» Blue lemonade - Min Yoongi...

Від hneyskies

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Luego de la muerte de su padre, Min Yoongi ha cerrado su corazón para siempre. Ni su familia, ni su mejor ami... Більше

Prólogo

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Від hneyskies

Su primer recuerdo era de él y su familia pintando el interior del restaurante. Debía tener unos tres o cuatro años en ese entonces. 

Sus padres habían adquirido el lugar hacía poco y, luego de ahorrar lo suficiente para remodelar el interior, era hora de dar el toque final llenando las paredes de colores.

Rojo, amarillo y blanco eran los tonos que inundaban la amplia habitación. Sus manitas sostenían firmes una brocha con pintura roja, con la cual intentaba pintar de la mejor forma la pared frente a él. 

Recuerda vagamente la música y a su madre cantando al son de esta. Su hermano mayor ayudaba mientras insistía en que él ya era lo suficientemente grande para pintar subido en las escaleras, a pesar de que no tenía más de nueve años.

— Yoongi, tienes algo en la cara. — Le dijo su padre para llamar su atención.

— ¿Eh? — Y un dedo con pintura amarilla manchó la punta de su nariz. Su padre reía mientras él, confundido, trató de hacer lo mismo sin éxito. 

Luego de jugar a lanzarse pintura por un rato, se sentaron todos juntos en el piso a observar el lugar. 

Yoongi no recuerdo mucho lo que pasó después, pero si tuviera que marcar el inicio de su vida, sería ahí, sentado en el piso del restaurante de su familia, abrazado a su padre y con una sonrisa en su rostro. 

¿Cómo había sido todo después? Bueno, todo había marchado relativamente bien hasta que cumplió catorce años. 

Siempre fue travieso y rebelde, "eres igual a tu padre", decía siempre su madre. Y es que si la personalidad era hereditaria, el meterse en problemas era definitivamente un rasgo que había adquirido de su progenitor. 

Sobre Min Yoongi no podía decirse que era en extremo sociable, a pesar de que tuviera muchos conocidos. Desde que tenía cinco años y hasta la actualidad, su único y verdadero amigo había sido Jeon Jungkook, un compañero de clases de su misma edad. 

Juntos eran como uña y mugre y un verdadero dolor de cabeza para sus profesores. Se habían conocido luego de que ambos fueran castigados empezando la primaria: Yoongi por liberar al pez dorado de su salón por el inodoro y Jungkook por comer escondido la merienda de sus demás compañeros durante la hora de la siesta. 

Desde entonces, habían encontrado en el otro un aliado incansable para cada plan que se les ocurriese. Sin embargo, nunca se burlaban de nadie o hacían algún daño, sus locuras siempre eran más bien jugarretas que hacían reír a la clase entera.

Tirarse de los columpios, dar vueltas las mesas y sillas del salón, iniciar guerras de comida o papeles, hablar durante las cátedras, hacer dibujos en las paredes o esconderse mañanas enteras en el transcurso de las clases eran parte de sus travesuras diarias. Yoongi era el que inventaba planes y Jungkook el que seguía cada paso que su amigo indicaba. El primero empezaba porque se aburría y el segundo lo seguía porque tenía mucha energía y ganas de hacer reír a los demás. 

Eran, sin pedirlo, bastante populares entre sus compañeros y compañeras de clase. Jungkook especialmente, quien era bastante conversador, aunque a veces lo asaltaba la timidez ante los adultos.

A pesar de sus influencias, la familia de Yoongi adoraba al menor de los Jeon, y durante las tardes, ambos niños se quedaban en el restaurante de la familia Min hasta que los padres de Jungkook pasaban a buscarlo luego del trabajo. Aunque eran regañados con frecuencia cuando se les ocurría hacer travesuras, ambos eran muy queridos por todo el personal del restaurante. Sin contar que, el padre de Min, se encargaba de defender a los diablillos en cada ocasión.

Siempre les decía que ambos le recordaban a su yo de joven y, aunque a veces también los reprendía por excederse en sus bromas, la mayoría del tiempo se reía con ellos y los aconsejaba. 

La infancia de Yoongi fue bastante normal hasta el día en que, inesperadamente, su padre había sido diagnosticado con una enfermedad cardiaca.

— Si mi vida terminará pronto, quiero aprovecharla con los que más amo y haciendo aquello por lo que trabajé toda mi vida: Atender mi restaurante. Así que no se preocupen, soy una persona feliz. — Les dijo una vez.

Y es que nunca quiso ser hospitalizado ni saber mayores detalles de su enfermedad. El señor Min fue tajante en decidir que no pasaría sus últimos días en una sala de urgencias, lleno de cables y rodeado de gente extraña; aunque a veces debían partir de emergencia para que lo examinaran o para aminorar sus dolores. Hasta el final de su vida, su sonrisa y sabias palabras fueron dirigidas a su familia, especialmente, hacia el menor de los Min.

Después de su muerte, todo había cambiado para Yoongi. Su personalidad rebelde y traviesa se había esfumado casi completamente, siendo ahora mucho más tranquilo y serio. 

Con respecto a su desempeño escolar, a pesar de haber sido rebelde en su infancia, Yoongi nunca había sido mal alumno. Destacaba en todas las asignaturas menos en deporte, donde usualmente inventaba alguna excusa para no asistir o escapar a la enfermería, cosa que su madre no entendía cuando era tan bueno para basketball. 

— ¡No quiero que el profesor de Deportes me llame este año porque no asististe Min Yoongi! — Le dijo antes de partir el año. — ¡O estarás castigado! Esta vez es en serio. — Pero su madre siempre repetía lo mismo. La verdad es que los castigos y enojos con ella no eran más que pasajeros, incluso durante la ajetreada infancia de Yoongi. Su hermano mayor y él agradecían enormemente tenerla en sus vidas: Era una mujer grandiosa y digna de admirar para ambos.

Su madre nunca se vino abajo, a pesar de lo delicada de la situación luego del fallecimiento de su padre: Se había propuesto sacar adelante a su familia costara lo que costara. Desde siempre había sido una mujer fuerte, obstinada y exigente, pero cariñosa con sus hijos. Estaba pendiente de ellos, asegurándose que nunca les faltara nada ni en lo material ni en lo afectuoso. 

Era madre, padre y dueña del restaurante a la vez. Era la primera en despertar por la mañana y la última en dormirse por las noches. Yoongi y su hermano bromeaban con que era una bruja porque siempre se enteraba de todo lo que hacían, incluso cuando no estaba presente, ambos estaban seguros de que tenía superpoderes. Sin embargo, a pesar de su fuerza y ánimos, el menor notaba como los ojos de su madre no tenían el mismo brillo desde el día que su esposo murió, pero nunca había querido hablar con ella al respecto. 

Con su hermano mayor, por otro lado, siempre habían sido en extremo cercanos y su lazo se estrechó aún más al crecer. Era una figura de apoyo tanto para Yoongi como para su madre y ambos se sentían sumanente orgullosos de sus logros. A sus actuales diecinueve años, había decidido estudiar en la universidad durante la noche para ayudar en el negocio familiar en el día. El menor de los Min no sabía cómo lo hacía, pero su hermano parecía tener energía y tiempo para hacer todo lo que se proponía, desde jugar basketball con él los fines de semana hasta de sacar excelentes notas en su carrera universitaria. Su determinación y entereza eran los mismos de su madre.

A pesar de lo afortunado que se sentía de tener a su familia, para Yoongi la muerte de su padre había sido el motor de un cambio irreversible, un hueco en su corazón que llenaba haciendo cualquier cosa con tal de no pensar en su ausencia. Su refugio era el estudio, el basketball y ayudar en el restaurante.

Extrañaba a su padre todos los días, esa era la verdad.

Yoongi apreciaba mucho a su familia, cómo había sido criado y valoraba mucho el apoyo incondicional de Jungkook. Sin embargo, después de casi dos años, aquella pérdida aún le acompañaba, convirtiéndolo en alguien muy distinto a sus actuales dieciséis años.

Su madre y hermano habían tratado incontables veces de hablar del tema, pero Yoongi siempre lo evadía. Y es que a pesar del tiempo, para él seguía siendo un tabú, un dolor que negaba sentir.

Había visto llorar a su madre sólo en el funeral y a su hermano un par de ocasiones más, pero él no había derramado ni una sola lágrima. El shock y la rapidez con que había sucedido todo seguía latente en su corazón y aunque sabía que podía estar equivocado en como enfrentaba el duelo, no quería escuchar ni una palabra del tema, ni de su familia, ni de Jungkook, ni de sí mismo. 

Cerraría su corazón y sería fuerte por y para ellos, no los iba a preocupar con algo que ya no tenía solución: Su padre se había ido y eso no iba a cambiar. 

Pero lo que Yoongi no sabía era que, aunque su pasado no pudiera cambiar, su presente y futuro sí lo harían. Y es que en aquel momento, empezando su primer año de preparatoria, todos los cambios que experimentaría serían a causa de alguien con nombre y apellido. 

Porque Kim Seokjin sería el detonante de todo lo bueno y lo malo que estaba por venir en la vida de Min Yoongi y sería él quien abriría su ahora, cerrado corazón.

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