Faltaban diez minutos para que fueran la una de la madrugada. Estaba ansiosa por llegar y tumbarme en un cómodo colchón, pero por otra parte me quería quedar aquí. ¿Por el chico guapo? Sí, por él.
Cuando llegamos, se sentó en su sitio y ha estado con la vista fija en la pantalla del móvil. ¿Cómo le durará tanto la batería? Me pregunté. Él no está obsesionado con mover caramelos. Dijo una vocecita en mi cabeza.
A mi lado, el asiento estaba vacío. Rosemary había ido al baño hace unos minutos. La majoría de la gente del vagó también se había despertado y estaban ocupados haciendo algo.
—¿Me dejarías pasar, guapa? —la voz de Rosemary llegó a mis oídos. Le di una sonrisa y me levanté, así dejándole pasar.
Antes de que me volviera a sentar, algo llamó mi atención. Estaba tirado en el suelo, cerca del asiento del chico guapo. Parecía una pulsera de estas de hilo. Era de un colo azul oscuro muy bonito.
—Jaden —lo llamé mientras me agachaba y recogía la pulsera.
Al verla de cerca, era más bonita. Era hanca, de hilo azul trenzado y con cierre metálico. ¿Por qué me suena de haberla visto en algún lugar? El chico guapo me miró confundido porque lo había llamado.
—Dime —esperó a que siguiera hablando.
—¿Esto es tuyo? —pregunté mientras le enseñaba la pulsera. Él abrió los ojos con sorpresa y metió las manos en el bolsillo derecho de la sudadera. Las volvió a sacar, al no haber encontrado nada.
—¿Dónde estaba? —preguntó mientras la cogía. Se la colocó en la muñeca y tengo que decir que puesta quedaba aún más bonita. Bueno, a él todo le queda genial.
—Creo que se te había caído —dije riendo.
—Gracias. No sé que habría hecho si la hubiera perdido —confesó mirando la pulsera y sonriendo un poco. ¿Será importante para él? Supongo que sí.
—Me suena un montón el modelo, pero no sé dónde lo he visto —dije tratando de recordar cuándo fue que la vi.
—Es de Tommy Hilfiger —dijo él, sacándome de mis pensmaientos.
¿Qué? ¿Tommy Hilfiger? ¡Cómo no me he dado cuenta antes! Que tonta eres, Vee. Dijo mi subconsciente.
Agarré mi pequeño bolso y rebusqué entre los bolsillos. Hasta que la encontré. Una pulsera del mismo modelo que la suya, pero de color negro. Recuerdo cuando Kiara me la regaló por mi anterior cumpleaños. Siempre la llevo conmigo, pero no puesta.
—Ya decía yo que me sonaba —dije mientras quitaba el cierre y me la ponía sobre la muñeca izquierda. Allí también llevaba el brazalete que me dió mi padre.
—Que casualidad —dijo él riendo. Ya lo creo. Pero me alegraba de tener algo igual que él. Así cada vez que vea la pulsera, me acordaré de este viaje.