al chico. Él asiente frenéticamente— ¡Cierto! Debes acompañarnos a nuestra presentación —se vuelve a mí.

—¿Su presentación? —cuestiono.

—Ámbar toca en una banda de rock, los sábados se presentan en un importante bar de la ciudad —explica David—, ¡Debes estar ahí! Son estupendos.

—Yo podría llevarte —dice Beth, agitando las pestañas, como una niña pidiendo un dulce.

—¡Eso es genial!, Por supuesto que estaré ahí —respondo, lanzando una mirada cómplice a la pelirroja— Jamás lo hubiera imaginado, ¿qué instrumento tocas?

—Soy bajista y... hago un par de coros para ayudar a Noah.

El nombre me retumba en los oídos.

—¿Noah? —pregunto; quería evitar sonar a la defensiva, pero tal parece que no lo logré.

—Si, él es el vocalista de la banda —responde Ámbar. Su preocupación me alerta, creí que ellos no se habían percatado de nuestra discreta guerra.

—Irás, ¿cierto? —cuestiona Beth, su voz tan fría que me eriza la piel.

Paso el resto del día y la mañana siguiente analizando si es una buena idea ir a ese bar. He realizado una lista de innumerables pros y solo un contra... Noah. ¿Es tan importante su opinión en mi vida? Por supuesto que no, sin embargo, detesto su empeño por dejarme en ridículo frente al grupo y, lo incómodo que me hace sentir al respecto. Todavía no consigo entender con exactitud cuál es su problema, mi único error ha sido no alejarme.

Es vergonzosa mi capacidad para tomar decisiones. Usualmente, evito las situaciones difíciles, esperando a que algo o alguien decida por mí. Me cuesta pensar en el futuro, y sobre todo, detesto ser el culpable de tomar la decisión que me lleve al color rojo.

Por la noche, Beth prepara una selección de música para el trayecto al bar "Rockin' Eve", el bar está inspirado en la música rock, específicamente, el rock viejo. Vamos escuchando el mismo género musical durante todo el camino: desde Soda Stereo, hasta Guns N' Roses. Incluso, puedo percibir como Fabián sacude la cabeza al ritmo de la música. Debe ser un fastidio para él acompañarme todo el tiempo, me alegra que pueda disfrutar un momento.

Cuando estamos a punto de llegar, recuerdo que no tomé mis pastillas durante la tarde. Si Lalo se entera, se volverá loco. No estoy seguro de las consecuencias que traerá no tomarlas por un día, me inquieta pensar que podría afectar mi comportamiento. Tomo un respiro, en un intento por no sobrepensar la situación y empeorar mi conducta. Además, viéndolo desde otra perspectiva, puedo tomar alcohol, ¿acaso no es la razón para venir a un bar?

Fabián estaciona el auto cerca del lugar, asegurando que estará ahí hasta irnos. Salimos del coche, para caminar hasta la puerta del bar. Nos quedamos callados durante unos segundos, mirando la fachada. Hay un enorme cartel neón con el nombre del lugar y un póster con los integrantes de la banda de Ámbar, se hacen llamar "Cromático".

¿Quieres uno? —pregunta Beth; me acerca su cajetilla de cigarros.

—Necesito uno —tomo uno de ellos, y Beth me ofrece un encendedor.

Estoy hecho un manojo de nervios, pero no sé si son de los buenos o de los malos. Cualquier cosa puede ocurrir en las horas siguientes.

—¿Estás bien? —me toma la mano y su calor corporal me tranquiliza un poco.

Asiento con la cabeza.

Damos una última calada a nuestros cigarros y entramos. Las luces me recuerdan a mi habitación, rojas y azules, la diferencia es que el azul es más oscuro e intenso. La música retumba las paredes y hace vibrar el suelo. Al adentrarnos más, veo un escenario al fondo, visualizo a Ámbar en él; me cuesta creer que no muera de nervios estando ahí arriba, ella es demasiado tímida en casi todo. Las mesas altas y circulares cubren el centro del bar, mientras que alredor hay bancos opuestos.

Beth se vuelve para decirme algo que lo logro entender, me toma de la mano y camina abriéndose paso entre la gente. Distingo a David en uno de los bancos opuestos de la esquina. Conforme nos acercamos, observo a Ámbar y a Noah sentados alrededor de la mesita del centro, pero un rostro nuevo se hace presente; estoy seguro que he visto a esa chica por los pasillos la preparatoria, imposible no recordar su estilo alternativo: ropa negra, botas altas, cabello oscuro que llega al mentón, acompañado por un flequillo recto por encima de las cejas.

Todos visten ropa negra o roja, me siento fuera de lugar usando una chaqueta de jean azul, mientras que los demás visiten chaquetas de cuero negro. Excepto Ámbar, quien lleva un vestido rojo; no puedo evitar sonreír cuando recuerdo mi comentario de la mañana anterior.

—¡Al fin llegan! —protesta David, haciéndonos un lugar en el sillón.

—Lo lamento, alguien se puso difícil —responde Beth, señalándome con la cabeza. Toma asiento junto a David, da palmaditas al sofá para indicame que me siente.

—Al final, no podía perderme la oportunidad de ver a Ámbar sobre el escenario —digo en voz alta, esperando que Noah me haya escuchado; tiene mala cara desde que llegamos.

Ella sonríe.

—Excelente decisión, ella se convierte en otra persona cuando pisa el escenario. Al igual que Noah. Es como ver a dos super estrellas —contesta David.

La chica del flequillo deposita un beso en la mejilla de Noah. Llevo mis ojos sobre Beth, ella agacha la cabeza y juega con el borde del cenicero, doy una última calada a mi cigarro y lo deposito en el recipiente para llamar su atención. Paso mi brazo sobre sus hombros y acaricio su brazo derecho. Ella me sonríe y yo lo hago de vuelta.

—Sam, ya que eres nuevo en todo esto, te suplico que no fumes aquí —reclama Noah desde el otro lado del asiento.

Vuelvo la cabeza y veo que el chico hace una mueca.

—No creí que les molestara —respondo firme.

—A ellos no, a mí sí —me espeta.

—Gracias por el dato, puedo mantenerme alejado de ti —le dedico una falsa sonrisa. Recibo un ligero rodillazo de Beth, como si quisiera gritar un «¡Ya basta!».

—Eres hermano de Regina, ¿cierto? —interrumpe su acompañante. Tuve que pensarlo dos veces antes de responder, me ha tomado por sorpresa—. Por cierto, soy Sol.

—Un gusto... Sol —extiendo mi mano para estrechar la suya—. Sí, Regina es mi hermana, ¿la conoces?

—Claro, ella es mi amiga y también está en mi clase. Me ha hablado mucho sobre ti —inclina su cabeza sobre el hombro de Noah—. Te había visto un par de veces por los pasillos, nunca imagine que fueras amigo de mi Noah.

Beth tose, como si se hubiese atragantado con algo. Doy paladitas sombre su espalda. Estoy igual o más sorprendido que ella. Catálogo a mi hermana como una niña, en cambio, Sol luce mucho mayor, incluso podría jurar que aparenta nuestra edad. Me cuesta imaginarlas siendo amigas.

—No sabía que tenías una hermana en el colegio —interviene David con sorpresa.

—Ella es dos años menor que yo, este también es su primer año.

—Nos encantaría conocerla —añade Ámbar.

Una botella de Vodka llega a la mesa. Beth hace un tipo de aullido y David le hace coro.

—¿Quieres? —me pregunta David, mientras llena un shot.

A eso venimos ¿cierto? —lamo mis labios y froto las palmas en espera del vaso.

David y Beth, sueltan una carcajada. Él sirve uno a todos, excepto a Noah. Nos hace esperar y contar hasta tres para tomarlo al mismo tiempo; lo bebemos hasta el fondo. Es la primera vez que tomo alcohol, siento como quema mi garganta y después mi estómago. Procuro disimular mi mueca, pero no obtengo éxito. Ahora sé que Noah se burla de mí: suelta una carcajada y niega con la cabeza.

La botella va bajando en cuestión de segundos, comienzo a sentirme mareado y, gracias a los lentos movimientos de Beth, sé que también lo está. Puedo asegurar que ha bebido cuatro shots más que yo. En beneficio para todos, David ha cerrado la botella, excusando que Ámbar debe permanecer sobria. Tanto ella como Noah, han subido al escenario para conectar cables y hacer pruebas de sonido. David tuvo razón cuando dijo que parecían unas super estrellas, el resto de los músicos lucen mayores, y sus atuendos de cuero negro con estoperoles les da el toque.

Beth y David, me dirigen a una pequeña terraza del bar. Por todas partes veo gente y humo. Hay un par de mesas, pero todos están de pie. La música es más tenue y la iluminación se reduce a diversas luces de navidad. Mis amigos toman un cigarro cada uno y me ofrecen la cajetilla.

—Aquí nadie nos molesta —David rompe el silencio, mientras enciende su cigarro—. Noah no soporta el olor del cigarro, tampoco le gusta tomar alcohol, así que, respetamos sus decisiones.

—Y nos ayuda a fumar menos, ¿Verdad? —añade Beth, lanzando una indirecta al chico—. El semestre pasado, él se terminó media cajetilla durante los exámenes —dice entre risas.

—¡Claro que no! Faltaron dos cigarros para terminar con la mitad —responde con indignación; lleva la mano sobre su pecho y abre la boca con sorpresa— ¿Qué hay ti, Sam? ¿Desde cuándo fumas?

Me avergüenza recordar el verdadero motivo. Ale es dos años mayor que yo, y el tema del tabaco era algo común en su preparatoria. Al igual que Beth, solía fumar en su pórtico, quizá en el mismo sitio. En un intento por llamar su atención y hacerle creer que encajaba en su grupo social, comencé a fumar. Recuerdo ahogarme con el humo las primeras veces, odiaba el sabor y mucho más el olor. Meses más tarde, no podía parar.

—Yo solía hacerlo antes de irme a Francia —respondo.

Nos acercamos al límite de la terraza para apreciar la vista de la ciudad. Puedo distinguir luces a lo lejos, el resto es vegetación. El viento corre fuerte en nuestra dirección, roza mis mejillas y alborota mis rizos; al fin puedo respirar el aire puro y la sensación de sentime libre me estremece el cuerpo. Por primera vez dejo de sentime como un bicho raro, y la esperanza de un nuevo comienzo inunda mi alma.

La música se detiene, y una ola de silbidos genera estruendo. La voz de un hombre anuncia:«Primera llamada para nuestro grupo favorito ¡Cromático!», los reproches se convierten en aplausos y gritos.

—¡No puede ser! Debo prestale mi labial a Ámbar, lo había olvidado —Beth se sobresalta. Lanza el cigarro y busca dentro de su bolsa.

—¿Al fin la convenciste? —pregunta David con gracia.

—Después de los tres shots de Vodka, me ha dejado maquillarla un poco. Se ve hermosa —levanta el labial sobre sus narices—, ¡Aquí está! La cereza del pastel.

—En ese caso, no habrá más Vodka para ella —David argumenta—. Hoy la llevaré a casa. Si su mamá detecta el mínimo alcohol, estoy muerto.

—En ese caso, debes ir a detenerla... yo lo intente, pero dijo que el tequila era solo para aclarar la voz —dice Beth, simulando comillas con los dedos.

David abre los ojos exageradamente y entra corriendo a buscarla. Suelto una carcajada. Es tierno lo mucho que se preocupa por la chica, es como si intentará protegerla en todo momento. Ahora conozco un poco más de ella: sé que es insegura, su autoestima se basa en sus logros académicos y, tiene miedo de experimentar cosas nuevas. Sus padres se han escargado de mantenerla en una burbuja, evitando que ella conozca el mundo exterior.

—Solo él la puede convencer —Beth musita— ¿Vienes? —señala la puerta para ingresar al bar.

Observo lo que resta de mi cigarro.

—Creo que lo terminaré —agito el tabaco—, te veo en un minuto —le dedico una sonrisa y obtengo una devuelta.

Me giro para dar un último vistazo a la insignificante vista, la luz del bar cae sobre las hojas de los árboles y las pinta de un color plateado. Por alguna extraña razón me produce una sensación cálida en el pecho, puede que el alcohol en mi sistema sea la razón, pero la ilusión de transformar mi vida a un color azul, invade mi ser. Por primera vez veo a Ale como un impedimento para iniciar de cero.

—Hola... Tú.

La voz de un chico susurra en mi oído. El calor de su aliento me produce escalofríos. Doy la vuelta para encontrarme con Noah, quien arquea la ceja y sonríe de forma engreída.

—Creí que no soportabas el olor  —recrimino, dando una calada al cigarro—... y tampoco a mí —lo sigo con la mirada, el chico se posiciona a mi lado, hincando los codos sobre el barandal.

—¿Qué te hace creer eso, francesito? —pregunta entre risas—. Solo vine a darte otro consejo.

—¿Consejo o amenaza? —pongo los ojos en blanco y lanzo el humo sobre su cara. Él hace una mueca y retrocede.

—Como tú desees tomarlo —responde; aprieta los puños y dirige la vista al frente, como si deseara alcanzar las palabras—. Uní cabos, y ahora sé que no te interesan mis amigos, tu objetivo es Beth.

Frunzo el entrecejo y niego con la cabeza. Abro la boca pero las palabras no salen.

—Mi nuevo consejo es: deja los rodeos y sé directo con ella, no necesitas entrar en su mundo para que ella te ame. Recuerda que el amor es temporal, y si eso termina, te quedarás solo —añade con firmeza. Agita la mano para esquivar el humo.

—Admiro tu determinación, pero lamento decirte que estás equivocado. Te recuerdo que aún busco a..

—Tu ex novia —interrumpe, terminando mi oración—. Vamos, Samuel, a veces creo que Ale es solo un invento tuyo para llamar la atención. ¿Por qué no admites que te gusta Beth?

—¿Estás celoso? —lo reto, dando un paso para aumentar la cercanía, pero él no retrocede—. Sé que ella y tú tuvieron algo en el pasado —musito.

—No estoy celoso, ella y yo... —arruga la nariz y niega con la cabeza— simplemente no conectamos. Pero estoy aquí para que no cometas mis errores. A ella le gusta que le dediquen canciones, le encantan las orquídeas, las cenas románticas en...

—¡Ya basta! —exclamó, interrumpiendo sus estupideces—. Deja de meter al grupo en esto, ellos tienen la capacidad de elegir si quieren pasar tiempo conmigo o no. ¿Por qué no admites que el problema es tuyo? No me quieres cerca de ti, no te agrado... y tú tampoco me agradas a mí —estrello la punta del cigarro contra el barandal. Lo miro directamente a los ojos, pero él simplemente desvía la mirada hacia el suelo—. La diferencia es que yo tengo mis razones para detestarte, ahora responde la pregunta que te hice hace días, ¿Cuál es tu problema conmigo?

«Última llamada para recibir a nuestro grupo de la noche. Con ustedes, ¡Cromático!» el hombre grita en el micrófono, recibiendo estruendo por parte del público.

—Ups, se acabó el tiempo —dice Noah entre risas; sale corriendo hacia el escenario y yo lo sigo en un intento por detenerlo. Detesto que siempre haga lo mismo, ¿Cuál es su maldito problema? Aprieto la mandíbula cuando sube al escenario. Arregla su cabello y toma una guitarra eléctrica, acercándose al micrófono que hay en el medio— ¿Cómo están esta noche? —grita, al igual que el hombre anterior.

Beth, David y Sol, levantan los brazos para llamar mi atención, hacen ademanes para que me acerque a ellos. Todas las personas se han reunido bajo el escenario, como si en realidad fuera un concierto; algunos simplemente permanecen en sus mesas. Obedezco a los chicos y me uno a ellos.

Al fin puedo distinguir a Ámbar. Beth le ha prestado su chaqueta de cuero y ha pintado sus labios de rojo; insignificantes detalles que cambian por completo su aspecto, luce como una verdadera rockstar. David no deja de mirarla y sonreir, ¿acaso también he ignorado estos detalles? Podría tomar sentido su necesidad por protegerla.

—Está linda, ¿no? —le digo al chico al acercarme.

—Sí —suelta una risita nerviosa—. Cuando sube al escenario es... wow.

—¿Te gusta? —pregunto con una sonrisa, dándole una mirada cómplice.

El chico se vuelve a mí con una expresión angustiada, tan de pronto inicia la música cuándo el relaja su rostro mostrando una sonrisa.

—¿Es tan obvio? —cubre su rostro con ambas manos, riendo con nerviosismo—. Simplemente creo que no es una buena idea, ella está enamorada del baterista —ríe más fuerte.

Mis ojos se enfocan en el mencionado, es difícil analizarlo, pero luce como un verdadero patán... casi tanto como Noah.

—No puedo imaginarla con él, solo miralo... es el típico todas mías —ambos reímos como locos. En realidad, el alcohol está tomando el control de nuestro sistema.

La banda inicia su presentación con algo de Caifanes y la memorable intro de Afuera, tocada por uno de los guitarristas. Todas la personas gritan a nuestro alrededor, nosotros no nos quedamos atrás. Noah comienza a cantar, lo hace tan bien que lo detesto aún más. Ámbar toca el bajo con extrema elegancia, dándole el toque femenino a la banda.

Sol salta como un conejito, lanzando múltiples besos a su acompañante, él le guiña un ojo y después pone los ojos en mí, para cantar:

Que el amor es temporal—señala a Beth con la cabeza—, que todo te puede pasar, y de repente —levanta las cejas sin dejar de mirarme, con discreción, procede a apuntarme con su dedo—... estás muy solo.

Levanto mi dedo medio en su dirección, él sonríe y niega con la cabeza. Es repugnante. Esto es la guerra. Podría quedarme cerca de los chicos y hacer su vida imposible.

Beth me toma por los hombros, apoyándose de mí para saltar. Puedo oler el alto grado de alcohol qué ha ingerido: sus ojos están adormitados y sus movimientos son torpes. La tomo por la cintura para evitar que caiga, pero ella une los brazos para colgarse de mi cuello. El ritmo cambia a uno más lento con Luz de día de Enanitos verdes. Beth comienza a tambalearse de un lado a otro, bailando una especie de vals; uno mis manos por detrás de su cintura y sigo su paso. Ella sonríe y canta una parte de la canción («Ya no pienses más... en nuestro pasado. Dejemos que choquen nuestras copas, por habernos encontrado»). Al finalizar, cierra los ojos y se acerca para besarme. Retrocedo inmediatamente, mi movimiento fue tan ligero que ella sigue acercándose. Me quedo perplejo; a mi cabeza llegan un millón de razones que me afirman que esto es una mala idea. No es que no desee besarla, claro que quiero hacerlo, pero sólo complicaría todo.

Por fortuna, Fabián me toma del brazo para separarme de ella. Ni siquiera me tomo el tiempo para pensar por qué está aquí, cuando él me muestra su celular con una llamada entrante de Ricardo. Le susurro a Beth un «Lo lamento», antes de ser arrastrado fuera del lugar.

Antes de atender la llamada veo la hora: 22:52. Es muy probable que me quiera devuelta.

—¿Si? —respondo.

—¡Sami, hijo! ¡Tengo excelentes noticias! —exclama con euforia.

Creí que estaría borracho en algún lugar de la sala, sin embargo, puedo jurar que está completamente sobrio.

¿Qué pasa? Solo dilo

—¡La academia está completa! Iniciamos el lunes ¿No te parece estupendo?

Dejar ir a Ale, implica dejar la idea de ganar la confianza de Ricardo, por ende, mis sueños no serían arruinados para convertime en su sucesor. Podría simplente ser un fracaso y dejar el camino libre a cualquier otro alumno de su academia.

Increíble —finjo emoción.

—Necesito que practiques todo el día de mañana, por ahora, disfruta tu noche —dice el mayor, antes de finalizar la llamada.

Devulevo el celular a mi guardaespaldas. Mi afligido rostro lo preocupa.

—¿Todo bien, joven? —toma el celular de mis manos y lo coloca dentro del bolsillo de su pantalón.

—Sí, solo dará inicio a su tonta academia —no quise sonar desagradable, pero al final lo hice— ¿Debemos irnos?

—No, usted decide. Solo le suplico que no tome mucho alcohol, su padre me pidió que lo cuidara —arruga la nariz, probablemente olvidó advertirme, pero no pienso seguir bebiendo, incluso, creo que la noticia me ha bajado la borrachera.

—No se preocupe, en cuanto terminen la presentación nos vamos... Beth si está un poco mal, ¿le puedo pedir un café para ella? Para que lo tome durante el camino.

—Claro, lo tendré listo. Por cierto... lamento interrumpirlos, pero al señor Ricardo le urgía hablar con usted —comenta apenado.

Suelto una ligera risa.

—No se preocupe, debo agradecerle, me salvó.

Cuando regreso a nuestro lugar, Beth está sentada en una de las mesitas; apoya su cabeza sobre su mano y bebe un vaso con agua. David la está cuidando, todos nos hemos percatado que no se encuentra en sus cinco sentidos. Me ofrezco a cuidarla para que el chico disfrute las últimas canciones de la presentación. Beth me sonríe, su rostro está completamente sonrojado, no logro distinguir si es un efecto del alcohol o es vergüenza; debo admitir que en mi caso, es la segunda opción.

—¿Te llevo a casa? —le pregunto, acercándome a su oído para asegurar que me escuche.

Asiente con la cabeza y me toma de la camiseta para evitar que me aleje.

—Cuando terminen, ¿si? —me suelta—. Ámbar tiene mis cosas.

Tomo asiento junto a ella. Posa su cabeza sobre mi hombro, mientras que yo acaricio su roja melena. Sobre la mesa está la botella vacía de Vodka, probablemente ellos la terminaron durante mi encuentro con Noah. Sol también tiene un par de copas encima, quien a diferencia de Beth, ella sigue bailando y gritando.

Al finalizar la presentación, Ámbar me dirige al asiento que ocupamos al inicio de la noche y me entrega la bolsa de Beth. La felicito y la alago por su espectacular puesta en escena. Ella agradece y se va en busca de David. Cuando estoy a punto de regresar con Beth, el chico que me aún me debe una explicación, se cruza en mi camino.

—¿Te vas tan rápido, Francesito? —pregunta Noah mientras finge un puchero.

—Tenemos algo pendiente —lo tomo del brazo para apartarlo del lugar—, ¿Cuál es tu problema conmigo?

—Ahora lo tengo más claro que nunca. Detesto tu arrogancia —responde con una sonrisa en el rostro. Me resulta irónico, él es la viva imagen de la arrogancia—, Llevas un guarda espaldas a la escuela ¿y ahora a un bar? Buscas cualquier situación para sentirte superior.

—Llevar guarda espaldas no es de mi elección. Mi padre es un reconocido músico, y él me obliga a llevarlo. Pero lamento que te sientas inferior por ello —aprieto mi agarre, ni siquiera había notado que aún sostengo su antebrazo. Él retira mi mano con brusquedad.

—¿En verdad piensas qué te creo? Creo que eres un simple mitómano.

Lo empujo antes de seguir mi camino. Busco a Beth, tomo su brazo y lo llevo por encima de mis hombros. Al llegar a la puerta, Fabián me ayuda a subirla al auto. La obligo a tomar el café cargado que le pedí a Fabián; ella se niega al principio, pero termina cediendo. Al llegar a casa, ella parece estar un poco más sobria, puede mantenerse de pie y por momentos aún pierde el equilibrio. La acompaño a la puerta de su casa y me ofrezco a llevarla a su recamara.

Entrar al lugar me llena de nostalgia. Me cuesta ver cada rincón sin las cosas de la familia Torres, ni siquiera me atrevo a mirar la puerta de su antigua recamara. Sé que la mamá de Beth nunca llega a dormir los sábados, así que no me importa hacer ruido. Subimos un piso para llegar a la recamara de Beth, misma que anteriormente fue habitada por el hermano mayor de Ale. Le ayudo a llegar hasta su cama, ella se mete bajo las sábanas y en cuestión de segundos se queda dormida. Deposito un beso sobre su frente y bajo rápidamente al primer piso, doy un último vistazo a la casa y salgo del lugar con un nudo en la garganta.

El tan esperado día ha llegado. Ricardo se ha mantenido sobrio desde ayer, es extraño que su aliento no huela a licor cada que habla. En cuanto a mí: tengo los dedos acalambrados de tanto ensayar, y admito que comencé a odiar la canción que tocaré en la inauguración.

Él escogió la ropa que usaré el día de hoy: camisa blanca, pantalón gris y un chaleco en tono vino. Mis rizos se convirtieron en un dilema para Ricardo; piensa que son demasiado informales. Me negué a cortarlos, así que, los peine de un solo lado, consiguiendo una inmediata aprobación del hombre.

Me pidió que esperara a que todos estuvieran dentro, de esa manera, obtendré su atención y eso me ayudará a ser más intimidante. Su objetivo es cambiar toda mi esencia y transformame en él. Sin embargo, no he quitado el dedo del renglón para renunciar a todo esto, ¿No es Ale el motivo para estar aquí?. Ahora sé que debo soltar el amor que algún día sentí... Entonces, ¿cuál es la razón para seguir?

A primera vista, todos los pianos ya han sido ocupados, lo que indica mi momento para entrar. Arreglo el cuello de la camisa, tomo un bocanada de aire y doy un paso dentro de la habitación. Como Ricardo lo predijo, las miradas están puestas en mí. Localizo el único piano vacío y camino hacía él, asegurándome de no tropezar. «No bajes la cabeza, por favor, no bajes la cabeza», me repito una y otra vez.

Cuando mis dedos rozan la superficie del piano, me siento aliviado. Arrastro el banco para tomar asiento frente a él. Observo las teclas e intento recordar cada movimiento de la canción, pero mi mente ha quedado en blanco.

—¿Sam, qué haces aquí?

Al escuchar su voz, una corriente helada me recorre la espalda. Me toma un par de segundos analizar si fue producto de mi imaginación. Vuelvo la cabeza y veo a Noah, con una expresión igual a la mía.

⚫⚫⚫⚫
Un capítulo un poco largo, espero que lo hayan disfrutado. :)
⚠️Probablemente tarde en subir el siguiente capítulo, téngame un poquito de paciencia la universidad me está matando:((.⚠️
Gracias por leer 💙♥️.

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