Abril, voz de inocentes [Crón...

By Lully5

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Segunda parte de "Los Juegos de Mohamed" Después de poder sobrevivir a los terribles Juegos de Mohamed, Abril... More

Revelación
Un pequeño secreto
El cuaderno rojo
Primeros planes.
Participantes.
Entre pesadillas.
Viejos personajes.
Solo una Niña Humana
Solo pienso en muerte.
Plan B
¿Amigas?
Más que solo suerte.
Cosa del destino.
Ángel de la muerte
Alianzas y pactos
Miedo.
Ojos preciosos
Frío intenso
Venganza
El secreto de Caro - CAPÍTULO FINAL

Poderes.

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By Lully5

Todo estaba en negro, no se veía nada, se sentía una fresca brisa de verano por la habitación, un delicioso aroma a lavanda impregnaba el lugar.

-Necesito su ayuda- se escuchó decir a un chico de voz neutral, algo tímido y ansioso a la vez.

-Ella lo atenderá en un momento- respondió la voz de una mujer, tal vez de edad madura, el tono sonó serio y tranquilo.

-¡Déjalo pasar!- se escuchó una tercera voz proveniente de otra habitación, una voz vagamente familiar, pero irreconocible.

-Pase- dijo la voz de la señora.

Se escuchó cómo se abría una gran puerta y se pudo comenzar a ver un poco de luz, y las siluetas se distinguieron con más claridad hasta que los objetos que la rodeaban fueron totalmente reconocibles.

Entrando a la habitación lo primero que se distinguía era un inmenso ventanal que abarcaba toda la pared frontal, la pared de la izquierda estaba llena de pantallas de computadores, y sobre una mesa un único teclado, del otro lado, un gran librero, este también abarcaba toda la pared; incontables fotografía, algunas algo antiguas, se encontraban en el suelo, fotos de mujeres y hombres sonriendo, de repente, un libro calló de lo alto, seguido de otro, y luego otros dos.

El hombre miró arriba, en lo alto del librero, buscando algo en específico, se encontraba una chica, abriendo y cerrando libros una y otra vez, miró de reojo al muchacho y sonrió, luego volvió a buscar entre aquellas páginas.

* * *

Abril abrió los ojos rápidamente, el mismo sueño de siempre, y como todas las veces anteriores, tan real. Comenzando a preguntarse si psicológicamente estaría bien, Abril se levantó de la cama y comenzó a hacer la cama.

-¡Abril, despierta!- gritó su madre desde la planta baja.

-¡Está bien!- respondió ella.

Se acercó a su pequeño calendario y mirándolo, se comenzó a lamentar de que tenía que ir a la escuela.

-Ánimo, Abril- se dijo a sí misma —Es viernes, mañana podrás dormir todo el día, sino es que esos sueños te despiertan otra vez- caminó a su armario y comenzó a buscar su uniforme.

-Findy, hazte a un lado- se quejó ella cuando su gatita comenzó a estorbarle, como todas las mañanas, pero no podía hacer nada, así eran los gatos, y eso le causaba gracia.

Colocándose los primeros pupilentes que vio, bajó con desánimo las escaleras y se dirigió a la puerta.

-Abril, deberías desayunar- le dijo su madre cuando la vio pasar.

-Debería... ¿No es así?- preguntó en tono sarcástico y algo grosero.

-¿Cómo dices?- Anastasia puso sus brazos en jarra y frunció el ceño, mostrando el descontento que le estaba causando la actitud de su hija.

-Perdona- Abril volvió a la pregunta anterior —No tengo hambre

-Siquiera llévate algo

-No, gracias

Abril abrió la puerta y salió. Cuando llegó a la escuela casi nadie se encontraba en el salón de clases, por lo que solo se dirigió a su asiento, tiró su mochila al lado y se dejó caer en la silla.

Ella se puso a pensar. Era la cuarta vez en la semana que soñaba lo mismo... y apenas era viernes, cada vez se sentía más preocupada, el mismo sueño una y otra vez, pocas eran las veces que no lo tenía, pero esas escasas ocasiones soñaba con cosas peores, como qué hubiera pasado si ella hubiera muerto, sangre, muerte, destrucción, una serie de imágenes que no soportaba. Por eso, prefería soñar con el muchacho y la chica.

Y de un momento a otro sus pensamientos cambiaron de forma y se concentraron en Michael, se preguntaba cómo estaría su protector fantasma, era verdad, se sentía vacía sin él, no lo había visto en mucho tiempo y Marcie no daba mucha información de él, la única forma de poder estar con él era recordarlo, y cuando sus poderes se salían de control, cuando él le daba consejos, pero cada vez era menos frecuente.

-¡Abril!- gritó Jess para llamar la atención de su amiga.

Abril sacudió la cabeza y se encontró con Jess y Valeria enfrente de ella, mirándola con expresión extraña.

-Perdonen- se disculpó Abril -¿Qué decían?

-Abril, has estado muy rara últimamente, ¿Sucede algo?- preguntó Valeria tomando el hombro de su amiga, esperanzada de que ella les dijera al fin la verdad.

-Nada importante- respondió Abril.

Momentos después entró el profesor Brown, con su elegante traje y sus libros en mano.

-Buenos días, jóvenes- dijo él mientras se acercaba al escritorio —Abril, te esperan en dirección-

-Sí- respondió ella, ya sin preguntar para qué la buscaban.

En un principio le asustaba que la llamaran a la dirección, luego se volvió algo molesto, pero ahora lo veía más bien como rutina, pues no había nada que pudiera hacer, o más bien, nada de debiera hacer.

Caminó por los pasillo pensando qué les podría decir a los policías. Ellos la habían estado molestando desde que regresó de los juegos, o de la convención benéfica, como le había dicho a todos, por más que Abril insistía en que estaba bien, los oficiales constantemente iban a interrogarla.

-¿Me permiten pasar?- preguntó Abril, tocando la puerta y entre abriéndola un poco. Lo que esperaba, la directora la esperaba sentada en su escritorio, y al lado de ella dos oficiales con su postura autoritaria y su sonrisa cínica.

-Señorita Abril, debemos hacerle unas preguntas- dijo uno de ellos, era alto y muy delgado.

-¿Otra vez?- respondió Abril, entrando por completo en el lugar y mostrando su enojo, cuando veía a algún policía buscándola olvidaba por completo su cordura y daba a entender todo lo que pensaba, incluso cuando parecía una histérica.

-Abril, por favor- le suplicó la directora en forma seria, como cuando daba un sermón, pero esto no le importaba a Abril.

-Lo siento mucho directora, pero ya estoy cansada de estos estúpidos policías viniendo todos los días a hacer las mismas preguntas y obteniendo las mismas respuestas

-Si no coopera tendremos que llevarla a la comisaría- amenazó el otro oficial, uno algo más bajo que en anterior, con expresión siempre enojada y un notable panza de cerveza.

Abril, aguantando las ganas de mostrar su frustración, se sentó en la silla frente al escritorio y recargándose tanto como pudo en el respaldo aguardó las preguntas. Un oficial preguntaba mientras el otro anotaba.

-Usted dice haber escapado de su casa el primero de abril, hace unos meses- confirmó el oficial alto.

-Cierto, es del otro lado del país, mi madre nunca me hubiera dejado ir- respondió Abril.

-La idea fue de su amiga Marcie, pero su madre afirma que jamás escuchó hablar de ella hasta el día que usted regresó

-No tengo que contarle nada a mi madre, no estoy obligada, ¿Han oído de la privacidad? además, sí le había hablado de ella, pero no me escucha

-¿Y dónde se encuentra la señorita Marcie en estos momentos?

-Yo qué sé, no soy su niñera, viaja mucho, no sé por qué ni para qué, pero lo hace

-¿Y cómo la conoció?

-Un día que caminaba por el parque, se le cayeron algunos folletos y le ayudé a levantarlos

-¿Y los folletos de qué eran?

-Lamentablemente no para vender droga- el oficial se le quedó mirando con expresión seria, Abril suspiró profundamente y luego corrigió su mentira —De la convención benéfica, me habló de ella y decidí ayudarla, claro, unos años después

-¿Tiene forma de probarlo?

-No, y si no les importa, me estoy saltando la clase de biología, y por mucho que las odie, necesito sacar buenas notas, no podré hacerlo charlando con ustedes

-¡Abril!- gritó la directora —Más respeto por favor, debería cooperar, que tu historia de la fundación esa no es nada creíble

-Tampoco es creíble que la primera guerra mundial sucedió gracias a que los gobiernos querían territorios, o por la muerte del duque, conde, virrey, no sé, pero era austriaco

-¡Hablo en serio!

-Yo también

-Abril, si sigue así tendré que bajar sus notas, además de que tendrá problemas con el gobierno

-¡¿Y qué?!- Abril se levantó de la silla y dio un fuerte golpe al escritorio con su mano derecha -¡¿Qué me importan ya las notas, qué me importa el gobierno?! Lo único que sé es que me "desaparezco"- hizo unas comillas con su mano izquierda —Por unos cuantos días y cuando regreso creen que estuve involucrada en quién sabe qué delito, y no importa cuántas veces se los repita, siguen insistiendo, pues esta será la última vez ¡Déjenme en paz!

Sin poderlo controlar, el cabello de Abril fue tornando de un tono rojo escarlata, desde las puntas y subiendo hasta la raíz, sus ojos por un segundo fueron también rojos, pero luego se prendieron en llamas, al igual que su cabello. La temperatura de la habitación subió súbitamente, casi se podía sentir que uno se quemaba.

Los gritos de los adultos hicieron reaccionar a la joven en llamas, que después de parpadear tres veces recuperó su forma natural, salió deprisa de la dirección y se detuvo del otro lado de la puerta, necesitaba pensar, si los oficiales reportaban lo que acababan de ver tendría más problemas de los que de por sí tenía.

-¡Abril! ¡¿Qué demonios sucedió?!- se escuchó una voz en la mente de la joven.

-¿Michael?

-¿Otra vez? ¡Debes controlar tus poderes!- Michael se escuchaba muy enfadado, pero tenía motivos, no era la primera vez que Abril ocasionaba estos accidentes.

-¿Sabes algún hechizo de olvido?- preguntó Abril el tono suplicante.

-"Lo que vio tu mente, olvídalo de repente"- y al instante Michael cortó aquella conexión telepática, no se podría explicar cómo, pero se notaba la diferencia de vibraciones cuando se comunicaban.

Abril volvió a abrir la puerta, en cuanto la vieron, tantos los oficiales como la directora comenzaron a gritar nuevamente, Abril pronunció el hechizo y los gritos cesaron.

-Abril, no te quedes en la puerta, pasa- dijo la directora, como si nada hubiera pasado.

-¿Me llamaban?- preguntó Abril, fingiendo que por primera vez pisaba ese lugar ese día.

-Señorita Abril, tenemos unas preguntas que hacerle- dijo el oficial alto.

-¿Otra vez?- preguntó Abril susurrando y pensando mejor lo que iba a decirles.

-Es rutina, señorita

-Ya se los he dicho todo, me fui a una convención benéfica, no sé dónde está Marcie en estos momentos, pero si logro contactarla les avisaré, y no, no estoy involucrada en nada que tenga que ver con drogas, alcohol y/o la mafia, así que... ¿Podría regresar a clase? De verdad necesito mejorar en biología, no lo haré si falto clases

Los oficiales se miraron entre sí, y antes de que le permitieran regresar a su salón, la directora se acercó a Abril.

-Abril, ¿Te sientes bien? Te ves algo pálida- le dijo ella a su estudiante mientras le sentía en rostro —Estás hirviendo, ¿Estás enferma?

-Estoy bien

-Mejor llamamos a tu madre, no te vayas a enfermar, tienes fiebre

Abril no tuvo otra opción que aceptar, porque según la política de la escuela, los estudiantes deberían ser enviados a casa si presentan signos de enfermedad... o algo así.

Anastasia llegó a la escuela diez minutos después de haber colgado el teléfono, recogió a Abril rápidamente y regresaron a casa, y como en los últimos meses, casi no dijeron nada. Ella se sentía preocupada por su hija, que se estaba volviendo muy distante, no sabía la verdadera razón, pero creía que era mejor dejarla sola, tal vez con el tiempo todo mejoraría.

Cuando Abril llegó a su casa lo primero que hizo fue subir corriendo a su cuarto y encerrarse allí, esperando que la soledad le diera un momento de claridad, de poder pensar mejor las cosas y tener un poco de paz.

-Abril, llegas temprano el día de hoy- dijo Marcie, quien apareció muy de repente recostada en la cama perfectamente tendida de Abril —Muy temprano, ¿Sucedió algo?

-Los policías siguen molestando- respondió Abril, acercándose a su librero y buscando algo que leer —Por cierto, te están buscando, les dije que trataría de que contactaras con ellos, ya he cumplido

-¿En serio les dijiste eso?

-Algo muy parecido

Marcie rio un poco, luego se sentó a la orilla de la cama y observó cómo Abril tomaba un libro de portada azul y se sentaba a leer junto a ella.

El silencio era incómodo y causaba algo de miedo, la humana no lo soportó más y rompió aquel silencio que tanto daño le hacía.

-¿Cómo está él?- preguntó bajando un poco el libro y sin mirar a su amiga.

-¿Michael? Bien, supongo

Abril diariamente preguntaba por su consejero, le hacía falta, pero no podía verlo, y siempre que le preguntaba a Marcie sobre él, ella simplemente daba una respuesta vaga y a veces un tanto tonta.

-Que bien- respondió Abril.

-¿Sucede algo?

-Creo que hoy se volvió a molestar conmigo

-¿Tus poderes se volvieron a salir de control?- Abril solo asintió —Nena, debes controlarlo, es peligroso que no sepas usarlos, te enseñaría pero... bueno, solo puedo ayudar a tu forma quimérica

-Entiendo

-¿Qué has hecho?

-¿Para solucionarlo o para que se molestara?

-¿Ambas?

-Accidentalmente mis ojos y cabello se prendieron en llamas frente a mi directora y dos oficiales, Michael me ayudó con un hechizo del olvido

-¿Hechizo? ¿Cuál de todos?

-Uno muy sencillo y sin efectos secundarios... según parece. "Lo que vio tu mente, olvídalo de repente"

-¿Acaso esperabas hechizos súper complicados en latín y griego?

-Algo así

-Claro que no- respondió Marcie riendo a carcajadas —Al menos no para ti, tu magia no está preparada para esos hechizos

Abril recordó los primeros hechizos que intentó hacer, normalmente algo salía mal, por ello Michael, que se veía obligado a ayudarla, le daba los hechizos más sencillos que conocía, pero era muy complicado, ya que él era un fantasma, no un hechicero.

-¿Por qué se molesta?- preguntó de repente Abril, recordando la voz enfadada de Michael esa mañana.

-Será tu consejero y tendrá una conexión contigo, pero la telepatía requiere de mucha energía y poder, las cuales un fantasma no posee, lo debilitan mucho

Abril solo asintió, se abrazó sus piernas y luego dejó que el silencio continuara.

Y así eran las visitas de Marcie, hacer una breve plática y luego dejar que el silencio hablara, y eso las hacía sentir mejor.

Ya habían pasado ocho meses desde que Abril ganó los juegos y regresó a su hogar, se arrepentía en grande, sus sueños la asustaban, sus pensamientos de sangre y muerte la perturbaban y la hacían sentir bien al mismo tiempo, sentía que no podía hablar con nadie, y así era, el único apoyo que tenía era el de Marcie, que le hacía mucho bien, y el de Michael, el cual últimamente implicaba sermones cortos.

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