El trato y el sacrificio

By Catherine_11k

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En el pequeño pueblo Villa Lóbrega, las fiestas de Halloween son muy famosas entre los jóvenes en donde una v... More

Prólogo
Capítulo 1 "Villa Lobrega"
Capítulo 2 "El juego"
Capítulo 3 "Mi informante"
Capitulo 4: Rompiendo las reglas
Capítulo 5 "Supervivencia"
Capitulo 6 "Fantasmas"
Capitulo 7 "El trató"
Capítulo 8 "Dulces sueños"
Capítulo 9 "Lo correcto"
Capítulo 10 "Morir o Sobrevivir"
Capítulo 11 "Sacrificio"
Capítulo 12 "Pesadillas"
Capítulo 13 "Una Cuenta Saldada"
Capítulo 15 "Dios"
Capítulo 16 "Atrayente y peligroso"
Capítulo 17 "Mirada de Cristal"
Capítulo 18 "Intercambio"
Capítulo 19 "Fiel"
Capitulo 20 "Feliz Halloween"
Capitulo 21 "Monstruo"
Capitulo 22 "Jugadora"
Capitulo 23 "Amargas palmadas"
Capítulo 24 "Tú mascara"
Capitulo 25 "La chica bajo la máscara"
Capitulo 26 "La promesa rota"
Epílogo

Capítulo 14 "Juntos"

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By Catherine_11k

El vestidor era amplio rodeado de azules casilleros y bancas de madera. Sentado en una de ellas Derek miraba a su compañera y guía, quien aún temblaba en su rincón del suelo.

— ¿Tienes frío? — pregunto entregándole su chaqueta. A él no le gustaba la delgada ropa que ella llevaba puesta; un saco negro con botones dorados y el escudo en su pecho sobre una fina camisa blanca con el corbatín rojo desatado en su cuello, por último apenas cubriendo sus piernas tenía una falda cuadrille roja demasiado corta y ajustada. Seguramente aquella ropa era perteneciente a alguna estudiante; una o dos tallas menor a la de ella y la había encontrado en un casillero igual que la de él, pero aún así ella lucía hermosa y sexi. Ella lo era; hermosa, sensual e inocente. «Tal vez demasiado inocente» pensó Derek sin dejar de admirarla.

Entonces Rachel negó con la cabeza a su ofrecimiento abrazando la húmeda toalla con la cual aún secaba su largo cabello.

— Toma — le ofreció otra toalla seca y como ella no lo hizo, él se la lanzó en la cara.

— ¿Quieres dejarme en paz? — preguntó molesta.

La sorpresa no tardó en surgir en los ojos de Derek quien en realidad solo trataba de animarla. Ella llevaba suficiente tiempo sin emitir palabras con él y aquello le incomodaba dada la última vez que él la había visto en aquel estado y lo que también había pasado, para nada deseaba que aquello se repitiese otra vez.

— ¿En qué piensas? — preguntó entonces. Quería que ella levantara la vista, que lo mirara y le dirigiera la palabra, cualquiera fuera — ¡Rachel, por favor! — suplico — Solo quiero saber qué te pasa.

— ¿Qué me pasa? — repitió su pregunta en un murmullo como si estuviera ahogada por sus propios pensamientos — Yo lo conocía — confesó al fin.

— Perdóname creí que...

— Y lo deseaba muerto — lo interrumpió mirándolo al fin, pero con los ojos humedecidos por lágrimas que se negaba a soltar — Pero él... él en realidad ya lo estaba — termino mirando al suelo y las lágrimas cayeron — La luz ya estaba muerta en sus ojos mucho antes.

— Sabes... Cuando haces esto — empezó bajando la mirada y encogiéndose de hombros — Hay algo que también se apaga dentro de ti y esas imágenes, esos rostros, esos ojos. No importa como luzcan, tú simplemente no los puedes borrar jamás — explicó. Cuando levanto la mirada Rachel tenía la suya sobre él; una inquisitiva y poco reconocible — ¿Tu la conoces? — pregunto, para Rachel aquello le sonando más a una acusación.

— Yo... — titubeo pensando en él y en sus ojos, ellos tampoco tenían brillo, ellos eran celestes y a Rachel le hacían sentir siempre como si estuviera viendo un cristal o el agua en la piscina, celestes, vacíos y transparentes. Como un objeto inanimado — La veo en ti — confesó.

Derek tragó sus duras palabras por primera vez con algo de dificultad. A él no solía afectarle que las personas se lo dijeran o incluso le temieran por ello, porque él ya lo sabía bien. Su mirada era a la que muchos llamaban: "fría", pero no siempre había sido así. Antes como todos él los había tenido iluminados y efusivos, pero fue hace mucho tiempo y en su niñez, antes de que todo le fuese arrebatado. Entonces de pronto se encontró pensando en Rachel antes que en sí mismo y eso era completamente nuevo para el.

«También ella la tenía» pensó. Pero la pregunta era: ¿Por qué?. ¿Por qué parte de ella se apagaba intermitentemente?. Y por más que no lo confesará, él en realidad no quería aquello pasara; porqué más que nadie, sabía bien lo que eso significaba.

— Y yo en ti... — remarcó finalmente.

Rachel levantó la barbilla altiva ante el comentario y rodando los ojos demostrando la poca credibilidad que le tenía a sus palabras.

— No es verdad — aviso. Finalmente  apartándole su vista como si pudiera adivinar su verdad con sólo verle y así lo era.

Porque en realidad Derek se veía reflejado en ella y él temía presenciar el momento en el que ella pasara al mismo extremo que él. Aunque le gustaba verla ser valiente, astuta y luchadora en aquel juego. No quería que se convirtiera en una verdadera en un monstruo como él, no antes de poder serle útil a sus planes, no antes de poder utilizarla como su sacrificio si las máscaras no daban resultado y entonces comenzó a notar como deseaba que estas funcionaran antes.

— ¿Como puedes reconocerla entonces? — pregunto — En él y en mi — dijo apuntándose.

— A veces si es posible involucrarse sin ser arrastrado — explico.

— Lo dudo. ¿Me estas diciendo que Nietzsche se equivocó?

Rachel lanzó una carcajada seca.

— No esperaba que esto se volviera un debate filosófico — confesó — Ni mucho menos que alguien como tu lea a Nietzsche o que leyeras...

— ¡Auch! — se quejó — ¿Algún insultó más que me quieras confesar? — pregunto herido.

— No — dijo y sonrisa se desvaneció — ¿Pero y si se equivocó?. Y si aveces puedes ser la excepción. Y si pudieras convivir con la oscuridad y evitar que esta te arrastre.

— ¿Como tu y yo? — pregunto cayendo en la idea — ¿Estoy aquí para evitar que ella te arrastre princesa? — preguntó con una pícara sonrisa.

— Algo así — afirmó agachando la mirada inquieta.

— ¿Qué te asusta? — pregunto Derek escarbando, deseando encontrar aquel secreto, aquella oscuridad, pero Rachel no contestó — ¡Tengo un trato! — ofreció. Sabía bien que ella no cedería con facilidad así que insistiría, lo haría hasta lograrlo — Yo te diré mis miedos y tu me dices a los tuyos.

— ¿Que? ¿Que te hace pensar que te diría mis miedo? — preguntó con seguridad.

— Porque ambos los tenemos, miedos y secretos que nos vuelven igual de débiles igual de vulnerables — explicó — Yo te diré mi debilidad y tu la tuya. Así podremos luchar juntos como un equipo. Yo te salvo de los payasos y tu de la oscuridad. ¿Qué te parece? — preguntó.

— Me parece entupido — confesó y el animado rostro de Derek decayó — Además. No tengo más miedos — explicó y aquello era una media verdad porque extrañamente Derek estaba acabando con cada persona, con cada ser a quien alguna vez Rachel le había temido.

— ¿Ah no? — preguntó abandonando su asiento demasiado rápido para quedar en el suelo junto a ella.

Rachel levantó la vista a esos fríos ojos celestes y tardó entonces un pequeño momento en entender su plan y tomar la decisión de aplacarle, empujándole del hombro.

— Quítate idiota — se quejó — Eso no es justo...

— ¿Y qué lo es? — preguntó tomando lugar junto a ella en el suelo — Llevas todo el tiempo mintiéndome y dejándome en segundo plano Rachel. Yo solo quiero saber. Quiero saber quien eres. Porque no entiendo de donde sale esa capacidad para jugar tan bien sin lograr hacerle daño a nadie — confesó y se detuvo viendo sus verdes ojos mirándolo — Eres única y extraña Rachel. ¿Lo sabes? — pregunto.

Rachel estaba sorprendida. No podía creer que él era quien confesaba esa verdad. Y es que aquello no había sido planeado por Derek, aquello se le había escapado porque se sentía arto. Arto de estar afuera. Porque ella parecía manejarlo a él y a él juego de una manera tan única, pero sin lograr compenetrarse con él, dejándolo siempre solo y descolocado.

— Tu... ¿Qué quieres saber? — preguntó con un suspiro sonoro y bajo como si apenas comenzara a relajarse.

— ¿Quién te hizo eso y cuando fue? — pregunto. Rachel sabía bien a qué se refería, también sabía bien que él no se había creído aquella mentira de antes, pero se encontraba muy cansada para inventar otra más.

— Un compañero — confesó. La sorpresa siendo evidente en el rostro de Derek por obtener al fin la verdad — Fue en Halloween hace un año — explicó.

— ¿Pero tu me dijiste que...

— Mi turno — lo interrumpió. Derek sonrió tranquilo por la facilidad y ligereza con la que el juego ya corría, pero sin percatarse de las ventanas de información nueva que le abriría — ¿Que harías si se presenta tu verdadera informante?.

— ¿Por qué me lo preguntas?

— Sólo aseguró mi puesto — respondió con un encogimiento de hombros en gesto de obviedad.

— Si la oportunidad se presentará no hay nada de lo que debas preocuparte. Aun tenemos un trato — explicó — ¿Como...

— Aun es mi turno — refutó ella enseñándole dos dedos.

— Tramposa — se quejo.

— ¿Que buscas en este juego?

— Planeo matar a un jugador en especial — explicó.

— ¿Quien?

— Lo sabrás cuando lo logre — explicó.

— Eso no es una respuesta — se quejó — ¿Aquello sí era una invitación?

— Sí — respondió con el rostro fruncido.

— ¿Quien te la dio?

— Me llegó a casa por correo.

— Eso no responde, quien Derek — se quejó.

— Bien, porque fueron ellos — dijo apuntando a la nada como si fuera algo lógico.

— ¿Quiénes son ellos? — preguntó creyendo que él solo estaba jugando.

— Los que manejan este juego Rachel. Ellos me buscaron a mi y a todos los demás jugadores — explicó. Entonces Rachel se sintió pequeña y tembló en su lugar — ¿Eso es lo que te asusta? — preguntó notándolo.

— Creo que si... — confeso — Es como si sintiera que estoy caminando sobre una cornisa, sobre ese peligroso vacío y todos ellos pueden verlo, pero no estoy segura. Solo se que no quiero que este juego me obligue a ser alguien que no soy. No quiero cruzar esa línea.

Su voz sonó tan asustada que Derek se sintió culpable.

— Si ese es el camino qué quieres seguir yo te ayudare. Estoy contigo — la alentó.

Rachel lo miró y luego al techo del lugar conteniendo las lágrimas.

— Fue Jonathan — confesó — Él mismo idiota que me metió en el congelador él me lo hizo — explicó apuntando a la marca en su pierna.

— ¿Que? ¿Por qué? — pregunto sorprendido.

— ¿Por qué? — repitió la pregunta con un amargo sabor — Porque todo siempre era un juego para él y ellos... Solo un juego más en la fiesta de Halloween, pero se les salió de control, yo me salí de su control. Esa fiesta lo tenia todo, música, alcohol, el patético disfraz con el que asustan a los de primero...

— El payaso — dedujo y ella asintió.

— Sabes. En el fondo, todo este tiempo supe que era él, pero en realidad lo pude comprobar solo cuando vi esa maldita...

— La katana — interrumpió — Por eso no quisiste tomarla...

Rachel sonrió con tristeza — ¿Ahora lo entiendes?. Tomarla para mi implicaba volverme como él.

— Eso lo entiendo, pero lo que no es. ¿Porque? ¿Porque él te haría algo así?

— Esa noche en la fiesta yo... yo lo rechacé — dijo la vergüenza tomando su voz y mejillas — Entonces el juego del escondite comenzó y yo me retire de el y de la fiesta. En el bosque alguien salió de la nada con ese disfraz, me dijo lo mismo que todos: "Zorra masoquista". Intenté huir...  aún recuerdo mis manos manchadas de sangre por las agujas de los abetos afilados, pero me sentía tan ajena al dolor; ya había pasado por sus burlas antes, toleraba sus amenazas como el pan de cada día e incluso cubría sus pecados, pero no creí que ellos... que él... — hizo una pausa había más en su historia mucho más. Derek comenzó a percibir que había recuerdos que se resistían a salir de su escondite, como si alguna fuerza los retuviera presos en algún lugar inaccesible. Ahí estaba el diamante. El causante de la oscuridad en sus mieles casi verdes ojos — Caí de rodillas. Solo vi la catana brillar y la empuñadura del mango. Finalmente solo desperté en el hospital con diez puntadas y anestesia hasta las orejas — terminó de forma abrupta y cuando vio a Derek lo sorprendió con una mirada encendida.

— Tal vez tú no quieras dañarlo, pero yo...

Ella negó con vehemencia — ¿Qué diferencia hay entre el que aprieta el gatillo y el que da la orden?

— Pero él... — se detuvo, molesto, sus manos estaban rígidas en dos duros puños. Si Jonathan era quien amenazaba a su futuro sacrificio, Derek no dudaría en deshacerse de él.

Rachel bajó la vista a sus manos, él podía defenderse perfectamente con los puños en una pelea. Derek no era inofensivo, eso lo sabía muy bien. Lo nuevo era que él no iba a tolerar que alguien le hiciera daño. Lo había dejado claro con Miguel aquel día, con Jonathan cuando volvió por ella, con Ivan y finalmente con Bruno; y aunque no se lo dijera, también él difícilmente lo reconocería por orgullo; pero el hecho de que pareciera resuelto a protegerla y a reparar cualquier daño que le infligieran hacía que un cálido sentimiento de seguridad inesperada, le recorriera el cuerpo.

— Gracias — murmuró finalmente en voz baja, tomándole de la mano y apretándosela en un gesto aún más allá de lo común, pues Rachel no sabía cómo responder a su deseo de protegerla. Era tan extraña la idea de que al fin alguien se preocupara por ella que solo actuó agradecida.

Derek miró aquellos dedos sobre los suyos con una seriedad que hizo que Rachel comprendiera su error y entonces soltó su mano inmediatamente, pero él la volvió a tomar.

— Si ese es el camino que quieres seguir — dijo escudriñando sus ojos — Estoy contigo. Estamos juntos en esto — terminó colocando inesperadamente un rebelde mechón de su cabello tras su oreja.

Rachel contuvo él aliento en su pecho sintiendo el suave rose de su mano en su piel y como un magnetismo ambos se acercaron aún más, el ambiente ya no carecía de confianza ni mucho menor temor porque un nuevo sentimiento más poderoso los comenzaba a inundar por igual; pero entonces una nueva figura que cruzó el umbral.

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