ATENEA

By littlepuzz

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Los hombres viven obsesionados por la inmensidad de lo eterno, por eso nos preguntamos... ¿Tendrán eco nuestr... More

CAPÍTULO II
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV

CAPÍTULO I

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By littlepuzz

- ¿Aquiles? - se escuchó la voz de la joven muchacha.

- Atalanta... - murmuró él, dejando su espada a un lado de la cama y acercándose a ella rápidamente.

- ¿Eres tú? - preguntó en un susurro, mientras acercó su mano lentamente a la del joven - ¿De verdad eres tú? ¿No eres un sueño?

- No... - negó el muchacho - No soy un sueño. Estoy aquí... - dijo con un nudo en la garganta - A tu lado.

- Te he añorado... A- Amor...

- Y yo a tí...

- Quiero ser valiente - dijo la chica entre lágrimas.

- Lo eres.

- No lo soy...

Aquiles miró el torso manchado de sangre de su amada y volvió a posar su mirada sobre el rostro de la chica.

- No quiero morir...

- No vas a morir - negó rápidamente y miró a las mujeres presentes en la sala - Dadle un poco de agua.

- No, agua no.

- ¿Hay un curandero?

- Escúchame, Aquiles - pidió Atalanta sollozando, captando la atención del muchacho - Debes protegerla...

Entonces los llantos del bebé se escucharon por toda la habitación, haciendo que el joven Aquiles desviase su mirada hacia una de las mujeres que tenía a la pequeña niña entre sus brazos.

- Prometemelo - pedía la chica - Prometemelo, Aquiles.

- Lo haré - murmuro débilmente, limpiando sus lágrimas- Te lo prometo...

Una pequeña sonrisa se asomó en los labios de la chica y con un débil gesto indicó al joven que se acercase más a ella, a lo que este respondió al instante.

- Atenea... Su nombre... Es Atenea - susurró, al tiempo que tomaba una bocanada de aire con dificultad - Tu hija... Tu responsabilidad...

- Por y para siempre...

******

El ejército del Rey Agamenón se habría paso por una de las grandes llanuras de las tierras de Tesalia.

Una vez que los enemigos estuvieron uno frente al otro, ambos líderes avanzaron en sus caballos, para así poder reunirse.

Agamenón bajó de su carro y se puso frente a Triopas, Rey de Tesalia.

- Gran día para los cuervos - murmuró el Rey, mientras observaba a las aves que rebolotaban a su alrededor.

- Te lo dije el día de ayer y hoy vuelvo a decírtelo... Tú y tú ejército, abandonad mi tierra.

- Me gusta tu tierra - respondió Agamenón- Creo que me quedaré y me gusta tu ejército, se batieron con valentía ayer, con desorden, pero con valor.

- Y jamás lucharán para tí.

- Los Mesenios también lo dijeron, y los Arcadios, y los Eupeyos y ahora... Combaten para mí.

- No puedes conquistar el mundo, Agamenón - dijo Triopas, haciendo que Agamenón soltase una sonara carcajada- Es demasiado grande, incluso para tí.

- No quiero presenciar otra masacre, resolvamos la guerra a la antigua usanza, tu mejor soldado contra mi mejor soldado.

- Y... ¿Si quien vence es mi hombre?

- No volveré a pisar Tesalia - respondió Agamenón- Soy hombre generoso, si vence el mío, conservaras tu trono, pero el ejército de Tesalia estará bajo mi mando y luchará junto a mí cuando yo disponga.

Triopas asintió, al tiempo que esbozaba una leve sonrisa.

- ¡Boadrio!- gritó, haciendo que todo su ejército estallase en vítores hacia su guerrero.

Segundos después, un hombre corpulento y de un alto tamaño, apareció trás él.

- Ahí tienes a mi hombre.

- ¡Aquiles! - gritó Agamenón, sin obtener ningún tipo de respuesta, a lo que Triopas mostró una sonrisa de autosuficiencia.

- Boadrio suele causar el mismo efecto en muchos héroes.

- Cuidado a quien insultas, viejo Rey.

En ese momento, uno de los jinetes se acercó a su Rey.

- Mi Rey - lo llamó- Aquiles no ha venido.

- ¿Dónde está?

- Ya he enviado a buscarle.

- No hay tiempo - dijo Agamenón y se acercó a su hombre - ¿Atenea?

- Tampoco está, mi Rey - respondió- También he mandado a buscarla.

- Padre e hija tenían que ser- maldijo en un susurro.

******

En cuanto escuché unos pasos dentro de mí tienda, me levanté rápidamente y cogí al pequeño muchacho que tenía frente a mí.

- Estaba teniendo un buen sueño... - murmuré, al tiempo que lo soltaba- ¿A qué se debe la interrupción?

- El Rey Agamenón me envía - explicó, mientras volvía a la cama- Necesita que...

- Hablaré con tú Rey por la mañana.

- Mi señora... Ya es de día - explicó- Te están esperando.

Solté un suspiro y miré al chico.

- ¿Mi padre? - pregunté, mientras me ponía en pié y cogía mi armadura.

- Debo ir a llamarlo ahora, el Rey...

- No - negué rápidamente- No informes a mi padre de esto.

- Pero...

- El Rey se conformará con cualquiera de los dos - dije- Y no querrás despertarlo de su sueño... El no será tan benevolente como yo.

- De acuerdo, mi señora - respondió, mientras me seguía hasta mi caballo - Lo que cuentan sobre tí... ¿Es verdad? - preguntó - Dicen que nadie te puede matar, igual que a tu padre - dijo alucinado- Que su madre es una diosa inmortal.

- ¿Para qué iba a llevar escudo entonces? - cuestioné mientras me subía al caballo.

- El Tesalio con el que vas a luchar, es un hombre enorme y fuerte - dijo el chico- Jamás pelearía con él.

- Por eso nadie recordará tu nombre - dije para después salir cabalgando.

******

Una vez que me adentré en el campo de batalla, los guerreros de Agamenón comenzaron a alabar y gritar el nombre de mi padre, hasta que se percataron de quien era en realidad y sus gritos cesaron, al mismo tiempo que mi caballo se detuvo junto a Néstor y Agamenón.

- ¿Aplazamos la guerra para cuando estés más descansada? - preguntó Agamenón mientras yo avanzaba hacia el frente- Debería flagelarte por tu impudicia.

- O tal vez deberías luchar tú - solté girandome, para caminar de vuelta a mi caballo.

- Atenea... Atenea - me llamó Néstor- Observa sus caras, puedes salvar a cientos de ellos, puedes acabar esta guerra con un mandoble de tu espada - hizo una pausa - Los versos escritos en tu honor serán cientos - hizo un gesto con la cabeza - Deja que vuelvan a sus casas.

- ¿Qué diría mi padre si se enterase de que mandais a su hija a que libre esta batalla? - cuestioné, mirándolo por primera vez en toda la conversación, haciendo que el se estremeciera - Os cortaría la cabeza - sentencié.

- Pero... No tiene porqué enterarse de ello , ¿no crees? - murmuró, haciendo que una carcajada irónica se escapara de mi garganta.

Con un rápido movimiento, clavé mi lanza en el suelo y pasé junto a Agamenón, sin mirarlo.

- Imagína un Rey que librase sus batallas... Sería un espectáculo.

Tras eso, caminé hacia el frente, hasta que mi mirada se encontró con la del forzudo hombre que tenía a metros de mí, el cual esbozó una gran sonrisa en cuanto se percató de mi presencia.

Con un fuerte grito, hizo que todo su ejército estallase, alabando a su guerrero, mientras que yo me limité a sacar mi espada, avanzando con decisión hacia él.

Una de sus lanzas se estrelló contra mi escudo, mientras que esquivé la otra con facilidad y con un ágil y rápido movimiento clavé mi espada en su espalda, haciendo que segundos más tarde cayera desplomado al suelo.

Los guerreros estallaron en gritos, mientras que avanzaba con decisión hacia el ejército enemigo y me coloqué frente a ellos.

- ¿Alguien más osa luchar? - pregunté- ¿¡Alguien más osa luchar!?

Sin obtener respuesta, observé como el líder enemigo se colocaba a mi lado.

- ¿Quien eres, soldado?

Sin decir palabra, me deshice del casco que cubría mi rostro y una mirada perpleja se acomodó en su rostro, acompañada de murmullos por parte de todo el ejército.

- Es una niña... - escuchaba una y otra vez.

- Atenea - respondí, mirándolo de reojo- Hija de Aquiles. Nieta de Peleo.

- Atenea... No olvidaré tu nombre - dijo en un susurro- El soberano de Tesalia lleva este cetro -dijo ofreciéndomelo- Entregáselo a tu Rey.

- No es mí Rey.

******
- ¿Dónde estabas? - escuché nada más poner un pie en la tienda.

- Por los dioses - pegué un respingo - Me has asustado.

- No has respondido a mi pregunta.

- Dando una vuelta - dije cogiendo una jarra de agua.

- Y otra vez, mientes - murmuró desesperado - ¿Dar una vuelta significa ir a luchar por Agamenón?- cuestionó- Los hombres comentan por todas partes como una pequeña joven ha derribado a un hombre con tan solo un mandoble de su espada.

- ¿Qué más te da? - cuestioné- Si yo no hubiese ido te habrían mandado a tí y habrías ido, exactamente como yo he hecho.

- Los asuntos que incluyan a Agamenón no tienen nada que ver contigo - recriminó - ¿Entendido?

- No digas estupideces - murmuré, mientras caminaba para salir de la tienda, pero un agarre en mi brazo me detuvo.

- ¿Pero a tí que te pasa?

- No, ¿que te pasa a tí?- cuestioné, soltandome de su agarre- No soy una niña, padre. Se cuidarme por mi misma y tú mejor que nadie deberías saber eso.

- No te he enseñado todo lo que sé para que cumplas las órdenes de un Rey.

- El no es mi Rey - solté- Y eso no cambiará nunca... Porque tú me lo enseñaste.

- Entonces, ¿por qué luchas para él?

- ¿Por qué lo haces tú?

- Atenea...

- ¿¡Qué!? - exclamé indignada- ¿Para que me enseñaste a luchar entonces, padre?

- No lo hice para que te metieras en guerras absurdas, solo porque Agamenón quiera ser el Rey del mundo.

- No lo hago por él - suspiré- Lo hago por tí... Si yo salgo ahí fuera, significa que tú estás aquí, a salvo...

- ¿Y que hay de tí? - cuestionó- ¿Se supone que tengo que conformarme si algún día veo llegar el cadáver de mi hija?

- Yo no he dicho eso... - murmuré, apartando la mirada - Puede que suene egoísta, pero... No puedo permitirme perderte.

- Y no lo harás - dijo acercándose y acariciando mi rostro con delicadeza, para después envolverme en sus brazos.

- ¿Por y para siempre? - pregunté en un susurro.

- Por y para siempre... - murmuró, para después separarse de mí - Deja a un lado las batallas, por un tiempo, ¿de acuerdo?

- Está bien... - acepté a regañadientes- Solo por un tiempo - recalqué- Lo prometo.

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Primer capítulo de esta nueva historia que he decidido empezar.

Amo la historia de Troya, amo a Aquiles y a Parissssss

Like alwayssss espero q la disfruteeeeen

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