El Internado Westminster

By Vale_05_18

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¿Cómo te sentirías si te vieras obligada a vivir en un internado situado en un intrigante bosque, si coincide... More

Sinopsis
Prólogo
[C2] Tres Misterios
[C3] Encuentro con lo Desconocido

[C1] Señales

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By Vale_05_18

26 de Agosto, 2016 

Internado Westminster

Al dar clic en el buscador, miles de páginas comenzaron aparecer frente a mí, dejándome algo sorprendida.

"El famoso internado de Reino Unido."

"Internado público para personas extranjeras."

"Cierran internado por trágico accidente."

¿Alumnos del Westminster... ¿o Modelos?

Mi curiosidad indagó por el tercer enlace, así que hice clic en él. En la página se desplegó una noticia de archivo, remontándose en los 2000, sobre un accidente en el internado con varios alumnos heridos, provocando cierta inquietud en mí.

Tomé un sorbo de mi taza de café, para después soltar un largo bostezo, demostrando el cansancio que guardaba al no haber dormido. Me giré a la hora de la computadora, notando que ya eran las 4:25 am.

—Ya casi amanece —murmuré en un siseo de voz, pero eso no impidió que continuara leyendo el artículo frente a mí.

No me estaba mostrando mucho, tan solo palabras sin sentido, fechas indiferentes y nombres desconocidos.

De repente, surgió un vídeo bajo la noticia. Sin pensarlo dos veces, di reproducir. En la pantalla, un hombre con un micrófono en mano atrajo mi atención. Parecía ansioso, sus ojos buscaban información con avidez, y de vez en cuando, echaba un vistazo furtivo al internado que se alzaba detrás de él. Su cabello ondeaba al viento, y la atmósfera a su alrededor estaba de locos, con personas susurrando y creando un bullicio intrigante.

"¡De último momento!

El internado más famoso de Reino Unido, cierra sus puertas por trágico accidente con uno de sus estudiantes, se desconoce la identidad de las persona, pero se sabe que hubo heridos, entre ellos una maestra. ¿Acaso la catastrófica historia se repetirá"

—¿Repetir? No puedo creerlo... Sabía que algo no andaría bien con ese internado, ¡cómo no lo estaría! Desde que supe el precio de la inscripción, ya presagiaba que algo no estaba bien —Un exasperante suspiro se escapó de mis labios, mis ojos se clavaron en la ventana frente a mí.

El amanecer se revelaba ante mi pintando el cielo como si fuera un lienzo celestial. Sin embargo, mis ojos, cansados ​​y entrecerrados, luchaban contra la luminosidad que me estaba  brindando la mañana

Rápidamente giré a otra parte, puesto que si seguía ahí, sería la cuarta integrante de las ratas ciegas de Sherk.

Volví mis ojos a la noticia, no tenía claro si mamá estaba al tanto de esto o simplemente ignoraba la noticia y aún así prefirió mandarme.

—¿No le importaba si estaba en peligro? —murmuré con una mezcla de preocupación y burla en mi tono. —Jodida basura.

Entonces recordé, antes de que mamá me lo mencionara, que ya que había descubierto su plan cuando note extraños correos en su computadora, junto con unos papeles que ocultaba en su oficina.

Después de esa pésima noticia que cayó como balde de agua fria... Había estado buscando información sobre el internado Westminster en línea. Aunque la mayoría de los sitios web parecían mostrar una fachada de prestigio y excelencia académica, también encontré comentarios de exalumnos que mencionaban fenómenos extraños y eventos inexplicables que ocurrían en el lugar... Y ahora esa noticia.

Eso me advirtió una sola cosa; PELIGRO.

—¿Que nadie mira películas de terror? Esto es una mala señal.

No hice algún movimiento, tan solo permanecí quieta, mirando el techo de mi habitación. En eso, una pregunta surgió, ¿desde cuándo el color de esta cambió a blanco?

En eso un peso se instaló en mis rodillas; el maullido de mi gata me sobresaltó

—Maya, me asustaste —exclamé con susto.

Sus gemas verdes, que parecían brillar, se hicieron visibles ante mí, mostrando su hermoso color. El llamativo maullido de Maya llenó la habitación con un tono profundo y melodioso, como una alarma que indicaba una sola cosa: hambre.

—No me digas que ya te ruge la tripa, Maya —susurré, ya adormilada, sintiendo el ronroneo vibrante de mi gato reverberando en el aire. —Gata comelona —dije, y pronto un maullido se hizo presente como respuesta.

Me sumergí en el recuerdo de cómo Maya llegó a mi vida. Fue en uno de esos días oscuros en los que Agatha, mi hermana mayor, se había ensañado conmigo, empujándome al límite de querer escapar de casa.

"—Deja de ser tan inservible —Llorar no te ayudará en nada"

Y llena de lágrimas, salí a la calle, decidida a alejarme de todo. Mientras cruzaba la calle apresuradamente, ajena a mi entorno, casi fui atropellada por un desconocido que no perdió la oportunidad de lanzarme un insulto.

"¡Fijate mocosa!"

Aterrorizada, me encontré al otro lado de la calle, reflexionando sobre cómo un minuto más en esa situación podría haber significado mi muerte. Sin poder evitarlo, una sonrisa nerviosa se instaló en mi rostro, incrédula ante la situación y consciente de lo insensata que fui.

En eso, una pequeña gatita me miraba con curiosidad en el lado contrario, sus ojos reflejando una chispa de complicidad, como dandome a entender que no fue mi culpa lo que pasó. Ese momento marcó el inicio de nuestra conexión, y desde entonces, Maya y yo hemos sido compañeras inseparables.

No obstante el ruido de que alguien caminaba fuera de la habitación me desconecto del recuerdo, asustando a Maya, quien se alejo de mi.

—Es hora.

Eso fue lo único que salió de ella, puesto que en segundos sus pasos se alejaron volviendo al silencio anterior.

Y sin más decidí olvidar eso por unos días, hasta reconocer que hoy era el gran día. Así que con dificultad, aleje la silla del escritorio, y me coloque de pie sintiendo la brisa de esa mañana.

¥ ¥ ¥

—No quiero retrasos, sabes que odio eso —El silencio en la cocina era denso, y las palabras de mamá resonaron en la habitación como un eco inquietante.

La castaña frente a nosotras no parecía conocer  la palabra "calmado" puesto que desde que entre a la habitación no dejaba de moverse por toda la cocina, la tensión en el aire se hacía palpable mientras observaba sus manos temblorosas golpeando la mesa. ¿Acaso algo andaba mal? La ansiedad se apoderaba de mí, provocando un nudo en mi estómago.

—Entiendo... —balbuceé, insegura de qué más decir. No quería preguntar demasiado y fastidiarla aún más. Cuando estaba con mamá podía ser una Alaida completamente diferente: seria, callada, sin animos de nada, pero era así por su actitud, su extraño comportamiento me inquietaba.

Ella me entregó el desayuno con dificultad, como si llevara un peso inmenso sobre sus hombros. Cuando estaba a punto de tomar un bocado, me detuvo la sensación de una mirada penetrante sobre mi. Mis ojos buscaron a mi alrededor, pero no encontré nada que justificara la sensación. No era la primera vez que me sucedia y sentia que tampoco sería la última.

—¿Te vas a comer eso? —su voz sonaba extrañamente firme, casi amenazante, mientras arrebataba el plato de mis manos. Mi corazón dio un vuelco, pero no me quejé. Algo en su mirada me decía que era mejor no discutir... Después de todo Agatha era así.

Pedí permiso para retirarme, escuchando tan solo un "Adelante" de mamá, así alejándome de la cocina.

Subí las escaleras con la angustia latente en mi pecho, no entendía el comportamiento tan extraño de mamá, ella quería que me fuera, pero,¿por qué parece preocuparle algo?

Mis pasos siguieron continuando después de subir las escaleras, sin embargo, fueron detenidos cuando una opresión inexplicable se hizo presente en mi pecho, como cuando sientes que estás siendo observado intensamente, incluso si no hay nadie a la vista.

Abrace mi brazo izquierdo como consuelo, e ignore esa sensación, o trate, pero cuando mis ojos se posaron en la casa frente a la nuestra todo cambió, aunque parecía absurdo, tenía miedo, le tenía miedo a aquella casa, puesto que emanaba una soledad abrumadora que era bastante para mi, y juraría haber visto en noches pasadas a alguien sentado en la ventana. 

Todos los dias, con duda y temor antes de entrar a mi habitación, observaba el ventanal por ciertos minutos, sin explicación alguna.

Mis pensamientos nublaban mis sentidos, y sin que yo quisiera, mis manos comenzaron a temblar. La sensación de familiaridad me dejo perpleja, pero, por más que intentaba recordar, nada acudía a mi mente.

«Habían pasado años, años desde los últimos habitantes »

Sin embargo yo intentaba entender lo que estaba pasando, en eso, una corriente helada recorrió el pasillo, apagando lo poco que quedaba de luces intermitentes, dejando como única opción el ventanal frente a mi... ¿Era acaso una casualidad?

Desde mi perspectiva lograba notar aquel reloj de pared antiguo, el cual marcaba las 9 de la mañana, en aquel caserón olvidado. También miraba las sombras que danzaban en las paredes, reflejando la luz tenue de una lámpara parpadeante y el silencio, que era roto en momentos solo por el sonido que emitia el reloj. Era sorprendente, sabiendo que estoy a metros de el.

¿Será esa la razón del por que le tenía tanto miedo a la casa?

No sabia con certeza.

En ese momento, una sombra se proyecto en la pared, lo extraño era que no provenía de ninguna fuente visible. La figura se contorsionaba, hasta adaptar la forma de aquel ser alto y delgado que miraba por las noches.

Y esta vez, lo miraba con claridad, estaba ahí, tangible y amenazante... O eso creía ver. Un escalofrío recorrió mi espalda mientras el corazón empezaba a martillarme en los oídos, no obstante, un susurro sutil pero perturbador resonó en el silencio.

«No estás sola»

Palabras deseadas pero momento equivocado.

—Debo de estar viendo cosas por no dormir.

Entonces decidí alejarme de ahí, caminando unos cuantos pasos a la derecha, dispuesta a abrir la puerta de mi habitación, tome la perilla de esta, abriéndola como si todo lo que estuviera viviendo fuera simples fantasías inexistentes, algo absurdo.

Fue en eso cuando una voz apenas audible se deslizó desde las sombras.

«Por aquí »

Ahora si, estoy segura que lo he escuchado.

Mi corazón pareció detenerse por un instante, finalmente regrese mi vista al ventanal, la figura de antes se desplazó, esfumándose por el pasillo de un movimiento suave.

«¿Es real lo que estoy presenciando?» 

En ese momento, la puerta a metros de mi, se cerró con un golpe sordo.

La temperatura descendió, y la sensación de presión en al aire aumentó, entonces entendí que enfrentaba algo más allá de mi comprensión, algo que desafiaba las leyes de la realidad... Algo que no era inexistente.

Giré con rapidez hacia el ruido, pero algo más llamó mi atención: Agatha, de pie en el escalón, me miraba sin expresión en su rostro. No se si el suspiro que solte fue uno de alivio o de nerviosismo.

Sin previo aviso, comencé a sentir escalofríos al percibir su presencia a mis espaldas. Sigilosamente, Agatha avanzó con determinación hacia el lado izquierdo del pasillo, donde se hallaba su habitación, ignorando mi presencia, o eso pensé. Antes de adentrarse, lanzó un comentario desdeñoso.

—¿Otra vez con eso? —susurró, mirándome de reojo sin enfrentarme directamente.

Mi corazón latía con fuerza mientras la confusión y el miedo se entrelazaban en mi interior. —No es "otra vez con eso" —exclamé en un suspiro, con las manos crispadas y la mirada desafiante. —Tan solo creí ver algo.

Agatha musitó un inquietante "Mhm", tomándome como loca. —Que tengas un lindo viaje, hermana.

Después de eso, se adentró en su habitación de un portazo, dejándome con una sensación perturbadora en el penumbroso pasillo.

Me quedé en el pasillo frente al ventanal, aún procesando el intercambio inquietante. Recordé las veces anteriores en donde Agatha me molestaba sobre la casa vecina, bromeando sobre que me encerraría allí una noche. Siempre pensé que eran solo chistes.

Aunque nunca escuche el "Bromita" de su parte.

Contando la expresión en su rostro y sus palabras al decirlo sugerían algo más sincero.

Entonces lo pensé; La idea de estar sola en esa casa vecina ahora resonaba en mi mente, provocando una incomodidad que no podía ignorar. La mire por última vez... No habia nada, tan solo se observaba la soledad en la que se ha mantenido por años, una soledad que no había sentido. La tensión persistía, y una sensación de inquietud se quedó conmigo mientras continuaba mi camino hacia mi habitación.

Después, entré a mi habitación, cerrando la puerta tras de mí de un portazo. Caminé hacia el baño, quedándome frente al espejo. Al ver mi reflejo, noté que estaba mal, físicamente mal; manchas entre azules y moradas debajo de mis ojos, labios resecos. No estaba bien. Lave mi rostro con agua helada, pensando en que todo estaría mejor en ese internado. Pero, ¿Estaba segura de que así seria?

Después de esa breve terapia conmigo misma, caminé hacia mi cama, donde permanecía mi maleta abierta. Tenía que verificar que todo estuviera en orden y que no dejaría nada en esta habitación.

—Siento que algo olvido —y créeme, cada vez que decía eso, algo se quedaba atrás.

Busqué entre la ropa, en las bolsas, por todas partes... Pero no recordaba qué era. En eso, una breve picazón en la parte central de mi cuello llamó mi atención, y entonces recordé.

—¡Mi collar! —me agaché hasta estar en el suelo, debajo de la cama. Las manos temblorosas exploraron con dificultad el espacio oscuro bajo la cama, hasta que finalmente sentí la textura de una pequeña caja. Con un tirón ansioso, la saqué hacia mí, revelando un pequeño cofre que contenía mi tesoro más preciado.

Dentro de la caja, delicadamente envuelto, reposaba mi collar. La luz parpadeante de la habitación resaltaba la piedra morada, regalo de mi madre en tiempos menos confusos. Mis dedos acariciaron la cadena con un apego emocional, proporcionándome un consuelo efímero en medio del caos que me rodeaba. Sin perder más de mi tiempo, me coloque el collar y al instante empezó a tomar un brillo, dejándome sorprendida.

¥ ¥ ¥

Mientras estaba arriba del coche, esperando a mi madre que se despedía de Agatha, observé desde la ventana con curiosidad notando que mamá le murmuraba algo con una expresión seria, hablándole con delicadeza. Sus gestos parecían cargar con un mensaje importante.

Aunque intenté descifrar sus palabras, Agatha llevó su mirada hacia mí, mostrando una molestia evidente en su rostro.

—Mejor veo por aquí, mira que bonito arbol —aparte la vista, sintiendo que no era apropiado seguir espiando. Mis ojos se perdieron en el paisaje exterior, tratando de evadir la tensión que se palpaba en el ambiente.

Minutos después, mi madre subió al auto y lo encendió al instante. Durante el trayecto hacia el aeropuerto, reinó un incómodo silencio. Mis intentos por romper la tensión resultaron en vano, y las expresiones en nuestros rostros denotaban la incomodidad que flotaba en el aire. Mis ojos divagaron por el paisaje en constante cambio, buscando algo que aliviara la atmósfera cargada... Talvez contando los carros rojos que me encontraba.

Perdi la cuenta.

En medio del silencio, mi madre soltó un suspiro y, rompiendo la quietud, comentó:

—Alaida, este cambio es necesario para todos nosotros. Espero que puedas encontrar la paz que necesitas. —Su tono denotaba una mezcla de preocupación y esperanza, como si hubiera algo más detrás de esas palabras. La extrañeza de la situación se intensificó.

Sus palabras solo provocaron molestia en mi persona.  —¿Paz? ¿Mandarme lejos de casa me traerá paz? Si quisiste deshacerte de mi, tan solo lo hubieras dicho. 

Mi madre apretó los labios con frustración ante mi comentario. Sus ojos reflejaron una mezcla de dolor y enfado.

—Alaida, no se trata de deshacernos de ti. Esto es para el bienestar de todos. Tu padre... —titubeó, buscando las palabras correctas, pero mi interrupción no le dio oportunidad de continuar.

—¿Mi padre? No me hables de él. ¿Sabes cuánto tiempo ha pasado desde que lo vi por última vez? ¡Es fácil para ti hablar de él! —mi tono estaba cargado de resentimiento, y la expresión de mi madre mostraba que mis palabras la afectaban.

Mi madre, en un estado de furia, explotó, deteniendo el auto de golpe. El impacto me hizo golpear mi rostro contra el asiento, y por un momento, todo quedó en silencio. Luego, en un tono amenazante e hiriente, mi madre murmuró palabras que cortaron el aire.

—¡Ya es suficiente, Alaida! ¡Estoy harta de tus actitudes y de tu falta de comprensión! Este cambio es necesario, y necesitas ajustar tu actitud. ¿Entendido?

Mi rostro palpitaba con dolor mientras asentía, sin atreverme a decir una palabra. La tensión en el auto era palpable, y el viaje continuó en un incómodo silencio.

Finalmente, llegamos al aeropuerto, y mientras esperábamos para que subiera al vuelo, me debatía internamente sobre si pedirle disculpas a mi madre. Sin embargo, su actitud distante y fría me hacía cambiar de opinión rápidamente.

—Alaida, no quiero que llegando al internado tengas problemas, por favor, compórtate en tu primer día. —asentí sin mirarla, lo que pareció molestarla. De repente, tomó mis hombros, obligándome a verla directo a los ojos. —Hazme caso y mírame cuando te hablo, niña.

Esta actitud de mi madre era nueva y comenzaba a asustarme. Obedecí en silencio durante los últimos minutos que nos quedaban, hasta que finalmente escuché por los altavoces el llamado de mi vuelo.

"Se informa a los pasajeros del vuelo 198 de la aerolínea Aérea Internacional con destino a Reino Unido que el embarque ha comenzado en la puerta 5. Les recordamos que por favor tengan sus documentos de identificación y boletos listos. Les deseamos un agradable vuelo."

Nerviosa, tomé con firmeza mis maletas, caminando hacia lo que parecía ser la entrada al pasillo para llegar al avión. Mi madre me acompañaba para subir a bordo. Su despedida fue un simple "Suerte", algo que me molestó, ya que necesitaba más palabras reconfortantes para sentirme tranquila, pero decidí no decir nada.

Mientras me alejaba, noté algo extraño en mi madre. La visión me desconcertó pensando en que estaba mirando mal, pero antes de que pudiera indagar más, me adentré en el pasillo del avión, preguntándome: ¿Por que vestía completamente de blanco?

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