Reencuentros.

By barbiebush26

2K 221 67

Diez años después de la graduación de su generación y en conmemoración a los cien años de la escuela secundar... More

Reencuentros.

2K 221 67
By barbiebush26

La primavera se había adelantado aquel año, incluso así, todos pudieron sentir la frescura del ambiente mezclarse con una gélida brisa que recordaba la reciente partida del invierno infernal que la ciudad había sufrido en aquella ocasión.

Las personas entraban y salían de diferentes salones, rememorando viejas vivencia y compartiendo con acompañantes ajenos, todas las experiencias que los llevaron a formarse como las personas que eran a día de hoy.

Sonrisas, risas y algunas lágrimas nostálgicas.

Felicidad, añoranza y envidias.

Los reencuentros educativos siempre eran la comidilla del pueblo, para todos era sorprendente el ver lo mucho que cambiaban los problemáticos del barrio con el pasar de unos cuantos años. Los gritones, los callados, los populares y los abusados.

Todo aquel que pasó alguna vez por el instituto de Namimori, estaba sujeto a sufrir grandes cambios al llegar a su vida de adulto.

Especialmente aquellos que fueron parte de la peor generación posible; Aquella donde Sawada Tsunayoshi fue estudiante del instituto.

La gente se aglomeró en el gimnasio, disfrutando de pláticas y algunas bebidas con una cantidad mínima de alcohol. Rememoraban los acontecimientos más impresionantes de su adolescencia, momentos donde fueron mordidos hasta la muerte, donde se vieron envueltos en problemáticas peleas o los inusuales castigos que Adelheid imponía.

La mención del prefecto y aquella chica problemática, indudablemente los hizo a todos preguntarse qué sería de ellos. Con Hibari Kyoya enteramente obsesionado con todo lo referente a la ciudad, fue una completa sorpresa que de un día para otro simplemente desapareciera como si la tierra se lo hubiera tragado.

En el momento, todos atribuyeron su ausencia a la inminente ida a la universidad y tomaron aquello como una muestra de lo más asombroso de llegar a la edad adulta. Los sueños de independencia creaban en ellos grandes expectativas que fueron rotas a la hora de cumplir con el deber.

Tokio resultaba agobiante, los estudios en el extranjero complicados y al final lo más factible siempre fue permanecer en Namimori.

Aunque pocos lo hicieron.

Entre pláticas, también se hicieron diferentes alusiones a Gokudera Hayato, Yamamoto Takeshi y Sasagawa Kyoko. Indiscutiblemente, esos tres eran los más esperados de la noche. Si de jóvenes siempre generaban revuelo únicamente con sus presencias, no querían ni imaginar qué sería llegados a la edad adulta.

Donde todos los atributos finalmente estaban marcados, para ambos sexos. Hombre y mujeres.

No hay que mentir, siempre hay algún malicioso a la espera de ver a los populares gordos, feos y miserables.

Un ejemplo de ello, no era nadie más que el nada lindo de Osamu. Quien, luego de ser rechazado por Kyoko en una de sus muchas confesiones, no hizo más que enfurruñarse con ella. Tal y como Mochida hizo en su momento, siendo imitado por una legión completa de furibundos abusones que no hicieron más que tomarla contra el muy afamado Tsunayoshi.

Dame-Tsuna, en realidad.

¿La razón? Ser contraproducentes, la negativa de Sasagawa a salir con alguno de sus pretendientes radicaba en que la mayoría se portaba agresivo hacia su amigo y el solo hecho de que aquel perdedor tuviera el derecho de llamarse su amigo era demasiado motivo para cabrearse.

Como sea.

Para desgracia de los malintencionados corazones de algunos, Sasagawa Kyoko llegó acompañada aquella noche por su hermano mayor y su mejor amiga (así como cuñada y madre de su sobrina de dos años), Kurokawa Hana. Cuando esos tres ingresaron al gimnasio, ninguna mirada se apartó de ellos.

Kyoko no había cambiado demasiado y lo poco que lo hizo, indiscutiblemente fue para mejor. Hana, por su parte, había acabado por desarrollar aquel porte maduro que siempre la acompañó, era una mujer fina y se le notaba de alta clase.

Vestida en un costoso traje negro, con zapatos altos que la hacían estar a la par del atractivo y elegante caballero que la acompañaba, simplemente se veía despampanante.

Y de Ryohei mejor ni hablar.

—Oh... —la castaña barrió con su mirada todo el lugar, buscando a alguien sin encontrarlo— Parece que los chicos no han llegado. ¿Estás seguro de que les diste bien la información, hermano?

El ex-boxeador asintió, soltando el brazo de su esposa para mirar con cierta duda el móvil que guardaba dentro del saco. Nuevamente, el hombre asintió.

—Sí, la he enviado bien —aseguró más convencido, sonriendo hacia las damas—. De todos modos, Gokudera tenía su copia de la invitación al igual que los demás. La última vez que hablamos, dijo que se atrasarían un poco y el jefe llegaría un poco más tarde.

—Sawada no conoce el significado de relajarse —Hana suspiró, cruzando sus brazos mientras escuchaba a su amiga reír—. Pensar que hemos venido a ver a estos simios sólo para que se tome un día libre. ¿Desde hace cuando no visitaba a su madre?

—Tsu-kun está ocupado, Hana, no puede evitarlo —defendió risueña, arrastrando a sus acompañantes hacia la barra para pedir algo de beber—. Por cierto, estoy decepcionada de Tetsuya.

—¿Nuevamente vas a quejarte?

—¡Pero es que...! —la chica hizo un puchero, momentos antes de girarse hacia el joven que atendía las bebidas— ¿Podrías darme algo, cualquier cosa, que no tenga ni una sola gota de alcohol?

—Claro —accedió, sonriendo con coquetería—. ¿Jugo? ¿Agua?

—Agua.

—Bien.

Ryohei observó divertido los pocos cambios en la expresión de su hermana, al tiempo en que el atractivo chico se daba la vuelta, completamente resginado, para buscar el agua. Desde la juventud, ella siempre había sido un poco lenta para notar ciertos comportamientos.

Gracias a Dios, había encontrado a alguien que actuaba con tanta calma como la que ella utilizaba para procesar los coqueteos.

—Entonces... —insitó, pidiendo a Kyoko que siguiera con su queja— ¿Qué hizo Tetsuya?

—Oh, ese es el problema —Hana rodó los ojos, alejándose de ellos al ver que unas viejas conocidas le hacían señas—. ¿A dónde vas, traidora?

—A verme con amigas cuyos nombres no recuerdo —señaló, haciendo a la Sasagawa mirar hacia allá sin poder reconocer a nadie—. ¿Vienes?

—No, me quedaré con mi hermano para contarle mis tragedias, puedes irte —con un gesto de su mano, Kyoko despidió a su mejor amiga y regresó su atención hacia su hermano—. Como decía, el problema es ese. ¡Tetsu no hizo nada!

—Bien —asintió—. ¿Y qué querías que hiciera?

—Que celebrase nuestro aniversario como Dios manda —obvió, rodando los ojos y haciendo reír a su hermano—. ¡No es gracioso! ¡¿Por qué Hana y tú no lo entienden?! Extraño a Haru-chan...

—Bueno, ella también está ocupada con su relación y su trabajo —excusó en defensa de la chica—. Hablando de eso, hace tiempo que no las veo...

—A Chrome-chan la viste esta mañana en el hotel —señaló, hastiándose un poco por el cambio de tema—. Haru no puede librarse fácilmente del trabajo desde que Verde hizo estallar su taller, la empresa tiene una reunión importante en unas semanas así que se ha metido de lleno en la elaboración de un nuevo traje para Tsu-kun y los demás.

—Nunca esperé que su pasión por los disfraces acabara convirtiéndola en una famosa diseñadora...

—Eso es porque te faltó visión, cosa que Tsu-kun y yo tenemos de sobra —se mofó, sonriendo altanera y haciendo al mayor rodar los ojos—. Como sea, también está metida en el trabajo porque se acercan dos cumpleaños súper importantes para nosotros. ¿Puedes adivinarlos...?

—Mi hija y Chrome —sonrió, recibiendo un asentimiento—. Definitivamente, adoro a esa chica.

—Mientras no lo digas con Hana y Chrome-chan presentes, creo que puedes amarla todo lo que quieras —guiñó, haciendo reír entre dientes a su hermano, momentos antes de que este sacara su móvil con una expresión sombría—. ¿Es una llamada de los chicos?

—No, es trabajo —miró hacia ella con pesar—. Los chicos deben estar por llegar, ¿podrías quedarte aquí mientras atiendo esta llamada? Si no ven a alguno de nosotros no entraran y sé que Hana se pierde demasiado cuando se mete en sus conversaciones.

—Descuida —sonrió, empujando ligeramente a su hermano en dirección a la salida—. Me quedaré aquí y seré buena. ¿Sí sabes que tengo más de veinte años?

—Eso no quita que eres mi hermanita.

—Vete ya.

Una vez en soledad, Kyoko recorrió la estancia con una mirada. Esta vez, se limitó a observar los rostros de aquellos que la rodeaban. ¿Siendo sincera? No reconocía a nadie, estaba un poco asustada y confundida por ese hecho. Bien, las personas con las que estuvo siempre no tuvieron muchos cambios.

Simplemente sus rasgos se afilaron e hicieron más masculinos (o delicados, en caso de las chicas). Así mismo, los niños crecieron hasta hacerse atractivos jovencitos, en realidad, Lambo recibía sus clases de secundaria en aquella misma institución por orden de Sawada Nana.

«Es una tradición inquebrantable de los Sawada, desde hace cien años todas las generaciones se congregan allí para recibir las clases que se imparten. Reborn no va a cambiar eso y me importa un pepino lo que piense la mafia de mi decisión».

Esa mujer se ganaba a pulso la completa admiración de todos los allegados de Tsunayoshi, definitvamente.

Kyoko sonrió un poco al recordarlo, así como rememoró la de dramas que se sufrieron todos cuando I-pin se enteró de que su eterno amigo y compañero no estaría con ella en su academia para señoritas a la que Fon la inscribió en China.

Eso sin mencionar el disgusto de Reborn al enterarse que cursaría la secundaria por segunda vez y en el mismo salón de clases que Lambo. Fuuta ciertamente, se estaba divirtiendo un montón con las cosas que sucedían en su día a día durante su último año de secundaria.

La última vez que hablaron, él le comentó que el joven Bovino había ido a su salón en pleno descanso para hacerle un berrinche porque una chica se le iba a confesar finalmente y Reborn llegó, matando el ambiente totalmente.

Sumado a eso, el asesino había regado por toda la escuela unas imágenes de Lambo durmiendo mientras abrazada un oso de peluche que él mismo le había regalado cuando el chico cumplió los ocho años (cabe decir, por cierto, que Reborn no comentó nada sobre la procedencia del oso y el joven guardián estaba tan abochornado que ni siquiera pensó en decir algo).

Suspiró.

Lo que hubiera dado por nacer diez años después del año en que lo hizo, con lo divertido que parecía ser compartir clase con esos dos...

Es que ya ni Gokudera se ponía así.

Simplemente se estaba perdiendo todo lo divertido de ser estudiante.

La joven escuchó un carraspeo a su costado, haciéndola mirar en dirección al chico que atendía la barra que habían instalado en el gimnasio. Sonrió con amabilidad, no muy interesada en salirse demasiado de su línea de pensamientos.

Después de todo, Reborn y Lambo eran una de sus conversaciones favoritas, se estaba preparando para la llegada de Tsunayoshi ya que quería rememorar (en el lugar) vivencias pasadas que había olvidado hasta el momento en que piso la escuela.

—Entonces... —inició, para desgracia de Kyoko, el chico— Es una bonita noche, ¿no es así?

Casi se reprendió por sonreírle.

¿Por qué todos los coquetos le iniciaban la plática así? Por cosas como esas, estaba de novia con un sujeto cuyas pláticas se basaban en el día a día de Hibari Kyoya.

Aunque no lo negaría, ese demonio era su segundo tema favorito.

—Sí —se limitó a decir, intentando cortar la plática inmediatamente.

Más que fiel, Kyoko no se interesaba demasiado en los demás. No era egoísta o egocéntrica, ese puesto estaba más que ocupado entre el grupo que seguía al Décimo Vongola, simplemente no se interesaba en aquellos que llegaban a ella con dobles intenciones.

Acostones de una noche o escalar posiciones. Fuera una o la otra, se había cansado demasiado pronto de ser manipulada por aquellos que querían conseguir algo de ella (o a través de ella, ya que algunos llegaban con intenciones de agradarle para que hablara de ellos con Tsunayoshi).

Desgraciadamente, el tipo era insistente.

—Nunca te había visto por los alrededores —comentó, echándole en cara a Kyoko que cuando ella se graduó y se fue de la ciudad, aquel muchacho no podía estar más que comenzando la secundaria—. ¿Vienes acompañando al joven que acaba de irse?

—No, él está acompañando a mi mejor amiga —bufó, ya sin verlo y centrando su desinteresada mirada en la entrada—. Me gradué aquí hace diez años, esta es mi reunión de ex-alumnos.

—Oh, entonces eso significa que viviste por aquí alguna vez —apreció, sonriendo y siendo ignorado por la bella dama—. ¿A dónde fuiste luego de tu graduación?

La pregunta del millón.

Kyoko rodó los ojos, notando que más de un par de ojos la miraban y muchas personas detenían sus pláticas en busca del chisme sobre su vida. Sí, siempre lo supo. Nunca fue realmente apreciada por las chicas, después de todo, ella era amada por los chicos así que...

—Italia —le restó importancia, haciendo que más de uno se girase hacia ella en asombro—. Con mi novio y unos amigos.

Amigos que, por cierto, estaban ingresando al lugar con expresiones hóstiles. Sasagawa dejó su botella en la barra y se encaminó hacia ellos con pasos ligeros, como si se tratase de una linda bailarina de ballet.

Y es que estaba jodidamente feliz.

—Mujer.

—¡Chicos! —Takeshi la atrapó cuando saltó hacia ellos en un efusivo abrazo, llamando irremediablemente más atención de la que de por sí, ya tenía— Gracias a Dios, por fin llegan. ¿Dónde está Tetsu?

Se separó de Yamamoto, mirando detrás de él en busca de su alegre pareja y sintiéndose miserable de ver a todos, menos a él.

—Shittopi y él se han colado en la residencia Sawada luego de enterarse de que Tsuna se quería saltar nuestra reunión —informó Enma, tomando casi forzosamente el brazo de su acompañante—. Se supone que Ken y Chrome se han quedado para asegurarse de que él y su adorable acompañante no se escapen por la puerta de atrás, así que Mukuro está algo nervioso.

—¿Qué soy? ¿Tu perro? —Kyoko sonrió, divertida por la mirada indiferente que el pelirrojo le dedicó al italiano— No me trates como un animal que no puede controlarse, Kozato. He vivido más que tú.

—Ajá, no me interesa —rodó los ojos, empujándolo ligeramente hacia la barra que Kyoko había abandonado—. Ahora cállate y trae alcohol, tú y yo necesitaremos mucho de eso esta noche.

Ignorando a la pareja de alcohólicos...

Sasagawa miró nuevamente hacia Gokudera y Takeshi.

—¿Y ustedes, qué? —instó divertida— ¿Han peleado o algo? Se les ve medio amargadines.

—Hayato quería irse con Mukuro y darse a la fuga.

Enma se llevó las manos a la cabeza.

—Mejor me voy a emborrachar —anunció, decidiendo seguir los pasos de su pareja—. No me busquen a menos que llegue Tsunayoshi.

—Vale... —la chica regresó su mirada hacia los guardianes— ¿Y entonces?

—Que está haciendo berrinche porque quiere buscar a Tsuna —rodó los ojos, escuchando los cabreados murmurllos de su compañero—. Principalmente, quiere ir a reñirle a Tsuna por ponerse a hacer el trabajo en medio de su día libre, sumado eso también quiere pelear con Hibari y Reborn porque le han dejado trabajar.

—Conociendo a Reborn, lo más probable es que lo obligara —acusó el italiano, recibiendo un asentimiento en acuerdo de la chica—. ¿De qué sirve sacarlo de la mansión si lo pondrán a trabajar igualmente? Al paso que va, el jefe acabará enfermando.

—Bueno, de alguna forma esto es culpa de ustedes —expresó Kyoko, haciendo a los chicos torcer el gesto—. No se olviden del último papeleo que recibió. Esa fue una manera poco efectiva de resolver una disputa generada por un trozo de pastel.

—Cuando te divorcias, todos los bienes son dividos.

—Sí, pero ustedes no se han casado, no se van a divorciar y era un puto trozo de pastel —rodó los ojos—. Takeshi-kun, especialmente tú te excediste.

—Sí, fue exagerado eso de partir el trozo a la mitad —apoyó Hayato—. Rompiste la mesa con tu maldita espada y un agujero se abrió en el suelo. ¿Qué mierda te creías? ¿Roronoa Zoro?

—Soy muy fan, por cierto.

—Mujer, no te metas si vas a comenzar con tu mierda random.

—Bueno, no es mi culpa —se encogió de hombros, regresando su mirada hacia el guardián de la lluvia—. Como sea, ¿sientes un poco de arrepentimiento?

—En realidad no —admitió, tan tranquilo que resultaba irritante—. Cambiando el tema, ¿has encontrado a alguien que conozcas, Kyoko?

Ella negó.

—Hay un montón de rostros desconocidos, no sé si será sólo para mí. Hana se ha ido alegremente a conversar con una chicas, pero no sé si también eran mis amigas —admitió, torciendo el gesto contrariada—. En realidad, esperaba por ustedes y Tetsu para pasarnos bien la noche. Quería ver a esos dos beber hasta vomitar.

Los tres se giraron hacia la barra, donde la extraña pareja chocaba copas al tiempo en que Mukuro sacaba de sus bolsillos una pequeña petaca y vertía el alcohol de la misma entre sus tragos y los de Enma.

Eran unos borrachos de fin de semana.

—¿Enma no tiene agendada una reunión con Cavallone mañana? —cuestionó Takeshi, haciendo a Hayato revisar la agenda de su teléfono— Con las borracheras que se echan esos dos, sumado al viaje de regreso y la resaca, no creo que pueda aguantar...

—El Décimo y él reprogramaron la reunión para dentro de una semana —informó, para alivió de sus amigos—. El Potro fue comprensivo con la situación, nuestra reunión es considerada de alto secreto y muy pocos saben que estamos aquí, así que si hubiera sido una reunión con alguien más... Probablemente hubieran tenido que asistir sí o sí.

—Ser un empresario mafioso es demasiado dolor —apuntó Kyoko, recibiendo un asentimiento de Takeshi y una mueca de Hayato—. Por eso me gusta ser su contadora, yo sólo me limito a robarles tantito dinero y ya está. Soy rica. No tengo que pensar en más reuniones que las que tengo con Tsu-kun y En-kun.

—Voy a revisar las finanzas por mí mismo desde ahora.

—Total, ya me robé lo que me quería robar —le restó importancia—. A Tetsu le va bien en su trabajo, me retiraré cuando me dé mi regalada gana.

Hayato chasqueó la lengua mientras se acercaban hacia los borrachos para quitarles el licor, a ambos.

—Después dicen que es Takeshi el que se torció —bufó, haciendo sonreír a su pareja y rodar los ojos a la chica—. A tu lado, incluso los cambios de Reborn son mínimos.

—Es la madurez.

—Madurar no te hace una perra.

—A ti sí que te hizo una perra.

—No vas a ofenderme, perra.

—Perradera.

—¿No que habías madurado?

—¡Tú me llamaste perra primero!

—¿Quién llamó perra a quién? —Enma miró confundido al par, mientras Mukuro le protestaba a Takeshi y exigía su suministro de "medicina para los celos" de regreso— Porque yo conozco una perra y se llama Byakuran.

—Oh, por Dios —Rokudo jadeó, luciendo dramáticamente cansado—. Supéralo de una buena vez, tú estabas con Cavallone y no me ves armando un drama porque te ves con él cada dos domingos.

—Debería acostarme con él para que me prestes atención.

—¡Oh, eres una perra!

Nuevamente, Kyoko los ignoró y se centró en la pareja más cuerda.

—Mi hermano recibió una llamada y se fue a contestarla afuera, ha tardado en regresar —comentó—. ¿No lo vieron cuando llegaron?

Hayato suspiró.

—Sí, era Haru —comenzó a explicar—. Surgió un problema con las medidas del Décimo y las de Hana, ha pedido a Ryohei que se las envie de nuevo y ha tenido que irse al hotel para buscar entre los archivos que trajimos en caso de que algo como esto sucediera.

—Es extraño que se hubiera perdido algo del taller de Haru...

—Chrome le dio una visita antes de que nos reuniéramos en el aeropuerto —recordó Takeshi, una sonrisa se dibujó en los rostros de la chica y la lluvia—. Podemos asumir los motivos por los que muchas cosas se perdieron, de todos modos no es algo que no pueda remediarse así que Ryohei volverá pronto.

—Cambiando el tema, pero sin alejarnos demasiado —Hayato frunció el ceño hacia la joven—. Ese bastardo nunca me dijo cómo resolvieron el asunto de Hikari.

—Oh, ella... —Kyoko sonrió ante la mención de su sobrina— Hana decidió dejarla al cuidado de la persona más confiable en toda la mafia...

—Oh, entonces la madre de Tsuna la tiene —Takeshi sonrió—. Justo lo que uno esperaría de la mujer que crió a seis mafiosos...

—Aunque no sabría decir si Reborn puede considerarse "criado" por Nana-san —apreció Gokudera—. Y mejor no te digo mi hermana, ella ya estaba grande, ¿sabes?

—Igualmente estuvo viviendo en casa de Tsuna hasta hace menos de tres años —señaló, haciendo al italiano torcer el gesto—. Y hablando de ella, hace tiempo que no la veo.

—Shamal y ella se fueron a vivir con mi padre, recuerda —rodó los ojos—. Los visitamos en navidad.

—Ustedes dos se llevan tan bien, que me dan asco —los tres miraron hacia Enma, encontrándolo a medio camino hacia la embriaguez, Mukuro revisaba el móvil a su lado, lo señaló—. A él lo odio más de lo que lo amo. ¿Por qué no pueden ser más como nosotros? Se supone que entre los amigos de Tsunayoshi, yo era el más normal de todos.

—Te engañaste a ti mismo —bufó Rokudo—. ¿Te recuerdo que llegaste intentando matarlo?

—¡Como todos!

—En realidad, si lo piensas un poco... —Kyoko señaló a Takeshi— Él llegó intentando suicidarse.

—Igualmente hacerse su amigo conllevaba al rito de iniciación que implicaba un atentado contra la vida de alguien —le restó importancia—. Incluso tú, Kyoko, llegaste a ser su amiga luego de que alguien intentara patear su trasero para tenerte como novia.

—Las lindas historias de mi adolescencia —suspiró nostálgica—. ¿Dónde demonios estaba Tetsu en momentos escandalosos como esos? Ahora que lo pienso, ni siquiera Hibari se asomó a ver qué era todo ese bullicio.

—Como en cada presentación de un nuevo amigo.

—Cuando yo aparecí, le metí tremenda putiza a nuestro amado Ave-kun —rememoró Mukuro, sonriendo con añoranza hacia aquellos años dorados—. Y luego el maldito regresó cual fénix de la cenizas y no dejó de joderme hasta el año pasado, cuando me regresó la putiza. Como sea.

—Oh, esa vez fue divertida —Kozato rió alegremente, ganándose una mala mirada que le importó un carajo—. Uy, la cara de Tsunayoshi no se aparta de mi mente. Ya ni te digo la del maldito de Byakuran cuando te vio todo morado por los golpes.

—Incluso Dino te acusó de violento, Enma.

—Y lo es.

—Venga, no llores, Mukuro.

—Abusa verbalmente de mí.

—Ay, sí, la víctima.

—Soy un ser inocente que cayó en su juego.

—¿Qué vas a hacer? ¿Demandarme?

—Sí, debería.

—Venga, atrévete.

Y, nuevamente, Kyoko los ignoró.

Los tres amigos se sumaron a una tranquila plática a la que pronto se unen diferentes personas, la chica y Gokudera no se reprimen en preguntarles en sus caras quiénes son, ocasionando que el siempre amable Yamamoto explicase para ellos los nombres y momentos en que conocieron a la diversidad de personas que se presentaron ante ellos para entablar conversaciones.

Así mismo, la amabilidad de Takeshi tenía dos límites marcados.

El primero, radicaba en una impaciencia que se generaba ante la presencia de cualquier persona que se mostrase ligeramente interesada en su pareja. No es que fuera celoso, si lo fuera Tsunayoshi no sería su amigo, simplemente no podía tolerar el pensamiento de que cualquiera podría intentar usarlos para acercarse a Tsuna. Peor aun, recordaba demasiado bien los tratos que (específicamente aquel grupo) dedicó a su amigo en el pasado.

Si bien Tsunayoshi no hacía aparición y nadie conocía su estatus, sería cuestión de tiempo. Además, la mayoría de los comentarios recibidos por él y Hayato se encontraban relacionados a su elegante vestimenta, lo cara que lucía y preguntas referentes a aquello a lo que se dedicaban.

—Soy gerente general de una de las sucursales de Vongola c.a —respondió el guardián de la lluvia—. Hayato es el secretario del dueño de la empresa así que por eso hemos estado alejados de Namimori durante estos años.

—Y Kyoko es la contadora de la empresa.

—Enma y su acompañante llevan su propio negocio —añadió la chica, completamente orgullosa del par de borrachos que comenzaban la segunda fase de su ebriedad de fin de semana—. ¿Han oído de ellos? Simon and Company es una empresa con estrechas relaciones y que es secundada por Vongola c.a., en realidad a Mukuro se le ofreció ser el gerente de una sucursal.

—Pero lo rechacé porque mi jefe es un idiota.

—¡No lo llames idiota, tú, piña malagradecida!

—¡No lo defiendas! ¡Tu novio soy yo, sólo tienes que ver lo maravilloso que soy y cegarte!

—¡Más que ciego, me tienes sordo!

—¡No me amas!

—¡Ay, por todos los...!

Ajá.

Nuevamente, Kyoko se estaba cansando de ignorarlos.

Como sea.

En algún punto, Ryohei regresó y Hana se unió a su grupo de conversación al tiempo en que Takeshi fue arrastrado por una fuerza mayor hacia un rincón donde los viejos miembros del club de béisbol lo reclamaron como "suyo".

A nadie le importó demasiado, completamente sumidos en pláticas banales y ponerse al día con personas de las que no estaban verdaderamente interesados. Sin embargo, un pensamiento nunca abandonó sus mentes e incluso Mukuro y Enma (que habían dejado de discutir para ir a enrrollarse en los baños), se preguntaban cuándo llegaría finalmente el actor principal de aquella comedia.

La respuesta llegó, alrededor de las nueve y vestido en un carísimo traje gris, con una camisa azul cielo, una bufanda blanca y envuelto en sonrisas y risas que contagiaban a aquellos que lo acompañaban...

Bueno, no a todos, pero a su mayoría.

Nada más verlo, Sasagawa y Hayato no se contuvieron, empujándose la una al otro, ambos se apresuraron a llegar hacia el grupo que recién ingresaba.

—¡Tsunayoshi!

—¡Tesuuuuuuuuuuu!

Y la habitación se enfrió.

El ambiente agradable que los envolvía pasó a helarse completamente cuando todos notaron la llegada de Sawada Dame-Tsunayoshi...

La sorpresa, el horror y la perplejidad absoluta los envolvía.

El perdedor más famoso en la historia del colegio había hecho una entrada triunfal, luciendo tan elegante y exitoso que simplemente a muchos se les cayó la mandíbula. Por si fuera poco, con él llegaban una llamativa pelirroja (Shittopi, quien había decidido teñirse el cabello y dejarlo crecer un poco, sólo para la ocasión), la inconfundible Dokuro-maravillosa-Chrome, el ex-vicepresidente del Comité de disciplina y, lo peor, el ex-presidente del Comité.

Hibari Kyoya y Sawada Tsunayoshi habían llegado juntos, lo sabían porque el castaño dirigía toda su atención hacia el terror de Namimori mientras intentaba explicarle algo a Gokudera Hayato.

¿Sinceramente? Los años no pasan en vano y todos lo sabían, habiéndose analizado a sí mismos hacia años, la mayoría había caído en que sus comportamientos con el chico resultaban inaceptables. Si a sus hijos los tratasen como ellos trataron a Tsuna, definitivamente se disgustarían.

Y eran mejores personas.

Sin embargo, ninguno pudo evitar la pequeña espina de celos y desconfianza que aquella imagen les generaba.

¿Tsunayoshi exitoso? ¿El mismo Tsunayoshi que con esfuerzo se graduó por los pelos? Demasiado cuento Disney como para creerlo.

Como sea, el problema real comenzó para todos cuando las palabras mágicas fueron dichas por alguien random.

—¡Sawada Tsunayoshi, un jefe como tú no puede simplemente hundirse en el papeleo para escapar de la realidad! —Mukuro había regresado, con el cinturon abierto y la camisa a medio abotonar, para señalar cabreado al recién llegado— ¡¡Acepta de una vez que no trabajaré para ti, mucho menos me voy a meter con tu Vongola así que deja de enviar a tus subordinados a buscarme!! ¡¡¡Estoy teniendo sexo, por Dios!!!

Sólo Kyoko pudo observar, completamente calmada, lo mucho que aquellos gritos abochornaron a Chrome. Su acompañante y mejor amigo, Joshima Ken, simplemente le palmeó la espalda en un intento por hacerla sentir mejor.

Tsuna, por su parte, parpadeó atónito por lo dicho.

—Mukuro —fue lo primer que se le escuchó decir—, no he sido yo quien te ha mandado a llamar. Acabo de llegar, ni siquiera sabía que realmente vendrías con Enma.

—¡¡Vinimos en el mismo avión!!

—Ya, pero no trabajas para mí, así que te estoy aplicando la ley del hielo y finjo que no me importas —señaló, haciendo al italiano bufar y a Gokudera palmearse el rostro—. Para tu información, quien los ha ido a buscar es uno de los subordinados de Adelheid.

Y los colores de la piña desaparecieron.

—Oh, mierda.

—Sí, mierda —Kyoya habló, atravesando el salón para llegar hasta él y tomarle del cuello del traje mientras le arrastraba hacia otro lugar—. Tú jodidos vienes conmigo, voy a disciplinarte a ti y tu alcohólico novio. ¿Cuántas malditas veces te he dicho que no hagas tus cochinadas en los baños? ¡Mucho menos lo hagas en el baño de mi Nami-chu!

Insalvable, Tsuna simplemente observó la retirada de sus guardianes en silencio. Aquel fue el tiempo que todos tardaron en procesar toda la información y, cuando intentaron acercarse en manada hacia Tsunayoshi para cuestionarle lo que habían escuchado, se vieron retenidos por Kusakabe Tetsuya, Gokudera Hayato y Sasagawa Ryohei.

Yamamoto seguía secuestrado, Kyoko sólo era contadora, Hana ni siquiera se relacionaba más de lo necesario con la mafia y a Chrome y su acompañante les valía madre.

¿Shittopi? Ella había ido a presenciar la muerte segura de su jefe.

Después de todo, alguien debía documentarle eso a Adelheid.

Al final de la noche, Tsunayoshi no pudo verdaderamente trisfrutar de su reunión de secundaria. Aunque no se sorprendió, lo que sí pudo disfrutar, sin embargo, fue la compañía de su pareja y prometido una vez este acabó de triturar a una piña.

Si lo pensaba un poco, aquel día libre no había sido tan malo...




Fin.

Tsuna es tan importante, que a estas alturas ya ni necesita aparecer demasiado xD.

Continue Reading

You'll Also Like

2.2K 175 15
Wei wuxian termina en una relación de tres .. dónde su sobrino es su hijo Lan Zhan x Wei wuxian Jin Zixuan x Wei wuxian
1K 131 2
❝ 同性 : Felix trabaja en el Planetario, es un fan de la astronomía y pasa allí más horas de las que le pagan. SeungMin es parte de un grupo de delinc...
161K 7.6K 33
Ambos viven en la masía. Desde que se conocen Héctor siempre la ha molestado. Y ella no piensa nada bueno del él. Pero todo cambiará tras un trabajo...
187K 13.3K 54
Naruto no tenia en mente morir... Y menos de aquella forma, aun así pensaba que obtendría paz... No sabia lo que le esperaba, ahora se tendrá que enf...