Un mes después de haberte vuelto a ver, un mes sin volver a dirigirte la palabra, si no fuera para hablar del ejercicio de matemáticas de la señora Patterson.
En los pasillos pasabas a mi lado como si fuese alguien más,
como una chica cualquiera a la que nunca habías visto y menos hablado,
como otra alma más en este mundo de completa basura.
Yo te miraba desde la profunda seguridad de mi taquilla,
miraba como saludabas a la gente de tú alrededor,
con tu perfecta sonrisa amable, pero con tus ojos afables.
A veces me mirabas de reojo,
¿querías ver como me sentía? ¿cómo me ponía celosa cuando Sara te tocaba? ¿cuándo la mirabas? ¿cuándo le decías secretitos a la oreja y ella se reía?
Estaba celosa, más que celosa.
Sara se aprovechaba de los hombres, y ahora se quería aprovechar de mi hombre.
Al pensar tantas barbaridades me di cuenta que era eso lo que querías,
querías ver hasta que punto estaba enamorada de ti,
hasta que punto suspiraban por ti,
hasta que punto lucharía por ti.
En ese entonces yo no lo sabia, pero me estaba enamorando de ti, y tú lo sabia, y te enorgulleces por eso, porqué desde un entonces yo ya era tuya.
Pero ahí, yo solo podía pensar en las miraditas que os intercambiabais Sara y tú,
esas me mataban, por fuera, podía parecer normal, pero por dentro me estaba muriendo por ti.
Porque te quería
Porque te quiero.