(Re) Escribir nuestra histori...

By PauS47

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Chloe Beale, Beca Mitchell. Dos historias de vida. Dos historias distintas. Dos historias entrelazadas, pero... More

Hello.
Against all odds.
If I just lay here.
Hopelessly devoted to you.
Half A Heart.
Resiste.
When I'm with you.
You are the reason.
Destino o Casualidad.
Somewhere Only we Know
Run to you.
The Next Ten Minutes.
Taking Chances
Running Home To You
Información
Forever Like That.

Don't you remember.

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By PauS47

σ

I gave you the space so you could breathe
I kept my distance so you would be free
In hope that you find the missing piece
To bring you back to me, Why don't you remember?
Don't you remember?
The reason you loved me before
Baby, please remember you used to love me
And will I see you again?

Te di el espacio para que así pudieras respirar,
mantuve las distancias para que fueras libre,
esperando que encontraras la pieza perdida
para traerte de vuelta a mí. ¿Por qué no te acuerdas?
¿No te acuerdas?
La razón por la que antes me querías,
nena, por favor, recuérda que solías quererme,
¿y te veré de nuevo?

- Chloe, ¿sabes por qué estamos aquí?
- Vas a firmar mi alta.
- Sí. Es la tercera vez que lo haré, y ya sabes lo que diré. Sabes sobre todas las recomendaciones que haré antes de dejarte cruzar la puerta de esta clínica, y sobre todo lo que espero de ti al salir.
- Lo sé.
- Stacie y Aubrey están recogiendo tus cosas, y prepararon una habitación para ti en su casa. Yo estoy a tu completa disposición, y te veré una vez a la semana en mi consultorio. No estás sola en esto, necesito que lo sepas.

Chloe no parecía entusiasmada ese día. Había planeado una vida entera afuera de la clínica, pero siempre incluía a Beca en ella. Una Beca que hacía seis meses había regresado a verla, y se había dado cuenta que Chloe la había sacado de su lista de visitas. Que había llegado para arreglar las cosas, y se había topado con la decisión de Chloe de no recibirla nunca más. Una Beca que se fue destrozada, abatida, sin respuestas, y que nunca más regresó. Ella había tomado la decisión, por supuesto, pero eso no quitaba cuánto le dolía. Su recuperación le había costado muchas cosas, y entre ellas la relación más linda que había tenido alguna vez. Lo había decidido con su psicóloga, un día miércoles antes de que ella se fuera. Le había comentado que no podía dejar de pensar en Beca como una culpable, aunque sabía que ella no lo era. Le dolía no tenerla siempre, le dolía la distancia, y le dolía no tener absolutamente nada para ofrecerle. Beca le dolía. Porque era especial, paciente, bondadosa, honesta, y soñadora. Le había dado una vida estupenda, la había querido como nadie hasta entonces, y había estado dispuesta a todo con tal de salvarla. Pero dolía. Dolía porque ella tenía una vida asombrosa, inalcanzable para muchos, y Chloe no quería ser quien le quitara todo eso. Por eso había decidido alejarla. Porque si ella no lo hacía, Beca no se iría.
Y tenía que salir de la clínica, enfrentarse al mundo otra vez, tratar de rehacer su vida, y no caer nuevo. Todo eso sin Beca, sin su gran amor y su mas grande motivo para mantenerse sobria. Si ya era difícil antes, hacerlo bajo esas circunstancias lo era doblemente. Su psicóloga lo sabía, Aubrey lo sabía, Stacie lo sabía. Sabían que ese sería un camino complicado, y nuevo, y debían prepararse para altos y bajos todos los días.
Un taxi las llevó hasta casa de Stacie y Aubrey, donde una habitación estaba preparada y ambientada para Chloe, quien preguntó dónde estaban sus cosas, sus fotos, sus recuerdos, los poquitos que guardaba. Stacie había decidido tenerlos con sus pertenencias, y planeaba devolvérselos cuando supiera que estaba lista. Había dejado en la mesa de noche, como única cosa, una foto de Chloe riendo en alguna costa de Italia. Quería que la viera todas las mañanas al despertar, y deseara regresar a la cama en la noche como la chica de la foto. Nadie confiaba en Chloe como Stacie. Nadie quería tanto su recuperación como ella. Nadie, en toda la vida, había deseado tanto que ella no cayera otra vez en las adicciones. Y nadie, nunca, había sufrido tanto cuando caía. Nadie, salvo Beca. Y eso era lo que la hacía tan especial.
El día del alta médica, Aubrey llegó a casa en la noche con comida china, un postre de chocolate, y algunas latas de soda. La idea era celebrar ese día, y proponerse llegar al mismo día el siguiente año, sin haber caído ni una vez más. Stacie creía que poner metas tan altas no funcionaría, pero Aubrey sólo lo veía como una motivación, y esperaba que funcionara.
Pero Chloe cayó otra vez, a los siete meses, y ya no quiso volver a la clínica. Anteriormente había abandonado sus visitas a la psicóloga, y le había pedido a Stacie que la dejara seguir su camino sin molestar. Salía a fiestas, fumaba, bebía alcohol desmedidamente, conocía a todos los proveedores de drogas de la zona y eso facilitaba que las tomara sin problemas. No quería ayuda, no necesitaba que le dijeran lo que debía hacer, sólo quería huir. De su vida, de sus fracasos, de no poder estudiar cine, o siquiera conseguir un empleo estable. Quería huir de los esfuerzos por mantenerse sobria. De la lucha diaria, de los pedidos de Stacie por quedarse en casa, de las discusiones con Aubrey por llegar a altas horas de la noche en estado de ebriedad. Quería huir de todos, y a la vez a donde iba todos le recordaban la vida que extrañaba. Todo recordaba su error con Beca.
Beca. Ella estaba en todos lados. Era una exitosa y reconocida actriz, directora y modelo de marcas que se peleaban por ella. Era muy fácil saber dónde estaba, con quién, qué hacía. Bastaba colocar su nombre en el buscador para conseguir información de distintos tipos, críticas a su trabajo, fotos en eventos, cuenta de instagram, Twitter y una página oficial en Facebook. La había llamado muchas veces luego de salir de la clínica, había intentado comunicarse con ella infinitas veces sin obtener respuesta. En su cuenta de instagram tampoco respondió, y escribirle en Twitter le parecía muy público. Quería decirle que lo sentía, que estaba arrepentida de lo que había pasado entre ellas, que nunca había querido alejarla porque no la amaba, pero simplemente no había podido discernir cuál era la mejor forma de decírselo para no lastimarla. Desde su salida de rehabilitación nunca había pensado en otra cosa, ni una sola vez se había ido a la cama sin pensar en Beca, sin querer volver el tiempo y hacer las cosas bien. Se odiaba, y por la misma razón no podía mantenerse sobria, porque su vida no le interesaba en absoluto. Nada le interesaba sin Beca.
Con el tiempo dejó el departamento de Stacie y Aubrey. No quería interferir en sus vidas, ni llevar problemas que ellas no necesitaban. Se mudó con una amiga, tenía una pequeña habitación para ella, y un baño compartido. Si llegaba tarde, o no tenía para pagar la renta de todos los meses, debía buscar una cama en los refugios para gente en situación de calle. A veces tenía suerte. A veces pasaba las noches en trenes, o en estaciones. Esa era la vida que se había buscado, y aunque sabía que Stacie jamás la echaría de su casa, no se atrevía a golpear su puerta en las noches en que ni ella misma podía sostenerse. Su amiga había soportado muchas cosas, y estaba segura que seguiría haciéndolo, pero no era justo. Nadie merecía cargar con todos esos problemas. Nadie podía hacerse cargo de alguien que no quería cambiar. Por eso Chloe se alejó, y la dejó hacer una vida normal, disfrutar de su empleo, pasar los días con Aubrey, salir los fines de semana, tomar una copa de vino en la cena sin pensar que ella podría perder el control. Se alejó como había alejado a Beca, y recordó que su abuela se lo había dicho una vez, que esa vida terminaría dejándola sola. Y de a poco fue así. Se fue quedando sola. Vacía. Perdida.

- Ey, Stacie.
Beca se sentó frente a ella, separadas sólo por una mesa de madera. Stacie había pedido dos tazas de café, a sabiendas sobre el gusto de la actriz. Tenía su chaqueta blanca, su nombre bordado en el bolsillo, el estetoscopio colgando en su cuello, y los anteojos colgados en la camisa que llevaba debajo. Beca sonrió por un instante, alegre porque su amiga lo había logrado, porque estaba a cargo del sector de cardiologia con el que siempre había soñado.
- ¿Cómo has estado?
La pregunta de Stacie resonó entre ellas. Era valiente para preguntar algo como eso en medio de esas circunstancias, pero siempre había sido la que iba de frente. Sin vueltas.
- Bueno. He cancelado todos mis compromisos, y postergué un trabajo que venía esperando hace tiempo y por el cual espero tener una respuesta positiva al retomarlo. Si es que puedo retomarlo, claro. Además mi relación pende de un hilo, Stephanie se marchó hace tres días y aún no me ha llamado.
- Lo siento.
- Está bien. Son mis elecciones, nadie me obligó a hacerlo. ¿Tú cómo estás?
- En medio de toda esta cosa mala y triste, hoy pude realizar un trasplante a un niño de siete años que iba a morir sin un nuevo corazón. Eso es una luz de esperanza.
- Eres muy reconocida aquí.
- Creo que no sólo tú has logrado triunfar en lo que eres buena.- sonrió un poco, y Beca también. Atreverse a sonreír era bueno.- ¿Sabes para qué te llamé?
- No.
- Necesito pedirte algo muy importante, pero no tienes que hacerlo si en verdad no quieres.
- ¿De qué se trata?
- Me entregaron las llaves de Chloe, y tenemos que ir a sacar sus cosas de la pensión.
- ¿Tan pronto?
- Su contrato venció hace cinco días, y no vamos a seguir pagando por algo que...
- Lo sé.- la interrumpió.- Lo entiendo.
- Sé que no tiene muchas cosas, así que podemos ponerlas en una caja y llevarlas hasta mi departamento. No te lo pediría si pudiera hacerlo sola, pero es que no estoy segura de poder ir hasta allí por mi cuenta, y Aubrey no entendería.
- ¿Cuando debemos hacerlo?
- Hoy, en lo posible. Sólo debo firmar un alta y podemos irnos.
- OK. Te espero aquí.
- ¿No subirás conmigo?
- Prefiero quedarme aquí.
- Bajaré en un momento. Gracias, Beca, en verdad.
Beca jamás habría dejado a Stacie hacer eso sola, nunca habría podido dejarla ir hasta la pensión por su cuenta y sacar las cosas de Chloe en una caja, como si fuera una simple mudanza, como si todo estuviera bien y la vida siguiera su curso normal. Todo había cambiado para ellas en esos últimos quince días, y aunque los años anteriores no habían sido los mejores para su relación, siempre las había unido algo bueno, algo mejor, algo que parecía real y les hacía bien. Por eso Stacie la había llamado, porque nadie iba a entenderla como Beca. Nunca. Ni Aubrey, ni por todo el amor que la rubia sentía por ella, nunca iba a entenderla. Porque, posiblemente, Stacie y Beca experimentaban un amor distinto hacia Chloe. Un amor que había vencido muchas cosas. Y se unían a ella en una historia mucho más dura de lo que cualquier otro lo había hecho.
Stacie había sido el nexo que las unió. Cupido, como Chloe solía decirle una y otra vez. Casi podía oír su voz, su risa, su tono de voz al llamarla por el apodo que había elegido para ella. Era melodioso, y todavía estaba muy fresco en su memoria la forma en que sonaba exactamente.

- ¿Recuerdas cómo Chloe solía llamarte?- preguntó Beca, mientras Stacie conducía camino a la pensión. Vio a su amiga sonreír de lado, y supo que ella lo recordaba a la perfección.
- Nunca dejó de hacerlo. Incluso cuando te fuiste, y todo acabó, ella siguió diciendo que yo era su cupido.
- Todo esto es tan injusto... Desearía haber podido hacer más.
- Creo que hiciste todo lo que estuvo a tu alcance, Beca. No tienes que reprocharte nada, y estoy segura que ella tampoco lo haría.
- ¿Aubrey piensa lo mismo?
- Aubrey cree que debiste regresar, a pesar de todo. Pero sé que no fue fácil aceptar que Chloe no quería verte, y debías seguir adelante.
- Fue muy difícil dejarla.
- Lo sé. En verdad, no tienes que explicarme nada.- hubo un silencio, una pausa, un momento para pensar, o quizás sólo descansar.- Así que, Stephanie... ¿Todo estará bien con ella?
- No lo sé. Ahora no puedo estar segura de nada respecto a nosotras.
- Bueno, luego de sacar las cosas de Chloe puedes irte, a intentar salvar lo que quede de esa relación. Lo mereces, Beca.- Stacie hablaba en serio, su mirada era honesta, y su pequeña y dibujada sonrisa quería que Beca lo entendiera. Pero la actriz no la miró, ni por un segundo. Parecía perdida, confundida, como si estuviera pensando en algo que en realidad no quería pensar.- Si es que aún lo quieres, claro.
Stacie lo sabía. Sabía todo. Leía sus movimientos, sus gestos, su forma de mirar. La conocía mucho más de lo que a Beca le hubiera gustado, y ese don no se había perdido con los años. Así como muchas otras cosas. Volver a Atlanta había sido una continua caída hacia el pasado, un constante recordatorio de quién solía ser, y un viaje inevitable a la vida que había construido con Chloe, Aubrey y Stacie. Ellas parecían inevitables. Y quizás lo eran.
Estacionaron el auto en una calle de una mano, y a un lado se veía la entrada a la pensión, con rejas bajas, pintadas de verde. Había un pequeño patio interno, donde algunas flores daban color al lugar, y un pasillo separaba las habitaciones. La de Chloe era una puerta blanca, con el número catorce, y al llegar frente a ella, Stacie tardó un poco en abrir.
- Vaya... Ella en verdad quería hacerlo.
Stacie se sorprendió por el orden, por la limpieza del lugar, por cómo estaba todo perfectamente ubicado. Había algunas fotos, libros, papeles donde dibujaba, algunos cuadernos en los que escribía. Tenía pocas cosas, pero el lugar parecía acogedor. Stacie había llevado una caja donde cargó los libros y las cosas del escritorio, mientras que Beca encontró un bolso donde poner su ropa, calzado y algunas otras cosas que tenía en el armario. Encontró una caja de zapatos escondida bajo la cama, y se sentó en el suelo para ver lo que había en su interior.
- Son nuestras fotos.- murmuró, y ganó la atención de Stacie.- Y las cartas que le envié cuando estaba en rehabilitación. A ella le encantaban las cartas, y a mí me gustaba escribirlas.
- Chloe me quitó esa caja apenas salió de rehabilitación la última vez, era lo único que quería. Bueno, eso y una sudadera...
- Roja, con una frase ridícula. Sí, era mía.
- Acabo de ponerla en la caja, puedes sacarla si quieres.
- No, es de ella. Se la regalé porque la amaba, y se le veía muy hermosa en las mañanas, cuando su cabello estaba desordenado y apenas despertaba.- Stacie se sentó a su lado, y observó algunas fotos.
- Nunca dejó de pensar en ti. Vio todas tus películas, el mismo día del estreno, y guardó los tickets en ese sobre que ves ahí.- señaló el sobre bajo las fotos, y Beca corroboró que era así.- Atrás verás la cantidad de estrellas que ella puso a cada una.
- Siempre tuvo una obsesión con las críticas. Nunca pude llevarla a ver una película sin que hablara todo el tiempo.
- Luego iba sola. Dijo que nadie iba a entenderla como tú.
- Yo la amaba mucho más de lo que la entendía. Esta foto...- sostuvo una foto en su mano.- La tomó un turista en Italia, y nos dijo que era la foto más linda del mundo. Y tenía razón. Es terrible pensar que no pude salvarla.
- Nadie podía hacerlo. Ni tú, ni yo, ni nadie.
- Pero quizás Aubrey tenía razón. Debí regresar, y acompañarla.
- Ella te alejó porque quería cuidarte, quería que tuvieras una vida normal. No aplaudo su forma, ni la comparto, pero ella sólo estaba pensando en lo mejor para ti. Siempre pensaba en lo mejor para ti.
- Lo sé.- acarició la foto y sonrió.- Voy a quedármela.
- Está bien. Voy llevando esa caja al auto, puedes quedarte un rato más si quieres.
Beca no necesitaba quedarse mucho más. Esa habitación no era algo que ella recordara o pudiera relacionar con Chloe. No había nada que hablara de ella, de su historia, de quién era. Era una habitación común, con pocas cosas, y escaso espacio. Muy simple para ser de Chloe. Levantó el bolso, y puso la caja encima. No había nada allí que la impulsara a quedarse. Cerró la puerta y quitó la llave para devolverla al encargado.
- ¿Qué harán con su bicicleta?
Beca giró para encontrarse con la voz que había realizado la pregunta, y vio a una mujer sentada justo en la puerta de al lado.
- ¿Perdón?
- Su bicicleta. Esa que está encadenada al poste. Eres amiga de Chloe, ¿cierto?
- Sí, sí. Se podría decir.- dejó las cosas que llevaba en la mano y se acercó a la mujer.- Soy Beca.
- Un gusto, Beca.- estiró su mano y la actriz sonrió antes de tomarla.- ¿Han sacado todas sus cosas?
- Sí. Ella no tenía mucho, así que fue fácil. No sabía que esa bicicleta era suya.
- Salía a las siete treinta de la mañana a repartir el periódico. Luego regresaba y almorzaba con nosotros, me ayudaba a dar una vuelta hasta el jardín con flores que tenemos adelante, y cuando era época de rosas y claveles, me ayudaba a sentir su perfume. Extraño pasear con ella hasta ahí. Mi hija está muy ocupada y no puede perder el tiempo con una vieja como yo.
- Tengo tiempo, podemos dar una vuelta. Prometo que puede confiar en mí.
- Puedo confiar en cualquier amigo de Chloe, y conozco la historia de cada uno de ellos, pero es extraño que nunca te mencionara antes.
- Es... Complicado.
- Todos tenemos secretos, supongo.- estiró su mano en busca de Beca, y esta la ayudó a pararse para dar un paseo.
Hablaron de Chloe, de las cosas que ella hacía por sus vecinos, de cuánto quería a los niños y cuánto respetaba a los ancianos. La señora conocía cada detalle de la vida de la pelirroja, su pasado, sus problemas con las adicciones, su lucha para salir adelante y sus intentos por llevar una vida normal. Chloe le había hablado de Aubrey, Stacie, de los niños que cuidaba, de dos amigos del bar donde trabajaba, y algunos clientes que siempre la esperaban en las mañanas para recibir el periódico y darle una propina. Conocía de ellos tanto como si pudiera verlos, había recibido descripciones exactas para imaginarlos, y a Beca le sorprendió que fuera tan natural para ella. Pasaron por el jardín, y regresaron a la puerta de la habitación donde vivía, justo al lado de la de Chloe.
- Hola señora Osment.
- ¡Stacie querida! Llevabas tiempo sin venir por aquí.
Era sorprendente cómo reconocía las voces, y de donde provenían. Beca sonrió mientras veía cómo la mujer abrazaba a Stacie.
- Ojalá no hubiera tenido que venir bajo estas circunstancias.
- Todo mejorará, niña. Ya lo verás. Es lo que Chloe siempre me decía.
- Veo que dio un paseo con Beca, espero que ella no la hiciera tropezar.
- Oh, no, no, no.- la risa fue genuina, y contagió a las otras.- Fue una gran compañera.
- Las llave del candado de la bicicleta se las dejé a su hija, quizás les sirva por ahora.
- ¿Estás segura?
- Bueno, yo no soy muy amiga de las bicicletas, y Beca se irá pronto así que no la usaremos.
- Gracias, Stacie.
- Volveré a verlas, se los prometo.- apretó su mano y sonrió.- Voy al auto, te espero allí, Bec. Hasta pronto, señora Osment.
- Cuidate, niña. Cuidate mucho.
- Yo también debo marcharme.- anunció Beca.
- ¿De dónde vienes?
- Nueva York, y Los Ángeles. Últimamente me cuesta definir cuál es mi hogar.
- Eres la muchacha de todas las historias de Chloe, ¿cierto? Su historia de amor más grande.
- ¿Cómo?
- La chica que más la amó en todo el mundo. Nunca me dijo tu nombre pero sé mucho de ti.
- ¿Cómo está segura que soy yo?
- Contigo viajó a París, a una Isla en Italia, y visitó las playas en Brasil, ¿cierto?
- ¿Cómo es que...?
- Te estremecías cada vez que la nombraba, cuando me llevabas del brazo. Pude sentirlo.- Beca sonrió, y casi de forma inconsciente acarició su brazo.- Me alegra que estés aquí.
- Quizás demasiado tarde...
- Bueno, Beca, eso depende de cómo tú lo veas. Hay una razón por la que aún estás aquí y no fuiste a Nueva York o Los Ángeles.
- Quisiera saber en un principio por qué estoy aquí.
- Ya lo descubrirás. Fue un placer conocerte al fin.
- El placer fue mío, señora Osment.- apretó su mano, suspiró y se quedó allí un momento.
- ¿Los ojos de Chloe son tan lindos como todos dicen?
- No hay adjetivo que haga justicia a lo hermosos que son sus ojos en realidad.
- Créeme, los encontrarás de nuevo.
Una sonrisa llena de angustia llenó el rostro de Beca, quien asintió con su cabeza y pensó en lo maravilloso que sería encontrar esos ojos otra vez. Giró para marcharse y luego volteó otra vez.
- Si decido quedarme, ¿podría venir aquí a escuchar esas maravillosas historias que Chloe le ha contado?
- Me encontrarás siempre en el mismo lugar.

- ¿Crees que mis ojos son lindos?- Chloe se miraba al espejo, mientras terminaba su maquillaje. Beca estaba lista a un lado, chequeando su móvil.
- No hay ojos más lindos en todo el mundo.
- Lo sé. Sólo quería que lo dijeras.- sonrió para regocijarse, y Beca blanqueó sus ojos.- ¿Cuál es el destino para celebrar nuestro segundo aniversario?
- Ya lo verás.- se acercó por atrás y besó su cuello descubierto.
- Mmm... Creo que quiero quedarme aquí y quitarte toda la ropa.
- Te espero en el auto.
- Te amo, Beca Mitchell.
Chloe en verdad amaba a Beca. No podía imaginar su vida sin ella. Era la única capaz de hacerla sentir especial, amada. Era la única que la dejaba creer que su destino no era la soledad, y eso era lo más grande que alguien le había dado.

La puerta del auto de Stacie se cerró, y Beca sonrió. Sabía que esa no sería la última vez que estaría por ahí.

Hola! Espero que estén disfrutando esta historia y cada punto de vista. Saludos!!

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