Arlette © (Mafia Cavalli I)...

By OscaryArroyo

3.2M 341K 317K

Mi madre era una princesa de la Bratva. Mi padre un príncipe de la mafia siciliana. Su amor fue catastrófico... More

Prólogo:
Nota de autora:
Booktrailer
-
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:
Capítulo 28:
Capítulo 29:
Capítulo 30:
Capítulo 31:
Capítulo 32:
Capítulo 33:
Capítulo 34:
Capítulo 35:
Capítulo 36:
Capítulo 37:
Capítulo 38:
Capítulo 40:
Capítulo 41:
Capítulo 42:
Sobre la autora:
Agradecimientos:
Soundtrack:
Siguiente libro:
Importante ❤️
ARLETTE EN FÍSICO
Firma en Medellín

Capítulo 39:

38.5K 5.3K 2.7K
By OscaryArroyo

ARLETTE:

Ha pasado un mes y medio desde que mi compromiso con Vicenzo se rompió y la sensación de libertad aún es irreal. Es difícil para mí no agudizar el oído cuando escucho a alguno de los hombres de mi padre hablar de él: de su cambio en lo referente a su actitud como Ambrosetti y de sus nuevas conquistas. No preocuparme de que esté arrastrando el nombre de nuestras familias por el suelo. Esta nueva etapa de mi vida es como estar drogada las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, sin motivo, plena pero a la vez ausente. No tener una vida estrictamente planeada me ha dejado con mucho tiempo libre, el cual hasta los momentos gasto en el club y estudiando para mis exámenes finales.

Pronto iré a la universidad.

En un mes habré terminado la preparatoria.

En unos días cumpliré dieciocho, pero no me casaré inmediatamente luego.

Se siente raro.

─¿Arlette? ¿Estás aquí?

Parpadeo varias veces antes de enfocar mi atención en Verónica. Papá me permitió quedarme en su casa para que pudiéramos tener una pijamada con la condición de que Fósil y Luc me acompañaran, por lo que ambos se encuentran viendo televisión en la linda, pero pequeña, sala de estar mientras nos arreglamos las uñas y las escucho a ella y a Marianne hablar de chicos. Ellas han escogido un tono rosa. Yo opté por un rojo con brillos dorados. Nunca pensé que me divertiría arreglándolas, toda mi vida Petrushka u otras chicas del servicio lo hicieron por mí, pero lo encuentro relajante. Deslizo la manga de mi bata alzando el brazo antes de contonear el borde con un palillo. No soy buena manteniéndome al margen.

─¿Sí? ¿Por qué?

Verónica pone los ojos en blanco mientras me tiende un pequeño algodón con forma de corazón con removedor. Marianne y ella usan infantiles pijamas de unicornios. Compraron uno para mí, pero no estoy segura de que vaya a usarlo alguna vez, por lo que tengo una bata de seda rosa encima de un camisón del mismo material, pero con encaje en los bordes.

─Marianne y yo estábamos comentando que, ya que es viernes y tu cumpleaños es en un par de días, tal vez... deberíamos celebrarlo desde ahora. ─Nunca me ha gustado celebrar mi cumpleaños. Gracias a mi madre siempre he visto mi llegada a este mundo más como una maldición que como una bendición, lo que significa he pasado cada uno de ellos preguntándome si Sveta aún viviría de no haberme tenido. Si ella y papá serían felices. Nunca he probado celebrarlo días antes, sin embargo, así que siento curiosidad─. Podemos llevar a tus chicos de seguridad. Tengo suficiente dinero ahorrado para que entremos a un buen lugar.

No hemos cenado, así que podríamos pasar por el club, beber, comer y disfrutar del show de las chicas. Se han vuelto impresionantes desde que le di un aumento a Diana. Después de arriesgarse al ayudarme en la fiesta de diamantes, lo merecía. Fue una suerte que papá no hubiera ido tras ella o me forzara a cerrar el club. Ese era el tipo de castigo que esperaba, no ser enviada a Milán con Vicenzo. Desterrada. Mi mente nuevamente se pierde en lo rota que ha estado mi relación con él desde entonces.

Me dio lo que más quería para compensar sus errores.

Para hacerme feliz.

Pero nada nunca será suficiente. El daño que permitió que mi madre me hiciera, del que tuvo advertencia, jamás se desvanecerá. Mi decepción tampoco. Siempre pensé que su locura, su comportamiento aberrante, era una sorpresa, pero ahora sé que no y que él la eligió. Se negó a aceptar la realidad, que la mujer que amaba era un monstruo, y yo fui el precio.

Toda mi vida he estado muerta, forzada a no sentir, por su culpa.

─¿Arlette?

Asciendo mi mirada de regreso al rostro de Verónica, quién ahora me ve con preocupación. Marianne deja de limar sus uñas para imitarla.

─Vayamos al club ─susurro, negando con la cabeza como si así pudiera deshacerme de mis pensamientos, pero estos van a dónde sea que vaya, para siempre─. Es de mi padre. ─Ninguna de ellas sabe que me pertenece. Le podría decir a Verónica, pero Marianne hará demasiadas preguntas─. Podemos divertirnos un rato y regresar temprano.

Marianne se levanta de un salto.

─Bien, ¿llamo a Bartolomé?

Afirmo.

─Si puede venir, es más que bienvenido.

Debido a que hemos sido vistos en público varias veces, su padre ha decidido apretar su correa, pero de vez en cuando encuentra la manera de escaparse de su confinamiento para reunirse con nosotras. Ya no intenta que lo mire con otros ojos, se rindió cuando aún sin un compromiso de por medio no le presté atención, así que su compañía es extra agradable.

No estoy lista para atarme a nadie más.

Nunca.

****

Cuando llegamos tomamos asiento en la barra. Estamos frente a las mantarrayas, así que pasamos la primera media hora tomándonos fotos junto a ellas. Bartolomé llega cuando terminamos de comer nuestras hamburguesas gourmets. Está usando un traje sin corbata, por lo que no desentona al lado de nosotras: Verónica lleva un vestido rosa sin mangas, Marianne pantalones de vestir con un suéter y yo un enterizo brillante que tomé de la última colección de Ralph y Russo. No puedo evitar soltar una risita al ver la manera en la que ha cortado su cabello.

Está perfectamente alineado, así que parece césped.

─Mierda, ¿de qué me perdí? ¿Qué tan adelante vas de mí?

Le sonrío mientras deslizo un vaso de vodka por la barra, hacia él.

─Mucho.

─No sabes lo mucho que te envidio en momentos como este. ─No se supone que podamos fumar adentro, pero nadie se acerca a nosotros cuando inclina el cuello y junta sus manos para encender un porro. Le da una honda calada, soltando humo en mi cara, antes de hablarme de nuevo─. Puedes hacer lo que quieras y nadie te dice una mierda.

Eso es tan falso que no puedo hacer más que reír. Toda mi vida ha sido construida alrededor de los hombres en ella. Del sueño de complacerlos. De obtener una buena opinión. De mi padre. De Vicenzo. De Flavio. De Francesco. De La Organización. Salvo uno, sigo sin ser libre de ellos, pero ya no me interesa tanto como antes. Me dieron el regalo de darme cuenta de que incluso el hombre más astuto es manipulable. De que mi combustible es la más profunda decepción, la cual en este momento me rodea en abundancia. Nadie es lo suficientemente bueno.

Ni siquiera mi padre.

─Sí, es genial, ¿no? ─Marianne rodea mi cuello con uno de sus brazos─. Deseo tanto tener tu vida, Arlette. Despertar en una cama de plumas. Tener un armario lleno de ropa de diseñador. Un padre hermoso. Un hermano tan tierno. ─Suspira─. ¿Podríamos intercambiar vida alguna vez? Mis abuelos son agradables. Hacen pie de limón los domingos y juegan al bingo. Están casi ciegos, así que probablemente no nos diferenciarían.

Verónica, asustada por mi respuesta, intenta intervenir, pero alzo una mano. Definitivamente eso es algo a lo que quiero responder. Cada vez que veo a Marianne veo una versión de mí misma si hubiera tenido una infancia feliz. Aunque no creció con sus padres, estos murieron en un accidente de auto cuando tenía dos, sus abuelos la llenaron de amor. No hubo nadie apodándola bastarda, puta o maldita. No hay preguntas incómodas que simplemente evite porque no pueda contestar. Tampoco un compromiso de toda la vida del que se deshizo como sacar basura por las mañanas o gritos provenientes de las mazmorras en el sótano de su casa por las noches.

─Claro que sí, Marianne, cuando quieras.

Sus cejas marrones se unen.

─¿En serio?

─Sí. ─Me levanto abruptamente del taburete. Antes de que Bartolomé le de otra calada a su porro, lo robo de sus manos y lo rompo, el suelo llenándose de cenizas─. Si alguien alguna vez me hubiera dado una opción, si me hubieran preguntado, habría dicho mil veces que no.

****

No sé exactamente cuánto tiempo ha pasado desde que salí del club y decidí esconderme en el callejón entre él y el negocio de al lado, una floristería, pero ha sido bastante. A la lejanía puedo ver a Luc y Fósil observándome mientras discuten entre ellos, pero ninguno de los dos se acerca. Desde donde están pueden oler mi toxicidad. Llevo el borde del pico de la botella de champagne rosado a mis labios mientras me apoyo en la pared de ladrillos y alzo la mirada al cielo. Esta noche está particularmente limpio de estrellas. Solo cuento seis. Probablemente mi grupo está preguntándose por qué tardo tanto en el baño, pero necesitaba un respiro de ellos intentando hacerse una idea de cómo es mi vida.

Ninguno jamás tendrá idea.

─¿Arlette?

Me estremezco ante el sonido de su dulce voz.

─Marianne.

Sin ser invitada, termina de salir al exterior y se sitúa a mi lado. Le paso la botella cuando extiende la mano hacia ella. Toma un sorbo y me la devuelve. Sonrío cuando se ahoga. Si fuera un poco más mala, la forzaría a beber y arruinar su perfecta vida con las drogas o el primer idiota que se le atraviese solo para verla sufrir, pero aún no he llegado a ese extremo.

─¿Estás bien?

Giro la cabeza para verla.

─Sí ─contesto─. ¿Y tú?

Me ofrece una sonrisa triste.

─Podría estar mejor.

Estoy tan perdida en la manera en la que sus facciones toman forma, como si de verdad me estuviera mirando a mí misma en el espejo, que tengo que procesar sus palabras un par de veces antes de responder.

─¿Por qué?

Se encoje de hombros.

─No lo sé. Hay muchas cosas que no me gustan de mi vida justo ahora.

Contengo el impulso de rodar los ojos.

Tengo cero ganas de saber qué cosas no le gustan a Marianne, la definición de felicidad y despreocupación, pero debo ser amable, Verónica me odiaría si no lo fuera, yo también me odiaría un poco a mí misma, así que intento no sonar burlista mientras le pregunto.

─¿Qué cosas?

Toma una profunda bocana de aire, su mirada perdida en el cielo como estuvo la mía hace unos momentos. Nuestros ojos son el rasgo físico que más nos diferencian, los suyos de un marrón cálido, los míos del tono del océano más profundo, pero lo que realmente nos distingue son nuestras miradas. La suya, a pesar de estar llena de tristeza, es transparente. Limpia. Pura. Tierna. La mía es como aspirar a ver a alguien a través de una nube de humo contaminado. Complicada. Sucia. Dañina.

─Bien... mis abuelos hipotecaron nuestra casa para que pudiera ir a la universidad, así que tengo que trabajar para ayudarlos a pagarla. Nadie en la carrera quiere acercárseme porque consideran que no actúo lo suficientemente bien. A pesar de que recibo la atención de muchos chicos, no tengo novio porque no tengo tiempo para uno. Tengo demasiadas responsabilidades a las que no puedo decir que no porque me niego a ser desagradecida con las personas que se quedaron conmigo cuando no tenían por qué. ─A pesar de sus problemas y de las lágrimas que retiene, no las deja caer─. Pero, lo más importante, odio sentir que mis amigos, mi escape de la realidad, quienes me han hecho especial y sentir como una mariposa, como si valiera la pena y pudiera mandar a todo el mundo que opine lo contrario a la mierda, me mienten todo el tiempo.

Le tiendo mi botella.

Sus problemas no son como los míos, pero están ahí. No puedo resolver el que he causado, no sin involucrarla, pero puedo ayudarla con los demás. Marianne no está rota debido a mí y, por lo tanto, puedo compensarla.

─¿Conoces el nombre del mejor profesor de actuación de Chicago?

****

Llegamos antes de las once a casa de Verónica, pero las tres hemos bebido y bailado tanto que nos vamos inmediatamente a la cama. Ya que dejé mis pastillas en casa, no consigo dormir tan pronto como lo hacen ellas, por lo que me siento en la ventana y disfruto de lo bien que se siente apoyar mi frente contra un cristal que podría quebrarse. Mi corazón se acelera cuando, al estar a punto de cerrar los ojos e intentar descansar, noto un G-Wagon estacionado al final de la calle, sus luces encendidas.

No es la primera vez que lo veo.

Ni que me sigue.

****

El sábado por la mañana, apenas pongo un pie en casa, soy sorprendida por la visita inesperada de Aria. Aunque Beatrice y yo seguimos sin hablarnos, eso no le impide expresar cuánto le molesta su presencia echándonos uno que otro vistazo desde la mesa de comedor, dónde abre los regalos que recibió en su baby shower, el cual celebró el miércoles por la noche en el jardín. No bajé de mi habitación a pesar de los golpes de Flavio a mi puerta. No estoy lista para fingir que todo está bien entre nosotros cuando una voz dentro de mi mente insiste en repetirme una y otra vez que papá nunca habría propuesto enviarme lejos si ella no se lo hubiera mencionado. Aunque su aporte solo es un ladrillo al gran muro entre nosotros, el resentimiento no se ha desvanecido. Quizás pueda volver a hablarle cuando mi hermano nazca en unos días, la alegría de tenerlo conmigo eclipsando todo lo demás, pero ahora mismo no estoy lista.

─Arlette ─pronuncia mi nombre mientras se levanta del sofá, su cabello negro amarrado en lindo moño en la cima de su cabeza.

Aunque luce hermosa, como siempre, en su vestido azul con mangas y bailarinas negras, lo que me llama la atención son las ojeras y las nuevas arrugas en sus ojos que soy capaz de notar a pesar de las capas de maquillaje cubriéndolas. Me acerco para presionar un beso en su mejilla mientras dejo mi bolso con ropa sobre la mesita.

─Aria, qué gusto verte, ¿te ofrezco algo de beber?

Ella niega.

─No. Penélope ha ido a pasar el día en la cocina del restaurante. Ama cocinar y al parecer ya no soy la mejor maestra. ─Me ofrece una sonrisa triste─. Me preguntaba si te gustaría ir de compras conmigo. Tenemos tiempo sin salir juntas. Te extraño, hija mía.

Sé que debería negarme, que no estoy en la obligación de acompañarla, ya no, pero no puedo evitarla verla como familia. Mientras Beatrice me arrastró a clases de etiqueta y modelaje mientras crecía, Aria me enseñó a cocinar al menos un platillo decente para cada comida y se esforzó en hacerme sentir que mi madre me amó cuando en realidad no lo hizo. Ella no tenía por qué hacer ninguna de esas cosas, igual de incorrectas en mí como las que Beatrice intentó inculcarme, pero de todas maneras lo hizo porque pensó que podrían ayudarme. Antes de que mi madrastra llegara, incluso era como una segunda madre para mí. No lo he olvidado. Es la primera mujer por la que he sentido admiración. No por ser buena o gentil, sino por amar a sus hijos como me habría gustado que me amaran a mí.

─Por supuesto que sí ─susurro─. ¿Hablaste con mi padre?

Ella afirma.

─Sí. Dijo que está bien.

─Bien. Subiré a cambiarme. No me tardo.

Vuelve a sentarse.

─Aquí te espero.

****

Nunca me he sentido especialmente atraída por caminar por los pasillos de un centro comercial. Prefiero entrar a tiendas en una avenida o un boulevard. Es incómoda la manera en la que las demás personas miran de mis guardaespaldas a mí, preguntándose quién soy o por qué los necesito. Aria, a diferencia de mí, camina con el mentón en alto y pasos de reina. Llevamos unas cuantas bolsas, las cuales Fósil lleva con el ceño fruncido, Luc y Moses también, para cuando decide que necesitamos tomar un descanso y me arrastra a un café para hablar de algo que no tenga que ver con ropa o zapatos. Es lo que he estado esperando desde que salimos de casa, así que tengo un montón de respuestas preparadas.

─No sabes lo mucho que siento que el compromiso entre Vicenzo y tú no haya prosperado ─dice─. He imaginado su boda desde que eran niños. Incluso me imaginaba a mí misma cuidando a sus bebés ya. Habrían sido tan apuestos. Tendrían tus ojos y su lindo cabello rubio claro. Su fuerza, pero también tu inteligencia. Serían perfectos.

Tomo un sorbo de mi café.

─Lo siento, Aria. Lo intenté lo más que pude, pero a pesar de la decisión de mi padre... ─Ella no tiene ni idea de que nuestro compromiso se rompió gracias a mí, no a las estupideces de Vicenzo, pero prefiero que siga pensando que fue su culpa a terminarle de romper el corazón contándole la verdad─. Vicenzo y yo no hacíamos más que empujarnos el uno al otro al borde de un abismo. Era difícil para mí. Espero que lo entiendas.

Ella extiende la mano por encima de la mesa para apretar la mía.

─Lo hago. ─Se echa hacia atrás tras soltarme─. Ambos son fuertes, a su manera, pero tan gentiles y a la vez fríos. Habrían sido leyendas. ─Le da vueltas al café con un pajita─. No sabes cuántas veces me he preguntado si todo hubiera sido diferente si Sveta y yo no los hubiésemos juntado. Si se habrían enamorado. Se me hace difícil creer que Vicenzo no se hubiera fijado en ti. Eres hermosa y lista. ¿Cómo mi hijo no te hubiera visto?

Estampo una sonrisa en mi rostro.

─Ser hermosa y lista no es suficiente. ─No en nuestro mundo. Quizás incluso no el mundo normal─. Lo sabes mucho mejor que nadie.

Ella afirma, en silencio, antes de pasar a hablar del sueño de Penélope de abrir su propio restaurante. A pesar de que intenta cubrir mis palabras con otras, ninguna de las dos es capaz de dejarlas ir. Palabras que recuerdo haber deducido de todas las historias que me contaba de papá cuando era joven, del amor y la devoción en sus ojos mientras hablaba de su pasado: hace años, cuando no conocía a Constantino, Aria amaba a Carlo.

Siempre me he preguntado si aún lo hace.


¡Sorpresa! 

Lo sé, debería estar escribiendo FAPV, but the heart wants what It wants  ._./

Además, ya quedan 5 caps para terminar la novela y no voy a empezar la segunda parte (al menos a publicarla) hasta terminar FAPV (de la que debo estar haciendo capítulo doble en los siguientes días: no hago maratón porque sus caps son más largos que los de Arlette: 3000 vs 5000 palabras)

Capítulo dedicado a livianghely10 por sus comentarios <3

Siguiente a quién adivine quién espiaba a Arlette

¿No sintieron que este cap es como paz antes de la tormenta?

¿Como que todo está dormido?

Muy bien

Si lo hicieron, están en lo correcto

Nos vemos en unos días (ahora sí es verdad)

Love u


Continue Reading

You'll Also Like

144K 20.7K 48
Un año recuperándose de un terrible accidente, uno que marcó un antes y un después en la vida de Verónica Lodge. Un año desde que la vida como la con...
13.7K 1.2K 20
Isabel Salvatore, es una joven princesa del reino Agua y la tercera hermana en la sucesión de la Corona. Ella sabe que jamás llegará a ser reina y...
12.6K 1.7K 37
Debería estar prohibido creer en la manera en la que yo creía en él. -Geneva *** Queda prohibido, sin autorización escrita del autor, bajo las denunc...
61.7K 11.1K 91
Mientras un joven Peter Quill muere lentamente de hambre en una celda de prisión en el barco devastador de Yondu, aparece otra alma y se fusiona con...